Pérez Reverte, el Chuck Norris español
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Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Un desastre, vi un poco y era vergonzoso.
Yo hubiera intentado abarcar menos. Una historia simple con pocos personajes muy centrada en Alatriste que muy poco a poco fuera introduciendo a los secundarios. Si no tienes dinero para actores ni vestuario pues mejor reducir los personajes y localizaciones.
Yo hubiera intentado abarcar menos. Una historia simple con pocos personajes muy centrada en Alatriste que muy poco a poco fuera introduciendo a los secundarios. Si no tienes dinero para actores ni vestuario pues mejor reducir los personajes y localizaciones.
_________________
Blas- Admin
- Mensajes : 40172
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Cosmopolitas y cosmopaletos
Viendo estos días fotos de Miguel Delibes me llamó la atención una en la que salen Delibes y Josep Pla charlando, de pie, en mitad de ninguna parte, como si acabaran de encontrarse en un camino y se hubieran parado a echar un pitillo y hablar del tiempo.
Me convencí de que la única manera de protegerse es hacerse el paleto. Un poco o lo más posible.
Ahí están, en la foto, dos de los españoles mejor informados y más sabios, pero cómo disimulan, qué zorros.
Con su boina y su tabaco de liar, mirando de vez en cuando al horizonte como si quisieran averiguar, por la forma de las nubes, qué tiempo va a hacer mañana.
Parapetan su inteligencia tras una pantalla de astucia pueblerina. Disimulan su independencia como si no fuera más que cazurrería. Esconden su ironía bajo la apariencia de retranca aldeana.
Están a salvo.
Frente a la foto de estos dos, imagínate una foto parecida de los muy cosmopolitas y elegantes Pérez Reverte y Javier Marías, comentando sus viajes, lecturas y aventuras “por todo lo largo y ancho de este mundo“, como decía el capitán Tan cuando quería impresionar a Valentina y a Locomotoro.
Cuando Marías le hablaba de Oxford y de Venecia y Pérez Reverte le decía con voz cavernosa: ¡Yo he cagado sangre en Eritrea!, el gran Locomotoro, con su boina calada, también se hacía el paleto, fingía asombro y decía:
-Mira, mira, ¡se me mueven los mofletes!
O imagina una foto de Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, quejándose con amargura, nada más volver de la capital, Nueva York, de que “en España” se habla en voz demasiado alta o que “en este país” no sabemos escuchar ni distinguimos matices.
O figúrate otra foto, de Fernández Mallo y Ray Loriga, comentando un plano del metro de Nueva York o contemplando absortos un mapa de carreteras Rand McNally, como si fueran a recibir una revelación de gran valor procedente de la I-95.
¿Te lo imaginas?
Para mear y no echar gota.
Ahora mira otra vez esa foto de los dos paletos, Delibes y Pla, de pie, hablando del tiempo y a punto de irse a tomar un vino, tan campantes.
¿Quiénes son los papanatas de campeonato?
Estoy convencido: hay que ser lo más paleto posible, es la única manera de protegerse de estos tristes tiempos.
No quisiera incurrir en el (manoseado) topos del “menosprecio de corte y alabanza de aldea“. No es eso. Se puede ser un cateto total, un paleto sin remedio, en pleno centro de Madrid.
Ejemplo: yo mismo.
Cada vez más paleto, para intentar al menos salvar los muebles de mi inteligencia y mi sensibilidad, tan devastadas de tanto correr mundo.
Ahora estoy aquí, en Piles, con Anusca.
Trabajo (lo que yo llamo trabajar), como siempre, de cinco de la mañana a mediodía. A las doce nos vamos a la compra. Como ni Anusca ni yo conducimos, vamos en bici, con mochilas, por esos caminales entre huertos de naranjos.
Comemos y, después de la santa siesta, enredamos un poco.
A veces viene mi vecino Vincent y se pone a la guitarra a tocar algo de los Eagles. Luego me pone un CD de Bach.
-¿Lo ves? Son las mismas siete notas, es una recreación.
-Verlo puede que lo vea, pero oír, lo que se dice oír, no oigo nada. Vince, yo no tengo oído.
-Otra vez.
Y así hasta que me rindo:
-Vale, lo veo -le digo, por no discutir y porque mi vecino inglés vive aquí todo el año, como un Robert Graves, a salvo, haciéndose el paleto y cocinando con demasiado curry, así que seguro que tiene más razón que yo.
Luego nos vamos Anusca y yo, con cuadernos y libros, a tomar algo. Leemos (Nunca más está leyendo Anusca, que se la regaló el autor, el amigo Carlo Frabetti; yo, a Shakespeare), bebemos (horchata y whisky), hacemos dibujos, jugamos (con Barbies o al ajedrez) y a veces nos pedimos una de tellinas en el Gloriamar. O un segundo whisky en la horchatería.
Así pasamos los días.
Por la noche, después de cenar, cada uno cogemos nuestra onza de chocolate (con leche y avellanas, Anusca; 85% de cacao, yo) para tomárnoslo en la cama, que es lo que más nos gusta del día: apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos mientras el chocolate se derrite en la boca.
De habitación a habitación nos decimos:
-¡Que sueñes chucherías!
Así de paletos somos.
Viendo estos días fotos de Miguel Delibes me llamó la atención una en la que salen Delibes y Josep Pla charlando, de pie, en mitad de ninguna parte, como si acabaran de encontrarse en un camino y se hubieran parado a echar un pitillo y hablar del tiempo.
Me convencí de que la única manera de protegerse es hacerse el paleto. Un poco o lo más posible.
Ahí están, en la foto, dos de los españoles mejor informados y más sabios, pero cómo disimulan, qué zorros.
Con su boina y su tabaco de liar, mirando de vez en cuando al horizonte como si quisieran averiguar, por la forma de las nubes, qué tiempo va a hacer mañana.
Parapetan su inteligencia tras una pantalla de astucia pueblerina. Disimulan su independencia como si no fuera más que cazurrería. Esconden su ironía bajo la apariencia de retranca aldeana.
Están a salvo.
Frente a la foto de estos dos, imagínate una foto parecida de los muy cosmopolitas y elegantes Pérez Reverte y Javier Marías, comentando sus viajes, lecturas y aventuras “por todo lo largo y ancho de este mundo“, como decía el capitán Tan cuando quería impresionar a Valentina y a Locomotoro.
Cuando Marías le hablaba de Oxford y de Venecia y Pérez Reverte le decía con voz cavernosa: ¡Yo he cagado sangre en Eritrea!, el gran Locomotoro, con su boina calada, también se hacía el paleto, fingía asombro y decía:
-Mira, mira, ¡se me mueven los mofletes!
O imagina una foto de Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, quejándose con amargura, nada más volver de la capital, Nueva York, de que “en España” se habla en voz demasiado alta o que “en este país” no sabemos escuchar ni distinguimos matices.
O figúrate otra foto, de Fernández Mallo y Ray Loriga, comentando un plano del metro de Nueva York o contemplando absortos un mapa de carreteras Rand McNally, como si fueran a recibir una revelación de gran valor procedente de la I-95.
¿Te lo imaginas?
Para mear y no echar gota.
Ahora mira otra vez esa foto de los dos paletos, Delibes y Pla, de pie, hablando del tiempo y a punto de irse a tomar un vino, tan campantes.
¿Quiénes son los papanatas de campeonato?
Estoy convencido: hay que ser lo más paleto posible, es la única manera de protegerse de estos tristes tiempos.
No quisiera incurrir en el (manoseado) topos del “menosprecio de corte y alabanza de aldea“. No es eso. Se puede ser un cateto total, un paleto sin remedio, en pleno centro de Madrid.
Ejemplo: yo mismo.
Cada vez más paleto, para intentar al menos salvar los muebles de mi inteligencia y mi sensibilidad, tan devastadas de tanto correr mundo.
Ahora estoy aquí, en Piles, con Anusca.
Trabajo (lo que yo llamo trabajar), como siempre, de cinco de la mañana a mediodía. A las doce nos vamos a la compra. Como ni Anusca ni yo conducimos, vamos en bici, con mochilas, por esos caminales entre huertos de naranjos.
Comemos y, después de la santa siesta, enredamos un poco.
A veces viene mi vecino Vincent y se pone a la guitarra a tocar algo de los Eagles. Luego me pone un CD de Bach.
-¿Lo ves? Son las mismas siete notas, es una recreación.
-Verlo puede que lo vea, pero oír, lo que se dice oír, no oigo nada. Vince, yo no tengo oído.
-Otra vez.
Y así hasta que me rindo:
-Vale, lo veo -le digo, por no discutir y porque mi vecino inglés vive aquí todo el año, como un Robert Graves, a salvo, haciéndose el paleto y cocinando con demasiado curry, así que seguro que tiene más razón que yo.
Luego nos vamos Anusca y yo, con cuadernos y libros, a tomar algo. Leemos (Nunca más está leyendo Anusca, que se la regaló el autor, el amigo Carlo Frabetti; yo, a Shakespeare), bebemos (horchata y whisky), hacemos dibujos, jugamos (con Barbies o al ajedrez) y a veces nos pedimos una de tellinas en el Gloriamar. O un segundo whisky en la horchatería.
Así pasamos los días.
Por la noche, después de cenar, cada uno cogemos nuestra onza de chocolate (con leche y avellanas, Anusca; 85% de cacao, yo) para tomárnoslo en la cama, que es lo que más nos gusta del día: apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos mientras el chocolate se derrite en la boca.
De habitación a habitación nos decimos:
-¡Que sueñes chucherías!
Así de paletos somos.
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
http://www.estrelladigital.es/articulo/television/cuando-celebre-dia-orgullo-gilipollas-no-vamos-caber-calle/20160711141933291296.html
SEGÚN ARTURO PÉREZ-REVERTE
"Cuando se celebre el día del Orgullo del Gilipollas no vamos a caber en la calle"
El escritor, molesto por el cartel con el que IU criticaba la visita de Barack Obama a España
Nunca se ha cortado, y ahora con Twitter mucho menos. El escritor y académico de la Lengua Arturo Pérez-Reverte ha vuelto a sembrar la polémica en las redes sociales por el comentario "cuando en España se celebre el día del Orgullo del Gilipollas no vamos a caber en las calles".
Y todo para criticar al partido de Alberto Garzón, Izquierda Unida, por el cartel que habían creado para burlarse de la visita de Barack Obama a España, y, de paso, arremeter una vez más contra Israel.
Además, y ya aprovechando su presencia en Twitter, Pérez-Reverte mostró también su disconformidad contra la corriente de opinión a favor del futbolista Leo Messi que se lleva a cabo en esa red social, "pues no todos. Yo no soy Leo Messi".
Entre sus últimas polémicas en la red a las que ha dado pie hay que recordar que con motivo de los atentados en París se llegó a preguntar "¿y si los centenares de la discoteca se hubieran abalanzado sobre los del Kalashnikov?".
También sembró la discordia cuando los últimos atentados en Bruselas, que se cobraron la vida de al menos 31 personas y dejaron más de 200 heridos, escribió "los yihadistas deben de estar acojonados por las florecitas, las velitas y nuestro enérgico "todos somos Bruselas". Y hasta la próxima".
Su última intervención 'destacada' había sido con motivo de las últimas elecciones generales en España, cuando alguien le preguntó a qué partido iba a votar, "me piden opinión, pues ahí va: que cada cual vote con el bolsillo, según cómo lo tenga. Y cómo lo vaya a tener. Al final todo acaba en eso".
