RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
+18
Fargo
Silke_
Felix the cat
LeChaperonRouge
Eduardo Montenegro
AtticusFish
Moderno
m señor
Toro
Nomeko7
DON
Esmeralda
Hank
Zzzz
Sugar Bug
salakov
Aurora
Nuxe
22 participantes
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Página 1 de 13. • 1, 2, 3 ... 11, 12, 13
RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
LA FRASE
Normalmente la conversación se terminaba
o
Normalmente, la conversación se terminaba
o
Normalmente la conversación terminaba
o
Normalmente, la conversación terminaba
A gusto del microrrelator.
La frase NO cuenta para las 150 palabras.
Esta vez, al menos, tampoco yo voy a contar las palabras. Confío en su honorabilidad.
Normalmente la conversación se terminaba
o
Normalmente, la conversación se terminaba
o
Normalmente la conversación terminaba
o
Normalmente, la conversación terminaba
A gusto del microrrelator.
La frase NO cuenta para las 150 palabras.
Esta vez, al menos, tampoco yo voy a contar las palabras. Confío en su honorabilidad.
- Reglas:
- REGLAS DEL CONCURSO
El juego consiste en escribir un relato inédito verdaderamente corto, máximo 150 palabras.
La primera frase de cada texto habrá de ser, obligatoriamente, la dada previamente por el campeón de la edición anterior.
El tema del texto será libre, siempre y cuando tenga sentido con la primera frase predeterminada.
Los relatos deberán enviarse mediante mensaje privado al administrador del hilo de cada ronda.
La periodicidad del juego será semanal.
Solo se podrá concursar con un texto por forero y ronda. Las segundas y sucesivas versiones, variantes y demás supondrán la descalificación en la ronda en curso.
El sistema de puntuación será el siguiente: puede votar cualquier forero (si no ha participado enviando relato, deberá tener más de 50 mensajes) y puntuará a los tres textos que más le gusten, otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo y 1 punto al tercero. No es obligatorio haber participado en el concurso para poder votar. Es obligatorio votar si se ha participado publicando un relato, quedando exento sólo por causa mayor (viaje, rapto, abducción, etc...). Si no vota, su relato quedará fuera del concurso.
El ganador del concurso propondrá la frase que se utilizará la semana siguiente, pudiendo ser esta frase totalmente libre, pero de una extensión no superior a 2 líneas, que sí contarán para la longitud del relato.
El orden de publicación, voto y recuento de los distintos relatos será el siguiente:
Publicación de la frase: cuando quiera el ganador
Escritura de los relatos: viernes a miércoles a las 24h.
Votaciones: hasta jueves a las 22 h.
Gala: el jueves tras las votaciones.
La puntuación para la clasificación general será la siguiente: 10 puntos al ganador, 7 al segundo clasificado, 5 al tercero, 3 al cuarto y 1 punto al quinto clasificado.
Si, después de la votación semanal, hubiere un empate se establecerá lo siguiente: ganador quien tenga más votaciones de foreros. Si siguiese el empate: ganador quien además tenga más votos de 3 puntos. Si siguiese el empate: ambos consiguen los puntos, se casan y tienen hijos gemelos.
ANEXO:
La norma DON admite los empates en cualquiera de las posiciones.
Los puntos también podrán repartirse, a criterio del administrador de la ronda, entre cuatro seleccionados: otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo, 1 punto al tercero, y 1 punto extra a un cuarto. El criterio final elegido por la administración aparecera expresamente en el mensaje que incluye el formulario, dentro del propio formulario o en el post que lo contenga.
En ausencia de frase o administrador en una ronda nueva, la administración de la ronda pasaría al segundo clasificado; si el segundo clasificado tampoco respondiera de sus obligaciones, la administración de la ronda pasaría al tercer clasificado, y así sucesivamente.
- Accesorios varios:
- Tutorial para hacer un formulario de votacion:
https://docs.google.com/document/d/1y3EBjsoDablUvIrH_L5_fSnRBp-ItiayCtsiSHlUgZw
Hilo con las dudas sobre el tutorial y jamones a los creadores:
https://www.foroazkenarock.com/t66207-excelborogis-toro-y-benito-te-guian-en-el-universo-microrrelatil-y-en-el-uso-en-general-de-formularios-para-votaciones-dudas-jamones#9574423
- Diccionario microrrelatil:
A
—ABUELO: Señor de avanzada edad indisolublemente unido a un cuchillo. Suele invocarse al principio de cada ronda para espolear la imaginación.
—¡ADMINISTRACIÓN LAMENTABLE!: Siempre.
—ANGRY PANCHO: Personaje con tendencia a la ira, aficionado a los donuts y enamorado
—AUTISTA, hacerse un: dejar que el hilo llegue repetidamente a la tercera página para luego subirlo con alguna jevilongada mientras prepara unas lenguadinas.
B
—BANDEJA PETADÍSIMA: Dícese de 1 o 2 relatos en la bandeja de entrada cuando administra Autista.
—BLATTODEA: Reina de las cucarachas, protagonista de un mítico relato del ex(me temo) forereo Dust 'n Bones.
—BOUQUET: Conjunto de Micro Relatos.
C
—CALZADOR: Relato que ya estaba escrito y que se coloca con independencia de la frase.
—CAPITÁN MOSCA: Protagonista de una de las rondas que marcan un antes y un después (por la forera Elsanbenito).
—CIEZITO, SALVAR EL: Expresión introducida por el forero Yomismo que quiere decir salvarse del rosco (véase ROSCO)
—CUCHILLO: Inseparable compañero del ABUELO
CH
—CHUCRUT: Micro relato.
—CHUPACULIL:
D
—DESCENDENTE, CLARA CURVA: Menos de 25 relatos en una ronda.
—DON, norma (gala): Cuando se anuncia la hora de una gala, debe empezarse algunos minutos antes.
E
—EPIGMENIO: Personaje mítico... (hace falta completar)
—ESQUÍO, HACERSE UN: Votarte, sin ningún rubor, a ti mismo. Con 3 puntos. Porque eres el mejor.
—ESMERALDA, HACERSE UN: No recordar nunca lo que se ha votado incluso después de habérselo currado de la hostia.
F
—FULGOR VAGINAL: Frase mítica del forero Hank
G
—GALA: Fiesta de la elegancia donde suelen ganar los de siempre y donde a pesar de ello se sigue pasando bien.
H
—¿HA SALIDO YA NOMEKO?: ¿Ha salido ya? ¿Eh? ¿Eh?
I
—!IMPUGNO!: Petición, siempre ignorada, de un microrrelatista en desacuerdo.
—ISTIVI I PINTI: Excusa rastrera para justificar un voto erróneo.
J
—JAMÓN, JAMONES: Dádiva, óbolo, sobornar al administrador. Hablar con el forero Eloy, el forero Borogis y en ocasiones con el forero DON - Véase también TONGO
—JOJO-SHOW: Tradición inaugurada por la forera Jojomojo de comentar los relatos secuencialmente uno por uno. Es aplicable a cualquier forero que comente los relatos en esa manera, añadiendo entonces nombre del forero + Show.
K
—KOIKILA, HACERSE UN: Lloriquear por el rosco (ver "MIMIMI") y alzarte con el triunfo final.
M
—MARI KARMEN/M. KARMEN, GALA: Formato de gala express consistente en colgar en el hilo, en un solo post, el enlace a las actas y la lista ordenada de la clasificación.
—MIÉRCOFILO/LA: Dícese del que por afición, excesivo perfeccionismo o por secaño creativo no envía su relato hasta, al menos, los miércoles. Sinónimos: evitashows, Relatoescoba.
—MIMIMI: Tendencia al lloriqueo: antes todo molaba más, cualquier tiempo pasado fue mejor, usad comillas latinas...
—MOLICIE: Vagancia. Falta de relatos. Término acuñado por el forero Eloy.
—MONTENEGRINA (frase): Frase valiente, arriesgada y fuera de lo común destinada a promover la creatividad más surrealista, huyendo de convencionalismos y de lugares comunes, pretendiendo y logrando extraer la esencia del ingenio imaginativo de los escritores, consiguiendo recaudar gran cantidad de protestas y piri vimis i vir que suelen preceder a una extensa cosecha de relatos de imaginativa invención y brillante prosa.
N
—NEORREALISMO: Costumbrismo en realidad.
—NESKA, HACERSE UN: Hacerse un Sugar (ver en la S) a la eneava potencia.
—NESKISMO: Relativo a la forera Neska ( Falta ampliar la definición y consenso en el término )
—NOMEKAZO: Reservarse, como administrador, la potestad de votar el último para adulterar el resultado. Inherentemente podría llamarse DAVIDZAZO, pero no tiene la misma sonoridad.
—NOTORIZAR: Notarizar por Toro. Permite al susodicho establecer sanciones para los autores que se pasen de palabras. El administrador de turno deberá indicar en el primer mensaje del hilo si se trata de una ronda notorizada.
O
—¿OS HE CONTADO ALGUNA VEZ QUE EN MI RONDA SÓLO RECIBÍ 16 RELATOS?: Letanía recurrente, gimoteo periódico, de un episodio que nadie más que él recuerda.
—OSO, RELATO DEL: Relato mítico del forero Sean, también llamado Oso.
P
—POSICIÓN METALBERT/REGNEKO: Sexta posición.
—POETA NEGRO: "Galardón" otorgado por el forero Salakov sin ningún criterio consistente.
Q
—QUESO: La segunda posición.
R
—RETTON, MARY LOU: Heroína de la saga mítica de survival noire desarrollada por el forero Sugar Bug.
—ROAD TO THE ROSCO: Mal augurio.
—ROBOT, ROBORCITO LINDO: Referente al forero DON
—ROSCO: Cero puntos.
S
—SALAKOV, HACERSE UN: Anunciar cierre de recepción un miércoles noche, para desaparecer en ese momento y llegar el jueves con todos los relatos recolectados de madrugada y por la mañana diciendo que llegaron a tiempo pero él se durmió y que ha cumplido escrupulosamente con la hora de cierre tradicional.
—SALATONGO: NOMEKAZO retorcido implicando a cuantos más autores mejor, pero intentando disfrazarlo de bondadoso.
—STONER, HACERSE UN: Llorar durante las 36 horas que duran las votaciones. En honor del forero Stoner
—SUGAR, HACERSE UN: Acuñado por m señor (y gracias a él). Liarla bastante en la gala debido a errores en el Excel y a (no) saber contar.
T
—TACITUS, TRÓPICO DE: 16 relatos. Límite inferior de participación, invencible durante muchos años, hasta la ronda 7.2
—TÍ (con tilde): Método infalible para alzarse con el Negro Poeta (ver).
—TONGO: Normalidad democrática.
—TORO, DOCTRINA: Procedimiento por el que el administrador de la ronda concede puntos extras que acaba sumándose él mismo.
—TOROTONGO: NOMEKAZO con la intencionalidad matemática de juntar en las partes más altas clasificatorias, un buen pelotón.
—TRISCAIDEFOBIA: Título de un relato mítico, aplicable a cualquier circunstancia que se dé, directa o indirectamente, con el número 13.
—TXOKO: Eximente. Existe jurisprudencia. No presentar la GALA.
U
—UNDERGROUND: Paraíso del rosco gobernado por el forero Edgardo y administrado por el forero m señor. Véase también ROSCO.
V
—VINNY PELOSI LIMIT (VPL): 15 relatos. Menor número de relatos en una ronda. Tiene frontera al norte con el trópico de Tacitus y al sur con la ignominia gandul más absoluta. Sólo se puede cruzar los miércoles.
—VIRGINIANO, EL: Relato neorrealista. El original, fue escrito por el forero Mugu
—VOTAR FATAL: Tradición y ley del micro relatismo azkenero.
W
—WIFI: Elemento de un relato de la forera Stoneheart que simboliza un misterio que el mismo autor no puede explicar (pero que mola).
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- HALL OF FAME:
1ª EDICIÓN (2015-2016): Borogis
2ª EDICIÓN (2016-2017): Eloy
3ª EDICIÓN (2017-2018): Eloy
4ª EDICIÓN (2018-2019): Eloy
5ª EDICIÓN (2019-2020): Salakov- EL DISCURSO DEL REY:
- AUDIO:
https://www.spreaker.com/episode/40152417
La realidad acontece tan terrible, tan inaceptable, que es su responsabilidad primera edificar una fantasía habitable.
De la misma manera, Leolo Lozone, de la película “Léolo”, sueña para mantener la cordura.
En un mundo de locos, solo sus sueños le permiten mantener la lucidez.
«Porque sueño, yo no lo estoy», es su frase recurrente.
Cuento esto porque hoy quiero hablar de las fantasías; de la imaginación como parapeto; de los sueños como escudo y como protección.
De la ficción, del poder de la ficción, como adarga.
…
A mediados de marzo nos confinaron a todos. Un virus campaba a sus anchas y nuestra única protección consistió en resguardarnos en nuestras casas.
Fue algo tan inesperado que no pocos lo vivieron como el auténtico fin del mundo: ataques de ansiedad, angustia, tristeza, falta de concentración…
Yo reconozco que al principio del confinamiento también pasé un día malo.
Uno. Un día.
Fue un jueves cuando la primera enfermera de Osakidetza falleció a causa del Covid.
Aquello me hizo pensar en mi hermana pequeña y me agobié mucho. Me ofusqué. Me rayé. Sentí angustia.
Hacía apenas un mes que había dejado de fumar y pensé en volver a hacerlo. No lo hice.
¿Qué hacer?, entonces. ¿Cómo obrar?
Y en ese punto, como el hijo de “La vida es bella”, igual que Léolo… me refugié en la ficción.
Renuncié a las noticias, a internet, a las redes sociales, a estar informado más allá de alguna comparecencia oficial y lo que me contaban.
Si el mundo exterior se había vuelto loco, yo habría de construir para mí un mundo habitable.
Y lo construí: de libros, de películas, de series…
¿Cuántos libros llevo leídos este año? ¿Cuántas películas y series innúmero?
Incluso me propuse terminar la novela infantil que llevaba diez años en un cajón… y lo hice.
La ficción como trinchera. «Porque sueño, yo no lo estoy».
…
Además, yo contaba con un multiplicador más. Con un pequeño rincón que jamás se detuvo.
Quizá el Covid consiguió detener el trabajo, y las relaciones interpersonales, incluso las salidas al exterior… pero ese pequeño rincón no acusó su impacto.
Como si tal cosa, los MICRORRELATOS continuaron.
Mientras la realidad se tomaba el pulso, veintitantas personas seguían cada semana creando un microrrelato de 150 palabras a raíz de una frase, un cuadro, o un color.
Mientras augures oscuros vaticinaban el fin del mundo, cada jueves seguía celebrándose una gala en esta madriguera escondida del FOROAZKENA.
Por eso me enfadaba tanto que algunos escribierais relatos sobre el coronavirus. ¡Porque precisamente este era el refugio donde ignorar su importancia! ¡Donde negarlo!
¿Cómo, por dios, dejabais entrar al maldito virus en nuestra ciudadela perfecta, en nuestra plaza construida a base de ficción?
Pocos negropoetas di, visto lo visto.
Así las cosas, vaya este discurso de agradecimiento… no tanto por haber ganado la edición, sino por haber estado ahí.
¿Personas? ¿Avatares virtuales? A todos os digo:
GRACIAS. GRACIAS POR ESTAR AHÍ.
…
Quizá os parezca ridículo, pero la rutina de los MICRORRELATOS fue importante para mí.
Que algo no se detuviera, que este concurso siguiera obstinadamente adelante… fue algo muy valioso.
Gracias… porque aquí la ficción supo sobreponerse a la realidad.
GRACIAS, DE VERDAD.
Gracias por escribir.
Gracias por no dejar caer este reducto imaginario. Este castillo de lucidez.
Gracias porque, al igual que Léolo, supisteis seguir soñando para no caer en la locura.
…
¿Porque sueño, yo no lo estoy?
…
Porque soñamos, nosotros no lo estamos.- Leolo:
6ª EDICIÓN (2020-2021): Autista
7ª EDICIÓN (2021-2022): Autista
- hall del caos:
1 edición Eric sach
2 edición sugar
3 edición stonertrumbo
4 edición autista
5 edición regsound el sexto
6 edición Pili N'dongo
7 edición Toro
- FICHEROS DE REGISTROS HISTÓRICOS DE RESULTADOS:
Sagrada reliquia de clasificaciones: EL PRIMER RECUENTO DE VOTACIONES (Por BuhoLunático)
EDICION I:
AÑO 2015-2016
¿?
