GRAN GALA DE Ronda 9 Edición IV Concurso Microrelatos de la Plazoleta. SOBRE LAS 22h31'23"

RegSound escribió:

Hank escribió:tres más, Reg

Voy a dar tiempo hasta la noche, que supongo que alguno más caerá

1- Para empezar, diré que es el final

Cuando llegó al punto más alto, se paró a recuperar el aire. Decidió parar el tiempo. Torneó la cabeza y contempló el paisaje que le abrazaba. La cima estaba decorada con bellos árboles otoñales que resguardaban su novelesco rincón. Sentía la brisa acariciándole y a su vez chispeando su cuerpo con fresco recuerdo de que lo bello a veces… estremece. Sabía que solo un suspiro separaba su satisfación de su situación. Un pequeño paso y el profético placer prometido podría palparse. La poesía dibujó la situación. La meta era el banco donde le esparaba Adán. Ahora era ese gorrión volaba libre pero, como lo hablaron, si sentaba a su lado, el gorrión tendría nido. La brisa le estremeció otra vez. Y sus pasos le llevaron…

- Te has sentado. Sabes…

- Calla. Simplemente miremos el paisaje- dijo Santi apoyando su cabeza en el hombro de Adán.

2- El rescate

Cuando llegó al punto más alto lo primero que hizo fue colocar la bandera. El viento helado agitaba la tela roja con la cruz blanca mientras observaba el desierto de hielo que se extendía hasta el infinito en el lugar más desolado de la tierra. Algo lo sacó de sus pensamientos, algo que se aproximaba hacia él desde la lejanía. Descendió penosamente hasta encontrarse con el viejo Rasmussen. No podía ser. Rasmussen había desaparecido hacía años. Se abrazaron y el viejo lo invitó a subirse a su trineo. Entonces supo que había llegado por fin la hora de partir, después de una eternidad escalando aquella montaña.

3- Schumann

Cuando llegó al punto más alto de la torre le entró pánico y bajó de inmediato, algo le perseguía. Me harán daño, nos decías. Yo seguía tocando el piano y hablando con su mujer, Clara, a menudo en aquellos días.

A los pocos meses mi amigo intenta rescatar de las profundidades del Rin la genialidad y la cordura, sólo conseguiste la primera, me confesarías en nuestra última copa.

Solía caminar por el teatro principal cuando a lo lejos te veo ingresar, le cogías la mano a alguien que yo no podía ver. Te observo tocando un piano que no existe, clavando notas imaginarias que sólo sobreviven en tu cabeza, de pronto te pones de pie y haces una reverencia. Sin darme cuenta te estoy aplaudiendo sin compasión, con cada palmada se van encendiendo los focos del recinto mientras cientos de figuras fantasmales me sonríen y me acompañan en la labor.

4-Because It’s There

Cuando llegó al punto más alto de la montaña ya empezaba a atardecer. ¡Mala cosa! El regreso… Oh, well! Le llegó el aroma del té y comprendió entonces que esa misma noche Irvine y él lo tomarían con sus antepasados.

Disfrutó en soledad de ese último ocaso que nunca antes un ser humano había observado desde allí: Corazón reventando el cielo. A dome of many-colored glass… ¡Muérete de envidia, Turner!

Nieve. El blanco radiante de la eternidad. No hay muerte más dulce. Sentarse. No sentirse. Colchón. Nieve. Dormirse. Irse tras el sol. Fundirse. Mantequilla. ¡Té! Cerca. ¡Campanas: St. Wilfrid! Nieve.

Punzada… ¿Sabría el mundo?… ¡El primer hombre!… ¡La cima del mundo!… ¿Pero, sabrán?… Algún día… ¡Ruth!… ¿Eres tú?… Tu fotografía… La cima… ¡La prueba!… ¡Ruth!... ¡Abrázame!... Tu nombre y el mío… Inmortales…

Perdido en ensoñaciones de gloria, dio un paso en falso y cayó al vacío.

5. Vivir y morir en Sinaloa

Cuando llegó al punto más alto de la colina, echó un vistazo hacia el valle y decidió que era el lugar ideal: el sol quedaba a su espalda, evitando el riesgo de reflejos indeseados. La reunión ya había comenzado, por lo que se apresuró a sacar su cámara. Había cuatro rancheras estacionadas, rodeadas de sicarios armados. Tomó una foto de la escena. Click. En el centro, dos hombres que reconoció como el "Güero" Morales y el jefe de policía se estrechaban la mano. Click. Un maletín lleno de dinero. Click. Varias cajas de madera con subfusiles. Click. Un intercambio y nuevo apretón de manos. Click. Click. Click. Tenía suficiente. Sería su último trabajo como periodista antes de salir del país con su familia. Comenzó a recoger la cámara para abandonar la zona antes de ser descubierto. Y entonces sintió el frío contacto del acero detrás de su oreja. Click.

