SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK

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Mensaje por from the mars hotel 30.08.11 20:14

Ricky´s Appetite escribió:
from the mars hotel escribió:


vaya discazo repleto de clásicos inmortales................... n10 ...............

axl

mucho se habla de gente como G.Parsons o R.McGuinn (ojo,con justicia),pero Clarck,tanto en solitario como con Dillard tiene varias obras maestras...............
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Mensaje por Nashville 30.08.11 20:18



Los Death In Vegas llamaron a Paul Weller y entre todos se marcaron este cacho de versión del "So you say you lost your baby" del disco "G.C. & The Gosdin Brothers"

Maravillosa.

Yo prefiero a Clark solo que a los Byrds (sin desmerecer).
Nashville
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Mensaje por from the mars hotel 30.08.11 20:23

Nashville escribió:

Los Death In Vegas llamaron a Paul Weller y entre todos se marcaron este cacho de versión del "So you say you lost your baby" del disco "G.C. & The Gosdin Brothers"

Maravillosa.

Yo prefiero a Clark solo que a los Byrds (sin desmerecer).

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Mensaje por clint eastwood 30.08.11 22:52

Gracias Lulla por haber recomendado en su dia el maravilloso No other. A partir de ahi fue bucear en su discografia...
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Mensaje por cablehogue 31.08.11 9:55

Gene Clark y No Other: Él era el cosmos...

Si la industria discográfica, desde los lejanos tiempos del golpe de cadera de Elvis, ha avanzado a base de “hype” más o menos hueco (muchos dudaron de que debajo de los flequillos de los Beatles se escondiera algo de peso), después de largos años de reciclaje, modas caducas y revival más o menos disimulado, uno comienza a tener la impresión de que existe una nueva e insospechada forma de “hype”: el de las reediciones. Las maquinarias promocionales de las compañías comienzan a trabajar con sumo interés una parcela que durante años no pasó de ser un trámite sin mayor historia ni esfuerzo. Ahora todo se trata con mimo, las revistas musicales se pueblan de anuncios y comienzan a distinguir por un lado “el disco del mes” y por otro “la reedición del mes”. Y del mismo modo que se intenta promocionar nuevos artistas, ahora se pretende también rescribir la historia y crear nuevos clásicos. Discos más o menos enterrados, más o menos olvidados en su momento, y que se transforman por arte de transferencia digital y “liner notes” en los nuevos Santos Griales de eterna juventud.

En realidad el revisionismo reivindicativo viene de muy lejos, desde el momento en el que un enorme fracaso comercial se ha convertido con el tiempo en uno de los discos más influyentes de la historia, como puede ser el debut de la Velvet Underground. Y como la crítica musical siempre ha sido ese prodigio de ceguera colectiva que conocemos, es probable que en ocasiones crítica y público coincidiesen también a la hora de equivocarse. Por lo tanto, las oportunidades de rescate de grandes obras deben estar ahí. Frente a ellas siempre nos queda esa desconfianza casi innata ante los manejos de esta tramposa industria, que ha decidido que la relación inversión-beneficios siempre es una cuestión de escala y que así ha descubierto un nuevo filón debajo de sus propias dormidas (y doloridas) posaderas.

Todo esto viene a cuento para aclarar desde el principio que cuando servidor pase a glosar las excelencias del álbum que nos ocupa, lo está haciendo desde el espíritu crítico, dispuesto a desmarcarse de doctrinas oficiales si fuera el caso. Por eso si digo que “No Other” es una obra maestra perdida, un disco único en su especie, y que cualquier clase de alabanza sobrevenida que se haya podido leer u oír a raíz de esta nueva y exuberante reedición por Rhino, está sobradamente justificada, lo digo desde el convencimiento. Gene Clark, cuyo malogrado e inmenso talento debe ser ya conocido por todo seguidor de The Byrds, de los que fue su reticente líder y principal compositor en su primera etapa, es uno de esos genuinos malditos, uno de aquellos reyes exiliados que lo pudieron tener todo, y lo echaron a perder. Esa aura de malditismo que le ha acompañados sin embargo no ha resultado completa y suficiente, pues (duro como suena, es la verdad) no murió lo suficientemente joven ni dejó un tan bonito cadáver. Por lo que no ha alcanzado el “estatus” que otros compañeros generacionales de talentos similares (tal vez menores) como Gram Parsons, sí gozan.

Pionero del country-rock en sus primeros trabajos tras abandonar The Byrds, con los Gosdin Brothers, compositor luminoso, cantante excepcional, fue su propia incapacidad para adaptarse al negocio, y al estilo de vida insalubre que se cocía en las alturas del rock californiano, la que lastró y condenó finalmente su carrera. Por este accidentado camino fue dejando un selecto puñado de canciones y obras mayores, de las que una de las más extrañas y mejores es “No Other”. Clark, que no había conseguido arrancar su prometedora carrera en solitario tras abandonar los Byrds, recibió en 1973 la interesada ayuda de David Geffen. El avispado magnate, dispuesto a aprovechar su talento y la oportuna coyuntura de explosión del country rock californiano comandada por The Eagles y Jackson Browne, creía tener una carta ganadora entregando a Clark un presupuesto amplio y todos los medios del mundo. Así Clark se embarcó, con la asistencia de Thomas Jefferson Kaye, en la creación de una visionaria superproducción, en unas sesiones carísimas, sobrealimentadas de cocaína, y finalmente interrumpidas desde un sello, Asylum, que obliga finalmente a Clark a reducir el proyectado doble álbum a los ocho cortes publicados definitivamente.

A juicio de muchos entonces, debido al barroquismo extremo de “No Other”, en el álbum las cualidades de las transparentes melodías de Clark parecían perderse en el bosque de instrumentos y voces. Kaye y Clark se dejaron llevar sin ataduras, partiendo desde una acumulación de cuerdas, percusiones y primitivos sintetizadores Moog, que añadían aún más capas a una ya nutrida presencia de la flor y nata de los músicos de sesión americanos (Jesse Ed Davis, Leland Sklar, Butch Trucks, Russ Kunkel, Joe Lala, el Byrd Chris Hillman...) pasando por unos inopinados coros gospel sorprendentemente situados en canciones de country rock que por momentos cogen estratosféricos vuelos épicos, el disco era excesivo desde cualquier punto de vista. Aquello sonaba a una fusión incomprensible de country rock, pop psicodélico, soul e incluso funk y jazz eléctrico, envuelto todo en un dopado halo de misticismo Zen californiano. Auténtica música cósmica americana, en palabras de Gram Parsons. O el “Motown Cósmico” que afirmaban proyectar Kaye y Clark. Y ante la casi lógica renuncia del sello a gastarse un centavo más en promocionar aquel extraño artefacto, de extravagante portada colorista “Art Decó” y con Clark disfrazado de Rodolfo Valentino en la contraportada, “No Other” se hundió sin remedio en las listas, tal vez esperando mejor suerte en el futuro.

Llegado este momento actual de completa bonanza para todo aquello que huela a country rock, el gran álbum perdido de uno de sus ilustres pioneros se muestra finalmente como una de las obras más personales y distintas de la historia del género. Reeditado ahora con la compañía de las maquetas de la mayoría de los cortes del disco, algo que permitiría conocer definitivamente el sustrato oculto, y para algunos corrompido, de las canciones, “No Other” está así dispuesto para su reevaluación, y eventual rescate.

En un plano teórico “No Other” lo tiene todo en su contra. A primera vista es el producto arquetípico de una época tradicionalmente vista como nefasta. El final de la edad de oro de la contracultura y el comienzo del reinado de los dinosaurios, del aposentamiento en la F.M de una música cómoda, un nuevo “easy listening” que pacta con el sonido de la América más conservadora, el country, y sobrevive tranquilo así durante décadas ajeno a las modas. Y en ese contexto es en el que surge la nueva obra de una vieja gloria de los sesenta venida a menos, drogada y consentida en el estudio de grabación, en pleno ataque de dopado misticismo pre – New Age. De lejos, todo huele a podrido. Es por ello que la victoria artística que supone “No Other” resulte más increíble, y su carácter aún más personal.