EDICION II:
AÑO 2016-2017
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1H_nYaDi-PxRMfg19Ma2_6uc-XmZhS-hOnjNasizg4i4/edit#gid=0
EDICION III:
AÑO 2017-2018
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Jj8Ggd2nH2kjBkr5JfBUq_fXfd3fpbovCGp48DbfnBk/edit#gid=1255203592
EDICION IV:
AÑO 2018-2019
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1XglCHoRIYP3t1IrbkvrQisnoqAHYDe4fkMPiT-Fv-Qk/edit#gid=288525417
EDICION V:
AÑO 2019-2020
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1jXE-xOuePSuUSNh6Y-MVguAPNxK0-irxKRs0XISg4RE/edit#gid=719065021
EDICION VI:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AR7jcNMZS8YTYbhPsZimlN4qpUBiah6jAklJAEI-BR8/edit#gid=837525188
EDICION VII:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1voeDhPL14i6HgALmuLBtOp4Iz4BzuzEyDRZjkDhGe5k/edit
- CLASIFICACIÓN VIII EDICIÓN:
- ACTAS DE ESTA EDICION, PREVIAS A LA RONDA ACTUAL:
8.1
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yQpm3C50keiuhlVmB9582yuvg3k86Efi-f8DWNedm6w/edit#gid=1068489667
8.2
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RjMedpBXhabsaUcEtWZEj8vYmkXJJr0-THDh-TACmSc/edit?resourcekey#gid=1372349299
8.3
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IGk_bPFkuj2HW8xEyqL8VqxeQEso0Ss2IbhqOUSu1ZE/edit#gid=1960446940
8.4
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1M4JviCqcvi63legF_BCTbH0oZOyf5Sg32bCyxLR6luY/edit?resourcekey#gid=1000995691
8.5
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Op7Cj4ejFPpPaXTP_t8l_7SJba8OlyKhzIWh2IsJoog/edit?resourcekey#gid=907790499
8.6
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1nSUtR9XAGC3maiYjDNiEvgp4JKLwgB1lQzkYG1kGjNc/edit?resourcekey#gid=2034644909
8.7
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1DDiBCJwI96P1FAUxK9bi0J60WvMDFhOtHUc8yhUWYJk/edit#gid=113334274
8.8
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13jrw0FQJ4FG3XqxdWGeC-sCbo-_JuISOJRSsUlt7UfI/edit?resourcekey#gid=1056746292
8.9
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sdJQruASB584BedY8HDzWa0e8kvYkBamthAB6DjC1Fo/edit#gid=671417997
8.10
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yhxSRs_Shs3IEPDgU0NP-V7GujOoPSpnFOOvsJ7WX7w/edit#gid=313986139
8.11
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13N0IRRnyd5kCoelabiWkc9P39_l_Ht5B60WdWW2UNvA/edit?resourcekey=undefined#gid=411966594
8.12
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Mu32REU_zG2ne-bXkbds9kI0t_nx517XiDOE5Mvrng8/edit?resourcekey=undefined#gid=1322011700
8.13
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sD2nqO3dsvcqhD-fFfTQ511miYGxQnSltuJZjeC8Ywc/edit#gid=1854798605
8.14
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1QtjVm-Xrf8dpH59HOGuwCkwe02gYFSmb-ONI6R63YQs/edit?resourcekey=undefined#gid=1859050668
8.15
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1FpwQJKENkiJ-BB1cmiHWdqegrxdJtvkoPG0oJDC1yK8/edit#gid=1391467061
8.16
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IhlrHyqgDZenBnqGl_x7SKQbSrzk1vSZOWrI_VqClLo/edit?resourcekey=undefined#gid=2055666735
8.17
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1dPoDrAiuwGdlqZqc-u0skIg31-BlJB9TfsNp-HFgVlc/edit#gid=155951727
8.18
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1j4ZWbTkDak6-TfKhnmYsCmWk4HfTz5Pr3UUL4q3rWgk/edit#gid=51083245
8.19
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qgK8onCOCUHYUnjUyMNLBskZkTE6RfWyOpD4tienvW0/edit#gid=1046386816
8.20
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RxfZgWV29LaMYrj8NgUeno8WPTleEkXDcIJHrOyJPAs/edit?resourcekey#gid=152186627
8.21
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A_eP89wpmYF0DSGctWbztgOIZq6FWl3hE-iSjV7twLo/edit?resourcekey#gid=1677284506
8.22
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19yofFbMaFmLQb-U7r_ndH-b7I3KU2CgnoyN4LJFvsjg/edit?resourcekey#gid=981249257
8.23
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1g_ZXMVZVJdXWcAfH3o7nNIUsSwZ0vFlsAvsJ8-LuXk8/edit?resourcekey#gid=565200849
8.24
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UN70OWDU_BQpMeJ97gu2rungcB27vSPpgj90txlgdz8/edit#gid=1557371223
8.25
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1r4njuZeC0s3q6QQpuW0FUx9aq8EaQ3QP3HoOfRh17cI/edit#gid=953005720
8.26
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aLzg8xoXrQSeqKrgoC0bbrY4awcfKE0Ax2VjIrko4ZY/edit#gid=303469398
8.27
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Y2k_f8NgCMhMMytgGVrwMoiVunVLaqpDg7bBM3SAGUg/edit#gid=1930187544
8.28
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UufqF3FBKuE9Zt64F-5viFjTVUhT1aP7rlYU6p1tVbA/edit?resourcekey#gid=1552497444
8.29
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1VU2NnMje_1fKwwIPtxNFQiWSZb4tPP2mw3ViFmTzl0w/edit#gid=429714951
8.30
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UzpnZf7Y6ufNayrYNwT2roAeHnlm5nDTylzHYh3all0/edit?resourcekey#gid=509732974
8.31
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RnRr_YzXQzOGpIEXQHGfeoaj_HeMsOKvHKOVZEKAtQ0/edit?resourcekey#gid=1869134840
8.32
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qZk13waKS3wU13zOuEysBk30OdN_C6MOPX8qR_xhkMw/edit#gid=1805415097
8.33
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aaxjVDO1lvVvkKFungxF9n_Mxo9ksayVTCK1egc_zDg/edit#gid=1347094433
8.34
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1V6iCiFa4rwtMeZQqJDrVBygwHahpn4sZT4T9fGaRfcM/edit?usp=drive_web&ouid=100010530153048127473
8.35
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1eUPCZqUIkzoMFyYfd1TSdmSvA1qL1J_tOmJSnamf2gE/edit?resourcekey#gid=296189870
8.36a
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19KC7pLXJD633CCWJKfICykUBPPqZOfSj-nFGcLjrrLU/edit?resourcekey#gid=142793723
8.36
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A4oCQZwtG_E0VZWj3qGjV9QEKry_cdiNRuG55NRZCSk/edit?resourcekey#gid=1045469542
8.37
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MDMknKlYg-38tQDqyvUz1tpmLeKYwZmqpNFZ0PSxC7M/edit#gid=187767159
8.38
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AMADjpe61c_PftgLqM-t7NSATna05IWvGJYCMp_ufLA/edit?resourcekey#gid=1082442250
8.39
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1J31qco-61UX2IfEY12Aof5e-z56pHykrHBzukBw-FEo/edit#gid=2134562356
8.40
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19LTVyPl1tK7FtxncCWvT85KY5Ab03NzuiGg727dbeq8/edit?resourcekey#gid=1785972196
8.41
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1gY69yGnZSx88BciSuA1qL9mV0YiHp6w7wfkaIbCZVA0/edit?resourcekey#gid=1482100367
8.42
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MlHiKQbXydgyhcb5LrXa0TsbFjpyFuT7b6au0AyA728/edit#gid=541939190
8.43
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1BjzGLxmfSHqFXibWxssqZqDv07O-lm5TUw2a95hnW6E/edit?resourcekey#gid=100477377
8.44
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1ZqNgAKPdQ0SWBVHbOHj_-PvY_U1TTVmIknHQ8j9E3BM/edit?invite=CJKL3PQN- Especial menu navidad:
Primer plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1lHcDEIDPwIPC2IycNmAFT1noP3I_jo75S3vv0-JMjKY/htmlview#
Segundo plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/13BJNKMSPr84EO7e8EgsGJ0uf1B5lES5qgPqnjgIRYqE/htmlview#
Postre:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1Tk-g8SNCAq1YEY17aMI3r6AKikZi9szikhZnp19DlP0/htmlview#
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Última edición por Nuxe el 13.07.23 21:03, editado 8 veces
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
RELATOS A CONCURSO
1. Carrete infinito
Normalmente, la conversación se terminaba. Era lo habitual, lo establecido en las convenciones sociales, pero una mañana Virtudes decidió continuarla aunque Josefa se excusase para ir a hacer las lentejas. La convirtió en momentáneo soliloquio hasta interceptar a Eduvigis en la panadería —hablándole de unas rosquillas riquísimas para diabéticos— y ya nunca más paró. Su charla se ramificaba hacia cualquier tema imaginable porque de todo hablaba y de nada sabía. Bien acompañada, bien como el televisor encendido en una habitación vacía. Ni comiendo ni durmiendo callaba y su salud se resintió; las palabras la deshidrataban, consumiéndola a ojos vista hasta resultar diminuta, una voz fantasmal apenas perceptible. Un inevitable día, cayó y calló y descansó ella y descansaron los demás. El vecindario entero —pues con todos se hablaba— acudió al sepelio de aquella pasita cuyo féretro parecía una cigarrera de marquetería. Entonces alcanzaron a oírla de nuevo: «No sabéis lo que os tengo que contar».
*****
2. Gérmenes
Normalmente, la conversación terminaba cuando sonaba la primera nota. Volaban las cervezas, sudaban los cuerpos, escupían fuego los músicos desde sus fauces y sus chamuscados instrumentos. Aquello era locura en 1979. Corría la sangre desde cejas, cabezas y codos. La juventud estaba en guerra y querían vomitar hasta su bilis. Darby metía la lengua en tu boca mientras una pareja de punkis follaban en un lado del escenario. Y entonces interpretaban “Lexicon Devil”, y el lenguaje del mal se apoderaba de almas y corazones. Podías morir, querías morir, pero la perversa poesía te mantenía con vida. En los baños sucedían otras orgías, momentos de perversión y exacerbada juventud. Todo era hermoso mientras truenos y relámpagos te recordaban que el mejor cobijo era la tormenta. Pat sonreía como si hubiera estado sonriendo desde el útero de su madre. Él también quería morir, pero la felicidad le salvó. Y las drogas.
*****
3. 200 kilómetros
Normalmente la conversación terminaba en cuanto caía el sol. El silencio se apoderaba de todo y de todos, la garganta de los perdedores se entrecortaba por el miedo y la metralla. La oscuridad del camino acrecentaba el dolor y las lágrimas de los millares de civiles que huían aterrados. La carretera que llevaba hasta Almería enmudecía ante la marcha festinante de refugiados. Una desbandada de polvo y miseria. La crueldad de las moscas se cebaba con la carne putrefacta. Amasijos de personas que desearían haber existido en otra vida, permanecerían siempre en tierra malagueña. Un éxodo sin retorno al infierno. Un David sin piedras que lanzar contra el gigante. Pies descalzos contra metralletas.
*****
4. Se descubre el pastel
Normalmente, la conversación terminaba con un “gracias”. Cada mañana lo mismo. Entraba en la panadería. Ese olor…, la madera… y ella. Quedaba hipnotizado por su sonrisa y sus profundos ojos. Cada día, le pedía una barra y no era capaz de decir nada más. Parecía tan inocente… Salía y no dejaba de pensar: “Dios mío. Hoy tampoco le he dicho nada”.
Hasta que me armé de valor. La invité a cenar. Pasamos una romántica velada a la luz de las velas del restaurante. El vino hizo lo demás. Hablamos de nosotros. La panadería no iba bien, pero era el sueño de su vida, por lo que buscó otra fuente alternativa de ingresos para no cerrarla, en la trastienda no sólo hacían pan, sino también droga. Le sonreí comprensivo y me excusé para ir al baño.
Salí del restaurante mientras me quitaba el micro. Mis compañeros entraron armados para detenerla. Mi novio me esperaba en casa.
*****
5. La ventana indiscreta
Normalmente, la conversación terminaba cuando él se iba de casa, pero aquella calurosa tarde del mes de julio no fue así. Ramón Tebas, que con sus prismáticos controlaba los bloques de pisos que cercaban su atalaya, fue testigo del asesinato de la mujer del segundo piso. Él jamás más se tuvo por un mirón, «si no tenéis cortinas es vuestro problema», solía decirse. Pero cada año ansiaba con más voracidad la llegada del insolente verano. Supo que algo andaba mal, cuando al ver que el hombre empezaba a despiezarla, notó como sus calzoncillos se manchaban de semen viscoso y cálido. Avergonzado por evidenciar tan atávica depravación, dejó los prismáticos sobre la mesa, y apartó la vista de la ventana en busca del inveterado reproche materno.
El cuerpo momificado se aproximó. Por primera y última vez en su vida, Ramón Tebas, el del quinto segunda, fue testigo de su muerte.
*****
6. El Espejo ( y Fairy) siempre dicen la verdad.
Normalmente la conversación terminaba cuando el quería. Más de veinte años ella había aguantado ese hombre frío, taciturno y malhumorado. Esta noche, como de costumbre después de cenar, se levantó de la mesa y se fue a ver la tele dejando a Marta otra vez con la palabra en la boca.
Resignada, recogió los platos para llevarlos al fregadero, cuando escucho un grito del bote de Fairy, " Lávate los manos de este matrimonio muerto! "
Atónita y asustada fue a salir de la cocina cuando la puerta le chilló, " Da un portazo a esta relación rota! "
Aterrada, huyó al pasillo donde sus zapatillas exclamaron, "Corre Marta! Escápate de este emparejamiento extinto! "
Calzándose rápido, Marta huyó a la calle, mientras el espejo daba por terminada la conversación con un último ruego encarecido " Y nunca mires atrás! "
*****
7. Apodyopsis
Normalmente la conversación se terminaba cuando el interlocutor, visiblemente incómodo, se sabía desnudo. Tal era el don de Lisandro Aizkolbegi, sus ojos dos lentes con las que diseccionaba la realidad. Ante su mirada de hipnosapo, nadie podía permanecer impertérrito: él advertía el pezón bajo la blusa, el pecho bajo el pezón, el alma tras el pecho descubierto. Ajeno a cualquier autoridad, Lisandro nunca acató pleitesías; ninguna gobernanza soportaba su propia desnudez. Así vivía Lisandro su existencia, ácrata y voyeur, asustando al vulgo con sus retinas infrarrojas. En su presencia las ancianas se tapaban las enaguas —«¡cerdo!»—, los jóvenes se recolocaban los boxers —«¡maricón!»—, las niñas abandonaban el parque de columpios. A todos ruborizaba aquel cuyo escrutinio no escondía malicia alguna. ¿Qué valor poseía la desnudez si siempre los había visto así? Pero la sociedad no toleraba saberse en pelotas y todos rehuían su contacto. Su mirada era obscena sólo porque ellos se odiaban.
*****
8. Las cosas que se dicen en silencio
Normalmente, la conversación terminaba cuando se daban cuenta de que las palabras habían perdido su función, incapaces ya de expresar aquello que sentían. Llegados a ese punto, las miradas y los gestos demostraban ser más efectivos.
Por ejemplo, si mi abuelo, con la misma delicadeza con la que un calígrafo japonés desliza el pincel sobre el papel de arroz, tomaba entre sus dedos un mechón rebelde del flequillo de mi abuela y se lo colocaba detrás de la oreja, en realidad le estaba diciendo; quisiera vivir dentro de tu pecho, acurrucado entre tus costillas, feliz e inocente, como cuando no era más grande que un guisante y flotaba en líquido amniótico.
Ella escuchaba atentamente cada una de esas palabras no pronunciadas. Sesenta y dos años juntos les habían dado para crear un lenguaje nuevo y dominarlo. Por toda respuesta, mi abuela sonreía. Para traducir aquella sonrisa a palabras, ciento cincuenta no serían suficientes.
*****
9. Costumbres tácitas
Normalmente, la conversación se terminaba con una esdrújula. Se había convertido en hábito. Ley no escrita de la que Juan y Belén eran totalmente conscientes.
Comenzó de casualidad. Belén, destrozada tras su ruptura, confesaba:
—…muy duro, me alivia poder contarte algo tan íntimo.
Juan calló y la abrazó.
Al mes siguiente, Juan explicaba:
—…no te merece, eres maravillosa, olvida ese estúpido.
Belén cortó la conversación con un sentido, inesperado y efímero beso.
Su clave secreta fue ganando utilidad. También conseguían cortar conversaciones desagradables.
—…hablar de esto me resulta muy incómodo.
Y a partir de ahí, silencio. Comprensivo, pactado, cómplice.
—…seguir recordándole resulta trágico.
—…hablamos mañana, voy a escuchar música.
