Al salir de clase: Infinity War
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Al salir de clase: Infinity War
Guerra en ALSA: Ochandiano vs Peris-Mencheta
Os paso el artículo de Ochandiano en Vanity Fair que ha provocado la reacción de Peris Mencheta.
Yo me perdí 'Al salir de clase' porque quería ser guay
Mientras mis compañeros repasaban cuántas portadas de la “Superpop” atesoraban, yo fantaseaba con trabajar con Kusturica. Así es como renuncié a ser un ídolo de masas adolescente.
Por RUBÉN OCHANDIANO (Publicado en Vanity Fair)
En la primera reunión que tengo con el director digital de esta cabecera para hablar de una posible colaboración nos encontramos en un refrigerado local del centro de Madrid. Frente a un vaso de cerveza y otro de agua con hielo y limón –no diré a quién pertenecía cada trago por aquello de ser corporativo– nos disponemos a encarar esa entretenida –y a menudo frustrante-– tarea denominada brainstorming, con intención de encontrar temas que nos interesen a ambos sobre los que yo pueda escribir.
No han transcurrido dos minutos cuando, ni corto ni perezoso, el susodicho me espeta: “Me gustaría que escribieras acerca de Al salir de clase”.
Tras una desconcertante caída de párpados, me pregunta: “¿Te molesta?”
¿Me molesta? Lo cierto es que no.
De vuelta a casa, bajo el abrasador sol de la capital y escuchando en bucle la versión que Bely Basarte hace de Hymn for the weekend, me doy cuenta de que lo que me escuece es que no sé si albergo en mi memoria algo verdaderamente apasionante que contar. No porque no ocurriese, sino porque yo me lo perdí. Yo quería ser guay.
Me viene a la cabeza el ya popular tuit publicado –y retuiteado hasta la saciedad– por Úrsula Corberó hace unas semanas en el que refería una serie de encuentros orgiásticos entre los querubines de Física o Química, hermana pequeña de ASDC. El tuit en cuestión resultó ser un malentendido o una cyberbromi entre los chiquillos. Chiste o no, se me antoja más que probable que algo de eso ocurriera en realidad. Tanto en la serie protagonizada por Úrsula, como en aquella de la que yo formé parte.
Solo repasemos la ecuación: hormonas revolucionadas + belleza + éxito. ¡BOOM!
Sin embargo, insisto, yo me lo perdí. Y, ojo, no crean que yo no me encamé con tres o cuatro de mis compañeros/as de reparto. No me refiero a eso. Tampoco digo que todos mis colegas me cayeran simpáticos, ni todo lo contrario… Hice un puñado de amigos, de los cuales aún conservo dos o tres. Todo correcto. Todo en orden.
Pero no, no hablo de eso.
Hablo del sentimiento de manada, de pertenencia. De esa emocionante sensación de vivencia colectiva tan importante en la juventud. Y más tarde. Desde pequeño aprendí a protegerme de lo que deseo, porque yo deseo la manada, obvio, pero ya se sabe: “Quien evita la ocasión, evita el peligro”, y tal… Mi compulsivo consumo de cannabis durante esa época tampoco ayudaba mucho; pero no, basta, no voy a justificarme.
Aquí el asunto es que yo me lo perdí, por cretino. Porque yo quería ser guay.
Me perdí esa explosión, el placer del triunfo grupal, de la alianza fácil. Porque mientras mis compañeros se sentaban en pandilla a jactarse de cuántas portadas de la Superpop atesoraban yo fantaseaba con trabajar con Kusturica y encontraba más placer en mirarles por encima del hombro, pensando en secreto: “¿No os parece un tanto inverosímil, pardillos, que a Carmen Morales la hayan violado tres veces en un mes?”.
Anhelar ser una estrella me parecía vulgar. ¡Ay, infeliz!
Obviamente, yo deseaba ser una estrella. ¿Cómo no? ¡Era actor y tenía diecisiete años! Pero me parecía más conveniente negarme, airado, un deseo tan prosaico. Porque aquello no era interesante. Porque no era procedente. Porque no era del método. Porque eso no era lo que se esperaba de un verdadero actor.
Y me lo perdí.
Porque yo, amigos, yo quería ser súper guay.