SEGÚN ARTURO PÉREZ-REVERTE
"Cuando se celebre el día del Orgullo del Gilipollas no vamos a caber en la calle"
El escritor, molesto por el cartel con el que IU criticaba la visita de Barack Obama a España
Nunca se ha cortado, y ahora con Twitter mucho menos. El escritor y académico de la Lengua Arturo Pérez-Reverte ha vuelto a sembrar la polémica en las redes sociales por el comentario "cuando en España se celebre el día del Orgullo del Gilipollas no vamos a caber en las calles".
Y todo para criticar al partido de Alberto Garzón, Izquierda Unida, por el cartel que habían creado para burlarse de la visita de Barack Obama a España, y, de paso, arremeter una vez más contra Israel.
Además, y ya aprovechando su presencia en Twitter, Pérez-Reverte mostró también su disconformidad contra la corriente de opinión a favor del futbolista Leo Messi que se lleva a cabo en esa red social, "pues no todos. Yo no soy Leo Messi".
Entre sus últimas polémicas en la red a las que ha dado pie hay que recordar que con motivo de los atentados en París se llegó a preguntar "¿y si los centenares de la discoteca se hubieran abalanzado sobre los del Kalashnikov?".
También sembró la discordia cuando los últimos atentados en Bruselas, que se cobraron la vida de al menos 31 personas y dejaron más de 200 heridos, escribió "los yihadistas deben de estar acojonados por las florecitas, las velitas y nuestro enérgico "todos somos Bruselas". Y hasta la próxima".
Su última intervención 'destacada' había sido con motivo de las últimas elecciones generales en España, cuando alguien le preguntó a qué partido iba a votar, "me piden opinión, pues ahí va: que cada cual vote con el bolsillo, según cómo lo tenga. Y cómo lo vaya a tener. Al final todo acaba en eso".
thunderpussy- Mensajes : 28167
Fecha de inscripción : 26/03/2008
Frusciante- Mensajes : 85085
Fecha de inscripción : 14/04/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Frusciante escribió:
El día que la palabra "cuñado" se deje de utilizar por moda de modo tan peyorativo... será un buen día.
JuanrraTheHead- Mensajes : 1549
Fecha de inscripción : 26/07/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
También convendría dejar de mentar a las madres de los demás para defenderte, no sé, mucha clase tampoco tiene don Arturo.
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Seria recomendable que no sacase pecho a cuenta de parentescos no vaya a ser que le saquen lo del hermano....
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Lo he buscado en google
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Frusciante- Mensajes : 85085
Fecha de inscripción : 14/04/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
O mejor aún, resumen??
Frusciante- Mensajes : 85085
Fecha de inscripción : 14/04/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
¿ El hermano no es un madero de turbio pasado?
Rikileaks- Mensajes : 83018
Fecha de inscripción : 17/01/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Eso dicen, por lo que pone implicado en la desaparición del Nani
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
http://google.es/search?q=/diario/1991/10/15/espana/687481211_850215.html
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
perez+reverte+antiatracos+cartago
"Pérez Gutiérrez se negó a contestar a las preguntas del acusador Jaime Sanz de Bremond, porque, según dijo, tiene animadversión hacia los procesados. Lo cierto es que el letrado puso de manifiesto que el policía pretende enmascarar su verdadera identidad, ya que su nombre completo es José María Pérez-Reverte Gutiérrez"
"Pérez Gutiérrez se negó a contestar a las preguntas del acusador Jaime Sanz de Bremond, porque, según dijo, tiene animadversión hacia los procesados. Lo cierto es que el letrado puso de manifiesto que el policía pretende enmascarar su verdadera identidad, ya que su nombre completo es José María Pérez-Reverte Gutiérrez"
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Todos sabemos que Perez Reverte no folla.
Todo lo que tiene de inteligente lo tiene de amargado. Lo cual pone en duda tu inteligencia también.
Vale que siendo corresponsal de guerra veras mucha bazofia que flipariamos, pero esque escucharle es peor que una tarde con la discográfica de AiC y Lanegan juntas. Se te va el día a la mierda.
Todo lo que tiene de inteligente lo tiene de amargado. Lo cual pone en duda tu inteligencia también.
Vale que siendo corresponsal de guerra veras mucha bazofia que flipariamos, pero esque escucharle es peor que una tarde con la discográfica de AiC y Lanegan juntas. Se te va el día a la mierda.
Harvey Dent- Mensajes : 7621
Fecha de inscripción : 20/08/2015
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Koikila escribió:También convendría dejar de mentar a las madres de los demás para defenderte, no sé, mucha clase tampoco tiene don Arturo.
Nunca ha tenido la más mínima clase.
Ashra- Mensajes : 20092
Fecha de inscripción : 27/06/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Ashra escribió:Koikila escribió:También convendría dejar de mentar a las madres de los demás para defenderte, no sé, mucha clase tampoco tiene don Arturo.
Nunca ha tenido la más mínima clase.
Exacto. Y no niego que es un tío muy inteligente, pero ese rollo que lleva en plan "yo he sido corresponsal de guerra y por tanto sé más que nadie sobre cualquier cosa" no me mola nada. Habrá sido corresponsal de guerra y visto muchas atrocidades, pero ya lleva como 25 años sentadito en su despacho dándole lecciones de cómo vivir a todo el mundo, con la mala educación por montera. Habría que haberle visto a él en la sala Bataclan, tanto que decía, que fijo que hubiera sido el primero en salir por patas
Woody- Mensajes : 45248
Fecha de inscripción : 06/03/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Yo soy de Cartagena ¿Y qué?
¿Y a mí qué me cuentan? Quisiera que alguien me explique de una puñetera vez qué pretenden decir con esa murga de «es que yo soy de aquí, y no soy de allí» que le salta a uno a la cara en cuanto abre un periódico, o enchufa la tele, o el arradio. Porque, a ver.
¿Dónde diablos es aquí y dónde es allí? Y cuando se invoca un hecho diferencial como si fuese palabra mágica, ¿estamos hablando de diferencias con quién? Porque si se trata de ser diferentes, el arriba firmante lo es tanto como el que más. Y a la hora de plantear argumentos nacionalistas, paletismo local o factores raciales e históricos, no estoy dispuesto a dejarme achantar por nadie. Puestos a ello, puedo ser tan poco español o tan cantamañanas como cualquiera.
Porque vamos a ver. Si de lo que se trata es de marcar paquete, diré que yo, por ejemplo, soy de Cartagena: una ciudad que tiene tres mil años de historia y que podría abastecer de solera a media Europa. Fue capital de la España cartaginesa, y capital de una de las cinco provincias romanas de Hispania. Mis antepasados eran griegos, fenicios y cartagineses; y cuando de jovencito me zambullía en el mar, sacaba ánforas que llevaban veinte siglos allá abajo, enfrente de mi casa. En cuanto a raza también soy distinto, porque mi Rh positivo es mediterráneo, antiguo y sabio. Y puestos a eso, me siento más a gusto en un cafetín moruno de Tánger o bebiéndome un vaso de vino con aceitunas bajo una parra griega, que en la Gran Vía de Madrid, El Sardinero, las Ramblas o la plaza mayor de Trujillo.
En cuanto a peripecias históricas, pues bueno. Mientras los comerciantes, los campesinos y la gente de iglesia y de paz se iban al interior -a Murcia- para esquivar las incursiones de los piratas berberiscos, mis architatarabuelos se quedaron en la costa a pelear. Y cuando la primera república, el Cantón de Cartagena se autodeterminó por las bravas, acuñó su propia moneda, poseyó su escuadra, y al aparecer las tropas centralistas no se desbandó como una manada de conejos, sino que resistió siete meses a cañonazo limpio. Y en lo que se refiere a lengua propia, cierto es que no hay una nacional cartagenera; pero los críos, antes de tener uso de razón, saben leer en las piedras inscripciones en latín. Y mucho podríamos discutir sobre si decir: «déme sinco sentímetros de sinta de senefa asul» o blasfemar con la barroca riqueza del habla cartagenera no es un hecho diferencial de cojones.
En cuanto a agravios, para qué les voy a contar. Hoy, Cartagena es una ciudad industrialmente desmantelada, deshecha por el paro, con menos alternativas que un bocadillo de mortadela en Ruanda. A los cartageneros no es que los hayan puteado histórica y sistemáticamente el Gobierno central, las monarquías austríaca o borbónica, la dictadura franquista o los cien años de acrisolada honradez. A los cartageneros nos han hecho la puñeta la administración fenicia, la griega, la de Roma, la bizantina, los suevos, los vándalos, los alanos, los visigodos, el califato de Bagdad, el de Córdoba, el Cid Campeador, los reyes de Castilla, los de Aragón, Napoleón Bonaparte, el general Martínez Campos, la primera y la segunda repúblicas, y todo el que pasó por allí. Mis antepasados pagaron impuestos, lucharon en guerras que te importaban un carajo, palmaron en la Invencible, Trafalgar, Santiago de Cuba, Filipinas, Annual. Y a cambio, como el resto de los españoles, recibieron hostias hasta en el cielo de la boca. Cierto es que fueron cómplices y actores en empresas imperiales de la España centralista castellana. Pero cuando vas y abres los libros de Historia, compruebas que en cualquier batalla de Flandes, en cualquier episodio colonial de América, en cualquier aventura española en Nápoles, Sicilia, norte de África o Constantinopla, los apellidos de capitanes, soldados, marinos, comerciantes y frailes eran también, y no pocos, vascos, catalanes, gallegos, navarros, mallorquines y etcétera. En esta galera hemos remado todos, y a todos nos han dado infinitas veces por detrás y por delante. Aquí no hay víctimas de primera y de segunda clase, y sólo a los muy canallas o a los muy imbéciles se les ocurre trazar líneas divisorias con tan irresponsable arrogancia. ¿Diferentes? Claro que sí. No sólo van a serlo tres o cuatro chantajistas bocazas. Aquí todos tenemos motivos para piarlas, y cuando llueve se moja todo cristo. Así que, para diferencia, la mía y la de la madre que me parió. A ver qué se ha creído esa panda de gilipollas.
¿Y a mí qué me cuentan? Quisiera que alguien me explique de una puñetera vez qué pretenden decir con esa murga de «es que yo soy de aquí, y no soy de allí» que le salta a uno a la cara en cuanto abre un periódico, o enchufa la tele, o el arradio. Porque, a ver.
¿Dónde diablos es aquí y dónde es allí? Y cuando se invoca un hecho diferencial como si fuese palabra mágica, ¿estamos hablando de diferencias con quién? Porque si se trata de ser diferentes, el arriba firmante lo es tanto como el que más. Y a la hora de plantear argumentos nacionalistas, paletismo local o factores raciales e históricos, no estoy dispuesto a dejarme achantar por nadie. Puestos a ello, puedo ser tan poco español o tan cantamañanas como cualquiera.
Porque vamos a ver. Si de lo que se trata es de marcar paquete, diré que yo, por ejemplo, soy de Cartagena: una ciudad que tiene tres mil años de historia y que podría abastecer de solera a media Europa. Fue capital de la España cartaginesa, y capital de una de las cinco provincias romanas de Hispania. Mis antepasados eran griegos, fenicios y cartagineses; y cuando de jovencito me zambullía en el mar, sacaba ánforas que llevaban veinte siglos allá abajo, enfrente de mi casa. En cuanto a raza también soy distinto, porque mi Rh positivo es mediterráneo, antiguo y sabio. Y puestos a eso, me siento más a gusto en un cafetín moruno de Tánger o bebiéndome un vaso de vino con aceitunas bajo una parra griega, que en la Gran Vía de Madrid, El Sardinero, las Ramblas o la plaza mayor de Trujillo.