Puede ser cierto que el sólido esqueleto de las canciones quede ahora verdaderamente de manifiesto en las versiones alternativas, mucho más desnudas, que Rhino nos ofrece en esta reedición. Pero, en realidad, no son superiores a las publicadas en su momento, sí acaso muchos más convencionales. Es verdad que la belleza inmaculada de unas melodías como las de “From a Silver Phial” o “Some Misunderstanding” no requieren más para brillar que lo que recibe en su resplandeciente demo. O que tal vez parte de la tensión instrumental que se capta en la de “No Other” esté ausente en la definitiva. Pero se me antoja que de haber optado Clark por este tratamiento más tradicionalista y conservador, “No Other” no pasaría de ser un disco excelente, pero para nada el objeto único que es. El hecho de que la producción (que llevó a considerar este disco como el “Sgt. Peppers” del country rock) consiguiese plasmar la escala cósmica a la que pretendía moverse Clark, es lo que convierte a “No Other” en una rara avis. Las canciones para Clark en la mayor parte de su carrera nunca fueron el problema, sino más bien el acabado producto de una caligrafía clara y redonda, de una voz nítida y siempre, por alucinada que pareciera, sincera. Transparencia íntima que estaba también presente en “No Other” para el que quisiera buscarla, sin tener que hacer tampoco demasiados esfuerzos.

Abrimos fuego con “Life’s Greatest Fool”, cuyo trote country rock no parece anticipar la explosión vocal que llega en el coro, las voces negras que redondean el tono de sermón de las letras, repletas de aforismos que te dicen cosas como “¿no crees, en lo profundo de tu corazón/ que demasiada soledad te hace envejecer?”. Un corte sensacional, pero en realidad el despegue del inopinado trayecto místico en que se convierte el disco. Clark en plena iluminación Zen deja una perla (“Silver Raven”) en la que sus preocupaciones ecologistas parecen rozar casi el panteísmo, mientras que la guitarra líquida de Jesse Ed Davis te atraviesa de parte a parte.

Pero la cosa va un poco más allá en la letra y el sonido con la homónima “No Other”. Un corte alucinado y alucinante, con una apertura tensa atmosférica a la manera de las producciones de jazz eléctrico de Miles Davis (“Bitches Brew” o “In A Silent Way”) o del funk más avanzado de Stevie Wonder o Marvin Gaye. Las percusiones y el “Moog” van generando una tensión instrumental creciente, resuelta por los punteos de guitarra y por los exuberantes coros gospel. Resaltando el abigarrado pero luminoso conjunto, el arrebatado tono de una letra en la que el amor alcanza visos de fuerza motriz del universo.

Golpe de gracia que deviene en momento definitivo es la inconmensurable “Strength of Strings”, que pese a superar los seis minutos de duración, desde el primero ya no roza el suelo, sino que flota ingrávido, sin esperar mucho antes de la aparición de la orquesta y coros al completo. En ella Clark parece abrazar un extraño pitagorismo de nuevo cuño, intentado explicarnos ese secreto que sugiere que la música de las esferas, encerrada en las mismas notas que puede tañer en su guitarra, es el tejido invisible que mantiene unido el cosmos. Completamente desquiciados en su peculiar trip por las nevadas alturas Kaye y Clark (por insensato que parezca su empeño) quieren hacernos entender la dimensión cósmica de toda música, y por lo tanto de ésta misma. Lo más increíble de todo es que lo consiguen plenamente.

En lo que otrora fuera la cara “B” comienza un progresivo descenso a tierra, un suave aterrizaje. La magistral “From a Silver Phial”, de inescrutable pero conmovedor sentido y subyugante melodía, deja paso a la igualmente sublime “Some Misunderstanding”. En ella se pueden encontrar algunas de las claves ocultas de la temática del disco. Lo que late aquí, por debajo del arrebato místico (o tal vez alimentándolo) es la misma clase de desencanto generacional y de amarga epifanía personal que cruzaba “On The Beach” de Neil Young y “Blood On The Tracks” de Dylan, publicados en la misma temporada. Con ellos conforma “No Other” una trilogía fascinante, extrañamente sincronizada. La obra contemporánea de tres compañeros de generación, de tres cantautores con talentos privilegiados buscando respuestas absolutamente dispares a su propia confusión y derrota, en el chirriante gozne de una década que ya no sería ni tan dorada ni esperanzadora para ellos como la anterior.

El arrepentimiento de un Clark que, como Young reconoce haber estado orinando contra el viento (“Solía tratar a mis amigos como si fuera más que un millonario/ gastándome los grandes como si me los pudiera fundir/ pero lo que vuela alto con certeza tiene que bajar/ tan sólo sube la escalera y te dirigirán hacia abajo/ a la realidad de lo que estás haciendo”) presente en “The True One”, nos lleva a una visión escrutadora y poco indulgente de la realidad circundante. En “The True One” Clark trata de encontrar, de aprender a detectar la clase de amor que resuelva la parálisis vital que conllevan tantas preguntas sin respuesta.

Finalmente emerge así la respuesta que se lleva buscando. “Lady Of The North”, rescate de un viejo tema propio escrito a medias con su amigo Doug Dillard, plantea la desencantada hipótesis de que ese momento sublime que ha buscado en el nudo del disco, en realidad ya fue, y no se pudo (o quiso) retener. Fue aquel amor tan perfecto que alcanzó tintes místicos, y del que se nos canta en pasado. Aterrizamos así en la cruda realidad. Tal vez más sabios, pero no más felices.

Así encontramos en “No Other” el desconocido nexo de unión entre las sinfonías introspectivas de los grandes popes del soul de la época y aquella desacreditada escena country rock, heredera tanto del movimiento psicodélico y del folk rock de cantautor. Un extraño “What’s Going On” desde ese Laurel Canyon repleto de estrellas. Igual de místico y de visionario en lo sonoro, pero producto de una escena que, en sentido inverso a la de la música negra, había pasado de la reivindicación revolucionaria a un desencantado ensimismamiento, quemando billetes y enrollándolos, intentando así levitar para no pisar un mundo que no pudo cambiar. Un viaje de vuelta que se cruza con un viaje de ida. Y de aquél es un muy personal cuaderno de bitácora “No Other”.

Un disco tan único como su propio título indica, la clase de obra maestra que sale de debajo de la piedra más insospechada. Un disco que, y aquí nos ponemos solemnes y asumimos lo que decimos, debe estar desde ya en ese panteón de dolidas obras maestras rescatadas a destiempo. Allí, con todos los “Foreverchanges”, “Sister Lovers” y “Pink Moon” de este mundo. Donde habita la grandeza oculta del ser humano puesto en la estacada. Donde haber estado en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno se convierte en una circunstancia menor cuando se ha dejado una marca tan falsamente discreta como verdaderamente indeleble. Marca que espera que alguien, alguna vez, le preste la atención que siempre ha merecido. Ahora, ese alguien puedes ser tú.

ENRIQUE MARTINEZ (febrero 2004)

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Mensaje por from the mars hotel 31.08.11 10:00

cablehogue escribió:Gene Clark y No Other: Él era el cosmos...

Si la industria discográfica, desde los lejanos tiempos del golpe de cadera de Elvis, ha avanzado a base de “hype” más o menos hueco (muchos dudaron de que debajo de los flequillos de los Beatles se escondiera algo de peso), después de largos años de reciclaje, modas caducas y revival más o menos disimulado, uno comienza a tener la impresión de que existe una nueva e insospechada forma de “hype”: el de las reediciones. Las maquinarias promocionales de las compañías comienzan a trabajar con sumo interés una parcela que durante años no pasó de ser un trámite sin mayor historia ni esfuerzo. Ahora todo se trata con mimo, las revistas musicales se pueblan de anuncios y comienzan a distinguir por un lado “el disco del mes” y por otro “la reedición del mes”. Y del mismo modo que se intenta promocionar nuevos artistas, ahora se pretende también rescribir la historia y crear nuevos clásicos. Discos más o menos enterrados, más o menos olvidados en su momento, y que se transforman por arte de transferencia digital y “liner notes” en los nuevos Santos Griales de eterna juventud.

En realidad el revisionismo reivindicativo viene de muy lejos, desde el momento en el que un enorme fracaso comercial se ha convertido con el tiempo en uno de los discos más influyentes de la historia, como puede ser el debut de la Velvet Underground. Y como la crítica musical siempre ha sido ese prodigio de ceguera colectiva que conocemos, es probable que en ocasiones crítica y público coincidiesen también a la hora de equivocarse. Por lo tanto, las oportunidades de rescate de grandes obras deben estar ahí. Frente a ellas siempre nos queda esa desconfianza casi innata ante los manejos de esta tramposa industria, que ha decidido que la relación inversión-beneficios siempre es una cuestión de escala y que así ha descubierto un nuevo filón debajo de sus propias dormidas (y doloridas) posaderas.

