RONDA 7.46 DEL ACANALILLADO CONCURSO DE MICRORRELATOS. ESME SE TRANSFOLMA EN FORERA DEL AÑO. ¡TROY GANADOR!

El autor está ahí regocijándose. Total, es lo que pretendía. Veremos si se admite o no a concurso.

Zzzz escribió:

Vinny Vedecci escribió:En este momento, Toro en primera posición de la quiniela relatística.

Anímense los demás a probar suerte también.

No quiero quitarle mérito, pero ha seguido mi estela y me ha hecho un rebufo a lo Mario Kart. Y doy gracias a que después no me ha tirado un plátano.

Eso es asi… y de forma consciente y conociendo tu resultado, no creo que pudiera haber conseguido ese resultado sin basarme en tu quiniela… hay mucho merito tuyo.

Como contraprestacion se me ocurre hacerlo en este caso al reves, que esperes a la mia y saber mis aciertos para intentar tu afinar mas

Esmeralda escribió:

Yo estoy en un curso

Me parece una magnífica forma de aprovechar un curso. De qué va. ¿De Cambio Climático y Sostenibilidad?

Zzzz escribió:Cómo es posible que con la que os tenéis en el Azkena haya tantos relatos. Me parece admirable.

No me pongo de firma el gif de Esme, Feliciano, Jesús Gil y Verónica Forqué porque luego mi iPhone 6 viejo, reventado y fruto del capitalismo no me cargará las páginas.

This!

Yo sólo digo una cosa:

¡Comunismo o Libertad!

Cuánto daño ha hecho el traidor de Popper. Aunque qué se puede esperar de alguien con ese apellido.

Zzzz escribió:

Toro escribió:

Vinny Vedecci escribió:15. Encurtidos

El sudor recorría su canalillo cuando se estiraba para alcanzar las berenjenas. Entre pepinillos, cebolletas, altramuces y olivas, Merceditas, La Merce, había levantado una leyenda en torno a sus senos. Los niños del barrio éramos discípulos de sus enormes tetas, prosélitos fieles de esas areolas asomando cual soles nacientes. Su puesto de ultramarinos tornaba lugar de peregrinación al salir de clase, el mostrador de La Merce el altar donde tenían lugar sinuosos milagros. Si conseguíamos ahorrar, pedíamos galletas de mantequilla de los estantes superiores y disfrutábamos del eclipse como antiguos mayas. ¡Cuántas sardinas —que no me gustan— no compré para pelarme la ídem! ¡Cuántos huevos revenidos de codorniz! Luego en el barrio abrieron aquel hipermercado y La Merce tuvo que cerrar. Ahora su local es una tienda de vegetarianos regentada por una hippie triste y flacucha. Todavía hoy, libidinoso perrito de Pavlov, el olor a escabeche me sigue provocando erecciones.

Este relato no vale, no cumple las condiciones aunque creo que todos lo esperabamos

Yo notorifico

Pero si no es el único relato que no cumple con la frase de inicio, sinvergüenzas.

Yo pienso votarlo además, que me ha puesto cachondo.

A mi me huele, pero no hay pruebas, que en este caso hay intencionalidad clara de revolver

Pero es como dices, el 4 y el 16 tienen irregularidades, ya he dicho que yo las corregiria directa y unilateralmente, siempre sera mejor eso que mandar al gulag

Claro que si el cambio de frase altera todo el relato, entonces si que hace falta una reestructuracion del diseño. Es como si en el juego de abogados, en vez de pleito hubieses usado astronauta. No vale cambiar una palabra por otra, seguramente haya que reescribir…

Vinny Vedecci escribió:Cuánto daño ha hecho el traidor de Popper. Aunque qué se puede esperar de alguien con ese apellido.

Minimo, que sea limpio…

eloyso escribió:

Esmeralda escribió:

Yo estoy en un curso

Me parece una magnífica forma de aprovechar un curso. De qué va. ¿De Cambio Climático y Sostenibilidad?

