Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
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Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
Anal Pep and the Setúbal Passive
Un ciudadano portugués, José Mourinho, se encontraba de visita en Madrid, la capital de su país vecino. Engañado por los trípticos de promoción turística, acudió a contemplar en todo su esplendor la estación de Atocha, espacio donde se halla un curioso jardín tropical en plena meseta castellana; envidia del museo Botánico y el chalet de Juan Antonio Roca.
No es para tanto, pensó José, que aprovechó su paso por la estación para mear antes de adentrarse en el Barrio de las Letras, de nuevo engañado por el aludido tríptico. Cuando se dirigió a los urinarios, contempló con estupor antes de entrar que una formación de ciudadanos de posible origen ecuatoriano le observaban con mirada sugerente. Ignoró el detalle, sin darle más importancia, aunque sí se quedó con que, detrás de ellos, sobresalía la silueta de un joven caucásico que inmediatamente salió disparado detrás de él conforme entraba en los váteres.
Orinando, José Mourinho pensó para sus adentros de forma instantánea: “aquí hay un mambo de narices”. Pues un grupo de latinoamericanos, y algún que otro jubilado español, se masturbaban observándolo en los urinarios contiguos. Acostumbrado, por cosmopolitismo, a este tipo de situaciones, prosiguió con su micción sin prestar el menor caso a las elocuentes señales que le estaban enviando. No obstante, en el momento en el que más se había evadido del contexto, escuchó una serie de golpes. Plas, plas, plas.
Obligado a desviar la mirada de su chorro por el estruendo comprobó que el joven con el que se había cruzado una mirada al entrar estaba golpeando el mármol con su pene a la altura de donde figura la leyenda ‘Roca’. Plas, plas, plas.
Invitaba a mofa aquello, pero ese ya estruendo hipnótico despertó en él ciertas sensaciones. Plas, plas, plas. El joven se llamaba Pep Guardiola, era natural de Cataluña y estaba dando golpes con la polla en el cacharro hasta el paroxismo sin dejar de clavarle los ojos. Plas, plas, plas.
Mourinho dio un par de pasos hacia atrás, sin guardar sus atributos, y Pep se volvió a dirigir hacia él con la misma seguridad y firmeza con la que había penetrado anteriormente en los baños. Mourinho hizo como que corría, pero en realidad le estaba guiando hacia las tazas del váter, hasta la última puerta, donde se coló escapándosele una risita: jijiji.
Parece que el catalán era tipo de pocos amigos. Le dio la vuelta frisando el desprecio. Golpeó su omóplato izquierdo con un certero y seco impacto y le puso a cuatro patas. Arrancándole el pantalón, José Mourinho sólo escuchó un escupitajo y antes de poder identificar la naturaleza del sonido estaba siendo violado.
No era una situación nueva. Sí era, sin embargo, distinta. Era como un vino joven, muy tánica, astringente, era un dolor áspero, pero oye, también profundo y refrescante. José Mourinho puso los ojos en blanco. Y tampoco Pep Guardiola entendió que aquello era cotidiano. Desde su perspectiva, encontró calor, suavidad, una agradable sensación aterciopelada de bienvenida. José Mourinho, a las pocas embestidas, se dijo a sí mismo: un día lluvioso y tonto en Madrid, y voy y encuentro el sentido de la vida. La mente de Guardiola sólo alcanzó a articular: iaaagh. Y se vació toda. Mourinho, cariñoso, entonces se dio la vuelta. Consciente de que todos los ecuatorianos y jubilados habituales de ese urinario les estaban mirando haciendo la ola, dijo: ahora házmelo pero mirándonos a los ojos. Vuelta y vuelta, Pep no falló ni mucho menos y el megaorgasmo de su partner portugués, al que no dejó ni por un instante de mirar fijamente a los negros ojazos con la frente perlada, se fueron uniendo en forma de alarido fugaz el de todo el coro de princesas que tenían detrás. Fueron despedidos del lugar con palmas.