Tonto. Tonto y mentiroso. Lo cierto es que mi único objetivo real era que me quisieran –que me desearan, en realidad, en eso consiste el éxito, ¿no?– y haber sido el guapo de la cosa. Ser Íñigo, o Nico, o Dani. Uno de aquellos.
El problema es que siempre me ha costado una barbaridad no tomarme a mí mismo demasiado en serio. Reconocer en voz alta que escucho esa canción de Bely Basarte o a Justin Bieber. De hecho, puedo aceptar públicamente un guilty pleasure siempre que sea socialmente aceptado como cool, o kitsch en el peor de los casos; pero cuando prefiero verdadero chopped me cuesta horrores reconocerlo. Y a mí pretender aquello era chopped. Mortadela con aceitunas de a un euro el kilo. Así me las gastaba yo.
El año que viene se cumplen cuatro lustros –ay, Señor, ¡somos viejos!-– del inicio de “Alsa”, ese icono de la década de los noventa, y al pensarlo siento un pellizco de ternura en el estómago. Porque, a pesar de todo, reí (mucho), amé, deseé, aprendí; disfruté correteando por los pasillos del Instituto Siete Robles y del CBC.
Así pues, ante el inminente aniversario, tomo tres decisiones. A saber:
1.
Si, como parte de los festejos, nos convidan a ir a ver a las Campos, y a cantar en su programa un sábado por la tarde, iré. Y cantaré. No me haré el estupendo declinando la oferta, acudiré con el mismo regocijo con que los treintañeros norteamericanos acuden a las reuniones de su antiguo instituto.
2.
La próxima vez que la vida me ofrezca formar parte de una experiencia gregaria tan fácil y exitosa, me entregaré a ella en cuerpo y alma. Sin remilgos. Aún con el miedo de salir magullado, o de no resultar atractivo/apetecible.
3.
He de encontrar urgentemente un momento y un lugar para bailar hasta dislocarme el cuerpo entero; como si aún fuera uno de aquellos adolescentes, como si fuese el protagonista de un anuncio de cerveza. Y si es bajo la lluvia, mejor. Bailar sintiendo que los pantalones vaqueros me quedan mejor que a nadie.
Releo lo que he escrito y supongo que como primera entrega resulta un poco demasiado amable. Una oda al "cualquier tiempo pasado fue mejor”. No. En absoluto, de veras. He disfrutado mucho más y de manera más consciente en casi todos mis posteriores trabajos. Pero, ¡ay!, no encuentro otro modo de hablar de la adolescencia.
--------
Yo me perdí ser “guay” porque quería ser “pop”
SERGIO PERIS MENCHETA
Me despierto a las 6 de la mañana en mi refrigerada habitación de un hotel de Los Ángeles CA (no diré cual, por aquello de no resultar corporativo) y recibo un wasap de Nacho López para desayunar: “toma, un regalito”.
No han transcurrido diez segundos de lectura cuando me percato de que, sin duda alguna, estoy ante una de las declaraciones más IN del año: por atrevida, por profunda, por sincera, por directa, y por batir el récord de "por"s en general.
Tras una rápida meada, me pregunto: "¿Me molesta?" lo cierto es que no lo sé.
De vuelta a la cama, bañado por el envolvente frescor del AA de la habitación 1714 de la planta 17 (¡si 17! cómo te quedas...), y escuchando a Enrique Iglesias (como no podía ser de otro modo) y su envolvente "Duele el Corazón", lo que me ronda es que no sé si albergo en mi memoria algo verdaderamente profundo que opinar sobre aquella etapa, y sobre este artículo en cuestión. Algo profundo.
No porque no pueda ser profundo, sino porque yo me perdí ser profundo durante demasiados años.
Yo quería ser pop.
Me viene a la cabeza que no tengo ni puta idea del tuit publicado y retuiteado hasta la saciedad por Úrsula Corberó hace unas semanas, en el que se refería a una serie de encuentros orgiásticos entre los querubines de Física o Química, hermana pequeña de ASDC. Y me pregunto: ¿estaré desconectado de la fucking realidad? ¿Me habré dejado fagocitar por los selfies en Hollywood Bd junto a las estrellas que pavimentan el Hall of Fame, y no veo más allá de mis narices? ¿Me ha dejado de interesar la dura realidad que se vive en mi país, donde los cybertrolls son implacables con nuestras TvStars?