En cuanto a peripecias históricas, pues bueno. Mientras los comerciantes, los campesinos y la gente de iglesia y de paz se iban al interior -a Murcia- para esquivar las incursiones de los piratas berberiscos, mis architatarabuelos se quedaron en la costa a pelear. Y cuando la primera república, el Cantón de Cartagena se autodeterminó por las bravas, acuñó su propia moneda, poseyó su escuadra, y al aparecer las tropas centralistas no se desbandó como una manada de conejos, sino que resistió siete meses a cañonazo limpio. Y en lo que se refiere a lengua propia, cierto es que no hay una nacional cartagenera; pero los críos, antes de tener uso de razón, saben leer en las piedras inscripciones en latín. Y mucho podríamos discutir sobre si decir: «déme sinco sentímetros de sinta de senefa asul» o blasfemar con la barroca riqueza del habla cartagenera no es un hecho diferencial de cojones.
En cuanto a agravios, para qué les voy a contar. Hoy, Cartagena es una ciudad industrialmente desmantelada, deshecha por el paro, con menos alternativas que un bocadillo de mortadela en Ruanda. A los cartageneros no es que los hayan puteado histórica y sistemáticamente el Gobierno central, las monarquías austríaca o borbónica, la dictadura franquista o los cien años de acrisolada honradez. A los cartageneros nos han hecho la puñeta la administración fenicia, la griega, la de Roma, la bizantina, los suevos, los vándalos, los alanos, los visigodos, el califato de Bagdad, el de Córdoba, el Cid Campeador, los reyes de Castilla, los de Aragón, Napoleón Bonaparte, el general Martínez Campos, la primera y la segunda repúblicas, y todo el que pasó por allí. Mis antepasados pagaron impuestos, lucharon en guerras que te importaban un carajo, palmaron en la Invencible, Trafalgar, Santiago de Cuba, Filipinas, Annual. Y a cambio, como el resto de los españoles, recibieron hostias hasta en el cielo de la boca. Cierto es que fueron cómplices y actores en empresas imperiales de la España centralista castellana. Pero cuando vas y abres los libros de Historia, compruebas que en cualquier batalla de Flandes, en cualquier episodio colonial de América, en cualquier aventura española en Nápoles, Sicilia, norte de África o Constantinopla, los apellidos de capitanes, soldados, marinos, comerciantes y frailes eran también, y no pocos, vascos, catalanes, gallegos, navarros, mallorquines y etcétera. En esta galera hemos remado todos, y a todos nos han dado infinitas veces por detrás y por delante. Aquí no hay víctimas de primera y de segunda clase, y sólo a los muy canallas o a los muy imbéciles se les ocurre trazar líneas divisorias con tan irresponsable arrogancia. ¿Diferentes? Claro que sí. No sólo van a serlo tres o cuatro chantajistas bocazas. Aquí todos tenemos motivos para piarlas, y cuando llueve se moja todo cristo. Así que, para diferencia, la mía y la de la madre que me parió. A ver qué se ha creído esa panda de gilipollas.
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
http://www.elespanol.com/cultura/libros/20161021/164863513_13.html
En la era de la prosa cipotuda
Íñigo F. Lomana
@percy_vaughan
21.10.2016
A lo largo de los últimos años, hemos visto cómo se ha ido desarrollando en nuestra prensa un estilo que amenaza con convertirse en canónico, si es que no lo ha hecho ya, y sobre el que tal vez resulte interesante hacer algunas observaciones. Me ha parecido oportuno acuñar el término prosa cipotuda para describirlo porque refleja bien dos de sus rasgos más sobresalientes: la virilidad y la rimbombancia. Para no dejar este análisis desprovisto de cierta precisión, querría comenzar haciendo un par de comentarios sobre el concepto de estilo.
Los estilos literarios, al contrario de lo que solemos pensar, están muy lejos de ser esos inocentes juegos combinatorios con los que dejamos marcas expresivas en un texto. Y no lo son por dos razones. En primer lugar, porque siempre delatan una ideología, sobre todo cuando, como en el caso que nos ocupa, se hace un uso tan generoso del lirismo, con las obligaciones de condensación conceptual que eso conlleva. En segundo, porque los estilos pueden servir también para poner de manifiesto la pertenencia a algún linaje literario o, cuando menos, la franca voluntad de ingresar en uno para disfrutar de las ventajas que pueda tener asociadas, ya sea en términos de prestigio o de visibilidad.
Alrededor de este estilo cipotudo se ha congregado un nutrido grupo de periodistas para el que también existe una divertida etiqueta: neocolumnismo de extremo centro. El término extremo centro hace referencia al mejunje de sentido común, costumbrismo arcaico y falsa despolitización con el que aderezan sus artículos y columnas. Por alguna razón, todos ellos creen que el espacio público está ocupado por una hermandad de moralistas macabros entre la que tienen que abrirse paso a codazos para proclamar las sencillas verdades de las que son portadores. Pretenden hacernos creer que, como señalaba Antonio Lucas en el congreso iRedes de este año, su equidistancia es una herramienta de insubordinación contra la dictadura de la moral. Este laissez-faire de baratillo es la lectura que el extremocentrismo ha hecho de eso que se ha dado en llamar el fin de las ideologías.
Aunque la poderosa influencia que el umbralismo ha ejercido sobre este grupo es evidente, no he querido entretenerme en trazar su genealogía. Lo que sí me he permitido hacer es una lista con algunos de los recursos más característicos del estilo cipotudo. En este conjunto de trucos retóricos, léxicos y semánticos está cifrada la escuálida concepción de lo literario con la que nuestros estilistas trabajan; una concepción que bien podría enunciarse en forma de ley de la siguiente manera: “si hay muchas metáforas, es poesía”. Obviamente, el listado de rasgos que sugiero no puede ser más que orientativo. Al lector le encomiendo la tarea de completarlo. Muchas de las ideas que componen el armazón conceptual de este texto proceden del libro Estilo rico, estilo pobre de Luis Magrinyà, con quien tengo una deuda que no me gustaría dejar sin reconocer.
Y ahora, sí: ¡acompáñenme! Les prometo todo tipo de prodigios. Habrá puñaladas hasta el mango, borrachos, suicidas, halógenos mentales y, por supuesto, mucho sexo. Especialmente de ese que prende como una mecha al primer trago.
1.- SEMÁNTICA DE LA MASCULINIDAD: NOVIAS, BARES Y TRINCHERAS
Lo que a continuación voy a analizar son manifestaciones de masculinismo, no de machismo. No crean que se trata de un detalle menor. Es habitual que los estilistas cipotudos insistan —a menudo de forma histérica— en que nada hay de machista en sus textos. Y en parte tienen razón. Muchos de ellos, de hecho, han defendido abiertamente la presencia de las mujeres en el mundo del toreo. Y estoy seguro de que todos reconocerían sin vergüenza que cuando leen un libro —esos objetos sagrados en torno a los cuales ejercen su sacerdocio— pueden llorar igual que “una peluquera de extrarradio”, como diría Joaquín Sabina. Es más: tanto él como don Arturo Pérez-Reverte coinciden con Aute en que las novelas, como las canciones, hay que dirigirlas un poco al “coño de las mujeres”. (Véase el vídeo de la entrevista “Arturo Pérez-Reverte y Joaquín Sabina, a la lumbre de un tequila” El Mundo. Web. 2016). Sensibilidad femenina, como ven, no falta.
Podría decirse que el propósito de su masculinismo es más pedagógico que polémico, ya que el destinatario de sus diatribas no es tanto la mujer como el hombre. O, al menos, un tipo de hombre —esos “falsos delicados con cuello de piqué” de los que nos habló en una ocasión Antonio Lucas— que necesita ser espabilado, un poco como cuando en los pueblos de antaño se llevaba a Juanillo al bar de carretera para que se iniciara en la vida. Esa es, quizá, la razón por la que don Arturo Pérez-Reverte siente la necesidad de regalarle a su amigo Javier Marías una pistola en cada cumpleaños. Tal vez lo ve demasiado “británico”, “cortés” y “civilizado” y, como todos sabemos, nada hay mejor que sentir el frío metal de una Luger para endurecer cualquier sensibilidad. Así nos describe el académico-navegante la singular tradición que le une a Marías:
“Hace tiempo decidí equipar más a fondo esa zona de su vida, regalándole primero una bayoneta de Kalashnikov, luego el cuchillo de comando del SAS británico, y después el Bowie de los marines en la guerra del Pacífico. Los recibió formal y flemáticamente escandalizado, pero la satisfacción se traslucía en sus ojos y sonrisa”. (“Armando a Javier Marías”. El País, 24 de noviembre de 2014)
Hay que tener el corazón de hielo para no percibir la belleza de esta escena, aunque tampoco entendemos muy bien la razón por la que se considera de interés público.
De este mismo propósito pedagógico proceden, seguramente, la mayor parte de las metáforas militares e imágenes de violencia gratuita con las que nos encontramos en la prosa cipotuda. El cuartel es un espacio de educación masculina, igual que el bar, el club náutico y la redacción de un periódico de provincias (en la que, dicho sea de paso, siempre hay algún viejo zorro “vivo y cínico” que dice sabias perogrulladas, como en la mili). Por eso es importante que haya abundantes referencias al mundo castrense o a la peligrosidad de las armas. Así, para describir a alguien que habla con franqueza, se dice de él que ha “dejado todo dispuesto para una barricada” o que “las palabras no se le encasquillanfácilmente”. Juan Tallón, por otro lado, nos explica que una vez sintió el desengaño en un bar “muy adentro y muy caliente, como cuando te acuchillan de maravilla hasta el mango”. Un poco exagerado, ¿no? Tal vez tengamos que adentrarnos en la cargada atmósfera del bar —espacio esencial en el imaginario cipotudo— para ver si así descubrimos el porqué de tan salvajes puñaladas.
El poeta Robert Bly, principal figura del movimiento masculinista norteamericano, se quejaba de que los hombres de nuestros días ya no van a los bares para entrar en contacto con las potencias primitivas de la masculinidad. Ahora se congregan allí para “mantener conversaciones light ante una cerveza light”, de manera que todos los vínculos que establecen con otros machos “se rompen en cuanto una mujer joven entra o toca el ala del sombrero de cowboy de alguien”. Para evitar que esto ocurra, nuestros prosistas nos ofrecen desde sus artículos y columnas retratos vívidos de aquellos bares ancestrales y churretosos en los que “todos nos hemos dejado la piel”.
Lo primero que uno debe saber del bar es que, como nos recuerda Tallón, el mejor es “siempre el inesperado, ese bar mugriento que deja una huella profunda”: uno de esos en los que se sirven alcohol barato en copas sucias y en los que se busca refugio para huir de “un mundo que humea monóxidos malos”, como diría Antonio Lucas. Esto del alcoholismo, un tema que por alguna razón muchos consideran literario, ha dado lugar en nuestra prensa a un impresionante reguero de patochadas líricas acerca del número de copas de whisky que se tomó Dylan Thomas antes de morir, o sobre el espesor del charco de vómito en el que se ahogó Malcolm Lowry. Quizá sea el momento de pedir que se ponga fin a semejante tendencia. Más que nada porque hay otros temas también muy literarios (el herpes, la prostatitis, las escrófulas) sobre los que nuestros hombres de letras tienen guardar silencio para poder seguir escribiendo sobre sus resacas o sobre las cogorzas más monumentales de la historia literaria.
La segunda cosa que hay que saber de los bares es que allí no se beben copas, ni se hacen consumiciones, ni se piden bebidas: se apuran tragos. Esos tragos pueden ser “lentos” o “largos”, y durante el tiempo que se tarda en apurarlos pueden pasar cosas asombrosas. A un tal Aquilino, del que nos habla Manuel Jabois en “Aquilino, presente”, no se le ocurre nada mejor que ponerse a “inquirir” después de terminar “su trago largo de cerveza”. Antonio Lucas, por su parte, nos informa de que Joaquín Sabina y Arturo Pérez-Reverte son como “dos cuates explorándose a tragos lentos y como sentados en el Salón Tenampa, México, Distrito Federal”.