Al salir juntos, comenzaron los tonteos, que si hoy es un día ideal para comprar lotería, que si vamos al todo a dos euros que te cojo un collar de bolitas de madera para que te acuerdes de mí. Fue el inicio de un romance, se hicieron pareja, de las estables. Y tan soberbios fueron sus polvos que no les quedó más remedio un día que grabar uno en el Sampsun S. Víctima de las pasiones propias de su tiempo, lo subieron ‘a ver qué pasa, a ver qué nos dicen en los comentarios’ al tube8. La cosa fue un éxito espectacular, les llovieron invitaciones en Facebook y tuvieron que crear una cuenta conjunta: Anal Pep and the Setúbal Passive.
Era sencillo. Uno daba y el otro recibía. Pero no fue hasta que a José se le ocurrió que Pep podía hacer un numerito previo hablando con su culo, como si fuese un ventrílocuo, donde él le daba la réplica con voz de pito, que aquello alcanzó fama mundial. Fue entonces cuando decidieron cobrar entrada.
Mourinho estaba contento con tube8, pero Pep, que era muy lanzado, dijo de hacer una web. Y en angelfire o geocities, rollo retro, vitange, que es súper trend. No resultó mala idea. Se hicieron millonarios. Eran el mayor espectáculo del mundo. Pasaron por Buenfuente, rechazaron airosamente ir a La Noria y salían referenciados en cada dos frases del Follonero. En Redes también les citaron con música de Vangelis de fondo ¿Es posible una vida maravillosa, una existencia dorada, alcanzar todos tus sueños? En aquellos momentos ellos eran el ejemplo de que sí.
Con todo el dinero que ganaron con el adsense, decidieron irse a Ibiza. Cogieron el Balearia en Denia y Mourinho, abriendo los brazos en proa como en Titanic, veía cómo Pep le pillaba el rollo rápido, se ponía detrás y dándole así con el paquete le hacía reír. Momento en el que el portugués torcía el cuello, echaba la oreja al hombro y Pep le abrazaba y se lo comía a besos de lo rinquinho que lo encontraba. Jijiji, decían los dos.
Nada podía fallar en aquel romance. Era de esos que dices: ahora sí, es él. Pero todo se tuerce en la vida y, un día de esas vacaciones ibicencas, en una cala recóndita, Mou notó cierto cambio de humor en su pareja. De vuelta en el apartahotel, tocaba, recién duchaditos, echar un polvo, pero, por lo que fuera, Pep no respondió. No se venía arriba. No se le ponía tiesa.
A otra cosa mariposa dijo Mourinho, pero exactamente el mismo suceso, en el mismo orden de acontecimientos, se reprodujo una, dos y tres tardes más. El portugués se preguntó ya en serio entonces: ¿Por qué?
Pep tuvo que sincerarse. O al menos, desglosar una serie de excusas: Mira, yo es que siento mucha pesadumbre, mucha frustración. Yo soy artista, trabajo con la arena, y me siento fracasado, nunca nadie aprecia lo que expreso esparciendo arena por el suelo. Creo que es porque mi espacio natural es la playa, he elegido el medio más duro, y nadie me hace caso. José le tranquilizó. Intentó echar balones fuera. Le habló de un reputado crítico de arte amigo suyo, Miguel Porlán ‘Chendo’, que le había comentado que el arte moderno es pura perversión del dadaísmo, artistas que terminan obras que, una vez tasadas, nunca son vistas porque un judío neoyorquino las compra y esconde en su sótano para especular con ellas, que el arte, según su colega, sólo puede estar en uno mismo, que es la vida la que tiene que ser tu obra, que la revolución empieza en ti ¡quema tus creaciones! Pero Pep seguía cabeceando, que no, que no, que quiero que admiren mi arte.