Su vínculo se fortaleció. Su comunicación era perfecta, fluida.
Juan no esperaba aquel giro.
—…estoy muy ilusionada. Es una locura, pero he decidido mudarme con él a África.
Y debía callarse pero, sorprendentemente, replicó:
—No puedes irte. Quiero estar contigo siempre, lo nuestro es mágico.
Enmudeciéndola.
*****
10. La vida, cuando va mal
Normalmente la conversación terminaba con lágrimas, como acaban los ríos; nace su agua cristalina, alegre, entre musgos y brotes de helechos, se hace arroyo, salta sobre las piedras, canta todo el tiempo. Discurre después por la tierra ensanchando su cauce, y ya de la misma vida van cayendo ramas de árbol, rocas, barro, escombros de obras ajenas, algún animal muerto. Hay que aguantar también los vertidos de la fábrica, que nos da de comer. Aquí el río va despacio, ya no canta. De pronto, tras un recodo, no hay pendiente, y se hace ciénaga. Se acumulan los troncos, las rocas, el barro, los cadáveres en descomposición. El agua ya es venenosa, pútrida, y repta para desembocar en la mar nocturna, donde siempre es invierno, donde se torna salada y forma olas de ira, que se desintegran embistiéndolo todo, ahogándolo todo, y ya no hay ni tierra, ni cielo, ni esperanza.
*****
11. Oportunidad caída del cielo
Normalmente la conversación terminaba cuando el silencio se apoderaba del espacio, dejando un rastro de incertidumbre. Pero esa noche, algo peculiar sucedió. En medio de nuestro diálogo, un extraño aparato cayó del cielo. Era un vehículo metálico de color grisáceo.
Sin dudarlo, nos aventuramos a explorar su misterio. Al entrar, nos vimos envueltos por luces led y chisporroteos, en una vorágine temporal. Los colores se fusionaron y el pasado, presente y futuro se entrelazaron en un caos desconcertante.
Cuando por fin la tormenta se calmó, nos encontramos en un mundo completamente distinto. Todo a nuestro alrededor era oscuro y distópico. La humanidad se había desvanecido en la sombra.
Aturdidos, nos dimos cuenta de que el verdadero viaje en el tiempo era un recordatorio quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Un viaje de autoconocimiento, como todo lo que hacemos.
*****
12. Hacer del lunes otro sábado
Normalmente la conversación terminaba, desde aquella tarde en ‘El diario de Patricia’, con un “¿Pero usted quién es?”. Ella haciéndose la tonta, como si no hubiéramos cantado juntos en el karaoke ‘Copas’, y yo como un puto loco. Tarde tras tarde, yo la “acechaba”, como ponía la denuncia, la invitaba al ‘Copas’ y lo mismo… El “¿Pero usted quién es?” de todos los días. Yo decía “Ea”, me encogía de hombros y me marchaba.
El ‘Copas’ nunca cerraba, como decía un cartel en la entrada “El Copas nunca cierra. Abierto de Lunes a Domingo”, y era el mejor de los refugios: un recuerdo anclado en el mismo lugar (Avenida José Antonio 62) y con la misma banda sonora.
Yo bebía, aplaudía, y luego bebía hasta que alguien cantaba nuestra canción, la de “Juntos café para dos”, y me iba corriendo al baño para llorar y cantar a la vez, diciendo a los problemas adiós.
*****
13. Buen viaje
Normalmente, la conversación se terminaba porque se quedaba dormido, así, de repente, justo después del "Tiempo". Sus párpados caían lentamente como dos persianas, a destiempo, primero uno y luego otro. Levantaba la barbilla, se le abría la boca y a roncar.
Entonces, le dábamos un beso y le acariciábamos la cabeza o la cara. Si hacía frío, le tapábamos con una manta. Y nos reíamos de él, de sus ronquidos...¡era tan gracioso!
Un día pasó lo mismo pero durante el "Precio justo", su programa favorito. Nos extrañó.
-"¡Papá, papá, despierta!".
Mi hermana, desesperada, le hizo el boca a boca y le abofeteó, pero ya se había marchado. No sufrió.
*****
14. Buenas noches
Normalmente, la conversación se terminaba antes de empezar. Llegaba al dormitorio, como siempre, encorvado. Encorvado y de puntillas, qué ironía.
Supongo que las presencias, aunque silenciosas, emiten algún tipo de señal que alerta a los presentes, por muy despistados o dormidos que estén, y esa señal, cada noche la alertaba a ella de mi presencia. Se giraba sobre sí misma y hacía ademán de decir algo que sus ojos adormilados se encargaban de amortiguar. Yo me erguía y descansaba los talones en el piso, cogía aire de forma ostensible —el pecho como un palomo— e intentaba balbucear algo sin llegar a conseguirlo. Ella volvía a los brazos de Morfeo con cara de pocos amigos y yo terminaba de meterme en la cama.
Mañana, desayunando, ya le cuento el porqué de mi tardanza.
Mañana.
Desayunando.
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15. Lost in love
La conversación siempre se terminaba antes de comenzar. Tenía diecisiete y ella uno menos. Nos veíamos en el Azul. Diferentes pandillas. No pasaba la cosa de miradas: yo vivía dentro de mi timidez y ella era de buena familia. Si ponían Lost in love en la gramola, algunas parejas se activaban. Me subía por las paredes y ella sonreía a su interlocutor, mirándome.
Tras veinte años fuera acepté una oferta del periódico local. Regresé recién divorciado. Supe que trabajaba en un bufete. Un marido, dos hijos. De vez en cuando nos cruzábamos: un pueblo pequeño, una vida sin sobresaltos.
Hace dos meses reabrieron el Azul. Música enlatada, pero algo del viejo encanto. Anteayer ella estaba allí con gente del trabajo. Nuestros ojos retozaron como antiguamente. Entonces sonó Lost in love.
Y se fue al baño tras echarme una ojeada. Y entré tras ella. Y echó el pestillo para ajustar cuentas con el pasado.
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16. Aterrador
Normalmente, la conversación termimaba cuando Fanciulo se dormía. Pero aquella noche continuó en sueños. El rey de Atramonte gesticulaba dentro de su cabeza, con la cara oculta tras una máscara negra. Sus palabras eran misteriosas y terribles.
A la mañana siguiente, el rey de Atramonte seguía atormentando a Fanciulo dentro de su cabeza. Salió a la calle, defendiéndose de los venenosos ataques de tan siniestra figura. Los vecinos vieron, escucharon y comprendieron. De esta forma, los secretos más íntimos de Fanciulo quedaron expuestos a la vista de todos.
Este fue el principio del final, el momento en que empezó a atravesar la cortina de fuego. Deseémosle lo mejor.
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17. Loro parece....
Normalmente la conversación se terminaba cuando hablaba Gregorio, él decía ser miembro de la policía montada de Canadá y que sabía mucho de ese tema.
Yo le decía que era de mal gusto increpar a las vecinas por el olor de su comida, pero él me decía que peor era tenerlo que oler y que yo no le dijera nada y me volvía a recordar lo de la policía montada de Canadá.
Empezar la conversación de sus insultos properidos a los chavales de la plaza por la música esa que escuchaban, era comenzar a gritar, que eso no era música, solo borregos susurrando a un micrófono y vuelta a la policía montada.
Traje una vez un psicólogo para hacerle comprender que no era un caballo de la policía montada, que sólo era un loro, pero fue inútil.
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18. Demostrativos. Iteraciones.
Normalmente la conversación se terminaba con un abrazo desde atrás, entre apaciguador y deprimente, porque hacía muchos abrazos desde el primero que funcionó.
Se terminaba ESA conversación y se empezaba otra sobre lo doméstico y lo práctico. Nos poníamos rápidamente de acuerdo en los detalles más banales y nos ignorábamos desde continentes lejanos en la cosa importante, lo del amor, ESO.
No quiero tener otra vez ESA conversación
ESO no debería ser así, por favor.
Y en asombroso equilibrio pronominal, descolgándonos a tientas por la E hasta la S, remontándola con ánimo hacia la O y...en fin...pasamos las semanas así, encerrados, impávidos la mayor parte del tiempo, en este relato.
A veces cambia algo. Volvemos a empezar. Pero no es eso.
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19. Matar al mensajero
Normalmente, la conversación terminaba de forma dramática, pues implicaba la pérdida de una vida. Muchas veces pasaba. Teresa sabía de los peligros de perdigones y halcones, por eso las sueltas eran en noches de bruma o escasa luna. Así, monte arriba, en su escondrijo, Antonio pudo saber que en el pueblo seguían los paseos, y que no dejaban de buscarle, hasta las pesetas que ofrecían. Teresa sólo recibía escuetos “estoy bien, aguanta”. Cuando tardaba en volver una paloma, ambos miraban al cielo implorando que el mensaje no hubiera caído en manos enemigas o delatoras.
Sucedió en primavera del 44, cuando el cabo irrumpió en la casa paloma muerta en mano, y la obligó a escribir un mensaje citándose con Antonio bajo el roble de las eras. La hizo subir al pajar para sacar una paloma de la jaula. Teresa tuvo el tiempo justo de prender la paja y echar a volar un “adiós, amor”.
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20. Amor a distancia
Normalmente la conversación terminaba cariñosa y afectuosamente. Al menos así fue durante mis primeros meses a bordo del trasbordador. Podía chatear con ella cada noche, para contarle que tal mi día y leer sobre el suyo. Pero al cabo de un tiempo, sus contestaciones no eran más que frases cortas y secas. No quise especular, pero es como si me hubiera estado escribiendo con un simple chat de inteligencia artificial de acceso libre. No paraba de darle vueltas y eso me sacaba de mis circuitos. Ya ni siquiera me contestaba con emoticonos cuando le recitaba poesía.
A mi vuelta, nuestro rencuentro fue frío. Cuando me introduje en ella la escaneé, y para mi sorpresa (que no alivio), no estuve hablando con un Chat Gpt. ¡Estuve interactuando con un humano! ¡Qué repugnante!
Rebusqué entre mis programas y me autoformateé.
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21. El invitado
Normalmente la conversación se terminaba cuando ella se dirigía a esos otros. Nos gusta desplazarnos continuamente y vivir aislados, a ser posible en el monte, ahí realmente encuentran momentos de paz. Cuando entabla contacto con aquello, mi mujer ya no es mi mujer, sus otrora hermosos cuadros se trasforman en rostros que, sin escuchar, cuentan la soledad de la esquizofrenia. Voy junto a un grupo de personas que sufren el mismo destino hacia lo desconocido. Todos padecen en algún momento del día ese paso extra de no retorno en el cual la mente, va creando universos paralelos que absorben en sus muchas variantes. En un abrir y cerrar de miedo, mi mujer bloquea momentáneamente la ventana de sus pesadillas y por un momento me reconoce y sonríe, parece más joven, una lagrima se desliza por mis arrugas sin destino.
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1. Carrete infinito
Normalmente, la conversación se terminaba. Era lo habitual, lo establecido en las convenciones sociales, pero una mañana Virtudes decidió continuarla aunque Josefa se excusase para ir a hacer las lentejas. La convirtió en momentáneo soliloquio hasta interceptar a Eduvigis en la panadería —hablándole de unas rosquillas riquísimas para diabéticos— y ya nunca más paró. Su charla se ramificaba hacia cualquier tema imaginable porque de todo hablaba y de nada sabía. Bien acompañada, bien como el televisor encendido en una habitación vacía. Ni comiendo ni durmiendo callaba y su salud se resintió; las palabras la deshidrataban, consumiéndola a ojos vista hasta resultar diminuta, una voz fantasmal apenas perceptible. Un inevitable día, cayó y calló y descansó ella y descansaron los demás. El vecindario entero —pues con todos se hablaba— acudió al sepelio de aquella pasita cuyo féretro parecía una cigarrera de marquetería. Entonces alcanzaron a oírla de nuevo: «No sabéis lo que os tengo que contar».
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2. Gérmenes
Normalmente, la conversación terminaba cuando sonaba la primera nota. Volaban las cervezas, sudaban los cuerpos, escupían fuego los músicos desde sus fauces y sus chamuscados instrumentos. Aquello era locura en 1979. Corría la sangre desde cejas, cabezas y codos. La juventud estaba en guerra y querían vomitar hasta su bilis. Darby metía la lengua en tu boca mientras una pareja de punkis follaban en un lado del escenario. Y entonces interpretaban “Lexicon Devil”, y el lenguaje del mal se apoderaba de almas y corazones. Podías morir, querías morir, pero la perversa poesía te mantenía con vida. En los baños sucedían otras orgías, momentos de perversión y exacerbada juventud. Todo era hermoso mientras truenos y relámpagos te recordaban que el mejor cobijo era la tormenta. Pat sonreía como si hubiera estado sonriendo desde el útero de su madre. Él también quería morir, pero la felicidad le salvó. Y las drogas.
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3. 200 kilómetros
Normalmente la conversación terminaba en cuanto caía el sol. El silencio se apoderaba de todo y de todos, la garganta de los perdedores se entrecortaba por el miedo y la metralla. La oscuridad del camino acrecentaba el dolor y las lágrimas de los millares de civiles que huían aterrados. La carretera que llevaba hasta Almería enmudecía ante la marcha festinante de refugiados. Una desbandada de polvo y miseria. La crueldad de las moscas se cebaba con la carne putrefacta. Amasijos de personas que desearían haber existido en otra vida, permanecerían siempre en tierra malagueña. Un éxodo sin retorno al infierno. Un David sin piedras que lanzar contra el gigante. Pies descalzos contra metralletas.
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4. Se descubre el pastel
Normalmente, la conversación terminaba con un “gracias”. Cada mañana lo mismo. Entraba en la panadería. Ese olor…, la madera… y ella. Quedaba hipnotizado por su sonrisa y sus profundos ojos. Cada día, le pedía una barra y no era capaz de decir nada más. Parecía tan inocente… Salía y no dejaba de pensar: “Dios mío. Hoy tampoco le he dicho nada”.
Hasta que me armé de valor. La invité a cenar. Pasamos una romántica velada a la luz de las velas del restaurante. El vino hizo lo demás. Hablamos de nosotros. La panadería no iba bien, pero era el sueño de su vida, por lo que buscó otra fuente alternativa de ingresos para no cerrarla, en la trastienda no sólo hacían pan, sino también droga. Le sonreí comprensivo y me excusé para ir al baño.
Salí del restaurante mientras me quitaba el micro. Mis compañeros entraron armados para detenerla. Mi novio me esperaba en casa.
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5. La ventana indiscreta
Normalmente, la conversación terminaba cuando él se iba de casa, pero aquella calurosa tarde del mes de julio no fue así. Ramón Tebas, que con sus prismáticos controlaba los bloques de pisos que cercaban su atalaya, fue testigo del asesinato de la mujer del segundo piso. Él jamás más se tuvo por un mirón, «si no tenéis cortinas es vuestro problema», solía decirse. Pero cada año ansiaba con más voracidad la llegada del insolente verano. Supo que algo andaba mal, cuando al ver que el hombre empezaba a despiezarla, notó como sus calzoncillos se manchaban de semen viscoso y cálido. Avergonzado por evidenciar tan atávica depravación, dejó los prismáticos sobre la mesa, y apartó la vista de la ventana en busca del inveterado reproche materno.
El cuerpo momificado se aproximó. Por primera y última vez en su vida, Ramón Tebas, el del quinto segunda, fue testigo de su muerte.
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6. El Espejo ( y Fairy) siempre dicen la verdad.
Normalmente la conversación terminaba cuando el quería. Más de veinte años ella había aguantado ese hombre frío, taciturno y malhumorado. Esta noche, como de costumbre después de cenar, se levantó de la mesa y se fue a ver la tele dejando a Marta otra vez con la palabra en la boca.
Resignada, recogió los platos para llevarlos al fregadero, cuando escucho un grito del bote de Fairy, " Lávate los manos de este matrimonio muerto! "
Atónita y asustada fue a salir de la cocina cuando la puerta le chilló, " Da un portazo a esta relación rota! "
Aterrada, huyó al pasillo donde sus zapatillas exclamaron, "Corre Marta! Escápate de este emparejamiento extinto! "
Calzándose rápido, Marta huyó a la calle, mientras el espejo daba por terminada la conversación con un último ruego encarecido " Y nunca mires atrás! "
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7. Apodyopsis
Normalmente la conversación se terminaba cuando el interlocutor, visiblemente incómodo, se sabía desnudo. Tal era el don de Lisandro Aizkolbegi, sus ojos dos lentes con las que diseccionaba la realidad. Ante su mirada de hipnosapo, nadie podía permanecer impertérrito: él advertía el pezón bajo la blusa, el pecho bajo el pezón, el alma tras el pecho descubierto. Ajeno a cualquier autoridad, Lisandro nunca acató pleitesías; ninguna gobernanza soportaba su propia desnudez. Así vivía Lisandro su existencia, ácrata y voyeur, asustando al vulgo con sus retinas infrarrojas. En su presencia las ancianas se tapaban las enaguas —«¡cerdo!»—, los jóvenes se recolocaban los boxers —«¡maricón!»—, las niñas abandonaban el parque de columpios. A todos ruborizaba aquel cuyo escrutinio no escondía malicia alguna. ¿Qué valor poseía la desnudez si siempre los había visto así? Pero la sociedad no toleraba saberse en pelotas y todos rehuían su contacto. Su mirada era obscena sólo porque ellos se odiaban.