Sin embargo, lo más habitual es que después de apurar su trago el Hombre se dedique a observar, a rememorar o a pensar en algo, preferentemente en algún “desamparo” (¡cómo no!) o en algún “desengaño amoroso”. Y aquí es donde nos vemos obligados a empezar a hablar de novias, porque en el universo cipotudo las mujeres, las copas y las resacas están íntimamente unidas, como se nos recuerda en este intercambio lleno de frescura:
Antonio Lucas: ¿Cuántas te han dejado esta semana?
Manuel Jabois: ¿Botellas o mujeres?
(“Diálogo de Manuel Jabois, Antonio Lucas y Arturo Pérez-Reverte”. Congreso iRedes. Youtube. Vídeo, 2016)
Aunque Juan Tallón afirma en su blog que él también tuvo hace cinco o seis años “una novia efímera en Vigo”, la autoridad de referencia en este asunto de los ligues y las borracheras es Manuel Jabois, que lo ha convertido en uno de los ejes narrativos de sus columnas (al menos hasta que se convirtió en analista político). En “Prescripción fuckultativa”, por ejemplo, nos invita con sanísima desenvoltura a entrar en su alcoba. Allí tenemos la suerte de asistir a uno de sus bestiales orgasmos. Primero, sin embargo, se nos ofrecen algunos detalles sobre la Ceremonia del Gran Ensamblaje:
“Traté de mover lentamente mi cuerpo hacia el otro, desplazándolo como una nave que se vaya a acoplar a la Estación Espacial Internacional, y una vez culminada la empresa se desató una espiral de locura y depravación que nos llevó a golpes por todos los rincones de la casa hasta acabar en la cama”.
Cuando apenas nos hemos repuesto de nuestra sorpresa al descubrir que el cuerpo del narrador debe moverse hacia el de la otra persona para mantener relaciones sexuales, tiene lugar por fin el Gran Bramido que, naturalmente, se nos revela entre un montón de divertidos símiles:
“En aquella necesidad de fagocitar a mi amante como Khal Drogo, vi anunciarse el orgasmo a trechos devastadores, comiendo kilómetros a zancadas, avecinándose como un quejido de la Tierra. Y así fue como de pronto, entre bufidos grotescos, me sobrevino al cerebro un dolor violento que me desplomó sobre las sábanas”.
La fuerza que irradia Jabois es tal que incluso las glosas que le dedican otros están escritas en el mismo estilo cipotudo que él practica. De Jabois se ha dicho, sin ir más lejos, que cuando se sienta parece un “cíclope atrapado en una sillita de jardín de infancia” y que tiene “unos incisivos separados con los que podría abrir una caja entera de botellines” Es más: cuando habla “esparce largos charcos de silencio en los que arroja palabras” y “lo hace con la falta de puntería de quien alimenta peces invisibles” (Karina Sáinz Borgo. “Manuel Jabois: «Soy un gran explotador de mis pocos recursos». Zenda, 5 de junio de 2016). ¿Se acuerdan de lo que antes decíamos sobre estilos y linajes literarios? He aquí un buen ejemplo de cómo pueden usarse los recursos estilísticos para asociarse a una determinada tradición.
2.- MACHOS SÍ, PERO SENSIBLES: DEL ÉXTASIS LÍRICO AL ZARPAZO COLOQUIAL
El autor que practica el estilo cipotudo vive a caballo entre la taberna y la biblioteca —o, mejor, la librería de lance—. Para dejarnos a todos clara esta doble pertenencia, se ha desarrollado un astuto mecanismo expresivo que consiste, como también ha señalado Luis Magrinyà, en combinar viriles coloquialismos con una pirotecnia lírica ensordecedora. Veamos un ejemplo extraído del perfil de Leonard Cohen que Antonio Lucas elaboró para el diario El Mundo hace unos días.
“Es uno de esos hombres que no necesitan cambiar la voz de sitio para decir algo que aún alivia a los felices y a los jodidos. Sabe decir el mundo con el cansancio justo, con el callar helado que su estupor necesita (…) Desde la escritura que maneja es posible considerar mejor el patrón oro de algunos desamparos, de ciertas extrañezas (…) de anchas averías”.
En pocos sitios podemos ver con más claridad ese batiburrillo de cursilería y vigor —esa mezcla de seres jodidos, callares helados, patrones oro del desamparo y anchas averías—, que constituye la viga maestra del edificio retórico cipotudo. El mismo Lucas, a quien su compañera Carmen Rigalt describió con toda justicia como “un prestidigitador de la palabra”, ha señalado que no se fía de quienes “hacen juegos de manos con palabras” porque “siempre esconden algo”. Me parece una advertencia valiosa y animo a todos los lectores a seguirla.
Otra pieza de importancia a este respecto es el agudo estudio psicológico que Jorge Bustos dedicó a Andreas Lubitz, el copiloto alemán que estrelló un avión en marzo de 2015 para vengarse de un desengaño amoroso. “No todos”, nos cuenta escandalizado el periodista, “nos llevamos a 149 humanos con nosotros porque ella se fue y nos escuece el corazoncito, carajo”. Tras esta reflexión llena de sentimiento, tiene lugar el éxtasis lírico, gracias al cual aprendemos que la psique de Lubitz es, entre otras cosas increíbles, “el “halógeno interior de un destino implacable donde no cabe la zozobra de la conciencia”.
Pero a Bustos parece no bastarle con esta papilla de poesía y coloquialismo para expresar la enormidad del suceso que está contando, y decide incorporar como picante innovación un monólogo interior. El lector puede acceder así a la conciencia del perturbado Lubitz. Vean lo que se encuentra allí:
"Por qué tuviste que hacerlo, si yo te quería. Qué hermosos son Los Alpes desde tan cerca. En ese pueblecito podríamos pasar nuestro próximo invierno juntos, esquiando. (…) Así, así, bajamos trazando una línea tan perfecta. Los del control no saben nada, qué lástima de burócratas que renuncian a volar, volar libre, tan alto. Pero no creas que por eso te olvidaré. Iré a tu encuentro. O quizá ya no (…) El aire es un túnel pero se acerca la luz. ¡Luz, más luz! ¡Aquí viene!"
Decía Kingsley Amis que el problema de las novelas protagonizadas por extraterrestres superinteligentes es que estos nunca pueden serlo más que su autor. Con el monólogo interior pasa un poco lo mismo: pone de manifiesto con demasiada claridad lo reducido que es a veces el universo que habita un narrador. Por eso es un recurso que conviene usar con mucha prudencia, especialmente cuando se escribe un periódico.
Podríamos hablar ahora del “tic metaficcional” como tercer rasgo del estilo cipotudo, pero creo que el lector ya ha recibido suficientes sobresaltos. No conviene exponerlo también a la larga lista de referencia literarias (Hemingway, Fitzgerald, Conrad…) con las que nuestros nuevos estilistas intenta construir un parnasillo privado dentro del cual se incluyen. Pero no me gustaría acabar sin transmitir algún mensaje edificante. Algo que resuma bien lo que hemos querido decir aquí a propósito de los estilos y lo literario como cliché. Así que aquí tienen esta última advertencia en forma de cita: “Si ves escrito algo muy preciosista, seguramente sea porque tampoco tengo muchas cosas que contar” (Manuel Jabois). Apréndansela bien.
En la era de la prosa cipotuda
Íñigo F. Lomana
@percy_vaughan
21.10.2016
A lo largo de los últimos años, hemos visto cómo se ha ido desarrollando en nuestra prensa un estilo que amenaza con convertirse en canónico, si es que no lo ha hecho ya, y sobre el que tal vez resulte interesante hacer algunas observaciones. Me ha parecido oportuno acuñar el término prosa cipotuda para describirlo porque refleja bien dos de sus rasgos más sobresalientes: la virilidad y la rimbombancia. Para no dejar este análisis desprovisto de cierta precisión, querría comenzar haciendo un par de comentarios sobre el concepto de estilo.
Los estilos literarios, al contrario de lo que solemos pensar, están muy lejos de ser esos inocentes juegos combinatorios con los que dejamos marcas expresivas en un texto. Y no lo son por dos razones. En primer lugar, porque siempre delatan una ideología, sobre todo cuando, como en el caso que nos ocupa, se hace un uso tan generoso del lirismo, con las obligaciones de condensación conceptual que eso conlleva. En segundo, porque los estilos pueden servir también para poner de manifiesto la pertenencia a algún linaje literario o, cuando menos, la franca voluntad de ingresar en uno para disfrutar de las ventajas que pueda tener asociadas, ya sea en términos de prestigio o de visibilidad.
Alrededor de este estilo cipotudo se ha congregado un nutrido grupo de periodistas para el que también existe una divertida etiqueta: neocolumnismo de extremo centro. El término extremo centro hace referencia al mejunje de sentido común, costumbrismo arcaico y falsa despolitización con el que aderezan sus artículos y columnas. Por alguna razón, todos ellos creen que el espacio público está ocupado por una hermandad de moralistas macabros entre la que tienen que abrirse paso a codazos para proclamar las sencillas verdades de las que son portadores. Pretenden hacernos creer que, como señalaba Antonio Lucas en el congreso iRedes de este año, su equidistancia es una herramienta de insubordinación contra la dictadura de la moral. Este laissez-faire de baratillo es la lectura que el extremocentrismo ha hecho de eso que se ha dado en llamar el fin de las ideologías.
Aunque la poderosa influencia que el umbralismo ha ejercido sobre este grupo es evidente, no he querido entretenerme en trazar su genealogía. Lo que sí me he permitido hacer es una lista con algunos de los recursos más característicos del estilo cipotudo. En este conjunto de trucos retóricos, léxicos y semánticos está cifrada la escuálida concepción de lo literario con la que nuestros estilistas trabajan; una concepción que bien podría enunciarse en forma de ley de la siguiente manera: “si hay muchas metáforas, es poesía”. Obviamente, el listado de rasgos que sugiero no puede ser más que orientativo. Al lector le encomiendo la tarea de completarlo. Muchas de las ideas que componen el armazón conceptual de este texto proceden del libro Estilo rico, estilo pobre de Luis Magrinyà, con quien tengo una deuda que no me gustaría dejar sin reconocer.
Y ahora, sí: ¡acompáñenme! Les prometo todo tipo de prodigios. Habrá puñaladas hasta el mango, borrachos, suicidas, halógenos mentales y, por supuesto, mucho sexo. Especialmente de ese que prende como una mecha al primer trago.
1.- SEMÁNTICA DE LA MASCULINIDAD: NOVIAS, BARES Y TRINCHERAS
Lo que a continuación voy a analizar son manifestaciones de masculinismo, no de machismo. No crean que se trata de un detalle menor. Es habitual que los estilistas cipotudos insistan —a menudo de forma histérica— en que nada hay de machista en sus textos. Y en parte tienen razón. Muchos de ellos, de hecho, han defendido abiertamente la presencia de las mujeres en el mundo del toreo. Y estoy seguro de que todos reconocerían sin vergüenza que cuando leen un libro —esos objetos sagrados en torno a los cuales ejercen su sacerdocio— pueden llorar igual que “una peluquera de extrarradio”, como diría Joaquín Sabina. Es más: tanto él como don Arturo Pérez-Reverte coinciden con Aute en que las novelas, como las canciones, hay que dirigirlas un poco al “coño de las mujeres”. (Véase el vídeo de la entrevista “Arturo Pérez-Reverte y Joaquín Sabina, a la lumbre de un tequila” El Mundo. Web. 2016). Sensibilidad femenina, como ven, no falta.
