RONDA 7.44 DEL ROSALINESCO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VINNY, VENCEDOR !!!!!

Buenas tardes, sorry que he tenido lío

Como no se me ocurre ná, ahí os va un reto, la frase es

EN NUEVA YORK, VISITANDO A MI JOYERO

Se puede emplear en cualquier lugar del micro.

HAY PUNTOS EXTRA: 2 POR ENVIAR ANTES DEL MIÉRCOLES, 1 POR USAR LA FIRMA MOTOMAMI ANTES DEL CIERRE DE VOTACIONES Y OTRO PUNTO EXTRA AL MICRO QUE QUEDE EN POSICIÓN NÚMERO 16


Y ya voy editando y eso





AQUÍ, DEBAJO DE DIOSALÍA, LAS CABECERAS VAN

Reglas:

Accesorios varios:

CLASIFICACIÓN VII EDICIÓN:

Los MotoMicros






1.-Urraca teriyaki

—Estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Chica, ¿qué dices?
—Que estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Pero si te he visto en Albacete esta mañana y el único joyero que tienes es una caja de cerillas con dos pendientes de chichinabo que ni hacen pareja y un anillo de plástico que encontraste en el parque.
—Calla, que soy la pámpara y nada me pue’ parar.
—Primero, no eres ninguna pámpara, que vaya a saber Dios qué significa eso. Eres una urraca, como yo.
—Pero yo me transformo.
—De una hostia te voy a transformar yo.
—Como sex siren.
—Maldigo la hora en la que empezaron a hacer iPhones tan brillantes. Y en la que nos dimos cuenta las urracas de que podíamos hablar también por WhatsApp.
—Fuck el stylist. Y ya.
—Y le tuvo que tocar a la tonta esta el teléfono con el Motomami descargado.




2.- De entre los escombros

En Nueva York, visitando a mi joyero, junto con Will, aquella mañana de septiembre prometía ser inolvidable. Recuerdo, como en un primer plano de película, nuestras manos protagonistas, eligiendo las alianzas, acariciándose, entrelazándose, felices ante el futuro que se nos abría. Hasta que el cielo estalló en mil pedazos y el aire de la ciudad se fue llenando de una densa y oscura niebla, irrespirable. Por la calle bajarían riadas de personas, cubiertas de ceniza y polvo, con el espanto dibujado en la cara, como quien acaba de despertar de una pesadilla que no logra entender. La imagen de un avión incrustado en la torre norte del World Trade Center parecía la perversa rúbrica de un ser diabólico.

Will y yo vivimos juntos, pero no nos casamos. No hacemos planes. Comprendimos que el futuro no existe. Nunca jamás hemos vuelto a ponernos un anillo.






3.- El vuelo del cisne

Estaba en Nueva York, visitando a mi joyero por última vez, aunque aún no lo sabía. La luz de la mañana se filtraba  entre los resquicios de la persiana, provocando que millones de ácaros y partículas de polvo perdieran su condición de anonimato, despojadas de toda oscuridad, parecían bullir y retozar en  un frenesí cuántico. Mi marido había insistido para que aceptara aquella “nueva muestra de amor y fidelidad”. Aquel pedazo de metal curvo y piedras preciosas, era una réplica de lo que me había convertido: una suerte de cisne acéfalo que, lentamente y gota tras gota, se desangraba en su agonía. Ahora lo veía, qué ingenua... En el interior del la joyería, atrapada tras el cristal de aquel lujoso escaparate, era como una joya más, simulando brillar sin vida. Salí a la calle conmocionada, necesitaba respirar. Fue entonces cuando la ciudad comenzó a llorar cenizas.







4.- La Baronesa descalza

—Llegué a Cannes en yate. Noráis dorados iluminaban el puerto como lujosas luciérnagas. Os aseguro, queridos, caminar sobre la alfombra roja era hacerlo sobre nubes. Entonces aquel actor tan guapo se inclinó hacia mí. Nuestra relación, recordaréis, fue pasional y enfermiza, propia de nuestra categoría. Lamenté romperle el corazón…

Al fondo del pabellón psiquiátrico, La Baronesa declamaba ante una congregación de dementes y oligofrénicos. Igual que Norma Desmond, se movía dentro de la bata con sedeños gestos de moaré. Su porte era elegante, egregio, de pinsapo maduro. Sólo Bruno, el onanista, parecía mostrar algún interés.

