RONDA 36 del fantástico concurso de MICRORRELATOS LÍNEAS CERRADAS-COMIENZA LA GALA EN DIRECTO AQUÍ

LA FRASE PARA ESTA RONDA ES:

Con las yemas de sus dedos recorrió




RECORDATORIO: No publiquen directamente. Envíen a Miss Rhonda sus relatos por mensaje privado.

Sr Kupak: Me tomo en serio que aquí algunos ofrecen algo de ellos a los demás. Ni más ni menos.

SENTIR MICRORELATISTA, por SR STONER:

PUEDEN VER LOS RELATOS DE TODAS LAS RONDAS ORDENADOS POR AUTOR EN ESTE LINK (A MENOS QUE ESE AUTOR SEA UN VAGO REDOMADO CÓMO MR. MERCURY, o MR. DON O SERVIDORA. LOS AÑADIRÉ, LO JURO. UN DÍA DE ESTOS...)

https://docs.google.com/document/d/1jB5odLgZy0AhOo0xPpbUOefot-Ps7D2nrKfKS25i7v4/edit?usp=sharing

NORMAS INVIOLABLES BAJO PENA DE MUERTE O SUSTO (LIBRE ELECCIÓN) :

Spoiler:

1. Hablando de no hablar

Con las yemas de sus dedos recorrió a gran velocidad la pantalla de su móvil. Necesitaba escribir como si estuviese hablando, era un sentimiento lícito. Una especie de taquigrafía forzosa. El aprendizaje no fue muy diferente al de todos sus congéneres, enganchados a sus teléfonos de manera obsesiva. Llegó a conseguir gran dominio aunque ninguna de sus amistades podía seguir su ritmo. Mientras, la rehabilitación se hacía interminable, fueron muchos meses hasta recuperar el habla. Era un caso complicado pero el logopeda se empleó a fondo. Estaba realmente satisfecho con su trabajo. Ni siquiera pudo reprimir una lágrima cuando contempló a su familia escuchar de nuevo su voz…  Sonriendo como dos siameses, con los ojos empujando a las cejas y la boca anticipando un gesto de sorpresa exagerado, esperaron sus primeras palabras como cuando era un bebé…
“Papa, mama, quiero un Iphone 6S Plus, esta mierda ha quedado desfasada”



2. Reiki.

Con las yemas de sus dedos recorrió su antebrazo, desde la flexura del codo hasta la muñeca, y observó como la herida se cerraba, como una cremallera, sin dejar ninguna cicatriz.
Luego apoyó la mano sobre su pecho y notó como su corazón volvía a latir.
Acarició sus sienes y volvió el brillo a sus ojos, y el color invadió sus pálidas mejillas.

Sonrió. Había sido todo un éxito, pero sólo era la primera prueba. Para estar seguro, para conocer todo su potencial, debía pasar al siguiente nivel.
Mientras su conejillo de indias se agitaba en la camilla, gritando y forcejeando con las cadenas, fue a buscar la motosierra.


3. La Creación

Con las yemas de sus dedos recorrió el cuerpo desnudo que colgaba de sus hombros.
Subió y bajó buscando un tono que cobrase vida.
Palpó, acarició y percutió. Suave al inicio, más fuerte después.
Brotaron sensaciones en forma de gemidos y susurros.
No evidenció el misterio aún, sino que repasó el principio de su estructura.
El camino era ya conocido, fluía. Él tomó el mando. Ella se abandonó a sus sentidos, afinada, respondiendo como si fuese la última vez, provocándole con ironía.
Llegaron juntos al puente, donde las melodías explotan y se entremezclan, las armonías se ligan y empastan en una sonrisa vertical distorsionada, aparentemente fuera de control, pero sin perder el ritmo.
Juntos vieron acercarse el final, al que acogieron y mimaron.
Entonces vio la necesidad de terminarla, para que creciera hacia su plenitud.

La canción estaba lista.

Silencio.

Interpretémosla.


