RONDA 11 DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS.

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Clasificación Edición IV:

La frase:

En mis visitas a los subsuelos...

Relatos a concurso:

1.-Sángrame Deluxe

—En mis visitas a los subsuelos suelo ser bastante metódica —respondió Carmesia al entrevistador.

—En primer lugar, espero un par de horas (algo más si he hecho buenos amigos) antes de afilarme las uñas con los colmillos y ponerme manos a la obra. Lo siguiente es romper la tapa de un puñetazo, pero no sin antes taparme la cara con la otra mano para que no entre tierra en las mucosas (algo tremendamente desagradable, como sabrán) —afirmación que provocó un runrún de aprobación entre el público.

—Una vez está lo bastante rota como para incorporarme entran en juego las uñas que, previsoramente, me suelo dejar crecer durante unas cuantas semanas para ganar superficie de contacto y comienzo lo que llamo "braceo del gato chino" —risas— que me permite avanzar con comodidad hacia la superficie. ¡Incluso a veces tengo la suerte de encontrarme una "topita"  por el camino! —más risas.

2.-Expediente Rosquimano.

En mis visitas a los subsuelos pude establecer contacto con ellos, luego de abandonar cualquier aspiración y erradicar toda clase de reconocimiento hacia mi labor.
Se trataba de un pueblo atávico, feliz bajo la dictadura del ello, que estrangulaba las palabras a placer hasta convertirlas en un baile ininteligible para cualquiera que no frecuentase aquellas latitudes. Una cultura entregada a la consecución del círculo perfecto, orgullosa en su perenne locura y pagada del sabor de su lógica incomprendida; según ellos la única vía para experimentar la verdadera esencia.
Me creí a salvo de su influencia de regreso al calor de la civilización, pero desde entonces los días atribulados son multitud y las noches de persecución y abismo mayoría. Incluso creo adivinar el aliento de la locura perfilando mi nuca mientras escribo estas palabras, hasta el punto de haber convertido este relato semanal en necesario salvoconducto para mi salud mental.

3.-Cementerios

En mis visitas a los subsuelos de los cementerios me gusta recrearme, recorrerlos sin ninguna urgencia. Son lugares realmente especiales, donde el tiempo parece detenerse. Disfruto de una distendida charla con los cadáveres en descomposición, mientras los diminutos huevos eclosionan dentro de sus cuerpos, y las larvas que surgen de ellos degluten su carne pútrida, lentamente, hasta convertirse en gusanos. Entonces me acerco a las raíces de los cipreses, y escucho fascinado las historias que me relatan, centenarias, mientras compartimos una taza de agua con minerales, que asciende por sus capilares tornando la conversación cada vez más divertida. Por fin, después de la agradable estancia, llega el momento de regresar a las capas superiores, y dejar que la vida y la muerte sigan su curso. A través de los diferentes estratos me deslizo hasta la superficie, y vago por la tierra húmeda, esperando regresar pronto al subsuelo de algún cementerio.

4.-Le llamaban Nenuco

En mis visitas a los subsuelos conocí a Nenuco. El resto de vagabundos le llamaba así porque siempre andaba contando la misma historia de que no había sustancia más dura que una masa endurecida de toallitas de bebé. Todos los vagabundos tenían un mote: Pana, Undiente, Ruso,... excepto aquel llamado Pedro, demasiado grande para juguetear con su ira (aunque, en secreto, le apodaban Loco). Nenuco era, entre todos, el que mejor olía. Aseguraba querer ser merecedor de su nombre. También aseguraba que un día un tsunami de celulosa acabaría con todos. Que el fin del mundo sería un alud de toallitas, condones y pañales usados.
Una mañana dejé de verlos, desaparecieron todos de los subterráneos como si nunca hubieran existido. La ciudad no echaría de menos a sus hombres topo. Ni siquiera intentaría resolver el misterio de que, como única explicación, hubieran dejado escrito en la pared:
NENUCO TENÍA RAZÓN

5.-Capucha escarlata para mañana

En mis visitas a los subsuelos hay calzocillos y trozos de lasagna
pavimentando las baldosas amarillas.
Voy y vengo, rompo y arreglo, ciclo sin fin.
La cafetera en la que trabajo hace ruido, sería conveniente echarle un vistazo antes de que alguien se haga daño pero soy tan pequeño… .
Me da pereza crecer.
Crecer me obliga a relacionarme con sus egos desmesurados.
Soy feliz en el subsuelo tumbado con mis amigas viendo volar a mi mujer.