6. Renacimiento


Cuando llegó al punto más alto de su pubis se sentó. Apoyando su espalda sobre el sedoso vello púbico, observó desde arriba su preciosa y carnosa vulva. Se sentía nervioso, pero estaba decidido. Comenzó el sutil descenso, consiguiendo de manera delicada separar sus labios vaginales hasta sentirse envuelto por ellos. Percibió aromas, increíbles texturas, mientras descendía dejando atrás su protuberante clítoris. Conforme se acercaba a su vagina sus estremecimientos iban siendo mayores. Los flujos cubrían su menudo cuerpo, aunque no le impedían seguir respirando. Temió por su vida una vez atravesó su vagina, encaminándose lentamente hacia el cuello de su útero. Aunque se detuvo. Su objetivo no era adentrarse dentro de ella hasta perderse. Por ello, buscó la luz y decidió regresar al exterior. Se sentía algo confundido, pero no había duda de que la poesía de aquel viaje lo había poseído. Salió de su vagina sintiendo su propio renacimiento.

7. La última copa.

Cuando llegó al punto más alto aparcó la moto al lado de un árbol. A su izquierda estaba el restaurante justo al borde del desfiladero.
Se quitó el casco y entró.

No se percataron de su llegada. Dos ancianos jugaban al dominó y el único camarero del sitio estaba apoyado en la barra, con gesto apático, matando el tiempo viendo un partido en la televisión.

Los grandes ventanales nos regalaban quizá demasiada luz y un acceso directo a la inmensidad del mar; a la nada.
Encima de la cafetera un desgastado cartel rezaba "abonen su consumición tras ser servida".
Imaginó que esta norma nunca se pasaba por alto.

Pidió una cerveza, dejó las monedas en la barra y salió, sin despedirse, por la puerta trasera. Saboreó aquel tercio como se merecía, acompañándolo con un cigarrillo.
Su última cerveza, sus últimas caladas.

Dio un paso al frente y no miró atrás.

8. Prueba y error

Cuando llegó al punto más alto trepó la barandilla, se secó las lágrimas y se tomó unos segundos para saborear la caricia del viento. Comenzó a experimentar su ansiada sensación de paz, de evasión de una realidad desagradecida y deficiente.
Por primera vez  se sintió fuera de esa espiral autodestructiva  donde tocar fondo no existía.

Concedió un innecesario último vistazo al infierno. Vio el bar donde cada sábado tomaba una caña con su padre, ese hombre imperfecto que siempre estaba ahí para él. Contempló a los niños en el patio donde recogía a su ahijada cuando sus mejores amigos trabajaban. Acompañó con la mirada el recorrido que hacían por la acera saltando cada tapa de alcantarilla cual trampa mortal hasta que sus ojos se posaron en la cafetería donde le habían roto el corazón y...otra persona lo había recompuesto.

Cuando llegó al punto más bajo le apeteció un café.

9. N.G. (Wild, wild, wild...)

Cuando llegó al punto más alto de la estrecha y dorada catarata, el primer salmón hizo un escorzo impelido por la bofetada que le di con la mano derecha.  La izquierda mantenía mi potente arma apuntando al objetivo. Docenas de pequeños salmones seguían al primero, unos vestidos de lagarterana, otros a culo pajarero. Remontaban la corriente desde el inodoro (inodoro. Amos, no me jodas) buscando penetrar en mi cuerpo por el meato, que lanzaba besos agradecido.
Saltaban gráciles, moviendo la cola al ritmo de mis imprecaciones. Y a todo esto, zas, zas. Hostia va, hostia viene, lagarterano a la derecha, culo pajarero a la izquierda.
Terminé acezando. Volví a la blanca sabana, repleta de leones hambrientos. Cargué mi arma con precisos movimientos y disparé a manchar: toma, toma, toma tú. Corred cabrones, ratatatatata...
—Tu puta madre, Paco. Me tienes hasta el coño del Nacho Nallografi
—Veamos ese valle, tarzana.

10. Viernes Santo.

Cuando llegó al punto más alto del tocado puso el último alfiler a la virgen. Estaba preciosa. Lista para su estación de penitencia. Era su primera noche como vestidor de la imagen de su devoción.
El capellán empezó a barrer el altar, cerrar ventanas y apagar luces.
Colocó el primer artefacto entre la saya bordada de hojillas y el manto de tisú verde.
El segundo artefacto bajo el fajín de brocado.
El detonador iría en el último pliegue del tocado de punto de cruz, oculto por el puñal de carey. Y en la corona, sobre el cuarto imperial, el amplificador de señal.
Ya estaba lista para su pueblo. Preparada con esmero y con su mejor ajuar.
En pocas horas, María Santísima de los Dolores iba a repartir paz y amor para todos.
Y dolor, mucho dolor.

11. Ventimiglia

Cuando llegó al punto más alto, miró hacia la oscuridad: todavía no se divisaba Francia. Era de noche y hacía frío. Las piernas le dolían y sus labios estaban azulados. Atrás dejaba Italia y sus carteles de la Liga Norte, y su represión fascista, y sus porras afiladas por Salvini. Si Europa no tenía fronteras, ¿qué hacía él jugándose la vida en el Paso de la Muerte? Un compañero le azuzó, continúa andando, no te detengas, vamos, te congelarás. Boqueó en busca de aire y siguió avanzando. Logró sujetarse a un brazo amigo. Huyendo, siempre huyendo. De Sudán hasta Libia, luego hasta Italia (recordaba el Mediterráneo como un monstruo terrible, sin belleza), ahora hacia Francia. La historia de un éxodo cansado hacia algún lugar que ofreciera esperanza. ¿Existiría ese sitio para quien no tiene papeles, sólo piel? La montaña no arrojó ninguna respuesta. Él siguió avanzando, hacia un horizonte oscuro.