Mou, enamorado hasta atrás, al día siguiente intentó reunir a bañistas alrededor de una creación de Pep en arena sobre arena de playa. Éste distribuía la arena con el pie totalmente concentrado, pero, por el motivo que fuese, eso no llamó la atención a nadie. La gente pasaba de largo. Algunos les tomaban por locos. Y, en definitiva, Guardiola resultó invisible a su improvisado público, a priori mucho más impresionable. El noi se hundió.
Y con él se hundió su potencia. Mou, ya enfadado, pensó que era cosa suya. Que a ver si no es que en realidad ya no le gustaba, que se había ido la pasión. Discutieron. Se armó una buena. Que si no compartes mis aspiraciones, que si a ver si vas a ser el típico chico guapo de erección débil. Que si lo que quiero es que te dejes follar por mis obras, que si a mí o me la metes dura como el pescuezo de un subnormal o te vas con una tía.
Resultado: Mourinho hizo las maletas. Guardiola se quedó solo, en silencio. Ni se despidieron. El portugués tampoco pudo irse muy lejos, terminó sentado con el petate en el ordinario jardín de los apartahoteles. No era fácil irse. Qué le esperaba. Soledad, nada más que soledad. Vacío. Sin Pep, sin ese Pep que él conoció, ya no había nada en su vida. Puta miseria, se dijo, y entró de nuevo en el bungalow llorando.
Al principio, se estremeció. Estaba todo a oscuras. Pensó que se hallaba ante Hellraiser, pero era Pep iluminado por los cuadraditos de la luz del crepúsculo a través de la persiana. Estaba muy serio. Y se agarraba los huevos. Asustado, Mourinho dio la luz y en el parqué… sí, estaba en el parqué. Pep lo había hecho sobre la madera. Aquello no era normal. Con sólo los granos de arena que había cogido malamente de los bañadores y las chancletas Pep había dispuesto en la habitación una obra de arte inmortal.
Todo fueron sensaciones nuevas, más aún, en el alma de Mou. No se puede explicar con palabras lo que transmitían aquellas caprichosas formaciones de arenilla esparcidas por la habitación por pinrel maestro. Lo primero es que le vino una arcada. Y tuvo que justificarse rápido tosiendo: que no, que no, que es de la emoción. Porque ¡ay! Pep ¡ay! –y Pep se agarraba los huevos ya erecto escuchando con la mirada puesta en el infinito- Pep, que ejque viendo esta maravilla cada vez que me late el corazón es como si le dieran una vuelta al rosco de un caleidoscopio. Pep, con sutiles movimientos propios de una cigüeña, accionó el Rec de la cámara, ya montada en el trípode y todo. En Mou, en la pelambrera que rodeaba su raja del culo, también se accionó un piloto, clic, como el de la grabadora, pero rosa. Ese vídeo, el último hasta ahora, es la cumbre de su carrera.
FICHA TÉCNICA
Real Madrid: 1 (Cristiano Ronaldo a puerta vacía)
FC Barcelona: 2 (Puyol, hommo catalanensis; y Abidal, patrocinado por calzado deportivo Futsal)
Incidencias: Agresión de Messi a Pepe desequilibrando al jugador en los tacos con la parte convexa de la mano; y agresión de Messi a Cointreau golpeando con la nuca en la parte cóncava de la mano que se usa para abrir puertas de váter cuando te van a invitar a farlopa)
Un ciudadano portugués, José Mourinho, se encontraba de visita en Madrid, la capital de su país vecino. Engañado por los trípticos de promoción turística, acudió a contemplar en todo su esplendor la estación de Atocha, espacio donde se halla un curioso jardín tropical en plena meseta castellana; envidia del museo Botánico y el chalet de Juan Antonio Roca.
