ROCK PROGRESIVO ESPAÑOL E HISPANOAMERICANO. (ANTES, EL TOPIC DE ICEBERG).

Flipando bastante con esta banda catalana de Rock "layetano" que operaba en los años setenta.
De fuertes raíces prog. anglosajonas, Iceberg estaban liderados por Max Sunyé, guitarrista que luego haría carrera en el Jazz.

Recuerdo un lejano L.P. (Sentiments) que me pasó un colega en el colegio cuando éramos unos pibes (dicho disco era del clásico hermano mayor).

Este disco Tutankhamon lo descubrí por el estupendo libro "Discos Conceptuales" de Alberto Díaz (el forero Mr. AD) y Xavi Martínez (Ed. Lenoir, Barcelona, 2011).

¿Alguien puede decirme algo más de esta banda?

https://es.wikipedia.org/wiki/Iceberg_(banda)

PLdG escribió:EL BLOG

así, con mayúsculas

Lástima que murió en 2010


http://spanishprogressiverock.blogspot.com.es/

Yulis escribió:Pues bien, está es mi aportación:





Y este blog que en más de una ocasión he consultado:
http://delicias-psicodelicas.blogspot.com.es/

Yulis escribió:Por cierto, escuchado ya el disco de MIA, me ha parecido brutal. Lástima que mi mula no haya sabido encontrarlo...

PLdG escribió:EL BLOG

así, con mayúsculas

Lástima que murió en 2010


http://spanishprogressiverock.blogspot.com.es/

Garfunkel sin Don ni vino escribió:
Eduardo Bort / Eduardo Bort (1974)

Nuevamente, nos vemos obligados a bucear en las lagunas del tiempo en busca de aquellos tesoros que, como los miles de galeones hundidos en las aguas del Caribe, han quedado sepultados y olvidados para toda la eternidad. Y lo verdaderamente maravilloso (o triste) de este asunto es que uno nunca termina de entender el porqué del miserable destino de muchos de estos proscritos. Puesto que, una vez los rescatamos de su fría y húmeda tumba, muchos de ellos se revelan como viejos amigos, a los que ya no recordábamos, pero que tampoco han envejecido.
Hoy rescatamos, pues, el homónimo debut del guitarrista valenciano Eduardo Bort, publicado en 1974 por el sello Gong de la difunta Movieplay. Una auténtica reliquia del rock español, perdida y descatalogada durante muchísimos años, que es considerado por muchos - entre los que me incluyo - como la joya perdida de la efímera escena del rock sinfónico de este país. Influido por la literatura fantástica de Lord Dunsany y H.P. Lovecraft, este talentoso guitarrista se las arregló para componer, en la España del '74, un disco totalmente adelantado a su tiempo. Escuchando Eduardo Bort, uno tiene la sensación de que, efectivamente, hemos saltado las fronteras, y podríamos estar ante cualquier disco de Caravan o los primeros Crimson. Y es que el disco está lleno de bellísimos y evocadores paisajes instrumentales; totalmente recargados de pianos, mini-Moogs, teclados y mellotrones; hirientes y sentidas guitarras; y una voz que me recuerda, enormemente, a las sentidas tonadas que interpretaba Greg Lake ante la corte del Rey Carmesí. Con semejante receta, ¿puede uno decir que no?
Pero no dejen que mis palabras les persuadan, eso es cosa de la música. Escuchen. Presten orejas y asómbrense, fieles lectores, de la increíble belleza del disco que nos ocupa. Admiren la sobrecogedora 'Cuadros de tristeza', donde nos asaltan los tristes y melancólicos retazos de teclados, que acompañan la voz del sufrido Bort que termina sucumbiendo ante la aparición de una guitarra eléctrica, que dibuja melódicos y frenéticos devaneos que nos recuerda a aquellas increíbles 'Third Stone from the Sun' del maestro Hendrix o el 'I Put a Spell on You' de la Creedence. Piérdanse, por favor, en la larga y psicodélica 'Caminando sobre la hierba' que nada tiene