MEGATÓN YE-YE: cuando se llegó antes que Quadrophenia

Hito. Película generacional. Pionera.

Todo esto y más fue, y sigue siendo, Megatón Ye-Ye.







El estreno mundial del filme tuvo lugar en el antiguo cine Gran Vía de Bilbao (hoy Sala BBK) en septiembre de 1965.


Rodada en ese año de 1965, fue dirigida con pulso firme por el sólido Jesús Yagüe en su primera incursión en el campo de los largometrajes. Durante los siguientes treinta años, Yagüe se labró una merecida reputación como cineasta de solvencia, capaz de salir airoso de cualquier desafío cinematográfico, como en el caso de "La mujer es cosa de hombres", de 1976, con Pepe Sacristán y Paco Cecilio (padre del trapero Cecilio G).






El guión fue obra de un primerizo y jovencísimo Francisco Lara Polop quien, pocos años después, daría el salto a la dirección con desigual fortuna, destacando en el campo del melodrama con títulos como "Virilidad a la española", con el recordado Paco Valladares, o "La masajista vocacional", interpretada, de nuevo, por el padre de Cecilio G.

Ilustres secundarios salpimentaron el reparto, entre ellos destacaremos a José Luis Uríbarri, interpretándose con dificultad a sí mismo, y quien pocos años después interpretaría a un locutor que no era él en "A 45 revoluciones por minuto" con el colosal Juan Pardo... y a Emilio Laguna, quien llegaría a actuar con Manolo Escobar a las órdenes de Valerio Lazarov en "La mujer es un buen negocio".

Los papeles principales de lo que podría considerarse como primer plano narrativo correspondieron a dos figuras emergentes en el mundo del cine y de la música popular: María José Goyanes y Juan Erasmo Mochi, respectivamente.





María José Goyanes participaría posteriormente en otra obra clave en el período pretransicional: "Los chicos del Preu", de 1967, con Karina y Camilo Sesto.





Nuestro mayo del 68 en el 67

De la ingente y diversa producción musical de Juan Erasmo Mochi tal vez convenga recordar "La Palabra".


Impresionante.

En una de sus últimas apariciones en redes sociales, Mochi le decía ésto a Bertín Osborne:

A Bertín Osborne, por enfrentarse al feminismo radical, le han aplicado la pena de la hemeroteca, publicando una entrevista del año 1985, en la que confesó que, en ocasiones, había golpeado a mujeres. Para aclararlo y quitarle importancia, ha dicho que sólo fue un pequeño azote a su hija de 5 años. Lo han pillado en una mentira, ya que su hija Claudia nació 4 años después de esta declaración, y a los 5 años de la niña, ya habían transcurrido más de 9. En lugar de tratar de escapar de “rositas” creo que debería pedir perdón, le invito a hacerlo cantando mi canción “ESAS TORPES MANOS”, que escribí para contar la historia de un agresor arrepentido.
Estoy totalmente en contra del maltrato, el abuso y la agresión.
¡Perdón Bertin!

https://www.facebook.com/juan.erasmo.mochi/posts/2368885556521767/


Té ámo-té, áaaamó

En un segundo plano narrativo, que en realidad es el primero, encontramos a Micky y los Tonys dando una lección de ritmanblús desaforado, con introducción de negroides tambores tribales: I Am Over


Obsérvese la moto.

Micky y Los Tonys eran capaces de cosas como este Pretty Baby.





Por ello fueron escogidos para este revolucionario proyecto, porque musicalmente miraban de tú a tú a cualquiera.

Y porque aportaban el toque de levedad necesaria para sacar adelante, en 1965, una obra profundamente política, y fuertemente ideologizada, que mostraba a una juventud en actitud desafiante frente a un régimen en demolición.

Se han querido establecer paralelismos entre el filme que nos ocupa y ¡Qué noche la de aquel día! de Richard Lester. No, nada más lejos de la realidad y del arte. La apariencia supuestamente iconoclasta de las pequeñas películas de Richard Lester, pretendía camuflar sus carencias estilísticas y la falta de profundidad psicológica de sus personajes. Eran simples y pueriles vehículos publicitarios, al servicio de las estrellas pop del momento, ensalzados injustamente por el sector más influenciable e iletrado de la crítica.