Podría decirse que el propósito de su masculinismo es más pedagógico que polémico, ya que el destinatario de sus diatribas no es tanto la mujer como el hombre. O, al menos, un tipo de hombre —esos “falsos delicados con cuello de piqué” de los que nos habló en una ocasión Antonio Lucas— que necesita ser espabilado, un poco como cuando en los pueblos de antaño se llevaba a Juanillo al bar de carretera para que se iniciara en la vida. Esa es, quizá, la razón por la que don Arturo Pérez-Reverte siente la necesidad de regalarle a su amigo Javier Marías una pistola en cada cumpleaños. Tal vez lo ve demasiado “británico”, “cortés” y “civilizado” y, como todos sabemos, nada hay mejor que sentir el frío metal de una Luger para endurecer cualquier sensibilidad. Así nos describe el académico-navegante la singular tradición que le une a Marías:
“Hace tiempo decidí equipar más a fondo esa zona de su vida, regalándole primero una bayoneta de Kalashnikov, luego el cuchillo de comando del SAS británico, y después el Bowie de los marines en la guerra del Pacífico. Los recibió formal y flemáticamente escandalizado, pero la satisfacción se traslucía en sus ojos y sonrisa”. (“Armando a Javier Marías”. El País, 24 de noviembre de 2014)
Hay que tener el corazón de hielo para no percibir la belleza de esta escena, aunque tampoco entendemos muy bien la razón por la que se considera de interés público.
De este mismo propósito pedagógico proceden, seguramente, la mayor parte de las metáforas militares e imágenes de violencia gratuita con las que nos encontramos en la prosa cipotuda. El cuartel es un espacio de educación masculina, igual que el bar, el club náutico y la redacción de un periódico de provincias (en la que, dicho sea de paso, siempre hay algún viejo zorro “vivo y cínico” que dice sabias perogrulladas, como en la mili). Por eso es importante que haya abundantes referencias al mundo castrense o a la peligrosidad de las armas. Así, para describir a alguien que habla con franqueza, se dice de él que ha “dejado todo dispuesto para una barricada” o que “las palabras no se le encasquillanfácilmente”. Juan Tallón, por otro lado, nos explica que una vez sintió el desengaño en un bar “muy adentro y muy caliente, como cuando te acuchillan de maravilla hasta el mango”. Un poco exagerado, ¿no? Tal vez tengamos que adentrarnos en la cargada atmósfera del bar —espacio esencial en el imaginario cipotudo— para ver si así descubrimos el porqué de tan salvajes puñaladas.
El poeta Robert Bly, principal figura del movimiento masculinista norteamericano, se quejaba de que los hombres de nuestros días ya no van a los bares para entrar en contacto con las potencias primitivas de la masculinidad. Ahora se congregan allí para “mantener conversaciones light ante una cerveza light”, de manera que todos los vínculos que establecen con otros machos “se rompen en cuanto una mujer joven entra o toca el ala del sombrero de cowboy de alguien”. Para evitar que esto ocurra, nuestros prosistas nos ofrecen desde sus artículos y columnas retratos vívidos de aquellos bares ancestrales y churretosos en los que “todos nos hemos dejado la piel”.
Lo primero que uno debe saber del bar es que, como nos recuerda Tallón, el mejor es “siempre el inesperado, ese bar mugriento que deja una huella profunda”: uno de esos en los que se sirven alcohol barato en copas sucias y en los que se busca refugio para huir de “un mundo que humea monóxidos malos”, como diría Antonio Lucas. Esto del alcoholismo, un tema que por alguna razón muchos consideran literario, ha dado lugar en nuestra prensa a un impresionante reguero de patochadas líricas acerca del número de copas de whisky que se tomó Dylan Thomas antes de morir, o sobre el espesor del charco de vómito en el que se ahogó Malcolm Lowry. Quizá sea el momento de pedir que se ponga fin a semejante tendencia. Más que nada porque hay otros temas también muy literarios (el herpes, la prostatitis, las escrófulas) sobre los que nuestros hombres de letras tienen guardar silencio para poder seguir escribiendo sobre sus resacas o sobre las cogorzas más monumentales de la historia literaria.
La segunda cosa que hay que saber de los bares es que allí no se beben copas, ni se hacen consumiciones, ni se piden bebidas: se apuran tragos. Esos tragos pueden ser “lentos” o “largos”, y durante el tiempo que se tarda en apurarlos pueden pasar cosas asombrosas. A un tal Aquilino, del que nos habla Manuel Jabois en “Aquilino, presente”, no se le ocurre nada mejor que ponerse a “inquirir” después de terminar “su trago largo de cerveza”. Antonio Lucas, por su parte, nos informa de que Joaquín Sabina y Arturo Pérez-Reverte son como “dos cuates explorándose a tragos lentos y como sentados en el Salón Tenampa, México, Distrito Federal”.
Sin embargo, lo más habitual es que después de apurar su trago el Hombre se dedique a observar, a rememorar o a pensar en algo, preferentemente en algún “desamparo” (¡cómo no!) o en algún “desengaño amoroso”. Y aquí es donde nos vemos obligados a empezar a hablar de novias, porque en el universo cipotudo las mujeres, las copas y las resacas están íntimamente unidas, como se nos recuerda en este intercambio lleno de frescura:
Antonio Lucas: ¿Cuántas te han dejado esta semana?
Manuel Jabois: ¿Botellas o mujeres?
(“Diálogo de Manuel Jabois, Antonio Lucas y Arturo Pérez-Reverte”. Congreso iRedes. Youtube. Vídeo, 2016)
Aunque Juan Tallón afirma en su blog que él también tuvo hace cinco o seis años “una novia efímera en Vigo”, la autoridad de referencia en este asunto de los ligues y las borracheras es Manuel Jabois, que lo ha convertido en uno de los ejes narrativos de sus columnas (al menos hasta que se convirtió en analista político). En “Prescripción fuckultativa”, por ejemplo, nos invita con sanísima desenvoltura a entrar en su alcoba. Allí tenemos la suerte de asistir a uno de sus bestiales orgasmos. Primero, sin embargo, se nos ofrecen algunos detalles sobre la Ceremonia del Gran Ensamblaje:
“Traté de mover lentamente mi cuerpo hacia el otro, desplazándolo como una nave que se vaya a acoplar a la Estación Espacial Internacional, y una vez culminada la empresa se desató una espiral de locura y depravación que nos llevó a golpes por todos los rincones de la casa hasta acabar en la cama”.
Cuando apenas nos hemos repuesto de nuestra sorpresa al descubrir que el cuerpo del narrador debe moverse hacia el de la otra persona para mantener relaciones sexuales, tiene lugar por fin el Gran Bramido que, naturalmente, se nos revela entre un montón de divertidos símiles:
“En aquella necesidad de fagocitar a mi amante como Khal Drogo, vi anunciarse el orgasmo a trechos devastadores, comiendo kilómetros a zancadas, avecinándose como un quejido de la Tierra. Y así fue como de pronto, entre bufidos grotescos, me sobrevino al cerebro un dolor violento que me desplomó sobre las sábanas”.
La fuerza que irradia Jabois es tal que incluso las glosas que le dedican otros están escritas en el mismo estilo cipotudo que él practica. De Jabois se ha dicho, sin ir más lejos, que cuando se sienta parece un “cíclope atrapado en una sillita de jardín de infancia” y que tiene “unos incisivos separados con los que podría abrir una caja entera de botellines” Es más: cuando habla “esparce largos charcos de silencio en los que arroja palabras” y “lo hace con la falta de puntería de quien alimenta peces invisibles” (Karina Sáinz Borgo. “Manuel Jabois: «Soy un gran explotador de mis pocos recursos». Zenda, 5 de junio de 2016). ¿Se acuerdan de lo que antes decíamos sobre estilos y linajes literarios? He aquí un buen ejemplo de cómo pueden usarse los recursos estilísticos para asociarse a una determinada tradición.
2.- MACHOS SÍ, PERO SENSIBLES: DEL ÉXTASIS LÍRICO AL ZARPAZO COLOQUIAL
El autor que practica el estilo cipotudo vive a caballo entre la taberna y la biblioteca —o, mejor, la librería de lance—. Para dejarnos a todos clara esta doble pertenencia, se ha desarrollado un astuto mecanismo expresivo que consiste, como también ha señalado Luis Magrinyà, en combinar viriles coloquialismos con una pirotecnia lírica ensordecedora. Veamos un ejemplo extraído del perfil de Leonard Cohen que Antonio Lucas elaboró para el diario El Mundo hace unos días.
“Es uno de esos hombres que no necesitan cambiar la voz de sitio para decir algo que aún alivia a los felices y a los jodidos. Sabe decir el mundo con el cansancio justo, con el callar helado que su estupor necesita (…) Desde la escritura que maneja es posible considerar mejor el patrón oro de algunos desamparos, de ciertas extrañezas (…) de anchas averías”.
En pocos sitios podemos ver con más claridad ese batiburrillo de cursilería y vigor —esa mezcla de seres jodidos, callares helados, patrones oro del desamparo y anchas averías—, que constituye la viga maestra del edificio retórico cipotudo. El mismo Lucas, a quien su compañera Carmen Rigalt describió con toda justicia como “un prestidigitador de la palabra”, ha señalado que no se fía de quienes “hacen juegos de manos con palabras” porque “siempre esconden algo”. Me parece una advertencia valiosa y animo a todos los lectores a seguirla.
Otra pieza de importancia a este respecto es el agudo estudio psicológico que Jorge Bustos dedicó a Andreas Lubitz, el copiloto alemán que estrelló un avión en marzo de 2015 para vengarse de un desengaño amoroso. “No todos”, nos cuenta escandalizado el periodista, “nos llevamos a 149 humanos con nosotros porque ella se fue y nos escuece el corazoncito, carajo”. Tras esta reflexión llena de sentimiento, tiene lugar el éxtasis lírico, gracias al cual aprendemos que la psique de Lubitz es, entre otras cosas increíbles, “el “halógeno interior de un destino implacable donde no cabe la zozobra de la conciencia”.
Pero a Bustos parece no bastarle con esta papilla de poesía y coloquialismo para expresar la enormidad del suceso que está contando, y decide incorporar como picante innovación un monólogo interior. El lector puede acceder así a la conciencia del perturbado Lubitz. Vean lo que se encuentra allí:
"Por qué tuviste que hacerlo, si yo te quería. Qué hermosos son Los Alpes desde tan cerca. En ese pueblecito podríamos pasar nuestro próximo invierno juntos, esquiando. (…) Así, así, bajamos trazando una línea tan perfecta. Los del control no saben nada, qué lástima de burócratas que renuncian a volar, volar libre, tan alto. Pero no creas que por eso te olvidaré. Iré a tu encuentro. O quizá ya no (…) El aire es un túnel pero se acerca la luz. ¡Luz, más luz! ¡Aquí viene!"
Decía Kingsley Amis que el problema de las novelas protagonizadas por extraterrestres superinteligentes es que estos nunca pueden serlo más que su autor. Con el monólogo interior pasa un poco lo mismo: pone de manifiesto con demasiada claridad lo reducido que es a veces el universo que habita un narrador. Por eso es un recurso que conviene usar con mucha prudencia, especialmente cuando se escribe un periódico.
Podríamos hablar ahora del “tic metaficcional” como tercer rasgo del estilo cipotudo, pero creo que el lector ya ha recibido suficientes sobresaltos. No conviene exponerlo también a la larga lista de referencia literarias (Hemingway, Fitzgerald, Conrad…) con las que nuestros nuevos estilistas intenta construir un parnasillo privado dentro del cual se incluyen. Pero no me gustaría acabar sin transmitir algún mensaje edificante. Algo que resuma bien lo que hemos querido decir aquí a propósito de los estilos y lo literario como cliché. Así que aquí tienen esta última advertencia en forma de cita: “Si ves escrito algo muy preciosista, seguramente sea porque tampoco tengo muchas cosas que contar” (Manuel Jabois). Apréndansela bien.