6.-La ciudad subterránea

En mis visitas a los subsuelos veía cosas extrañas. Solía achacarlo a las emanaciones de gases de las cloacas, pero deseché esta explicación al experimentar una alucinación de forma recurrente: una criatura antropomórfica con la piel translúcida como un pez abisal, que al verme se escabullía a un nivel más profundo de las alcantarillas. No fue sencillo reunir el valor para seguirlo, descendiendo durante incontables niveles hasta llegar a una especie de ciudad subterránea. Era similar a la nuestra, salvo que estaba permanentemente iluminada por unas tenues candilejas. No pasó mucho tiempo antes de que esos seres me rodearan, llevándome después a la presencia de lo que parecía ser su sumo sacerdote. Este, con un gesto amable señaló un libro situado en un atril.

—¿qué encontraré en el libro?—pregunté
—La verdad. Ábrelo bajo tu propia responsabilidad

Es así como me convertí en uno de ellos para no volver jamás.

7.-El valor de los acuíferos

En mis visitas a los subsuelos junto a mi compañero de trabajo íbamos notando que la cantidad de agua de los acuíferos menguaba considerablemente. El agua estaba convirtiéndose en el recurso más preciado a pasos agigantados. Esto no era exclusivo únicamente de nuestra zona, ya que toda Italia empezaba a encontrarse en la misma situación, y compañeros suizos, griegos, españoles, franceses y austriacos nos informaban de que a ellos también les ocurría; por ahora nada más que se salvaban los eslovenos.
Y es que en esta última visita hemos llegado al culmen. Cuando estábamos a punto de llegar al acuífero había dos personas con metralletas custodiándolo. Uno de ellos se acercó a nosotros en tono poco amigable y nos espetó: "decidle a vuestro jefe que este territorio a partir de ahora es de la Camorra".
Así que sí, ya hemos llegado a ese punto, el agua es el nuevo petróleo.

8.-Acabando con mis demonios

En mis visitas a los subsuelos intento moverme lo mas rápido posible. El aire escasea, y últimamente la peste me hace desear estar en esa pequeña cámara lo mínimo necesario. Me llevó bastante tiempo cavarla con suficiente espacio, pero por fin la estaba sacando partido. 
Mientras arrastro los sacos recuerdo a mi padre, siempre insistiendo en que debíamos enterrar nuestros rencores. Cuando por fin le enterramos a él, mi rencor se transformó en alivio y comprendí el verdadero significado de sus palabras. 
Los pego lo máximo posible a las paredes y al amontonarlos veo que alguno se ha roto esparciendo más ese olor y asomando algo de piel. Ahora no parecían tan fieros esos que hace solo unas semanas, me hacían la vida imposible en el instituto. Me siento muy aliviado.
Viendo como ha quedado el habitáculo, creo que he terminado la reorganización, ya hay espacio suficiente para mamá.

9.-La transformación

En mis visitas a los subsuelos descubrí un mundo de ópalos y piedras brillantes. Era tal el colorista destello de intensidades lumínicas, que tuve que regresar todos y cada uno de los días que me quedaban de vida. Transcurrió una semana. En cada visita ingería un pedacito de roca, algunas veces eran amatistas; otras, variadas y envidiadas gemas. Curiosamente, me iba sintiendo mejor. La pesadez de las piedras en mi organismo provocaba que mis movimientos fueran cada vez más lentos; sin embargo, mi cuerpo agradecía aquellas mágicas ingestas.

Tras varios meses de incursiones en aquel submundo comencé a sentir un verdadero cambio. Mis uñas eran ópalos, mis córneas ocres rubíes, y en lugar de corazón tenía una resplandeciente esmeralda.

Cuando me quise dar cuenta, mis huesos eran de zafiro y mi piel estaba recubierta de ámbares, alejandritas y cuarzos. Al ducentésimo día ya formaba parte de aquel maravilloso subsuelo.

10.-Dos sentidos

En mis visitas a los subsuelos recojo cada vez ocho personas. Código clave, dinero en mano, respondo solo algunas preguntas. Tienen siempre hambre de saber qué ha sucedido arriba este tiempo. Se suben al vehículo como se subirían a un barco: aspirando con fuerza, anticipando el olor de la superficie. No saben que gano mucho más en las idas hacia subsuelo, cuando llevo las bodegas repletas de arrepentidos.

11.-La Gallina de los Huevos de Oro

En mis visitas a los subsuelos del hospital, llegué a conocer a personajes de lo más variopintos. Ese lugar estaba reservado para los más estrafalarios.

