Colección progresiva de relatos ( de participación colectiva )

La sensación de seguridad se quiebra con tanta facilidad como duradero suele ser el propósito de no volver a caminar indefenso por el mundo. Es mucho más pragmático de lo que la fría razón, con el alba, parece exterminar como fin del rito cotidiano.  

Sobre las cinco de la tarde de un verano apacible y caluroso, entonces no se conocía otro tipo de tarde de verano, salí montado en mi bicicleta, sin más intención que pedalear tanto como dieran las piernas, en busca de aventuras. Y aquella tarde, conocí al diablo.

La extensión por la que podía moverme era realmente grande, vivía a la entrada del pueblo. Desde la ventana de mi habitación podía contemplar una vasta extensión de campos, bosques y una montaña al fondo que nos observaba desde encima de las nubes. Muchos senderos entre los huertos, laberintos que había aprendido repitiendo expediciones fallidas una y otra vez.  El mundo parecía estar suspendido en una fotografía...no se escuchaba más que el ruido de las chicharras, las ramas de los limoneros permanecían impertérritas ante mi paso mientras rompía el silencio con el zumbido del aire que atravesaba los radios de mis ruedas. Solo los gorriones, alguna tórtola y el rey de los encuentros, el pájaro que más interés suscitaba, la Abubilla...con su fino y largo pico, su cabeza punk y el canto extraño...bub, bub ,bub a modo de banda sonora de mi pequeña odisea.  

Era joven, mis impulsos estaban basados en la nada, en la intuición. En mi cerebro había un mapa del terreno que me rodeaba con algunos círculos negros, no había vivido ni visto lo suficiente. Así que pedaleaba sin pensar, dejando que cada bifurcación del camino tomara la decisión en el último instante.  

El radiante sol que unos momentos antes picaba en la piel como avispas se apagó de golpe. La calidez del día en modo vacaciones de colegio se apagó. Y un frío mortecino surgió de la nada para recordarme como me sentía al entrar en el panteón familiar, donde estaban enterradas personas que no había conocido. Aún quedaba tiempo.  

Una explosión de mariposas brotó en mi estomago, y empecé a sentirme como un estúpido tratado de tal por mi propio subconsciente. Tenía la sorda sensación de haberme timado a mi mismo,sin ninguna gracia.

Iba por un camino sin salida, iba camino del caserón...había llegado al sitio donde uno no quería estar,y menos, solo.  

No entiendo que amalgama de estupideces le empujan a uno a no dar la vuelta cuando ve claras posibilidades de que se cierna la fatalidad. Una suerte de voces traidoras incentivan  ese trasunto de impulso suicida  disfrazado de valentía para que permanezcas. Nada hubiera sucedido nunca, no habrían historias de miedo, no habría moraleja de lo intrépido.

Miré la cima del torreón, donde aún era visible el resto del pararrayos partido que cayo sobre el dueño, atravesándolo. Eso me habían contado.  Avancé andando, empujando la bici...aquello estaba abandonado, los matorrales eran libres en aquel patio que daba la tenebrosa bienvenida a la mansión.También había sido sede de una casa de citas donde, en la guerra, fueron masacradas todas las chicas y enterradas por donde iba pisando en ese momento, para que el puticidio quedara impune. Eso me habían contado. Entonces noté como me hacían cosquillas en las piernas algunos matojos, agitados por el viento. Pensé que desde fuera no parecían moverse. Así que volví a salir para comprobarlo, tenía todo el tiempo del mundo para dar rienda suelta a mi curiosidad.

Es algo que esperas que no suceda pero que de algún modo esperas que suceda, pero sabes que no va ocurrir.

Solo que en esta ocasión sucedió. Las ramas estaban quietas,los matorrales no se movían. Avancé de nuevo, y comenzó todo el patio a agitarse violentamente. Empecé a darme cuenta que un olor extraño me acompañaba desde buena parte del camino. Se mostraba de forma tan sutil que no me había percatado hasta ese momento en el que se intensificó casi sacando lágrimas de los ojos. Me pareció ver a alguien en una ventana cuyas contraventanas se agitaban violentamente. Me giré y se me cayó la bicicleta de las manos, había alguien tras de mi todo el tiempo.

Un hombre, de pelo canoso, con camisa ajada,me miraba sonriente. A través del bolsillo del pecho se atisbaba un paquete de Ducados y un mechero. Pantalones grises, y en vez de correa, estaba rodeado por una cuerda excesiva, gruesa y de un color oscuro e inquietante semejante a unas vísceras. Sin embargo, me llamó la atención que llevara unos zapatos muy brillantes, nuevos. No entendía entonces y no lo hago ahora,pero esos eran de los caros. Eso, de alguna extraña manera, se sabe. El contraste que ofrecía la estampa era peculiar.

Me sonrió forzando de forma molesta los labios, y me preguntó de donde venía...En ese momento me di cuenta de que no había escapatoria, tenía que pasar a la fuerza a su lado si quería salir de allí.  El sabía de mi pánico, y sonrió aún más dejando ver dientes bailados y puntiagudos. Me dijo que aquel no era mi día, que habría un día. Pero no era aquel...  y pasó a mi lado, el olor casi me tira de la bicicleta.  Entró en la casa ante una sinfonía macabra de ramas de árboles golpeando todo lo que tenían cerca, de contraventanas agitándose como si tuvieran vida y al girarme me pareció ver que la tierra de la entrada empezaba a...vibrar...como si vinieran un terremoto.

Empecé a pedalear como alma que llevaba el diablo, y no me gustó pensarlo. Si la ida había sido una apacible hora, esta vez logré hacer el recorrido en la media hora más larga de mi vida. Mirando hacía atrás, intentando no respirar ese aíre contaminado, tóxico...que supuraba el mal.  

Al fin empezó a aparecer el asfalto en el camino, la tierra quedaba atrás...cuando me crucé con el primer coche aflojé la marcha. Llegué a mi casa anocheciendo. Mi abuela me estaba preparando un bocadillo para cenar. Salí de la ducha, en la tele Frasier y Niles Crane mantenían una enfervorizada diatriba sobre la distribución de un caviar ruso, fui a la cocina a darle un beso por el bocadillo, y por estar vivo.

A la mañana siguiente me despertó un punzante olor, bajé las escaleras presa de un miedo irracional.. ¿estaba el hombre cerca? ¿era mi día?  La puerta de la calle estaba abierta. Asomé, tímido, media cabeza, y  encontré a los vecinos hablando. Había estallado una tubería a la salida del pueblo,  de la depuradora de agua. Llevaba aguas fecales, la mierda, y un trabajador había muerto por las inhalaciones. Yo mantenía medio cuerpo dentro de la casa y la cabeza medio fuera, iba en pijama,no me había dado cuenta y me daba mucha verguenza. Pero tenía que escucharlo.

