DICKENS

Los conocedores de Dickens han señalado la importancia de este viaje que marcó tanto su vida como su obra, fue un punto de inflexión decisivo.

Cuando se embarca en 1842 con su esposa hacia el Nuevo Mundo, el autor de Oliver Twist no ha cumplido treinta años pero resulta ser ya un escritor celebrado a ambos lados del Atlántico. Su periplo lo llevará a todos los lugares emblemáticos de la joven América - Boston, Nueva York, Filadelfia (la evocación dantesca de la cárcel del lugar es una página memorable), Washington, los Estados del Sur, la subida del Mississippi, el Niágara.... Pero nada de lo que ve responde a lo que esperaba. Esperaba visitar el país de la justicia, de la igualdad, de la democracia. Descubre una sociedad esclavista, brutal, codiciosa - y, sobre todo, de un conformismo que lo aterroriza.

La ironía natural del escritor, a medida que avanzamos en su compañía, se vuelve rápidamente sombría. El relato, feroz, de esta decepción, llega así, como en filigrana, a convertirse en un verdadero alegato contra los espejismos del progreso: tema nuevo en él y que retomará pronto, con la misma amargura, en un gran libro venidero, Martin Chuzzlewitt, publicado entre 1843 y 1844.