Mira esto no tendria narices a no admitirlo a concurso

El autoplagio no es plagio. Es cocina de aprovechamiento.

Facts.

Tengo un boli de 4 colores

Esmeralda escribió:Tengo un boli de 4 colores

Y talento.

Aunque el Dr. Jurgen-Watchinhagger ha leído tu dibu como si fuese un test de Rorschach y ahora está encerrado en el baño. Llorando.

A las 8 termino

17. Sudor de Vichy

El sudor recorría mi canalillo a cada embestida del oberleutnant Ziegler, que ponía un empeño digno de un Panzer. Me retsasaba, la Resistance esperaba que les enviara el recorrido del Führer en su apresurada visita a Paris, pero Anton Ziegler parecía dispuesto a dejar el pabellón de la Wehrmacht bien alto. En un bufido final que mitigó los cánticos de los oficiales borrachos que aullaban abajo en el salón del hotel, se derrumbó sobre mi pecho sudoroso. Pronto Anton roncaba como un bendito, pero en lugar de aprovechar para robar los documentos lo que robé fue un pitillo de su casaca, colgada en la silla, y volví al camastro. Tras un par de caladas largas, lo apagué y me arrebujé junto a él. Era guapo, el condenado. El sudor de mi pecho ya se estaba secando, así que deslicé la mano bajo las sábanas, dispuesta a desatar una nueva ofensiva.

Cerramos cuando lleguemos a los 20 relatos. Quien se quede fuera, que hubiera enviado antes.

Joder

aguanta vinny, que estoy haciendo las correcciones

Troy Mc Clure escribió:aguanta vinny, que estoy haciendo las correcciones

Si… mejor que cumplas las normas…

Toro escribió:

Troy Mc Clure escribió:aguanta vinny, que estoy haciendo las correcciones

Si… mejor que cumplas las normas…

Calla, calla, que menuda notorización de pacotilla la tuya.

Vinny Vedecci escribió:Si me enviáis relatos me callo.

ya está toro vigilando, que tío

Autista escribió:

Vinny Vedecci escribió:Pero qué interesados sois. Aprended de Salakov.

Es evidente que Sala no se pone el gif porque tiene envidia de que Esmeralda conoce en persona a Nacho Vegas.

Maravilla de avatar.
Por fin se descubre el pastel, nachín.

la firma debería moverse. por lo menos se ve bien a Feliciano Lopez

Yo voy a esperar a tener 20.....y mandar el 21.
m

m señor escribió:Yo voy a esperar a tener 20.....y mandar el 21.
m

Haces bien. Necesito uno de reserva.

Una semana más




Tampoco diría que no

Así me pilla la gala en la ciudad del Vegas ese....

m

18. Summer of Sam

El sudor recorría mi canalillo. Podía sentir como una gota avanzaba entre mis tetas y se deslizaba bajo el sujetador en dirección a mi vientre. Al llegar al ombligo la gota hizo una maniobra extraña, bordeó el agujero como una rotonda y empezó a reptar hacia arriba. La gota rodeó mi pecho derecho y escaló el cuello. Se dirigía a la oreja, pero se quedó en el lóbulo balanceándose unos segundos, a punto de precipitarse. Cogió impulso para seguir y se metió en mi oído. Entonces escuché una voz:

-Hostias, enciende el aire acondicionado, que hace más calor que en el Azkena.

Me levanté y encendí el aire de la oficina, pero un par de compañeras se dirigieron a mí:

-Silvia, guapi, no pongas el aire que me fastidia la garganta.

-A mí me da dolor de cabeza.

Volví a escuchar la voz:

-Te odian, Silvia. Mátalas, mátalas a todas.

Esmeralda escribió:

A las 8 termino

Con la mitad de esto ya se puede participar y ganar el concurso de cózmic. Razón aquí:

Aquí

Elsanbenito escribió:

Esmeralda escribió:

A las 8 termino

Con la mitad de esto ya se puede participar y ganar el concurso de cózmic. Razón aquí:

Aquí

Y si fueran solo dos montañas sería un microrrelato.
m

Vinny Vedecci escribió:

m señor escribió:Yo voy a esperar a tener 20.....y mandar el 21.
m

Haces bien. Necesito uno de reserva.

