LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
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LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
el movimiento real fooding promovido por el nutricionista Carlos Rios cada vez tiene más adeptos
https://realfooding.com/articulo/que-es-comida-real/
muy aconsejable su libro:
https://books.google.es/books/about/Come_comida_real.html?id=yRmGDwAAQBAJ&printsec=frontcover&source=kp_read_button&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false
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thunderpussy- Mensajes : 28159
Fecha de inscripción : 26/03/2008
Re: LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
Esto lleva ya por lo menos un par de años extendiéndose bastante entre la gente joven y yo que me alegro. De hecho de lo que me ha ido llegando en este tiempo, mis hábitos alimenticios que estaban en proceso de cambio han ido también por esa línea:
-Evitar azúcares a toda costa (no los hidratos presentes de forma natural en la comida).
-Evitar ultraprocesados y verlos como algo totalmente innecesario (caprichos o así, y no comida).
-Reducir el consumo de productos cárnicos a la mínima expresión
-Comer fruta y verdura, fresca si es posible, de temporada y de cercanía, muchas legumbres, cereales integrales etc.
Y he notado un cambio considerable, siempre he estado más o menos en mi peso, pero ha sido de pasarme toda la vida con un kleenex de octubre a marzo, a no pillar un resfriado en dos años por primera vez en mi vida. También decirle adios a problemas para conciliar el sueño (cuando comía azúcar por un tubo y me iba a la cama, mis músculos no descansaban una mierda, sobre todo las piernas que querían salir echando a correr a media noche, y me levantaba con todo el cuerpo dolorido como si me hubieran dado una paliza).
La gente dice que tampoco hay que ser fanáticos, pero es que no veo mucho fanatismo en intentar comer sano, ni supone ningún peligro para la salud, y la verdad es que me ha costado relativamente poco. Ya hay pasillos del supermercado que ni los miro directamente cuando no hago directamente la compra en la frutería. Y ya te digo que no tengo ni el libro del muchacho, pero a mi alrededor hay bastantes casos que también le conocen y todo es positivo, y por lo que he visto todo lo que divulga es con base científica y estudios probados, nada de maguferías de curanderos de herbolario ni de "energías místicas" de "alimentos prodigiosos".
-Evitar azúcares a toda costa (no los hidratos presentes de forma natural en la comida).
-Evitar ultraprocesados y verlos como algo totalmente innecesario (caprichos o así, y no comida).
-Reducir el consumo de productos cárnicos a la mínima expresión
-Comer fruta y verdura, fresca si es posible, de temporada y de cercanía, muchas legumbres, cereales integrales etc.
Y he notado un cambio considerable, siempre he estado más o menos en mi peso, pero ha sido de pasarme toda la vida con un kleenex de octubre a marzo, a no pillar un resfriado en dos años por primera vez en mi vida. También decirle adios a problemas para conciliar el sueño (cuando comía azúcar por un tubo y me iba a la cama, mis músculos no descansaban una mierda, sobre todo las piernas que querían salir echando a correr a media noche, y me levantaba con todo el cuerpo dolorido como si me hubieran dado una paliza).
La gente dice que tampoco hay que ser fanáticos, pero es que no veo mucho fanatismo en intentar comer sano, ni supone ningún peligro para la salud, y la verdad es que me ha costado relativamente poco. Ya hay pasillos del supermercado que ni los miro directamente cuando no hago directamente la compra en la frutería. Y ya te digo que no tengo ni el libro del muchacho, pero a mi alrededor hay bastantes casos que también le conocen y todo es positivo, y por lo que he visto todo lo que divulga es con base científica y estudios probados, nada de maguferías de curanderos de herbolario ni de "energías místicas" de "alimentos prodigiosos".
le marchand de sable- Mensajes : 2533
Fecha de inscripción : 10/01/2018
Re: LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
le marchand de sable escribió:Esto lleva ya por lo menos un par de años extendiéndose bastante entre la gente joven y yo que me alegro. De hecho de lo que me ha ido llegando en este tiempo, mis hábitos alimenticios que estaban en proceso de cambio han ido también por esa línea:
-Evitar azúcares a toda costa (no los hidratos presentes de forma natural en la comida).
-Evitar ultraprocesados y verlos como algo totalmente innecesario (caprichos o así, y no comida).
-Reducir el consumo de productos cárnicos a la mínima expresión
-Comer fruta y verdura, fresca si es posible, de temporada y de cercanía, muchas legumbres, cereales integrales etc.
