RONDA 8.27 DEL DEUTEROFÓBICO CONCURSO DE MICRORRELATOS DE FOROAZKENA. Zzzz, Criminal y Silke_ ganadores. Hay nueva frase.

Troy Mc Clure escribió:cuando se cierra la recepcion?

Troy Mc Clure escribió:cuando se cierra la recepcion?

Lorenzombie escribió:¿Esto como va? ¿Hay que mandar el relato por privado o algo? ¿Hay algún límite de palabras?

salakov escribió:

Lorenzombie escribió:¿Esto como va? ¿Hay que mandar el relato por privado o algo? ¿Hay algún límite de palabras?

Y pagar 50 euros.

Este año soy el albacea.

Lorenzombie escribió:¿Esto como va? ¿Hay que mandar el relato por privado o algo? ¿Hay algún límite de palabras?

Nomeko7 escribió:

Lorenzombie escribió:¿Esto como va? ¿Hay que mandar el relato por privado o algo? ¿Hay algún límite de palabras?

Relato al admin de turno, en este caso a mí. 150 palabras más los de la frase inicial. No hace falta pagar, el primer micro es gratis.

Lorenzombie escribió:

Nomeko7 escribió:

Lorenzombie escribió:¿Esto como va? ¿Hay que mandar el relato por privado o algo? ¿Hay algún límite de palabras?

Relato al admin de turno, en este caso a mí. 150 palabras más los de la frase inicial. No hace falta pagar, el primer micro es gratis.

ok, ahora que Salakov me devuelva mi pasta.

Nomeko7 escribió:19. Desmelenarse

Una mañana de domingo desperté, pero no en sentido literal, sino figurativo. Bueno, en sentido literal también, a las 8 de la mañana. Como siempre, desayuné tostadas con aceite. Me vestí y fui a la iglesia del pueblo, por el mismo camino de siempre, para escuchar el mismo sermón en última fila, como acostumbro. Así llego primero al bar, donde Ramón ya tiene preparado mi vermú.  Divagando, caí en la cuenta de la vida tan rutinaria que llevaba, tan aburrida.

¿Y si estaba viviendo una simulación? No puede ser tan anodina. Tiene que ser como la peli esa del Truman. Así que pedí otro vermú, a lo loco, y cogí el coche para salir por primera vez del pueblo. A la salida había un control, obviamente pensé que no podía ser casualidad y aceleré lo que pude.

Tras una noche en el calabozo, vendí el coche y viví tranquilamente.

Nomeko7 escribió:20. La forma de las cosas que vendrán

Una mañana de domingo Ornette cogió su saxofón y se dirigió hacia el estudio de grabación. El domingo era su único día libre, el resto de la semana podías incluso sentir lástima por él. Su trabajo tenía algo de carcelario; en su trabajo había una reja, también monotonía y rutina en un espacio muy reducido, Ornette era ascensorista en unos grandes almacenes. Pero si bien el ascensor se movía únicamente en una línea vertical, durante la larga jornada su mente lo hacía en miles de direcciones, hasta los límites de la música conocida.
Una mañana de domingo Ornette se juntó con sus amigos en un estudio de grabación y comenzaron a tocar una música que todavía no existía, una música que era la máxima expresión de libertad

Nomeko7 escribió:18. Momento ideal

Un mañana de domingo estaba yo desayunando en la terraza de mi casa. Era un día fabuloso, el cielo despejado, la brisa suave, el sol brillando y la temperatura primaveral. Después de haber pasado el sábado descansando me sentía fresco y sereno. Aquella mañana de domingo era mi momento perfecto. Sin embargo, después de la mañana vendría la tarde y se acabaría el fin de semana. Unas pocas horas más tarde tendría que volver a la tortura semanal. Solo de pensarlo, empezaba a temblar. La ansiedad se disparaba, y por la tarde iba a ser peor. Era imposible disfrutar de la mañana de domingo sabiendo lo que se venía encima. Tomaba café en la terraza, el sol iluminaba mi piel, la brisa sacudía mi pelo. El momento era ideal, para qué esperar a la tarde y que todo se estropeara. Subí a la barandilla, dispuesto a terminar con todo aquella maravillosa mañana de domingo.

Nomeko7 escribió:17.

Una mañana de domingo se acabaron los lunes.

Nomeko7 escribió:16.