Quizá fuera eso lo que olí, que se estaba rompiendo la tubería...pero no podía ser , estaba al otro lado del pueblo, a kilómetros... el olor era de aquel hombre. Y entonces escuche a mi abuelo,que era químico, hablar de lo peligroso que eran aquellos vapores derivados del azufre.

Años después, tengo la vaga noción de haber entrado en contacto con un mundo descarnado, inmoral y muy capaz de desmembrar tu cuerpo por mera diversión maligna pero que, al no haber dejado consecuencias, quedó como un extraño sueño.


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Son las 6:59 de una mañana que no pertenece a ningún día. No hay nada, nada. La habitación en penumbra contiene a un hombre acostado en una cama, de medio lado. La baba humedece la sabana a través de la comisura de los labios. La mano, estirada, no es capaz de ejecutar el truco de magia que necesita.

Son las 7:00  Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación con la canción The magnificent seven. Sin una conciencia, sin una intención, el más noqueado de los boxeadores siente de nuevo esa familiar explosión en su cerebro. El impacto lo aturde, pero se levanta de la lona cubierto de una insípida baba de tristeza que recubre toda su existencia.

Arrastra el cuerpo a través del pasillo. Una luz amarilla inunda el inodoro. Nadie piensa como funciona, si funciona.

Parpadea la luz de la cocina, el agua llena la taza y es introducida en el microondas. Vuelve a inundarse de luz amarilla, se lava los dientes. Aún no sabe que día de la semana es,aunque no es de los buenos. En la cocina, el zumbido del microondas marca inexorable el principio de un terrible finito. La música acabó en algún momento. La taza gira, tambaleante observa el vals amarillento del ritual.  


Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación, The magnificent seven. Con una conciencia, sin una intención. Un boxeador noqueado amaga lo suficiente como para que la explosión quede amortiguada por una finta. Ha soñado que resistía el directo a la mandíbula. Esta vez no caerá. Se levanta,observa el largo pasillo, la luz amarillenta, la taza está girando, el tubo de pasta dentrífica es exactamente igual todos los días hasta que nadie puede aplastarlo más.  


Son las 7:00  Una bateria rompe el silencio acompañada de un bajo... The clash inundan la habitación con The magnificent seven. No sabe cuando podra salir. Es el mismo día, es más tarde. Alguien le espera. La habitación inundada de luz contiene la misma canción todas las veces. En su cabeza se forma la vaga noción de una mañana eterna, en la que sueña constantemente que se levanta de la cama. Pero no lo hace. Sueña que vive, pero sigue tumbado. No es una alucinación, es su cuerpo aletargado. Sabe que acabará saliendo del trance, no es el primero. Tiene otras formas,aunque esta es nueva. El peso específico de la gravedad es similar.  

¿ Y si su cuerpo no perteneciera a su conciencia?. Un combate de incertidumbre finita. La muerta alcanzará al cuerpo, pero quien sabe si a la conciencia.

Son las 7:00

Enorme, Emilio.

ENORME

Muchas Gracias, Joseba. Por leerlo, y por comentar.

Excelente Maniac. Chapeau !

Muy bueno Maniac, me ha encantado

Gracias!!! Lo pongo porque si lo escribo es para que alguien lo pueda leer... y no lo escribí a posta. La otra noche se escribió solo.

joder.........maravilloso.....felicidades,
m

Me iba a echar la siesta y justo me ha dado por mirar el foro y abrir el topic.
Y mientras lo leia me entraba la ñoña, y ha sido acabarlo y quedarme ahi, dormitando con la musiqueli de fondo y gases verdes, caserones, ventanas y tal...muy onirico todo.

Mil gracias por el momento

Mola!!!

A mi me mola porque así por lo menos el autor, por un momento, deja de cagarse en to lo que se menea, como suele ser costumbre

RockRotten escribió:A mi me mola porque así por lo menos el autor, por un momento, deja de cagarse en to lo que se menea, como suele ser costumbre

Supongo que es cierto, no me agrada que la gente tenga esa percepción. Pero debe ser cierta cuando todo el mundo lo dice.

Me ha dado un poco de cosica

Maniac escribió:

RockRotten escribió:A mi me mola porque así por lo menos el autor, por un momento, deja de cagarse en to lo que se menea, como suele ser costumbre

Supongo que es cierto, no me agrada que la gente tenga esa percepción. Pero debe ser cierta cuando todo el mundo lo dice.

No te preocupes, a mí me pasa lo mismo

RockRotten escribió:

Maniac escribió:

RockRotten escribió:A mi me mola porque así por lo menos el autor, por un momento, deja de cagarse en to lo que se menea, como suele ser costumbre

Supongo que es cierto, no me agrada que la gente tenga esa percepción. Pero debe ser cierta cuando todo el mundo lo dice.

No te preocupes, a mí me pasa lo mismo

Y deja de entretenerme que te estoy escribiendo una cosa

RockRotten escribió:

RockRotten escribió:

Maniac escribió:

RockRotten escribió:A mi me mola porque así por lo menos el autor, por un momento, deja de cagarse en to lo que se menea, como suele ser costumbre

Supongo que es cierto, no me agrada que la gente tenga esa percepción. Pero debe ser cierta cuando todo el mundo lo dice.

No te preocupes, a mí me pasa lo mismo

Y deja de entretenerme que te estoy escribiendo una cosa

Relatos de la Biocosa

Son las 6:59 de una mañana que no pertenece a ningún día. No hay nada, nada. La habitación en penumbra contiene a un hombre acostado en una cama, de medio lado. La baba humedece la sabana a través de la comisura de los labios. La mano, estirada, no es capaz de ejecutar el truco de magia que necesita.

Son las 7:00  Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación con la canción The magnificent seven. Sin una conciencia, sin una intención, el más noqueado de los boxeadores siente de nuevo esa familiar explosión en su cerebro. El impacto lo aturde, pero se levanta de la lona cubierto de una insípida baba de tristeza que recubre toda su existencia.

Arrastra el cuerpo a través del pasillo. Una luz amarilla inunda el inodoro. Nadie piensa como funciona, si funciona.

Parpadea la luz de la cocina, el agua llena la taza y es introducida en el microondas. Vuelve a inundarse de luz amarilla, se lava los dientes. Aún no sabe que día de la semana es,aunque no es de los buenos. En la cocina, el zumbido del microondas marca inexorable el principio de un terrible finito. La música acabó en algún momento. La taza gira, tambaleante observa el vals amarillento del ritual.  


Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación, The magnificent seven. Con una conciencia, sin una intención. Un boxeador noqueado amaga lo suficiente como para que la explosión quede amortiguada por una finta. Ha soñado que resistía el directo a la mandíbula. Esta vez no caerá. Se levanta,observa el largo pasillo, la luz amarillenta, la taza está girando, el tubo de pasta dentrífica es exactamente igual todos los días hasta que nadie puede aplastarlo más.  


Son las 7:00  Una bateria rompe el silencio acompañada de un bajo... The clash inundan la habitación con The magnificent seven. No sabe cuando podra salir. Es el mismo día, es más tarde. Alguien le espera. La habitación inundada de luz contiene la misma canción todas las veces. En su cabeza se forma la vaga noción de una mañana eterna, en la que sueña constantemente que se levanta de la cama. Pero no lo hace. Sueña que vive, pero sigue tumbado. No es una alucinación, es su cuerpo aletargado. Sabe que acabará saliendo del trance, no es el primero. Tiene otras formas,aunque esta es nueva. El peso específico de la gravedad es similar.  

¿ Y si su cuerpo no perteneciera a su conciencia?. Un combate de incertidumbre finita. La muerta alcanzará al cuerpo, pero quien sabe si a la conciencia.

Son las 7:00

Maniac escribió:Son las 6:59 de una mañana que no pertenece a ningún día. No hay nada, nada. La habitación en penumbra contiene a un hombre acostado en una cama, de medio lado. La baba humedece la sabana a través de la comisura de los labios. La mano, estirada, no es capaz de ejecutar el truco de magia que necesita.

Son las 7:00  Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación con la canción The magnificent seven. Sin una conciencia, sin una intención, el más noqueado de los boxeadores siente de nuevo esa familiar explosión en su cerebro. El impacto lo aturde, pero se levanta de la lona cubierto de una insípida baba de tristeza que recubre toda su existencia.

Arrastra el cuerpo a través del pasillo. Una luz amarilla inunda el inodoro. Nadie piensa como funciona, si funciona.

Parpadea la luz de la cocina, el agua llena la taza y es introducida en el microondas. Vuelve a inundarse de luz amarilla, se lava los dientes. Aún no sabe que día de la semana es,aunque no es de los buenos. En la cocina, el zumbido del microondas marca inexorable el principio de un terrible finito. La música acabó en algún momento. La taza gira, tambaleante observa el vals amarillento del ritual.  


Una batería rompe el silencio acompañada de un bajo... The Clash inundan la habitación, The magnificent seven. Con una conciencia, sin una intención. Un boxeador noqueado amaga lo suficiente como para que la explosión quede amortiguada por una finta. Ha soñado que resistía el directo a la mandíbula. Esta vez no caerá. Se levanta,observa el largo pasillo, la luz amarillenta, la taza está girando, el tubo de pasta dentrífica es exactamente igual todos los días hasta que nadie puede aplastarlo más.  


Son las 7:00  Una bateria rompe el silencio acompañada de un bajo... The clash inundan la habitación con The magnificent seven. No sabe cuando podra salir. Es el mismo día, es más tarde. Alguien le espera. La habitación inundada de luz contiene la misma canción todas las veces. En su cabeza se forma la vaga noción de una mañana eterna, en la que sueña constantemente que se levanta de la cama. Pero no lo hace. Sueña que vive, pero sigue tumbado. No es una alucinación, es su cuerpo aletargado. Sabe que acabará saliendo del trance, no es el primero. Tiene otras formas,aunque esta es nueva. El peso específico de la gravedad es similar.  

¿ Y si su cuerpo no perteneciera a su conciencia?. Un combate de incertidumbre finita. La muerta alcanzará al cuerpo, pero quien sabe si a la conciencia.

Son las 7:00

Ay, me recuerda a la parálisis de sueño que un par de días sufrí...... qué mal, QUÉ MAL!

Si te da por emparanoiarte como me pasó a mi, claro

PD: Recopilación de relatos en papel YA. Anda que no hay foreros que............. tienen libro propio! No sé cómo cojones se hará, pero hay que hacerlo, ¿no?

Un tipo de una editorial me dijo que le pasara cosas , que me editaba una novela... Pero no creo que el mundo necesite eso.

Parecía un día totalmente normal en la oficina, cuando el folio que estaba colocado debajo de otros noventa y nueve empezó a moverse por iniciativa propia. Al principio no di crédito a lo que estaba viendo. Miré alrededor, el resto de mis compañeros seguía en su mundo tangible de cosas posibles. Ese folio tenía vida propia, y quería expresarse... se dobló sobre si mismo de forma imposible,agarró un boli y empezó a automutilarse... traté de frenar su impulso suicida, pero el resto de la mesa decidió neutralizar mi voluntad. La grapadora disparaba grapas hacia mi cara, la impresora encadenaba imágenes de los momentos más vergonzosos de mi vida, en el ordenador comenzaron a reproducirse las mejores canciones de Bisbal. Mientras escupía grapas vi como resbalaba por el suelo una impresión de mis ojos el día que mi novia me dejó en la primera canción de un concierto de Crudo Pimento, y tuve que aguantar la compostura,como si hubiera madurez en alguna parte de mi ser... Al tiempo que atronaba toda la oficina Buleria, buleria, mas te quiero cada dia . De ti vivo enamorado desde que te vi...
Pero nadie parecía enterarse de mi desgracia. Si acaso alguien miraba en mi dirección, me atravesaba sin observar la batalla campal que tenía montada.
... cuando logré por fin llevar mis manos al folio solo pude ver como se precipitaba al vacío en forma de bola de papel. Rebotó a cámara lenta dentro de la papelera,sangrando una sangre que nunca tuvo. Agarré la bola con miedo, como quien levanta un miembro mutilado de su propio cuerpo. Desenmarañando la bola pude ver en una fina linea que supone el albor de unas extrañas vidas a millones de seres infinitesimales huyendo sin mirar atrás... Y una frase garabateada.... "No aguanto la espera a tu mediocridad"

Ya que no puedo ponerlos en otro topic, con tu permiso pongo aquí alguno.