4. Buenas noches, Miss Perkins

Con las yemas de sus dedos recorrió el alfabeto, como cada noche al llegar a casa. Ella siempre le dejaba una nota antes de irse, escrita en la Perkins. Al principio eran frases pulcras y profesionales como ‘tiene la sopa en el micro’, o ‘todo planchado, recuerde la pastilla’.
Pero últimamente los mensajes ya no eran tan propios de una asistenta por horas. Eran más íntimos, más personales: ‘he visto su nuevo traje en el armario, muy elegante’, o ‘no coincidimos desde hace tiempo’…hasta ese ‘ojalá volvieras algún día más pronto’, de una semana atrás.
Por eso aquella noche no se sorprendió al pasar sus manos por su última nota: ‘hoy no me he ido a casa’.
Entró en la habitación, oscura como el resto del apartamento y de su mundo, olió su perfume y con las yemas de sus dedos recorrió…


5. El abismo digital

Con las yemas de sus dedos recorrió suavemente el lomo del libro. Éste se agitó inquieto dejando entrever un ligero suspiro de alivio. Tras más de diez años sin moverse de la estantería sus letras estaban anquilosadas, sus palabras mudas y su historia olvidada.
La transmisión fue lenta pero efectiva, las letras fluyeron, las palabras hablaron y la historia renació para desgracia de su esposa.
Él no era Otelo ni ella Desdémona, pero las yemas de sus dedos recorrieron su cuello, esta vez con fuerza, dando por concluido el aprendizaje por hoy.
Mañana, sábado y jornada de reflexión, las yemas de sus dedos tenían previsto entrevistarse con “Mein Kampf”. Estaría preparado para un domingo victorioso.
Tres meses más tarde las yemas de sus dedos creían juguetear con la obra de Ray Bradbury, pero era Werther quien se acurrucaba en su interior.
-¿Quién ha cambiado...?
La yema apretó el gatillo.


6. Contrastes

Con las yemas de sus dedos acarició el frio metal, mientras sentía el calor aumentar en su rostro.

Un ruido sordo. Acto seguido, el silencio estremecedor. Rodó por el suelo el cuerpo inerte.

A un lado, el hombre que golpeaba, al otro, y cercada por barrotes, la justicia.


7. El gorro delator

Con las yemas de los dedos recorrió los cascabeles de su gorro mientras se miraba en el espejo. Sin duda era un gorro enorme para un hombrecillo tan pequeño, deforme y malhumorado. Era un gorro que siempre se caía con las cabriolas y las volteretas. Pero sobre todo era un gorro delator. Cuando el amo durmiera sacaría la pequeña daga envenenada de la manga, sí, de la manga, sí, del ajustado traje carmesí que ceñía su joroba. Y rebanaría su gaznate. Y vengaría a su estirpe. Y huiría galopando al campamento de los gitanos a lomos de uno de los mastines.

Aunque no sería aquella noche, porque tras un sonoro eructo se escuchó:

Bufón, deja de mirarte. Ponte el gorro y baila.


8. Diagnóstico

Con las yemas de sus dedos recorrió la superficie de su vientre, culminando en movimientos circulares alrededor de su ombligo. “Será un niño”, sentenció.

Cuando aún no existían las ecografías, cientos de fieles acudían a diario a la posada de Germán, el curandero, capaz de predecir el sexo de los bebés de las doncellas encintas.

Una plácida tarde de agosto, con la habitual cola de peregrinos en su puerta, Germán perdió la cabeza. “¡Es el hijo del demonio!”, vaticinó tras auscultar el vientre de una joven noble.

Algunos dijeron que fue un golpe de calor traicionero, otros lo achacaron a su avanzada edad, pero nada impidió que las autoridades le colgasen en la plaza del pueblo. Sin embargo, con el paso de los años quedó patente que, aún ciego, Germán no solo tenía buen ojo para la medicina, sino también para las profecías.


9. Sincronía.

Con las yemas de sus dedos recorrió suavemente el aire ante la atenta mirada del comité científico. El implante de células madre de bandicut no obtuvo el resultado esperado, el sujeto no había recuperado la audición, sin embargo su percepción táctil era extraordinaria. En un lento baile hipnótico atrapaba al vuelo las ondas, descifrando enigmas hasta el momento inescrutables para el hombre. En una semana tradujo el lenguaje de las ballenas y un mes más tarde comprendió los mensajes de las estrellas. Supo también que las más bellas melodías desprendían destellos púrpura. Cuando por fin logró acariciar la perfecta sincronía del universo, se sintió invadido por una sensación inmensa de paz y sosiego.
Todo cambió el día en el que rozó la mano de Lucía y fue incapaz de interpretar sus silencios.