—El mes que viene estaré en Japón de promoción—proseguía—. O quizá en Nueva York, visitando a mi joyero.

Bruno sabía que ante él había una fregona de Aluche, pero eso le daba igual. Incluso sucumbida al delirio, la pasión es narrativa, elegancia, locura. Perturbada presencia con aires de grandeza, La Baronesa desbordaba las tres.






5.- Multiversos de sensaciones

En Nueva York, visitando a mi joyero, éste me entregó un anillo. Aquella pieza plateada coronada por una esmeralda era justo lo que buscaba. La piedra parecía suelta, pero se podía enroscar, así que la giré un poquito...

FUS. Noté una sacudida, todo estaba del revés. La joyería estaba en el ático, y así pude ver cómo la Estatua de la Libertad se sujetaba sobre la antorcha. Aturdida, miré mi dedo. La esmeralda seguía suelta, otro giro…

FUS. Todo volvió a su sitio, pero ahora color sepia. Alucinada, seguí girando…

FUS. La gente no tenía boca. Podría vivir así, pero…

FUS. Todo olía a cloaca. Solía ser lo normal, pero…

FUS. Sonaba un hilo musical horrendo…

FUS.

En la oscuridad de la noche, detrás de la joyería del barrio, me levanté, y me bajé la manga de la sudadera en señal de vergüenza. Recogí también la jeringuilla.





6.- El lector que cae

Caminaba por el monte, buscando setas u ocultando cadáveres, no recuerdo... pero en definitiva, haciendo cosas propias de monte, cuando lo vi a lo lejos. Otro maldito snob que viene al monte a leer, acusándonos al resto de iletrados, de meros andariegos sin cerebro con su inicuo proceder —concluí—. Que digo yo, que si estás a la lectura, no estás al paisaje; aquello era más ridículo que estar en Nueva York, visitando a mi joyero. Quería comprender su acto, meterme en aquella mente retorcida, pero me faltó tiempo. Un yo-qué-sé-qué-sé-yo me conminó a acercarme sigiloso y darle un empellón hacia el vacío. Oí su desgarrador grito: «Ahora no sabré cómo acabaaaaaaaaaaa, hijoputaaaaaaa». Ya me iba cuando detuve la mirada en el libro que aún yacía sobre el pasto. Me senté a hojearlo y acabé ojeándolo. Qué libro más cojonudo, pardiez —pensé al tiempo—, cuando noté unos pasos detrás de mí.




7.- La reencarnación de Audrey Hepburn

Estoy en Nueva York, visitando a mi joyero, aunque sea una muerta de hambre






8.- Atípica víctima colateral

Las noches de discusión, normalmente de borrachera, son las peores. Los golpes y gritos retumban en el bosque que rodea nuestra cabaña, sin nadie que pueda escuchar o acudir alertado. Yo solo quiero que paren.
Quizá debí haberme mudado a la ciudad con dieciocho, cuando mamá insistía constantemente, pero no voy a dejarla sola.
Inquieto en mi cuarto contra la almohada, espero imaginando vidas mejores. En Tokio, con el peluquero de mi perro, en Nueva York, visitando a mi joyero, o en París contratando un nuevo decorador.
De nuevo, silencio.
Vuelvo a su sellada puerta. Se ha dormido.
Retiro el plato de comida por la gatera. Mañana no pasaré alcohol, quiero una noche tranquila.
Pongo mi palma en la puerta. «Descansa mamá, te cuidaré. Papá nos dejó hace tres años, nunca dejaré que hagas lo mismo. No malgastes fuerzas intentando salir, acabaremos los días juntos, únicamente esta puerta nos separará».





9.- Visualización creativa

Aquel era el día señalado. Nada podía fallar porque iba a seguir al pie de la letra las instrucciones del libro de Timo Walker.
Cerró los ojos y se imaginó en Nueva York, visitando a su joyero; en Milán, visitando a su modisto de alta costura; en París, visitando el taller de su perfumista...
- El siguiente - la sacó de su ensoñación la voz de la chica que repartía comida en Cáritas.