Este es el primero que salió de mi pluma, hace ya muchos años:

PUREZA E INOCENCIA

Los gritos venían de la izquierda. Ruy cruzó el bosquecillo con la presura que da la certidumbre de un peligro cercano en el aire, algo así como un olor rancio a muerte.
Tras el último árbol apareció un estanque helado, y ahí la vio:
En el centro, en una perfecta circunferencia azul de agua que contrastaba con el blanquecino del hielo que por todas partes la rodeaba, una niñita agitaba sus pequeños brazos hacia él:
¡Auxilio, sáqueme de aquí, señor!
Ruy se paró a pensar. Por primera vez en su vida se le presentaba la oportunidad de prestar ayuda de primer orden al prójimo, pero debía cerciorarse de hacerlo bien y con justicia. A pesar de su corta edad, la niñita quizá no fuese pura de corazón, y sólo a estos había que prestar ayuda, según la tradición de los grandes maestros meiji, pero ¿cómo comprobar la pureza de corazón de una niñita de unos cinco años? Ruy conversó unos instantes con su conciencia, y no tardó en dar con la solución.
Tres preguntas me has de responder –dijo Ruy- si quieres que de ese pequeño océano infernal te rescate. A ti, pequeña niña, te pregunto: ¿qué es la paz?
La paz para mí es salir de este estanque con salud y prontitud, fue lo que acertó a decir la niña.
Ruy pensó en la respuesta: daba muestras de amor por la vida, y era señal de pureza. Pero se avino a lanzar la siguiente pregunta:
¿Qué es para ti el valor?
La voz ya débil de la niñita se apresuró a responder:
Que me saques de esta charca.
Ruy pensó que con esa había comprendido el juego. Le había comprendido a él. La pureza de su corazón era casi palpable, podía llegar incluso a vislumbrarla. Pero aún faltaba una última cuestión a la que debía responder la niña con tal exactitud, una pregunta con una sola respuesta posible:
Dime, niña -comenzó Ruy- ¿Qué es Dios?
Allá, a lo lejos, en el centro de la charca el olor de muerte había tornado a convertirse en SABOR a muerte.
La niñita, ya totalmente derrotada, dejó de agitar sus brazos y desapareció en las profundidades del estanque. Lo último que acertó a oír Ruy fue:
Hijo… hijo de…puta.
Ruy, maravillado, cruzó el estanque a gran velocidad, pero la niña ya no estaba. Pensó en la injusticia de su muerte, pues la respuesta era, efectivamente, correcta, y ello demostraba la pureza de su corazón.

Este fue el segundo:

EL VUELO DE LA MARIPOSA

Hacía ya tiempo que Félix seguía atentamente el vuelo de aquella mariposa. Ese renqueante planear sin rumbo fijo le había llamado la atención desde el primer momento que había fijado su vista en ella. Él también había pensado miles de veces en mandar todo al carajo y comenzar a andar por la vida sin el camino preestablecido que, firme e implacablemente, se extendía ante él; el vuelo de la mariposa le evocaba los lejanos días de infancia en que no existían hipotecas que cubrir, hijos que alimentar, ni declaraciones de hacienda que rellenar.
-¡Que felicidad ser mariposa!- pensó. El pequeño coleóptero dejó de mover sus alitas y se posó sobre el alfeizar de la ventana en que estaba Félix. Éste la observó más detenidamente: ere levemente rojiza, con puntos negros repartidos a lo largo y ancho de sus alas; una coloración poco efectiva para su camuflaje, y que ocasionó a Félix una extraña sensación de déjà vu. Poco tardó en darse cuenta del por qué: el color de aquella mariposa era similar al de la mariquita, otro animal por el que sentía debilidad: la mariposa le evocaba libertad; la mariquita paciencia.
Ese andar pausado, sin ninguna prisa, que la mariquita efectuaba a diario, contrastaba brutalmente con el stress que sufría Félix cada jornada de trabajo: de la casa a la oficina, de la oficina al comedor con sólo un cuarto de hora para almorzar, del comedor otra vez al trabajo, de ahí a casa, directamente a la cama, y nuevo madrugón al día siguiente. Eso no era vida; lo de la mariquita sí, y mucha. Pura vida.
Volvió a enfocar sus pensamientos en la mariposa. De pequeño había visto en la exposición de un taxidermista sucesivos coleópteros expuestos en hilera, y desde entonces su fascinación por esos animales no había hecho sino crecer a lo largo de los años. No era sólo el sentimiento de libertad lo que admiraba de ellas, sino también algo que el ser humano no conseguiría jamás: la pervivencia de la belleza tras la muerte.
Félix abrió la ventana poco a poco. Fijó la vista por vez última en el objeto de su envidia y, con una celeridad sorprendente, extendió el brazo y capturó a la pequeña mariposa.

Este fue por encargo para derechos humanos y movidas así, también perdido en la noche de los tiempos pero uno de mis primeros encargos:

EXPERIENCIAS DE MADUREZ

Hacía ya tiempo que John había madurado. La temprana muerte de sus padres le había colocado en la responsable posición de tutor de sus hermanos menores. John –que por entonces sólo contaba con quince años- desconocía como llevar a cabo tamaña labor y, agobiado por tan descomunal empresa, había recurrido a las drogas.
-Sólo por una vez pensó.- Para que me enseñen el camino a seguir.
El camino a seguir no era nada claro, y la ingestión de tan nocivas sustancias –que acabó siendo por repetidas veces- no le ayudó a encontrarlo, más bien al contrario. La negativa experiencia había resultado ser un proceso vital descoordinado, al igual que la muerte de sus progenitores; ninguna de las dos cosas le habían convertido en un adulto, y sólo un adulto podía hacerse cargo de los hermanos de John.
Pasados los años, John había cumplido más o menos bien su función de temprano progenitor, y además otras cosas habían acaecido en su vida.
En lo concerniente a los estudios universitarios, no le resultaban de mayor dificultad pues ya antes había estado en una escuela: la de la vida. Esta experiencia de madurez tampoco le había convertido en un adulto.
Muy distinto había sido lo ocurrido con Anne, una chica que conoció en un examen. Desde el principio congeniaron y pronto llegaron a tener una relación estable. Al principio, pensó que se había convertido en un adulto. –Ya soy hombre- razonó. Pero no, esa experiencia de madurez no era el paso para convertirse en adulto.
Llegó un día en que John tenía más de ochenta años y estaba sentado en su butaca favorita, rodeado de nietos por todas partes. Comenzó a dar un repaso a su vida y vio que no se arrepentía de nada.
Todo lo que he creado –pensó mientras colocaba en su regazo a uno de sus nietos- está lleno de amor y esperanza.
La sonrisa del pequeño Tim, en sus piernas, le correspondió. John se sintió completo y lleno de gozo. Estaba preparado para afrontar todo, incluso la muerte.
Aquel día, John se había convertido en un adulto.