Todo esto viene a cuento para aclarar desde el principio que cuando servidor pase a glosar las excelencias del álbum que nos ocupa, lo está haciendo desde el espíritu crítico, dispuesto a desmarcarse de doctrinas oficiales si fuera el caso. Por eso si digo que “No Other” es una obra maestra perdida, un disco único en su especie, y que cualquier clase de alabanza sobrevenida que se haya podido leer u oír a raíz de esta nueva y exuberante reedición por Rhino, está sobradamente justificada, lo digo desde el convencimiento. Gene Clark, cuyo malogrado e inmenso talento debe ser ya conocido por todo seguidor de The Byrds, de los que fue su reticente líder y principal compositor en su primera etapa, es uno de esos genuinos malditos, uno de aquellos reyes exiliados que lo pudieron tener todo, y lo echaron a perder. Esa aura de malditismo que le ha acompañados sin embargo no ha resultado completa y suficiente, pues (duro como suena, es la verdad) no murió lo suficientemente joven ni dejó un tan bonito cadáver. Por lo que no ha alcanzado el “estatus” que otros compañeros generacionales de talentos similares (tal vez menores) como Gram Parsons, sí gozan.

Pionero del country-rock en sus primeros trabajos tras abandonar The Byrds, con los Gosdin Brothers, compositor luminoso, cantante excepcional, fue su propia incapacidad para adaptarse al negocio, y al estilo de vida insalubre que se cocía en las alturas del rock californiano, la que lastró y condenó finalmente su carrera. Por este accidentado camino fue dejando un selecto puñado de canciones y obras mayores, de las que una de las más extrañas y mejores es “No Other”. Clark, que no había conseguido arrancar su prometedora carrera en solitario tras abandonar los Byrds, recibió en 1973 la interesada ayuda de David Geffen. El avispado magnate, dispuesto a aprovechar su talento y la oportuna coyuntura de explosión del country rock californiano comandada por The Eagles y Jackson Browne, creía tener una carta ganadora entregando a Clark un presupuesto amplio y todos los medios del mundo. Así Clark se embarcó, con la asistencia de Thomas Jefferson Kaye, en la creación de una visionaria superproducción, en unas sesiones carísimas, sobrealimentadas de cocaína, y finalmente interrumpidas desde un sello, Asylum, que obliga finalmente a Clark a reducir el proyectado doble álbum a los ocho cortes publicados definitivamente.

A juicio de muchos entonces, debido al barroquismo extremo de “No Other”, en el álbum las cualidades de las transparentes melodías de Clark parecían perderse en el bosque de instrumentos y voces. Kaye y Clark se dejaron llevar sin ataduras, partiendo desde una acumulación de cuerdas, percusiones y primitivos sintetizadores Moog, que añadían aún más capas a una ya nutrida presencia de la flor y nata de los músicos de sesión americanos (Jesse Ed Davis, Leland Sklar, Butch Trucks, Russ Kunkel, Joe Lala, el Byrd Chris Hillman...) pasando por unos inopinados coros gospel sorprendentemente situados en canciones de country rock que por momentos cogen estratosféricos vuelos épicos, el disco era excesivo desde cualquier punto de vista. Aquello sonaba a una fusión incomprensible de country rock, pop psicodélico, soul e incluso funk y jazz eléctrico, envuelto todo en un dopado halo de misticismo Zen californiano. Auténtica música cósmica americana, en palabras de Gram Parsons. O el “Motown Cósmico” que afirmaban proyectar Kaye y Clark. Y ante la casi lógica renuncia del sello a gastarse un centavo más en promocionar aquel extraño artefacto, de extravagante portada colorista “Art Decó” y con Clark disfrazado de Rodolfo Valentino en la contraportada, “No Other” se hundió sin remedio en las listas, tal vez esperando mejor suerte en el futuro.

Llegado este momento actual de completa bonanza para todo aquello que huela a country rock, el gran álbum perdido de uno de sus ilustres pioneros se muestra finalmente como una de las obras más personales y distintas de la historia del género. Reeditado ahora con la compañía de las maquetas de la mayoría de los cortes del disco, algo que permitiría conocer definitivamente el sustrato oculto, y para algunos corrompido, de las canciones, “No Other” está así dispuesto para su reevaluación, y eventual rescate.

En un plano teórico “No Other” lo tiene todo en su contra. A primera vista es el producto arquetípico de una época tradicionalmente vista como nefasta. El final de la edad de oro de la contracultura y el comienzo del reinado de los dinosaurios, del aposentamiento en la F.M de una música cómoda, un nuevo “easy listening” que pacta con el sonido de la América más conservadora, el country, y sobrevive tranquilo así durante décadas ajeno a las modas. Y en ese contexto es en el que surge la nueva obra de una vieja gloria de los sesenta venida a menos, drogada y consentida en el estudio de grabación, en pleno ataque de dopado misticismo pre – New Age. De lejos, todo huele a podrido. Es por ello que la victoria artística que supone “No Other” resulte más increíble, y su carácter aún más personal.

Puede ser cierto que el sólido esqueleto de las canciones quede ahora verdaderamente de manifiesto en las versiones alternativas, mucho más desnudas, que Rhino nos ofrece en esta reedición. Pero, en realidad, no son superiores a las publicadas en su momento, sí acaso muchos más convencionales. Es verdad que la belleza inmaculada de unas melodías como las de “From a Silver Phial” o “Some Misunderstanding” no requieren más para brillar que lo que recibe en su resplandeciente demo. O que tal vez parte de la tensión instrumental que se capta en la de “No Other” esté ausente en la definitiva. Pero se me antoja que de haber optado Clark por este tratamiento más tradicionalista y conservador, “No Other” no pasaría de ser un disco excelente, pero para nada el objeto único que es. El hecho de que la producción (que llevó a considerar este disco como el “Sgt. Peppers” del country rock) consiguiese plasmar la escala cósmica a la que pretendía moverse Clark, es lo que convierte a “No Other” en una rara avis. Las canciones para Clark en la mayor parte de su carrera nunca fueron el problema, sino más bien el acabado producto de una caligrafía clara y redonda, de una voz nítida y siempre, por alucinada que pareciera, sincera. Transparencia íntima que estaba también presente en “No Other” para el que quisiera buscarla, sin tener que hacer tampoco demasiados esfuerzos.

Abrimos fuego con “Life’s Greatest Fool”, cuyo trote country rock no parece anticipar la explosión vocal que llega en el coro, las voces negras que redondean el tono de sermón de las letras, repletas de aforismos que te dicen cosas como “¿no crees, en lo profundo de tu corazón/ que demasiada soledad te hace envejecer?”. Un corte sensacional, pero en realidad el despegue del inopinado trayecto místico en que se convierte el disco. Clark en plena iluminación Zen deja una perla (“Silver Raven”) en la que sus preocupaciones ecologistas parecen rozar casi el panteísmo, mientras que la guitarra líquida de Jesse Ed Davis te atraviesa de parte a parte.

Pero la cosa va un poco más allá en la letra y el sonido con la homónima “No Other”. Un corte alucinado y alucinante, con una apertura tensa atmosférica a la manera de las producciones de jazz eléctrico de Miles Davis (“Bitches Brew” o “In A Silent Way”) o del funk más avanzado de Stevie Wonder o Marvin Gaye. Las percusiones y el “Moog” van generando una tensión instrumental creciente, resuelta por los punteos de guitarra y por los exuberantes coros gospel. Resaltando el abigarrado pero luminoso conjunto, el arrebatado tono de una letra en la que el amor alcanza visos de fuerza motriz del universo.

Golpe de gracia que deviene en momento definitivo es la inconmensurable “Strength of Strings”, que pese a superar los seis minutos de duración, desde el primero ya no roza el suelo, sino que flota ingrávido, sin esperar mucho antes de la aparición de la orquesta y coros al completo. En ella Clark parece abrazar un extraño pitagorismo de nuevo cuño, intentado explicarnos ese secreto que sugiere que la música de las esferas, encerrada en las mismas notas que puede tañer en su guitarra, es el tejido invisible que mantiene unido el cosmos. Completamente desquiciados en su peculiar trip por las nevadas alturas Kaye y Clark (por insensato que parezca su empeño) quieren hacernos entender la dimensión cósmica de toda música, y por lo tanto de ésta misma. Lo más increíble de todo es que lo consiguen plenamente.