10.- Motopapi

“Pipi, paga la coca, primer aviso.”

Me había podido la euforia en la celebración de la decimocuarta y dejé a deber mucho dinero a mi camello, el Richard. Dos días después del whatsapp estaba en Nueva York, visitando a mi joyero. Elijah era un judío jaredí especializado en diamantes.

-Necesito pasta, Eli. ¿Cuánto pagas por el diente de oro con brillante?

Elijah me abrió la boca como quien revisa los dientes a un caballo.

-Con eso pagas al Richard y te llega para celebrar la Supercopa.

Salí a buscar un dentista pero estaban todos cerrados, así que volví al día siguiente con el diente, pero era Sabbath y la joyería estaba cerrada. Estaba en la calle cuando apareció una Kawasaki derrapando. El piloto se quitó el casco, era el rey emérito:

-¿Algún problema con su vehículo?

-No, majestad, estoy esperando a mi joyero.

-Entonces mi cometido aquí ha terminado. Saoko, papi, saoko.

Salió quemando rueda.





11.- Carta a casa N° 128

Estoy en Nueva York visitando a mi joyero, la verdad es que está vacío, empeñé todas las joyas que heredé de mi madre.
Tampoco estoy en New York, pero me vienen muy bien estas cartas que me mandas a prisión. No lo dejes por favor.
Te quiere.
Tu hijo Mike.





12.- Horas oscuras

Todo estaba dispuesto y allí estaba en Nueva York, visitando a mi joyero de confianza en la avenida Jackson. Me entregó el paquete, se ajustó las gafas y me dio la espalda sin mediar palabra.

A la puerta del restaurante, el metre me retiró la capa y me acompaño al reservado donde esperabas. Cenamos, bebimos y charlamos hasta la madrugada. A pesar de la tenue luz que nos rodeaba, tus ojos brillaban como ascuas. Me tomé un instante para deleitarme con los aromas a cuero y madera del armagnac, y dejé el estuche sobre el mantel. Tras acariciar el terciopelo de la funda, lo abriste. La luz de las velas titilaba sobre los diamantes de la empuñadura. Admiraste la perfección de la daga y me la clavaste en el corazón.

En aquella hora oscura el joyero, aún en su taller, levantó la cabeza, sonrió y volvió a su tarea.





13.- Es para siempre


El oncólogo de Houston fue claro: nada podía hacer ya para salvarla, el cáncer se extendía. La perdería pronto, irremediablemente. Decidí disfrutar con ella al máximo los días restantes, y quise que me llevara de compras por Manhattan por última vez. A pesar de los dolores, avanzaba firme; yo la miraba incrédulo, imaginando cómo sería vivir sin ella. En Nueva York, visitando a mi joyero conocí los diamantes Algordanza, producidos con cenizas de cremación. Con apenas doscientos gramos de cenizas (esencia, preferían llamarlo), aplicando presión, temperatura y tiempo, lograban perfectos diamantes cristalinos, una joya única con un componente sentimental inigualable. Me pareció un final precioso, y creo que a ella también, porque en la joyería el dolor le dio una tregua, parecía la de siempre. Visualicé el colgante, un piercing en el centro de mi futurible muñón, con todo el material que antes formaba mi pierna derecha brillando para siempre.





14.- La paternidad es muy heavy

(Casa burguesa. Tarde. Un hombre de mediana edad, con tatuajes en los brazos (puede leerse Saxon y Iron Maiden) y una camiseta de Dio se acerca a una puerta cerrada. Se oye música a gran volumen. El hombre llama.)
MÚSICA:
Salgo y suena balacera (ey)
Me visto de cualquier manera
En Nueva York, visitando a mi joyero…

- Ainara, por favor, baja eso, que no oímos la televisión.
- ¡ESTOY EN MI CUARTO!¡FUERA!
- Pero, cariño, vivimos más personas en esta casa. Todos debemos convivir, interactuar, recuerda lo que nos dijo la Psicóloga el vier…
- ESTOY HASTA EL PUTO COÑO DE TI Y DE LA PUTA PSICÓLOGA, ¡TOLAI, POLLAVIEJA, LÁRGATE YA!

(El hombre vuelve al salón. Sentada a la mesa, una mujer de mediana edad, con una camiseta de Behemoth).