Esto es lo que salió en el Diario de Noticias de Alava el décimo aniversario del Azkena:

Son flores, son animales, en ocasiones son objetos o lugares, la mayoría de las veces son rostros humanos, e incluso hay algún caso en el que no existen.
Son los avatares. Las imágenes que representan a una persona en cualquier foro de internet. El elemento con el que se da la cara -aunque en este caso “dar la cara” no es la expresión más acertada- junto a la palabra escrita o “nick”.
Un avatar es algo que ha de escogerse cuidadosamente. Ante el anonimato que ofrece internet es preciso dar pistas, quitarse levemente parte de la máscara para mostrar algo de uno mismo. Pues en verdad, un avatar bien elegido puede decir mucho sobre la persona que se esconde tras él.
Para bien o para mal, internet ha moldeado el mundo a su imagen y semejanza, y de una u otra forma la sociedad ha decidido caer en sus redes, o más bien en la red única, la que conforma el ciberespacio, lugar de virtudes y miserias, de sueños rotos y gritos eufóricos de silencio y palabras sordomudas.
Un mundo nuevo está en pañales, recién salido del cascarón. Lo gobiernan personas como tú o como yo. Personas que aman y que odian, personas que comparten sus inquietudes y que lloran en comunidad sus constantes fracasos.
En los foros de la red se interactúa y se aprende a escuchar, pues la intervención de todos y cada uno de nosotros figurará por siempre ahí escrita.
En los foros de la red no hay turno de palabra, y jamás ocurrirá nada malo por ello.
Un foro siempre es y será democrático, pero el mundo de ahí fuera, el que jamás reconocerá la pérdida de su virtud, ese mundo de canas, achaques y constantes amagos de senectud, dista mucho de serlo.
En el año 2002 surgió un festival de rock en Vitoria-Gasteiz. Pronto se crearía en torno a ese festival anual toda una infraestructura de apoyo. Uno de esos elementos que conformaban la infraestructura era una página de internet en la que se incluía, entre otras cosas, un foro.
El foro del Azkena Rock Festival irrumpió en escena como un destello de luz cegadora en un sótano mohoso repleto de tinieblas.
Recuerdo perfectamente sus inicios, un vacío primigenio donde surgió repentinamente una pregunta: ”¿Hay alguien ahí?”. Y tras esa cuestión comenzaron a aparecer intervenciones tímidas, esporádicas.
¿Y luego? Luego vinieron los encuentros cara a cara. Amistades que brotan, amores que nacen… porque detrás de los avatares hay personas. Y cualquiera de esas personas guarda más en su interior que lo que un foro de música puede ofrecer, es conveniente no olvidarlo.
También hubo desencuentros, la mayoría resueltos, algunos enterrados. Pero son esos desencuentros los que otorgan, en cierto modo, validez a un foro. Porque un foro no es un chat donde varios amigos se reúnen a intercambiar piropos. Un foro es un lugar de debate y aprendizaje, algo de lo que nos debemos valer para nuestra plenitud personal, sin dejar de ser críticos con determinadas opiniones ajenas pero reconociendo los errores propios. Y todo ello desde el respeto, eso sí. Nunca desde el insulto o la humillación.
Dicho en otras palabras: un foro es la vida misma. Pero un aspecto muy peculiar de la vida. Un espejo distorsionado donde aprendemos a conocernos a nosotros mismos, a ese otro yo que se enfrenta a un mundo desconocido y que aprende –en la mayoría de las ocasiones- a amarlo.
Los usuarios del foro Azkena son partícipes de estas premisas dictadas por el sentido común, y año tras año se esfuerzan por dar pasos que unan más si cabe a su colectivo, a modo de eslabones que conforman una sólida cadena.
Ahí encontramos actos como el banquete anual que celebran los foreros en fechas del festival. Y en este décimo aniversario del Azkena Rock se ha grabado además un disco que reúne temas musicales de diversos grupos en los que tocan miembros del foro.
La clave de la pervivencia de este foro a lo largo de los años y de su trascendencia más allá de la pantalla de ordenador se debe al saber estar de sus componentes, los foreros. Y es que resulta ser este un foro donde se escucha y donde la opinión de cada participante puede ser determinante. Entra aquí la encomiable labor de administradores y moderadores, cuyo trabajo desinteresado logra encauzar este punto de encuentro por las vías del respeto y la madurez, siempre vigilantes para evitar intervenciones dañinas o molestos spams.
Por si fuera poco, hay que reseñar que el foro es leído por los organizadores del festival. Y lo que ahí se escribe se tiene muy en cuenta todos los años para conformar el cartel final.
Es muy improbable encontrar en internet un foro en español tan completo como el foro Azkena. La temática va más allá de la simple música, y ahí encontramos “topics” (así se llaman los temas abiertos en los foros) sobre cine, literatura, pintura… ¡incluso hay un topic especializado en croquetas negras de calamar!
En serio lo digo: ¿Quieres hacer un viaje a un lugar poco visitado? Pásate por el topic del viajero. ¿Tenías pensado hacerte un tatuaje? Hay un topic de tatuajes que te puede dar buenas ideas. ¿Te ha ocurrido en alguna ocasión algo fuera de lo normal? Ahí tienes el topic de fenómenos paranormales donde puedes compartir tu experiencia con todos.
Y la lista es interminable: topics sobre setas, botijos, ciencia ficción, portadas de discos, monasterios, manga/anime, comics, cerveza… así hasta el infinito. Basta con registrarse en el foro y teclear en el buscador la palabra clave; a partir de ahí, la información fluye sola.
Convertirse en un foro de referencia dentro de una sociedad y una época donde el exceso de información es claustrofóbico, no se consigue de la noche al día. El foro es un artefacto paralelo al festival. Si el festival se mantiene ahí arriba, el foro también lo hará, y ambos se retroalimentan mutuamente para permanecer en la cima, observando más allá de las nubes un mundo donde el mercantilismo más servil ha eclipsado a la propia música. Un mundo donde festivales sinceros como el Azkena brillan por su ausencia.
El foro y su festival, supervivientes de una noble estirpe en decadencia, resisten desde las alturas a los negros concilios que pretenden adueñarse de la transgresión y rebeldía que siempre ha sido, es, y será el rock´n´roll.