Tanto en la serie protagonizada por Úrsula, como en aquella de la que yo formé parte parece ser que nos follábamos unos a otros por las esquinas. (Y yo sin enterarme...)
Pero él estaba en otro lugar. Inevitablemente.
Solo repasemos la ecuación: Las Hojas del Mal de Baudelaire + enésimo visionado de Solaris + Novena de Mahler en vena. ¡BOOM!
Y yo me lo perdí, señoras y señores. No sé si no lo supe ver, o no lo quise ver. Me acomodé, supongo. Y, ojo, no crean que no ojee a Coehlo alguna vez, e incluso lo intenté con Los Pilares de la tierra. No me refiero a eso. Tampoco digo que en camerinos mantuviéramos conversaciones trascendentales sobre el Ser y la Esencia, ni todo lo contrario…
... me he perdido... ¿esto a qué venía? ...
En fin, hice 68 amigos, de los cuales aún conservo 64. Todo correcto. Todo en orden.
Pero no, no hablo de eso. Hablo de la conexión conmigo mismo y con la otredad. ¿Quiénes somos? ¿Adonde vamos? ¡De esa conexión hablo, maldita sea! Mi compulsivo consumo de anabolizantes durante esa época tampoco ayudaba mucho.
Pero no, basta, no voy a justificarme.
Aquí el asunto es que yo me lo perdí, por cretino.
Porque yo quería ser pop.
Me perdí esa introspección, las enseñanzas que te brinda la soledad elegida, la meditación. ¡Porque, mientras yo me sentaba en en la sala Vip a jactarme de cuántas portadas de la Superpop atesoraba, él fantaseaba con trabajar con Kusturica! Y lo más fuerte del tema: nadie reaccionaba cuando los guiones anunciaban la tercera violación de Carmen Morales. No nos pareció relevante. Cobrábamos una pasta por decir ese texto, ¿no? No supimos ver que aquello era inverosímil: ¡tres violaciones en la misma temporada! ¡Cómo no nos percatamos, joder! Ninguno excepto él habíamos leído a Shopenhauer y su ensayo “Sobre el sufrimiento del mundo”. ¡Ay, infelices!
Obviamente, yo deseaba ser profundo, comprometido, etcétera. ¿Cómo no? ¡Era actor y ya tenía 23 años! ¡Y ser actor requiere de un compromiso con el mundo, carajo! Pero cuando me subía a mi descapotable con 6 o 7 fans, y sonaba a todo trapo lo último de Javi Cantero... ¿qué queréis que os diga?... Porque el compromiso con el mundo no era operativo. Porque no era rentable. Porque ¿pa qué? Porque eso no era lo que se esperaba de una estrella.
Y me lo perdí.
Porque yo, amigos, yo quería ser pop.
Tonto. Tonto y mentiroso. Porque lo cierto es que mi único objetivo real era el autoconocimiento, la calma interior –echar un vistazo adentro, ¿no estamos en el mundo al fin y al cabo para saber quienes somos?– y haber sido el especial. Ser como él.
El problema es que siempre me ha costado una barbaridad tomarme a mí mismo demasiado en serio. Reconocer en voz alta que leo a escondidas eldiario.es por ejemplo. De hecho, podría incluso aceptar públicamente un guilty pleasure siempre que supiera lo que guilty pleasure significa (creo que algo de chopped... o de fiambre en general)
El año que viene se cumplen cuatro lustros –ay, Señor, ¡somos viejos, pero seguimos estando cañón!- del inicio de “Alsa”, ese icono de la década de los noventa, y al pensarlo me sigo empalmando. Porque me lo follé todo, qué queréis que os diga... No me encamé con 3 o 4.
No. Yo era el puto amo, joder...
Así pues, ante el inminente aniversario, tomo tres decisiones. A saber:
1. Si, como parte de la reinserción en la vida, sus causas y sus consecuencias, me proponen un retiro espiritual, iré. Y leeré, coño. No me encerraré en el gimnasio. Soltaré las pesas, y acudiré donde sea, con la misma humildad, autocrítica y coraje que un columnista de Vanity Fair, por ejemplo.