No es para tanto, pensó José, que aprovechó su paso por la estación para mear antes de adentrarse en el Barrio de las Letras, de nuevo engañado por el aludido tríptico. Cuando se dirigió a los urinarios, contempló con estupor antes de entrar que una formación de ciudadanos de posible origen ecuatoriano le observaban con mirada sugerente. Ignoró el detalle, sin darle más importancia, aunque sí se quedó con que, detrás de ellos, sobresalía la silueta de un joven caucásico que inmediatamente salió disparado detrás de él conforme entraba en los váteres.
Orinando, José Mourinho pensó para sus adentros de forma instantánea: “aquí hay un mambo de narices”. Pues un grupo de latinoamericanos, y algún que otro jubilado español, se masturbaban observándolo en los urinarios contiguos. Acostumbrado, por cosmopolitismo, a este tipo de situaciones, prosiguió con su micción sin prestar el menor caso a las elocuentes señales que le estaban enviando. No obstante, en el momento en el que más se había evadido del contexto, escuchó una serie de golpes. Plas, plas, plas.
Obligado a desviar la mirada de su chorro por el estruendo comprobó que el joven con el que se había cruzado una mirada al entrar estaba golpeando el mármol con su pene a la altura de donde figura la leyenda ‘Roca’. Plas, plas, plas.
Invitaba a mofa aquello, pero ese ya estruendo hipnótico despertó en él ciertas sensaciones. Plas, plas, plas. El joven se llamaba Pep Guardiola, era natural de Cataluña y estaba dando golpes con la polla en el cacharro hasta el paroxismo sin dejar de clavarle los ojos. Plas, plas, plas.
Mourinho dio un par de pasos hacia atrás, sin guardar sus atributos, y Pep se volvió a dirigir hacia él con la misma seguridad y firmeza con la que había penetrado anteriormente en los baños. Mourinho hizo como que corría, pero en realidad le estaba guiando hacia las tazas del váter, hasta la última puerta, donde se coló escapándosele una risita: jijiji.
Parece que el catalán era tipo de pocos amigos. Le dio la vuelta frisando el desprecio. Golpeó su omóplato izquierdo con un certero y seco impacto y le puso a cuatro patas. Arrancándole el pantalón, José Mourinho sólo escuchó un escupitajo y antes de poder identificar la naturaleza del sonido estaba siendo violado.
No era una situación nueva. Sí era, sin embargo, distinta. Era como un vino joven, muy tánica, astringente, era un dolor áspero, pero oye, también profundo y refrescante. José Mourinho puso los ojos en blanco. Y tampoco Pep Guardiola entendió que aquello era cotidiano. Desde su perspectiva, encontró calor, suavidad, una agradable sensación aterciopelada de bienvenida. José Mourinho, a las pocas embestidas, se dijo a sí mismo: un día lluvioso y tonto en Madrid, y voy y encuentro el sentido de la vida. La mente de Guardiola sólo alcanzó a articular: iaaagh. Y se vació toda. Mourinho, cariñoso, entonces se dio la vuelta. Consciente de que todos los ecuatorianos y jubilados habituales de ese urinario les estaban mirando haciendo la ola, dijo: ahora házmelo pero mirándonos a los ojos. Vuelta y vuelta, Pep no falló ni mucho menos y el megaorgasmo de su partner portugués, al que no dejó ni por un instante de mirar fijamente a los negros ojazos con la frente perlada, se fueron uniendo en forma de alarido fugaz el de todo el coro de princesas que tenían detrás. Fueron despedidos del lugar con palmas.
Al salir juntos, comenzaron los tonteos, que si hoy es un día ideal para comprar lotería, que si vamos al todo a dos euros que te cojo un collar de bolitas de madera para que te acuerdes de mí. Fue el inicio de un romance, se hicieron pareja, de las estables. Y tan soberbios fueron sus polvos que no les quedó más remedio un día que grabar uno en el Sampsun S. Víctima de las pasiones propias de su tiempo, lo subieron ‘a ver qué pasa, a ver qué nos dicen en los comentarios’ al tube8. La cosa fue un éxito espectacular, les llovieron invitaciones en Facebook y tuvieron que crear una cuenta conjunta: Anal Pep and the Setúbal Passive.