- Tranquilo, Jose. Los días del Resu podremos descansar.
- Veremos a Mayhem.

(Ambos sonríen. Se abrazan. Telón)





15.- De compritas

En Nueva York, visitando a mi joyero, me encuentro con Rosalía.
―Anda, Rossy, qué haces.
―Toa' mis domi' saben la que hay, ¡eh!
―¿Cómo?
―Pa' ti naki, chicken teriyaki.
―Vocaliza, chica.
―Pesa mi tatami.
―Dios santo, estás fatal.
―Saoko, papi, saoko.
―Es que no se te entiende nada, ¿qué te ha pasado?
―Me transfolmo...
Nos interrumpe el guardia de seguridad.
―Por favor, señorita, saque lo que esconde en la boca y acompáñeme.
Rossy se saca de la boca un collar de perlas de cincuenta centímetros, tres anillos con zafiros, dos brazaletes y un par de pendientes de plata, y se la llevan a rastras.

Me acerco al mostrador.
―Quiero llevarme esta pulsera, por favor.
El dependiente me mira extrañado.
―Perdón, es que soy cantante de death metal.
―Chico, ¿qué dices?

tra tra

Temazo de la vida

¡Hostia! Jajajajjjajajajjjjjajjajjjjj!

Joer, qué difícil.

Esmeralda escribió:

Temazo de la vida

Menos mal que ponen subtitulos.....escuche en su momento el disco anterior.....y no es lo mio.

Me pasa como con Cristina rosenvinge....que un poco de dicción no iría mal.

m

Ando muy pez en rosaliología.

Lo que de verdad jode es el gerundio.

salakov escribió:Joer, qué difícil.

A tu salud y a la del concepto

Esmeralda, que no tenemos el glamour de Audrey...

Voy a meter un calzador que va a hacer saltar el Vinnymómetro.

Que no se diga, esos microrrelatistas aguerridos y modernos, a la tarea

Dama de Shalott escribió:Esmeralda, que no tenemos el glamour de Audrey...

Yo si.
m

m señor escribió:

Dama de Shalott escribió:Esmeralda, que no tenemos el glamour de Audrey...

Yo si.
m

Hale, venga, vete al joyero

Tenemos el primer hit, sentando las bases,

1.- Urraca teriyaki

—Estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Chica, ¿qué dices?
—Que estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Pero si te he visto en Albacete esta mañana y el único joyero que tienes es una caja de cerillas con dos pendientes de chichinabo que ni hacen pareja y un anillo de plástico que encontraste en el parque.
—Calla, que soy la pámpara y nada me pue’ parar.
—Primero, no eres ninguna pámpara, que vaya a saber Dios qué significa eso. Eres una urraca, como yo.
—Pero yo me transformo.
—De una hostia te voy a transformar yo.
—Como sex siren.
—Maldigo la hora en la que empezaron a hacer iPhones tan brillantes. Y en la que nos dimos cuenta las urracas de que podíamos hablar también por WhatsApp.
—Fuck el stylist. Y ya.
—Y le tuvo que tocar a la tonta esta el teléfono con el Motomami descargado.

Saoko, papi, Saokooo

Topic en la segunda página.

¡Qué desidia!

Esmeralda escribió:Tenemos el primer hit, sentando las bases,

1.- Urraca teriyaki

—Estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Chica, ¿qué dices?
—Que estoy en Nueva York, visitando a mi joyero.
—Pero si te he visto en Albacete esta mañana y el único joyero que tienes es una caja de cerillas con dos pendientes de chichinabo que ni hacen pareja y un anillo de plástico que encontraste en el parque.
—Calla, que soy la pámpara y nada me pue’ parar.
—Primero, no eres ninguna pámpara, que vaya a saber Dios qué significa eso. Eres una urraca, como yo.
—Pero yo me transformo.
—De una hostia te voy a transformar yo.
—Como sex siren.
—Maldigo la hora en la que empezaron a hacer iPhones tan brillantes. Y en la que nos dimos cuenta las urracas de que podíamos hablar también por WhatsApp.
—Fuck el stylist. Y ya.
—Y le tuvo que tocar a la tonta esta el teléfono con el Motomami descargado.