Otro del año de la pera:

ESCLAVITUD EN EL TERCER MILENIO

La panadería de la calle mayor nunca cerraba. Desde el exterior aún se podía divisar  a altas horas de la madrugada la pálida luz que del horno emanaba.
El único habitante nocturno del establecimiento era el viejo Jeremías. Llevaba desde los dieciocho años trabajando en el mismo turno de noche y, ya bien entrado en su séptima década de vida, estaba dispuesto a acceder a la tan ansiada y merecida jubilación con la firme intención de seguir cumpliendo su trabajo con profesionalidad hasta el fin definitivo de su contrato.
Sólo un par de meses lo separaban de que su vida laboral no fuese más que un recuerdo, y su mente estaba llena de sueños: lo primero que haría sería comprar con lo ahorrado un apartamento en el sur para poder llevar a su madre –ya mayor- a vivir junto a él bajo el sol casi perpetuo de aquellas tierras meridionales.
El ahorro no había sido fácil teniendo en cuenta la miseria que cobraba. Su escaso patrimonio representaba claramente el peculiar modo de administración y reparto de bienes que tenía su patrono. Un modo, en definitiva, totalitario y esclavista a más no poder que, sin embargo, no había logrado acabar con la voluntad del bueno de Jeremías.
El dictador que regentaba el comercio en cuestión, era un curioso personaje que respondía al nombre de don Melquíades. Este hombre controlaba el 51% de las acciones del negocio del sector panadero en la ciudad, y otros adláteres menores de equivalente rango moral poseían el resto.
Ante tan cruel panorama, al pobre Jeremías no le había quedado más remedio que hacer de la panadería su segundo hogar, y personarse en ella noche tras noche para -con el sudor de su frente– ganarse el jornal y por ende, la vida, a tan intempestivas horas.
En ocasiones solía visitarle el sereno del barrio, de nombre Ezequiel. Jeremías y Ezequiel se llevaban muy bien y trataban todo tipo de conversaciones que iban desde la política o religión hasta los casos más intrascendentes. Era frecuente que rememorasen juntos los lejanos años de la infancia perdida: aquellos primeros recuerdos de los abuelos, los inocentes juegos con los amigos que se esfumaron en el tiempo, o la peculiar relación de complicidad con los progenitores … . En fin, la vida, que pasa y ni nos damos cuenta.
Muchas veces la tertulia se extendía hasta el amanecer. Los primeros rayos de luz solar advertían a los dos amigos que, una vez más, habían descuidado su trabajo. No importaba. Por unas horas habían sentido verdadera LIBERTAD.
¡Pobre y gruñón don Melquíades! En verdad que estas pequeñas miserias cotidianas no eran tampoco ajenas a personas como él.
Pensándolo bien, también era él a su manera un esclavo. Y precisamente resultaba ser el trabajo de personas como Jeremías lo que le cargaba de cadenas. Jamás vislumbraría un ápice de felicidad mientras mantuviese bajo su mando a trabajadores de los cuales dependía su codicioso bolsillo, el cual estaría más o menos repleto según el rendimiento de éstos.
Ya había reflexionado Jeremías sobre esto con anterioridad, y por ello no sentía rencor alguno contra su superior, más bien lástima.
Aquella fría noche de abril, con dos meses por delante de oficio y un futuro lleno de promesas, el único habitante nocturno de la panadería de la calle mayor, recibió la visita de su amigo Ezequiel.
Con una sonrisa, Jeremías colocó dos panecillos a calentar en el horno. Instantes después, el recinto se llenó de risas y confidencias que se prolongaron hasta el sol.

Alguno más tengo por ahí perdido. La verdad es que los mejores acabaron en el cubo de la basura, gentileza materna.

Dale caña.

Cuando tenga un rato los leo.

Maniac escribió:Dale caña.  

Cuando tenga un rato los leo.

Gracias.

Pues igual aprovecho este topic para ir poniendo algunos que invente sobre la marcha. Aunque no los lea nadie

Joseba escribió: Aunque no los lea nadie

Bueno, habrá que seguir caminando si movemos las piernas.

Velocidad. Había conseguido esquivar lo que acabó siendo su primer y único amago de golpe, que se perdió rasgando los miedos del aire, ese espacio donde estaba situado mi mentón apenas una fracción de segundo antes. El pabellón estalló al darse cuenta del fatal error de mi rival, cuya inercia dejaba a plena vista, solo por una fracción de segundo, el resquicio por donde había decidido que penetraría el uppercut. Posiblemente me apresuré demasiado, pues un crochet hubiese sido más eficaz. El caso es que no fue ni lo uno ni lo otro ya que de puro miedo lo que me acabó saliendo inconscientemente fue un jab defensivo, pero a veces la suerte acompaña al menos atrevido y el otro púgil acabó trastabillando por un cordón mal atado y cayendo directamente de sien sobre mi brazo extendido, lo que en lenguaje taurino se llamaría "recibiendo". Sentí un calambre en la muñeca y comprendí en ese momento que tenía que retirarme, pero el cadáver del negro ya había caído sobre mí sin que me diera tiempo a pedir a la esquina que parara el combate. Lo abracé con el brazo bueno, sin embargo no sabía que estaba dando la enhorabuena a un muerto.

Mi proxeneta había dejado las cosas claras desde el primer momento y eso siempre es de agradecer. A ver: si no chupas sin condón, no cobras, si no te dejas dar por detrás, no cobras, si no dejas que te meen encima, no cobras. Así da gusto: COMUNICACIÓN. En la vida llega un momento en que deseas que te digan las cosas claras aunque estas sean una mierda. Me esperan pollas, pollas y pollas: pues mira, cojonudo, a recibirlas se ha dicho. Y con una sonrisa, siempre (esto de la sonrisa no me lo había dicho el proxeneta pero es algo que se da por hecho: "oye, que bien, no te conozco de nada, pero vas a hacer lo que te de la gana con mi cuerpo, que gusto que me va a dar y que favor me haces, es lo que toda mujer desea, que la viole y humille un viejo desdentado, sudoroso y sidoso; si es que te tendría que pagar yo a ti, joder"). Comprendedme, joder: ¡Al final te lo acabas creyendo!

En eso que entra mi primer cliente y me dice -atención- que me tranquilice, que solo quiere hablar ya que su mujer le ha dejado y necesita contar sus penas.

Cágate, lorito: te preocupas por aprender a aguantar las mayores guarradas posibles y viene un maricón... ¡a hablar! Le expulsé con viento fresco: -"No me pagan para soportar esta mierda"- fueron mis palabras. Y es que una tiene principios. Soy puta, pero también tengo un aguante. Me podréis joder, pero no de esta manera.

El yunque que cayó del andamio vino a parar exactamente entre mis huevos. Yo me libré por pura casualidad, había salido del Mercadona solo unos segundos antes y aproveché para beber agua del botellín que portaba en mi mariconera, previa deposición de la bolsa de compra en el asfalto.

Miré hacia arriba por si caía un segundo yunque y me alejé a todo meter por la avenida adyacente no sin antes recoger la bolsa. Un breve vistazo a su interior indicaba siniestro total en la huevera, pero se había librado la barra de pan, que ingerí con fruición, paladeando cada bocado camino a casa.