12. El eco de Sibila

Cuando llegó al punto más alto observó el infinito laberinto de paredes a su alrededor, quebrado por innumerables hendiduras verticales. Era aquella inaudita orografía la que, extendiéndose kilómetros en círculos concéntricos, propiciaba el extraño fenómeno del eco de Sibila.
Según la leyenda podías formular tres preguntas y el eco, cual oráculo, contestaría tu futuro. Y tal hizo el joven alpinista, cuestionando a la montaña sobre cuándo el amor, cómo la fortuna y por qué la muerte. Su voz penetró en las grietas deslizándose y rebotando a través de incontables pasadizos naturales hasta emerger, pasados unos minutos, con los tres augurios rogados. El primero llegó con voz de mujer, el segundo de niño y el tercero, de anciano y aun sabiendo que no eran sino las voces perdidas de otros como él, fueron justo las palabras que esperaba oír. Y mientras descendía, sonrió pensando que toda leyenda contiene parte de verdad.

13. ¡El mar es mío!

Cuando llegó al punto más alto del mástil comprobó la verga de gavia y descendió a la cola, para su última guardia. Con mil tormentas a sus espaldas y la pipa siempre a flor de labio recordaba, con una ligera sonrisa, los años en que a pesar de los vendavales abrazaba el palo de mesana y gritaba ¡el mar es mio! Divisó la cala con el primer albor y lloró, no se imaginaba paseando por el espigón fumando y viendo llover.
Puso su pie descalzo en la barandilla de la cola y saltó. Sonriendo y con los brazos abiertos, le pareció que Truc, el perro de a bordo, gemía al verle rebotar y destrozarse el cráneo contra el bauprés; el mar le recibió orgulloso, le abrazó y ya no le soltó jamás. Él era del mar y el mar era de él.

14. Cruzando la gran divisoria

Cuando llegó al punto más alto del paso de Chilkoot se detuvo y volvió la vista atrás. El Klondike se extendía inmenso, onírico, aterrador y solitario hasta la línea del horizonte. Solo el fatigado resuello de sus escuálidos perros desgarraba el silencio, un silencio blanco que había hecho enloquecer a hombres mejores que él. Estaba demacrado, había enfermado de escorbuto e incluso había perdido algunos de sus dientes, pero no había encontrado oro. Recordó entonces las historias que había escuchado en las tabernas de Dawson. Historias increíbles narradas por hombres envejecidos antes de tiempo, hombres que habían conocido la cara más despiadada del norte y a los que todo el oro del mundo no les podría compensar jamás. De uno de sus bolsillos, sacó la pequeña libreta en la que había esbozado algunas de estas historias e intuyó que tal vez había encontrado allí algo más valioso que el oro.

15. Zapato

Cuando llegó al punto más alto del edificio se acercó a la cornisa. Tras estar 10' jugando con los zapatos debido a los nervios, el derecho cayó casi alcanzando a un viandante, quien levantó la cabeza al no saber desde donde había caído y allí la vio, de pie en el filo del tejado. Empujó con violencia la puerta del bloque para comprobar si estaba abierta y al tener suerte corrió escaleras arriba.
Cuando llegó a la azotea le gritó que no lo hiciese, que seguramente tendría un motivo, pero otros muchos para no tirarse. Ella preguntó con voz melancólica que si él podía ser uno de los motivos. No supo que contestar, pero fue sincero. Tenía mujer e hijos, pero seguramente acabaría encontrando a alguien y la convenció para tomar algo.

Una vez se despidieron, ella se dirigió a la cornisa esperando que con el siguiente tuviese más suerte.

16. Fuegos fatuos

Cuando llegó al punto más alto explotó con una sonora detonación. Se dividió en seis haces zigzagueantes de humo blanco que estallaron formando círculos crecientes de colores que cambiaban; de azules a verdes, y después a rojos. Antes de apagarse desvelaron una figura dorada, de tiras brillantes, descendiendo suavemente. Parecía un sauce llorón, aunque yo no dejaba de ver su rostro.

Estaba embobado mirando el espectáculo pirotécnico con la misma expresión que ponía de niño. Por aquel entonces, mi abuelo también miraba encandilado, pero contemplando la alegre y pasmada cara de su nieto.

Intento convencerme de que, al esparcir sus cenizas dentro de los fuegos sobre nosotros, me pudo observar con aquella expresión una última vez, y eso le hizo sonreír de nuevo. Así intento borrar de mi recuerdo su rostro desencajado al desconectarle el respirador. Sé que en el fondo lo agradeció aunque nunca me lo hubiera pedido.

17. Éxito de crítica.