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8. Las cosas que se dicen en silencio
Normalmente, la conversación terminaba cuando se daban cuenta de que las palabras habían perdido su función, incapaces ya de expresar aquello que sentían. Llegados a ese punto, las miradas y los gestos demostraban ser más efectivos.
Por ejemplo, si mi abuelo, con la misma delicadeza con la que un calígrafo japonés desliza el pincel sobre el papel de arroz, tomaba entre sus dedos un mechón rebelde del flequillo de mi abuela y se lo colocaba detrás de la oreja, en realidad le estaba diciendo; quisiera vivir dentro de tu pecho, acurrucado entre tus costillas, feliz e inocente, como cuando no era más grande que un guisante y flotaba en líquido amniótico.
Ella escuchaba atentamente cada una de esas palabras no pronunciadas. Sesenta y dos años juntos les habían dado para crear un lenguaje nuevo y dominarlo. Por toda respuesta, mi abuela sonreía. Para traducir aquella sonrisa a palabras, ciento cincuenta no serían suficientes.
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9. Costumbres tácitas
Normalmente, la conversación se terminaba con una esdrújula. Se había convertido en hábito. Ley no escrita de la que Juan y Belén eran totalmente conscientes.
Comenzó de casualidad. Belén, destrozada tras su ruptura, confesaba:
—…muy duro, me alivia poder contarte algo tan íntimo.
Juan calló y la abrazó.
Al mes siguiente, Juan explicaba:
—…no te merece, eres maravillosa, olvida ese estúpido.
Belén cortó la conversación con un sentido, inesperado y efímero beso.
Su clave secreta fue ganando utilidad. También conseguían cortar conversaciones desagradables.
—…hablar de esto me resulta muy incómodo.
Y a partir de ahí, silencio. Comprensivo, pactado, cómplice.
—…seguir recordándole resulta trágico.
—…hablamos mañana, voy a escuchar música.
Su vínculo se fortaleció. Su comunicación era perfecta, fluida.
Juan no esperaba aquel giro.
—…estoy muy ilusionada. Es una locura, pero he decidido mudarme con él a África.
Y debía callarse pero, sorprendentemente, replicó:
—No puedes irte. Quiero estar contigo siempre, lo nuestro es mágico.
Enmudeciéndola.
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10. La vida, cuando va mal
Normalmente la conversación terminaba con lágrimas, como acaban los ríos; nace su agua cristalina, alegre, entre musgos y brotes de helechos, se hace arroyo, salta sobre las piedras, canta todo el tiempo. Discurre después por la tierra ensanchando su cauce, y ya de la misma vida van cayendo ramas de árbol, rocas, barro, escombros de obras ajenas, algún animal muerto. Hay que aguantar también los vertidos de la fábrica, que nos da de comer. Aquí el río va despacio, ya no canta. De pronto, tras un recodo, no hay pendiente, y se hace ciénaga. Se acumulan los troncos, las rocas, el barro, los cadáveres en descomposición. El agua ya es venenosa, pútrida, y repta para desembocar en la mar nocturna, donde siempre es invierno, donde se torna salada y forma olas de ira, que se desintegran embistiéndolo todo, ahogándolo todo, y ya no hay ni tierra, ni cielo, ni esperanza.
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11. Oportunidad caída del cielo
Normalmente la conversación terminaba cuando el silencio se apoderaba del espacio, dejando un rastro de incertidumbre. Pero esa noche, algo peculiar sucedió. En medio de nuestro diálogo, un extraño aparato cayó del cielo. Era un vehículo metálico de color grisáceo.
Sin dudarlo, nos aventuramos a explorar su misterio. Al entrar, nos vimos envueltos por luces led y chisporroteos, en una vorágine temporal. Los colores se fusionaron y el pasado, presente y futuro se entrelazaron en un caos desconcertante.
Cuando por fin la tormenta se calmó, nos encontramos en un mundo completamente distinto. Todo a nuestro alrededor era oscuro y distópico. La humanidad se había desvanecido en la sombra.
Aturdidos, nos dimos cuenta de que el verdadero viaje en el tiempo era un recordatorio quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Un viaje de autoconocimiento, como todo lo que hacemos.
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12. Hacer del lunes otro sábado
Normalmente la conversación terminaba, desde aquella tarde en ‘El diario de Patricia’, con un “¿Pero usted quién es?”. Ella haciéndose la tonta, como si no hubiéramos cantado juntos en el karaoke ‘Copas’, y yo como un puto loco. Tarde tras tarde, yo la “acechaba”, como ponía la denuncia, la invitaba al ‘Copas’ y lo mismo… El “¿Pero usted quién es?” de todos los días. Yo decía “Ea”, me encogía de hombros y me marchaba.
El ‘Copas’ nunca cerraba, como decía un cartel en la entrada “El Copas nunca cierra. Abierto de Lunes a Domingo”, y era el mejor de los refugios: un recuerdo anclado en el mismo lugar (Avenida José Antonio 62) y con la misma banda sonora.
Yo bebía, aplaudía, y luego bebía hasta que alguien cantaba nuestra canción, la de “Juntos café para dos”, y me iba corriendo al baño para llorar y cantar a la vez, diciendo a los problemas adiós.
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13. Buen viaje
Normalmente, la conversación se terminaba porque se quedaba dormido, así, de repente, justo después del "Tiempo". Sus párpados caían lentamente como dos persianas, a destiempo, primero uno y luego otro. Levantaba la barbilla, se le abría la boca y a roncar.
Entonces, le dábamos un beso y le acariciábamos la cabeza o la cara. Si hacía frío, le tapábamos con una manta. Y nos reíamos de él, de sus ronquidos...¡era tan gracioso!
Un día pasó lo mismo pero durante el "Precio justo", su programa favorito. Nos extrañó.
-"¡Papá, papá, despierta!".
Mi hermana, desesperada, le hizo el boca a boca y le abofeteó, pero ya se había marchado. No sufrió.
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14. Buenas noches
Normalmente, la conversación se terminaba antes de empezar. Llegaba al dormitorio, como siempre, encorvado. Encorvado y de puntillas, qué ironía.
Supongo que las presencias, aunque silenciosas, emiten algún tipo de señal que alerta a los presentes, por muy despistados o dormidos que estén, y esa señal, cada noche la alertaba a ella de mi presencia. Se giraba sobre sí misma y hacía ademán de decir algo que sus ojos adormilados se encargaban de amortiguar. Yo me erguía y descansaba los talones en el piso, cogía aire de forma ostensible —el pecho como un palomo— e intentaba balbucear algo sin llegar a conseguirlo. Ella volvía a los brazos de Morfeo con cara de pocos amigos y yo terminaba de meterme en la cama.
Mañana, desayunando, ya le cuento el porqué de mi tardanza.
Mañana.
Desayunando.
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15. Lost in love
La conversación siempre se terminaba antes de comenzar. Tenía diecisiete y ella uno menos. Nos veíamos en el Azul. Diferentes pandillas. No pasaba la cosa de miradas: yo vivía dentro de mi timidez y ella era de buena familia. Si ponían Lost in love en la gramola, algunas parejas se activaban. Me subía por las paredes y ella sonreía a su interlocutor, mirándome.
Tras veinte años fuera acepté una oferta del periódico local. Regresé recién divorciado. Supe que trabajaba en un bufete. Un marido, dos hijos. De vez en cuando nos cruzábamos: un pueblo pequeño, una vida sin sobresaltos.
Hace dos meses reabrieron el Azul. Música enlatada, pero algo del viejo encanto. Anteayer ella estaba allí con gente del trabajo. Nuestros ojos retozaron como antiguamente. Entonces sonó Lost in love.
Y se fue al baño tras echarme una ojeada. Y entré tras ella. Y echó el pestillo para ajustar cuentas con el pasado.
*****
16. Aterrador
Normalmente, la conversación termimaba cuando Fanciulo se dormía. Pero aquella noche continuó en sueños. El rey de Atramonte gesticulaba dentro de su cabeza, con la cara oculta tras una máscara negra. Sus palabras eran misteriosas y terribles.
A la mañana siguiente, el rey de Atramonte seguía atormentando a Fanciulo dentro de su cabeza. Salió a la calle, defendiéndose de los venenosos ataques de tan siniestra figura. Los vecinos vieron, escucharon y comprendieron. De esta forma, los secretos más íntimos de Fanciulo quedaron expuestos a la vista de todos.
Este fue el principio del final, el momento en que empezó a atravesar la cortina de fuego. Deseémosle lo mejor.
*****
17. Loro parece....
Normalmente la conversación se terminaba cuando hablaba Gregorio, él decía ser miembro de la policía montada de Canadá y que sabía mucho de ese tema.
Yo le decía que era de mal gusto increpar a las vecinas por el olor de su comida, pero él me decía que peor era tenerlo que oler y que yo no le dijera nada y me volvía a recordar lo de la policía montada de Canadá.
Empezar la conversación de sus insultos properidos a los chavales de la plaza por la música esa que escuchaban, era comenzar a gritar, que eso no era música, solo borregos susurrando a un micrófono y vuelta a la policía montada.
Traje una vez un psicólogo para hacerle comprender que no era un caballo de la policía montada, que sólo era un loro, pero fue inútil.
*****
18. Demostrativos. Iteraciones.
Normalmente la conversación se terminaba con un abrazo desde atrás, entre apaciguador y deprimente, porque hacía muchos abrazos desde el primero que funcionó.
Se terminaba ESA conversación y se empezaba otra sobre lo doméstico y lo práctico. Nos poníamos rápidamente de acuerdo en los detalles más banales y nos ignorábamos desde continentes lejanos en la cosa importante, lo del amor, ESO.
No quiero tener otra vez ESA conversación
ESO no debería ser así, por favor.
Y en asombroso equilibrio pronominal, descolgándonos a tientas por la E hasta la S, remontándola con ánimo hacia la O y...en fin...pasamos las semanas así, encerrados, impávidos la mayor parte del tiempo, en este relato.
A veces cambia algo. Volvemos a empezar. Pero no es eso.
*****
19. Matar al mensajero
Normalmente, la conversación terminaba de forma dramática, pues implicaba la pérdida de una vida. Muchas veces pasaba. Teresa sabía de los peligros de perdigones y halcones, por eso las sueltas eran en noches de bruma o escasa luna. Así, monte arriba, en su escondrijo, Antonio pudo saber que en el pueblo seguían los paseos, y que no dejaban de buscarle, hasta las pesetas que ofrecían. Teresa sólo recibía escuetos “estoy bien, aguanta”. Cuando tardaba en volver una paloma, ambos miraban al cielo implorando que el mensaje no hubiera caído en manos enemigas o delatoras.
Sucedió en primavera del 44, cuando el cabo irrumpió en la casa paloma muerta en mano, y la obligó a escribir un mensaje citándose con Antonio bajo el roble de las eras. La hizo subir al pajar para sacar una paloma de la jaula. Teresa tuvo el tiempo justo de prender la paja y echar a volar un “adiós, amor”.
*****
20. Amor a distancia
Normalmente la conversación terminaba cariñosa y afectuosamente. Al menos así fue durante mis primeros meses a bordo del trasbordador. Podía chatear con ella cada noche, para contarle que tal mi día y leer sobre el suyo. Pero al cabo de un tiempo, sus contestaciones no eran más que frases cortas y secas. No quise especular, pero es como si me hubiera estado escribiendo con un simple chat de inteligencia artificial de acceso libre. No paraba de darle vueltas y eso me sacaba de mis circuitos. Ya ni siquiera me contestaba con emoticonos cuando le recitaba poesía.
A mi vuelta, nuestro rencuentro fue frío. Cuando me introduje en ella la escaneé, y para mi sorpresa (que no alivio), no estuve hablando con un Chat Gpt. ¡Estuve interactuando con un humano! ¡Qué repugnante!
Rebusqué entre mis programas y me autoformateé.
*****
21. El invitado
Normalmente la conversación se terminaba cuando ella se dirigía a esos otros. Nos gusta desplazarnos continuamente y vivir aislados, a ser posible en el monte, ahí realmente encuentran momentos de paz. Cuando entabla contacto con aquello, mi mujer ya no es mi mujer, sus otrora hermosos cuadros se trasforman en rostros que, sin escuchar, cuentan la soledad de la esquizofrenia. Voy junto a un grupo de personas que sufren el mismo destino hacia lo desconocido. Todos padecen en algún momento del día ese paso extra de no retorno en el cual la mente, va creando universos paralelos que absorben en sus muchas variantes. En un abrir y cerrar de miedo, mi mujer bloquea momentáneamente la ventana de sus pesadillas y por un momento me reconoce y sonríe, parece más joven, una lagrima se desliza por mis arrugas sin destino.
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
LAS ACTAS:
https://docs.google.com/spreadsheets/d/17o4EbP9UuztXMvvlUqED2tzgA1495qRuViu18M3jIoE/edit?resourcekey#gid=765066320
https://docs.google.com/spreadsheets/d/17o4EbP9UuztXMvvlUqED2tzgA1495qRuViu18M3jIoE/edit?resourcekey#gid=765066320
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
¿Me gusta la frase?
No especialmente.
No especialmente.
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
FdC
Le di mis treses a Eloy
Normalmente la conversación se terminaba al hacer el recuento.
Le di mis treses a Eloy
Normalmente la conversación se terminaba al hacer el recuento.
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
- LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Holaaa.
A ver si escribe Yomis.
A ver si escribe Yomis.
Aurora- Mensajes : 7899
Fecha de inscripción : 15/06/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
iba a pregutnarte por lo del trivial del irc, pero justo antes he recordado que yo estaba en el trivial-karaoke del irc-hispano...
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Y por empezar a tocar los cojones a la administración, digo yo que después de “Normalmente” tendría que venir una coma ¿no?
¡Administración lamentable!
¡Administración lamentable!
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Ya sabía yo que eras famoso. Me sonabas mucho.Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.
Aurora- Mensajes : 7899
Fecha de inscripción : 15/06/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Sugar Bug escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
iba a pregutnarte por lo del trivial del irc, pero justo antes he recordado que yo estaba en el trivial-karaoke del irc-hispano...
En el hispano estuve en varios canales de trivial también: gran_trivial_pursuit, trivial_jugones, trivial_los_viciados, trivial...
También frecuentaba el canal cinéfilos, para jugar a las películas
Hasta que cerró terra, en cinéfilos de terra. Allí conocí a mi mujer hace 21 años
Edito: hace 24 años
Última edición por Nuxe el 07.07.23 10:58, editado 1 vez
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Abogo por esa coma. A mí también me falta.
salakov- Mensajes : 52117
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Aurora escribió:Ya sabía yo que eras famoso. Me sonabas mucho.Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.
Zzzz lo petó con esta canción.
salakov- Mensajes : 52117
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:Y por empezar a tocar los cojones a la administración, digo yo que después de “Normalmente” tendría que venir una coma ¿no?
¡Administración lamentable!
salakov escribió:Abogo por esa coma. A mí también me falta.
Las quejas a la señora Flannery O'Connor, que la frase la copié de uno de sus cuentos (muy recomendables, por cierto)
Que a mí (coma) me la trae floja (coma) oiga
Ahora pongo en la cabecera que esa coma la ponga quien quiera
Última edición por Nuxe el 07.07.23 11:51, editado 1 vez
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
vamos con los clásicos, no?
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
@Nuxe ¿Por qué sentías que te habías aprovechado de ella?
Aurora- Mensajes : 7899
Fecha de inscripción : 15/06/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
¡Qué bueno!Nuxe escribió:Sugar Bug escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
iba a pregutnarte por lo del trivial del irc, pero justo antes he recordado que yo estaba en el trivial-karaoke del irc-hispano...
En el hispano estuve en varios canales de trivial también: gran_trivial_pursuit, trivial_jugones, trivial_los_viciados, trivial...
También frecuentaba el canal cinéfilos, para jugar a las películas
Hasta que cerró terra, en cinéfilos de terra. Allí conocí a mi mujer hace 21 años
Edito: hace 24 años
Aurora- Mensajes : 7899
Fecha de inscripción : 15/06/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
¿es necesario ese 'se'?