10. Job 5:17-18

Con las yemas de sus dedos recorrió el cañón de la escopeta de balines y cuando se detuvo en el agujero apreté el gatillo sin saber muy bien por qué lo hacía. Después del ruido, Job soltó un grito mudo y salió corriendo hacia la espesura de aquel bosque.

Anduve tras él preocupado hasta que le descubrí al escuchar sus sollozos. Fue al mirarnos cuando me dirigió la mayor mirada de odio que jamás había visto en su cara. Le cogí el brazo, le di un beso y soplé sobre la yema de su dedo herido. Job se llevó la mano al pecho y se limpió aquel beso de forma exagerada.

“No sé por qué lo he hecho. Lo siento. Eres mi hermano”. Le dije mientras me tapaba la cara y agachaba la cabeza. Estaba a punto de llorar pero me calmé cuando sentí que su mano acariciaba mi frente.


11. Asiduo concurrente

Con las yemas de los dedos recorrió su rostro, después susurró un adiós, se fue hacia la puerta y se echó a la calle.
Fue bajando, la pendiente le empujaba. El cuello del abrigo alzado, hacía frío. Grandes carteles en los escaparates.  Leyó: Rebajas.
Y sin dejar de caminar y con la mirada empapada, rumió apretando los dientes, -Yo me ofrezco señoras, señores…hoy no valgo nada. ¿Pero cuándo he tenido yo valor? Yo el más cobarde entre los mortales, la más irresoluta de las almas-
Se encaró con su coche. Maletín al maletero, manos solícitas de celeridad, vista al frente y embozado con notas de Chopin entre calles confundidas, se perdió en la noche.
Hace ya mucho tiempo que no falta a su cita con la soledad.


12. A veces te dan y a veces te quitan

Con las yemas de sus dedos recorrió las últimas hojas del libro escrito en braille.

Habían pasado ya diez años del accidente que lo dejó ciego. Su mujer Antonia conducía, él iba de copiloto y en medio de una acalorada discusión el volante pareció tomar vida propia y el coche se estampó contra un muro. Durante esos diez años Antonia lo dejó todo para estar con él, ayudándole en sus quehaceres diarios y aliviando así su sentido de culpa.

Cuando acabó con el libro, él le pidió por favor que le trajera el bastón mientras sonreía y pensaba cuánto tiempo más iba a esperar para contarle que había recuperado la vista dos meses atrás.


13. El tesoro de Paola

Con las yemas de sus dedos recorría sobre el mapa los 9.000 kilómetros que separan Madrid de Monterrey. Como el día que sus dedos avanzaron desde las tetas de Paola hasta el tesoro que guardaba en su entrepierna.

Hacía 43 días que no contestaba a ningún mensaje; probablemente no lo haría nunca más. Su olor aún invadía la habitación, si cerraba los ojos era capaz de verla.

- ¿Qué pasa mi amor? ¿No te gusta? - dijo Paola al verle paralizado.

- Es culpa mía - añadió Paola afligida. Él tomó el tesoro entre sus dedos y lentamente empezó a jugar.

Durante semanas fueron libres y dichosos encerrados entre cuatro tristes paredes. Pero Paola necesitaba salir y él tenía miedo a lo que había fuera.

Aún seguía allí encerrado, las yemas de sus dedos buscaban un tesoro perdido en un punto indeterminado del Océano Atlántico.


14. 17 años

Con las yemas de sus dedos recorrió toda su vida acariciándole su llameante melena. Horas y horas en el sofá, en casa de sus padres, acurrucados, juntos los dos como uno solo. Aprendió a escuchar, a entender a Patricia. Conoció y se enamoró de la mujer de su vida. La excitación provocada por el calor de su cuerpo y los roces la llevaba con estoicismo, pero había nacido con paciencia. Sabía que pronto llegaría el verano… y su recompensa.


15. Casi todo

Con la yema de sus dedos recorrió varias veces un renglón en concreto de la carta que había recibido. La remitente era Elvira, su ex.