2. La próxima vez que la vida me ofrezca formar parte de una bacanal de dinero, coches, éxito, “oseas”, tratamientos de celulitis, baño de fans, etc... diré que NO. Porque yo también tengo la capacidad de poner el limitador de velocidad a mi Z4 descapotable con yantas de aleación (¡y mis iniciales grabadas!...poca broma).
3. He de encontrar urgentemente un lugar-refugio; como si fuera uno de aquellos incomprendidos poetas de los 80, y mirar a la vida a la cara. Y si es bajo la lluvia, mejor (dicen que el agua de lluvia hidrata las raíces y conserva las puntas). Y allí, ponerme al día de lo que pasa en el mundo. Averiguar de una maldita vez quien es y qué le pasa a Carmen Lomana, por ejemplo... Conectarme un poco, vaya.
Releo lo que he escrito y me dan ganas de volver a mear. Y si me animo, igual planto un cagarro.
¡Ay!, no encuentro otro modo de leer ciertos artículos.
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Luego en twitter se siguen echando mierda mutuamente:
https://twitter.com/PerisMencheta/status/758708448179556352?ref_src=twsrc%5Etfw
Os paso el artículo de Ochandiano en Vanity Fair que ha provocado la reacción de Peris Mencheta.
Yo me perdí 'Al salir de clase' porque quería ser guay
Mientras mis compañeros repasaban cuántas portadas de la “Superpop” atesoraban, yo fantaseaba con trabajar con Kusturica. Así es como renuncié a ser un ídolo de masas adolescente.
Por RUBÉN OCHANDIANO (Publicado en Vanity Fair)
En la primera reunión que tengo con el director digital de esta cabecera para hablar de una posible colaboración nos encontramos en un refrigerado local del centro de Madrid. Frente a un vaso de cerveza y otro de agua con hielo y limón –no diré a quién pertenecía cada trago por aquello de ser corporativo– nos disponemos a encarar esa entretenida –y a menudo frustrante-– tarea denominada brainstorming, con intención de encontrar temas que nos interesen a ambos sobre los que yo pueda escribir.
No han transcurrido dos minutos cuando, ni corto ni perezoso, el susodicho me espeta: “Me gustaría que escribieras acerca de Al salir de clase”.
Tras una desconcertante caída de párpados, me pregunta: “¿Te molesta?”
¿Me molesta? Lo cierto es que no.
De vuelta a casa, bajo el abrasador sol de la capital y escuchando en bucle la versión que Bely Basarte hace de Hymn for the weekend, me doy cuenta de que lo que me escuece es que no sé si albergo en mi memoria algo verdaderamente apasionante que contar. No porque no ocurriese, sino porque yo me lo perdí. Yo quería ser guay.
Me viene a la cabeza el ya popular tuit publicado –y retuiteado hasta la saciedad– por Úrsula Corberó hace unas semanas en el que refería una serie de encuentros orgiásticos entre los querubines de Física o Química, hermana pequeña de ASDC. El tuit en cuestión resultó ser un malentendido o una cyberbromi entre los chiquillos. Chiste o no, se me antoja más que probable que algo de eso ocurriera en realidad. Tanto en la serie protagonizada por Úrsula, como en aquella de la que yo formé parte.
Solo repasemos la ecuación: hormonas revolucionadas + belleza + éxito. ¡BOOM!
Sin embargo, insisto, yo me lo perdí. Y, ojo, no crean que yo no me encamé con tres o cuatro de mis compañeros/as de reparto. No me refiero a eso. Tampoco digo que todos mis colegas me cayeran simpáticos, ni todo lo contrario… Hice un puñado de amigos, de los cuales aún conservo dos o tres. Todo correcto. Todo en orden.
Pero no, no hablo de eso.
Hablo del sentimiento de manada, de pertenencia. De esa emocionante sensación de vivencia colectiva tan importante en la juventud. Y más tarde. Desde pequeño aprendí a protegerme de lo que deseo, porque yo deseo la manada, obvio, pero ya se sabe: “Quien evita la ocasión, evita el peligro”, y tal… Mi compulsivo consumo de cannabis durante esa época tampoco ayudaba mucho; pero no, basta, no voy a justificarme.
Aquí el asunto es que yo me lo perdí, por cretino. Porque yo quería ser guay.