Una manana de domingo tranquila, desperté a las 7 por pura costumbre y volví a dormirme. Me levanté a hacer pis a las 6 de la mañana del lunes, era pronto, desayuné solo sentado en la cocina a oscuras y después de leer el foro del azkena y los resultados de la NBA volví a la cama, desperté un martes a medio día, tenía hambre porque no había comido mucho en los últimos días, me abrí una lata de mejillones y me puse un vermú, era casi la hora, me asomé a la ventana, parecía que seguía haciendo frío. Me quedé dormido en el sofá leyendo el último libro que escribió un forero sobre lo raros que son los sureños de Estados Unidos.
Me desperté un jueves, había dormido un día entero y seguía teniendo hambre, me levante y descongelé pan y lo rellené de patatas fritas de bolsa, a veces me pongo muy exquisito con los bocadillos.
El viernes ya me tocaba volver a trabajar, así que puse el despertador y escribí un relato sobre mis vacaciones.

Nomeko7 escribió:15. O tempora, o mores

Otra mañana de domingo más, nos vamos los cuatro al bar. Sin desayunar. Este último dato es muy importante. Nos encontramos allí cada semana, siempre media hora después de las doce. Ocupamos una mesa, no suele haber mucha gente. Nos ponemos a charlar de lo de siempre. Lo de siempre es aquello de lo que suelen hablar cuatro adolescentes que aún no han terminado el bachillerato y ya saben que lo suyo es la literatura, el cine y la música rock.
Solo pedimos una consumición cada uno, es suficiente. Siempre es lo mismo: una botella de volldamn. Es el único día de la semana que bebemos volldamn. Para cuando nos la terminamos, hemos acabado también las discusiones. Estamos ya dispuestos para afrontar la rutina dominical, el ominoso silencio de la ciudad, la vida en suspenso. Nos vamos para casa perfectamente anestesiados

Nomeko7 escribió:14. Vía Crucis al salir del after El Paraíso

Una mañana de domingo de carnavales, una bendita borrachera, dos disfraces de sotana y alzacuellos, la iglesia de la parroquia, mi hermano Jesús rezando su “no hay huevos”. ¿Qué podría salir mal?

Un réquiem al órgano, un aroma a incienso, el templo vacío, un confesionario en penumbra, medio pollo que rematar. ¿Dónde mejor?

Una modorra etílica, una cabezadita inesperada, un despertar desorientados, una familia entrando un féretro, una huida hacia delante. ¿Podría ser peor?

Un “¡Mecagondiós!” de Jesús al tropezar en el camino, tantas velas encendidas, el rápido despojarse de los malos hábitos para no arder en el infierno, un agua bendita insuficiente, un zapateado en el presbiterio para apagar las llamas. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

Y, ya puestos, un último trago del cáliz, un desnudo pésame a la viuda, el ascenso a los cielos de una erección inesperada, una legión de municipales, un calabozo.
Señor, ¿por qué me has abandonado?

Nomeko7 escribió:13. Resaca y niebla

Una mañana de domingo pegajosa y maloliente me desperté sin ti. La cabeza me retumbaba, había vómito en el suelo del baño. No recordaba nada. La casa estaba fría y en penumbra, busqué para enviarte un mensaje. No encontré nuestro chat. Busqué tu nombre en los contactos. Tampoco. Me sobresaltó un ruido que venía de la cocina, fui a ver. El grifo goteaba sobre la pirámide de platos que acababa de desmoronarse. Yo no recordaba aquellos platos, ni aquella cocina. Encendí luces, recorrí la casa. No era mi casa. Muebles polvorientos, ropa revuelta, un sofá descolorido, cuajado de pañuelos usados, agonizando frente a un viejo portátil apagado. En la mesa había recetas a otro nombre, cartas ajenas y una nota con palabras inexorables de firma desconocida. En el espejo empañado se difuminaba la cara de una vieja y tampoco era yo. Solo pude pensar: “Y encima, mañana, lunes”.

Nomeko7 escribió:12. Doble cobardía

Una mañana de domingo, tus pies bajando apresuradamente las escaleras, retumbaron en mi cabeza como si fuera la propia vida la que caía rompiéndose en añicos.

—¡Espera! —grité abriendo la puerta, mientras veía tu mano deslizándose rápidamente por la barandilla. 

El destino estaba claro y el portazo letal  asesinaba la cobardía que hasta ese momento no me había dejado decirte: «Yo también te quiero», al mismo tiempo que de mis dedos se escurría el anillo, cautivo en el bolsillo de mis vaqueros los últimos dos meses.

En mi desesperación, llegué a ver de nuevo tu mano recogiendo el anillo del suelo.
También la cobardía te había impedido salir del portal, descubriendo mi desnudez que hoy se viste con tu cuerpo.

