¿TENÉIS PRESENTE LA MUERTE?

Siempre recordaré cuando murió mi.abuelo, yo se lo conté a mi hermana pequeña, y me contesto, asustada: "pero no pasa nada, no?
Aun me dan escalofrios😕

bueno..... yo ya me maté una vez.
me despeñé en pirineo 60 metros en un barranco.
rescate helicptero, silla ruedas, meses de postración, rehabilitación....
eso marca y no se olvida.

se q estoy en segundas oportunidades.
mis amigos dicen q soy mucho mas activo ahora, q no pierdo un plan sea musical familiar...
soy más entuisiasta y proactivo.
sí! la muerte la tengo muy presente.

paul alain frinlaif escribió:bueno..... yo ya me maté una vez.
me despeñé en pirineo 60 metros en un barranco.
rescate helicptero, silla ruedas, meses de postración, rehabilitación....
eso marca y no se olvida.

se q estoy en segundas oportunidades.
mis amigos dicen q soy mucho mas activo ahora, q no pierdo un plan sea musical familiar...
soy más entuisiasta y proactivo.
sí! la muerte la tengo muy presente.

De vez en cuando es bueno un susto de este tipo para:

a) valorar más la vida y disfrutar más
b) ser más prudente

A mi me pasó con una moto siendo zagal. Hostión del 15, sin casco, y en coma 4 días. Estuve apuntito, pero al volver me di cuenta de que hay que ser prudente en la carretera, eso me salvó, porque era un jodido loco kamikaze de mierda

jojomojo escribió:

thunderpussy escribió:

bruzz escribió:Más que a la muerte le temo al sufrimiento, al dolor, al saber que te queda poco, a ver que la gente a tu alrededor sufre por tí.

A la muerte ajena no le temo, ya no tanto, al dolor que te queda... pero de nuevo ver sufrir a alguien que quieres, su lucha, la agónica espera del fin.

ver apagarse y sufrir a alguien cercano, me toca de cerca este año...

Animo.
Estoy en ello tambien xx

Mucho ánimo a los dos

Sé lo que es eso, y más si es muy cercano.... mucho... Es durísimo

Ánimo!!!

Yo estoy pasando de temer mi muerte a temer a la muerte de los demás. Supongo que será un paso de madurez bastante lógico. De mi muerte solo temo el sufrir (enfermedad crónica, cáncer, cardiopatías...).

Yo la tengo presente, y de un tiempo a esta parte, ella y sus derivadas se están convirtiendo en un elemento central de mi pensamiento. Me obsesiona la muerte vital y la muerte de las cosas.

Recuerdo cómo, la primera vez que vi, hace ya como 10 años, al cachorro que hoy en día es mi perro, yo iba pensando mientras subía las escaleras volviendo del colegio en lo que sentiría cuando se muriera, en lo mal que lo pasaría por un animal que en esos momentos ni siquiera conocía. Recuerdo también cuando tenía yo como diez u once años y se murió la madre de un amigo mío, estar en mi habitación cuando me lo dijeron y pasarme casi toda esa tarde mirando el techo con la absoluta y novedosa consciencia de que en la vida ocurrían cosas malas de verdad; y desde ese momento lo tengo muy presente y sé que la tragedia simplemente ocurre sin esperarlo, así que siempre intento salir de casa o acabar el día con todo atado y bien atado, y que la gente a la que quiero lo sepa y no tenga ninguna duda de nada. Pienso habitualmente en cuándo se morirán mis abuelos, en cuando lo harán mis padres, qué sentiré, cómo puedo empezar a digerirlo ahora para que el golpe no sea tan fuerte cuando tenga que ser. Mi propia muerte no me preocupa, soy plenamente consciente de que un día me moriré porque la lógica empirista aquí no funciona, pero es algo que me planteo cómo tan lejano que no entra en mi horizonte de sucesos y lo percibo casi como algo irreal.