Me perdí esa explosión, el placer del triunfo grupal, de la alianza fácil. Porque mientras mis compañeros se sentaban en pandilla a jactarse de cuántas portadas de la Superpop atesoraban yo fantaseaba con trabajar con Kusturica y encontraba más placer en mirarles por encima del hombro, pensando en secreto: “¿No os parece un tanto inverosímil, pardillos, que a Carmen Morales la hayan violado tres veces en un mes?”.
Anhelar ser una estrella me parecía vulgar. ¡Ay, infeliz!
Obviamente, yo deseaba ser una estrella. ¿Cómo no? ¡Era actor y tenía diecisiete años! Pero me parecía más conveniente negarme, airado, un deseo tan prosaico. Porque aquello no era interesante. Porque no era procedente. Porque no era del método. Porque eso no era lo que se esperaba de un verdadero actor.
Y me lo perdí.
Porque yo, amigos, yo quería ser súper guay.
Tonto. Tonto y mentiroso. Lo cierto es que mi único objetivo real era que me quisieran –que me desearan, en realidad, en eso consiste el éxito, ¿no?– y haber sido el guapo de la cosa. Ser Íñigo, o Nico, o Dani. Uno de aquellos.
El problema es que siempre me ha costado una barbaridad no tomarme a mí mismo demasiado en serio. Reconocer en voz alta que escucho esa canción de Bely Basarte o a Justin Bieber. De hecho, puedo aceptar públicamente un guilty pleasure siempre que sea socialmente aceptado como cool, o kitsch en el peor de los casos; pero cuando prefiero verdadero chopped me cuesta horrores reconocerlo. Y a mí pretender aquello era chopped. Mortadela con aceitunas de a un euro el kilo. Así me las gastaba yo.
El año que viene se cumplen cuatro lustros –ay, Señor, ¡somos viejos!-– del inicio de “Alsa”, ese icono de la década de los noventa, y al pensarlo siento un pellizco de ternura en el estómago. Porque, a pesar de todo, reí (mucho), amé, deseé, aprendí; disfruté correteando por los pasillos del Instituto Siete Robles y del CBC.
Así pues, ante el inminente aniversario, tomo tres decisiones. A saber:
1.
Si, como parte de los festejos, nos convidan a ir a ver a las Campos, y a cantar en su programa un sábado por la tarde, iré. Y cantaré. No me haré el estupendo declinando la oferta, acudiré con el mismo regocijo con que los treintañeros norteamericanos acuden a las reuniones de su antiguo instituto.
2.
La próxima vez que la vida me ofrezca formar parte de una experiencia gregaria tan fácil y exitosa, me entregaré a ella en cuerpo y alma. Sin remilgos. Aún con el miedo de salir magullado, o de no resultar atractivo/apetecible.
3.
He de encontrar urgentemente un momento y un lugar para bailar hasta dislocarme el cuerpo entero; como si aún fuera uno de aquellos adolescentes, como si fuese el protagonista de un anuncio de cerveza. Y si es bajo la lluvia, mejor. Bailar sintiendo que los pantalones vaqueros me quedan mejor que a nadie.
Releo lo que he escrito y supongo que como primera entrega resulta un poco demasiado amable. Una oda al "cualquier tiempo pasado fue mejor”. No. En absoluto, de veras. He disfrutado mucho más y de manera más consciente en casi todos mis posteriores trabajos. Pero, ¡ay!, no encuentro otro modo de hablar de la adolescencia.
--------
Yo me perdí ser “guay” porque quería ser “pop”
SERGIO PERIS MENCHETA
Me despierto a las 6 de la mañana en mi refrigerada habitación de un hotel de Los Ángeles CA (no diré cual, por aquello de no resultar corporativo) y recibo un wasap de Nacho López para desayunar: “toma, un regalito”.
No han transcurrido diez segundos de lectura cuando me percato de que, sin duda alguna, estoy ante una de las declaraciones más IN del año: por atrevida, por profunda, por sincera, por directa, y por batir el récord de "por"s en general.
Tras una rápida meada, me pregunto: "¿Me molesta?" lo cierto es que no lo sé.