Y he notado un cambio considerable, siempre he estado más o menos en mi peso, pero ha sido de pasarme toda la vida con un kleenex de octubre a marzo, a no pillar un resfriado en dos años por primera vez en mi vida. También decirle adios a problemas para conciliar el sueño (cuando comía azúcar por un tubo y me iba a la cama, mis músculos no descansaban una mierda, sobre todo las piernas que querían salir echando a correr a media noche, y me levantaba con todo el cuerpo dolorido como si me hubieran dado una paliza).
La gente dice que tampoco hay que ser fanáticos, pero es que no veo mucho fanatismo en intentar comer sano, ni supone ningún peligro para la salud, y la verdad es que me ha costado relativamente poco. Ya hay pasillos del supermercado que ni los miro directamente cuando no hago directamente la compra en la frutería. Y ya te digo que no tengo ni el libro del muchacho, pero a mi alrededor hay bastantes casos que también le conocen y todo es positivo, y por lo que he visto todo lo que divulga es con base científica y estudios probados, nada de maguferías de curanderos de herbolario ni de "energías místicas" de "alimentos prodigiosos".
Suscribo la idea, llevo un tiempo intentándolo y donde me ha sido más fácil adaptarme ha sido en la bebida, con la eliminación de refresco.
Respecto a la comida al no cocinar en mi casa me cuesta más poner orden, pero siempre recalcó que hay que comer menos carne, mi padre tiene gota y es el peor en cuanto a hábitos
Drenaaaje- Mensajes : 1822
Fecha de inscripción : 24/01/2018
Re: LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
"Hay sustancias químicas que pueden bajar las defensas y potenciar el efecto del coronavirus"
Profesor de pediatría, medicina ambiental y salud en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, Leonardo Trasande es experto en políticas sanitarias (trabajó con Hillary Clinton). Sus investigaciones se centran principalmente en el impacto de los productos químicos en nuestras hormonas y en nuestros cuerpos. Su libro Enfermos, gordos y pobres: cómo combatir los contaminantes químicos que amenazan nuestra salud se publicó el pasado 23 de junio en España de la mano de la editorial Planeta.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2020/05/11/5eb81d99fc6c832a0b8b45e1.html
¿Me puede poner algún ejemplo de alguna de esas sustancias? ¿Son sustancias con las que convivimos habitualmente?
Son sustancias que son muy comunes en el estilo de vida moderno. Por ejemplo las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), que se usan en las sartenes anti-adherentes para que no se pegue a ellas la comida y en cierta ropa resistente al agua. También están los ftalatos, que se emplean para los paquetes de plástico que envuelven los cosméticos y otros productos personales. Y el bisfenol, que se usa en los contenedores de aluminio y en las impresoras térmicas. Quizás haya más sustancias que pueden tener efectos en el sistema inmunitario, pero la información que aún tenemos es parcial.
¿Y hay alimentos en los que se encuentran también esas sustancias químicas que debilitan el sistema inmunitario?
Hay evidencias bastante fuertes de que estas sustancias químicas pueden entrar en el cuerpo a través de la comida. Las comidas enlatadas, por ejemplo, son un modo muy fácil para que esas sustancias químicas sean absorbidas por el cuerpo. No es el único modo de entrar en el cuerpo, la piel también puede ser otra vía de entrada. Las sustancias químicas que se encuentran en los cosméticos o en el papel térmico entran a través de la piel.
Entrevista completa :
- Spoiler:
Un reciente estudio de la Universidad de Harvard muestra que en aquellos lugares de Estados Unidos donde la contaminación ambiental es más alta la mortalidad por Covid-19 se ha disparado un 15% de media. ¿Le ha pillado por sorpresa?
No me ha sorprendido, ya se sabe que la polución del aire contribuye a enfermedades crónicas y por tanto aumenta el riesgo de mortalidad y morbilidad del Covid-19. Hay evidencias fuertes de que la polución del aire contribuye al desarrollo de la diabetes, aumenta la obesidad, produce inflamaciones y tiene efectos cardiovasculares. Y la polución de aire también empeora los problemas de asma. Hay enfermedades crónicas que se asocian fuertemente con la polución del aire y que harían que la Covid-19 presentara condiciones graves.