Pero sobre todo me obsesiona el final de las cosas, su muerte. Siempre he creído que el momento en que empiezas a perder a alguien es el preciso instante en que empiezas a quererlo. Hablo de amigos, parejas. En cuanto tengo una relación intensa con alguien y empieza a importarme, en mi cabeza brota un reloj que camina hacia atrás y que marca el tiempo que queda hasta que se muera la relación y lo que sentimos y yo muera para él o ella y ella o él para mí. Todo se muere, es inevitable. Aunque lleves años con tu pareja, el amor que tenías al principio se muere y nace otro, se transforma, pero no permanece, nada permanece, y eso es algo que no me cuesta admitir pero sí me cuesta asumir porque siempre me he considerado un animal de certezas.
Cuando conozco a alguien, cuando empiezo a tener una relación con ese alguien, del carácter que sea, si intuyo que va a importarme, un resorte salta en mi cabeza y me empuja a irme lo más lejos posible. Pero es por el sencillo motivo de que sé que me importará, sé que esa relación morirá porque todo se muere, y sé que me dolerá. Es todo una concatenación de sucesos inalterable. Y una vez  que estoy ya atrapado porque no he tenido el coraje suficiente para separarme de esa relación, no dejo de escuchar el tictác del reloj que camina hacia atrás, y ya no sé si soy yo, que obsesionado con el final de todo, lo acabo precipitando, o es el final el que llega solo sin mi intervención.

En realidad sí creo que hay algo que no se muere, y es el poso que deja la propia muerte: el recuerdo. Eso es lo único que permanece porque precisamente nace del desvanecimiento de todo lo demás. Mi querido Kierkegaard dijo que la vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero ha de ser vivida hacia delante. El recuerdo es la guía que tendrás en el futuro para entenderte, y para ser entendido. Me preocupa el poso que dejo en los demás, cómo me recordarán, qué seré para ellos en cómputo global cuando hagan cuentas al final de su vida. Yo tengo solo 22 años pero creo firmemente que tengo dos personas grabadas en mi cabeza in saecula saeculorum. Evidentemente, no digo que del resto del universo no me acuerde, pero si tuviera que apostar mi dinero a un valor seguro, lo haría a que cuanto tenga 150 años, recordaré a esas dos personas vívidamente, en diferentes situaciones. También sé que esto es lo que digo y siento ahora, pero sé también que el tiempo relativizará esos recuerdos y lo que yo considero ahora dos personas capitales en mi vida, pueden acabar siendo simplemente dos actores secundarios o incluso dos figurantes. La cuestión es: cómo me recordará a mí el mundo. Yo sé la persona que soy y y la persona que seré, pero no quién habré sido para los demás. Eso consume bastante de mi tiempo, cómo me recordará el resto y con cuanta potencia. No hablo del mundo como si quisiera ser una superestrella, sino que me refiero a la gente con la que coincido en la vida. Cómo de importante habré sido para ellos, si mencionarán mi nombre cuando escriban mentalmente su autobiografía o le cuenten su vida a alguien, si me omitirán o si me dedicarán un párrafo o dos.

Es eso, el paso del tiempo, la muerte de todo, y su  posterior poso, lo que más tengo presente de un tiempo a esta parte cuando me pongo a pensar seriamente, y es una especie de brújula en mi vida. Lo peor de todo es que solo puedo hacer suposiciones: nunca sabré cómo me recuerda el mundo; nunca sabré de verdad si hay una relación sin final; por mucho que intente digerir poco a poco el dolor de una muerte, es imposible porque en el momento te golpea con la misma fiereza hayas hecho lo que hayas hecho antes.

La muerte es la vida. La vida es la muerte. Van de la mano y hay que aceptarlo así.

Me parece algo más agobiante el tema de la inmortalidad. Ser inmortal sería un suplicio. Que la vida que tienes no tenga final. No es posible, menos mal, pero agobia pensarlo.

Siempre desde que tengo uso de razón. Además con los atentados ir en transporte público en Madrid o estar en cualquier concierto/festival se me está haciendo muy cuesta arriba.

p0pi escribió:Me parece algo más agobiante el tema de la inmortalidad. Ser inmortal sería un suplicio. Que la vida que tienes no tenga final. No es posible, menos mal, pero agobia pensarlo.

Es la apreciación de la muerte lo que da sentido a la vida. Sólo hay que ver a los follacabras que se inmolan pensando que tendrán sus 70 vírgenes en el paraíso, cómo desperdician su miserable vida.

CrackerSoul escribió:

p0pi escribió:Me parece algo más agobiante el tema de la inmortalidad. Ser inmortal sería un suplicio. Que la vida que tienes no tenga final. No es posible, menos mal, pero agobia pensarlo.

Es la apreciación de la muerte lo que da sentido a la vida. Sólo hay que ver a los follacabras que se inmolan pensando que tendrán sus 70 vírgenes en el paraíso, cómo desperdician su miserable vida.