En lo que otrora fuera la cara “B” comienza un progresivo descenso a tierra, un suave aterrizaje. La magistral “From a Silver Phial”, de inescrutable pero conmovedor sentido y subyugante melodía, deja paso a la igualmente sublime “Some Misunderstanding”. En ella se pueden encontrar algunas de las claves ocultas de la temática del disco. Lo que late aquí, por debajo del arrebato místico (o tal vez alimentándolo) es la misma clase de desencanto generacional y de amarga epifanía personal que cruzaba “On The Beach” de Neil Young y “Blood On The Tracks” de Dylan, publicados en la misma temporada. Con ellos conforma “No Other” una trilogía fascinante, extrañamente sincronizada. La obra contemporánea de tres compañeros de generación, de tres cantautores con talentos privilegiados buscando respuestas absolutamente dispares a su propia confusión y derrota, en el chirriante gozne de una década que ya no sería ni tan dorada ni esperanzadora para ellos como la anterior.

El arrepentimiento de un Clark que, como Young reconoce haber estado orinando contra el viento (“Solía tratar a mis amigos como si fuera más que un millonario/ gastándome los grandes como si me los pudiera fundir/ pero lo que vuela alto con certeza tiene que bajar/ tan sólo sube la escalera y te dirigirán hacia abajo/ a la realidad de lo que estás haciendo”) presente en “The True One”, nos lleva a una visión escrutadora y poco indulgente de la realidad circundante. En “The True One” Clark trata de encontrar, de aprender a detectar la clase de amor que resuelva la parálisis vital que conllevan tantas preguntas sin respuesta.

Finalmente emerge así la respuesta que se lleva buscando. “Lady Of The North”, rescate de un viejo tema propio escrito a medias con su amigo Doug Dillard, plantea la desencantada hipótesis de que ese momento sublime que ha buscado en el nudo del disco, en realidad ya fue, y no se pudo (o quiso) retener. Fue aquel amor tan perfecto que alcanzó tintes místicos, y del que se nos canta en pasado. Aterrizamos así en la cruda realidad. Tal vez más sabios, pero no más felices.

Así encontramos en “No Other” el desconocido nexo de unión entre las sinfonías introspectivas de los grandes popes del soul de la época y aquella desacreditada escena country rock, heredera tanto del movimiento psicodélico y del folk rock de cantautor. Un extraño “What’s Going On” desde ese Laurel Canyon repleto de estrellas. Igual de místico y de visionario en lo sonoro, pero producto de una escena que, en sentido inverso a la de la música negra, había pasado de la reivindicación revolucionaria a un desencantado ensimismamiento, quemando billetes y enrollándolos, intentando así levitar para no pisar un mundo que no pudo cambiar. Un viaje de vuelta que se cruza con un viaje de ida. Y de aquél es un muy personal cuaderno de bitácora “No Other”.

Un disco tan único como su propio título indica, la clase de obra maestra que sale de debajo de la piedra más insospechada. Un disco que, y aquí nos ponemos solemnes y asumimos lo que decimos, debe estar desde ya en ese panteón de dolidas obras maestras rescatadas a destiempo. Allí, con todos los “Foreverchanges”, “Sister Lovers” y “Pink Moon” de este mundo. Donde habita la grandeza oculta del ser humano puesto en la estacada. Donde haber estado en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno se convierte en una circunstancia menor cuando se ha dejado una marca tan falsamente discreta como verdaderamente indeleble. Marca que espera que alguien, alguna vez, le preste la atención que siempre ha merecido. Ahora, ese alguien puedes ser tú.

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thanks Cable , que artículo más bueno........... cheers ........y que buenos son los discos de Thomas Jefferson Kaye ....... drunken ..................
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Mensaje por ZoSo 31.08.11 10:03

Solo tengo No Other y es tremendo, me lo recomendo Lulla, gracias Lulla. Smile
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Mensaje por pinkpanther 31.08.11 10:19

cablehogue escribió:Gene Clark y No Other: Él era el cosmos...

Si la industria discográfica, desde los lejanos tiempos del golpe de cadera de Elvis, ha avanzado a base de “hype” más o menos hueco (muchos dudaron de que debajo de los flequillos de los Beatles se escondiera algo de peso), después de largos años de reciclaje, modas caducas y revival más o menos disimulado, uno comienza a tener la impresión de que existe una nueva e insospechada forma de “hype”: el de las reediciones. Las maquinarias promocionales de las compañías comienzan a trabajar con sumo interés una parcela que durante años no pasó de ser un trámite sin mayor historia ni esfuerzo. Ahora todo se trata con mimo, las revistas musicales se pueblan de anuncios y comienzan a distinguir por un lado “el disco del mes” y por otro “la reedición del mes”. Y del mismo modo que se intenta promocionar nuevos artistas, ahora se pretende también rescribir la historia y crear nuevos clásicos. Discos más o menos enterrados, más o menos olvidados en su momento, y que se transforman por arte de transferencia digital y “liner notes” en los nuevos Santos Griales de eterna juventud.

En realidad el revisionismo reivindicativo viene de muy lejos, desde el momento en el que un enorme fracaso comercial se ha convertido con el tiempo en uno de los discos más influyentes de la historia, como puede ser el debut de la Velvet Underground. Y como la crítica musical siempre ha sido ese prodigio de ceguera colectiva que conocemos, es probable que en ocasiones crítica y público coincidiesen también a la hora de equivocarse. Por lo tanto, las oportunidades de rescate de grandes obras deben estar ahí. Frente a ellas siempre nos queda esa desconfianza casi innata ante los manejos de esta tramposa industria, que ha decidido que la relación inversión-beneficios siempre es una cuestión de escala y que así ha descubierto un nuevo filón debajo de sus propias dormidas (y doloridas) posaderas.

Todo esto viene a cuento para aclarar desde el principio que cuando servidor pase a glosar las excelencias del álbum que nos ocupa, lo está haciendo desde el espíritu crítico, dispuesto a desmarcarse de doctrinas oficiales si fuera el caso. Por eso si digo que “No Other” es una obra maestra perdida, un disco único en su especie, y que cualquier clase de alabanza sobrevenida que se haya podido leer u oír a raíz de esta nueva y exuberante reedición por Rhino, está sobradamente justificada, lo digo desde el convencimiento. Gene Clark, cuyo malogrado e inmenso talento debe ser ya conocido por todo seguidor de The Byrds, de los que fue su reticente líder y principal compositor en su primera etapa, es uno de esos genuinos malditos, uno de aquellos reyes exiliados que lo pudieron tener todo, y lo echaron a perder. Esa aura de malditismo que le ha acompañados sin embargo no ha resultado completa y suficiente, pues (duro como suena, es la verdad) no murió lo suficientemente joven ni dejó un tan bonito cadáver. Por lo que no ha alcanzado el “estatus” que otros compañeros generacionales de talentos similares (tal vez menores) como Gram Parsons, sí gozan.

Pionero del country-rock en sus primeros trabajos tras abandonar The Byrds, con los Gosdin Brothers, compositor luminoso, cantante excepcional, fue su propia incapacidad para adaptarse al negocio, y al estilo de vida insalubre que se cocía en las alturas del rock californiano, la que lastró y condenó finalmente su carrera. Por este accidentado camino fue dejando un selecto puñado de canciones y obras mayores, de las que una de las más extrañas y mejores es “No Other”. Clark, que no había conseguido arrancar su prometedora carrera en solitario tras abandonar los Byrds, recibió en 1973 la interesada ayuda de David Geffen. El avispado magnate, dispuesto a aprovechar su talento y la oportuna coyuntura de explosión del country rock californiano comandada por The Eagles y Jackson Browne, creía tener una carta ganadora entregando a Clark un presupuesto amplio y todos los medios del mundo. Así Clark se embarcó, con la asistencia de Thomas Jefferson Kaye, en la creación de una visionaria superproducción, en unas sesiones carísimas, sobrealimentadas de cocaína, y finalmente interrumpidas desde un sello, Asylum, que obliga finalmente a Clark a reducir el proyectado doble álbum a los ocho cortes publicados definitivamente.