Cuando llegó al punto más alto abrieron su pecho para descubrir un talento de puro diamante brillando al son de sus acordes, tan genuíno que era inevitable escribía la prensa especializada. Él, enganchado a la felicidad que no paga peajes, solía negociar esos días jugando a capturar el instante que tapizó con vino y rosas un bar vacío; que convirtió su adiós clandestino en mensajes para quemar soles juntos de nuevo. Ese instante que nunca encontraba porque sus canciones seguían siendo las mismas. Carretera o supernova, siempre camino de encontrarse.

18. Andreas

Cuando llegó al punto más alto, comencé con la maniobra de descenso del avión. Puse el morro en posición y ajusté la potencia. El avión descendía suavemente. Cruzamos una zona de nubes, y a los 45 segundos, empecé a ver las montañas. Los Alpes son maravillosos. Me encanta este trayecto, como cuando viajamos a Turín y puedo ver las cordilleras de cerca. Pero ahora me lo quieren quitar. Toda mi vida preparándome, cuidándome, y ahora van a retirarme de mi puesto. No me queda mucho tiempo, así que me voy despedir aquí, en este vuelo, en mi lugar favorito. Me voy antes de que me echen. Seguro que los pasajeros también sabrán apreciar lo idóneo de la despedida. Los rayos de sol entran por las ventanas. Las cumbres se acercan. Lástima que el ruido de los inútiles hachazos del comandante en la puerta estropee la armonía del momento.

19. Revolución.

Cuando llegó al punto más alto de ebullición, ellos sabían que todo estaba listo, solo tenían que aprovechar una de las burbujas y adherirse a la válvula, del resto la física se encargaría.
La explosión dejó conmocionada a la comunidad, se dice que encontraron restos de espinacas a dos manzanas de la cocina.
¡Hermanas y hermanos vegetales la lucha ha comenzado!

20. El camino de muchos nombres

Cuando llegó al punto más alto lo agarró y lo examinó. Supo que era el suyo. Era perfecto. Redondo, liso, negro y de grosor infinitesimal. Lo introdujo en la bolsa. Por un momento le pareció que se resistía. De camino a casa se fijó en otros puntos. Cada punto era sutilmente diferente aunque no sabía explicar en qué. Lo que sabía era que los puntos siempre habían estado ahí pero invisibles porque se mostraban de perfil a quién cruzase la vista con ellos. Ahora estaban quietos. Vio a otros como él recogiendo sus puntos. Otros, en cambio, ni se percataban de ellos. Al llegar a casa abrió la bolsa y el punto quedó suspendido en el aire. Volvía a moverse pero esta vez para mostrarse completo siempre. Eso sólo indicaba una cosa. Mi abuelo, entonces, se preparó para el viaje largamente esperado y con la mano me dijo adiós.

21. Vuelo generacional

Cuando llegó al punto más alto, la cometa tiró de mi brazo casi hasta arrancármelo. Con un rápido giro de muñeca conseguí mantenerla en el aire, siguiendo las lecciones que un día me dieron.

Me podía pasar horas observando cómo aquel trozo de tela bailaba al son del viento, y cómo con los movimientos de mis manos la acompañaba en aquel espectáculo para mi mirada inocente. Recuerdo buscar de reojo la mirada de mi madre, orgullosa por ese pequeño triunfo de su retoño.

Otro tirón de la cuerda me despertó de mi nostálgica ensoñación. Tocaba pasar el testigo, así que ahora la mirada que buscaba era la de mi hijo, quien sumergido en la pantalla de su móvil de última generación ni siquiera levantó la cabeza. Resignado, una parte de mí se entristeció, la otra, sonrió y miró al cielo:
“¿Me concedes este baile?”

22. Sic Transit Gloria Mundi

Cuando llegó al punto más alto se detuvo, siendo, casi por primera vez en la vida, consciente de ello. Apoyó las manos en los riñones, estiró la espalda sacando culo y un quejido ahogado emergió de su garganta, que no de sus labios.
Delante suyo, su hijo aprendía el arte de la guerra. Lucha con espadas, equitación, retórica, organización y mando. Toda inversión era poca para el futuro, incierto, de un heredero.
Su maltrecho cuerpo le avisaba cada día: ya no eres aquel joven inmortal.
Seis segundos para levantarse del sofá eran, a todas luces, demasiados...

Damià escribió:
23. Luna de hiel

Cuando llegó al punto màs alto, le bajaron de un puñetazo. Joaquín, tumbado en el suelo, pitillo en boca, saboreaba la sangre de su boca. Mierda, pensó. Palpó su bolsillo. Que no me roben la cartera, que hay mucho hijoputa suelto aquí. Joder, se le había metido serrín hasta en los huevos y le picaban. Definitivamente, esta vez era la última vez que celebraba en el bar del Aurelio que se casaba con su exnovia (la del Aurelio). Maldito cabrón rencoroso...