De vuelta a la cama, bañado por el envolvente frescor del AA de la habitación 1714 de la planta 17 (¡si 17! cómo te quedas...), y escuchando a Enrique Iglesias (como no podía ser de otro modo) y su envolvente "Duele el Corazón", lo que me ronda es que no sé si albergo en mi memoria algo verdaderamente profundo que opinar sobre aquella etapa, y sobre este artículo en cuestión. Algo profundo.
No porque no pueda ser profundo, sino porque yo me perdí ser profundo durante demasiados años.
Yo quería ser pop.
Me viene a la cabeza que no tengo ni puta idea del tuit publicado y retuiteado hasta la saciedad por Úrsula Corberó hace unas semanas, en el que se refería a una serie de encuentros orgiásticos entre los querubines de Física o Química, hermana pequeña de ASDC. Y me pregunto: ¿estaré desconectado de la fucking realidad? ¿Me habré dejado fagocitar por los selfies en Hollywood Bd junto a las estrellas que pavimentan el Hall of Fame, y no veo más allá de mis narices? ¿Me ha dejado de interesar la dura realidad que se vive en mi país, donde los cybertrolls son implacables con nuestras TvStars?
Tanto en la serie protagonizada por Úrsula, como en aquella de la que yo formé parte parece ser que nos follábamos unos a otros por las esquinas. (Y yo sin enterarme...)
Pero él estaba en otro lugar. Inevitablemente.
Solo repasemos la ecuación: Las Hojas del Mal de Baudelaire + enésimo visionado de Solaris + Novena de Mahler en vena. ¡BOOM!
Y yo me lo perdí, señoras y señores. No sé si no lo supe ver, o no lo quise ver. Me acomodé, supongo. Y, ojo, no crean que no ojee a Coehlo alguna vez, e incluso lo intenté con Los Pilares de la tierra. No me refiero a eso. Tampoco digo que en camerinos mantuviéramos conversaciones trascendentales sobre el Ser y la Esencia, ni todo lo contrario…
... me he perdido... ¿esto a qué venía? ...
En fin, hice 68 amigos, de los cuales aún conservo 64. Todo correcto. Todo en orden.
Pero no, no hablo de eso. Hablo de la conexión conmigo mismo y con la otredad. ¿Quiénes somos? ¿Adonde vamos? ¡De esa conexión hablo, maldita sea! Mi compulsivo consumo de anabolizantes durante esa época tampoco ayudaba mucho.
Pero no, basta, no voy a justificarme.
Aquí el asunto es que yo me lo perdí, por cretino.
Porque yo quería ser pop.
Me perdí esa introspección, las enseñanzas que te brinda la soledad elegida, la meditación. ¡Porque, mientras yo me sentaba en en la sala Vip a jactarme de cuántas portadas de la Superpop atesoraba, él fantaseaba con trabajar con Kusturica! Y lo más fuerte del tema: nadie reaccionaba cuando los guiones anunciaban la tercera violación de Carmen Morales. No nos pareció relevante. Cobrábamos una pasta por decir ese texto, ¿no? No supimos ver que aquello era inverosímil: ¡tres violaciones en la misma temporada! ¡Cómo no nos percatamos, joder! Ninguno excepto él habíamos leído a Shopenhauer y su ensayo “Sobre el sufrimiento del mundo”. ¡Ay, infelices!
Obviamente, yo deseaba ser profundo, comprometido, etcétera. ¿Cómo no? ¡Era actor y ya tenía 23 años! ¡Y ser actor requiere de un compromiso con el mundo, carajo! Pero cuando me subía a mi descapotable con 6 o 7 fans, y sonaba a todo trapo lo último de Javi Cantero... ¿qué queréis que os diga?... Porque el compromiso con el mundo no era operativo. Porque no era rentable. Porque ¿pa qué? Porque eso no era lo que se esperaba de una estrella.
Y me lo perdí.
Porque yo, amigos, yo quería ser pop.
Tonto. Tonto y mentiroso. Porque lo cierto es que mi único objetivo real era el autoconocimiento, la calma interior –echar un vistazo adentro, ¿no estamos en el mundo al fin y al cabo para saber quienes somos?– y haber sido el especial. Ser como él.
