BIME 2018: Aphex Twin - M.I.A. - Editors - Slowdive - MGMT - Jon Hopkins - Belako

Hoy jugamos en Rusia. En Moscú. Una megalópolis atravesada por el río Moscova.  

Voy a extrañar tres cosas.

1. Bajas temperaturas, nieve en los márgenes del campo, incluso copos dentro del terreno de juego, líneas difusas. Una pelota roja quizás. Jugadores con guantes y mallas, hasta con gorros. Habrá 5 grados a la hora del partido, pero eso en Rusia es como 18 grados en Alicante, amigos.

2. Campo patatal. Habrá un campo antiguo (60 años), con solera, remodelado para  el mundial. Pero el césped está excesivamente impecable. Un tapiz que rivaliza con cualquier campo top del mundo. Lejos quedan aquellas imágenes donde no se veía ni una brizna verde sino un mejunje de colores pelados en  tonalidades  que abarcaban el marrón, gris y negro; tierra, sudor, frío, lágrimas. Parecía más una guerra de trincheras de la II Guerra Mundial que un partido de fútbol.

3. Horario diurno. Extrañamos cuando estos partidos se jugaban a las 4 o las 5 de la tarde, anticipándose a los otros partidos europeos. Te sentabas temprano esperando  por  la batalla. Luego, si ganabas o empatabas (por aquella época un empate era como una victoria), decías, nosotros cumplimos, que regresen como héroes. Por el contrario, si perdían, decías, fallaron mis hombres. Que los manden a Siberia que les queda cerca. Se jugará a las 22 hora local.

Cosas raras están pasando en el mundo del  fútbol. Se está estandarizando como el centro de esas ciudades que ya no tienen excitantes locales autóctonos sino anodinas franquicias internacionales. Las tradiciones. Ay como extrañamos las tradiciones.