La melodía del Mono
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La melodía del Mono
EL ANIMAL HUMANO
La melodía del mono
Por Pablo Jáuregui
Los humanos somos animales musicales. Al igual que el lenguaje, la música es una de las señas de identidad del Homo sapiens, y siempre se ha considerado uno de los elementos troncales de la extraordinaria capacidad para el aprendizaje y la innovación cultural que diferencia a nuestra especie de todas las demás. Los antropólogos han descubierto una variedad tan apabullante de formas de expresión musical, que desde hace ya más de un siglo existe un rama específica de esta ciencia, la etnomusicología, que se dedica a estudiar y catalogar la impresionante riqueza de los instrumentos y cantos alumbrados por la imaginación humana. Sin embargo, aunque nunca hemos visto ni veremos una orquesta de gorilas, un cuarteto de bonobos o un coro de orangutanes, ¿hasta qué punto podemos decir que otros animales muestran capacidades para la expresión o la apreciación musical? ¿Cuáles son las raíces evolutivas de la música?
Por el momento, estas preguntas no tienen respuesta. Sin embargo, un experimento realizado en Japón acaba de lograr un hallazgo sorprendente que contradice la idea de que la música es un monopolio exclusivo del ser humano. Tasuku Sugimoto y sus colaboradores de la Universidad de Kyushu han llevado a cabo una investigación pionera en este terreno con una cría de chimpancé llamada Sakura. A lo largo de seis semanas, los investigadores expusieron a esta joven hembra, que había nacido tan sólo cuatro meses antes, a diversos tipos de melodías. Durante cada una de estas sesiones musicales, Sakura se encontraba cómodamente tumbada en una cama y rodeada de altavoces.
Además, los científicos conectaron su mano derecha a un dispositivo creado específicamente para este experimento, de tal manera que cada vez que la chimpancé tiraba de una cuerda, la pieza musical que acababa de escuchar volvía a repetirse. Algunas de las melodías eran armónicas y agradables, mientras otras tenían un tono disonante y sonaban desafinadas. Así, los investigadores japoneses comprobaron que Sakura, una cría que jamás había escuchado música hasta aquel momento, poseía una llamativa capacidad para diferenciar una bella melodía de un ruido sin ton ni son. A lo largo de un total de seis sesiones de exposición musical, la chimpancé tiraba con frecuencia de la cuerda que le permitía volver a escuchar las piezas que sonaban bien, pero evitaba mover el brazo para volver a padecer la tortura de escuchar las canciones disonantes.
Por lo tanto, el innovador trabajo de estos científicos, recién publicado por la revista Primates, sugiere que uno de los aspectos cruciales que resultan imprescindibles para la apreciación de la música –la capacidad para distinguir una melodía armónica de otra disonante– no es algo que sólo poseemos los seres humanos, sino que compartimos con nuestros parientes más cercanos del reino animal. Y esto implica que la música no es un don que le ha caído a nuestra especie del cielo, sino una capacidad cuyas raíces ya estaban presentes en los antepasados comunes del Homo sapiens y los simios modernos. Así que la próxima vez que se emocione escuchando una sinfonía, una improvisación de jazz o cualquier otra melodía engendrada por la creatividad humana, recuerde que millones de años de evolución lo han hecho posible, y que esta inspiración surge de lo más profundo de nuestra naturaleza.
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La melodía del mono
Por Pablo Jáuregui
Los humanos somos animales musicales. Al igual que el lenguaje, la música es una de las señas de identidad del Homo sapiens, y siempre se ha considerado uno de los elementos troncales de la extraordinaria capacidad para el aprendizaje y la innovación cultural que diferencia a nuestra especie de todas las demás. Los antropólogos han descubierto una variedad tan apabullante de formas de expresión musical, que desde hace ya más de un siglo existe un rama específica de esta ciencia, la etnomusicología, que se dedica a estudiar y catalogar la impresionante riqueza de los instrumentos y cantos alumbrados por la imaginación humana. Sin embargo, aunque nunca hemos visto ni veremos una orquesta de gorilas, un cuarteto de bonobos o un coro de orangutanes, ¿hasta qué punto podemos decir que otros animales muestran capacidades para la expresión o la apreciación musical? ¿Cuáles son las raíces evolutivas de la música?