Jesús Yagüe, muy lejos del infantilismo Lesteriano, rueda los números musicales con pulso febril, en contraposición a las pinceladas impresionistas que emplea en el retrato de las relaciones personales. Logrando su propósito, por supuesto, ya que ambos planos narrativos se entrelazan con naturalidad. Cada plano y movimiento de cámara está justificado. Todo lo contrario de lo que muchos años después haría el infame Michael Winterbottom con la repugnante 9 Songs, remake inconfeso de Megatón Ye-Ye (para no pagar un duro) añadiendo folladas y mamadas.








La fotografía en glorioso blanco y negro de Megatón Ye-Ye, firmada por Armando González Posada, lleva el sello de los que se saben futuros clásicos. Casi no habría ni que decirlo.

Hablamos de la moto.

Y cambiamos de año. Estamos en 1966. Este año se publicó alguna cancioncilla ridícula como El Submarino Amarillo, del grupo pop que tanto gustaba a Richard Lester, y grandes números como "La canción del trabajo", la extraordinaria versión de nuestro genial Raphael.





Porque hay que ser un genio para triunfar en España con una canción con ese título.

Decíamos que en 1966, poquitos meses después del estreno de Megatón Ye-Ye, y a rebufo de su éxito, se publica "La Moto" de Los Bravos. Sí, ya sé que hay gente que se descojona del acento de Mike Kennedy con sus "motociclecha", "camisecha", "biciclecha" y, sobre todo, "carrecha". ¡Qué asco de gente! Serán los mismos que luego ríen las gracias a esos grupos indispanos que cantan en inglés con acento de vaqueros de La Finojosa.

Bueno, para ellos, aquí la versión en inglés: Baby, Believe Me.

La moto de Megatón Ye-Ye. La moto de Los Bravos. La moto de los mods. Bueno, de los mods no, de los Who y de Quadrophenia.

¿Existe alguna relación entre ellas? No lo sé.

La moto de Megatón Ye-Ye no simboliza nada. Le sirve a Micky para ir de un sitio a otro. No es un símbolo para él porque no es imbécil, supongo. La letra en español de la moto de los Bravos siembra la duda. Tampoco simboliza nada, pero la imbecilidad parece acechar a la vuelta de la esquina. Que si nosequé de "tarjecha" y de "papelecha". Lo dicho, que muy listos tampoco parecen.

Eso sí, llorones no son. Cosa que no se puede decir del motero protagonista de Quadrophenia. Tiene un enorme mérito el retrato que hacen los Who de su antihéroe post-adolescente ahogado por la autocompasión. Si le quitáramos la novia y añadiéramos pajas sin fin, estaríamos ante un retrato universal de la post-adolescencia bien entrada la veintena.

¿Conocía Pete Townshend Megatón Ye-Ye? Bueno, probablemente no, aunque el plagiario de Winterbottom, evidentemente, sí.

¿Y a los Bravos? Por supuesto que sí, porque Black is Black fue un enorme éxito en su país.

¿Y La Moto de Los Bravos? Seguramente no, tal vez sí.

¿Y La Moto de Los Bravos en inglés, es decir, Baby Believe Me? Pues claro que sí, hombre.



Mira, cuando Los Bravos dicen en La Moto:

"Quiero una motocicleta
Que me sirva pa correr
Y quiero una camiseta
Que tenga el número 100."


The Who, en Bell Boy dicen:

"Ain't you the guy who used to set the paces
Riding up in front of a hundred faces"




Y cuando Los Bravos, en Baby Believe Me, comienzan la canción diciendo:

"People say that I'm a beggar
and I don't deserve your love"



Los Who nos cuentan en Quadrophenia:

"Now it's
just the bare bones of what I am...

A beggar, a hypocrite, love reign over me"


Existe un claro hilo conductor que nos lleva desde Megatón Ye-Ye hasta Quadrophenia. Temático y estilístico. Entiendo que haya quien piense que la comparativa sea un poco forzada y cogida con hilos. No podemos afirmar que exista una relación causa efecto entre Megatón Ye-Ye y Quadrophenia pasando por Los Bravos, al igual que no podemos aseverar lo contrario con absoluta certeza,  pero si algo he aprendido en esta vida es que el Rock escribe con renglones torcidos.