Usted lleva tiempo estudiando las sustancias químicas y los efectos que éstas tienen en nuestro sistema inmunitario. ¿Cree que la exposición a esas sustancias también puede incrementar las posibilidades de desarrollar las formas más graves de Covid-19?
Hay muchas cosas aún que desconocemos del coronavirus. Pero se sabe que hay unas defensas que las sustancias químicas pueden reducir, entrar en conflicto con los procedimientos naturales del ser humano de protegerse ante una infección como la del coronavirus. Digamos que esas sustancias químicas pueden bajar las defensas y aumentar la posibilidad de que el efecto del coronavirus sea más fuerte. Esas sustancias químicas tienen efectos en el sistema hormonal, y creemos que hay conexiones entre el sistema hormonal e inmuno-humoral.
¿Me puede poner algún ejemplo de alguna de esas sustancias? ¿Son sustancias con las que convivimos habitualmente?
Son sustancias que son muy comunes en el estilo de vida moderno. Por ejemplo las sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), que se usan en las sartenes anti-adherentes para que no se pegue a ellas la comida y en cierta ropa resistente al agua. También están los ftalatos, que se emplean para los paquetes de plástico que envuelven los cosméticos y otros productos personales. Y el bisfenol, que se usa en los contenedores de aluminio y en las impresoras térmicas. Quizás haya más sustancias que pueden tener efectos en el sistema inmunitario, pero la información que aún tenemos es parcial.
¿Y hay alimentos en los que se encuentran también esas sustancias químicas que debilitan el sistema inmunitario?
Hay evidencias bastante fuertes de que estas sustancias químicas pueden entrar en el cuerpo a través de la comida. Las comidas enlatadas, por ejemplo, son un modo muy fácil para que esas sustancias químicas sean absorbidas por el cuerpo. No es el único modo de entrar en el cuerpo, la piel también puede ser otra vía de entrada. Las sustancias químicas que se encuentran en los cosméticos o en el papel térmico entran a través de la piel.
¿Tiene alguna estimación de en qué porcentaje esas sustancias químicas podrían incrementar la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave como es el Covid-19?
No. Estamos aún en una fase muy temprana como para poner una cifra o decir que el riesgo está absolutamente confirmado. Pero, como muchas cosas relacionadas con el Covid-19, las sospechas son numerosísimas. Las pocas evidencias que tenemos son de laboratorio y son de los efectos de las sustancias químicas en el sistema inmuno-humoral, lo que sería un paso intermedio a decir que esas sustancias tienen un efecto directo en la infección del Covid-19. Lo que se puede decir, con evidencias científicas, es que estas sustancias pueden tener efectos en las defensas humanas para combatir infecciones.
Y si esas sustancias son dañinas, ¿por qué se siguen vendiendo, por qué se permite su uso?
Muchas de esas sustancias fueron aprobadas en una época en la que el conocimiento de estos productos químicos era menor, y se creía además que sólo en dosis más elevadas eran tóxicos. Las regulaciones que se hicieron en el pasado se hicieron sin contar con las evidencias científicas que tenemos en el presente. Cambiar eso requiere decisiones políticas y la intervención de los ciudadanos, tendrá consecuencias en el sistema económico.
Usted y su familia, si no me equivoco, viven en una casa libre de sustancias químicas. ¿Llevan así muchos años?
Yo llevo trabajando como científico en los efectos de las sustancias químicas desde hace unos 15 años. Pero sólo recientemente hemos entendido los efectos que tienen en el sistema hormonal e inmunológico, sólo en 2009 hubo el primer documento de la Sociedad de Endocrinología Internacional sobre este asunto. Así que los cambios en ese sentido en mi modo vida han tenido lugar en los últimos años. Pero algunos de esos cambios son muy sencillos, cosas simples y sin coste económico.
¿Por ejemplo?
Hay que evitar por ejemplo usar el microondas con envases de plástico, porque estos envases pueden absorber la fuerza de los rayos del microondas. Además los plásticos de esos envases son polímeros, y con altas temperaturas pueden transformarse a monómeros, que pueden absorberse más fácilmente en la comida y entrar así en el cuerpo. Evitar usar plástico en los microondas y emplear en cambio vidrio y otros materiales es algo muy fácil. Y también hay que evitar lavar cosas de plástico en los lavavajillas, porque los detergentes que se emplean llevan productos químicos muy fuertes y las temperaturas altísimas a las que lavan pueden romper de manera microscópica los polímeros. Mejor lavar las cosas de plástico a mano. Asimismo, evitar consumir comida enlatada es una manera de reducir la exposición a los bisfenoles. Hay estudios que indican que evitando sólo la comida enlatada se puede disminuir la exposición a los bisfenoles entre un 60-90%.