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Requexu escribió:Cosmopolitas y cosmopaletos
Viendo estos días fotos de Miguel Delibes me llamó la atención una en la que salen Delibes y Josep Pla charlando, de pie, en mitad de ninguna parte, como si acabaran de encontrarse en un camino y se hubieran parado a echar un pitillo y hablar del tiempo.
Me convencí de que la única manera de protegerse es hacerse el paleto. Un poco o lo más posible.
Ahí están, en la foto, dos de los españoles mejor informados y más sabios, pero cómo disimulan, qué zorros.
Con su boina y su tabaco de liar, mirando de vez en cuando al horizonte como si quisieran averiguar, por la forma de las nubes, qué tiempo va a hacer mañana.
Parapetan su inteligencia tras una pantalla de astucia pueblerina. Disimulan su independencia como si no fuera más que cazurrería. Esconden su ironía bajo la apariencia de retranca aldeana.
Están a salvo.
Frente a la foto de estos dos, imagínate una foto parecida de los muy cosmopolitas y elegantes Pérez Reverte y Javier Marías, comentando sus viajes, lecturas y aventuras “por todo lo largo y ancho de este mundo“, como decía el capitán Tan cuando quería impresionar a Valentina y a Locomotoro.
Cuando Marías le hablaba de Oxford y de Venecia y Pérez Reverte le decía con voz cavernosa: ¡Yo he cagado sangre en Eritrea!, el gran Locomotoro, con su boina calada, también se hacía el paleto, fingía asombro y decía:
-Mira, mira, ¡se me mueven los mofletes!
O imagina una foto de Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, quejándose con amargura, nada más volver de la capital, Nueva York, de que “en España” se habla en voz demasiado alta o que “en este país” no sabemos escuchar ni distinguimos matices.
O figúrate otra foto, de Fernández Mallo y Ray Loriga, comentando un plano del metro de Nueva York o contemplando absortos un mapa de carreteras Rand McNally, como si fueran a recibir una revelación de gran valor procedente de la I-95.
¿Te lo imaginas?
Para mear y no echar gota.
Ahora mira otra vez esa foto de los dos paletos, Delibes y Pla, de pie, hablando del tiempo y a punto de irse a tomar un vino, tan campantes.
¿Quiénes son los papanatas de campeonato?
Estoy convencido: hay que ser lo más paleto posible, es la única manera de protegerse de estos tristes tiempos.
No quisiera incurrir en el (manoseado) topos del “menosprecio de corte y alabanza de aldea“. No es eso. Se puede ser un cateto total, un paleto sin remedio, en pleno centro de Madrid.
Ejemplo: yo mismo.
Cada vez más paleto, para intentar al menos salvar los muebles de mi inteligencia y mi sensibilidad, tan devastadas de tanto correr mundo.
Ahora estoy aquí, en Piles, con Anusca.
Trabajo (lo que yo llamo trabajar), como siempre, de cinco de la mañana a mediodía. A las doce nos vamos a la compra. Como ni Anusca ni yo conducimos, vamos en bici, con mochilas, por esos caminales entre huertos de naranjos.
Comemos y, después de la santa siesta, enredamos un poco.
A veces viene mi vecino Vincent y se pone a la guitarra a tocar algo de los Eagles. Luego me pone un CD de Bach.
-¿Lo ves? Son las mismas siete notas, es una recreación.
-Verlo puede que lo vea, pero oír, lo que se dice oír, no oigo nada. Vince, yo no tengo oído.
-Otra vez.
Y así hasta que me rindo:
-Vale, lo veo -le digo, por no discutir y porque mi vecino inglés vive aquí todo el año, como un Robert Graves, a salvo, haciéndose el paleto y cocinando con demasiado curry, así que seguro que tiene más razón que yo.
Luego nos vamos Anusca y yo, con cuadernos y libros, a tomar algo. Leemos (Nunca más está leyendo Anusca, que se la regaló el autor, el amigo Carlo Frabetti; yo, a Shakespeare), bebemos (horchata y whisky), hacemos dibujos, jugamos (con Barbies o al ajedrez) y a veces nos pedimos una de tellinas en el Gloriamar. O un segundo whisky en la horchatería.
Así pasamos los días.
Por la noche, después de cenar, cada uno cogemos nuestra onza de chocolate (con leche y avellanas, Anusca; 85% de cacao, yo) para tomárnoslo en la cama, que es lo que más nos gusta del día: apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos mientras el chocolate se derrite en la boca.
De habitación a habitación nos decimos:
-¡Que sueñes chucherías!
Así de paletos somos.
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Pérez Reverte es extremadamente cansino. A día de hoy, cualquier flatulencia que tenga a bien redactar o declarar la pongo a la altura de un nuevo disco de U2 o AC/DC, y me suscita el mismo interés...
Eloy- Mensajes : 85505
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:Requexu escribió:Cosmopolitas y cosmopaletos
Viendo estos días fotos de Miguel Delibes me llamó la atención una en la que salen Delibes y Josep Pla charlando, de pie, en mitad de ninguna parte, como si acabaran de encontrarse en un camino y se hubieran parado a echar un pitillo y hablar del tiempo.
Me convencí de que la única manera de protegerse es hacerse el paleto. Un poco o lo más posible.
Ahí están, en la foto, dos de los españoles mejor informados y más sabios, pero cómo disimulan, qué zorros.
Con su boina y su tabaco de liar, mirando de vez en cuando al horizonte como si quisieran averiguar, por la forma de las nubes, qué tiempo va a hacer mañana.
Parapetan su inteligencia tras una pantalla de astucia pueblerina. Disimulan su independencia como si no fuera más que cazurrería. Esconden su ironía bajo la apariencia de retranca aldeana.
Están a salvo.
Frente a la foto de estos dos, imagínate una foto parecida de los muy cosmopolitas y elegantes Pérez Reverte y Javier Marías, comentando sus viajes, lecturas y aventuras “por todo lo largo y ancho de este mundo“, como decía el capitán Tan cuando quería impresionar a Valentina y a Locomotoro.
Cuando Marías le hablaba de Oxford y de Venecia y Pérez Reverte le decía con voz cavernosa: ¡Yo he cagado sangre en Eritrea!, el gran Locomotoro, con su boina calada, también se hacía el paleto, fingía asombro y decía:
-Mira, mira, ¡se me mueven los mofletes!
O imagina una foto de Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, quejándose con amargura, nada más volver de la capital, Nueva York, de que “en España” se habla en voz demasiado alta o que “en este país” no sabemos escuchar ni distinguimos matices.
O figúrate otra foto, de Fernández Mallo y Ray Loriga, comentando un plano del metro de Nueva York o contemplando absortos un mapa de carreteras Rand McNally, como si fueran a recibir una revelación de gran valor procedente de la I-95.
¿Te lo imaginas?
Para mear y no echar gota.
Ahora mira otra vez esa foto de los dos paletos, Delibes y Pla, de pie, hablando del tiempo y a punto de irse a tomar un vino, tan campantes.
¿Quiénes son los papanatas de campeonato?
Estoy convencido: hay que ser lo más paleto posible, es la única manera de protegerse de estos tristes tiempos.
No quisiera incurrir en el (manoseado) topos del “menosprecio de corte y alabanza de aldea“. No es eso. Se puede ser un cateto total, un paleto sin remedio, en pleno centro de Madrid.
Ejemplo: yo mismo.
Cada vez más paleto, para intentar al menos salvar los muebles de mi inteligencia y mi sensibilidad, tan devastadas de tanto correr mundo.
Ahora estoy aquí, en Piles, con Anusca.
Trabajo (lo que yo llamo trabajar), como siempre, de cinco de la mañana a mediodía. A las doce nos vamos a la compra. Como ni Anusca ni yo conducimos, vamos en bici, con mochilas, por esos caminales entre huertos de naranjos.
Comemos y, después de la santa siesta, enredamos un poco.
A veces viene mi vecino Vincent y se pone a la guitarra a tocar algo de los Eagles. Luego me pone un CD de Bach.
-¿Lo ves? Son las mismas siete notas, es una recreación.
-Verlo puede que lo vea, pero oír, lo que se dice oír, no oigo nada. Vince, yo no tengo oído.
-Otra vez.
Y así hasta que me rindo:
-Vale, lo veo -le digo, por no discutir y porque mi vecino inglés vive aquí todo el año, como un Robert Graves, a salvo, haciéndose el paleto y cocinando con demasiado curry, así que seguro que tiene más razón que yo.
Luego nos vamos Anusca y yo, con cuadernos y libros, a tomar algo. Leemos (Nunca más está leyendo Anusca, que se la regaló el autor, el amigo Carlo Frabetti; yo, a Shakespeare), bebemos (horchata y whisky), hacemos dibujos, jugamos (con Barbies o al ajedrez) y a veces nos pedimos una de tellinas en el Gloriamar. O un segundo whisky en la horchatería.
Así pasamos los días.
Por la noche, después de cenar, cada uno cogemos nuestra onza de chocolate (con leche y avellanas, Anusca; 85% de cacao, yo) para tomárnoslo en la cama, que es lo que más nos gusta del día: apoyar la cabeza en la almohada y cerrar los ojos mientras el chocolate se derrite en la boca.
De habitación a habitación nos decimos:
-¡Que sueñes chucherías!
Así de paletos somos.
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
sus libros me parecen malos ( sólo me gustó 'El maestro de Esgrima', y lo intenté varias veces con otros títulos hace años, ahora ni se me ocurre )se nota a la legua qe escribe con vistas a qe se filme luego..
kerrang- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 14/10/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
La saga del Capitán Alatriste mola mucho
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
“el “halógeno interior de un destino implacable donde no cabe la zozobra de la conciencia”.
Llevo media hora partiéndome de risa con ésto, pero vamos a ver
Halógeno interior
Llevo media hora partiéndome de risa con ésto, pero vamos a ver
Halógeno interior
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:La saga del Capitán Alatriste mola mucho
Tiene otros libros disfrutables, y él me cae muy bien a pesar de sus excesos. De alguien detestado tanto desde la derechona rancia como de la progresía piruletera, solo puedo ser fan. Es entrañable.
Bokor- Mensajes : 17681
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Bokor escribió:Balachina escribió:La saga del Capitán Alatriste mola mucho
Tiene otros libros disfrutables, y él me cae muy bien a pesar de sus excesos. De alguien detestado tanto desde la derechona rancia como de la progresía piruletera, solo puedo ser fan. Es entrañable.
Ruyter- Mensajes : 1622
Fecha de inscripción : 18/02/2014
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
A mí me parece un mediocre que disfraza su mediocridad a base de insultos y chulería... hablo de su imagen como persona, como escritor sólo he leído La Piel del Tambor y me pareció divertida.
Koikila- Mensajes : 46209
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Travis Bickle- Mensajes : 13268
Fecha de inscripción : 08/05/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
lo que ya cansa es la palabra "cuñado" en plan despectivo hacia la gente que no piensa como uno
N.W.- Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 05/10/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Koikila escribió:A mí me parece un mediocre que disfraza su mediocridad a base de insultos y chulería... hablo de su imagen como persona, como escritor sólo he leído La Piel del Tambor y me pareció divertida.
Siceramente, a Reverte se le puede calificar de muchas maneras y muchas de ellas no son precisamente buenas pero seguro seguro que mediocre no sería una de ellas ni de cerca...