Lo malo de la vida son momentos, no su fin. Cuando hay muerte ya no hay, sin más. Cuesta creer que vaya a haber un vacío y un final (en teoría) después de la vida.

La muerte de seres queridos, familia (incluídas mascotas) es lo más duro de vivir. Eso y tener que vivir malamente en algunas circunstancias. Estos temas hacen que tu vida no tenga sentido y pienses en la muerte, al menos en mi caso...

Michel Bounan, L'or du temps (El oro del tiempo), 2015.

Uno de los libros más impactantes que he leído en los últimos diez años : el misterio de la vida eterna esclarecido en menos de 60 páginas.

"El ser vivo está prometido a la muerte únicamente en la medida en que está sometido al tiempo. Lo que está fuera del tiempo es necesariamente inmortal. El "Yo" vivo es el único elemento mental realmente eterno. Ni las aptitudes intelectuales de un individuo, ni su "ética", ni sus emociones, ni sus recuerdos pueden sobrevivir a la descomposición de su cuerpo físico. Tan solo sobrevive su "Yo" sin memoria ni cualidades. Y los antiguos autores tenían buenas razones de afirmar su vida eterna en esa luz universal que habían experimentado en ellos mismos.

La idea de intemporalidad y de eternidad que aparece en casi todas las religiones proviene de esa experiencia exclusivamente humana del "Yo" vivo. El "Yo" aparece aquí como la manifestación íntima de la "divinidad", disimulada detrás de la ilusión engañosa de las idolatrías religiosas. Así es como Mansur al-Hallaj lo entendía cuando proclamaba en el siglo X de nuestra era : "Yo es Dios". (Esta proclamación, en aquella época, le llevó a ser torturado y crucificado por los guardianes de la idolatría musulmana oficial.)

«Heidegger considera fríamente la condición humana y anuncia que esta existencia está humillada. La única realidad es la "inquietud" en toda la escala de los seres. Para el hombre perdido en el mundo y en sus diversiones, esa inquietud es un temor breve y fugitivo. Pero si ese temor adquiere conciencia de sí mismo se convierte en la angustia, clima perpetuo del hombre lúcido "en el que vuelve a encontrarse la existencia". Este profesor de filosofía escribe sin temblar y en el lenguaje más abstracto del mundo que "el carácter finito y limitado de la existencia humana es más primordial que el hombre mismo". Se interesa por Kant, pero es para reconocer el carácter limitado de su "Razón pura". Es para llegar, al término de sus análisis, a la conclusión de que "el mundo no puede ya ofrecer nada al hombre angustiado". La verdad de esta inquietud le parece de tal modo más importante que todas las categorías del razonamiento, que no piensa más que en ella y no habla sino de ella. Enumera sus rostros: de fastidio cuando el hombre trivial trata de nivelarla en sí mismo y de aturdiría; de terror cuando el espíritu contempla la muerte. Tampoco él separa la conciencia de lo absurdo. La conciencia de la muerte es el llamamiento de la inquietud y la "existencia se dirige entonces un llamamiento a sí misma por medio de la conciencia". Es la voz misma de la angustia y exhorta a la existencia a que "se recupere ella misma de su pérdida en el 'se' anónimo".

También él opina que no hay que dormir y que es necesario velar hasta la consumación. Se mantiene en este mundo absurdo y señala su carácter perecedero. Busca su camino en medio de estos escombros.»


—El mito de Sísifo, Camus—

https://www.technologyreview.com/s/610456/a-startup-is-pitching-a-mind-uploading-service-that-is-100-percent-fatal/

Bueno, estamos un paso más cerca de San Junipero.
Leedlo si queréis flipar.

Una start-up que cuenta con el respaldo de neurocientíficos del MIT y se ofrece por un módico precio a conservar tu cerebro durante cientos de años, hasta que se consiga la tecnología para despertarlos o conectarlos a una simulación informática.

Perseide escribió:https://www.technologyreview.com/s/610456/a-startup-is-pitching-a-mind-uploading-service-that-is-100-percent-fatal/

Bueno, estamos un paso más cerca de San Junipero.
Leedlo si queréis flipar.

Una start-up que cuenta con el respaldo de neurocientíficos del MIT y se ofrece por un módico precio a conservar tu cerebro durante cientos de años, hasta que se consiga la tecnología para despertarlos o conectarlos a una simulación informática.

Es el tocomocho que le colaron a Walt Disney pero adaptado al siglo XXI