Hemos tenido el Ébola, el SARS, la MERS... ¿Espera que en el futuro surjan nuevos virus? ¿A qué cree que se debe que estemos viendo surgir tantos nuevos virus?
En el pasado hubo ya una voz de alarma con el MERS y el SARS, infecciones que surgieron a través del contacto humano con nuevas fuentes de infecciones. Y esas nuevas fuentes de infecciones tienen un origen antropogénico, los seres humanos hemos cambiado en medio ambiente de tal manera que han surgido infecciones en lugares que durante milenios e incluso nunca habían surgido. Y los cambios en el medio ambiente también están provocando que infecciones ya existentes estén cambiando a causa de la polución del aire, del cambio climático... Debería aprovecharse el estado de alarma para concienciar a la población del origen de estas infecciones y tratar de prevenirlas. Porque no vamos a poder crear vacunas para todas estas infecciones y lo que hay que hacer es evitar que esas infecciones pasen a la población humana.
Muchos dan por sentado que esta pandemia, que se ceba especialmente con los mayores, no afecta a los niños. Usted que es pediatra, ¿cree que es así?
Hay pocos niños que tengan síntomas de infección, y desde luego no con la gravedad que vemos en los adultos. Pero la realidad es que no entendemos la manera y los efectos que pueden tener estas infecciones en los niños, puede ser que tenga efectos más sutiles y profundos, como por ejemplo el estrés. El estar encerrado en casa, sin salir al parque y consumiendo más comida procesada, puede tener efectos que quizás pueden permanecer durante años e incluso generaciones. La II Guerra Mundial tuvo efectos profundos en el estrés y provocó cambios nutricionales en muchas personas. Así que hay que estar atentos y no pensar que esta pandemia no tiene efectos en los niños. Los niños suelen ser resilientes, pero debajo de esa resiliencia puede haber efectos profundos que salgan a la luz meses o años después. Tras la II Guerra Mundial hubo efectos que surgieron 40 años después en personas que estuvieron expuestas en el útero de sus madres a ese conflicto, que les causó efectos cerebro-vasculares. No estoy diciendo que toda la población de niños vaya a sufrir efectos por esta pandemia, pero habrá que seguirlos y, ahora, tratar de bajar el estrés que experimentan por tener que estar encerrados.
Re: LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
La OMS lo confirmó en 2015 : los fiambres son altamente cancerígenos, son directamente responsables del cáncer del intestino. También llamado "cáncer colorrectal", es el más frecuente en los no fumadores. Principal culpable : los fiambres tratados con nitrato de potasio y nitrito de sodio. Los industriales afirman que esos aditivos son necesarios para evitar ciertas bacterias, pero es mentira. En realidad sirven para acelerar la fabricación, darle al jamón cocido un color rosado apetitoso, a bajar los costes de producción y a maximizar los beneficios.
El libro de Guillaume Coudray es el resultado de cinco años de investigación en los archivos administrativos y medicales. Desvela la historia secreta de los "fiambres y embutidos modernos" dopados por la química. Popularizados por empresarios de Chicago, los knacks y los jamones nitrados han conquistado el planeta eliminando los fiambres tradicionales, cuyo tiempo de fabricación era más largo.
Traducción en español de un artículo esclarecedor de Guillaume Coudray (fuente original : https://www.huffingtonpost.fr/entry/si-lutilisation-de-nitrites-seduit-lindustrie-de-la-charcuterie-elle-represente-un-vrai-danger-pour-le-consommateur_fr_5c93050de4b06857fcbd1b6b
- Spoiler:
Si bien el uso de nitritos seduce a la industria de la charcutería, representa un verdadero peligro para el consumidor
¿Conoce los embutidos corsos? No hablemos de los ersatzs fabricados con carne importada del continente, obtenidos con gran refuerzo de aditivos y luego vendidos rápidamente a veraneantes que creen comprar "productos auténticos". Hablemos más bien del verdadero salchichón corso, de la Coppa, del Lonzu que todavía se encuentra en los charcuteros del interior de las tierras. Hablemos del verdadero jamón córcega: el "prisuttu", que es el orgullo de los ganaderos y de los restauradores exigentes. Desde hace siglos, su fabricación no ha cambiado: cerdos criados con cuidado, sacrificados en su madurez, frotados con sal, a veces condimentados con pimienta u otras especias, y luego puestos a secar controlando la temperatura y la ventilación.