El problema es que siempre me ha costado una barbaridad tomarme a mí mismo demasiado en serio. Reconocer en voz alta que leo a escondidas eldiario.es por ejemplo. De hecho, podría incluso aceptar públicamente un guilty pleasure siempre que supiera lo que guilty pleasure significa (creo que algo de chopped... o de fiambre en general)
El año que viene se cumplen cuatro lustros –ay, Señor, ¡somos viejos, pero seguimos estando cañón!- del inicio de “Alsa”, ese icono de la década de los noventa, y al pensarlo me sigo empalmando. Porque me lo follé todo, qué queréis que os diga... No me encamé con 3 o 4.
No. Yo era el puto amo, joder...
Así pues, ante el inminente aniversario, tomo tres decisiones. A saber:
1. Si, como parte de la reinserción en la vida, sus causas y sus consecuencias, me proponen un retiro espiritual, iré. Y leeré, coño. No me encerraré en el gimnasio. Soltaré las pesas, y acudiré donde sea, con la misma humildad, autocrítica y coraje que un columnista de Vanity Fair, por ejemplo.
2. La próxima vez que la vida me ofrezca formar parte de una bacanal de dinero, coches, éxito, “oseas”, tratamientos de celulitis, baño de fans, etc... diré que NO. Porque yo también tengo la capacidad de poner el limitador de velocidad a mi Z4 descapotable con yantas de aleación (¡y mis iniciales grabadas!...poca broma).
3. He de encontrar urgentemente un lugar-refugio; como si fuera uno de aquellos incomprendidos poetas de los 80, y mirar a la vida a la cara. Y si es bajo la lluvia, mejor (dicen que el agua de lluvia hidrata las raíces y conserva las puntas). Y allí, ponerme al día de lo que pasa en el mundo. Averiguar de una maldita vez quien es y qué le pasa a Carmen Lomana, por ejemplo... Conectarme un poco, vaya.
Releo lo que he escrito y me dan ganas de volver a mear. Y si me animo, igual planto un cagarro.
¡Ay!, no encuentro otro modo de leer ciertos artículos.
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Luego en twitter se siguen echando mierda mutuamente:
https://twitter.com/PerisMencheta/status/758708448179556352?ref_src=twsrc%5Etfw
Adso- Mensajes : 33155
Fecha de inscripción : 03/12/2013
Re: Al salir de clase: Infinity War
Marquitos en acción era un personaje horrible. El actor era malo e insufrible. Y su texto yo es que no sé de donde se ha caido.
Del otro tampoco tengo nada bueno que decir pero me da envidia que esté en LA y yo no.
Vi ALSA probablemente mientras estuvo en antena. Era un descalabro pero me gustaba. Y a los de Mondo Brutto también.
Del otro tampoco tengo nada bueno que decir pero me da envidia que esté en LA y yo no.
Vi ALSA probablemente mientras estuvo en antena. Era un descalabro pero me gustaba. Y a los de Mondo Brutto también.
Re: Al salir de clase: Infinity War
Otro día hablamos de la reconversión de Mariano Alameda y algunos más de "fuckers" a gurús espirituales.
Adso- Mensajes : 33155
Fecha de inscripción : 03/12/2013
Re: Al salir de clase: Infinity War
Buen comienzo.
Confío en que esto no se quede aquí y el resto de titanes del universo ALSA se vayan incorporando a la batalla.
Y el marido de la Pataky como "guest star".
Confío en que esto no se quede aquí y el resto de titanes del universo ALSA se vayan incorporando a la batalla.
Y el marido de la Pataky como "guest star".
vandelay- Mensajes : 3491
Fecha de inscripción : 20/10/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
vandelay escribió:Buen comienzo.
Confío en que esto no se quede aquí y el resto de titanes del universo ALSA se vayan incorporando a la batalla.
Y el marido de la Pataky como "guest star".
Adso- Mensajes : 33155
Fecha de inscripción : 03/12/2013
Re: Al salir de clase: Infinity War
Nunca soporté al salir de clase (ahora entiendo lo de ALSA, pensaba que era la compañía de buses). Siempre me pareció de un bajísimo nivel. Lo que se dice mala.
Gora Rock- Mensajes : 35766
Fecha de inscripción : 26/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
Adso escribió:vandelay escribió:Buen comienzo.
Confío en que esto no se quede aquí y el resto de titanes del universo ALSA se vayan incorporando a la batalla.