Al principio le había roto el corazón, pero unos días después estaba fenómeno:

-ahora tenía más tiempo para sus cosas y se había librado de la esclavitud del sexo.

Andrés se preparó un bocata de atún antes de salir. Solamente se alimentaba de bocadillos de atún y huevos que freía con el aceite de las latas. Sobra decir que comer bien tampoco le importaba mucho. A mitad de camino montado en el autobús, observó con indiferencia una manifestación. Los congregados sostenían un cartel que rezaba: “Andrés es del equipo de los mierdas”.  

Se bajó en una parada situada junto al psiquiátrico donde estaba ingresada Elvira. Sobra decir, que había algo que no le daba igual a Andrés:

-la lealtad a sus amigos.


16. Luz al final del túnel:

Con las yemas de sus dedos recorrió las muescas en la pared. La desesperación lo invadió de nuevo. La oscuridad más completa e impenetrable le impedía medir el paso del tiempo excepto por las escasas, nauseabundas e insuficientes comidas que le servían. Al principio no lo llevó mal del todo. Pero la falta de actividad y sustento adecuado se fueron cobrando sus víctimas. Primero adelgazó hasta parecer solo un esbozo de persona. Se le cayó el pelo y los dientes. Y empezó a sufrir terribles dolores por todo el cuerpo. Lo último en sucumbir fue su cordura. Hasta que llegó el día en el que sus contantes alucinaciones sobre monstruos que tomaban espantosas formas humanas fueron repentinamente interrumpidas. Una terrible luz desgarró su cuerpo y alma. Y empezó a gritar y temblar descontroladamente…


17. La plaga

Con las yemas de sus dedos recorrió las aristas de aquel extraño objeto. Era un politopo con un intrincado entramado de superficies que lo asemejaban a una estrella irregular, con recovecos inaccesibles en su interior. Los análisis apuntaban a una estructura orgánica crecida en forma cristalina que no se parecía a nada conocido. Ensimismado, tardó en percatarse de que se había cortado con una arista y que su sangre resbalaba por las facetas hacia el interior del objeto.

Al día siguiente, descubrió sorprendido que el objeto había crecido considerablemente. Sus nuevas dimensiones permitían acceder a las caras interiores. Introdujo su brazo por un hueco y al fondo palpó una hendidura carnosa, húmeda y caliente. Asqueado, quiso retirarlo pero la estructura se cerró arrancándole el brazo de cuajo.

Horas después el campus estaba infestado de pequeñas esporas poliédricas irregulares que se multiplicaron como una plaga, arrasando todo a su paso.


18. Materia

Con las yemas de sus dedos recorrió los garbanzos en remojo pensando en el misterio de por qué cada uno somos cada uno y no otra persona, por qué no levantarse una mañana y ser el vecino del quinto, concluyó que era una cuestión de persistencia de la memoria en la materia. Aún faltaba cortar queso, era un poco pronto pero hoy tenía invitados, se tomó un vasito de vino y se puso a ello.


19. Terciopelo eléctrico

Con las yemas de los dedos recorrió la superficie del chuletón. Los deslizó dentro de la profunda y limpia incisión que acaba de hacer. Comprobaba el punto de la carne, se justificó segundos después ante su acompañante en la mesa, que se había quedado mirándolo, atónita.  Siguió hablando como si nada mientras asumía que conviviría con esa obsesión para siempre: recuperar unos segundos el tacto cavernoso, hirviente y sedoso de Elena. A veces creía recuperarlo un segundo hundiendo los dedos en la pulpa de algunas frutas, otras, muy lejanamente, lo intuía en la textura del barro retorciéndose bajo sus manos en el torno o en la boca voluptuosa de alguna caza efímera. Lo peor era ese maldito tic, el de acariciar fugazmente cualquier tejido/pared/alimento que se le antojase nuevo, prometedor. Estás al borde de mis dedos, pensaba. Te encontraré.