Conocí a una señora de gran corazón que reclamaba su reino, donde mandaba cortar la cabeza a cualquiera que osara contradecirla. También había un señor alto y esbelto de muy mal genio, que creía hablar con un guacamayo. El más ruidoso de todos era un viejo capitán de un barco, pirata decía ser, que tenía una terrible obsesión con el tiempo. No todos eran entrañables, algunos daban miedo de verdad... como una mujer alta y delgada, de cara casi cadavérica, que se pasaba las noches susurrando lo que parecían hechizos. Con sólo escucharla se me ponía la piel de gallina.

No sé si era mi aspecto afable, pero a todos ellos les gustaba relatarme sus andanzas. Las mismas que luego comentaba con mi marido, Walter.

12.-No eres tú. Y tampoco yo.

En mis visitas a los subsuelos de los planetas de la Alianza descubrí seis vetas de glomax.
Y revolucioné el mundo del espectáculo. Miles de millones de consciencias influyendo a la vez en el cuerpo y la mente del protagonista de un evento. Deportivo, un reality, debates...
Pero, como siempre, un tipo de uniforme encontró la manera de usarlo para sus intereses. Y un sólo hombre pudo controlar las mentes de miles. Y los ejércitos se convirtieron en masas de puro terror. Soldados involuntarios conscientes de sus actos pero incapaces de actuar voluntariamente..
Y ahora huyo. Constantemente. Intento ser más rápido que el glomax. El loco interestelar del traje de plomo. Buscando algo a lo que llamo xamolg.
Y devolver a las consciencias de la Alianza su libre albedrío.

13.-Sueños cumplidos.

En mis visitas a los subsuelos recuerdo que no me quedan subs por vivir.
Llegué a jugar en la selección española de voleibol sub 18, pude subirme en un submarino, hice mis pinitos como subalterno de Morante, he asistido a varias subastas, he subido música a Internet, asistí a la muerte súbita de mi jilguero Manolito, veo todas las películas en versión subtitulada, he tenido varias súbditas en mi alcoba, he conseguido subvenciones públicas, mi anterior cuñado era un subnormal y hace tres meses me compré un suv en la Subaru.
Cuando me ofrecieron la reencarnación lo tuve claro, convertirme en una sucia rata para vivir en los subsuelos del planeta.

14.-Viejos botines

En mis visitas a los subsuelos, obligado refugio tras carteras y pañuelos hurtados en Piccadilly o Covent Garden, del botín para el viejo distraía siempre una parte. Relojes y sedas, chelines y medios soberanos que ocultaba en una caja perdida en el gran laberinto del alcantarillado londinense.
Así era cuando la providencia puso mi mano en el bolsillo de Mr. Brownlow. Y las salchichas con ginebra y el perro de Bill, la sonrisa de Nancy y mi caja de madera, todo quedó atrás. Fantasmas olvidados hasta que hoy, mientras ojeo unos libros en Charing Cross, una pequeña mano levanta el faldón de mi levita, sale a la carrera y desaparece en el callejón. Con gesto tranquilo retiro la tapa de hierro y desciendo a mis viejas guaridas. Y le digo al pilluelo que, acorralado, me observa con terror: no te asustes, ven conmigo y te diré dónde esconder esa billetera.

15.-Tanto misterio, tanto misterio...

En mis visitas a los subsuelos de la conciencia encontré la verdadera naturaleza humana, aquella que, de manera enfermiza, intentamos negar cada día de nuestra existencia.
En buenos y en malos, en ricos y en pobres, en negros y en blancos, en religiosos y en ateos; no importó la condición de cara al resultado.
Y una vez conocida —la naturaleza humana—, los comportamientos cobran sentido y las contradicciones dejan de serlo. Como decía mi abuela, «vistos los cojones, macho».
Tengo tantas cosas que contaros, tantos enigmas resueltos, que se me hace la boca agua solo de pensarlo. Pero debéis comprender que, por extensión, también soy conocedor de mi propia naturaleza y es ella la que me obliga a guardar tan delicioso secreto.
¿A que jode?