Sugar Bug escribió:

Damià escribió:
23. Luna de hiel

Cuando llegó al punto màs alto, le bajaron de un puñetazo. Joaquín, tumbado en el suelo, pitillo en boca, saboreaba la sangre de su boca. Mierda, pensó. Palpó su bolsillo. Que no me roben la cartera, que hay mucho hijoputa suelto aquí. Joder, se le había metido serrín hasta en los huevos y le picaban. Definitivamente, esta vez era la última vez que celebraba en el bar del Aurelio que se casaba con su exnovia (la del Aurelio). Maldito cabrón rencoroso...

venga ya hombre! justo acabo el show y me metes otro! a cascarla por ahí!

Damià escribió:
23. Luna de hiel

Cuando llegó al punto màs alto, le bajaron de un puñetazo. Joaquín, tumbado en el suelo, pitillo en boca, saboreaba la sangre de su boca. Mierda, pensó. Palpó su bolsillo. Que no me roben la cartera, que hay mucho hijoputa suelto aquí. Joder, se le había metido serrín hasta en los huevos y le picaban. Definitivamente, esta vez era la última vez que celebraba en el bar del Aurelio que se casaba con su exnovia (la del Aurelio). Maldito cabrón rencoroso...

sapir escribió:

Sugar Bug escribió:

Damià escribió:
23. Luna de hiel

Cuando llegó al punto màs alto, le bajaron de un puñetazo. Joaquín, tumbado en el suelo, pitillo en boca, saboreaba la sangre de su boca. Mierda, pensó. Palpó su bolsillo. Que no me roben la cartera, que hay mucho hijoputa suelto aquí. Joder, se le había metido serrín hasta en los huevos y le picaban. Definitivamente, esta vez era la última vez que celebraba en el bar del Aurelio que se casaba con su exnovia (la del Aurelio). Maldito cabrón rencoroso...

venga ya hombre! justo acabo el show y me metes otro! a cascarla por ahí!

Damià estaba esperando a que acabaras tu show.

Damià escribió:
24. Anhelos de libertad en la casa de Asterión.

«Cuando llegó al punto más alto la cera de sus alas empezó a derretirse y acabó precipitándose al mar…». Asterión soñaba todas las noches lo mismo. Se fabricaba unas alas con plumas y cera, y huía volando del laberinto. Pero solo era un sueño surgido de las burlas de sus captores. Todo el mundo le consideraba un monstruo, mitad toro mitad humano. Incluso se habían ingeniado la historia del padre e hijo que inventaron y elaboraron unas alas con las que escapar de él. Todo como perfectamente ideado para eliminar a sus enemigos, y que la culpa fuera suya, del monstruo del laberinto. Pero se había decidido, la próxima vez que llevaran a siete hombres y mujeres para su ejecución se liberaría de las cadenas de su esclavitud.

Las dos personas que lo hallaron solo pudieron constatar lo siguiente:

«-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió».

sapir escribió:¡Rápido, mandad más relatos para sugar!

Damià escribió:una frase que todos veíamos como muy montañera ha dado pocos relatos montañeros, .

si el FDC de Yomis fuera DDC tocaríamos casi todos los géneros.

Sugar Bug escribió:

sapir escribió:¡Rápido, mandad más relatos para sugar!

Sugar Bug escribió:

Damià escribió:una frase que todos veíamos como muy montañera ha dado pocos relatos montañeros, .

si el FDC de Yomis fuera DDC tocaríamos casi todos los géneros.

Hombre, hay uno de un chocho o algo así...

Damià escribió:

Sugar Bug escribió:

Damià escribió:una frase que todos veíamos como muy montañera ha dado pocos relatos montañeros, .

si el FDC de Yomis fuera DDC tocaríamos casi todos los géneros.

Hombre, hay uno de un chocho o algo así...

si, pero tu lo ves porno?

Damià escribió:

Sugar Bug escribió:

sapir escribió:¡Rápido, mandad más relatos para sugar!

Damià escribió:25!!!

si es que cuando la administración funciona es normal que la gente participe....

Damià escribió:1- Para empezar, diré que es el final

Cuando llegó al punto más alto, se paró a recuperar el aire. Decidió parar el tiempo. Torneó la cabeza y contempló el paisaje que le abrazaba. La cima estaba decorada con bellos árboles otoñales que resguardaban su novelesco rincón. Sentía la brisa acariciándole y a su vez chispeando su cuerpo con fresco recuerdo de que lo bello a veces… estremece. Sabía que solo un suspiro separaba su satisfación de su situación. Un pequeño paso y el profético placer prometido podría palparse. La poesía dibujó la situación. La meta era el banco donde le esparaba Adán. Ahora era ese gorrión volaba libre pero, como lo hablaron, si sentaba a su lado, el gorrión tendría nido. La brisa le estremeció otra vez. Y sus pasos le llevaron…

- Te has sentado. Sabes…

- Calla. Simplemente miremos el paisaje- dijo Santi apoyando su cabeza en el hombro de Adán.

Damià escribió:2- El rescate

Cuando llegó al punto más alto lo primero que hizo fue colocar la bandera. El viento helado agitaba la tela roja con la cruz blanca mientras observaba el desierto de hielo que se extendía hasta el infinito en el lugar más desolado de la tierra. Algo lo sacó de sus pensamientos, algo que se aproximaba hacia él desde la lejanía. Descendió penosamente hasta encontrarse con el viejo Rasmussen. No podía ser. Rasmussen había desaparecido hacía años. Se abrazaron y el viejo lo invitó a subirse a su trineo. Entonces supo que había llegado por fin la hora de partir, después de una eternidad escalando aquella montaña.