20. Punzón del hielo

Con las yemas de sus dedos recorrió el rallador de queso. Trozos de piel, carne y sangre se iban escurriendo a través de los agujeros. Lo repitió frenéticamente hasta que empezaron a salir virutas blancas. Decidió parar. Tenía la mano derecha destrozada en un mar de glebas y epidermis colgante. Levantó la vista y se percató del pelador de patatas en el escurridor. Se lo acercó al pecho y lo deslizó con rapidez; apenas vio como el pezón derecho caía al suelo y se alejaba rodando. Se sorprendió de la pequeñísima hemorragia, podía ver todavía parte de la aureola del pezón con apenas unas gotitas rojas supurando. Fue a por el izquierdo, esta vez lentamente paró a la mitad y lo dejó colgando. Para más tarde, se dijo. Resbalando se acercó a la encimera y abrió el cajón del medio donde, detrás de los cubiertos, estaba el punzón del hielo.


21. Todo a su tiempo.

Con las yemas de sus dedos recorrió su pierna biónica.
Y recorrió su polla empalmada.
Doce años después.


22. Ambiente viciado

Con las yemas de sus dedos recorrió lo que parecía el borde de la cama, intentando escapar de la maraña de cuerpos desnudos en que se había convertido esa apuesta, estaba decidido a salir de allí y pagar la cuenta.
Cuando recuperó la pierna atrapada entre varios cuerpos sudorosos y jadeantes se topó con un brazo inerte, caliente, que no se movió al colocar su rodilla encima. Lo pellizcó y palpó, sin poder tirar de él.
Le faltaba el aire, necesitaba abrir una ventana o salir por la puerta, la imagen de un brazo inerte le hacía temer lo peor.
Se levantó como pudo, liberándose de varios cuerpos, golpeándose la cabeza contra la pared, aturdido empezó a chillar, varias voces en la habitación se unieron a sus chillidos desde la cama, encontró la puerta, como pudo la abrió, la luz entró y solo entonces se percató de su brazo dormido.


23. Cicatriz

Con las yemas de sus dedos recorrió el contorno de la cicatriz. Llevaba años sin dolerle, pero desde hacía días sentía un leve picor en la herida reabierta en su vientre.

Marcó el número de teléfono y la señal le indicó que no había nadie en casa. Esperó hasta poder escuchar su voz en el contestador automático, quebrándose en una risa nerviosa antes de pasar el auricular a otra de sus compañeras de piso.

-Veo que estás en buena compañía -dijo, cediendo ella también al empuje de aquella sonrisa-. Cuídate mucho, hija.

Y colgó.

Ya nadie le haría ninguna cicatriz tan dulce como aquella.


24. Cura de sueño

Con las yemas de los dedos recorrió los pliegues de las sábanas en las que se había sumergido como en una bañera de agua caliente. La habitación que le habían asignado era minúscula, probablemente idéntica a todas las de esa planta, y aun así, muy acogedora para formar parte de una clínica. A su alrededor, tenues luces de color violeta y un continuo ruido blanco le envolvían los sentidos mientras su conciencia se iba desintegrando. Ya no tenía miedo.

En la sala de espera, el doctor informaba a un nuevo paciente: "Dormirá durante dos semanas. Si se despierta, se sentirá descansado al cien por cien. Sin dolor crónico, sin fatiga, sin insomnio."

Cada vez eran más los voluntarios que firmaban el contrato ofreciéndose a probar ese tratamiento experimental contra la ansiedad.


25. La playa

Con las yemas de sus dedos recorrió su escote y se magreó el mojado bikini. Un gesto sensual e irreflexivo con el que Martina trataba de aplacar el deseo que sentía de acariciar a Javi, tumbado a su lado. Había ido con los de clase (Javi, Paula, Carlos y los demás) a celebrar el fin de curso a la playa y no había podido quitar sus ojos de su compañero. Quería lamer la sal de su cuerpo (¡qué cuerpo!), arrancarle el bañador y... Pero Javi yacía abrazado a Paula y Martina no osaba intentar nada, solo toquetearse en vano mientras imaginaba que... Frustrada, se sentó y apretó bien los muslos, tratando de mitigar la excitación que le hormigueaba entre las piernas. De repente sintió dos dedos recorriendo su cintura. Se giró. Carlos, por debajo de su flequillo, le dedicaba una sonrisa pilla.