A juicio de muchos entonces, debido al barroquismo extremo de “No Other”, en el álbum las cualidades de las transparentes melodías de Clark parecían perderse en el bosque de instrumentos y voces. Kaye y Clark se dejaron llevar sin ataduras, partiendo desde una acumulación de cuerdas, percusiones y primitivos sintetizadores Moog, que añadían aún más capas a una ya nutrida presencia de la flor y nata de los músicos de sesión americanos (Jesse Ed Davis, Leland Sklar, Butch Trucks, Russ Kunkel, Joe Lala, el Byrd Chris Hillman...) pasando por unos inopinados coros gospel sorprendentemente situados en canciones de country rock que por momentos cogen estratosféricos vuelos épicos, el disco era excesivo desde cualquier punto de vista. Aquello sonaba a una fusión incomprensible de country rock, pop psicodélico, soul e incluso funk y jazz eléctrico, envuelto todo en un dopado halo de misticismo Zen californiano. Auténtica música cósmica americana, en palabras de Gram Parsons. O el “Motown Cósmico” que afirmaban proyectar Kaye y Clark. Y ante la casi lógica renuncia del sello a gastarse un centavo más en promocionar aquel extraño artefacto, de extravagante portada colorista “Art Decó” y con Clark disfrazado de Rodolfo Valentino en la contraportada, “No Other” se hundió sin remedio en las listas, tal vez esperando mejor suerte en el futuro.

Llegado este momento actual de completa bonanza para todo aquello que huela a country rock, el gran álbum perdido de uno de sus ilustres pioneros se muestra finalmente como una de las obras más personales y distintas de la historia del género. Reeditado ahora con la compañía de las maquetas de la mayoría de los cortes del disco, algo que permitiría conocer definitivamente el sustrato oculto, y para algunos corrompido, de las canciones, “No Other” está así dispuesto para su reevaluación, y eventual rescate.

En un plano teórico “No Other” lo tiene todo en su contra. A primera vista es el producto arquetípico de una época tradicionalmente vista como nefasta. El final de la edad de oro de la contracultura y el comienzo del reinado de los dinosaurios, del aposentamiento en la F.M de una música cómoda, un nuevo “easy listening” que pacta con el sonido de la América más conservadora, el country, y sobrevive tranquilo así durante décadas ajeno a las modas. Y en ese contexto es en el que surge la nueva obra de una vieja gloria de los sesenta venida a menos, drogada y consentida en el estudio de grabación, en pleno ataque de dopado misticismo pre – New Age. De lejos, todo huele a podrido. Es por ello que la victoria artística que supone “No Other” resulte más increíble, y su carácter aún más personal.

Puede ser cierto que el sólido esqueleto de las canciones quede ahora verdaderamente de manifiesto en las versiones alternativas, mucho más desnudas, que Rhino nos ofrece en esta reedición. Pero, en realidad, no son superiores a las publicadas en su momento, sí acaso muchos más convencionales. Es verdad que la belleza inmaculada de unas melodías como las de “From a Silver Phial” o “Some Misunderstanding” no requieren más para brillar que lo que recibe en su resplandeciente demo. O que tal vez parte de la tensión instrumental que se capta en la de “No Other” esté ausente en la definitiva. Pero se me antoja que de haber optado Clark por este tratamiento más tradicionalista y conservador, “No Other” no pasaría de ser un disco excelente, pero para nada el objeto único que es. El hecho de que la producción (que llevó a considerar este disco como el “Sgt. Peppers” del country rock) consiguiese plasmar la escala cósmica a la que pretendía moverse Clark, es lo que convierte a “No Other” en una rara avis. Las canciones para Clark en la mayor parte de su carrera nunca fueron el problema, sino más bien el acabado producto de una caligrafía clara y redonda, de una voz nítida y siempre, por alucinada que pareciera, sincera. Transparencia íntima que estaba también presente en “No Other” para el que quisiera buscarla, sin tener que hacer tampoco demasiados esfuerzos.

Abrimos fuego con “Life’s Greatest Fool”, cuyo trote country rock no parece anticipar la explosión vocal que llega en el coro, las voces negras que redondean el tono de sermón de las letras, repletas de aforismos que te dicen cosas como “¿no crees, en lo profundo de tu corazón/ que demasiada soledad te hace envejecer?”. Un corte sensacional, pero en realidad el despegue del inopinado trayecto místico en que se convierte el disco. Clark en plena iluminación Zen deja una perla (“Silver Raven”) en la que sus preocupaciones ecologistas parecen rozar casi el panteísmo, mientras que la guitarra líquida de Jesse Ed Davis te atraviesa de parte a parte.

Pero la cosa va un poco más allá en la letra y el sonido con la homónima “No Other”. Un corte alucinado y alucinante, con una apertura tensa atmosférica a la manera de las producciones de jazz eléctrico de Miles Davis (“Bitches Brew” o “In A Silent Way”) o del funk más avanzado de Stevie Wonder o Marvin Gaye. Las percusiones y el “Moog” van generando una tensión instrumental creciente, resuelta por los punteos de guitarra y por los exuberantes coros gospel. Resaltando el abigarrado pero luminoso conjunto, el arrebatado tono de una letra en la que el amor alcanza visos de fuerza motriz del universo.

Golpe de gracia que deviene en momento definitivo es la inconmensurable “Strength of Strings”, que pese a superar los seis minutos de duración, desde el primero ya no roza el suelo, sino que flota ingrávido, sin esperar mucho antes de la aparición de la orquesta y coros al completo. En ella Clark parece abrazar un extraño pitagorismo de nuevo cuño, intentado explicarnos ese secreto que sugiere que la música de las esferas, encerrada en las mismas notas que puede tañer en su guitarra, es el tejido invisible que mantiene unido el cosmos. Completamente desquiciados en su peculiar trip por las nevadas alturas Kaye y Clark (por insensato que parezca su empeño) quieren hacernos entender la dimensión cósmica de toda música, y por lo tanto de ésta misma. Lo más increíble de todo es que lo consiguen plenamente.

En lo que otrora fuera la cara “B” comienza un progresivo descenso a tierra, un suave aterrizaje. La magistral “From a Silver Phial”, de inescrutable pero conmovedor sentido y subyugante melodía, deja paso a la igualmente sublime “Some Misunderstanding”. En ella se pueden encontrar algunas de las claves ocultas de la temática del disco. Lo que late aquí, por debajo del arrebato místico (o tal vez alimentándolo) es la misma clase de desencanto generacional y de amarga epifanía personal que cruzaba “On The Beach” de Neil Young y “Blood On The Tracks” de Dylan, publicados en la misma temporada. Con ellos conforma “No Other” una trilogía fascinante, extrañamente sincronizada. La obra contemporánea de tres compañeros de generación, de tres cantautores con talentos privilegiados buscando respuestas absolutamente dispares a su propia confusión y derrota, en el chirriante gozne de una década que ya no sería ni tan dorada ni esperanzadora para ellos como la anterior.

El arrepentimiento de un Clark que, como Young reconoce haber estado orinando contra el viento (“Solía tratar a mis amigos como si fuera más que un millonario/ gastándome los grandes como si me los pudiera fundir/ pero lo que vuela alto con certeza tiene que bajar/ tan sólo sube la escalera y te dirigirán hacia abajo/ a la realidad de lo que estás haciendo”) presente en “The True One”, nos lleva a una visión escrutadora y poco indulgente de la realidad circundante. En “The True One” Clark trata de encontrar, de aprender a detectar la clase de amor que resuelva la parálisis vital que conllevan tantas preguntas sin respuesta.

Finalmente emerge así la respuesta que se lleva buscando. “Lady Of The North”, rescate de un viejo tema propio escrito a medias con su amigo Doug Dillard, plantea la desencantada hipótesis de que ese momento sublime que ha buscado en el nudo del disco, en realidad ya fue, y no se pudo (o quiso) retener. Fue aquel amor tan perfecto que alcanzó tintes místicos, y del que se nos canta en pasado. Aterrizamos así en la cruda realidad. Tal vez más sabios, pero no más felices.

Así encontramos en “No Other” el desconocido nexo de unión entre las sinfonías introspectivas de los grandes popes del soul de la época y aquella desacreditada escena country rock, heredera tanto del movimiento psicodélico y del folk rock de cantautor. Un extraño “What’s Going On” desde ese Laurel Canyon repleto de estrellas. Igual de místico y de visionario en lo sonoro, pero producto de una escena que, en sentido inverso a la de la música negra, había pasado de la reivindicación revolucionaria a un desencantado ensimismamiento, quemando billetes y enrollándolos, intentando así levitar para no pisar un mundo que no pudo cambiar. Un viaje de vuelta que se cruza con un viaje de ida. Y de aquél es un muy personal cuaderno de bitácora “No Other”.