Sugar Bug escribió:JC, con gifs el show se te va a alargar un hueval..

Sugar Bug escribió:

Damià escribió:
23. Luna de hiel

Cuando llegó al punto màs alto, le bajaron de un puñetazo. Joaquín, tumbado en el suelo, pitillo en boca, saboreaba la sangre de su boca. Mierda, pensó. Palpó su bolsillo. Que no me roben la cartera, que hay mucho hijoputa suelto aquí. Joder, se le había metido serrín hasta en los huevos y le picaban. Definitivamente, esta vez era la última vez que celebraba en el bar del Aurelio que se casaba con su exnovia (la del Aurelio). Maldito cabrón rencoroso...

venga ya hombre! justo acabo el show y me metes otro! a cascarla por ahí!

JCRZ escribió:

Sugar Bug escribió:JC, con gifs el show se te va a alargar un hueval..

Va a ser un maratón. Mis shows son óperashow

Además así los voy leyendo. Piano piano

Damià escribió:3- Schumann

Cuando llegó al punto más alto de la torre le entró pánico y bajó de inmediato, algo le perseguía. Me harán daño, nos decías. Yo seguía tocando el piano y hablando con su mujer, Clara, a menudo en aquellos días.

A los pocos meses mi amigo intenta rescatar de las profundidades del Rin la genialidad y la cordura, sólo conseguiste la primera, me confesarías en nuestra última copa.

Solía caminar por el teatro principal cuando a lo lejos te veo ingresar, le cogías la mano a alguien que yo no podía ver. Te observo tocando un piano que no existe, clavando notas imaginarias que sólo sobreviven en tu cabeza, de pronto te pones de pie y haces una reverencia. Sin darme cuenta te estoy aplaudiendo sin compasión, con cada palmada se van encendiendo los focos del recinto mientras cientos de figuras fantasmales me sonríen y me acompañan en la labor.

Damià escribió:4-Because It’s There

Cuando llegó al punto más alto de la montaña ya empezaba a atardecer. ¡Mala cosa! El regreso… Oh, well! Le llegó el aroma del té y comprendió entonces que esa misma noche Irvine y él lo tomarían con sus antepasados.

Disfrutó en soledad de ese último ocaso que nunca antes un ser humano había observado desde allí: Corazón reventando el cielo. A dome of many-colored glass… ¡Muérete de envidia, Turner!

Nieve. El blanco radiante de la eternidad. No hay muerte más dulce. Sentarse. No sentirse. Colchón. Nieve. Dormirse. Irse tras el sol. Fundirse. Mantequilla. ¡Té! Cerca. ¡Campanas: St. Wilfrid! Nieve.

Punzada… ¿Sabría el mundo?… ¡El primer hombre!… ¡La cima del mundo!… ¿Pero, sabrán?… Algún día… ¡Ruth!… ¿Eres tú?… Tu fotografía… La cima… ¡La prueba!… ¡Ruth!... ¡Abrázame!... Tu nombre y el mío… Inmortales…

Perdido en ensoñaciones de gloria, dio un paso en falso y cayó al vacío.

Damià escribió:5. Vivir y morir en Sinaloa

Cuando llegó al punto más alto de la colina, echó un vistazo hacia el valle y decidió que era el lugar ideal: el sol quedaba a su espalda, evitando el riesgo de reflejos indeseados. La reunión ya había comenzado, por lo que se apresuró a sacar su cámara. Había cuatro rancheras estacionadas, rodeadas de sicarios armados. Tomó una foto de la escena. Click. En el centro, dos hombres que reconoció como el "Güero" Morales y el jefe de policía se estrechaban la mano. Click. Un maletín lleno de dinero. Click. Varias cajas de madera con subfusiles. Click. Un intercambio y nuevo apretón de manos. Click. Click. Click. Tenía suficiente. Sería su último trabajo como periodista antes de salir del país con su familia. Comenzó a recoger la cámara para abandonar la zona antes de ser descubierto. Y entonces sintió el frío contacto del acero detrás de su oreja. Click.

Damià escribió:
6. Renacimiento


Cuando llegó al punto más alto de su pubis se sentó. Apoyando su espalda sobre el sedoso vello púbico, observó desde arriba su preciosa y carnosa vulva. Se sentía nervioso, pero estaba decidido. Comenzó el sutil descenso, consiguiendo de manera delicada separar sus labios vaginales hasta sentirse envuelto por ellos. Percibió aromas, increíbles texturas, mientras descendía dejando atrás su protuberante clítoris. Conforme se acercaba a su vagina sus estremecimientos iban siendo mayores. Los flujos cubrían su menudo cuerpo, aunque no le impedían seguir respirando. Temió por su vida una vez atravesó su vagina, encaminándose lentamente hacia el cuello de su útero. Aunque se detuvo. Su objetivo no era adentrarse dentro de ella hasta perderse. Por ello, buscó la luz y decidió regresar al exterior. Se sentía algo confundido, pero no había duda de que la poesía de aquel viaje lo había poseído. Salió de su vagina sintiendo su propio renacimiento.