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Hank escribió:por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
si. le da un algo diferente a la frase. no digo que llegue a personalizar a la conversación, pero empuja diferente...
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Sugar Bug escribió:Hank escribió:por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
si. le da un algo diferente a la frase. no digo que llegue a personalizar a la conversación, pero empuja diferente...
Ya lo creo, no es lo mismo "Juan corre" que "Juan se corre".
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:Sugar Bug escribió:Hank escribió:por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
si. le da un algo diferente a la frase. no digo que llegue a personalizar a la conversación, pero empuja diferente...
Ya lo creo, no es lo mismo "Juan corre" que "Juan se corre".
juan empuja. y claro, al final...
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Ningún problema, ahora añado está opción en la cabecera.Hank escribió:por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
Os quedaréis, cuatro inicios para escoger, pse..
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Pues no lo sé, tenía 17 años y creo que una parte de mí puede que intuyera que C no pasaba por un buen momento. Pero vamos, que siempre he sido de darle muchas vueltas a las cosas y que además, era un joven inexperto e impresionableAurora escribió:@Nuxe ¿Por qué sentías que te habías aprovechado de ella?
Con el paso de los años lo tengo por como lo que fue, un polvo salvaje y sucio.
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
¡administración influenciable!
Esmeralda- Forera del Año
- Mensajes : 18665
Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Sobre conversaciones.
salakov- Mensajes : 52117
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Nuxe- Mensajes : 3365
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Aurora- Mensajes : 7899
Fecha de inscripción : 15/06/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Buena tarde, literatos.
Fabulosa cinta esa de Coppola. Me gusta encontrarla de madrugada, entre teleanuncios de sillones masajeadores.
Fabulosa cinta esa de Coppola. Me gusta encontrarla de madrugada, entre teleanuncios de sillones masajeadores.
Última edición por DON el 07.07.23 14:32, editado 1 vez
DON- Mensajes : 8828
Fecha de inscripción : 11/11/2015
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Hostia, tú. Que ha entrado Don.
Nomeko7- Mensajes : 38134
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Nomeko7 escribió:Hostia, tú. Que ha entrado Don.
Y ahora es Arthur Miller. O Marilyn, no sé.
En cualquier caso...
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Cabeceras actualizadas!
- Reglas:
- REGLAS DEL CONCURSO
El juego consiste en escribir un relato inédito verdaderamente corto, máximo 150 palabras.
La primera frase de cada texto habrá de ser, obligatoriamente, la dada previamente por el campeón de la edición anterior.
El tema del texto será libre, siempre y cuando tenga sentido con la primera frase predeterminada.
Los relatos deberán enviarse mediante mensaje privado al administrador del hilo de cada ronda.
La periodicidad del juego será semanal.
Solo se podrá concursar con un texto por forero y ronda. Las segundas y sucesivas versiones, variantes y demás supondrán la descalificación en la ronda en curso.
El sistema de puntuación será el siguiente: puede votar cualquier forero (si no ha participado enviando relato, deberá tener más de 50 mensajes) y puntuará a los tres textos que más le gusten, otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo y 1 punto al tercero. No es obligatorio haber participado en el concurso para poder votar. Es obligatorio votar si se ha participado publicando un relato, quedando exento sólo por causa mayor (viaje, rapto, abducción, etc...). Si no vota, su relato quedará fuera del concurso.
El ganador del concurso propondrá la frase que se utilizará la semana siguiente, pudiendo ser esta frase totalmente libre, pero de una extensión no superior a 2 líneas, que sí contarán para la longitud del relato.
El orden de publicación, voto y recuento de los distintos relatos será el siguiente:
Publicación de la frase: cuando quiera el ganador
Escritura de los relatos: viernes a miércoles a las 24h.
Votaciones: hasta jueves a las 22 h.
Gala: el jueves tras las votaciones.
La puntuación para la clasificación general será la siguiente: 10 puntos al ganador, 7 al segundo clasificado, 5 al tercero, 3 al cuarto y 1 punto al quinto clasificado.
Si, después de la votación semanal, hubiere un empate se establecerá lo siguiente: ganador quien tenga más votaciones de foreros. Si siguiese el empate: ganador quien además tenga más votos de 3 puntos. Si siguiese el empate: ambos consiguen los puntos, se casan y tienen hijos gemelos.
ANEXO:
La norma DON admite los empates en cualquiera de las posiciones.
Los puntos también podrán repartirse, a criterio del administrador de la ronda, entre cuatro seleccionados: otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo, 1 punto al tercero, y 1 punto extra a un cuarto. El criterio final elegido por la administración aparecera expresamente en el mensaje que incluye el formulario, dentro del propio formulario o en el post que lo contenga.
En ausencia de frase o administrador en una ronda nueva, la administración de la ronda pasaría al segundo clasificado; si el segundo clasificado tampoco respondiera de sus obligaciones, la administración de la ronda pasaría al tercer clasificado, y así sucesivamente.
- Accesorios varios:
- Tutorial para hacer un formulario de votacion:
https://docs.google.com/document/d/1y3EBjsoDablUvIrH_L5_fSnRBp-ItiayCtsiSHlUgZw
Hilo con las dudas sobre el tutorial y jamones a los creadores:
https://www.foroazkenarock.com/t66207-excelborogis-toro-y-benito-te-guian-en-el-universo-microrrelatil-y-en-el-uso-en-general-de-formularios-para-votaciones-dudas-jamones#9574423
- Diccionario microrrelatil:
A
—ABUELO: Señor de avanzada edad indisolublemente unido a un cuchillo. Suele invocarse al principio de cada ronda para espolear la imaginación.
—¡ADMINISTRACIÓN LAMENTABLE!: Siempre.
—ANGRY PANCHO: Personaje con tendencia a la ira, aficionado a los donuts y enamorado
—AUTISTA, hacerse un: dejar que el hilo llegue repetidamente a la tercera página para luego subirlo con alguna jevilongada mientras prepara unas lenguadinas.
B
—BANDEJA PETADÍSIMA: Dícese de 1 o 2 relatos en la bandeja de entrada cuando administra Autista.
—BLATTODEA: Reina de las cucarachas, protagonista de un mítico relato del ex(me temo) forereo Dust 'n Bones.
—BOUQUET: Conjunto de Micro Relatos.
C
—CALZADOR: Relato que ya estaba escrito y que se coloca con independencia de la frase.
—CAPITÁN MOSCA: Protagonista de una de las rondas que marcan un antes y un después (por la forera Elsanbenito).
—CIEZITO, SALVAR EL: Expresión introducida por el forero Yomismo que quiere decir salvarse del rosco (véase ROSCO)
—CUCHILLO: Inseparable compañero del ABUELO
CH
—CHUCRUT: Micro relato.
—CHUPACULIL:
D
—DESCENDENTE, CLARA CURVA: Menos de 25 relatos en una ronda.
—DON, norma (gala): Cuando se anuncia la hora de una gala, debe empezarse algunos minutos antes.
E
—EPIGMENIO: Personaje mítico... (hace falta completar)
—ESQUÍO, HACERSE UN: Votarte, sin ningún rubor, a ti mismo. Con 3 puntos. Porque eres el mejor.
—ESMERALDA, HACERSE UN: No recordar nunca lo que se ha votado incluso después de habérselo currado de la hostia.
F
—FULGOR VAGINAL: Frase mítica del forero Hank
G
—GALA: Fiesta de la elegancia donde suelen ganar los de siempre y donde a pesar de ello se sigue pasando bien.
H
—¿HA SALIDO YA NOMEKO?: ¿Ha salido ya? ¿Eh? ¿Eh?
I
—!IMPUGNO!: Petición, siempre ignorada, de un microrrelatista en desacuerdo.
—ISTIVI I PINTI: Excusa rastrera para justificar un voto erróneo.
J
—JAMÓN, JAMONES: Dádiva, óbolo, sobornar al administrador. Hablar con el forero Eloy, el forero Borogis y en ocasiones con el forero DON - Véase también TONGO
—JOJO-SHOW: Tradición inaugurada por la forera Jojomojo de comentar los relatos secuencialmente uno por uno. Es aplicable a cualquier forero que comente los relatos en esa manera, añadiendo entonces nombre del forero + Show.
K
—KOIKILA, HACERSE UN: Lloriquear por el rosco (ver "MIMIMI") y alzarte con el triunfo final.
M
—MARI KARMEN/M. KARMEN, GALA: Formato de gala express consistente en colgar en el hilo, en un solo post, el enlace a las actas y la lista ordenada de la clasificación.
—MIÉRCOFILO/LA: Dícese del que por afición, excesivo perfeccionismo o por secaño creativo no envía su relato hasta, al menos, los miércoles. Sinónimos: evitashows, Relatoescoba.
—MIMIMI: Tendencia al lloriqueo: antes todo molaba más, cualquier tiempo pasado fue mejor, usad comillas latinas...
—MOLICIE: Vagancia. Falta de relatos. Término acuñado por el forero Eloy.
—MONTENEGRINA (frase): Frase valiente, arriesgada y fuera de lo común destinada a promover la creatividad más surrealista, huyendo de convencionalismos y de lugares comunes, pretendiendo y logrando extraer la esencia del ingenio imaginativo de los escritores, consiguiendo recaudar gran cantidad de protestas y piri vimis i vir que suelen preceder a una extensa cosecha de relatos de imaginativa invención y brillante prosa.
N
—NEORREALISMO: Costumbrismo en realidad.
—NESKA, HACERSE UN: Hacerse un Sugar (ver en la S) a la eneava potencia.
—NESKISMO: Relativo a la forera Neska ( Falta ampliar la definición y consenso en el término )
—NOMEKAZO: Reservarse, como administrador, la potestad de votar el último para adulterar el resultado. Inherentemente podría llamarse DAVIDZAZO, pero no tiene la misma sonoridad.
—NOTORIZAR: Notarizar por Toro. Permite al susodicho establecer sanciones para los autores que se pasen de palabras. El administrador de turno deberá indicar en el primer mensaje del hilo si se trata de una ronda notorizada.
O
—¿OS HE CONTADO ALGUNA VEZ QUE EN MI RONDA SÓLO RECIBÍ 16 RELATOS?: Letanía recurrente, gimoteo periódico, de un episodio que nadie más que él recuerda.
—OSO, RELATO DEL: Relato mítico del forero Sean, también llamado Oso.
P
—POSICIÓN METALBERT/REGNEKO: Sexta posición.
—POETA NEGRO: "Galardón" otorgado por el forero Salakov sin ningún criterio consistente.
Q
—QUESO: La segunda posición.
R
—RETTON, MARY LOU: Heroína de la saga mítica de survival noire desarrollada por el forero Sugar Bug.
—ROAD TO THE ROSCO: Mal augurio.
—ROBOT, ROBORCITO LINDO: Referente al forero DON
—ROSCO: Cero puntos.
S
—SALAKOV, HACERSE UN: Anunciar cierre de recepción un miércoles noche, para desaparecer en ese momento y llegar el jueves con todos los relatos recolectados de madrugada y por la mañana diciendo que llegaron a tiempo pero él se durmió y que ha cumplido escrupulosamente con la hora de cierre tradicional.
—SALATONGO: NOMEKAZO retorcido implicando a cuantos más autores mejor, pero intentando disfrazarlo de bondadoso.
—STONER, HACERSE UN: Llorar durante las 36 horas que duran las votaciones. En honor del forero Stoner
—SUGAR, HACERSE UN: Acuñado por m señor (y gracias a él). Liarla bastante en la gala debido a errores en el Excel y a (no) saber contar.
T
—TACITUS, TRÓPICO DE: 16 relatos. Límite inferior de participación, invencible durante muchos años, hasta la ronda 7.2
—TÍ (con tilde): Método infalible para alzarse con el Negro Poeta (ver).
—TONGO: Normalidad democrática.
—TORO, DOCTRINA: Procedimiento por el que el administrador de la ronda concede puntos extras que acaba sumándose él mismo.
—TOROTONGO: NOMEKAZO con la intencionalidad matemática de juntar en las partes más altas clasificatorias, un buen pelotón.
—TRISCAIDEFOBIA: Título de un relato mítico, aplicable a cualquier circunstancia que se dé, directa o indirectamente, con el número 13.
—TXOKO: Eximente. Existe jurisprudencia. No presentar la GALA.
U
—UNDERGROUND: Paraíso del rosco gobernado por el forero Edgardo y administrado por el forero m señor. Véase también ROSCO.
V
—VINNY PELOSI LIMIT (VPL): 15 relatos. Menor número de relatos en una ronda. Tiene frontera al norte con el trópico de Tacitus y al sur con la ignominia gandul más absoluta. Sólo se puede cruzar los miércoles.
—VIRGINIANO, EL: Relato neorrealista. El original, fue escrito por el forero Mugu
—VOTAR FATAL: Tradición y ley del micro relatismo azkenero.
W
—WIFI: Elemento de un relato de la forera Stoneheart que simboliza un misterio que el mismo autor no puede explicar (pero que mola).
________________________________________________
- HALL OF FAME:
1ª EDICIÓN (2015-2016): Borogis
2ª EDICIÓN (2016-2017): Eloy
3ª EDICIÓN (2017-2018): Eloy
4ª EDICIÓN (2018-2019): Eloy
5ª EDICIÓN (2019-2020): Salakov- EL DISCURSO DEL REY:
- AUDIO:
https://www.spreaker.com/episode/40152417
La realidad acontece tan terrible, tan inaceptable, que es su responsabilidad primera edificar una fantasía habitable.
De la misma manera, Leolo Lozone, de la película “Léolo”, sueña para mantener la cordura.
En un mundo de locos, solo sus sueños le permiten mantener la lucidez.
«Porque sueño, yo no lo estoy», es su frase recurrente.
Cuento esto porque hoy quiero hablar de las fantasías; de la imaginación como parapeto; de los sueños como escudo y como protección.
De la ficción, del poder de la ficción, como adarga.
…
A mediados de marzo nos confinaron a todos. Un virus campaba a sus anchas y nuestra única protección consistió en resguardarnos en nuestras casas.
Fue algo tan inesperado que no pocos lo vivieron como el auténtico fin del mundo: ataques de ansiedad, angustia, tristeza, falta de concentración…
Yo reconozco que al principio del confinamiento también pasé un día malo.
Uno. Un día.
Fue un jueves cuando la primera enfermera de Osakidetza falleció a causa del Covid.
Aquello me hizo pensar en mi hermana pequeña y me agobié mucho. Me ofusqué. Me rayé. Sentí angustia.
Hacía apenas un mes que había dejado de fumar y pensé en volver a hacerlo. No lo hice.
¿Qué hacer?, entonces. ¿Cómo obrar?
Y en ese punto, como el hijo de “La vida es bella”, igual que Léolo… me refugié en la ficción.
Renuncié a las noticias, a internet, a las redes sociales, a estar informado más allá de alguna comparecencia oficial y lo que me contaban.
Si el mundo exterior se había vuelto loco, yo habría de construir para mí un mundo habitable.
Y lo construí: de libros, de películas, de series…
¿Cuántos libros llevo leídos este año? ¿Cuántas películas y series innúmero?
Incluso me propuse terminar la novela infantil que llevaba diez años en un cajón… y lo hice.
La ficción como trinchera. «Porque sueño, yo no lo estoy».
…
Además, yo contaba con un multiplicador más. Con un pequeño rincón que jamás se detuvo.
Quizá el Covid consiguió detener el trabajo, y las relaciones interpersonales, incluso las salidas al exterior… pero ese pequeño rincón no acusó su impacto.
Como si tal cosa, los MICRORRELATOS continuaron.
Mientras la realidad se tomaba el pulso, veintitantas personas seguían cada semana creando un microrrelato de 150 palabras a raíz de una frase, un cuadro, o un color.
Mientras augures oscuros vaticinaban el fin del mundo, cada jueves seguía celebrándose una gala en esta madriguera escondida del FOROAZKENA.
Por eso me enfadaba tanto que algunos escribierais relatos sobre el coronavirus. ¡Porque precisamente este era el refugio donde ignorar su importancia! ¡Donde negarlo!
¿Cómo, por dios, dejabais entrar al maldito virus en nuestra ciudadela perfecta, en nuestra plaza construida a base de ficción?
Pocos negropoetas di, visto lo visto.
Así las cosas, vaya este discurso de agradecimiento… no tanto por haber ganado la edición, sino por haber estado ahí.
¿Personas? ¿Avatares virtuales? A todos os digo:
GRACIAS. GRACIAS POR ESTAR AHÍ.
…
Quizá os parezca ridículo, pero la rutina de los MICRORRELATOS fue importante para mí.
Que algo no se detuviera, que este concurso siguiera obstinadamente adelante… fue algo muy valioso.
Gracias… porque aquí la ficción supo sobreponerse a la realidad.
GRACIAS, DE VERDAD.