16.-Max

En mis visitas a los subsuelos nunca encontré fallo alguno del cableado; pero es que tampoco encontré a nadie. Posiblemente aquí abajo existan otros como yo, aunque hasta el momento no me he cruzado con ninguno. Perdí la cuenta del tiempo que pasé recorriendo los túneles que yo mismo, en la esperanza de regresar a la superficie, había horadado con esfuerzo. Sigo la obligada rutina diaria de mandar informes al trabajo explicándoles la situación de la avería: «Red305//RedCity//RedBloom// Max Braun. Todo es correcto. No existe fallo crítico. Solicito extracción». Lo único que responden una y otra vez es ininteligible. «500000300-305//Red305//Error//RedCity//RedBloom> Max Braun//Error. Autorización denegada. Código expirado. Usted no existe. Usted murió en un accidente. Identifíquese, por favor».

Un larguísimo y angosto respiradero me conecta con el exterior, por allí descienden algunos rayos de luz y ruidos urbanos que trato de adivinar; a veces creo que ya vienen a rescatarme.

17.-No tiene la culpa


En mis visitas a los subsuelos alimentaba a Cachurrín. Lo tenía encadenado al margen de la sociedad, en un rincón de las alcantarillas de Granada. El pobre nació así. No tenía la culpa de su existencia... pero no debería ser libre por el bien de la sociedad. Su escapada podría causar víctimas mortales. A pesar de eso, cada vez que lo visitaba, se me partía el alma al verle su carita de criatura inocente. Quizá fue ese dolor, quizá fue una  imprudencia. Aquel fatídico día decidí dejarle corretear por el cuarto sin cadenas. Al principio, tras quitarle los hierros no se movió. Hasta que torneó los ojos hacia mí y simplemente dijo:

-”¡Eeeeh!

Con tono mortuorio. Me quedé frío y de repente me empujó y salió corriendo. Desapareci de mi vida. O eso pensaba. Unos años más tarde, lo vi en la televisión. Cachurrín ahora se hacía llamar Yung Beef.

18.-Avenida de la Luz

En mis visitas a los subsuelos de la Plaza Catalunya soy capaz de retroceder en el tiempo.

En ese espacio circular en que confluyen distintos pasillos de metro y de tren puedo hacer aparecer una banda que toca canciones de Led Zeppelin para caminantes que se detienen a ratos a escuchar.

Puedo convertir la iluminación blanca de los vestíbulos en la penumbra decadente de un cine “S” lleno de hombres anónimos fumando.

Entre esas columnas a rayas puedo cambiar los estantes de productos de cosmética por pequeños quioscos y escaparates que atraían a las familias de los años 50, un hormiguero de luces y caramelos.

Por desgracia, no puedo quedarme en los subsuelos para siempre.

No me explico quién colocó esos recuerdos en mi cerebro de veinticinco años, pero no quiero que desaparezcan jamás, porque son mi único hogar.

19.-La conciencia vive en el -3.

En mis visitas a los subsuelos normalmente no ocurría nada especial o fuera de lo común.
Y me refiero a los pensamientos que pude tener en el pasado, algunos mezclados con (malos) sueños; mis ideas desechadas por falta de imaginación y creatividad (a la que, por cierto, siempre la encontraba en un rincón llorando); resquicios de ansiedad sin detonar y, por último, bastantes remordimientos.
Lo normal, vaya.

Por eso me extrañó que esta vez, en el que sería el último viaje que haría a este lugar, todo estuviera tan calmado y tranquilo.
Absoluto e infinito silencio.

Ah, y en la más inmensa nada, un tocadiscos junto a varias cajas llenas de vinilos.

No quería preocuparme, de hecho, no podía hacerlo, pero no conseguí evitar preguntarme si esto era lo que pasaba realmente cuando mueres. Cómo demonios lo iba a saber.

Sin acritud, ahora sí que estoy tranquilo.
Esto es vida.

20.-El fin de una era

En mis visitas a los subsuelos solo tenía un objetivo, encontrar el camino al nido del dragón.

El dragón ya era viejo, apenas se mostraba una vez al año y hacía tiempo que no volaba, si queríamos terminar con la saga debíamos darle muerte antes de que muriera por sí mismo y sus vástagos devoraran su cuerpo y sus poderes.

Seguir las rutas de los canales que parecían cloacas dio resultado. Cuando desenvainamos las espadas despertamos a la bestia y el mismo canal que nos dio acceso, nos dio muerte; la ola de fuego abrasó los cuerpos del pelotón, yo sobreviví metiéndome en un pozo de mierda hasta que pasó la lengua de fuego. Permanecí en el pozo, respirando por una caña hueca hasta que volvieron a quedarse dormidos para luego...