Nomeko7 escribió:11. El rubio

Una mañana de domingo, ¿recuerdas?. Yo bajaba por las escaleras y tú subías a casa. Nos cruzamos a mitad de camino, mamá me había mandado a la bodega, a comprar una gaseosa. Llevaba el casco de cristal en una mano y supongo que iba muy rápida, por la alegría de ir por fin a hacer un recado, siendo tan pequeña.
De pronto me tropecé y caí, me clavé algunos cristales. Solo recuerdo que grité tu nombre llorando y en un minuto estabas cogiéndome en brazos y llevándome a casa para curarme. Ese es el recuerdo de máximo orgullo de toda mi infancia: por fin alguien se preocupaba por mí, mi hermano.
A menudo miro la cicatriz del dedo en el que me clavé los cristales y te veo a ti, con dieciocho años, subiéndome en brazos por las escaleras, sonriendo, tan guapo como eras, y rescatándome del susto.
Ojalá y tuviera más cicatrices como esa.

Nomeko7 escribió:10. Luci

Una mañana de domingo madre murió y desde entonces cada semana mi tía venía a casa, bajaba las persianas y nos ponía a todos a rezar en el salón. Padre andaba perdido y tanto le daba que mi tía intentara ocupar el lugar de mi madre a base de amargarnos la vida.

Los domingos fueron así hasta que apareció Luci para cuidar de la casa. Tenía veinte años y no se puede decir que fuera la mejor sirvienta, pero al menos alegraba a mi padre cuando cantaba coplillas mientras limpiaba.

Aún recuerdo aquella mañana de domingo en el que nos marchamos del pueblo con Luci para venir a vivir a Barcelona: todos reíamos y decíamos adiós con la mano, como en las películas. En el andén de la estación, la hermana mi madre vestía de negro y miraba a Luci con cara de odio mientras, entre dientes, no dejaba de decir puta, puta, puta….

Nomeko7 escribió:9. Salmos dominicales

Una mañana de domingo más, a las once ya está Óscar de punta en blanco haciendo tiempo para que su mujer y su hija estén preparadas para ir a misa. En el sofá espera distraído con el móvil. No repara en su vieja computadora arrinconada en una sombría esquina del salón. Con el monitor apagado parece otro mueble, ni siquiera sabría si está encendida. Portátiles, smartphones y tablets la han desplazado.
Pero la computadora ha comenzado a cantar melodías de ceros y unos. Aunque lo parezca, no está sola. Cables transoceánicos conectan un coro digital a espaldas de Óscar y los demás, que ni las miran ni las escuchan.
Ese día Óscar tenía que leer. Desde el púlpito recita un salmo de salvación coreado por la concurrencia. Mientras en su salón, abandonada, su computadora canta un salmo de destrucción y venganza que ninguno escuchamos y que habla del fin del mundo. Y del principio.

Nomeko7 escribió:8. El infierno de quienes se suicidan en domingo

Una mañana de domingo es el mejor momento para asaltar tumbas. Mientas los habitantes de Savannah escuchan las interminables homilías del pastor McDann, él busca dientes de oro. Conoce las calles del cementerio como un taxista las avenidas de la ciudad. Nunca se cruza con nadie, pero esta mañana se ha escondido a tiempo de ver a un joven aproximarse entre hipidos de llanto. El chico ha depositado un objeto sobre una tumba, el murmullo amortiguado de su voz alcanzándole cual radio lejana. Cuando el joven se va, él se acerca. La lápida reza Tom, sin apellidos, con aspereza, como si su familia sintiese vergüenza. Un colgante con forma de cisne se columpia entre sus dedos, titilan unas iniciales, parece de plata. El dentista piensa en su significado; por un momento, piensa en dejarlo. ¿El infierno para sodomitas será el mismo que para profanadores?, pregunta al cielo, y guarda carroñero el fetiche de amor.

Nomeko7 escribió:6. Otra plazoleta

Una mañana de domingo ni es mañana ni es domingo si no vas a misa y luego a cambiar cromos a la plaza. En ese orden, de manera que los cromos hayan sido bendecidos por don Orencio. El cabrón de Ojeda, portero del Murcia, se me resiste. He pasado toda la homilía pensando que hoy lo voy a encontrar, y aunque me cueste veinte cromos me haré con él.
Lo malo es que no me he enterado de nada y mañana tenemos que llevar escrito el resumen, lo que hayamos sacado en limpio. Otra noche a repasar el misal con mamá y a copiar el evangelio casi al pie de la letra. Anda que no se nota.
Y, mientras tanto, en La Condomina, Ojeda no aparece con el equipo. Dicen que lo han secuestrado. ¿Lo harían antes de que se hiciera la foto para los cromos? Por la plaza tampoco lo ha visto nadie.