26. La cicatriz

Con las yemas de sus dedos recorrió en primera instancia desde los pies hasta los genitales. Se detuvo en ellos y jugueteó un rato con el miembro flácido y el gran escroto.
-"¿Pero qué hace...?
-"Déjela por favor. Continúe señora"
Después de la interrupción continuó subiendo por el hinchado abdomen, llegado al velludo pecho, que acarició suave y delicadamente quedando varios pelos atrapados entre el anillo y el dedo. Después llegó a la cara donde se recreó mucho más tiempo. La cicatriz en el lado derecho recibió una especial atención. Reconocería su obra en cualquier circunstancia. Después de unos minutos se levantó.
-"Sí, es él."
Cogió su bastón, declinó la ayuda del inspector y salió por la puerta. Sólo entonces empezó a llorar. Después de todo sus ojos todavía servían para algo.


27. JUGUETES

Con las yemas de sus dedos recorría una hilera de hormigas.
Desde el segundo banco a partir del columpio de los mayores, mamá lo miraba y sonreía. Le gustan los bichitos, pensaba ella.
Con el culo apoyado en los tobillos y el pecho en las rodillas, el niño mantenía el equilibrio en la misma absurda postura que su padre siempre repetía haber aprendido en Nepal.
A ras de suelo, las hormigas morían una a una.
Y a un murmullo casi ininteligible sonaba detrás de una sonrisa: uete, uete, uete…


28. Encerrado

Con las yemas de sus dedos recorrió el cristal que servía de nexo y barrera con el mundo exterior.
Durante el día imaginaba que rompía su aislamiento y podía por fin conocer a aquella gente que observaba en el exterior.
Por la noche le atormentaban pesadillas en las que extraños violaban su reducto para vejarlo y maltratarlo.
Y así, encerrado consigo mismo, pasaba los días.


29. 'Blancanieves'

Con las yemas de sus dedos recorrió su cara pálida de forma metódica y precisa, propia de alguien que lo ha hecho centenares de veces. “Eres muy guapa, Sara” dijo. Ella continuó leyendo Víctor Hugo luchando contra su timbre de voz delator.  “¡Oh! ¿Por qué yo no soy de piedra como tú?”.

La oleada de emoción no era porque alguien la llamara “guapa”. Aunque fuera la primera vez. Ni porque alguien la tocara. Pese a que todos la trataran como si su piel fuera radioactiva. La palabra que maceró su corazón endurecido fue “Sara”. Una sinfonía de cuatro letras. No dijo Saco de Cal. Ni Yesita. Ni Blancanieves. Sólo Sara.

Al salir de la casa del ciego para el que leía no ocultó su cabeza bajo el pañuelo. Sara caminó orgullosa con su nívea melena albina resplandeciendo al sol.


30. Condensación

Con la yema de sus dedos recorrió mis mejillas y me dejó. Todos mis amigos se habían estrenado ya y yo… estaba a punto y justo me deja. Desde aquel día me seguía una nube. Yo no era guapo, ni gracioso, ni leía a Bukowski ni tocaba la guitarrra. Era difícil ligar así. Al cabo de un tiempo me casé con una chica que tampoco leía a Bukowski ni era  guapa, pero le hizo gracia lo de mi nube. Murió. Quise a una tercera mujer, pero padecía ataques de insuficiencia ética y la pillé liándose con mi amigo. Para entonces, mi nube, enorme y gris, ya solo me acarreaba sombra.


Un día, aquellas manos recorriendo mis mejillas, la enfermedad que se llevó a Marta y la traición de mi amigo me atravesaron como rayos en una tormenta asoladora de mi nube y mis lágrimas trajeron al fin el sol.


31. Destino

Con las yemas de sus dedos recorrió el contorno del sobre; no quiso palparlo. Como una ruleta rusa, dejó que la sorpresa estallase en forma de bomba... o no. Lo abrió sin miramientos. La suerte, que siempre lo había acompañado, estaba echada.


32. Con tacto

Con las yemas de sus dedos recorrió las paredes del interior. Indice y medio palparon cada milímetro de la cavidad durante un par de minutos interminables.

Quitándose el guante de látex le confirmó que su próstata estaba como la de un chaval.