Es entonces cuando la magia charcutera opera: bajo el efecto de una enzima, el hierro contenido en la carne (los bioquímicos hablan de "hierro hemínico") se transforma para dar a luz a un pigmento coloreado que se llama protoporfirina-zinc, o Zn-PP. Es el pigmento natural de la salchicha y el jamón. Gracias a este pigmento, las salchichas corsas tradicionales adquieren su hermoso color rojo oscuro. También se fabrican en Auvernia, Ardèche o Aveyron. En España, los productores de alta calidad siguen preparando chorizos y jamones con estos métodos ancestrales.
En Italia, las PYME han sabido modernizar las técnicas tradicionales para producir a gran escala. Los salazones de Lombardía exportan sus salchichas y salchichones a toda Europa. En el noreste de la península, el jamón crudo de San Daniele madura en las secadoras antes de ir a perfumar las buenas mesas de Roma y París. Más al oeste, los salazones de Emilia-Romagna fabrican el famoso jamón de Parma utilizando sólo dos ingredientes: carne de cerdo y sal de cocina.
Pero en Francia y en los Estados Unidos, la mayoría de los industriales consideran que este procedimiento presenta dos grandes defectos: es excesivamente lento y exige demasiado cuidado. Por ello, los fabricantes prefieren una tecnología totalmente diferente: la "salazón acelerada" o "salazón química". Este proceso se basa en una familia de aditivos a base de nitrógeno. El más antiguo es el nitrato de potasio, también llamado salitre. Permite fabricar productos que visualmente se asemejan a los embutidos tradicionales. La principal ventaja del nitrato es la rapidez: donde un jamón natural requiere al menos 9 meses para que la carne adquiera su coloración característica, un jamón con nitrato de potasio puede estar listo en 90 días.
A partir de 1924, algunos países permitieron el uso de una molécula aún más poderosa: el nitrito sódico. Permite una fabricación casi instantánea de tocino, salchichas y jamones cocidos. Las autoridades médicas francesas lucharon en primer lugar contra este procedimiento, que consideraban peligroso y fraudulento. Pero en 1964, con el fin de preservar la competitividad de la charcutería francesa frente a las producciones extranjeras, finalmente se admitió el nitritaje – sin que pudiera realizarse ninguna prueba médica de larga duración.
Pocos años más tarde aparecieron las primeras alertas: a principios de los años 70, los oncólogos empezaron a comprender que el uso de aditivos nitrados aumentaba la frecuencia de los tumores cancerígenos. Los estudios epidemiológicos muestran hoy que los embutidos modernos provocan uno de los cánceres más comunes de los países desarrollados: el cáncer intestinal o "cáncer de colon". En Francia, llega a 110 personas cada día. Mata casi uno de cada dos enfermos. En 2007, el World Cancer Research Fund recomendó que se evitara totalmente el consumo de embutidos. En 2015, la agencia cáncer de la Organización Mundial de la Salud (el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer, o CIRC) concluyó 30 años de trabajos epidemiológicos clasificando los embutidos en la categoría 1 ("cancerígeno con toda certeza").
Hay que ser muy preciso: no son el nitrato y el nitrito los que son cancerígenos. Cualquiera que sea la dosis de ingestión, ninguna de ellas provoca directamente el cáncer, ni en el animal ni en el hombre. Sin embargo, después de haber sido inyectados en la carne, el nitrato y el nitrito se descomponen y se asocian con componentes orgánicos. Es entonces cuando dan a luz varias moléculas cancerígenas. Las más conocidas son las nitrosaminas y las nitrosamidas, peligrosas incluso en dosis muy bajas.
Pero hay algo más grave: para que aparezca el color artificial de los embutidos modernos, los aditivos nitrados deben actuar sobre el hierro de la materia cárnica (el hierro llamado "hemínico"). De este modo, nacen compuestos llamados nitroso-heme o hierro nitrosilado. Los científicos ahora entienden que estas moléculas están en el centro de los mecanismos que hacen crecer los tumores. Incluso si los industriales pudieran controlar el riesgo de las nitrosaminas, los embutidos nitrados seguirían siendo carcinógenos debido al efecto del nitrito en el hierro hemínico. La solución: renunciar a los aditivos nitrados.