Un disco tan único como su propio título indica, la clase de obra maestra que sale de debajo de la piedra más insospechada. Un disco que, y aquí nos ponemos solemnes y asumimos lo que decimos, debe estar desde ya en ese panteón de dolidas obras maestras rescatadas a destiempo. Allí, con todos los “Foreverchanges”, “Sister Lovers” y “Pink Moon” de este mundo. Donde habita la grandeza oculta del ser humano puesto en la estacada. Donde haber estado en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno se convierte en una circunstancia menor cuando se ha dejado una marca tan falsamente discreta como verdaderamente indeleble. Marca que espera que alguien, alguna vez, le preste la atención que siempre ha merecido. Ahora, ese alguien puedes ser tú.

ENRIQUE MARTINEZ (febrero 2004)

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Mensaje por cablehogue 31.08.11 10:24

pobre lulla... si le hubieseis reconocido sus méritos antes no se habría ido del foro... pero ya es demasiado tarde...

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Mensaje por pinkpanther 31.08.11 10:50

cablehogue escribió:pobre lulla... si le hubieseis reconocido sus méritos antes no se habría ido del foro... pero ya es demasiado tarde...

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Mensaje por bassnick 31.08.11 13:26

cablehogue escribió:Gene Clark y No Other: Él era el cosmos...

Si la industria discográfica, desde los lejanos tiempos del golpe de cadera de Elvis, ha avanzado a base de “hype” más o menos hueco (muchos dudaron de que debajo de los flequillos de los Beatles se escondiera algo de peso), después de largos años de reciclaje, modas caducas y revival más o menos disimulado, uno comienza a tener la impresión de que existe una nueva e insospechada forma de “hype”: el de las reediciones. Las maquinarias promocionales de las compañías comienzan a trabajar con sumo interés una parcela que durante años no pasó de ser un trámite sin mayor historia ni esfuerzo. Ahora todo se trata con mimo, las revistas musicales se pueblan de anuncios y comienzan a distinguir por un lado “el disco del mes” y por otro “la reedición del mes”. Y del mismo modo que se intenta promocionar nuevos artistas, ahora se pretende también rescribir la historia y crear nuevos clásicos. Discos más o menos enterrados, más o menos olvidados en su momento, y que se transforman por arte de transferencia digital y “liner notes” en los nuevos Santos Griales de eterna juventud.

En realidad el revisionismo reivindicativo viene de muy lejos, desde el momento en el que un enorme fracaso comercial se ha convertido con el tiempo en uno de los discos más influyentes de la historia, como puede ser el debut de la Velvet Underground. Y como la crítica musical siempre ha sido ese prodigio de ceguera colectiva que conocemos, es probable que en ocasiones crítica y público coincidiesen también a la hora de equivocarse. Por lo tanto, las oportunidades de rescate de grandes obras deben estar ahí. Frente a ellas siempre nos queda esa desconfianza casi innata ante los manejos de esta tramposa industria, que ha decidido que la relación inversión-beneficios siempre es una cuestión de escala y que así ha descubierto un nuevo filón debajo de sus propias dormidas (y doloridas) posaderas.

Todo esto viene a cuento para aclarar desde el principio que cuando servidor pase a glosar las excelencias del álbum que nos ocupa, lo está haciendo desde el espíritu crítico, dispuesto a desmarcarse de doctrinas oficiales si fuera el caso. Por eso si digo que “No Other” es una obra maestra perdida, un disco único en su especie, y que cualquier clase de alabanza sobrevenida que se haya podido leer u oír a raíz de esta nueva y exuberante reedición por Rhino, está sobradamente justificada, lo digo desde el convencimiento. Gene Clark, cuyo malogrado e inmenso talento debe ser ya conocido por todo seguidor de The Byrds, de los que fue su reticente líder y principal compositor en su primera etapa, es uno de esos genuinos malditos, uno de aquellos reyes exiliados que lo pudieron tener todo, y lo echaron a perder. Esa aura de malditismo que le ha acompañados sin embargo no ha resultado completa y suficiente, pues (duro como suena, es la verdad) no murió lo suficientemente joven ni dejó un tan bonito cadáver. Por lo que no ha alcanzado el “estatus” que otros compañeros generacionales de talentos similares (tal vez menores) como Gram Parsons, sí gozan.

Pionero del country-rock en sus primeros trabajos tras abandonar The Byrds, con los Gosdin Brothers, compositor luminoso, cantante excepcional, fue su propia incapacidad para adaptarse al negocio, y al estilo de vida insalubre que se cocía en las alturas del rock californiano, la que lastró y condenó finalmente su carrera. Por este accidentado camino fue dejando un selecto puñado de canciones y obras mayores, de las que una de las más extrañas y mejores es “No Other”. Clark, que no había conseguido arrancar su prometedora carrera en solitario tras abandonar los Byrds, recibió en 1973 la interesada ayuda de David Geffen. El avispado magnate, dispuesto a aprovechar su talento y la oportuna coyuntura de explosión del country rock californiano comandada por The Eagles y Jackson Browne, creía tener una carta ganadora entregando a Clark un presupuesto amplio y todos los medios del mundo. Así Clark se embarcó, con la asistencia de Thomas Jefferson Kaye, en la creación de una visionaria superproducción, en unas sesiones carísimas, sobrealimentadas de cocaína, y finalmente interrumpidas desde un sello, Asylum, que obliga finalmente a Clark a reducir el proyectado doble álbum a los ocho cortes publicados definitivamente.

A juicio de muchos entonces, debido al barroquismo extremo de “No Other”, en el álbum las cualidades de las transparentes melodías de Clark parecían perderse en el bosque de instrumentos y voces. Kaye y Clark se dejaron llevar sin ataduras, partiendo desde una acumulación de cuerdas, percusiones y primitivos sintetizadores Moog, que añadían aún más capas a una ya nutrida presencia de la flor y nata de los músicos de sesión americanos (Jesse Ed Davis, Leland Sklar, Butch Trucks, Russ Kunkel, Joe Lala, el Byrd Chris Hillman...) pasando por unos inopinados coros gospel sorprendentemente situados en canciones de country rock que por momentos cogen estratosféricos vuelos épicos, el disco era excesivo desde cualquier punto de vista. Aquello sonaba a una fusión incomprensible de country rock, pop psicodélico, soul e incluso funk y jazz eléctrico, envuelto todo en un dopado halo de misticismo Zen californiano. Auténtica música cósmica americana, en palabras de Gram Parsons. O el “Motown Cósmico” que afirmaban proyectar Kaye y Clark. Y ante la casi lógica renuncia del sello a gastarse un centavo más en promocionar aquel extraño artefacto, de extravagante portada colorista “Art Decó” y con Clark disfrazado de Rodolfo Valentino en la contraportada, “No Other” se hundió sin remedio en las listas, tal vez esperando mejor suerte en el futuro.

Llegado este momento actual de completa bonanza para todo aquello que huela a country rock, el gran álbum perdido de uno de sus ilustres pioneros se muestra finalmente como una de las obras más personales y distintas de la historia del género. Reeditado ahora con la compañía de las maquetas de la mayoría de los cortes del disco, algo que permitiría conocer definitivamente el sustrato oculto, y para algunos corrompido, de las canciones, “No Other” está así dispuesto para su reevaluación, y eventual rescate.

En un plano teórico “No Other” lo tiene todo en su contra. A primera vista es el producto arquetípico de una época tradicionalmente vista como nefasta. El final de la edad de oro de la contracultura y el comienzo del reinado de los dinosaurios, del aposentamiento en la F.M de una música cómoda, un nuevo “easy listening” que pacta con el sonido de la América más conservadora, el country, y sobrevive tranquilo así durante décadas ajeno a las modas. Y en ese contexto es en el que surge la nueva obra de una vieja gloria de los sesenta venida a menos, drogada y consentida en el estudio de grabación, en pleno ataque de dopado misticismo pre – New Age. De lejos, todo huele a podrido. Es por ello que la victoria artística que supone “No Other” resulte más increíble, y su carácter aún más personal.