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VOTOS AQUÍ: https://www.foroazkenarock.com/t53078-votaciones-fatales-de-la-ronda-36-del-fantastico-concurso-de-microrrelatos-arf-solo-votos-hasta-jueves-22-h

:nobody:

m señor escribió:

Rhonda escribió:11 PUNTOS-TONGO-IMPUGNO

Ellis: 3. La creación

mis tres puntos ellis....felicidades a ti también....mi ganador.
m

Pero esto ya es podium? Dónde estamos'

Cat o Fender

Neska escribió:Estoy en modo multitarea y no me entero ni de una cosa ni de otra... 

Metalbert es el del rallador de queso, sí

ya que tenemos tiempo, aui unas cosicas bonitas que se han ido diciendo de mi relato o de mi persona

Eloy escribió:Igual que el del punzón ha de ser de un psicópata irrecuperable...

Stoneheart escribió:
1 punto: 20. Punzón del hielo
Vamos a ver, pedazo de psicópata, ¿en qué momento y bajo qué circunstancias se te ocurrió que era buena idea escribir este espanto y, peor aún, enviarlo? Todavía me duele cada vez que veo un rallador de queso. Haber conseguido este nivel de repulsión se merece el mayor de los aplausos.

Stoneheart escribió:
Nunca he tenido TANTAS ganas de saber un autor de un relato. Nunca.

jojomojo escribió:

Holy mother of f*ck... this is sick sick sick

Neska escribió:

He parado en la tercera línea... No puedo seguir leyendo o me desmayo.

Rhonda escribió:

1 punto: 20.Punzón del hielo. Es repugnante.

Mushoblues escribió:

Es gore 100%. Nunca he leido nada que me cause esa sensacion.

Yo no pude acabar de leer el de Metal...

Grande Fresx!!!

(ostia, se confirma, soy sexto! )

metalbert en serio....muy brillante.

da un mal rollo de la leche, muy visual....

m

Neska escribió:Yo no pude acabar de leer el de Metal...

lo se, es el mayor piropo que ha recibido ninguno de mis relatos. En serio. Queria transmitir sensaciones.

Rhonda escribió:5º PUESTO



Con 14 puntos...


9. Sincronía de Fresx

Bravoooo!!!

Neska escribió:Yo no pude acabar de leer el de Metal...

yo lo leí entero, a ver si se caía el pezón que estaba colgando

Rhonda escribió:5º PUESTO



Con 14 puntos...


9. Sincronía de Fresx

Muy grande el relato. Me imaginé a Dr. Strange intentando saber qué cojones le pasa a su muller. Cosas de frikis.

m señor escribió:metalbert en serio....muy brillante.

da un mal rollo de la leche, muy visual....

m

muchas gracias

Ellis escribió:

Neska escribió:Yo no pude acabar de leer el de Metal...

yo lo leí entero, a ver si se caía el pezón que estaba colgando

Ese era para más tarde, qué frase tan fantástica

Rhonda escribió:5º PUESTO



Con 14 puntos...


9. Sincronía de Fresx

Fresx on fire.

metalbert escribió:ya que tenemos tiempo, aui unas cosicas bonitas que se han ido diciendo de mi relato o de mi persona

Eloy escribió:Igual que el del punzón ha de ser de un psicópata irrecuperable...

Stoneheart escribió:
1 punto: 20. Punzón del hielo
Vamos a ver, pedazo de psicópata, ¿en qué momento y bajo qué circunstancias se te ocurrió que era buena idea escribir este espanto y, peor aún, enviarlo? Todavía me duele cada vez que veo un rallador de queso. Haber conseguido este nivel de repulsión se merece el mayor de los aplausos.

Stoneheart escribió:
Nunca he tenido TANTAS ganas de saber un autor de un relato. Nunca.

jojomojo escribió:

Holy mother of f*ck... this is sick sick sick

Neska escribió:

He parado en la tercera línea... No puedo seguir leyendo o me desmayo.

Rhonda escribió:

1 punto: 20.Punzón del hielo. Es repugnante.