Gracias por escribir.
Gracias por no dejar caer este reducto imaginario. Este castillo de lucidez.
Gracias porque, al igual que Léolo, supisteis seguir soñando para no caer en la locura.
…
¿Porque sueño, yo no lo estoy?
…
Porque soñamos, nosotros no lo estamos.- Leolo:
6ª EDICIÓN (2020-2021): Autista
7ª EDICIÓN (2021-2022): Autista
- hall del caos:
1 edición Eric sach
2 edición sugar
3 edición stonertrumbo
4 edición autista
5 edición regsound el sexto
6 edición Pili N'dongo
7 edición Toro
- FICHEROS DE REGISTROS HISTÓRICOS DE RESULTADOS:
Sagrada reliquia de clasificaciones: EL PRIMER RECUENTO DE VOTACIONES (Por BuhoLunático)
EDICION I:
AÑO 2015-2016
¿?
EDICION II:
AÑO 2016-2017
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1H_nYaDi-PxRMfg19Ma2_6uc-XmZhS-hOnjNasizg4i4/edit#gid=0
EDICION III:
AÑO 2017-2018
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Jj8Ggd2nH2kjBkr5JfBUq_fXfd3fpbovCGp48DbfnBk/edit#gid=1255203592
EDICION IV:
AÑO 2018-2019
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1XglCHoRIYP3t1IrbkvrQisnoqAHYDe4fkMPiT-Fv-Qk/edit#gid=288525417
EDICION V:
AÑO 2019-2020
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1jXE-xOuePSuUSNh6Y-MVguAPNxK0-irxKRs0XISg4RE/edit#gid=719065021
EDICION VI:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AR7jcNMZS8YTYbhPsZimlN4qpUBiah6jAklJAEI-BR8/edit#gid=837525188
EDICION VII:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1voeDhPL14i6HgALmuLBtOp4Iz4BzuzEyDRZjkDhGe5k/edit
- CLASIFICACIÓN VIII EDICIÓN:
- ACTAS DE ESTA EDICION, PREVIAS A LA RONDA ACTUAL:
8.1
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yQpm3C50keiuhlVmB9582yuvg3k86Efi-f8DWNedm6w/edit#gid=1068489667
8.2
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RjMedpBXhabsaUcEtWZEj8vYmkXJJr0-THDh-TACmSc/edit?resourcekey#gid=1372349299
8.3
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IGk_bPFkuj2HW8xEyqL8VqxeQEso0Ss2IbhqOUSu1ZE/edit#gid=1960446940
8.4
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1M4JviCqcvi63legF_BCTbH0oZOyf5Sg32bCyxLR6luY/edit?resourcekey#gid=1000995691
8.5
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Op7Cj4ejFPpPaXTP_t8l_7SJba8OlyKhzIWh2IsJoog/edit?resourcekey#gid=907790499
8.6
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1nSUtR9XAGC3maiYjDNiEvgp4JKLwgB1lQzkYG1kGjNc/edit?resourcekey#gid=2034644909
8.7
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1DDiBCJwI96P1FAUxK9bi0J60WvMDFhOtHUc8yhUWYJk/edit#gid=113334274
8.8
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13jrw0FQJ4FG3XqxdWGeC-sCbo-_JuISOJRSsUlt7UfI/edit?resourcekey#gid=1056746292
8.9
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sdJQruASB584BedY8HDzWa0e8kvYkBamthAB6DjC1Fo/edit#gid=671417997
8.10
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yhxSRs_Shs3IEPDgU0NP-V7GujOoPSpnFOOvsJ7WX7w/edit#gid=313986139
8.11
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13N0IRRnyd5kCoelabiWkc9P39_l_Ht5B60WdWW2UNvA/edit?resourcekey=undefined#gid=411966594
8.12
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Mu32REU_zG2ne-bXkbds9kI0t_nx517XiDOE5Mvrng8/edit?resourcekey=undefined#gid=1322011700
8.13
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sD2nqO3dsvcqhD-fFfTQ511miYGxQnSltuJZjeC8Ywc/edit#gid=1854798605
8.14
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1QtjVm-Xrf8dpH59HOGuwCkwe02gYFSmb-ONI6R63YQs/edit?resourcekey=undefined#gid=1859050668
8.15
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1FpwQJKENkiJ-BB1cmiHWdqegrxdJtvkoPG0oJDC1yK8/edit#gid=1391467061
8.16
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IhlrHyqgDZenBnqGl_x7SKQbSrzk1vSZOWrI_VqClLo/edit?resourcekey=undefined#gid=2055666735
8.17
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1dPoDrAiuwGdlqZqc-u0skIg31-BlJB9TfsNp-HFgVlc/edit#gid=155951727
8.18
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1j4ZWbTkDak6-TfKhnmYsCmWk4HfTz5Pr3UUL4q3rWgk/edit#gid=51083245
8.19
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qgK8onCOCUHYUnjUyMNLBskZkTE6RfWyOpD4tienvW0/edit#gid=1046386816
8.20
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RxfZgWV29LaMYrj8NgUeno8WPTleEkXDcIJHrOyJPAs/edit?resourcekey#gid=152186627
8.21
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A_eP89wpmYF0DSGctWbztgOIZq6FWl3hE-iSjV7twLo/edit?resourcekey#gid=1677284506
8.22
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19yofFbMaFmLQb-U7r_ndH-b7I3KU2CgnoyN4LJFvsjg/edit?resourcekey#gid=981249257
8.23
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1g_ZXMVZVJdXWcAfH3o7nNIUsSwZ0vFlsAvsJ8-LuXk8/edit?resourcekey#gid=565200849
8.24
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UN70OWDU_BQpMeJ97gu2rungcB27vSPpgj90txlgdz8/edit#gid=1557371223
8.25
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1r4njuZeC0s3q6QQpuW0FUx9aq8EaQ3QP3HoOfRh17cI/edit#gid=953005720
8.26
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aLzg8xoXrQSeqKrgoC0bbrY4awcfKE0Ax2VjIrko4ZY/edit#gid=303469398
8.27
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Y2k_f8NgCMhMMytgGVrwMoiVunVLaqpDg7bBM3SAGUg/edit#gid=1930187544
8.28
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UufqF3FBKuE9Zt64F-5viFjTVUhT1aP7rlYU6p1tVbA/edit?resourcekey#gid=1552497444
8.29
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1VU2NnMje_1fKwwIPtxNFQiWSZb4tPP2mw3ViFmTzl0w/edit#gid=429714951
8.30
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UzpnZf7Y6ufNayrYNwT2roAeHnlm5nDTylzHYh3all0/edit?resourcekey#gid=509732974
8.31
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RnRr_YzXQzOGpIEXQHGfeoaj_HeMsOKvHKOVZEKAtQ0/edit?resourcekey#gid=1869134840
8.32
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qZk13waKS3wU13zOuEysBk30OdN_C6MOPX8qR_xhkMw/edit#gid=1805415097
8.33
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aaxjVDO1lvVvkKFungxF9n_Mxo9ksayVTCK1egc_zDg/edit#gid=1347094433
8.34
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1V6iCiFa4rwtMeZQqJDrVBygwHahpn4sZT4T9fGaRfcM/edit?usp=drive_web&ouid=100010530153048127473
8.35
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1eUPCZqUIkzoMFyYfd1TSdmSvA1qL1J_tOmJSnamf2gE/edit?resourcekey#gid=296189870
8.36a
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19KC7pLXJD633CCWJKfICykUBPPqZOfSj-nFGcLjrrLU/edit?resourcekey#gid=142793723
8.36
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A4oCQZwtG_E0VZWj3qGjV9QEKry_cdiNRuG55NRZCSk/edit?resourcekey#gid=1045469542
8.37
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MDMknKlYg-38tQDqyvUz1tpmLeKYwZmqpNFZ0PSxC7M/edit#gid=187767159
8.38
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AMADjpe61c_PftgLqM-t7NSATna05IWvGJYCMp_ufLA/edit?resourcekey#gid=1082442250
8.39
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1J31qco-61UX2IfEY12Aof5e-z56pHykrHBzukBw-FEo/edit#gid=2134562356
8.40
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19LTVyPl1tK7FtxncCWvT85KY5Ab03NzuiGg727dbeq8/edit?resourcekey#gid=1785972196
8.41
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1gY69yGnZSx88BciSuA1qL9mV0YiHp6w7wfkaIbCZVA0/edit?resourcekey#gid=1482100367
8.42
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MlHiKQbXydgyhcb5LrXa0TsbFjpyFuT7b6au0AyA728/edit#gid=541939190
8.43
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1BjzGLxmfSHqFXibWxssqZqDv07O-lm5TUw2a95hnW6E/edit?resourcekey#gid=100477377
8.44
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1ZqNgAKPdQ0SWBVHbOHj_-PvY_U1TTVmIknHQ8j9E3BM/edit?invite=CJKL3PQN
8.45
https://docs.google.com/spreadsheets/d/17o4EbP9UuztXMvvlUqED2tzgA1495qRuViu18M3jIoE/edit?resourcekey#gid=765066320- Especial menu navidad:
Primer plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1lHcDEIDPwIPC2IycNmAFT1noP3I_jo75S3vv0-JMjKY/htmlview#
Segundo plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/13BJNKMSPr84EO7e8EgsGJ0uf1B5lES5qgPqnjgIRYqE/htmlview#
Postre:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1Tk-g8SNCAq1YEY17aMI3r6AKikZi9szikhZnp19DlP0/htmlview#
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1QgnhRrcfF05GndTahd-YFpyteHkNDq4Gsw_J_fKXrcU/edit?resourcekey#gid=631791450
Última edición por Toro el 14.07.23 9:49, editado 1 vez
Toro- Mensajes : 28423
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Gran frase.
m
m
m señor- Mensajes : 46645
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Toro- Mensajes : 28423
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
salakov escribió:Abogo por esa coma. A mí también me falta.
Tiene narices...
Citas a la cuenta de la RAE, esa cuenta que te hizo morder el polvo con el tema de regsound, a modo de argumento de autoridad, mordiendo aún más el polvo entonces por aquella consulta, y encima, ni siquiera es claramente partidaria de aquello por lo que abogas
Toro- Mensajes : 28423
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Hank escribió:por cierto, ¿no queda mejor 'Normalmente, la conversación terminaba...'?
¿es necesario ese 'se'?
No necesario, pero si quieres poner que: normalmente la conversación se terminaba conociendo por todos los vecinos, pues entonces el se es imprescindible y la coma prescindible, por cierto, al menos, en ese caso...
Toro- Mensajes : 28423
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Toro escribió:Cabeceras actualizadas!
- Reglas:
REGLAS DEL CONCURSO
El juego consiste en escribir un relato inédito verdaderamente corto, máximo 150 palabras.
La primera frase de cada texto habrá de ser, obligatoriamente, la dada previamente por el campeón de la edición anterior.
El tema del texto será libre, siempre y cuando tenga sentido con la primera frase predeterminada.
Los relatos deberán enviarse mediante mensaje privado al administrador del hilo de cada ronda.
La periodicidad del juego será semanal.
Solo se podrá concursar con un texto por forero y ronda. Las segundas y sucesivas versiones, variantes y demás supondrán la descalificación en la ronda en curso.
El sistema de puntuación será el siguiente: puede votar cualquier forero (si no ha participado enviando relato, deberá tener más de 50 mensajes) y puntuará a los tres textos que más le gusten, otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo y 1 punto al tercero. No es obligatorio haber participado en el concurso para poder votar. Es obligatorio votar si se ha participado publicando un relato, quedando exento sólo por causa mayor (viaje, rapto, abducción, etc...). Si no vota, su relato quedará fuera del concurso.
El ganador del concurso propondrá la frase que se utilizará la semana siguiente, pudiendo ser esta frase totalmente libre, pero de una extensión no superior a 2 líneas, que sí contarán para la longitud del relato.
El orden de publicación, voto y recuento de los distintos relatos será el siguiente:
Publicación de la frase: cuando quiera el ganador
Escritura de los relatos: viernes a miércoles a las 24h.
Votaciones: hasta jueves a las 22 h.
Gala: el jueves tras las votaciones.
La puntuación para la clasificación general será la siguiente: 10 puntos al ganador, 7 al segundo clasificado, 5 al tercero, 3 al cuarto y 1 punto al quinto clasificado.
Si, después de la votación semanal, hubiere un empate se establecerá lo siguiente: ganador quien tenga más votaciones de foreros. Si siguiese el empate: ganador quien además tenga más votos de 3 puntos. Si siguiese el empate: ambos consiguen los puntos, se casan y tienen hijos gemelos.
ANEXO:
La norma DON admite los empates en cualquiera de las posiciones.
Los puntos también podrán repartirse, a criterio del administrador de la ronda, entre cuatro seleccionados: otorgando 3 puntos al que más le gustó, 2 puntos al segundo, 1 punto al tercero, y 1 punto extra a un cuarto. El criterio final elegido por la administración aparecera expresamente en el mensaje que incluye el formulario, dentro del propio formulario o en el post que lo contenga.
En ausencia de frase o administrador en una ronda nueva, la administración de la ronda pasaría al segundo clasificado; si el segundo clasificado tampoco respondiera de sus obligaciones, la administración de la ronda pasaría al tercer clasificado, y así sucesivamente.
- Accesorios varios:
- Tutorial para hacer un formulario de votacion:
https://docs.google.com/document/d/1y3EBjsoDablUvIrH_L5_fSnRBp-ItiayCtsiSHlUgZw
Hilo con las dudas sobre el tutorial y jamones a los creadores:
https://www.foroazkenarock.com/t66207-excelborogis-toro-y-benito-te-guian-en-el-universo-microrrelatil-y-en-el-uso-en-general-de-formularios-para-votaciones-dudas-jamones#9574423
- Diccionario microrrelatil:
A
—ABUELO: Señor de avanzada edad indisolublemente unido a un cuchillo. Suele invocarse al principio de cada ronda para espolear la imaginación.
—¡ADMINISTRACIÓN LAMENTABLE!: Siempre.
—ANGRY PANCHO: Personaje con tendencia a la ira, aficionado a los donuts y enamorado
—AUTISTA, hacerse un: dejar que el hilo llegue repetidamente a la tercera página para luego subirlo con alguna jevilongada mientras prepara unas lenguadinas.
B
—BANDEJA PETADÍSIMA: Dícese de 1 o 2 relatos en la bandeja de entrada cuando administra Autista.
—BLATTODEA: Reina de las cucarachas, protagonista de un mítico relato del ex(me temo) forereo Dust 'n Bones.
—BOUQUET: Conjunto de Micro Relatos.
C
—CALZADOR: Relato que ya estaba escrito y que se coloca con independencia de la frase.
—CAPITÁN MOSCA: Protagonista de una de las rondas que marcan un antes y un después (por la forera Elsanbenito).
—CIEZITO, SALVAR EL: Expresión introducida por el forero Yomismo que quiere decir salvarse del rosco (véase ROSCO)
—CUCHILLO: Inseparable compañero del ABUELO
CH
—CHUCRUT: Micro relato.
—CHUPACULIL:
D
—DESCENDENTE, CLARA CURVA: Menos de 25 relatos en una ronda.
—DON, norma (gala): Cuando se anuncia la hora de una gala, debe empezarse algunos minutos antes.
E
—EPIGMENIO: Personaje mítico... (hace falta completar)
—ESQUÍO, HACERSE UN: Votarte, sin ningún rubor, a ti mismo. Con 3 puntos. Porque eres el mejor.
—ESMERALDA, HACERSE UN: No recordar nunca lo que se ha votado incluso después de habérselo currado de la hostia.
F
—FULGOR VAGINAL: Frase mítica del forero Hank
G
—GALA: Fiesta de la elegancia donde suelen ganar los de siempre y donde a pesar de ello se sigue pasando bien.
H
—¿HA SALIDO YA NOMEKO?: ¿Ha salido ya? ¿Eh? ¿Eh?
I
—!IMPUGNO!: Petición, siempre ignorada, de un microrrelatista en desacuerdo.
—ISTIVI I PINTI: Excusa rastrera para justificar un voto erróneo.
J
—JAMÓN, JAMONES: Dádiva, óbolo, sobornar al administrador. Hablar con el forero Eloy, el forero Borogis y en ocasiones con el forero DON - Véase también TONGO
—JOJO-SHOW: Tradición inaugurada por la forera Jojomojo de comentar los relatos secuencialmente uno por uno. Es aplicable a cualquier forero que comente los relatos en esa manera, añadiendo entonces nombre del forero + Show.
K
—KOIKILA, HACERSE UN: Lloriquear por el rosco (ver "MIMIMI") y alzarte con el triunfo final.
M
—MARI KARMEN/M. KARMEN, GALA: Formato de gala express consistente en colgar en el hilo, en un solo post, el enlace a las actas y la lista ordenada de la clasificación.