Abandonar las técnicas de "salazón acelerada" y volver a los métodos de fabricación lenta que hacen aparecer el pigmento natural. Este es el camino que han elegido los salaisoniers de Parma: durante varias décadas quisieron en primer lugar aumentar los volúmenes de producción recurriendo a los aditivos para la fabricación de los jamones crudos. Alertados por los oncólogos, abandonaron esta práctica en 1993. Volvieron a los procedimientos tradicionales. Así que modernizaron su equipo, invirtieron para sistematizar la maduración larga. Pero en otras partes de Europa, los industriales se resisten.
Eliminar el nitritaje obliga a adaptar los métodos de trabajo: hay que contratar a más empleados, hay que seguir normas de higiene más estrictas, hay que prohibirse el uso de "mineral" de carne de calidad dudosa. Hay que reformar el sector. En cuanto a los embutidos cocidos (jamón blanco, knacks, tocino, bacon...), es aún peor: si se suprime el nitritaje, el tiempo de conservación en los estantes no supera una quincena de días -esto requiere aplicar la misma logística que para los productos lácteos. Distribuidores y fabricantes no ven el interés. Por último, está la razón cosmética. Los servicios de marketing de los fabricantes se oponen a la supresión del nitritaje: sin él, el jamón de París, los knacks y los tocinos ya no serían rosados, sino blancos o grises. Es arriesgado vender mucho menos porque el color rosa da al consumidor la ilusión de la frescura.
Es raro que los fabricantes expongan honestamente estas razones comerciales (¿quién estaría dispuesto a correr el riesgo de cáncer por cuestiones de color y logística?). Para no tener que cambiar sus métodos de trabajo, los industriales estadounidenses han creado una defensa fabulosa: hacen creer que simplemente no es posible fabricar embutidos sin recurrir a los aditivos nitrados. Explican que, en realidad, los aditivos nitrados no sirven ni para acelerar la fabricación ni para colorear los productos, y mucho menos para prolongar su período de comercialización: según estos fabricantes, el nitrito sirve exclusivamente para proteger al consumidor. Sería la única manera de combatir a una temible bacteria (Clostridia botulinum) que esperaría, encerrada en los jamones y las salchichas, dispuesta a matar a los imprudentes que se atreverían a comer embutidos sin nitrificar. Juran que estos aditivos se han utilizado desde la antigüedad y que ningún carnicero ha podido prescindir de ellos.
No importa que en Europa cientos de fabricantes trabajen sin un aditivo nitrado y nunca tengan problemas con el botulismo. No importa que en Parma, por ejemplo, los 160 productores de jamón crudo entreguen cada año nueve millones de jamones fabricados sin nitrato ni nitrito. Nunca han provocado ningún caso de botulismo... Sin embargo, esto no cuenta frente al rodillo propagandístico del lobby del nitrato : el espantapájaros del "botulismo inevitable" funciona. Las multinacionales de carnes nitradas aprovechan la ocasión para ampliar su gama de productos cancerígenos : no transcurre una semana sin que aparezcan nuevos tipos de knacks y de jamones con nitrito, todos ellos más rosados que los demás.
¿Se sabrá algún día cuántas muertes han provocado los fabricantes al retrasar el momento en que se verán obligados a abandonar los "embutidos acelerados"? ¿Cómo podemos todavía confiar en ellos? Ha llegado el momento de que los consumidores decidan qué comen. Deseamos que, tras su primer éxito en el ámbito de los productos lácteos, las marcas de consumidores se apoderen del expediente del jamón y desarrollen una gama completa de embutidos que no hagan trampa. Los conocimientos existen, ¡sólo necesitan ser duplicados!
Portada de la edición original :
- Spoiler:
Re: LA GUERRA A LOS ULTRAPROCESADOS
Muy interesante, gracias!!!!! Había oído campanas pero ahora ya sé por donde empezar a leer. No soy mucho de comida basura porque vivo a 25 metros de un fantástico mercado de-toda-la-vida y ya sólo por el ambiente merece la pena ir, pero según parece nos invade la mierda, y estamos perdiendo a toda ostia nuestra fantástica dieta mediterránea.
Thorogood- Mensajes : 575
Fecha de inscripción : 28/12/2020
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