Mushoblues escribió:

Es gore 100%. Nunca he leido nada que me cause esa sensacion.

si.....si....lo veo...lo veo....es de puto jefe tener recopilado eso....DE PUTO JEFE!

m

Koikila escribió:

Ellis escribió:

Neska escribió:Yo no pude acabar de leer el de Metal...

yo lo leí entero, a ver si se caía el pezón que estaba colgando

Ese era para más tarde, qué frase tan fantástica

Puaj

Metalbert, las próximas Navidad es cubiertos de plástico. Y a la cocina ni entras...

Quiero saber de quién son los garbanzos en remojo

Koikila escribió:

Neska escribió:Estoy en modo multitarea y no me entero ni de una cosa ni de otra... 

Metalbert es el del rallador de queso, sí

Por un momento pensé que era un ciego intentando averiguar que ponía en el rallador en plan braille. No me digan por qué

Esos 2 puntos al final que me joden la chapa.


Gracias mushoblues!

Neska escribió:

Koikila escribió:

Ellis escribió:

Neska escribió:Yo no pude acabar de leer el de Metal...

yo lo leí entero, a ver si se caía el pezón que estaba colgando

Ese era para más tarde, qué frase tan fantástica

Puaj

Rhonda escribió:ROSCOS DE HONOR/DELICATESSEN UNDERGROUND



Stoner: 1. Hablando de no hablar

YOMISMO: 21. Todo a su tiempo

Sijord: 23.Cicatriz

Mushoblues: 32. Con tacto

Debí titularlo "Tacto rectal" como pensé en un principio. Era mas polemico y hubiera rascado algo.

Koikila escribió:Quiero saber de quién son los garbanzos en remojo

mi preferido

DarthMercury escribió:

Koikila escribió:

Neska escribió:Estoy en modo multitarea y no me entero ni de una cosa ni de otra... 

Metalbert es el del rallador de queso, sí

Por un momento pensé que era un ciego intentando averiguar que ponía en el rallador en plan braille. No me digan por qué

m

Enhorabuena Metal, despertar sensaciones tan intensas, aunque sean chungas, es un triunfo. Felicidades!

Con tacto rosco? Joder

Muy bueno. Puede que sea la primera vez que voto al Sr. Don.

DON, abusón!!!

Mushoblues escribió:

Rhonda escribió:ROSCOS DE HONOR/DELICATESSEN UNDERGROUND



Stoner: 1. Hablando de no hablar

YOMISMO: 21. Todo a su tiempo

Sijord: 23.Cicatriz

Mushoblues: 32. Con tacto

Debí titularlo "Tacto rectal" como pensé en un principio. Era mas polemico y hubiera rascado algo.

Yo creo que la próstata estaba bien. Pero lo enviaste casi al final, lo mismo eso te ha perjudicado más.

Joer, Don, me has despistado por completo

Rhonda escribió:4º PUESTO



Oh, qué raro verle en el podio...


Al emperador microrrelatero...


DON con 17 puntos...

7. El gorro delator

Por un momento pensé que era el de Eloy. Pero está claro que este hombre ha vuelto a lo grande

Muy bien escrito as usual, Don

a mi me gusta asi el titulo musho

hay frase?

como pueden hacer siempre podium?

HOstia, es verdad. Eloy no ha salido. Ni Jojo.

Estoy emocionada, creo que es la primera vez que mis votos son para los tres primeros relatos.

Con tracto

metalbert escribió:como pueden hacer siempre podium?

jojo sabía cosas....

metalbert escribió:como pueden hacer siempre podium?

Grupo de Whatsapp

Vayamos al podio.

El tercer y el segundo puesto están empatados a 19 puntos. Pero al tercero le han votado 7 foreros y al segundo 10.

Jojo, pon la frase en inglés, qie se jodan...

Ellis escribió:

metalbert escribió:como pueden hacer siempre podium?

Claramente usan técnicas torticeras. Tongo evidente.

Neska escribió:

Ellis escribió:

metalbert escribió:como pueden hacer siempre podium?

Claramente usan técnicas torticeras. Tongo evidente.

tú las has dejado ya?

Ellis escribió:

Neska escribió:

Ellis escribió:

metalbert escribió:como pueden hacer siempre podium?

Claramente usan técnicas torticeras. Tongo evidente.

tú las has dejado ya?

Neska y yo hemos salido de la logia y por eso nos relegan al Underground