Era sencillo. Uno daba y el otro recibía. Pero no fue hasta que a José se le ocurrió que Pep podía hacer un numerito previo hablando con su culo, como si fuese un ventrílocuo, donde él le daba la réplica con voz de pito, que aquello alcanzó fama mundial. Fue entonces cuando decidieron cobrar entrada.
Mourinho estaba contento con tube8, pero Pep, que era muy lanzado, dijo de hacer una web. Y en angelfire o geocities, rollo retro, vitange, que es súper trend. No resultó mala idea. Se hicieron millonarios. Eran el mayor espectáculo del mundo. Pasaron por Buenfuente, rechazaron airosamente ir a La Noria y salían referenciados en cada dos frases del Follonero. En Redes también les citaron con música de Vangelis de fondo ¿Es posible una vida maravillosa, una existencia dorada, alcanzar todos tus sueños? En aquellos momentos ellos eran el ejemplo de que sí.
Con todo el dinero que ganaron con el adsense, decidieron irse a Ibiza. Cogieron el Balearia en Denia y Mourinho, abriendo los brazos en proa como en Titanic, veía cómo Pep le pillaba el rollo rápido, se ponía detrás y dándole así con el paquete le hacía reír. Momento en el que el portugués torcía el cuello, echaba la oreja al hombro y Pep le abrazaba y se lo comía a besos de lo rinquinho que lo encontraba. Jijiji, decían los dos.
Nada podía fallar en aquel romance. Era de esos que dices: ahora sí, es él. Pero todo se tuerce en la vida y, un día de esas vacaciones ibicencas, en una cala recóndita, Mou notó cierto cambio de humor en su pareja. De vuelta en el apartahotel, tocaba, recién duchaditos, echar un polvo, pero, por lo que fuera, Pep no respondió. No se venía arriba. No se le ponía tiesa.
A otra cosa mariposa dijo Mourinho, pero exactamente el mismo suceso, en el mismo orden de acontecimientos, se reprodujo una, dos y tres tardes más. El portugués se preguntó ya en serio entonces: ¿Por qué?
Pep tuvo que sincerarse. O al menos, desglosar una serie de excusas: Mira, yo es que siento mucha pesadumbre, mucha frustración. Yo soy artista, trabajo con la arena, y me siento fracasado, nunca nadie aprecia lo que expreso esparciendo arena por el suelo. Creo que es porque mi espacio natural es la playa, he elegido el medio más duro, y nadie me hace caso. José le tranquilizó. Intentó echar balones fuera. Le habló de un reputado crítico de arte amigo suyo, Miguel Porlán ‘Chendo’, que le había comentado que el arte moderno es pura perversión del dadaísmo, artistas que terminan obras que, una vez tasadas, nunca son vistas porque un judío neoyorquino las compra y esconde en su sótano para especular con ellas, que el arte, según su colega, sólo puede estar en uno mismo, que es la vida la que tiene que ser tu obra, que la revolución empieza en ti ¡quema tus creaciones! Pero Pep seguía cabeceando, que no, que no, que quiero que admiren mi arte.
Mou, enamorado hasta atrás, al día siguiente intentó reunir a bañistas alrededor de una creación de Pep en arena sobre arena de playa. Éste distribuía la arena con el pie totalmente concentrado, pero, por el motivo que fuese, eso no llamó la atención a nadie. La gente pasaba de largo. Algunos les tomaban por locos. Y, en definitiva, Guardiola resultó invisible a su improvisado público, a priori mucho más impresionable. El noi se hundió.
Y con él se hundió su potencia. Mou, ya enfadado, pensó que era cosa suya. Que a ver si no es que en realidad ya no le gustaba, que se había ido la pasión. Discutieron. Se armó una buena. Que si no compartes mis aspiraciones, que si a ver si vas a ser el típico chico guapo de erección débil. Que si lo que quiero es que te dejes follar por mis obras, que si a mí o me la metes dura como el pescuezo de un subnormal o te vas con una tía.