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:La saga del Capitán Alatriste mola mucho
no desconfío de tu criterio, pero es qe se me qitaron las ganas.. no me provoca a nivel literario
tb recuerdo un documental sobre reporteros de guerra, eqipos enteros.. cámaras y demás. al final iban preguntando a cada uno con qien habían tenido la mejor experiencia y la mayoría hablaba de Miguel de la Quadra Salcedo como un tipo 10, y a Reverte nadie lo mencionó en absoluto, y eso qe también aparecía por allí. Me pareció significativo, todos valoraban mucho experiencias en el plano humano, por encima de lo profesional qe se fuese..
personalmente me parece bien qe esté ahí, y qe se exprese el hombre a lo largo y ancho, pero no sé, en el fondo.. no sé, tiene algo qe me chirría
kerrang- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 14/10/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
N.W. escribió:lo que ya cansa es la palabra "cuñado" en plan despectivo hacia la gente que no piensa como uno
Es que el cuñadismo es el gran cancer en este pais.
Es lo peor que puedes decirle a alguien.
boro- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 13/11/2011
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:Koikila escribió:A mí me parece un mediocre que disfraza su mediocridad a base de insultos y chulería... hablo de su imagen como persona, como escritor sólo he leído La Piel del Tambor y me pareció divertida.
Siceramente, a Reverte se le puede calificar de muchas maneras y muchas de ellas no son precisamente buenas pero seguro seguro que mediocre no sería una de ellas ni de cerca...
pues yo estoy bastante de acuerdo con Koikila
Woody- Mensajes : 45248
Fecha de inscripción : 06/03/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Pues me está gustando la entrevista de La sexta.
thunderpussy- Mensajes : 28167
Fecha de inscripción : 26/03/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Woody101 escribió:Balachina escribió:Koikila escribió:A mí me parece un mediocre que disfraza su mediocridad a base de insultos y chulería... hablo de su imagen como persona, como escritor sólo he leído La Piel del Tambor y me pareció divertida.
Siceramente, a Reverte se le puede calificar de muchas maneras y muchas de ellas no son precisamente buenas pero seguro seguro que mediocre no sería una de ellas ni de cerca...
pues yo estoy bastante de acuerdo con Koikila
Y yo con Balachina. Ya podemos echar un mus.
Bokor- Mensajes : 17681
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Bokor escribió:Woody101 escribió:Balachina escribió:Koikila escribió:A mí me parece un mediocre que disfraza su mediocridad a base de insultos y chulería... hablo de su imagen como persona, como escritor sólo he leído La Piel del Tambor y me pareció divertida.
Siceramente, a Reverte se le puede calificar de muchas maneras y muchas de ellas no son precisamente buenas pero seguro seguro que mediocre no sería una de ellas ni de cerca...
pues yo estoy bastante de acuerdo con Koikila
Y yo con Balachina. Ya podemos echar un mus.
Hecho
Woody- Mensajes : 45248
Fecha de inscripción : 06/03/2016
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Está claro que el tío no pasa inadvertido.
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
N.W. escribió:lo que ya cansa es la palabra "cuñado" en plan despectivo hacia la gente que no piensa como uno
Es que la gente ha acabado utilizando mal ese maravilloso apelativo.
Un "cuñao" es aquella persona que quiere aparentar dominar uno (o varios) temas, y cuya única fuente de información es la que le proporciona otro "cuñao" con aterioridad.
Enric67- Mensajes : 39068
Fecha de inscripción : 23/12/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
A mi me gusta. Con ganas de que sea lunes para comprar su ultimo libro
k7- Mensajes : 6281
Fecha de inscripción : 02/04/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
A mi me parece un payaso.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
Ashra- Mensajes : 20092
Fecha de inscripción : 27/06/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Requexu escribió:http://www.elespanol.com/cultura/libros/20161021/164863513_13.html
En la era de la prosa cipotuda
Íñigo F. Lomana
@percy_vaughan
21.10.2016
A lo largo de los últimos años, hemos visto cómo se ha ido desarrollando en nuestra prensa un estilo que amenaza con convertirse en canónico, si es que no lo ha hecho ya, y sobre el que tal vez resulte interesante hacer algunas observaciones. Me ha parecido oportuno acuñar el término prosa cipotuda para describirlo porque refleja bien dos de sus rasgos más sobresalientes: la virilidad y la rimbombancia. Para no dejar este análisis desprovisto de cierta precisión, querría comenzar haciendo un par de comentarios sobre el concepto de estilo.
Los estilos literarios, al contrario de lo que solemos pensar, están muy lejos de ser esos inocentes juegos combinatorios con los que dejamos marcas expresivas en un texto. Y no lo son por dos razones. En primer lugar, porque siempre delatan una ideología, sobre todo cuando, como en el caso que nos ocupa, se hace un uso tan generoso del lirismo, con las obligaciones de condensación conceptual que eso conlleva. En segundo, porque los estilos pueden servir también para poner de manifiesto la pertenencia a algún linaje literario o, cuando menos, la franca voluntad de ingresar en uno para disfrutar de las ventajas que pueda tener asociadas, ya sea en términos de prestigio o de visibilidad.
Alrededor de este estilo cipotudo se ha congregado un nutrido grupo de periodistas para el que también existe una divertida etiqueta: neocolumnismo de extremo centro. El término extremo centro hace referencia al mejunje de sentido común, costumbrismo arcaico y falsa despolitización con el que aderezan sus artículos y columnas. Por alguna razón, todos ellos creen que el espacio público está ocupado por una hermandad de moralistas macabros entre la que tienen que abrirse paso a codazos para proclamar las sencillas verdades de las que son portadores. Pretenden hacernos creer que, como señalaba Antonio Lucas en el congreso iRedes de este año, su equidistancia es una herramienta de insubordinación contra la dictadura de la moral. Este laissez-faire de baratillo es la lectura que el extremocentrismo ha hecho de eso que se ha dado en llamar el fin de las ideologías.
Aunque la poderosa influencia que el umbralismo ha ejercido sobre este grupo es evidente, no he querido entretenerme en trazar su genealogía. Lo que sí me he permitido hacer es una lista con algunos de los recursos más característicos del estilo cipotudo. En este conjunto de trucos retóricos, léxicos y semánticos está cifrada la escuálida concepción de lo literario con la que nuestros estilistas trabajan; una concepción que bien podría enunciarse en forma de ley de la siguiente manera: “si hay muchas metáforas, es poesía”. Obviamente, el listado de rasgos que sugiero no puede ser más que orientativo. Al lector le encomiendo la tarea de completarlo. Muchas de las ideas que componen el armazón conceptual de este texto proceden del libro Estilo rico, estilo pobre de Luis Magrinyà, con quien tengo una deuda que no me gustaría dejar sin reconocer.
Y ahora, sí: ¡acompáñenme! Les prometo todo tipo de prodigios. Habrá puñaladas hasta el mango, borrachos, suicidas, halógenos mentales y, por supuesto, mucho sexo. Especialmente de ese que prende como una mecha al primer trago.
1.- SEMÁNTICA DE LA MASCULINIDAD: NOVIAS, BARES Y TRINCHERAS
Lo que a continuación voy a analizar son manifestaciones de masculinismo, no de machismo. No crean que se trata de un detalle menor. Es habitual que los estilistas cipotudos insistan —a menudo de forma histérica— en que nada hay de machista en sus textos. Y en parte tienen razón. Muchos de ellos, de hecho, han defendido abiertamente la presencia de las mujeres en el mundo del toreo. Y estoy seguro de que todos reconocerían sin vergüenza que cuando leen un libro —esos objetos sagrados en torno a los cuales ejercen su sacerdocio— pueden llorar igual que “una peluquera de extrarradio”, como diría Joaquín Sabina. Es más: tanto él como don Arturo Pérez-Reverte coinciden con Aute en que las novelas, como las canciones, hay que dirigirlas un poco al “coño de las mujeres”. (Véase el vídeo de la entrevista “Arturo Pérez-Reverte y Joaquín Sabina, a la lumbre de un tequila” El Mundo. Web. 2016). Sensibilidad femenina, como ven, no falta.
Podría decirse que el propósito de su masculinismo es más pedagógico que polémico, ya que el destinatario de sus diatribas no es tanto la mujer como el hombre. O, al menos, un tipo de hombre —esos “falsos delicados con cuello de piqué” de los que nos habló en una ocasión Antonio Lucas— que necesita ser espabilado, un poco como cuando en los pueblos de antaño se llevaba a Juanillo al bar de carretera para que se iniciara en la vida. Esa es, quizá, la razón por la que don Arturo Pérez-Reverte siente la necesidad de regalarle a su amigo Javier Marías una pistola en cada cumpleaños. Tal vez lo ve demasiado “británico”, “cortés” y “civilizado” y, como todos sabemos, nada hay mejor que sentir el frío metal de una Luger para endurecer cualquier sensibilidad. Así nos describe el académico-navegante la singular tradición que le une a Marías:
“Hace tiempo decidí equipar más a fondo esa zona de su vida, regalándole primero una bayoneta de Kalashnikov, luego el cuchillo de comando del SAS británico, y después el Bowie de los marines en la guerra del Pacífico. Los recibió formal y flemáticamente escandalizado, pero la satisfacción se traslucía en sus ojos y sonrisa”. (“Armando a Javier Marías”. El País, 24 de noviembre de 2014)
Hay que tener el corazón de hielo para no percibir la belleza de esta escena, aunque tampoco entendemos muy bien la razón por la que se considera de interés público.
De este mismo propósito pedagógico proceden, seguramente, la mayor parte de las metáforas militares e imágenes de violencia gratuita con las que nos encontramos en la prosa cipotuda. El cuartel es un espacio de educación masculina, igual que el bar, el club náutico y la redacción de un periódico de provincias (en la que, dicho sea de paso, siempre hay algún viejo zorro “vivo y cínico” que dice sabias perogrulladas, como en la mili). Por eso es importante que haya abundantes referencias al mundo castrense o a la peligrosidad de las armas. Así, para describir a alguien que habla con franqueza, se dice de él que ha “dejado todo dispuesto para una barricada” o que “las palabras no se le encasquillanfácilmente”. Juan Tallón, por otro lado, nos explica que una vez sintió el desengaño en un bar “muy adentro y muy caliente, como cuando te acuchillan de maravilla hasta el mango”. Un poco exagerado, ¿no? Tal vez tengamos que adentrarnos en la cargada atmósfera del bar —espacio esencial en el imaginario cipotudo— para ver si así descubrimos el porqué de tan salvajes puñaladas.
El poeta Robert Bly, principal figura del movimiento masculinista norteamericano, se quejaba de que los hombres de nuestros días ya no van a los bares para entrar en contacto con las potencias primitivas de la masculinidad. Ahora se congregan allí para “mantener conversaciones light ante una cerveza light”, de manera que todos los vínculos que establecen con otros machos “se rompen en cuanto una mujer joven entra o toca el ala del sombrero de cowboy de alguien”. Para evitar que esto ocurra, nuestros prosistas nos ofrecen desde sus artículos y columnas retratos vívidos de aquellos bares ancestrales y churretosos en los que “todos nos hemos dejado la piel”.
Lo primero que uno debe saber del bar es que, como nos recuerda Tallón, el mejor es “siempre el inesperado, ese bar mugriento que deja una huella profunda”: uno de esos en los que se sirven alcohol barato en copas sucias y en los que se busca refugio para huir de “un mundo que humea monóxidos malos”, como diría Antonio Lucas. Esto del alcoholismo, un tema que por alguna razón muchos consideran literario, ha dado lugar en nuestra prensa a un impresionante reguero de patochadas líricas acerca del número de copas de whisky que se tomó Dylan Thomas antes de morir, o sobre el espesor del charco de vómito en el que se ahogó Malcolm Lowry. Quizá sea el momento de pedir que se ponga fin a semejante tendencia. Más que nada porque hay otros temas también muy literarios (el herpes, la prostatitis, las escrófulas) sobre los que nuestros hombres de letras tienen guardar silencio para poder seguir escribiendo sobre sus resacas o sobre las cogorzas más monumentales de la historia literaria.