Puede ser cierto que el sólido esqueleto de las canciones quede ahora verdaderamente de manifiesto en las versiones alternativas, mucho más desnudas, que Rhino nos ofrece en esta reedición. Pero, en realidad, no son superiores a las publicadas en su momento, sí acaso muchos más convencionales. Es verdad que la belleza inmaculada de unas melodías como las de “From a Silver Phial” o “Some Misunderstanding” no requieren más para brillar que lo que recibe en su resplandeciente demo. O que tal vez parte de la tensión instrumental que se capta en la de “No Other” esté ausente en la definitiva. Pero se me antoja que de haber optado Clark por este tratamiento más tradicionalista y conservador, “No Other” no pasaría de ser un disco excelente, pero para nada el objeto único que es. El hecho de que la producción (que llevó a considerar este disco como el “Sgt. Peppers” del country rock) consiguiese plasmar la escala cósmica a la que pretendía moverse Clark, es lo que convierte a “No Other” en una rara avis. Las canciones para Clark en la mayor parte de su carrera nunca fueron el problema, sino más bien el acabado producto de una caligrafía clara y redonda, de una voz nítida y siempre, por alucinada que pareciera, sincera. Transparencia íntima que estaba también presente en “No Other” para el que quisiera buscarla, sin tener que hacer tampoco demasiados esfuerzos.

Abrimos fuego con “Life’s Greatest Fool”, cuyo trote country rock no parece anticipar la explosión vocal que llega en el coro, las voces negras que redondean el tono de sermón de las letras, repletas de aforismos que te dicen cosas como “¿no crees, en lo profundo de tu corazón/ que demasiada soledad te hace envejecer?”. Un corte sensacional, pero en realidad el despegue del inopinado trayecto místico en que se convierte el disco. Clark en plena iluminación Zen deja una perla (“Silver Raven”) en la que sus preocupaciones ecologistas parecen rozar casi el panteísmo, mientras que la guitarra líquida de Jesse Ed Davis te atraviesa de parte a parte.

Pero la cosa va un poco más allá en la letra y el sonido con la homónima “No Other”. Un corte alucinado y alucinante, con una apertura tensa atmosférica a la manera de las producciones de jazz eléctrico de Miles Davis (“Bitches Brew” o “In A Silent Way”) o del funk más avanzado de Stevie Wonder o Marvin Gaye. Las percusiones y el “Moog” van generando una tensión instrumental creciente, resuelta por los punteos de guitarra y por los exuberantes coros gospel. Resaltando el abigarrado pero luminoso conjunto, el arrebatado tono de una letra en la que el amor alcanza visos de fuerza motriz del universo.

Golpe de gracia que deviene en momento definitivo es la inconmensurable “Strength of Strings”, que pese a superar los seis minutos de duración, desde el primero ya no roza el suelo, sino que flota ingrávido, sin esperar mucho antes de la aparición de la orquesta y coros al completo. En ella Clark parece abrazar un extraño pitagorismo de nuevo cuño, intentado explicarnos ese secreto que sugiere que la música de las esferas, encerrada en las mismas notas que puede tañer en su guitarra, es el tejido invisible que mantiene unido el cosmos. Completamente desquiciados en su peculiar trip por las nevadas alturas Kaye y Clark (por insensato que parezca su empeño) quieren hacernos entender la dimensión cósmica de toda música, y por lo tanto de ésta misma. Lo más increíble de todo es que lo consiguen plenamente.

En lo que otrora fuera la cara “B” comienza un progresivo descenso a tierra, un suave aterrizaje. La magistral “From a Silver Phial”, de inescrutable pero conmovedor sentido y subyugante melodía, deja paso a la igualmente sublime “Some Misunderstanding”. En ella se pueden encontrar algunas de las claves ocultas de la temática del disco. Lo que late aquí, por debajo del arrebato místico (o tal vez alimentándolo) es la misma clase de desencanto generacional y de amarga epifanía personal que cruzaba “On The Beach” de Neil Young y “Blood On The Tracks” de Dylan, publicados en la misma temporada. Con ellos conforma “No Other” una trilogía fascinante, extrañamente sincronizada. La obra contemporánea de tres compañeros de generación, de tres cantautores con talentos privilegiados buscando respuestas absolutamente dispares a su propia confusión y derrota, en el chirriante gozne de una década que ya no sería ni tan dorada ni esperanzadora para ellos como la anterior.

El arrepentimiento de un Clark que, como Young reconoce haber estado orinando contra el viento (“Solía tratar a mis amigos como si fuera más que un millonario/ gastándome los grandes como si me los pudiera fundir/ pero lo que vuela alto con certeza tiene que bajar/ tan sólo sube la escalera y te dirigirán hacia abajo/ a la realidad de lo que estás haciendo”) presente en “The True One”, nos lleva a una visión escrutadora y poco indulgente de la realidad circundante. En “The True One” Clark trata de encontrar, de aprender a detectar la clase de amor que resuelva la parálisis vital que conllevan tantas preguntas sin respuesta.

Finalmente emerge así la respuesta que se lleva buscando. “Lady Of The North”, rescate de un viejo tema propio escrito a medias con su amigo Doug Dillard, plantea la desencantada hipótesis de que ese momento sublime que ha buscado en el nudo del disco, en realidad ya fue, y no se pudo (o quiso) retener. Fue aquel amor tan perfecto que alcanzó tintes místicos, y del que se nos canta en pasado. Aterrizamos así en la cruda realidad. Tal vez más sabios, pero no más felices.

Así encontramos en “No Other” el desconocido nexo de unión entre las sinfonías introspectivas de los grandes popes del soul de la época y aquella desacreditada escena country rock, heredera tanto del movimiento psicodélico y del folk rock de cantautor. Un extraño “What’s Going On” desde ese Laurel Canyon repleto de estrellas. Igual de místico y de visionario en lo sonoro, pero producto de una escena que, en sentido inverso a la de la música negra, había pasado de la reivindicación revolucionaria a un desencantado ensimismamiento, quemando billetes y enrollándolos, intentando así levitar para no pisar un mundo que no pudo cambiar. Un viaje de vuelta que se cruza con un viaje de ida. Y de aquél es un muy personal cuaderno de bitácora “No Other”.

Un disco tan único como su propio título indica, la clase de obra maestra que sale de debajo de la piedra más insospechada. Un disco que, y aquí nos ponemos solemnes y asumimos lo que decimos, debe estar desde ya en ese panteón de dolidas obras maestras rescatadas a destiempo. Allí, con todos los “Foreverchanges”, “Sister Lovers” y “Pink Moon” de este mundo. Donde habita la grandeza oculta del ser humano puesto en la estacada. Donde haber estado en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno se convierte en una circunstancia menor cuando se ha dejado una marca tan falsamente discreta como verdaderamente indeleble. Marca que espera que alguien, alguna vez, le preste la atención que siempre ha merecido. Ahora, ese alguien puedes ser tú.

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http://www.sysvisions.com/feedback-zine/articulos/a_geneclark.html
cheers
Impresionante ¡¡¡¡
Tenía el "White light" pero al leer el artículo inmediatamente he ido a Amazon y el "No other" a la cesta.
Voy a ponerme con Gene Clark seriamente.
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Mensaje por from the mars hotel 03.09.11 10:44

Muy bueno el artículo del Ruta sobre SO REBELLIOUS A LOVER ..............muy recomendable............ cheers ............
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Mensaje por from the mars hotel 05.09.11 10:00

from the mars hotel escribió:Muy bueno el artículo del Ruta sobre SO REBELLIOUS A LOVER ..............muy recomendable............ cheers ............





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Mensaje por Joe Yamanaka 29.09.11 23:56

Sundazed va a reeditar tres discos de este hombre:

Upon leaving the Byrds, Gene Clark blended many genres into his own brand of Americana. Tremendously influential on his peers as well as future generations of musicians, his legacy lives on through these watershed albums:
• The Fantastic Expedition of Dillard & Clark
• White Light
• Roadmaster

All sourced from the original A&M analog session tapes, Sundazed is proud to make these releases available again.
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Mensaje por from the mars hotel 29.09.11 23:57

Jack Casady escribió:Sundazed va a reeditar tres discos de este hombre:

Upon leaving the Byrds, Gene Clark blended many genres into his own brand of Americana. Tremendously influential on his peers as well as future generations of musicians, his legacy lives on through these watershed albums:
• The Fantastic Expedition of Dillard & Clark
• White Light
• Roadmaster

All sourced from the original A&M analog session tapes, Sundazed is proud to make these releases available again.