Eduardito me había dejado un obsequio en la taza del váter. Accioné la cadena ininterrumpidamente pero ahí seguía Popeye, el mocordo flotante, impertérrito, orgulloso, burlándose de mí.

Salí del excusado, cogí a Eduardito por el cuello y lo metí de cabeza al Roca. Di de nuevo la bomba flusss, flusss, oigan: como una patena quedó, daba gusto verlo.

De puro placer besé a Eduardito en la boca.

Haikus de mi cosecha:

se agradece al despertar
esa rosa de tu boca
en mi miembro levitar

Noche de Akihabara.
Tiene de oscura
lo que yo de maricón.

Apartad, cervatillos.
Se aproxima por los campos
el tren bala a toda hostia.

Japonesitas
acudid
a papaíto.

Nipones.
Amarillos de rasgados ojos
y pequeños penes.

Un Totoro gigante
nos da la bienvenida
a la casa de putas.

Se extiende el parque imperial
inabarcable, infinito.
Micciono en una de sus esquinas.

Botella de sake
sin graduación
reventada en tu cabeza.

Me pregunto en el onsen, dolorido,
de donde vendrá el dicho
de que los japoneses la tienen pequeña.

Un nenúfar solitario
en el onsen.
Es mi erección.

Pedalean por las aceras de Tokyo.
Los unos hablan por móvil, los otros fuman.
Los japos son bastante payasetes.

Me confundo de salida
en la estación de Shinjuku.
¡Barrio de las putas!

Ameyoko, Ueno.
Enganchados al pachinko
viejos verdes desdentados.

Los humanoides
de ojos horadados
residen en Akihabara.

El gaijin afirma:
"No hay mayor necio
que el japonés necio."

Al calor del sakura
tu efigie
me la pone bien dura.

Maniac escribió:Un tipo de una editorial me dijo que le pasara cosas , que me editaba una novela... Pero no creo que el mundo necesite eso.

Cuando tantos discrepamos, deberías darte la oportunidad.

atila escribió:

Maniac escribió:Un tipo de una editorial me dijo que le pasara cosas , que me editaba una novela... Pero no creo que el mundo necesite eso.

Cuando tantos discrepamos, deberías darte la oportunidad.

Lo mismo soy un autor de lo etéreo...  acabo de escribir otro... aviso que puede ser bastante jodido.

La mejor noche de tu vida.

La oscuridad estaba bien. El mejor momento del día.
Un difuso segmento de tiempo entre el sueño torturador y la implacable realidad. Una diminuta franja en la que se disipa la consciencia,  todos los problemas se han desordenado en mil frentes de inconexas pesadillas y uno es nada.
Hay mucha contraprogramación ahí dentro, demasiadas cosas jodidas al mismo tiempo        - pensó- mientras toda la mierda encontraba su lugar en aquella realidad.
Se levantó de la cama y ,sin mirar, alargo el brazo pulsando el botón de encendido de ordenador al tiempo que salía de la habitación.

Quieto, Concentrado en la  taza dando vueltas dentro del microondas, suspendido en una absurda gravedad que suplicaba turgencia,  intentando anular todo lo que le producía ganas de llorar. Vió su imagen reflejada en el cristal y pensó que el experimento de la vida había fallado.
Forzó el temporizador para acabar un segundo antes de que llegara al cero. No podía más, necesitaba encontrar algo que lo sacara del dolor , aunque fueran cinco minutos. Metió la bolsa de té en la taza, volvió a su dormitorio y se sentó delante del ordenador.
Aún no había arrancado , volvían a mortificarlo los dioses de la oscuridad. Se encontraba tan mal que ni soportaba el silencio entre canción y canción . En esos instantes comprendió a Leland Palmer, en la serie Twin Peaks, que necesitaba música constante, eterna, para no volver al silencio donde su hija estaba muerta.
Por fin el ordenador arrancó. De forma mecánica abrió las páginas habituales. El periódico, los deportes, facebook , el foro de música, el foro de cine...y el correo.
No le gustaba abrir el correo, igual que no le gustaba abrir el buzón físico que había a la entrada del edificio. Era una prueba fehaciente de que nadie recordaba su existencia. Nadie tenía ningún motivo para entablar una comunicación personal. Pero lo abría, y esperaba que alguien hubiera pensado en algún modo sobre su persona. Lo cierto es que hacía años que no sucedía.
Todo era la misma mierda aburrida de todos los días, el periódico, los deportes, facebook... la única razón de mantenerlos en su vida era porque no tenía donde meterse.
A pocos minutos de haberlo abandonado el silencio ya no era una opción, había demasiado ruido dentro. Demasiado llanto, demasiada oscuridad.
Hasta que abrió el correo... anuncios de productos , promociones,timos... Nada personal, ningún rastro del ser humano... La bandeja de correo no deseado seguía teniendo el mismo mensaje solitario, nunca lo borraba. Si le hubieran preguntado la razón no hubiera sabido que contestar... Y ese día, algo le hizo  pinchar justo encima...era el momento.  “La mejor noche de tu vida” encabezaba el mensaje en negrita. Le llamó la atención, no parecía una web de citas...
Se abrió un vídeo que empezó a reproducirse de forma automática, parecía una película. Le gustaba el cine, había visto muchas películas. Aquello era una película de gran presupuesto...salvo por el pequeño detalle de estar viéndose a sí mismo en pantalla. Era más joven, pero decididamente era él.
Ahí estaba ella, la persona de su vida. Sonriendo, amando, acariciando un cuerpo al que ahora se le había averiado la sensibilidad. Un cuerpo desconectado.
No daba crédito a lo que estaba viendo, una superproducción basada en la que, seguramente, había sido la noche más plena de su vida. La mujer que se había ganado todos los sueños encontrando sus ojos volvía una y otra vez a golpear lo más profundo de su ser.
Se sorprendió llorando totalmente desconsolado. Verse feliz, ajeno a toda existenci a le hizo traspasar la frontera del dolor.  Y entonces comprendió que todo ese amor estaba encaminado al fin, a la supervivencia.
Esa mirada que le hacía sentir un replicante, prescindible, caduco, infinitesimal. Esa mirada sin más perspectiva que sobrevivir, sin más ánimo que seguir... Esa mirada que le dejó anclado y sin perspectiva. Esa mirada que ya nunca más volvió a verlo.
Era mejor que ella  no sintiera nada por él. Sin duda, prefería su felicidad.

En él no había vida. Lo sabía desde siempre. Le había costado llegar a aceptarlo. Hubo un tiempo en el que la soberbia natural del ser aún no machacado por la existencia le permitía soñar con lo ilimitado y creía que podía ser cualquier cosa.
El paraíso perdido es paradigma de golpe mortal, ese que tiene la vida guardado para cada uno de nosotros.
La mejor noche de su vida es una noche normal para el resto.
Y tornó en ese instante en el que la mirada ya nunca será la misma y la sonrisa siempre temblará al final.