Sí porque los Torofusilamientos son de aúpa.

19. Me he perdido

El sudor recorría mi canalillo. Esa palabra siempre me había parecido ridícula; me pareció escuchar una carcajada en un lugar recóndito de mi cerebro, un estallido sordo de tensión licuado del miedo. Eres imbécil, pensé. La carretera se había vuelto un camino terroso que moría en aquella casa; la noche olía a ozono, el calor pesaba como una manta antigua, y no tenía ya batería en el móvil. Llamé a la puerta. Sonaba a lo lejos un ukelele rancio, crujidos, y por fin unos pasos siseantes acercándose. La puerta se abrió. Nacho Vegas, en persona. "Eres tú", susurró con la mirada baja. "Pasa, te he compuesto un tema sobre coches de choque: cómo hacer crash, tirurirutirurirutirurí, se titula". Entonces, era él, pensé. La camiseta no me engañó. Acaricié el cuchillo que llevaba en el bolso. Nadie lo oiría, nunca más.

¿Cuándo se vota?

salakov escribió:¿Cuándo se vota?

Al 4

has acojhonado al la peña y al final no se llega a 20, ya te vale vinitxus

No se puede cerrar hasta que no llegue a 20

No os lo vais a creer, pero tengo tres relatos que han entrado justo en el mismo minuto y el mismo segundo, así que tendré que publicar los tres.

20. Monterrey

El sudor recorría mi canalillo, entonces exhale una vaharada de humo entre el valle de mis pechos al tiempo que estos se convertían en montañas. El sudor siguió resbalando despacio por mi torso hasta caer por mi ombligo. El interior era una geoda caleidoscópica, en una pared estaban adheridas unas piedras de colores imposibles, en la otra refulgía un sol sobre el que un ejército de ángeles se abrasaba como polillas. El calor se volvió insoportable, la humedad se condensaba en forma de nubes y entonces estalló una tormenta desde un mar de nubes púrpura. El hombre estaba arrodillado sobre una guitarra, unas gotas de sudor cayeron sobre ella mientras conjuraba las llamas que la cubrían.

21. Tijuana en mí

El sudor recorría mi canalillo, ácido y salado. Perfecto ingrediente, cabiendo en mi ombligo tequila de sobra.

22. Sangre, sudor y lágrimas

El sudor recorría mi canalillo como un torrente, pero yo no cejaba en mi empeño, quedaba una semana hasta julio, y lo conseguiría. Pedaleaba frente a un gran espejo, en el que veía las gotas brillar entre mis tetas, y aceleré, y aceleré, hasta que salí disparada. Para mi sorpresa, no me estampé contra el espejo sino que lo atravesé limpiamente, como si fuera una puerta. Seguí pedaleando en mi bici estática, saludando a ambos lados del camino a cuantos paseantes encontraba, hasta que llegué a la playa. ¡Operación bikini conseguida!

Vaya, me había engañado la vista. No eran tres, eran cuatro.

23. Love Vigilantes.

El sudor recorría mi canalillo bajo la empapada blusa cámel. A propósito de la caseta de observación donde permanecía inmóvil con mis binoculares, Zanón afirmó socarronamente que allí mismo una persona podía cocinarse sin mayor problema. Fornicamos allí durante un trimestre, cocinados en nuestros jugos. Aquello, al último ejemplar vivo de Casúalido al que yo acechaba debía importarle nada. Tampoco yo le importé nada a Zanón. ¿Qué fui acaso? Un sudor que secó sin dejar rastro a los tres meses; el vuelo de una mosca como las tantas que mortificaban al lastimoso Casuálido. Me conformé pues con eso, todo era vanidad en la marisma, en la urbe y en el orbe, y permití sin espanto que las moscas libaran de mi piel salobre. Ironía; la casualidad no intervino en la extinción del Casuálido: las postas que volaron su sesera las escupió mi rifle. Con todo, aún sobraría un cartucho.