No entiendo nada......pero el titulo me parece brillante.
m

Tenemos otro concursante, sois la ostia

2.- De entre los escombros

En Nueva York, visitando a mi joyero, junto con Will, aquella mañana de septiembre prometía ser inolvidable. Recuerdo, como en un primer plano de película, nuestras manos protagonistas, eligiendo las alianzas, acariciándose, entrelazándose, felices ante el futuro que se nos abría. Hasta que el cielo estalló en mil pedazos y el aire de la ciudad se fue llenando de una densa y oscura niebla, irrespirable. Por la calle bajarían riadas de personas, cubiertas de ceniza y polvo, con el espanto dibujado en la cara, como quien acaba de despertar de una pesadilla que no logra entender. La imagen de un avión incrustado en la torre norte del World Trade Center parecía la perversa rúbrica de un ser diabólico.

Will y yo vivimos juntos, pero no nos casamos. No hacemos planes. Comprendimos que el futuro no existe. Nunca jamás hemos vuelto a ponernos un anillo.

Zzzz escribió:Voy a meter un calzador que va a hacer saltar el Vinnymómetro.

7 palabras de frase propuesta son muchas, ¿cuentan para el cómputo final?

Pues ha llegado más

3.-EL VUELO DEL CISNE

Estaba en Nueva York, visitando a mi joyero por última vez, aunque aún no lo sabía. La luz de la mañana se filtraba  entre los resquicios de la persiana, provocando que millones de ácaros y partículas de polvo perdieran su condición de anonimato, despojadas de toda oscuridad, parecían bullir y retozar en  un frenesí cuántico. Mi marido había insistido para que aceptara aquella “nueva muestra de amor y fidelidad”. Aquel pedazo de metal curvo y piedras preciosas, era una réplica de lo que me había convertido: una suerte de cisne acéfalo que, lentamente y gota tras gota, se desangraba en su agonía. Ahora lo veía, qué ingenua... En el interior del la joyería, atrapada tras el cristal de aquel lujoso escaparate, era como una joya más, simulando brillar sin vida. Salí a la calle conmocionada, necesitaba respirar. Fue entonces cuando la ciudad comenzó a llorar cenizas.

4.- La Baronesa descalza

—Llegué a Cannes en yate. Noráis dorados iluminaban el puerto como lujosas luciérnagas. Os aseguro, queridos, caminar sobre la alfombra roja era hacerlo sobre nubes. Entonces aquel actor tan guapo se inclinó hacia mí. Nuestra relación, recordaréis, fue pasional y enfermiza, propia de nuestra categoría. Lamenté romperle el corazón…

Al fondo del pabellón psiquiátrico, La Baronesa declamaba ante una congregación de dementes y oligofrénicos. Igual que Norma Desmond, se movía dentro de la bata con sedeños gestos de moaré. Su porte era elegante, egregio, de pinsapo maduro. Sólo Bruno, el onanista, parecía mostrar algún interés.

—El mes que viene estaré en Japón de promoción—proseguía—. O quizá en Nueva York, visitando a mi joyero.

Bruno sabía que ante él había una fregona de Aluche, pero eso le daba igual. Incluso sucumbida al delirio, la pasión es narrativa, elegancia, locura. Perturbada presencia con aires de grandeza, La Baronesa desbordaba las tres.-

Y sorry que estoy de finde

Playa de Buelna

salakov escribió:7 palabras de frase propuesta son muchas, ¿cuentan para el cómputo final?

Esas sugerencias llegan tarde. Escribe

Esmeralda, tía buelna.

Estaba jugando con mi hijo a baloncesto y unos adolescentes al lado ponían en su móvil unas canciones maravillosas a todo volumen para compartir su buen gusto. Una de ellas era esta maravilla, no salgo de mi asombro.

Zzzz escribió:Esmeralda, tía buelna.

Estaba jugando con mi hijo a baloncesto y unos adolescentes al lado ponían en su móvil unas canciones maravillosas a todo volumen para compartir su buen gusto. Una de ellas era esta maravilla, no salgo de mi asombro.

Había leído Puigdemont y me sorprendía que se hubiese puesto tan moreno en Bélgica.

Anda, pues iba de eso. Qué maravilla.