—MIÉRCOFILO/LA: Dícese del que por afición, excesivo perfeccionismo o por secaño creativo no envía su relato hasta, al menos, los miércoles. Sinónimos: evitashows, Relatoescoba.
—MIMIMI: Tendencia al lloriqueo: antes todo molaba más, cualquier tiempo pasado fue mejor, usad comillas latinas...
—MOLICIE: Vagancia. Falta de relatos. Término acuñado por el forero Eloy.
—MONTENEGRINA (frase): Frase valiente, arriesgada y fuera de lo común destinada a promover la creatividad más surrealista, huyendo de convencionalismos y de lugares comunes, pretendiendo y logrando extraer la esencia del ingenio imaginativo de los escritores, consiguiendo recaudar gran cantidad de protestas y piri vimis i vir que suelen preceder a una extensa cosecha de relatos de imaginativa invención y brillante prosa.
N
—NEORREALISMO: Costumbrismo en realidad.
—NESKA, HACERSE UN: Hacerse un Sugar (ver en la S) a la eneava potencia.
—NESKISMO: Relativo a la forera Neska ( Falta ampliar la definición y consenso en el término )
—NOMEKAZO: Reservarse, como administrador, la potestad de votar el último para adulterar el resultado. Inherentemente podría llamarse DAVIDZAZO, pero no tiene la misma sonoridad.
—NOTORIZAR: Notarizar por Toro. Permite al susodicho establecer sanciones para los autores que se pasen de palabras. El administrador de turno deberá indicar en el primer mensaje del hilo si se trata de una ronda notorizada.
O
—¿OS HE CONTADO ALGUNA VEZ QUE EN MI RONDA SÓLO RECIBÍ 16 RELATOS?: Letanía recurrente, gimoteo periódico, de un episodio que nadie más que él recuerda.
—OSO, RELATO DEL: Relato mítico del forero Sean, también llamado Oso.
P
—POSICIÓN METALBERT/REGNEKO: Sexta posición.
—POETA NEGRO: "Galardón" otorgado por el forero Salakov sin ningún criterio consistente.
Q
—QUESO: La segunda posición.
R
—RETTON, MARY LOU: Heroína de la saga mítica de survival noire desarrollada por el forero Sugar Bug.
—ROAD TO THE ROSCO: Mal augurio.
—ROBOT, ROBORCITO LINDO: Referente al forero DON
—ROSCO: Cero puntos.
S
—SALAKOV, HACERSE UN: Anunciar cierre de recepción un miércoles noche, para desaparecer en ese momento y llegar el jueves con todos los relatos recolectados de madrugada y por la mañana diciendo que llegaron a tiempo pero él se durmió y que ha cumplido escrupulosamente con la hora de cierre tradicional.
—SALATONGO: NOMEKAZO retorcido implicando a cuantos más autores mejor, pero intentando disfrazarlo de bondadoso.
—STONER, HACERSE UN: Llorar durante las 36 horas que duran las votaciones. En honor del forero Stoner
—SUGAR, HACERSE UN: Acuñado por m señor (y gracias a él). Liarla bastante en la gala debido a errores en el Excel y a (no) saber contar.
T
—TACITUS, TRÓPICO DE: 16 relatos. Límite inferior de participación, invencible durante muchos años, hasta la ronda 7.2
—TÍ (con tilde): Método infalible para alzarse con el Negro Poeta (ver).
—TONGO: Normalidad democrática.
—TORO, DOCTRINA: Procedimiento por el que el administrador de la ronda concede puntos extras que acaba sumándose él mismo.
—TOROTONGO: NOMEKAZO con la intencionalidad matemática de juntar en las partes más altas clasificatorias, un buen pelotón.
—TRISCAIDEFOBIA: Título de un relato mítico, aplicable a cualquier circunstancia que se dé, directa o indirectamente, con el número 13.
—TXOKO: Eximente. Existe jurisprudencia. No presentar la GALA.
U
—UNDERGROUND: Paraíso del rosco gobernado por el forero Edgardo y administrado por el forero m señor. Véase también ROSCO.
V
—VINNY PELOSI LIMIT (VPL): 15 relatos. Menor número de relatos en una ronda. Tiene frontera al norte con el trópico de Tacitus y al sur con la ignominia gandul más absoluta. Sólo se puede cruzar los miércoles.
—VIRGINIANO, EL: Relato neorrealista. El original, fue escrito por el forero Mugu
—VOTAR FATAL: Tradición y ley del micro relatismo azkenero.
W
—WIFI: Elemento de un relato de la forera Stoneheart que simboliza un misterio que el mismo autor no puede explicar (pero que mola).
________________________________________________
- HALL OF FAME:
1ª EDICIÓN (2015-2016): Borogis
2ª EDICIÓN (2016-2017): Eloy
3ª EDICIÓN (2017-2018): Eloy
4ª EDICIÓN (2018-2019): Eloy
5ª EDICIÓN (2019-2020): Salakov
- EL DISCURSO DEL REY:
En “La vida es bella”, Roberto Begnini construye un mundo de ficción para refugiar a su hijo.
- AUDIO:
https://www.spreaker.com/episode/40152417
La realidad acontece tan terrible, tan inaceptable, que es su responsabilidad primera edificar una fantasía habitable.
De la misma manera, Leolo Lozone, de la película “Léolo”, sueña para mantener la cordura.
En un mundo de locos, solo sus sueños le permiten mantener la lucidez.
«Porque sueño, yo no lo estoy», es su frase recurrente.
Cuento esto porque hoy quiero hablar de las fantasías; de la imaginación como parapeto; de los sueños como escudo y como protección.
De la ficción, del poder de la ficción, como adarga.
…
A mediados de marzo nos confinaron a todos. Un virus campaba a sus anchas y nuestra única protección consistió en resguardarnos en nuestras casas.
Fue algo tan inesperado que no pocos lo vivieron como el auténtico fin del mundo: ataques de ansiedad, angustia, tristeza, falta de concentración…
Yo reconozco que al principio del confinamiento también pasé un día malo.
Uno. Un día.
Fue un jueves cuando la primera enfermera de Osakidetza falleció a causa del Covid.
Aquello me hizo pensar en mi hermana pequeña y me agobié mucho. Me ofusqué. Me rayé. Sentí angustia.
Hacía apenas un mes que había dejado de fumar y pensé en volver a hacerlo. No lo hice.
¿Qué hacer?, entonces. ¿Cómo obrar?
Y en ese punto, como el hijo de “La vida es bella”, igual que Léolo… me refugié en la ficción.
Renuncié a las noticias, a internet, a las redes sociales, a estar informado más allá de alguna comparecencia oficial y lo que me contaban.
Si el mundo exterior se había vuelto loco, yo habría de construir para mí un mundo habitable.
Y lo construí: de libros, de películas, de series…
¿Cuántos libros llevo leídos este año? ¿Cuántas películas y series innúmero?
Incluso me propuse terminar la novela infantil que llevaba diez años en un cajón… y lo hice.
La ficción como trinchera. «Porque sueño, yo no lo estoy».
…
Además, yo contaba con un multiplicador más. Con un pequeño rincón que jamás se detuvo.
Quizá el Covid consiguió detener el trabajo, y las relaciones interpersonales, incluso las salidas al exterior… pero ese pequeño rincón no acusó su impacto.
Como si tal cosa, los MICRORRELATOS continuaron.
Mientras la realidad se tomaba el pulso, veintitantas personas seguían cada semana creando un microrrelato de 150 palabras a raíz de una frase, un cuadro, o un color.
Mientras augures oscuros vaticinaban el fin del mundo, cada jueves seguía celebrándose una gala en esta madriguera escondida del FOROAZKENA.
Por eso me enfadaba tanto que algunos escribierais relatos sobre el coronavirus. ¡Porque precisamente este era el refugio donde ignorar su importancia! ¡Donde negarlo!
¿Cómo, por dios, dejabais entrar al maldito virus en nuestra ciudadela perfecta, en nuestra plaza construida a base de ficción?
Pocos negropoetas di, visto lo visto.
Así las cosas, vaya este discurso de agradecimiento… no tanto por haber ganado la edición, sino por haber estado ahí.
¿Personas? ¿Avatares virtuales? A todos os digo:
GRACIAS. GRACIAS POR ESTAR AHÍ.
…
Quizá os parezca ridículo, pero la rutina de los MICRORRELATOS fue importante para mí.
Que algo no se detuviera, que este concurso siguiera obstinadamente adelante… fue algo muy valioso.
Gracias… porque aquí la ficción supo sobreponerse a la realidad.
GRACIAS, DE VERDAD.
Gracias por escribir.
Gracias por no dejar caer este reducto imaginario. Este castillo de lucidez.
Gracias porque, al igual que Léolo, supisteis seguir soñando para no caer en la locura.
…
¿Porque sueño, yo no lo estoy?
…
Porque soñamos, nosotros no lo estamos.
- Leolo:
6ª EDICIÓN (2020-2021): Autista
7ª EDICIÓN (2021-2022): Autista
- hall del caos:
1 edición Eric sach
2 edición sugar
3 edición stonertrumbo
4 edición autista
5 edición regsound el sexto
6 edición Pili N'dongo
7 edición Toro
- FICHEROS DE REGISTROS HISTÓRICOS DE RESULTADOS:
Sagrada reliquia de clasificaciones: EL PRIMER RECUENTO DE VOTACIONES (Por BuhoLunático)
EDICION I:
AÑO 2015-2016
¿?
EDICION II:
AÑO 2016-2017
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1H_nYaDi-PxRMfg19Ma2_6uc-XmZhS-hOnjNasizg4i4/edit#gid=0
EDICION III:
AÑO 2017-2018
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Jj8Ggd2nH2kjBkr5JfBUq_fXfd3fpbovCGp48DbfnBk/edit#gid=1255203592
EDICION IV:
AÑO 2018-2019
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1XglCHoRIYP3t1IrbkvrQisnoqAHYDe4fkMPiT-Fv-Qk/edit#gid=288525417
EDICION V:
AÑO 2019-2020
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1jXE-xOuePSuUSNh6Y-MVguAPNxK0-irxKRs0XISg4RE/edit#gid=719065021
EDICION VI:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AR7jcNMZS8YTYbhPsZimlN4qpUBiah6jAklJAEI-BR8/edit#gid=837525188
EDICION VII:
AÑO 2020-2021
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1voeDhPL14i6HgALmuLBtOp4Iz4BzuzEyDRZjkDhGe5k/edit
- CLASIFICACIÓN VIII EDICIÓN:
Fichero generales edición VIII:
- ACTAS DE ESTA EDICION, PREVIAS A LA RONDA ACTUAL:
8.1
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yQpm3C50keiuhlVmB9582yuvg3k86Efi-f8DWNedm6w/edit#gid=1068489667
8.2
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RjMedpBXhabsaUcEtWZEj8vYmkXJJr0-THDh-TACmSc/edit?resourcekey#gid=1372349299
8.3
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IGk_bPFkuj2HW8xEyqL8VqxeQEso0Ss2IbhqOUSu1ZE/edit#gid=1960446940
8.4
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1M4JviCqcvi63legF_BCTbH0oZOyf5Sg32bCyxLR6luY/edit?resourcekey#gid=1000995691
8.5
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Op7Cj4ejFPpPaXTP_t8l_7SJba8OlyKhzIWh2IsJoog/edit?resourcekey#gid=907790499
8.6
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1nSUtR9XAGC3maiYjDNiEvgp4JKLwgB1lQzkYG1kGjNc/edit?resourcekey#gid=2034644909
8.7
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1DDiBCJwI96P1FAUxK9bi0J60WvMDFhOtHUc8yhUWYJk/edit#gid=113334274
8.8
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13jrw0FQJ4FG3XqxdWGeC-sCbo-_JuISOJRSsUlt7UfI/edit?resourcekey#gid=1056746292
8.9
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sdJQruASB584BedY8HDzWa0e8kvYkBamthAB6DjC1Fo/edit#gid=671417997
8.10
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1yhxSRs_Shs3IEPDgU0NP-V7GujOoPSpnFOOvsJ7WX7w/edit#gid=313986139
8.11
https://docs.google.com/spreadsheets/d/13N0IRRnyd5kCoelabiWkc9P39_l_Ht5B60WdWW2UNvA/edit?resourcekey=undefined#gid=411966594
8.12
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Mu32REU_zG2ne-bXkbds9kI0t_nx517XiDOE5Mvrng8/edit?resourcekey=undefined#gid=1322011700
8.13
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1sD2nqO3dsvcqhD-fFfTQ511miYGxQnSltuJZjeC8Ywc/edit#gid=1854798605
8.14
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1QtjVm-Xrf8dpH59HOGuwCkwe02gYFSmb-ONI6R63YQs/edit?resourcekey=undefined#gid=1859050668
8.15
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1FpwQJKENkiJ-BB1cmiHWdqegrxdJtvkoPG0oJDC1yK8/edit#gid=1391467061
8.16
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1IhlrHyqgDZenBnqGl_x7SKQbSrzk1vSZOWrI_VqClLo/edit?resourcekey=undefined#gid=2055666735
8.17
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1dPoDrAiuwGdlqZqc-u0skIg31-BlJB9TfsNp-HFgVlc/edit#gid=155951727
8.18
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1j4ZWbTkDak6-TfKhnmYsCmWk4HfTz5Pr3UUL4q3rWgk/edit#gid=51083245
8.19
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qgK8onCOCUHYUnjUyMNLBskZkTE6RfWyOpD4tienvW0/edit#gid=1046386816
8.20
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RxfZgWV29LaMYrj8NgUeno8WPTleEkXDcIJHrOyJPAs/edit?resourcekey#gid=152186627
8.21
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A_eP89wpmYF0DSGctWbztgOIZq6FWl3hE-iSjV7twLo/edit?resourcekey#gid=1677284506
8.22
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19yofFbMaFmLQb-U7r_ndH-b7I3KU2CgnoyN4LJFvsjg/edit?resourcekey#gid=981249257
8.23
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1g_ZXMVZVJdXWcAfH3o7nNIUsSwZ0vFlsAvsJ8-LuXk8/edit?resourcekey#gid=565200849
8.24
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UN70OWDU_BQpMeJ97gu2rungcB27vSPpgj90txlgdz8/edit#gid=1557371223
8.25
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1r4njuZeC0s3q6QQpuW0FUx9aq8EaQ3QP3HoOfRh17cI/edit#gid=953005720
8.26
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aLzg8xoXrQSeqKrgoC0bbrY4awcfKE0Ax2VjIrko4ZY/edit#gid=303469398
8.27
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1Y2k_f8NgCMhMMytgGVrwMoiVunVLaqpDg7bBM3SAGUg/edit#gid=1930187544
8.28
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UufqF3FBKuE9Zt64F-5viFjTVUhT1aP7rlYU6p1tVbA/edit?resourcekey#gid=1552497444
8.29
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1VU2NnMje_1fKwwIPtxNFQiWSZb4tPP2mw3ViFmTzl0w/edit#gid=429714951
8.30
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1UzpnZf7Y6ufNayrYNwT2roAeHnlm5nDTylzHYh3all0/edit?resourcekey#gid=509732974
8.31
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1RnRr_YzXQzOGpIEXQHGfeoaj_HeMsOKvHKOVZEKAtQ0/edit?resourcekey#gid=1869134840
8.32
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1qZk13waKS3wU13zOuEysBk30OdN_C6MOPX8qR_xhkMw/edit#gid=1805415097
8.33
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1aaxjVDO1lvVvkKFungxF9n_Mxo9ksayVTCK1egc_zDg/edit#gid=1347094433
8.34
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1V6iCiFa4rwtMeZQqJDrVBygwHahpn4sZT4T9fGaRfcM/edit?usp=drive_web&ouid=100010530153048127473
8.35
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1eUPCZqUIkzoMFyYfd1TSdmSvA1qL1J_tOmJSnamf2gE/edit?resourcekey#gid=296189870
8.36a
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19KC7pLXJD633CCWJKfICykUBPPqZOfSj-nFGcLjrrLU/edit?resourcekey#gid=142793723
8.36
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1A4oCQZwtG_E0VZWj3qGjV9QEKry_cdiNRuG55NRZCSk/edit?resourcekey#gid=1045469542
8.37
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MDMknKlYg-38tQDqyvUz1tpmLeKYwZmqpNFZ0PSxC7M/edit#gid=187767159
8.38
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1AMADjpe61c_PftgLqM-t7NSATna05IWvGJYCMp_ufLA/edit?resourcekey#gid=1082442250
8.39
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1J31qco-61UX2IfEY12Aof5e-z56pHykrHBzukBw-FEo/edit#gid=2134562356
8.40
https://docs.google.com/spreadsheets/d/19LTVyPl1tK7FtxncCWvT85KY5Ab03NzuiGg727dbeq8/edit?resourcekey#gid=1785972196
8.41
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1gY69yGnZSx88BciSuA1qL9mV0YiHp6w7wfkaIbCZVA0/edit?resourcekey#gid=1482100367
8.42
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1MlHiKQbXydgyhcb5LrXa0TsbFjpyFuT7b6au0AyA728/edit#gid=541939190
8.43
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1BjzGLxmfSHqFXibWxssqZqDv07O-lm5TUw2a95hnW6E/edit?resourcekey#gid=100477377
8.44
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1ZqNgAKPdQ0SWBVHbOHj_-PvY_U1TTVmIknHQ8j9E3BM/edit?invite=CJKL3PQNhttps://docs.google.com/spreadsheets/d/1qgK8onCOCUHYUnjUyMNLBskZkTE6RfWyOpD4tienvW0/edit#gid=1046386816
- Especial menu navidad:
Primer plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1lHcDEIDPwIPC2IycNmAFT1noP3I_jo75S3vv0-JMjKY/htmlview#
Segundo plato:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/13BJNKMSPr84EO7e8EgsGJ0uf1B5lES5qgPqnjgIRYqE/htmlview#
Postre:
https://docs.google.com/spreadsheets/u/1/d/1Tk-g8SNCAq1YEY17aMI3r6AKikZi9szikhZnp19DlP0/htmlview#
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1QgnhRrcfF05GndTahd-YFpyteHkNDq4Gsw_J_fKXrcU/edit?resourcekey#gid=631791450
Gracias Toro
Cuando toque, ya me pasarás el formulario de votaciones.