Resultado: Mourinho hizo las maletas. Guardiola se quedó solo, en silencio. Ni se despidieron. El portugués tampoco pudo irse muy lejos, terminó sentado con el petate en el ordinario jardín de los apartahoteles. No era fácil irse. Qué le esperaba. Soledad, nada más que soledad. Vacío. Sin Pep, sin ese Pep que él conoció, ya no había nada en su vida. Puta miseria, se dijo, y entró de nuevo en el bungalow llorando.
Al principio, se estremeció. Estaba todo a oscuras. Pensó que se hallaba ante Hellraiser, pero era Pep iluminado por los cuadraditos de la luz del crepúsculo a través de la persiana. Estaba muy serio. Y se agarraba los huevos. Asustado, Mourinho dio la luz y en el parqué… sí, estaba en el parqué. Pep lo había hecho sobre la madera. Aquello no era normal. Con sólo los granos de arena que había cogido malamente de los bañadores y las chancletas Pep había dispuesto en la habitación una obra de arte inmortal.
Todo fueron sensaciones nuevas, más aún, en el alma de Mou. No se puede explicar con palabras lo que transmitían aquellas caprichosas formaciones de arenilla esparcidas por la habitación por pinrel maestro. Lo primero es que le vino una arcada. Y tuvo que justificarse rápido tosiendo: que no, que no, que es de la emoción. Porque ¡ay! Pep ¡ay! –y Pep se agarraba los huevos ya erecto escuchando con la mirada puesta en el infinito- Pep, que ejque viendo esta maravilla cada vez que me late el corazón es como si le dieran una vuelta al rosco de un caleidoscopio. Pep, con sutiles movimientos propios de una cigüeña, accionó el Rec de la cámara, ya montada en el trípode y todo. En Mou, en la pelambrera que rodeaba su raja del culo, también se accionó un piloto, clic, como el de la grabadora, pero rosa. Ese vídeo, el último hasta ahora, es la cumbre de su carrera.
FICHA TÉCNICA
Real Madrid: 1 (Cristiano Ronaldo a puerta vacía)
FC Barcelona: 2 (Puyol, hommo catalanensis; y Abidal, patrocinado por calzado deportivo Futsal)
Incidencias: Agresión de Messi a Pepe desequilibrando al jugador en los tacos con la parte convexa de la mano; y agresión de Messi a Cointreau golpeando con la nuca en la parte cóncava de la mano que se usa para abrir puertas de váter cuando te van a invitar a farlopa)
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
morley escribió:
Revisad los de la serie de 4 partidos del año pasado, son insuperables...
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
albichuela escribió:morley escribió:
Revisad los de la serie de 4 partidos del año pasado, son insuperables...
link?
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
Sugar Bug escribió:albichuela escribió:morley escribió:
Revisad los de la serie de 4 partidos del año pasado, son insuperables...
link?
dame un minuto
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
Sugar Bug escribió:albichuela escribió:morley escribió:
Revisad los de la serie de 4 partidos del año pasado, son insuperables...
link?
Tendrás que bucear un poco por sus artículos para encontrar los de los Barça Madrid, pero también te aseguro que ninguno de los demás tiene desperdicio...
De hecho, la página en sí está de puta madre
http://www.lapaginadefinitiva.com/author/alvaro/
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
Brutalmente gay, monstruosamente divertido.
Moltisanti- Mensajes : 48182
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Madrid-Barça según Álvaro (de LPD)
Recomiendo especialmente este, a propósito de la ida de Champions del año pasado:
http://www.lapaginadefinitiva.com/2011/04/27/el-espiritu-de-llachito/
http://www.lapaginadefinitiva.com/2011/04/27/el-espiritu-de-llachito/
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
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