Por el momento, estas preguntas no tienen respuesta. Sin embargo, un experimento realizado en Japón acaba de lograr un hallazgo sorprendente que contradice la idea de que la música es un monopolio exclusivo del ser humano. Tasuku Sugimoto y sus colaboradores de la Universidad de Kyushu han llevado a cabo una investigación pionera en este terreno con una cría de chimpancé llamada Sakura. A lo largo de seis semanas, los investigadores expusieron a esta joven hembra, que había nacido tan sólo cuatro meses antes, a diversos tipos de melodías. Durante cada una de estas sesiones musicales, Sakura se encontraba cómodamente tumbada en una cama y rodeada de altavoces.
Además, los científicos conectaron su mano derecha a un dispositivo creado específicamente para este experimento, de tal manera que cada vez que la chimpancé tiraba de una cuerda, la pieza musical que acababa de escuchar volvía a repetirse. Algunas de las melodías eran armónicas y agradables, mientras otras tenían un tono disonante y sonaban desafinadas. Así, los investigadores japoneses comprobaron que Sakura, una cría que jamás había escuchado música hasta aquel momento, poseía una llamativa capacidad para diferenciar una bella melodía de un ruido sin ton ni son. A lo largo de un total de seis sesiones de exposición musical, la chimpancé tiraba con frecuencia de la cuerda que le permitía volver a escuchar las piezas que sonaban bien, pero evitaba mover el brazo para volver a padecer la tortura de escuchar las canciones disonantes.
Por lo tanto, el innovador trabajo de estos científicos, recién publicado por la revista Primates, sugiere que uno de los aspectos cruciales que resultan imprescindibles para la apreciación de la música –la capacidad para distinguir una melodía armónica de otra disonante– no es algo que sólo poseemos los seres humanos, sino que compartimos con nuestros parientes más cercanos del reino animal. Y esto implica que la música no es un don que le ha caído a nuestra especie del cielo, sino una capacidad cuyas raíces ya estaban presentes en los antepasados comunes del Homo sapiens y los simios modernos. Así que la próxima vez que se emocione escuchando una sinfonía, una improvisación de jazz o cualquier otra melodía engendrada por la creatividad humana, recuerde que millones de años de evolución lo han hecho posible, y que esta inspiración surge de lo más profundo de nuestra naturaleza.
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Emi- Mensajes : 8504
Fecha de inscripción : 21/05/2009
Re: La melodía del Mono
muy buen documento
la verdad es que cuando escucho ruidazal que es muchas veces mis gatos se van como almas perseguidas por el diablo sin embargo con un buen pop, folk o así la gozan pegados a los altavoces...
Re: La melodía del Mono
Me gustaría ver este experimento aplicado a unos cuantos foreros
Rasputin- Mensajes : 18167
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: La melodía del Mono
pero si el concepto de armonía no es adquirido, como se explican las diferencias culturales para entender como disonantes unos sonidos u otros?
j.- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 02/09/2009
Re: La melodía del Mono
la proporción o concordancia instintiva es diferente a la adquirida pero el sonido tiene una parte que es disciplina, otra genética y otra natural (que evidentemente es la que se desconoce el porqué)
Re: La melodía del Mono
Como curiosidad en los paises asiáticos hasta hace no sé cuanto tiempo pero relativamente poco la melodía sólo la hacían acordes de un instrumento, la fusión de melodías para crear una armonía es algo occidental, es por eso que les ha costado muchos años entrar en el concepto musical internacional, sin embargo en cuanto a la rítmica nada era suficiente.. la polifonía es la gran aportación de europa a la música y hasta el siglo XIII solo vocal y en plan tasquilla, vamos
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