Hay micros buenísimos, qué grandes sois

Y ahora sí que sí, cumpliendo con mi palabra, cerramos recepción.

Vinny Vedecci escribió:Y ahora sí que sí, cumpliendo con mi palabra, cerramos recepción.

9. De húmedo a quemado

El sudor recorría mi canalillo. Reconocía ese inconfundible e inoportuno hormigueo. ¡Mierda! Ni quería mirar. Quizá el mostaza no era el color más acertado para la ocasión. Joder, ¡que tampoco era tan difícil pensar que esto podía ocurrir con la tensión del momento! Me tocaba comparecer enseguida.
Como una exhalación escapé al lavabo. Allí estaba. El cerco color café coronaba mi esternón.
Me sequé, enjuagué el vestido Gucci e intenté secarlo rápido pegándolo al chorro de aire caliente.
La cagué. Ya no era color café, era un cerco color mostaza tostada. No podía llevar eso en ese momento. Debía actuar, decidí jugármela a una carta.
Caras pálidas y boquiabiertas me flanqueaban mientras llegaba al atril. Sabía que ese día era historia.
—Ciudadanos, hoy comienza una nueva era —improvisé mirando la cámara—. Un nuevo estilo de gobierno para nuestro país. Sin barreras, sin ocultamientos, igual que me veis, al natural.

Rhonda


10. Serie Z

El sudor recorría mi canalillo de cartón piedra gracias a un sistema sencillo que nosotros mismos habíamos fabricado. Pero a través de la cámara seguía pareciendo demasiado artificial y después de varias horas de pruebas y lamentos, Ramón optó por dejarme salir del disfraz gigante articulado de sirena-vampira y empezó a cuestionarse TODO. Tenía esa manía: si algo no funcionaba, iba encadenando examen de causas hasta que llegaba casi a cuando nos conocimos, dos chavales con demasiada serie Z en la retina. Una retrospectiva cruel y sobre todo irreal. Éramos grandes. Un fracaso, pero grandes. Así que esta vez, en lugar de dejar que se le pasase el enfado ocupándome en montar la escena siguiente, harto de nuestra previsible mecánica emocional, le así por los hombros: atiéndeme, Ray, se acabó. Usaremos esperma. Olvida Sitges, vamos a reventar youporn.

Toro


11. GOD

El sudor recorría mi canalillo. Bueno, no, porque soy hombre y los hombres no tienen canalillo. ¿O sí? ¡Qué más da! La cuestión es que hacía calor. Hacía más calor del que pudiera recordar en años. Mi camisa estaba empapada. Hasta mis calzoncillos. Los pantalones, adheridos a mis muslos, aprisionaban mi miembro y otras partes de mi cuerpo. ¡Qué calor! Hacía tanto calor que los viandantes caminaban desnudos por la calle. Era bonito verles sin ropa, mostrándose de manera natural. Evidentemente, me fijaba mucho más en ellas. Aunque la visión se esfumaba a los pocos segundos, ya que todos acaban derretidos sobre el asfalto, que succionaba lo poco que quedaba de sus cuerpos. Era grotesco. Incluso absurdo. Yo seguí con la ropa puesta. No quería morir. Y pensé en la idea de ser el único poblador del mundo. El único poblador vestido. Abrí la nevera y cogí una cerveza.

Montenegro


12. Seduciendo al enemigo

El sudor recorría mi canalillo y me divertía ver la cara del sujeto que me entrevistaba. Pobre diablo, los esfuerzos que tenía que hacer para no apartar sus ojos de los míos y perderse en el espectáculo de mis pechos. Sencillamente, no podía. Nunca pueden. Se les pone la mandíbula floja —solo la mandíbula, supongo— mientras de soslayo, pero con la mirada golosa, siguen el descenso de las gotas de sudor por el escote que deja mi ceñida camiseta de tirantes. ¡Qué nerviositos! ¡Qué balbuceos! ¡Qué manera de estrujar el bolígrafo! ¡Cómo es luego su sudor el que les empapa la frente! Y aunque pido cantidades desorbitadas para el trabajo de esclava que ofertan, ellos siempre acceden. En realidad no necesito trabajar, ni quiero. Pero no les digo métanse el trabajo por el culo, porque soy una señora. Les digo que me lo pensaré, y me voy. Con un par.