Maniac escribió:

atila escribió:

Maniac escribió:Un tipo de una editorial me dijo que le pasara cosas , que me editaba una novela... Pero no creo que el mundo necesite eso.

Cuando tantos discrepamos, deberías darte la oportunidad.

Lo mismo soy un autor de lo etéreo...  acabo de escribir otro... aviso que puede ser bastante jodido.

La mejor noche de tu vida.

La oscuridad estaba bien. El mejor momento del día.
Un difuso segmento de tiempo entre el sueño torturador y la implacable realidad. Una diminuta franja en la que se disipa la consciencia,  todos los problemas se han desordenado en mil frentes de inconexas pesadillas y uno es nada.
Hay mucha contraprogramación ahí dentro, demasiadas cosas jodidas al mismo tiempo        - pensó- mientras toda la mierda encontraba su lugar en aquella realidad.
Se levantó de la cama y ,sin mirar, alargo el brazo pulsando el botón de encendido de ordenador al tiempo que salía de la habitación.

Quieto, Concentrado en la  taza dando vueltas dentro del microondas, suspendido en una absurda gravedad que suplicaba turgencia,  intentando anular todo lo que le producía ganas de llorar. Vió su imagen reflejada en el cristal y pensó que el experimento de la vida había fallado.
Forzó el temporizador para acabar un segundo antes de que llegara al cero. No podía más, necesitaba encontrar algo que lo sacara del dolor , aunque fueran cinco minutos. Metió la bolsa de té en la taza, volvió a su dormitorio y se sentó delante del ordenador.
Aún no había arrancado , volvían a mortificarlo los dioses de la oscuridad. Se encontraba tan mal que ni soportaba el silencio entre canción y canción . En esos instantes comprendió a Leland Palmer, en la serie Twin Peaks, que necesitaba música constante, eterna, para no volver al silencio donde su hija estaba muerta.
Por fin el ordenador arrancó. De forma mecánica abrió las páginas habituales. El periódico, los deportes, facebook , el foro de música, el foro de cine...y el correo.
No le gustaba abrir el correo, igual que no le gustaba abrir el buzón físico que había a la entrada del edificio. Era una prueba fehaciente de que nadie recordaba su existencia. Nadie tenía ningún motivo para entablar una comunicación personal. Pero lo abría, y esperaba que alguien hubiera pensado en algún modo sobre su persona. Lo cierto es que hacía años que no sucedía.
Todo era la misma mierda aburrida de todos los días, el periódico, los deportes, facebook... la única razón de mantenerlos en su vida era porque no tenía donde meterse.
A pocos minutos de haberlo abandonado el silencio ya no era una opción, había demasiado ruido dentro. Demasiado llanto, demasiada oscuridad.
Hasta que abrió el correo... anuncios de productos , promociones,timos... Nada personal, ningún rastro del ser humano... La bandeja de correo no deseado seguía teniendo el mismo mensaje solitario, nunca lo borraba. Si le hubieran preguntado la razón no hubiera sabido que contestar... Y ese día, algo le hizo  pinchar justo encima...era el momento.  “La mejor noche de tu vida” encabezaba el mensaje en negrita. Le llamó la atención, no parecía una web de citas...
Se abrió un vídeo que empezó a reproducirse de forma automática, parecía una película. Le gustaba el cine, había visto muchas películas. Aquello era una película de gran presupuesto...salvo por el pequeño detalle de estar viéndose a sí mismo en pantalla. Era más joven, pero decididamente era él.
Ahí estaba ella, la persona de su vida. Sonriendo, amando, acariciando un cuerpo al que ahora se le había averiado la sensibilidad. Un cuerpo desconectado.
No daba crédito a lo que estaba viendo, una superproducción basada en la que, seguramente, había sido la noche más plena de su vida. La mujer que se había ganado todos los sueños encontrando sus ojos volvía una y otra vez a golpear lo más profundo de su ser.
Se sorprendió llorando totalmente desconsolado. Verse feliz, ajeno a toda existenci a le hizo traspasar la frontera del dolor.  Y entonces comprendió que todo ese amor estaba encaminado al fin, a la supervivencia.
Esa mirada que le hacía sentir un replicante, prescindible, caduco, infinitesimal. Esa mirada sin más perspectiva que sobrevivir, sin más ánimo que seguir... Esa mirada que le dejó anclado y sin perspectiva. Esa mirada que ya nunca más volvió a verlo.
Era mejor que ella  no sintiera nada por él. Sin duda, prefería su felicidad.

En él no había vida. Lo sabía desde siempre. Le había costado llegar a aceptarlo. Hubo un tiempo en el que la soberbia natural del ser aún no machacado por la existencia le permitía soñar con lo ilimitado y creía que podía ser cualquier cosa.
El paraíso perdido es paradigma de golpe mortal, ese que tiene la vida guardado para cada uno de nosotros.
La mejor noche de su vida es una noche normal para el resto.
Y tornó en ese instante en el que la mirada ya nunca será la misma y la sonrisa siempre temblará al final.

Grande, Maniac.

En la estancia todo el mundo esperaba el parto. Manuel, el padre, no difería de cualquier otro primerizo. Sudoroso, tenso. La realidad es que su expectación era muy diferente. Si alguien se hubiera fijado lo suficiente habría visto unos ojos llenos de ansia de venganza. La ira lo dominaba por momentos.
María, su mujer, entre brumas de tormento, creyó ver un poco de ese odio. Lo que, una vez alumbrado su primogénito, confirmó sus sospechas.
Manuel buscaba la mirada de su hijo. Y su hijo lo miraba a él, devolviendo el odio.

Cientos de años atrás la relación fue buena. Pero , en algún momento, se torció. Como se tuercen las cosas. Poco a poco, sin que uno se de cuenta. El mal se mueve en las sombras.
El mundo giraba en su inercia, ajeno a esa eterna batalla. Eran ellos dos. Naciendo uno detrás de otro. Engendrados por su propio odio. Siempre ellos. Uno , y depués otro. Eternamente. Las mismas dos personas en una cadena que no parecía tener fin.

Nunca han sabido de donde proviene la anomalía. O si hay más como ellos. De dos en dos. Hubo de existir un momento en el que la asociación entre un espermatozoide y un óvulo creó algo... diferente. Una gestación diabólica. Solo saben que todo empezó en el año 4 después de Cristo un 12 de febrero. Desde entonces se engendran el uno al otro constantemente.