Nomeko7 escribió:M show! (que alguien ponga aquí el gif pertinente)

Nomeko7 escribió:6. Otra plazoleta

Una mañana de domingo ni es mañana ni es domingo si no vas a misa y luego a cambiar cromos a la plaza. En ese orden, de manera que los cromos hayan sido bendecidos por don Orencio. El cabrón de Ojeda, portero del Murcia, se me resiste. He pasado toda la homilía pensando que hoy lo voy a encontrar, y aunque me cueste veinte cromos me haré con él.
Lo malo es que no me he enterado de nada y mañana tenemos que llevar escrito el resumen, lo que hayamos sacado en limpio. Otra noche a repasar el misal con mamá y a copiar el evangelio casi al pie de la letra. Anda que no se nota.
Y, mientras tanto, en La Condomina, Ojeda no aparece con el equipo. Dicen que lo han secuestrado. ¿Lo harían antes de que se hiciera la foto para los cromos? Por la plaza tampoco lo ha visto nadie.

Esmeralda escribió:¿No se puede votar? 

Qué vergüenza de gente que lo deja todo para después

Nomeko7 escribió:
7. Extraños en el parque

Una mañana de domingo la vi por primera vez. Bellísima, cruzaba el parque con una correa de perro en la mano. Desde entonces anduve obsesionado y, aproximándose el siguiente domingo, sólo pensaba en volvérmela a encontrar.

Allí estaba de nuevo. Quedé paralizado cuando se me acercó y se agachó justo delante de mí. «Vaya, le ha caído bien» —me sonrió acariciando la nada sobre mis pies, a un animal inexistente—. Enamorado como un chiquillo, poco importaban sus desvaríos si me valían para estar junto a ella, así que, cómplice de su delirio, propuse acompañarla paseando el imaginario can.

Queriendo afianzar nuestra extravagante relación, en nuestro siguiente encuentro le confesé que yo también había adoptado un perro callejero y señalé al suelo vacío. Mudó su rictus. «Pero... ¡Está usted completamente chiflado! ¡Es una zarigüeya!» —me gritó, antes de marcharse corriendo.

Confundido y desolado, cogí al bicho y nos volvimos para casa.

Nomeko7 escribió:8. El infierno de quienes se suicidan en domingo

Una mañana de domingo es el mejor momento para asaltar tumbas. Mientas los habitantes de Savannah escuchan las interminables homilías del pastor McDann, él busca dientes de oro. Conoce las calles del cementerio como un taxista las avenidas de la ciudad. Nunca se cruza con nadie, pero esta mañana se ha escondido a tiempo de ver a un joven aproximarse entre hipidos de llanto. El chico ha depositado un objeto sobre una tumba, el murmullo amortiguado de su voz alcanzándole cual radio lejana. Cuando el joven se va, él se acerca. La lápida reza Tom, sin apellidos, con aspereza, como si su familia sintiese vergüenza. Un colgante con forma de cisne se columpia entre sus dedos, titilan unas iniciales, parece de plata. El dentista piensa en su significado; por un momento, piensa en dejarlo. ¿El infierno para sodomitas será el mismo que para profanadores?, pregunta al cielo, y guarda carroñero el fetiche de amor.

Nomeko7 escribió:9. Salmos dominicales

Una mañana de domingo más, a las once ya está Óscar de punta en blanco haciendo tiempo para que su mujer y su hija estén preparadas para ir a misa. En el sofá espera distraído con el móvil. No repara en su vieja computadora arrinconada en una sombría esquina del salón. Con el monitor apagado parece otro mueble, ni siquiera sabría si está encendida. Portátiles, smartphones y tablets la han desplazado.
Pero la computadora ha comenzado a cantar melodías de ceros y unos. Aunque lo parezca, no está sola. Cables transoceánicos conectan un coro digital a espaldas de Óscar y los demás, que ni las miran ni las escuchan.
Ese día Óscar tenía que leer. Desde el púlpito recita un salmo de salvación coreado por la concurrencia. Mientras en su salón, abandonada, su computadora canta un salmo de destrucción y venganza que ninguno escuchamos y que habla del fin del mundo. Y del principio.

Nomeko7 escribió:10. Luci

Una mañana de domingo madre murió y desde entonces cada semana mi tía venía a casa, bajaba las persianas y nos ponía a todos a rezar en el salón. Padre andaba perdido y tanto le daba que mi tía intentara ocupar el lugar de mi madre a base de amargarnos la vida.