JCRZ escribió:

Damià escribió:5. Vivir y morir en Sinaloa

Cuando llegó al punto más alto de la colina, echó un vistazo hacia el valle y decidió que era el lugar ideal: el sol quedaba a su espalda, evitando el riesgo de reflejos indeseados. La reunión ya había comenzado, por lo que se apresuró a sacar su cámara. Había cuatro rancheras estacionadas, rodeadas de sicarios armados. Tomó una foto de la escena. Click. En el centro, dos hombres que reconoció como el "Güero" Morales y el jefe de policía se estrechaban la mano. Click. Un maletín lleno de dinero. Click. Varias cajas de madera con subfusiles. Click. Un intercambio y nuevo apretón de manos. Click. Click. Click. Tenía suficiente. Sería su último trabajo como periodista antes de salir del país con su familia. Comenzó a recoger la cámara para abandonar la zona antes de ser descubierto. Y entonces sintió el frío contacto del acero detrás de su oreja. Click.

Hostia, de este no rajo que me ha molado. Candidato a 3 puntos.



***

Los Cuervoshow no es fastfood. Es comida a apreciar lentamente

Damià escribió:7. La última copa.

Cuando llegó al punto más alto aparcó la moto al lado de un árbol. A su izquierda estaba el restaurante justo al borde del desfiladero.
Se quitó el casco y entró.

No se percataron de su llegada. Dos ancianos jugaban al dominó y el único camarero del sitio estaba apoyado en la barra, con gesto apático, matando el tiempo viendo un partido en la televisión.

Los grandes ventanales nos regalaban quizá demasiada luz y un acceso directo a la inmensidad del mar; a la nada.
Encima de la cafetera un desgastado cartel rezaba "abonen su consumición tras ser servida".
Imaginó que esta norma nunca se pasaba por alto.

Pidió una cerveza, dejó las monedas en la barra y salió, sin despedirse, por la puerta trasera. Saboreó aquel tercio como se merecía, acompañándolo con un cigarrillo.
Su última cerveza, sus últimas caladas.

Dio un paso al frente y no miró atrás.

Damià escribió:
8. Prueba y error

Cuando llegó al punto más alto trepó la barandilla, se secó las lágrimas y se tomó unos segundos para saborear la caricia del viento. Comenzó a experimentar su ansiada sensación de paz, de evasión de una realidad desagradecida y deficiente.
Por primera vez  se sintió fuera de esa espiral autodestructiva  donde tocar fondo no existía.

Concedió un innecesario último vistazo al infierno. Vio el bar donde cada sábado tomaba una caña con su padre, ese hombre imperfecto que siempre estaba ahí para él. Contempló a los niños en el patio donde recogía a su ahijada cuando sus mejores amigos trabajaban. Acompañó con la mirada el recorrido que hacían por la acera saltando cada tapa de alcantarilla cual trampa mortal hasta que sus ojos se posaron en la cafetería donde le habían roto el corazón y...otra persona lo había recompuesto.

Cuando llegó al punto más bajo le apeteció un café.

Damià escribió:9. N.G. (Wild, wild, wild...)

Cuando llegó al punto más alto de la estrecha y dorada catarata, el primer salmón hizo un escorzo impelido por la bofetada que le di con la mano derecha.  La izquierda mantenía mi potente arma apuntando al objetivo. Docenas de pequeños salmones seguían al primero, unos vestidos de lagarterana, otros a culo pajarero. Remontaban la corriente desde el inodoro (inodoro. Amos, no me jodas) buscando penetrar en mi cuerpo por el meato, que lanzaba besos agradecido.
Saltaban gráciles, moviendo la cola al ritmo de mis imprecaciones. Y a todo esto, zas, zas. Hostia va, hostia viene, lagarterano a la derecha, culo pajarero a la izquierda.
Terminé acezando. Volví a la blanca sabana, repleta de leones hambrientos. Cargué mi arma con precisos movimientos y disparé a manchar: toma, toma, toma tú. Corred cabrones, ratatatatata...
—Tu puta madre, Paco. Me tienes hasta el coño del Nacho Nallografi
—Veamos ese valle, tarzana.

JCRZ escribió:

Damià escribió:9. N.G. (Wild, wild, wild...)

Cuando llegó al punto más alto de la estrecha y dorada catarata, el primer salmón hizo un escorzo impelido por la bofetada que le di con la mano derecha.  La izquierda mantenía mi potente arma apuntando al objetivo. Docenas de pequeños salmones seguían al primero, unos vestidos de lagarterana, otros a culo pajarero. Remontaban la corriente desde el inodoro (inodoro. Amos, no me jodas) buscando penetrar en mi cuerpo por el meato, que lanzaba besos agradecido.
Saltaban gráciles, moviendo la cola al ritmo de mis imprecaciones. Y a todo esto, zas, zas. Hostia va, hostia viene, lagarterano a la derecha, culo pajarero a la izquierda.
Terminé acezando. Volví a la blanca sabana, repleta de leones hambrientos. Cargué mi arma con precisos movimientos y disparé a manchar: toma, toma, toma tú. Corred cabrones, ratatatatata...
—Tu puta madre, Paco. Me tienes hasta el coño del Nacho Nallografi
—Veamos ese valle, tarzana.