Bueeno, de vuelta de la fiesta de la ikastola, la enana estaba hecha polvo y nos hemos escapado antes del final de la gloriosa verbena y el toro de fuego. He conseguido colar entre las trompeteradas del usb de la txozna el For whom the bell tolls, algo de Bad Religion, Def Leppard, Meat Loaf, el Ace of Spades, Patti Smith, Creedence... Balance satisfactorio.

Triki-trixa o música de Autista.

Elijo muerte.

salakov escribió:Triki-trixa o música de Autista.

Elijo muerte.

No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por la música de Salakov.

Espero que estas dos tengan el poder suficiente para contrarrestar el efecto pernicioso de Morrissey.

Otra, por si acaso.

Utilizando armas químicas de destrucción masiva, ¿eh?

Bumbury & Vegas “La pena o la nada”. Qué bien traído. De estos, mejor la nada.

Ya que estamos...

Zzzz escribió:Voy a meter un calzador que va a hacer saltar el Vinnymómetro.

You want it, you got it.

Esmeralda escribió:4.- La Baronesa descalza

—Llegué a Cannes en yate. Noráis dorados iluminaban el puerto como lujosas luciérnagas. Os aseguro, queridos, caminar sobre la alfombra roja era hacerlo sobre nubes. Entonces aquel actor tan guapo se inclinó hacia mí. Nuestra relación, recordaréis, fue pasional y enfermiza, propia de nuestra categoría. Lamenté romperle el corazón…

Al fondo del pabellón psiquiátrico, La Baronesa declamaba ante una congregación de dementes y oligofrénicos. Igual que Norma Desmond, se movía dentro de la bata con sedeños gestos de moaré. Su porte era elegante, egregio, de pinsapo maduro. Sólo Bruno, el onanista, parecía mostrar algún interés.

—El mes que viene estaré en Japón de promoción—proseguía—. O quizá en Nueva York, visitando a mi joyero.

Bruno sabía que ante él había una fregona de Aluche, pero eso le daba igual. Incluso sucumbida al delirio, la pasión es narrativa, elegancia, locura. Perturbada presencia con aires de grandeza, La Baronesa desbordaba las tres.-

En Nueva Yoooork... pedazo de calzadooooor.

Esmeralda escribió:3.-EL VUELO DEL CISNE

Estaba en Nueva York, visitando a mi joyero por última vez, aunque aún no lo sabía. La luz de la mañana se filtraba  entre los resquicios de la persiana, provocando que millones de ácaros y partículas de polvo perdieran su condición de anonimato, despojadas de toda oscuridad, parecían bullir y retozar en  un frenesí cuántico. Mi marido había insistido para que aceptara aquella “nueva muestra de amor y fidelidad”. Aquel pedazo de metal curvo y piedras preciosas, era una réplica de lo que me había convertido: una suerte de cisne acéfalo que, lentamente y gota tras gota, se desangraba en su agonía. Ahora lo veía, qué ingenua... En el interior del la joyería, atrapada tras el cristal de aquel lujoso escaparate, era como una joya más, simulando brillar sin vida. Salí a la calle conmocionada, necesitaba respirar. Fue entonces cuando la ciudad comenzó a llorar cenizas.

Desayuno con calzador en Tiffany's.

Esmeralda escribió:
2.- De entre los escombros

En Nueva York, visitando a mi joyero, junto con Will, aquella mañana de septiembre prometía ser inolvidable. Recuerdo, como en un primer plano de película, nuestras manos protagonistas, eligiendo las alianzas, acariciándose, entrelazándose, felices ante el futuro que se nos abría. Hasta que el cielo estalló en mil pedazos y el aire de la ciudad se fue llenando de una densa y oscura niebla, irrespirable. Por la calle bajarían riadas de personas, cubiertas de ceniza y polvo, con el espanto dibujado en la cara, como quien acaba de despertar de una pesadilla que no logra entender. La imagen de un avión incrustado en la torre norte del World Trade Center parecía la perversa rúbrica de un ser diabólico.

Will y yo vivimos juntos, pero no nos casamos. No hacemos planes. Comprendimos que el futuro no existe. Nunca jamás hemos vuelto a ponernos un anillo.

Wait, what? Los calzadores gemelos.