que envidiar a las mejores composiciones de sus coetáneos europeos. Su delicadeza se transforma en delirio e histeria pura, a medida que la canción sube de intensidad, y termina desembocando en una ácida jam digna de los mejores Cream. Presten especial atención al furibundo y descomunal solo de guitarra hacia el final, pues podría haber sido firmado por Zappa, Hendrix o el propio Fripp. Sinceramente, creo que este es uno de los mejores solos que he escuchado en toda mi larga vida, y creo que es, igualmente, uno de los más grandes de toda la historia del rock español.
Imposible de imaginar también es la intrincada 'Yann', y su secuela, 'En las riberas del Yann'. Ambas se basan en el célebre relato corto de Lord Dunsany para su ejecución, en la que, como el sagaz lector puede imaginar, son más travesías por un mundo imaginario. Llenas de bellos e indescriptibles recursos, que parecen recrear una auténtica película en la mente del oyente, describiendo aquellos paisajes de ensueño bañados por las orillas del Yann. Ambas canciones son tan ambiciosas como los Floyd del A Saucerful of Secrets o del Atom Heart Mother, pero mucho más centradas y amigables en su sonido. Melodías que vienen y se van, voces que aparecen en medio de la niebla, y por encima de todo, el elemento de la sorpresa que mantiene en vilo al oyente hasta el final del disco. Algo muy importante que no todos los álbumes logran conseguir y que, desgraciadamente, es un arte que ya se ha perdido.
Eduardo Bort no es un disco. Es toda una experiencia. Una auténtica película para el oído humano donde uno casi no necesita poner las imágenes para lograr captar la intención del músico. La calidad musical rezuma por cada uno de los costados del disco. Y el hecho de que haya sido firmado por un músico español debe ser mayor motivo de agradecimiento y crédito. Sin saber el artista, no nos costaría suponer que esto lo firma cualquier otro grande del rock progresivo inglés. Pero no, fue compuesto por Eduardo junto con sus increíbles músicos acompañantes, y además, cantado enteramente en inglés en una época donde no sabíamos ni qué era éso y cada single de los Beatles era traducido al castellano como buenamente se podía.
Por supuesto, nadie hizo caso a este disco. Con una escena musical totalmente dominada por combos fugaces y plomizos cantautores que, con suerte, podían deletrear los acordes musicales en la guitarra, a nadie le interesaban las complejas disertaciones musicales de Eduardo Bort. Y los ochenta tampoco fueron mejores, dado que cualquiera con la jeta suficiente podía subirse al escenario y tirarse el moco. Así, sin la promoción discográfica adecuada, y al carecer España de una infraestructura musical de mánagers y empresarios que apoyasen estas propuestas, como las de Inglaterra o América, este disco quedó total y completamente olvidado.
Por suerte, este disco ha sido reeditado recientemente por Warner y, con toda seguridad, creo que permitirá un renovado interés por la música de Eduardo Bort - quien nunca ha cesado en su afán musical, por cierto - ahora que la sociedad, y especialmente, la juventud, tiene un mayor cariño por su escena patria. Quizás nunca estaremos en la vanguardia, pero discos como este sirven para demostrar que España, quizás más que ningún otro país, es una tierra llena de magia y talento que siempre ha sabido plasmarse en todos los rincones del arte. Háganme caso y escuchen ésta auténtica obra maestra, pues no me cabe la menor duda de que perdurará siempre en su subconsciente. Y éso, al fin y al cabo, es el mejor honor que puede otorgarse a un artista..