..............de lo mejorcito de Clark......... cheers ..........
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Mensaje por from the mars hotel 29.10.11 12:51



.................... cyclops .................
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Mensaje por from the mars hotel 07.12.11 18:41

SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 Gcch01

dos gigantes...............
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Mensaje por luis 07.12.11 19:03

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Mensaje por Travis Bickle 01.01.14 19:49

SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 White-Light

Mi primera escucha nueva del año (solo tenía el No Other), me lo he puesto mientras paseaba con los perros por la montaña y suena genial, tras un inicio de año así, ahora solo puede ir cuesta abajo  Laughing 
En una primera escucha mi favorita es esta:



Por cierto, portadón.
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Mensaje por from the mars hotel 02.01.14 9:23

Travis Bickle escribió:SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 White-Light

Mi primera escucha nueva del año (solo tenía el No Other), me lo he puesto mientras paseaba con los perros por la montaña y suena genial, tras un inicio de año así, ahora solo puede ir cuesta abajo  Laughing 
En una primera escucha mi favorita es esta:



Por cierto, portadón.

un disco de esos que podríamos catalogar como especiales :tiene ese punto que lo eleva por encima del resto.......... music 
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Mensaje por Little Bastard 02.01.14 10:14

Y yo me he bajado éste a ver qué tal, pero vamos, que con Gene Clark me parece que no hay fallo... study 

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Mensaje por from the mars hotel 02.01.14 10:22

Little Bastard escribió:Y yo me he bajado éste a ver qué tal, pero vamos, que con Gene Clark me parece que no hay fallo... study 

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brutalísimo :en una onda más country que en sus discos en solitario pero tremendo.................. Rico  Rico  Rico 
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Mensaje por Stoner 27.01.14 18:46

Me he hecho con estas dos joyitas por 5 euros cada una, en Amazon España... lo estoy disfrutando como cochino en el barro


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Mensaje por Little Bastard 27.01.14 18:53

Stoner escribió:Me he hecho con estas dos joyitas por 5 euros cada una, en Amazon España... lo estoy disfrutando como cochino en el barro


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¡Es que clama al cielo que no tuvieses esas dos jodidas obras maestras!  Bronca
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Mensaje por Stoner 27.01.14 18:54

Little Bastard escribió:
Stoner escribió:Me he hecho con estas dos joyitas por 5 euros cada una, en Amazon España... lo estoy disfrutando como cochino en el barro


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¡Es que clama al cielo que no tuvieses esas dos jodidas obras maestras!  Bronca


como no tendré tantas y tantas... eso es lo bueno y lo malo a la vez, la cantidad de cosas que nos perdemos y el gustico que da tener la ocasión de encontrarlas
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Mensaje por Pike 12.05.14 12:56

El otro día encontré esta JOYA por 5 euros en un mercadillo de Ámsterdam!

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El disco es la POLLA... pero el vinilo tiene el "agujerico" del centro como "cedido" por un lado y en la cara B el disco se pone a oscilar malamente y hace la escucha casi imposible... No sé si alguien entiende lo que estoy diciendo ( Laughing  Laughing  Laughing ) y tiene algún remedio?

Saluti!
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Mensaje por Stoner 12.05.14 12:58

Pike escribió:El otro día encontré esta JOYA por 5 euros en un mercadillo de Ámsterdam!

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El disco es la POLLA... pero el vinilo tiene el "agujerico" del centro como "cedido" por un lado y en la cara B el disco se pone a oscilar malamente y hace la escucha casi imposible... No sé si alguien entiende lo que estoy diciendo ( Laughing  Laughing  Laughing ) y tiene algún remedio?

Saluti!

supongo que si coges un cartón y lo le cortas un redondel, y luego en el centro otro del mismo tamaño que el agujero de un vinilo y lo pones encima... el caso es que tendría que ser un corte muy limpio para que no rozara. No se si me he explicado
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Mensaje por Pike 12.05.14 13:07

Stoner escribió:
Pike escribió:El otro día encontré esta JOYA por 5 euros en un mercadillo de Ámsterdam!

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El disco es la POLLA... pero el vinilo tiene el "agujerico" del centro como "cedido" por un lado y en la cara B el disco se pone a oscilar malamente y hace la escucha casi imposible... No sé si alguien entiende lo que estoy diciendo ( Laughing  Laughing  Laughing ) y tiene algún remedio?

Saluti!

supongo que si coges un cartón y lo le cortas un redondel, y luego en el centro otro del mismo tamaño que el agujero de un vinilo y lo pones encima... el caso es que tendría que ser un corte muy limpio para que no rozara. No se si me he explicado

Um... no suena mal, no... una cartulina, incluso...

Aun así, voy a ver qué dicen los megacracks de los vinilos en el hilo correspondiente.

Gracias Stoner!
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Mensaje por katrastrov 12.05.14 13:11

Little Bastard escribió:Y yo me he bajado éste a ver qué tal, pero vamos, que con Gene Clark me parece que no hay fallo... study 

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Discazo.

Llego cuatro meses tarde al hilo pero discazo.

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Mensaje por from the mars hotel 30.12.14 17:58



Volando en solitario hacia la eternidad..............
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Mensaje por Arturo Bandini 28.01.15 12:52

SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 MI0003225764.jpg?partner=allrovi

Este álbum es lo único que no conozco de Gene Clark fuera de los Byrds, y sospecho que es otra victoria por lo escuchado en los videos que colgó mars.
Yo quiero reivindicar Two sides to every story, que generalmente no se cita entre sus grandes discos, pero que en mi opinión no va mucho a la zaga de sus primeros discos.
Siendo Gram Parsons indudablemente grande, la carrera de este tipo es multiplicadamente superior, creo yo.
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Mensaje por from the mars hotel 28.01.15 21:28

Arturo Bandini escribió:SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 MI0003225764.jpg?partner=allrovi

Este álbum es lo único que no conozco de Gene Clark fuera de los Byrds, y sospecho que es otra victoria por lo escuchado en los videos que colgó mars.
Yo quiero reivindicar Two sides to every story, que generalmente no se cita entre sus grandes discos, pero que en mi opinión no va mucho a la zaga de sus primeros discos.
Siendo Gram Parsons indudablemente grande, la carrera de este tipo es multiplicadamente superior, creo yo.

dificil comparacion :aunque a nivel de influencias en grupos y solistas posteriores Gram se lleva la palma,yo por gustos personales prefiero a Gene...................... Smile
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Mensaje por Arturo Bandini 28.01.15 21:44

from the mars hotel escribió:
Arturo Bandini escribió:SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 MI0003225764.jpg?partner=allrovi

Este álbum es lo único que no conozco de Gene Clark fuera de los Byrds, y sospecho que es otra victoria por lo escuchado en los videos que colgó mars.
Yo quiero reivindicar Two sides to every story, que generalmente no se cita entre sus grandes discos, pero que en mi opinión no va mucho a la zaga de sus primeros discos.
Siendo Gram Parsons indudablemente grande, la carrera de este tipo es multiplicadamente superior, creo yo.

dificil comparacion :aunque a nivel de influencias en grupos y solistas posteriores Gram se lleva la palma,yo por gustos personales prefiero a Gene...................... Smile

Sí, creo que me he pasado. Superior, pero no tanto.
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Mensaje por Pike 16.12.15 10:59

Qué tal esto?

Igual de brutal que el "Adventures"???

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Mensaje por deniztek 16.12.15 11:15

Pike escribió:Qué tal esto?

Igual de brutal que el "Adventures"???

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No lo sé aun pero en spotify vienen juntos los dos discos así que me los escucho del tirón music

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https://www.youtube.com/@pabloimireia?si=mF2gQIkvviU4XQ5L

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Mensaje por cablehogue 16.12.15 11:20

deniztek escribió:
Pike escribió:Qué tal esto?

Igual de brutal que el "Adventures"???

SOME MISUNDERSTANDING: EL TOPIC DE GENE CLARK - Página 1 61OnRCt6%2BeL



No lo sé aun pero en spotify vienen juntos los dos discos así que me los escucho del tirón music

para mí un pelín por debajo... pero tiene polly...
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Mensaje por melon head 16.12.15 11:21

"Here without you" es una de mis canciones favoritas ever

Muy grande Gene
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Mensaje por Pike 16.12.15 12:07

Se supone que las reediciones de Sundazed esas son muy buenas, no?

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