Salmón, puaj. Yo prefiero un buen churrasco. Micro majete

Damià escribió:10. Viernes Santo.

Cuando llegó al punto más alto del tocado puso el último alfiler a la virgen. Estaba preciosa. Lista para su estación de penitencia. Era su primera noche como vestidor de la imagen de su devoción.
El capellán empezó a barrer el altar, cerrar ventanas y apagar luces.
Colocó el primer artefacto entre la saya bordada de hojillas y el manto de tisú verde.
El segundo artefacto bajo el fajín de brocado.
El detonador iría en el último pliegue del tocado de punto de cruz, oculto por el puñal de carey. Y en la corona, sobre el cuarto imperial, el amplificador de señal.
Ya estaba lista para su pueblo. Preparada con esmero y con su mejor ajuar.
En pocas horas, María Santísima de los Dolores iba a repartir paz y amor para todos.
Y dolor, mucho dolor.

Damià escribió:11. Ventimiglia

Cuando llegó al punto más alto, miró hacia la oscuridad: todavía no se divisaba Francia. Era de noche y hacía frío. Las piernas le dolían y sus labios estaban azulados. Atrás dejaba Italia y sus carteles de la Liga Norte, y su represión fascista, y sus porras afiladas por Salvini. Si Europa no tenía fronteras, ¿qué hacía él jugándose la vida en el Paso de la Muerte? Un compañero le azuzó, continúa andando, no te detengas, vamos, te congelarás. Boqueó en busca de aire y siguió avanzando. Logró sujetarse a un brazo amigo. Huyendo, siempre huyendo. De Sudán hasta Libia, luego hasta Italia (recordaba el Mediterráneo como un monstruo terrible, sin belleza), ahora hacia Francia. La historia de un éxodo cansado hacia algún lugar que ofreciera esperanza. ¿Existiría ese sitio para quien no tiene papeles, sólo piel? La montaña no arrojó ninguna respuesta. Él siguió avanzando, hacia un horizonte oscuro.

Damià escribió:12. El eco de Sibila

Cuando llegó al punto más alto observó el infinito laberinto de paredes a su alrededor, quebrado por innumerables hendiduras verticales. Era aquella inaudita orografía la que, extendiéndose kilómetros en círculos concéntricos, propiciaba el extraño fenómeno del eco de Sibila.
Según la leyenda podías formular tres preguntas y el eco, cual oráculo, contestaría tu futuro. Y tal hizo el joven alpinista, cuestionando a la montaña sobre cuándo el amor, cómo la fortuna y por qué la muerte. Su voz penetró en las grietas deslizándose y rebotando a través de incontables pasadizos naturales hasta emerger, pasados unos minutos, con los tres augurios rogados. El primero llegó con voz de mujer, el segundo de niño y el tercero, de anciano y aun sabiendo que no eran sino las voces perdidas de otros como él, fueron justo las palabras que esperaba oír. Y mientras descendía, sonrió pensando que toda leyenda contiene parte de verdad.

Damià escribió:13. ¡El mar es mío!

Cuando llegó al punto más alto del mástil comprobó la verga de gavia y descendió a la cola, para su última guardia. Con mil tormentas a sus espaldas y la pipa siempre a flor de labio recordaba, con una ligera sonrisa, los años en que a pesar de los vendavales abrazaba el palo de mesana y gritaba ¡el mar es mio! Divisó la cala con el primer albor y lloró, no se imaginaba paseando por el espigón fumando y viendo llover.
Puso su pie descalzo en la barandilla de la cola y saltó. Sonriendo y con los brazos abiertos, le pareció que Truc, el perro de a bordo, gemía al verle rebotar y destrozarse el cráneo contra el bauprés; el mar le recibió orgulloso, le abrazó y ya no le soltó jamás. Él era del mar y el mar era de él.

Damià escribió:14. Cruzando la gran divisoria

Cuando llegó al punto más alto del paso de Chilkoot se detuvo y volvió la vista atrás. El Klondike se extendía inmenso, onírico, aterrador y solitario hasta la línea del horizonte. Solo el fatigado resuello de sus escuálidos perros desgarraba el silencio, un silencio blanco que había hecho enloquecer a hombres mejores que él. Estaba demacrado, había enfermado de escorbuto e incluso había perdido algunos de sus dientes, pero no había encontrado oro. Recordó entonces las historias que había escuchado en las tabernas de Dawson. Historias increíbles narradas por hombres envejecidos antes de tiempo, hombres que habían conocido la cara más despiadada del norte y a los que todo el oro del mundo no les podría compensar jamás. De uno de sus bolsillos, sacó la pequeña libreta en la que había esbozado algunas de estas historias e intuyó que tal vez había encontrado allí algo más valioso que el oro.