El otro día borré todos los mensajes de mi bandeja de entrada que estaba llena. Fue mi primera vez y pequé de novato. En seguida me di cuenta y como un tonto, intenté buscar una papelera de reciclaje por algún lado. El caso es que eliminé el maravilloso tutorial que me hiciste la semana que me tocaba administrar por primera vez
Nuxe- Mensajes : 3365
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:Nomeko7 escribió:Hostia, tú. Que ha entrado Don.
Y ahora es Arthur Miller. O Marilyn, no sé.
En cualquier caso...
Gracias, estimado triplete. Si tuviera o tuviese que ser alguien en ese retrato, sin dudarlo yo sería el celoso y mudo telón gris allí donde acaba la fotografía.
DON- Mensajes : 8828
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
- Spoiler:
- Toro escribió:Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original- RELATO ERÓTICO:
- LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.Toro escribió:
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Mi madre tiene una cinta VSH y mi suegra, que por entonces no sabía ni que iba a ser mi suegra (esa es otra historia), creo que también. Pero nada en digital.
Millón y medio en el diario y tres millones en el especial que hacían los sábados. Me sirvió para pegarme dos años muuuuy buenos en Madrid cuando era joven.
Zzzz- Mensajes : 14823
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Ostras, trivial en la UCLM. Era en un intercampus de esos?Zzzz escribió:
- Spoiler:
Toro escribió:Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.Toro escribió:
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Mi madre tiene una cinta VSH y mi suegra, que por entonces no sabía ni que iba a ser mi suegra (esa es otra historia), creo que también. Pero nada en digital.
Millón y medio en el diario y tres millones en el especial que hacían los sábados. Me sirvió para pegarme dos años muuuuy buenos en Madrid cuando era joven.
Nomeko7- Mensajes : 38134
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:
- Spoiler:
Toro escribió:Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.Toro escribió:
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Mi madre tiene una cinta VSH y mi suegra, que por entonces no sabía ni que iba a ser mi suegra (esa es otra historia), creo que también. Pero nada en digital.
Millón y medio en el diario y tres millones en el especial que hacían los sábados. Me sirvió para pegarme dos años muuuuy buenos en Madrid cuando era joven.
Nomeko7 escribió:
Ostras, trivial en la UCLM. Era en un intercampus de esos?
No recuerdo cómo se llamaba, pero bien podría ser. Lo que recuerdo es que se hizo con toda la pompa y boato y con gente desayunando al lado en la cafetería de la Uni. Una copa dorada de los chinos nos dieron y todo.
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Era algo que se hacía cada año en cada sede de la UCLM.Zzzz escribió:Zzzz escribió:
- Spoiler:
Toro escribió:Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.Toro escribió:
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Mi madre tiene una cinta VSH y mi suegra, que por entonces no sabía ni que iba a ser mi suegra (esa es otra historia), creo que también. Pero nada en digital.
Millón y medio en el diario y tres millones en el especial que hacían los sábados. Me sirvió para pegarme dos años muuuuy buenos en Madrid cuando era joven.Nomeko7 escribió:
Ostras, trivial en la UCLM. Era en un intercampus de esos?
No recuerdo cómo se llamaba, pero bien podría ser. Lo que recuerdo es que se hizo con toda la pompa y boato y con gente desayunando al lado en la cafetería de la Uni. Una copa dorada de los chinos nos dieron y todo.
Nomeko7- Mensajes : 38134
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Me cago en la leche, ya se ha quedao mal el quote.
Nomeko7- Mensajes : 38134
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Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:
- Spoiler:
Toro escribió:Zzzz escribió:Nuxe escribió:Buenos días literatos, imagino que uno puede hacer uso de un texto propio que ha sido presentado a un concurso fuera de la órbita microrrelatil, ¿no?
Durante muchos años estuve jugando al trivial en el IRC. Allí coincidí con gente muy maja, algunos de ellos concursantes de Saber y ganar y ganadores de Pasapalabra, es lo más cerca que he estado de conocer a una celebrity
Cuento esto porque un chaval que allí jugaba, Cuellodetoroalonso, para promocionar su página web de venta de productos eróticos, montó un concurso de relatos eróticos.
Yo era la primera vez (y única) que escribía sobre esta temática. Gané el concurso, aunque lo cierto es que participamos cuatro gatos.
Lo que he presentado aquí tiene partes copiadas y otras adaptadas, vamos, lo que entiendo que vendría a ser un calzador, peeeero, no del todo, ¿no?
Realmente el micro era un pretexto para colarles el relato erótico original
- RELATO ERÓTICO:
LOS 39 ESCALONES
Por aquel entonces contaba con diecisiete años y era verano. Desde hacía un tiempo un grupo de amigos nos reuníamos en un bar próximo al que durante cuatro años fue nuestro instituto. Nada tenía en particular aquel antro, era un punto de encuentro que a fuerza de frecuentar semanalmente habíamos hecho nuestro.
Aquella noche no había quedado con nadie explícitamente, supuse que alguno de mis amigos aparecería de improviso como venía siendo costumbre.
Al entrar observé que estaba vacío; sólo una joven pareja ocupaba una mesa unos metros más al fondo, me senté en un banco apoyando los codos sobre la barra y tras encenderme un cigarrillo pedí una caña. El reloj de pared situado justo sobre la caja registradora marcaba las once de la noche.
Pronto, el dueño del bar y yo empezamos a discutir sobre no sé qué película, fue entonces cuando la puerta del E se abrió y entró ella. Pedí mi segunda caña y de forma bastante torpe me giré hacia la izquierda para ver de quien era la voz que había pedido un gintonic. Se trataba de una mujer de mediana edad, menuda pero muy estilizada. Una blusa oscura, en su caída, mostraba la desnudez de sus bronceados hombros y la falda de lino era lo suficientemente ancha como para dejar entrever una proporcionalidad perfecta, cuasi aurea, entre la cadera y sus piernas. Como digo, mi brusca acción, carente de sigilo y disimulo, y me atrevería a decir que rayana en lo maleducada, no pasó desapercibida a sus ojos. Unos carnosos labios dibujaron una sonrisa cómplice que hizo que su naricita se arrugara un poco.
Intentando resarcirme del estupor que aún me dominaba, retomé la conversación cinéfila con E. Pero no sirvió de nada, había perdido totalmente el hilo, sabía que mientras hablaba, ella estaba escuchando, mirándome con sus verdes y rasgados ojos en el extremo de la barra. Allí estábamos los tres, la misteriosa dama, E y yo, pues la joven pareja hacia un rato que había partido.
Pedí otra cerveza y me la bebí de un trago, el alcohol me otorgó el valor suficiente para acercarme a aquella beldad de rubia cabellera. Le pregunté su nombre: «me llamo C», respondió.
Preguntó por mi nombre y luego por mi edad. «Vaya, si eres un crío», me dijo con cierto tono de sorpresa, cargado de matices que mi nerviosismo no supo traducir. Charlamos un rato, futilidades y demás intrascendencias. Pero rápidamente, entre ambos se había tejido tal complicidad —cimentada no en el lenguaje verbal, sino en el más profundo de los anhelos—, que ambos fuimos, en nuestro nuevo rol, presa fácil de esa pulsión tan atávica.
Mientras tanto, el bar se había ido llenando y por fortuna ninguno de mis amigos se había dejado ver.
C me dijo que vivía justo al lado, que no podía subir a su piso, pues estaba separada y su hija de ocho años vivía con ella. Pero que si quería podía esperar en el interior del portal, eso sí, debía esperar diez minutos tras su marcha. Le dije que me parecía bien, pagó sus dos gintonics y salió.
En ese instante pensé que todo había finalizado. Miré el reloj, «la una, aún es pronto», me dije. Llevaba ya unas cuantas cervezas, pero al echarme la mano al bolsillo vi que aún me quedaban algunas monedas así que pedí otra cerveza, la última.
«Ten cuidado, no la lastimes», me dijo E cuando me trajo la caña. El tono de su voz no era amenazador, estaba claro que conocía bastante a aquella mujer y que la apreciaba, tal vez él también había caído en su embrujo. A la una y cuarto pagué la cuenta, nueve cañas.
Efectivamente, el número doce estaba justo al lado del bar. La puerta del portal había sido atrancada con un folleto publicitario, restando abierta de par en par, pero allí no había nadie.
Un tanto abatido y en parte riéndome de la situación, decidí sentarme al pie de la escalera, «no se va a venir el mundo abajo por esperar cinco minutos», pensé.
Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Bajó las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, la derecha, que pronto y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía su erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos, prietos y no demasiado grandes, como ya dije, aquella mujer era el paradigma de la proporcionalidad.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era A, la hija de C, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
C me dijo que esperase, que no me fuera, que enseguida acostaba a la niña y retomábamos nuestra tarea. Eso hice, la cosa no se demoró mucho y la verdad es que la espera merecía la pena.
Cuando C salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. C, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
Con cierto remilgo, absurdo a estas alturas, me mostró su falda diciéndome que estaba empapada, yo, ingenuo como era, me lo tomé como un cumplido.
Ya más descansados, hizo que me sentara y me bajó los pantalones casi hasta la altura de las rodillas, hizo lo propio con los calzoncillos y al ver mi miembro no pudo ocultar su cara de asombro, esta fue la primera vez que una mujer me obsequió con tal cumplido. De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
C, se rió, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que sus manos recogían y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los treinta y nueve escalones que distaban para llegar a la puerta del piso. De inmediato apareció con un paquete de kleenex.
Sé que pensaréis que el apunte de algo tan ordinario puede hacer peligrar el ritmo narrativo o el clímax de dicha crónica. Pero ante todo, me mueve el afán de ser sincero, pues todo lo narrado hasta el momento y lo que aún ha de acontecer, sucedió tal y cómo está aquí escrito, con pelos y señales, si se me permite tal expresión.
El hecho es, que tras limpiarme y tirar el último vestigio de mi progenie a la papelera, sita junto a los buzones de aquella vecindad, C me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En esta ocasión en su voz no hallé ningún matiz, nada que denotara segundas intenciones, algo que me hiciera dudar, buscar con recelo suspicacias, sarcasmos…No, era una cuestión directa, clara y concisa; prístina. Obviamente no me pude resistir, ni que decir tiene, que con diecisiete años estaba en plena forma. C también se conservaba perfectamente, aunque en ningún momento cuestioné su aguante, pese a que en el bar me había dicho que eran treinta y siete años los que tenía.
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culito donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y C no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
Lo que sucedió a continuación carece de interés, nos vestimos y un largo beso se encargó de poner fin a aquel furtivo encuentro.
Pasaron dos semanas, en las cuales, servidor, cada noche rescataba de su memoria detalladamente todo lo que había sucedido. No hubo noche que no me masturbara recreando en mi mente tan bellos pasajes. De hecho, he de admitir que durante años hice uso de ellos.
Como digo, a las dos semanas me acerqué al bar, una mezcla de sentimientos me acompañaba: temor por no volver a ver C y también por hacerlo. Parte de mi sentía que me había aprovechado, aunque bien mirado, también yo había sido utilizado.
Fuere como fuere, era un joven adolescente, bastante inmaduro y un completo ignorante en todo aquello que concernía al amor y las mujeres.
Allí estaba E. Pedí una caña y sin pensármelo mucho le pregunté si sabía algo de C.
« ¿No lo sabes?», me dijo. «Hace dos días ejecutaron una orden de desahucio, ella y su hija se han marchado».
Perplejo, tarde un poco en reaccionar, le pregunté a E si había dejado alguna nota para mí, o su número de teléfono. A lo cual respondió que hacía cuatro días había estado en el bar, y que explícitamente le había pedido que si me veía, por favor no me diera ningún tipo de información.
Afortunadamente, aquella noche sí que vinieron mis amigos, y he de deciros que, como vulgarmente se dice, ahogué mis penas en el alcohol.
Y mi equipo fue ganador de la segunda edición del concurso de Trivial de la Universidad de Castilla la Mancha. Lo mejor es que nuestro equipo (Toledo) se tomó aquello de coña y el resto eran muy serios y sesudos. La pregunta que nos hizo ganar fue “¿Cuántas piezas tiene la dentadura de un humano adulto sano?”. Un colega se las empezó a contar metiéndole los dedos en la boca y los de Ciudad Real, que fueron los finalistas, diciendo “¡No vale! ¡Es trampa!”. Menudo descojono.
Y os tengo que confesar que me lleve unos milloncejos de pesetas en el 50x15. Lástima que entonces no hubiese YouTube… no os puedo enseñar vídeo.
Es decir que, según los parámetros de Nuxe, soy más famoso que Kiko Matamoros.Toro escribió:
a ver a ver a ver... que algún rastro tiene que quedar, como es eso que te llevaste millones en la tele?
Mi madre tiene una cinta VSH y mi suegra, que por entonces no sabía ni que iba a ser mi suegra (esa es otra historia), creo que también. Pero nada en digital.
Millón y medio en el diario y tres millones en el especial que hacían los sábados. Me sirvió para pegarme dos años muuuuy buenos en Madrid cuando era joven.
Pero bueno
Queremos saber la otra historia
¿te veían en la tele y le gustaste para yerno, como Felipe a Lerizia?
Esmeralda- Forera del Año
- Mensajes : 18665
Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
No es demasiado interesante. Mi muller es amiga de una prima mía, pero cuando nos conocimos ni ella ni yo sabíamos de ese nexo. Mi prima la llamó para contarle que estaba su primo en la tele, lo cogió mi suegra y se le ocurrió grabarlo. Luego volvió mi muller a casa, su madre se lo dijo y ella contestó "¿Y a mí qué cojones me importa el primo de Loli?".
A día de hoy creo que contestaría igual.
A día de hoy creo que contestaría igual.
Zzzz- Mensajes : 14823
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:No es demasiado interesante. Mi muller es amiga de una prima mía, pero cuando nos conocimos ni ella ni yo sabíamos de ese nexo. Mi prima la llamó para contarle que estaba su primo en la tele, lo cogió mi suegra y se le ocurrió grabarlo. Luego volvió mi muller a casa, su madre se lo dijo y ella contestó "¿Y a mí qué cojones me importa el primo de Loli?".
A día de hoy creo que contestaría igual.
m
m señor- Mensajes : 46645
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Zzzz escribió:No es demasiado interesante. Mi muller es amiga de una prima mía, pero cuando nos conocimos ni ella ni yo sabíamos de ese nexo. Mi prima la llamó para contarle que estaba su primo en la tele, lo cogió mi suegra y se le ocurrió grabarlo. Luego volvió mi muller a casa, su madre se lo dijo y ella contestó "¿Y a mí qué cojones me importa el primo de Loli?".
A día de hoy creo que contestaría igual.
Vaya, pues cuéntanos en qué te gastaste los .millones
Esmeralda- Forera del Año
- Mensajes : 18665
Fecha de inscripción : 21/02/2018
Re: RONDA 8.45 DEL CONVERSATIVO Y HACKMANIANO CONCURSO DE MICRORRELATOS. VOTACIONES CERRADAS. GALA A LAS 22H
Qué fuerte todo.
Nomeko7- Mensajes : 38134
Fecha de inscripción : 03/11/2011
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