21.-Duodécimo trabajo

En mis visitas a los subsuelos, me he hecho amigo de un perro muy simpático. Jugamos juntos. Llevo tres pelotas, se las tiro y me las devuelve. Como nos hemos caído muy bien, su dueño me ha dicho que me lo puedo quedar. Así que nos hemos vuelto juntos para casa, él va todo contento meneando su serpiente. 

Y de esta forma tan sencilla es como uno se convierte en un mito para la eternidad.

22.-El regreso de la reina Eolande.

“En mis visitas a los subsuelos…”. Swithferth no podía dejar de darle vueltas. Desde el fallecimiento de su amante, la reina guerrera Eolande, pasaba todas las horas del día en la cripta del panteón real. La guerra ya duraba demasiados años. Y la desolación dominaba el reino de Damacum. La reina Eolande había derrotado a sus enemigos del reino en incontables ocasiones. Pero desde su muerte, en una emboscada a traición, los ejércitos de Damacum perdían todas las batallas. El hambre y la desolación arrasaban el reino. Y, a no ser que hicieran algo, la guerra estaba perdida. Swithferth, en un momento de desesperación, acudió a la poderosa nigromante Erendriel. Fue con ella a la cripta, siguiendo sus órdenes. Saco a Eolande de su tumba, y tras horas y horas practicando los horribles rituales necrófilos que ella le obligaba a hacer, el cadáver de Eolande empezó a moverse…

23.-Cristales 


En mis visitas a los subsuelos del club Latigazo descubri a Brad, un chico de dieciocho, que no aparentaba ni dieciséis, que se dejaba hacer lo que fuera a cambio de un gramo o pastilla de cualquier mierda.

Lo que fuera era, básicamente, eso: lo que fuera. Piensa en algo humillante y multiplícalo por dos. Esto está bien pero lo que realmente hacía especial a Brad eran sus ganas de morir. La boca de Brad, en plena faena, pidiendo que le mataras. 

La primera vez apreté con mis manos el cuello de Brad. La segunda, Brad acabó con los ojos morados. Está noche Brad se chutará un tiro y yo recorreré su espalda con  un cristal afilado. En algún punto Brad me pedirá que le mate, pero por mucho que insista, no pienso hacerlo por ahora. Quiero seguir conociéndole. Quiero seguir conociéndome, supongo.

24.-Dulce rutina

En mis visitas a los subsuelos, trataba obstinadamente de hallar la morada del Cthulhu, para devolverlo a la superficie e infligir a los humanos merecido tormento.
Finalmente, en unas ignotas cavernas, la encontré. Temeroso, traspasé el viscoso portal. En una hórrida cámara, el Cthulhu jugaba a la playstation en calzoncillos.
-¡Ay! ¡Pensaba que eras mi mujer! 
Sin preámbulos, informé al Cthulhu del motivo de mi visita. La horripilante deidad se rascó cabeza, barbilla y mejilla con tres de sus tentáculos.
-Verás… Cuando mi mujer y yo llegamos aquí, millones de décadas atrás, estábamos imbuidos de idealismo. Ansiábamos destruir y someter. Pero pasan los años, nadie te invoca, te empiezas a montar tu vida y, al final, descubres que estás mejor así de lo que estarías sojuzgando cruelmente a la humanidad.
Con esto, zanjó la conversación. Mientras cerraba la puerta, se despidió.
-Somos felices. De verdad.

25.-El último hombre vivo

En mis visitas a los subsuelos encuentro alimento. Ratas, cucarachas, gatos o restos humanos. Casi toda la vida se esconde en el subsuelo. Vida que dista mucho de la noción de antaño, la hecatombe la redefinió. Sólo metaboliza y muere. La oscuridad es total. Las nubes, densas y bajas, irradian lluvia constante. La visión es un privilegio que otorga la mente en determinados momentos. La radiación abraza cualquier atisbo de vida y el hedor a putrefacción es ya reconfortante. 
Hace meses que no me cruzo con ningún humano. Vivo. Me tomo un descanso. Me hago mis necesidades encima. Me toco la cara, las costras supuran pus y el vendaje ha caído. Cierro los ojos. No recuerdo el rostro de mi mujer e hijos, apenas sus gritos. Tampoco el color del mar, ni cómo sabe un cigarrillo, ni… Siento una respiración. Un lobo. Entonces cierro más los ojos esperando la… ¿luz?

26.-Brisas

Hostias, Dostoievski, Cartarescu, Wells, Sbarra... ¡cuántas cosas se pueden hacer con esta frase!

¿subsuelos?

¿se sigue utilizando este palabro?

no me convence...

¿subsuelos?

¿se sigue utilizando este palabro?

no me convence...