La segunda cosa que hay que saber de los bares es que allí no se beben copas, ni se hacen consumiciones, ni se piden bebidas: se apuran tragos. Esos tragos pueden ser “lentos” o “largos”, y durante el tiempo que se tarda en apurarlos pueden pasar cosas asombrosas. A un tal Aquilino, del que nos habla Manuel Jabois en “Aquilino, presente”, no se le ocurre nada mejor que ponerse a “inquirir” después de terminar “su trago largo de cerveza”. Antonio Lucas, por su parte, nos informa de que Joaquín Sabina y Arturo Pérez-Reverte son como “dos cuates explorándose a tragos lentos y como sentados en el Salón Tenampa, México, Distrito Federal”.
Sin embargo, lo más habitual es que después de apurar su trago el Hombre se dedique a observar, a rememorar o a pensar en algo, preferentemente en algún “desamparo” (¡cómo no!) o en algún “desengaño amoroso”. Y aquí es donde nos vemos obligados a empezar a hablar de novias, porque en el universo cipotudo las mujeres, las copas y las resacas están íntimamente unidas, como se nos recuerda en este intercambio lleno de frescura:
Antonio Lucas: ¿Cuántas te han dejado esta semana?
Manuel Jabois: ¿Botellas o mujeres?
(“Diálogo de Manuel Jabois, Antonio Lucas y Arturo Pérez-Reverte”. Congreso iRedes. Youtube. Vídeo, 2016)
Aunque Juan Tallón afirma en su blog que él también tuvo hace cinco o seis años “una novia efímera en Vigo”, la autoridad de referencia en este asunto de los ligues y las borracheras es Manuel Jabois, que lo ha convertido en uno de los ejes narrativos de sus columnas (al menos hasta que se convirtió en analista político). En “Prescripción fuckultativa”, por ejemplo, nos invita con sanísima desenvoltura a entrar en su alcoba. Allí tenemos la suerte de asistir a uno de sus bestiales orgasmos. Primero, sin embargo, se nos ofrecen algunos detalles sobre la Ceremonia del Gran Ensamblaje:
“Traté de mover lentamente mi cuerpo hacia el otro, desplazándolo como una nave que se vaya a acoplar a la Estación Espacial Internacional, y una vez culminada la empresa se desató una espiral de locura y depravación que nos llevó a golpes por todos los rincones de la casa hasta acabar en la cama”.
Cuando apenas nos hemos repuesto de nuestra sorpresa al descubrir que el cuerpo del narrador debe moverse hacia el de la otra persona para mantener relaciones sexuales, tiene lugar por fin el Gran Bramido que, naturalmente, se nos revela entre un montón de divertidos símiles:
“En aquella necesidad de fagocitar a mi amante como Khal Drogo, vi anunciarse el orgasmo a trechos devastadores, comiendo kilómetros a zancadas, avecinándose como un quejido de la Tierra. Y así fue como de pronto, entre bufidos grotescos, me sobrevino al cerebro un dolor violento que me desplomó sobre las sábanas”.
La fuerza que irradia Jabois es tal que incluso las glosas que le dedican otros están escritas en el mismo estilo cipotudo que él practica. De Jabois se ha dicho, sin ir más lejos, que cuando se sienta parece un “cíclope atrapado en una sillita de jardín de infancia” y que tiene “unos incisivos separados con los que podría abrir una caja entera de botellines” Es más: cuando habla “esparce largos charcos de silencio en los que arroja palabras” y “lo hace con la falta de puntería de quien alimenta peces invisibles” (Karina Sáinz Borgo. “Manuel Jabois: «Soy un gran explotador de mis pocos recursos». Zenda, 5 de junio de 2016). ¿Se acuerdan de lo que antes decíamos sobre estilos y linajes literarios? He aquí un buen ejemplo de cómo pueden usarse los recursos estilísticos para asociarse a una determinada tradición.
2.- MACHOS SÍ, PERO SENSIBLES: DEL ÉXTASIS LÍRICO AL ZARPAZO COLOQUIAL
El autor que practica el estilo cipotudo vive a caballo entre la taberna y la biblioteca —o, mejor, la librería de lance—. Para dejarnos a todos clara esta doble pertenencia, se ha desarrollado un astuto mecanismo expresivo que consiste, como también ha señalado Luis Magrinyà, en combinar viriles coloquialismos con una pirotecnia lírica ensordecedora. Veamos un ejemplo extraído del perfil de Leonard Cohen que Antonio Lucas elaboró para el diario El Mundo hace unos días.
“Es uno de esos hombres que no necesitan cambiar la voz de sitio para decir algo que aún alivia a los felices y a los jodidos. Sabe decir el mundo con el cansancio justo, con el callar helado que su estupor necesita (…) Desde la escritura que maneja es posible considerar mejor el patrón oro de algunos desamparos, de ciertas extrañezas (…) de anchas averías”.
En pocos sitios podemos ver con más claridad ese batiburrillo de cursilería y vigor —esa mezcla de seres jodidos, callares helados, patrones oro del desamparo y anchas averías—, que constituye la viga maestra del edificio retórico cipotudo. El mismo Lucas, a quien su compañera Carmen Rigalt describió con toda justicia como “un prestidigitador de la palabra”, ha señalado que no se fía de quienes “hacen juegos de manos con palabras” porque “siempre esconden algo”. Me parece una advertencia valiosa y animo a todos los lectores a seguirla.
Otra pieza de importancia a este respecto es el agudo estudio psicológico que Jorge Bustos dedicó a Andreas Lubitz, el copiloto alemán que estrelló un avión en marzo de 2015 para vengarse de un desengaño amoroso. “No todos”, nos cuenta escandalizado el periodista, “nos llevamos a 149 humanos con nosotros porque ella se fue y nos escuece el corazoncito, carajo”. Tras esta reflexión llena de sentimiento, tiene lugar el éxtasis lírico, gracias al cual aprendemos que la psique de Lubitz es, entre otras cosas increíbles, “el “halógeno interior de un destino implacable donde no cabe la zozobra de la conciencia”.
Pero a Bustos parece no bastarle con esta papilla de poesía y coloquialismo para expresar la enormidad del suceso que está contando, y decide incorporar como picante innovación un monólogo interior. El lector puede acceder así a la conciencia del perturbado Lubitz. Vean lo que se encuentra allí:
"Por qué tuviste que hacerlo, si yo te quería. Qué hermosos son Los Alpes desde tan cerca. En ese pueblecito podríamos pasar nuestro próximo invierno juntos, esquiando. (…) Así, así, bajamos trazando una línea tan perfecta. Los del control no saben nada, qué lástima de burócratas que renuncian a volar, volar libre, tan alto. Pero no creas que por eso te olvidaré. Iré a tu encuentro. O quizá ya no (…) El aire es un túnel pero se acerca la luz. ¡Luz, más luz! ¡Aquí viene!"
Decía Kingsley Amis que el problema de las novelas protagonizadas por extraterrestres superinteligentes es que estos nunca pueden serlo más que su autor. Con el monólogo interior pasa un poco lo mismo: pone de manifiesto con demasiada claridad lo reducido que es a veces el universo que habita un narrador. Por eso es un recurso que conviene usar con mucha prudencia, especialmente cuando se escribe un periódico.
Podríamos hablar ahora del “tic metaficcional” como tercer rasgo del estilo cipotudo, pero creo que el lector ya ha recibido suficientes sobresaltos. No conviene exponerlo también a la larga lista de referencia literarias (Hemingway, Fitzgerald, Conrad…) con las que nuestros nuevos estilistas intenta construir un parnasillo privado dentro del cual se incluyen. Pero no me gustaría acabar sin transmitir algún mensaje edificante. Algo que resuma bien lo que hemos querido decir aquí a propósito de los estilos y lo literario como cliché. Así que aquí tienen esta última advertencia en forma de cita: “Si ves escrito algo muy preciosista, seguramente sea porque tampoco tengo muchas cosas que contar” (Manuel Jabois). Apréndansela bien.
Me he reído mucho leyendo esto.
Pier- Mensajes : 26146
Fecha de inscripción : 03/03/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Ashra escribió:A mi me parece un payaso.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
También puedes argumentar si eso...
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:Ashra escribió:A mi me parece un payaso.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
También puedes argumentar si eso...
Si te llaman hijo de puta repetidas veces, y no fruto de un calentón ocasional, sueltas una ostia, sino son dos.
Eso es lo que ese señor hacía en ese artículo, y en muchos otros sobre el tema que he mencionado. Mentir, manipular e insultar, desde una pretendida superioridad moral e intelectual. Llamando hijos de puta a los padres que envían a sus hijos a las ikastolas, fábricas de terroristas, según el. Eso si que son argumentos.
Ashra- Mensajes : 20092
Fecha de inscripción : 27/06/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Ashra escribió:Balachina escribió:Ashra escribió:A mi me parece un payaso.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
También puedes argumentar si eso...
Si te llaman hijo de puta repetidas veces, y no fruto de un calentón ocasional, sueltas una ostia, sino son dos.
Eso es lo que ese señor hacía en ese artículo, y en muchos otros sobre el tema que he mencionado. Mentir, manipular e insultar, desde una pretendida superioridad moral e intelectual. Llamando hijos de puta a los padres que envían a sus hijos a las ikastolas, fábricas de terroristas, según el. Eso si que son argumentos.
Joder
Y cuál es ese artículo???
Balachina- Mensajes : 23891
Fecha de inscripción : 23/08/2012
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Balachina escribió:Ashra escribió:Balachina escribió:Ashra escribió:A mi me parece un payaso.
Lo poco suyo que he leído sobre historia (no me refiero a sus novelas) me parece una basura.
Y cada vez que recuerdo artículos suyos sobre el conflicto vasco se me revuelven las tripas. Particularmente un vomitivo artículo (panfleto, más bien) acerca de las ikastolas por el cual gustosamente le cruzaría la cara.
También puedes argumentar si eso...
Si te llaman hijo de puta repetidas veces, y no fruto de un calentón ocasional, sueltas una ostia, sino son dos.
Eso es lo que ese señor hacía en ese artículo, y en muchos otros sobre el tema que he mencionado. Mentir, manipular e insultar, desde una pretendida superioridad moral e intelectual. Llamando hijos de puta a los padres que envían a sus hijos a las ikastolas, fábricas de terroristas, según el. Eso si que son argumentos.
Joder
Y cuál es ese artículo???
Creo recordar que salió en un suplemento dominical en el que solía escribir, aunque no estoy muy seguro. Sería a finales de los 90.
Ashra- Mensajes : 20092
Fecha de inscripción : 27/06/2010
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
¿Puede ser este?
http://arturoperez-reverte.blogspot.com.es/2010/11/la-forja-de-un-gudari.html
http://arturoperez-reverte.blogspot.com.es/2010/11/la-forja-de-un-gudari.html
Última edición por Bokor el Dom 23 Oct 2016 - 18:51, editado 1 vez
Bokor- Mensajes : 17681
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
a mi me mediocre me parece un adjetivo muy optimista para describir a este hombre...
morley- Mensajes : 34245
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Curiosamente, viene en una recopilación de sus artículos de opinión llamada "Con ánimo de ofender"
Bokor- Mensajes : 17681
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Pérez Reverte, el Chuck Norris español
Bokor escribió:¿Puede ser este?
http://arturoperez-reverte.blogspot.com.es/2010/11/la-forja-de-un-gudari.html
La línea argumental es la misma pero yo recuerdo palabras y frases de tono más grueso.
Ashra- Mensajes : 20092
Fecha de inscripción : 27/06/2010
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