Monra escribió:

Garfunkel sin Don ni vino escribió:
Eduardo Bort / Eduardo Bort (1974)

Nuevamente, nos vemos obligados a bucear en las lagunas del tiempo en busca de aquellos tesoros que, como los miles de galeones hundidos en las aguas del Caribe, han quedado sepultados y olvidados para toda la eternidad. Y lo verdaderamente maravilloso (o triste) de este asunto es que uno nunca termina de entender el porqué del miserable destino de muchos de estos proscritos. Puesto que, una vez los rescatamos de su fría y húmeda tumba, muchos de ellos se revelan como viejos amigos, a los que ya no recordábamos, pero que tampoco han envejecido.
Hoy rescatamos, pues, el homónimo debut del guitarrista valenciano Eduardo Bort, publicado en 1974 por el sello Gong de la difunta Movieplay. Una auténtica reliquia del rock español, perdida y descatalogada durante muchísimos años, que es considerado por muchos - entre los que me incluyo - como la joya perdida de la efímera escena del rock sinfónico de este país. Influido por la literatura fantástica de Lord Dunsany y H.P. Lovecraft, este talentoso guitarrista se las arregló para componer, en la España del '74, un disco totalmente adelantado a su tiempo. Escuchando Eduardo Bort, uno tiene la sensación de que, efectivamente, hemos saltado las fronteras, y podríamos estar ante cualquier disco de Caravan o los primeros Crimson. Y es que el disco está lleno de bellísimos y evocadores paisajes instrumentales; totalmente recargados de pianos, mini-Moogs, teclados y mellotrones; hirientes y sentidas guitarras; y una voz que me recuerda, enormemente, a las sentidas tonadas que interpretaba Greg Lake ante la corte del Rey Carmesí. Con semejante receta, ¿puede uno decir que no?
Pero no dejen que mis palabras les persuadan, eso es cosa de la música. Escuchen. Presten orejas y asómbrense, fieles lectores, de la increíble belleza del disco que nos ocupa. Admiren la sobrecogedora 'Cuadros de tristeza', donde nos asaltan los tristes y melancólicos retazos de teclados, que acompañan la voz del sufrido Bort que termina sucumbiendo ante la aparición de una guitarra eléctrica, que dibuja melódicos y frenéticos devaneos que nos recuerda a aquellas increíbles 'Third Stone from the Sun' del maestro Hendrix o el 'I Put a Spell on You' de la Creedence. Piérdanse, por favor, en la larga y psicodélica 'Caminando sobre la hierba' que nada tiene que envidiar a las mejores composiciones de sus coetáneos europeos. Su delicadeza se transforma en delirio e histeria pura, a medida que la canción sube de intensidad, y termina desembocando en una ácida jam digna de los mejores Cream. Presten especial atención al furibundo y descomunal solo de guitarra hacia el final, pues podría haber sido firmado por Zappa, Hendrix o el propio Fripp. Sinceramente, creo que este es uno de los mejores solos que he escuchado en toda mi larga vida, y creo que es, igualmente, uno de los más grandes de toda la historia del rock español.
Imposible de imaginar también es la intrincada 'Yann', y su secuela, 'En las riberas del Yann'. Ambas se basan en el célebre relato corto de Lord Dunsany para su ejecución, en la que, como el sagaz lector puede imaginar, son más travesías por un mundo imaginario. Llenas de bellos e indescriptibles recursos, que parecen recrear una auténtica película en la mente del oyente, describiendo aquellos paisajes de ensueño bañados por las orillas del Yann. Ambas canciones son tan ambiciosas como los Floyd del A Saucerful of Secrets o del Atom Heart Mother, pero mucho más centradas y amigables en su sonido. Melodías que vienen y se van, voces que aparecen en medio de la niebla, y por encima de todo, el elemento de la sorpresa que mantiene en vilo al oyente hasta el final del disco. Algo muy importante que no todos los álbumes logran conseguir y que, desgraciadamente, es un arte que ya se ha perdido.
Eduardo Bort no es un disco. Es toda una experiencia. Una auténtica película para el oído humano donde uno casi no necesita poner las imágenes para lograr captar la intención del músico. La calidad musical rezuma por cada uno de los costados del disco. Y el hecho de que haya sido firmado por un músico español debe ser mayor motivo de agradecimiento y crédito. Sin saber el artista, no nos costaría suponer que esto lo firma cualquier otro grande del rock progresivo inglés. Pero no, fue compuesto por Eduardo junto con sus increíbles músicos acompañantes, y además, cantado enteramente en inglés en una época donde no sabíamos ni qué era éso y cada single de los Beatles era traducido al castellano como buenamente se podía.
Por supuesto, nadie hizo caso a este disco. Con una escena musical totalmente dominada por combos fugaces y plomizos cantautores que, con suerte, podían deletrear los acordes musicales en la guitarra, a nadie le interesaban las complejas disertaciones musicales de Eduardo Bort. Y los ochenta tampoco fueron mejores, dado que cualquiera con la jeta suficiente podía subirse al escenario y tirarse el moco. Así, sin la promoción discográfica adecuada, y al carecer España de una infraestructura musical de mánagers y empresarios que apoyasen estas propuestas, como las de Inglaterra o América, este disco quedó total y completamente olvidado.
Por suerte, este disco ha sido reeditado recientemente por Warner y, con toda seguridad, creo que permitirá un renovado interés por la música de Eduardo Bort - quien nunca ha cesado en su afán musical, por cierto - ahora que la sociedad, y especialmente, la juventud, tiene un mayor cariño por su escena patria. Quizás nunca estaremos en la vanguardia, pero discos como este sirven para demostrar que España, quizás más que ningún otro país, es una tierra llena de magia y talento que siempre ha sabido plasmarse en todos los rincones del arte. Háganme caso y escuchen ésta auténtica obra maestra, pues no me cabe la menor duda de que perdurará siempre en su subconsciente. Y éso, al fin y al cabo, es el mejor honor que puede otorgarse a un artista..

http://www.elportaldelmetal.com/critica/eduardo-bort-eduardo-bort

Opiniones???  

alflames escribió:me acaban de recomendar a este grupo y alguna cosa me esta recordando al atthak de magma pero sin voces



otras no, otras son un rollo diferente, pero me está encantando






               

Gregg escribió:Tomo nota del de Eduardo Bort, leo que la reedición es doble, el primer disco el original remasterizado, el segundo remezcla con un tema inédido.

uno cualquiera escribió:

Gregg escribió:Tomo nota del de Eduardo Bort, leo que la reedición es doble, el primer disco el original remasterizado, el segundo remezcla con un tema inédido.

Y este te molo?

Yo no puedo con ese inglés de Fuzzy y sus amigos especiales.