Eloyso


13. A la sombra de un león

El sudor recorría mi canalillo en forma de ácido de hormigón. Al contacto con el líquido, mis senos se estremecieron y una imperceptible grieta se dibujó bajo el cárdeno mármol de Montesclaros. Muchas veces, de verdad, he deseado desasirme de esta condena de túnica y quietud. Algunos días me habría gustado tan solo mostrarme desnuda ante los transeúntes, diosa y mortal, icono y mujer. Pero este castigo de piedra no cesa del mismo modo que el sol no relaja su yugo. Los leones parecen sedientos, los pobres, y rugen furiosos a los coches. Sobre el suelo, ensuciando este altar de polución, convirtiendo esta rotonda en una pesadilla quionofóbica, la resaca de la catorceava colea en forma de confeti blanco. Ah, ojalá el Banco de España fuese más esbelto y arrojase un poco de sombra sobre nosotros. Maldito sea el bochorno de Madrid. Hace un calor que derrite las estatuas.

Eloyso


14. ¡Jodeos, Mikes!

El sudor recorría mi canalillo en un pequeño hilo que recogía en un frasco adherido sobre mi ombligo. Ya me había bajado de la bici estática, pero tras esperar unos minutos hasta llenarlo del todo retiré el esparadrapo con cuidado (¡cómo picaba!) y añadí unas gotas del preciado contenido al resto de elementos del matraz.

Ya al atardecer, salí a mi cita con Mike acariciando una ampolla de la pócima. «Esta nueva fórmula funcionará», pensaba confiada al llegar, pero para mi sorpresa, Mike estaba en la barra haciendo carantoñas a una camarera que apenas tendría dieciocho. «¡Idiota!», me largué enrabietada, apretando los puños con tal fuerza que la ampolla se reventó en mi mano.

A partir de ese día pinto (bodegones), me he leído las obras completas de Dostoyevski y tengo una banda de rock. De vez en cuando ligo, pero prefiero volver sola a casa. Por fin funcionó.

Autista


15. Encurtidos

El sudor recorría su canalillo cuando se estiraba para alcanzar las berenjenas. Entre pepinillos, cebolletas, altramuces y olivas, Merceditas, La Merce, había levantado una leyenda en torno a sus senos. Los niños del barrio éramos discípulos de sus enormes tetas, prosélitos fieles de esas areolas asomando cual soles nacientes. Su puesto de ultramarinos tornaba lugar de peregrinación al salir de clase, el mostrador de La Merce el altar donde tenían lugar sinuosos milagros. Si conseguíamos ahorrar, pedíamos galletas de mantequilla de los estantes superiores y disfrutábamos del eclipse como antiguos mayas. ¡Cuántas sardinas —que no me gustan— no compré para pelarme la ídem! ¡Cuántos huevos revenidos de codorniz! Luego en el barrio abrieron aquel hipermercado y La Merce tuvo que cerrar. Ahora su local es una tienda de vegetarianos regentada por una hippie triste y flacucha. Todavía hoy, libidinoso perrito de Pavlov, el olor a escabeche me sigue provocando erecciones.

Salakov


16. Nuevo formato. Mismas tradiciones

El sudor me recorría el canalillo, la cerveza sabía ya a pis y eran las 3 de la mañana. Ni con los nuevos horarios nos libramos de esta temperatura infernal… Ya no sé cuánto se tienen que adelantar los festivales para evitar las olas de calor.

Con estos sofocos se me va a olvidar llamar a Pedro para que se acuerde de colocar los regalos de Reyes para los niños y el roscón para desayunar.


m señor

no te creo vinny, aqui hay toro encerrado