Y el marido de la Pataky como "guest star".
Repartiendo martillazos por doquier.
Gora Rock- Mensajes : 35766
Fecha de inscripción : 26/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
Pues sí que ha prosperado últimamente...
Ciclóncósmico- Mensajes : 15977
Fecha de inscripción : 01/11/2009
Re: Al salir de clase: Infinity War
Ciclóncósmico escribió:
Pues sí que ha prosperado últimamente...
Adso- Mensajes : 33155
Fecha de inscripción : 03/12/2013
Re: Al salir de clase: Infinity War
Hostia, pues sí que se sacuden, ¿no?
Yo la veía, claro. No daba crédito a algunos giros del guión, pero me parecía divertidísima en líneas generales. Una puta castaña la mar de agradable.
Yo la veía, claro. No daba crédito a algunos giros del guión, pero me parecía divertidísima en líneas generales. Una puta castaña la mar de agradable.
Moltisanti- Mensajes : 48182
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
La única conclusión es que ese tuit de la Corberó ha provocado más erecciones y frustraciones de lo que parecía
Frusciante- Mensajes : 85085
Fecha de inscripción : 14/04/2012
Re: Al salir de clase: Infinity War
Frusciante escribió:La única conclusión es que ese tuit de la Corberó ha provocado más erecciones y frustraciones de lo que parecía
Ese tuit me pareció soberbio. Maravilloso. Redundante y sabido, pero magnífico.
Moltisanti- Mensajes : 48182
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
Los tíos de ALSA tenían más bien pinta de follar todos con todos. Quízir entre ellos. Oh, el teatro. Oh, la dirección. Oh, soy poliédrico y místico. Préstame tres pavos para chili con pirandello.
Quiero saber de sexypolémicas protagonizadas por lucía jiménez, pilar lópez de ayala y diana palazón, por este orden o al inverso. Gracias.
Feliz lunes de parte del remake de la banda del bate con david summers al frente.
Quiero saber de sexypolémicas protagonizadas por lucía jiménez, pilar lópez de ayala y diana palazón, por este orden o al inverso. Gracias.
Feliz lunes de parte del remake de la banda del bate con david summers al frente.
Godofredo- Mensajes : 145943
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
Godofredo escribió:Los tíos de ALSA tenían más bien pinta de follar todos con todos. Quízir entre ellos. Oh, el teatro. Oh, la dirección. Oh, soy poliédrico y místico. Préstame tres pavos para chili con pirandello.
Quiero saber de sexypolémicas protagonizadas por lucía jiménez, pilar lópez de ayala y diana palazón, por este orden o al inverso. Gracias.
Feliz lunes de parte del remake de la banda del bate con david summers al frente.
Y yo.
Pero ojo, no está de más avivar polémicas. Una cosa puede llevar a la otra.
Moltisanti- Mensajes : 48182
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
Ninguno de los dos formó parte de The Silvanos. Fuck them.
Unsein16- Mensajes : 20049
Fecha de inscripción : 05/01/2014
Re: Al salir de clase: Infinity War
Adso escribió:Ciclóncósmico escribió:
Pues sí que ha prosperado últimamente...
También sale Elena Anaya en ese film.
Rubén se apunta a todo. Quiere ser una estrella de las de verdad.
Moltisanti- Mensajes : 48182
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
CUIDADO CON LAS DROGAS QUE SON OLAS QUE TE AHOGAN
Godofredo- Mensajes : 145943
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Al salir de clase: Infinity War
El Ochandiano este era el último mono en la serie.
Qué cantidad de jamelgas de nivel salieron en la serie, cuidao.
Qué cantidad de jamelgas de nivel salieron en la serie, cuidao.
Breath- Mensajes : 25962
Fecha de inscripción : 15/10/2009
Re: Al salir de clase: Infinity War
Moltisanti escribió:Adso escribió:Ciclóncósmico escribió:
Pues sí que ha prosperado últimamente...
Rubén se apunta a todo. Quiere ser una estrella de las de verdad.
Pues la gente parece contenta con su actuación, igual tiene suerte y pilla algún trabajo más.
Ciclóncósmico- Mensajes : 15977
Fecha de inscripción : 01/11/2009
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