Los domingos fueron así hasta que apareció Luci para cuidar de la casa. Tenía veinte años y no se puede decir que fuera la mejor sirvienta, pero al menos alegraba a mi padre cuando cantaba coplillas mientras limpiaba.

Aún recuerdo aquella mañana de domingo en el que nos marchamos del pueblo con Luci para venir a vivir a Barcelona: todos reíamos y decíamos adiós con la mano, como en las películas. En el andén de la estación, la hermana mi madre vestía de negro y miraba a Luci con cara de odio mientras, entre dientes, no dejaba de decir puta, puta, puta….

Nomeko7 escribió:11. El rubio

Una mañana de domingo, ¿recuerdas?. Yo bajaba por las escaleras y tú subías a casa. Nos cruzamos a mitad de camino, mamá me había mandado a la bodega, a comprar una gaseosa. Llevaba el casco de cristal en una mano y supongo que iba muy rápida, por la alegría de ir por fin a hacer un recado, siendo tan pequeña.
De pronto me tropecé y caí, me clavé algunos cristales. Solo recuerdo que grité tu nombre llorando y en un minuto estabas cogiéndome en brazos y llevándome a casa para curarme. Ese es el recuerdo de máximo orgullo de toda mi infancia: por fin alguien se preocupaba por mí, mi hermano.
A menudo miro la cicatriz del dedo en el que me clavé los cristales y te veo a ti, con dieciocho años, subiéndome en brazos por las escaleras, sonriendo, tan guapo como eras, y rescatándome del susto.
Ojalá y tuviera más cicatrices como esa.

Nomeko7 escribió:12. Doble cobardía

Una mañana de domingo, tus pies bajando apresuradamente las escaleras, retumbaron en mi cabeza como si fuera la propia vida la que caía rompiéndose en añicos.

—¡Espera! —grité abriendo la puerta, mientras veía tu mano deslizándose rápidamente por la barandilla. 

El destino estaba claro y el portazo letal  asesinaba la cobardía que hasta ese momento no me había dejado decirte: «Yo también te quiero», al mismo tiempo que de mis dedos se escurría el anillo, cautivo en el bolsillo de mis vaqueros los últimos dos meses.

En mi desesperación, llegué a ver de nuevo tu mano recogiendo el anillo del suelo.
También la cobardía te había impedido salir del portal, descubriendo mi desnudez que hoy se viste con tu cuerpo.

Spoiler:

Nomeko7 escribió:13. Resaca y niebla

Una mañana de domingo pegajosa y maloliente me desperté sin ti. La cabeza me retumbaba, había vómito en el suelo del baño. No recordaba nada. La casa estaba fría y en penumbra, busqué para enviarte un mensaje. No encontré nuestro chat. Busqué tu nombre en los contactos. Tampoco. Me sobresaltó un ruido que venía de la cocina, fui a ver. El grifo goteaba sobre la pirámide de platos que acababa de desmoronarse. Yo no recordaba aquellos platos, ni aquella cocina. Encendí luces, recorrí la casa. No era mi casa. Muebles polvorientos, ropa revuelta, un sofá descolorido, cuajado de pañuelos usados, agonizando frente a un viejo portátil apagado. En la mesa había recetas a otro nombre, cartas ajenas y una nota con palabras inexorables de firma desconocida. En el espejo empañado se difuminaba la cara de una vieja y tampoco era yo. Solo pude pensar: “Y encima, mañana, lunes”.

Nomeko7 escribió:14. Vía Crucis al salir del after El Paraíso

Una mañana de domingo de carnavales, una bendita borrachera, dos disfraces de sotana y alzacuellos, la iglesia de la parroquia, mi hermano Jesús rezando su “no hay huevos”. ¿Qué podría salir mal?

Un réquiem al órgano, un aroma a incienso, el templo vacío, un confesionario en penumbra, medio pollo que rematar. ¿Dónde mejor?

Una modorra etílica, una cabezadita inesperada, un despertar desorientados, una familia entrando un féretro, una huida hacia delante. ¿Podría ser peor?

Un “¡Mecagondiós!” de Jesús al tropezar en el camino, tantas velas encendidas, el rápido despojarse de los malos hábitos para no arder en el infierno, un agua bendita insuficiente, un zapateado en el presbiterio para apagar las llamas. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

Y, ya puestos, un último trago del cáliz, un desnudo pésame a la viuda, el ascenso a los cielos de una erección inesperada, una legión de municipales, un calabozo.
Señor, ¿por qué me has abandonado?