¿subsuelos?

¿se sigue utilizando este palabro?

no me convence...

¿subsuelos?

¿se sigue utilizando este palabro?

no me convence...

Gran frase. Puede hacerse hasta un micro estilo D&D.

A Damià no le gusta

sapir escribió:Gran frase. Puede hacerse hasta un micro estilo D&D.

¿?

Parece que Hank no le convence

Bien, bien...

Hank escribió:

Vengo a la invocación!!!

Había un micro muy chulo de roborcito lindo de alcantarillas y paraguas de colores o algo así.

FdC

Agotada

En mis visitas a los subsuelos, me encontré con una deliciosa y enorme polla; seguía rígida y venosa, por lo que no pude evitar sentarme sobre ella...

Yomis escribió:Había un micro muy chulo de roborcito lindo de alcantarillas y paraguas de colores o algo así.

Espero que Don se acabé de subir definitivamente al expreso microrrelatista en esta ronda

Subsuelos o subsuelo?

Venga, hombre.

Troy Mc Clure escribió:Subsuelos o subsuelo?

¿subabuelo?

Troy Mc Clure escribió:Subsuelos o subsuelo?

Yo soy un río para mi pueblo, si escribes subsuelo prometo no sacar la vara de mando...

¿Por qué no hay firmas en este hilo?

Esta es la ronda de DON. Lo presiento.

Stoneheart escribió:Esta es la ronda de DON. Lo presiento.

Yo tenía ese presentimiento casi todas las rondas...

Pongamos algo de buena música en el hilo:

Toro escribió:¿Por qué no hay firmas en este hilo?

por el anonimato. hasta la gala no se sabe quién es quién.

Toro escribió:¿Por qué no hay firmas en este hilo?

Estamos en el subsuelo... Pero lo cierto es que no lo sé

Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

DON escribió:Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

¡Espero que hayas vuelto para quedarte!

DON escribió:Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

welcome back!

sapir escribió:

DON escribió:Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

¡Espero que hayas vuelto para quedarte!

Espero que alguien conozca en persona a DON y no sea un doble nick de Eloy cuando tiene dos relatos enormes 

Bienvenido de nuevo, DON!

Y espero ver esto rebosante de relatos lovecraftianos...

RegSound escribió:Espero que alguien conozca en persona a DON y no sea un doble nick de Eloy cuando tiene dos relatos enormes 

RegSound escribió:Espero que alguien conozca en persona a DON y no sea un doble nick de Eloy cuando tiene dos relatos enormes 

jajaja

Hank escribió:

DON escribió:Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

welcome back!

Gracias Sr. Hank

RegSound escribió:Espero que alguien conozca en persona a DON y no sea un doble nick de Eloy cuando tiene dos relatos enormes 

Muchas gracias Sr. Regsound.

El Sr Eloy es tan enorme que no necesita doble identidad. Es un gigante.

Saludos, y gracias por sus buenas palabras.

Rhonda escribió:Bienvenido de nuevo, DON!

Muchas gracias Srta. Rhonda.

DON escribió:

RegSound escribió:Espero que alguien conozca en persona a DON y no sea un doble nick de Eloy cuando tiene dos relatos enormes 

Muchas gracias Sr. Regsound.

El Sr Eloy es tan enorme que no necesita doble identidad. Es un gigante.

Saludos, y gracias por sus buenas palabras.

RegSound escribió:

sapir escribió:

DON escribió:Enhorabuena a los ganadores de la décima ronda, Sr. Rudi y Sr. Crimi.

Y muchas gracias por el recibimiento.
Son todos ustedes muy amables, pero no esperen grandes cosas de mí; tuve mi momento y ahora les toca a ustedes.

Un fuerte abrazo para todos, me alegra volver a encontrarles. Intentaré seguir su ritmo.

Saludos,

¡Espero que hayas vuelto para quedarte!

mimimimidonmimimimiroborcitomimimi...

Frase ideal para un relato alpino.

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Exacto, lo guapo de escribir relatos es que que si te sale de los huevos la montaña más alta del mundo se puede llamar subsuelo

Criminal pentatónico escribió:

Toro escribió:

Damià escribió:Frase ideal para un relato alpino.

Entrar en las mina de moria sería subsuelo no?

Pues si podría ser ideal para la aventura alpina

Exacto, lo guapo de escribir relatos es que que si te sale de los huevos la montaña más alta del mundo se puede llamar subsuelo

¿a quién enviamos los micros?

A servidor, Rudicio oficiará la gala en principio