RONDA 41/3 DEL GRAN CONCURSO DE MICRORRELATOS ARF. DARTHMERCURY ARRASA #CINCO MINUTOS MÁS

Rhonda escribió:A ver. Yo me voy a comer, luego a la pelu, luego a ver a Tulsa. No sé si podré colgar los 10 ó 15 () relatos que me quedan por llegar a lo largo de la tarde. Si no, los colgaría a eso de las 23h y, rápidamente, el formulario de votación.

A ver si logro montarlo con lo que tengo en casa. Si no, invocaré al gran borogis de los verdes prados

Rhonda escribió:16. La mecánica del amor

Ya no podía postergarlo más, se arrojó al lavavajillas abierto y esperó un lavado a que la encontrasen; la devolvieron a la caja con las demás. Diez minutos después aprovechó una reparación de bici para lanzarse al suelo y fingir ser la pieza perdida, el repuesto indispensable; la devolvieron a la caja con las demás. “No tenemos una métrica interesante”, llevaba oyendo desde hacía meses, “el verdadero bricolaje ha muerto con Ikea”, “seremos piezas de museo”…tenía que salir de allí. Recordaba con demasiada precisión su época en un extraño collar de piezas metálicas recicladas y ahora los humanos eran seres más electrónicos que mecánicos y las estanterías eran digitales y jamás se reparaba nada. Nuevo, Plástico, Tecno, murmuraba con amargura. Revolución, Gallardía, Aventura, se repetía siempre después. Y entonces lo dejaron a él en la caja. Era un imán. Y no pudo pensar en nada más.

Koikila escribió:

Rhonda escribió:16. La mecánica del amor

Ya no podía postergarlo más, se arrojó al lavavajillas abierto y esperó un lavado a que la encontrasen; la devolvieron a la caja con las demás. Diez minutos después aprovechó una reparación de bici para lanzarse al suelo y fingir ser la pieza perdida, el repuesto indispensable; la devolvieron a la caja con las demás. “No tenemos una métrica interesante”, llevaba oyendo desde hacía meses, “el verdadero bricolaje ha muerto con Ikea”, “seremos piezas de museo”…tenía que salir de allí. Recordaba con demasiada precisión su época en un extraño collar de piezas metálicas recicladas y ahora los humanos eran seres más electrónicos que mecánicos y las estanterías eran digitales y jamás se reparaba nada. Nuevo, Plástico, Tecno, murmuraba con amargura. Revolución, Gallardía, Aventura, se repetía siempre después. Y entonces lo dejaron a él en la caja. Era un imán. Y no pudo pensar en nada más.

Ay, qué bonito éste y qué original.

m señor escribió:

Koikila escribió:

Rhonda escribió:16. La mecánica del amor

Ya no podía postergarlo más, se arrojó al lavavajillas abierto y esperó un lavado a que la encontrasen; la devolvieron a la caja con las demás. Diez minutos después aprovechó una reparación de bici para lanzarse al suelo y fingir ser la pieza perdida, el repuesto indispensable; la devolvieron a la caja con las demás. “No tenemos una métrica interesante”, llevaba oyendo desde hacía meses, “el verdadero bricolaje ha muerto con Ikea”, “seremos piezas de museo”…tenía que salir de allí. Recordaba con demasiada precisión su época en un extraño collar de piezas metálicas recicladas y ahora los humanos eran seres más electrónicos que mecánicos y las estanterías eran digitales y jamás se reparaba nada. Nuevo, Plástico, Tecno, murmuraba con amargura. Revolución, Gallardía, Aventura, se repetía siempre después. Y entonces lo dejaron a él en la caja. Era un imán. Y no pudo pensar en nada más.

Ay, qué bonito éste y qué original.

¡Autopromoció!
(Haces bien koi, pero luego no llores)
m

m señor escribió:

Koikila escribió:

Rhonda escribió:16. La mecánica del amor

Ya no podía postergarlo más, se arrojó al lavavajillas abierto y esperó un lavado a que la encontrasen; la devolvieron a la caja con las demás. Diez minutos después aprovechó una reparación de bici para lanzarse al suelo y fingir ser la pieza perdida, el repuesto indispensable; la devolvieron a la caja con las demás. “No tenemos una métrica interesante”, llevaba oyendo desde hacía meses, “el verdadero bricolaje ha muerto con Ikea”, “seremos piezas de museo”…tenía que salir de allí. Recordaba con demasiada precisión su época en un extraño collar de piezas metálicas recicladas y ahora los humanos eran seres más electrónicos que mecánicos y las estanterías eran digitales y jamás se reparaba nada. Nuevo, Plástico, Tecno, murmuraba con amargura. Revolución, Gallardía, Aventura, se repetía siempre después. Y entonces lo dejaron a él en la caja. Era un imán. Y no pudo pensar en nada más.

Ay, qué bonito éste y qué original.

¡Autopromoció!
(Haces bien koi, pero luego no llores)
m

Koikila escribió:

m señor escribió:

Koikila escribió:

Rhonda escribió:16. La mecánica del amor

Ya no podía postergarlo más, se arrojó al lavavajillas abierto y esperó un lavado a que la encontrasen; la devolvieron a la caja con las demás. Diez minutos después aprovechó una reparación de bici para lanzarse al suelo y fingir ser la pieza perdida, el repuesto indispensable; la devolvieron a la caja con las demás. “No tenemos una métrica interesante”, llevaba oyendo desde hacía meses, “el verdadero bricolaje ha muerto con Ikea”, “seremos piezas de museo”…tenía que salir de allí. Recordaba con demasiada precisión su época en un extraño collar de piezas metálicas recicladas y ahora los humanos eran seres más electrónicos que mecánicos y las estanterías eran digitales y jamás se reparaba nada. Nuevo, Plástico, Tecno, murmuraba con amargura. Revolución, Gallardía, Aventura, se repetía siempre después. Y entonces lo dejaron a él en la caja. Era un imán. Y no pudo pensar en nada más.

Ay, qué bonito éste y qué original.

¡Autopromoció!
(Haces bien koi, pero luego no llores)
m

Más quisiera yo, soy de letras, no puedo pensar en bricolage ni en tornillos.
De todas formas esta semana es de transición, dado que la que viene no estoy, así que por una vez no lloro. Mis votantes siempre están ocultos

sapir escribió:Los insectos son buenos y necesarios para el ecosistema.

Spoiler:

Rhonda escribió:Niños y niñas.
Estoy en la pelu. Con el tinte puesto. Con un aparato de calor en la cabeza.
Pero os leo y espero.

Rhonda escribió:Al puto viejo que fuma porros en el ascensor, la próxima vez que me lo cruce le parto la cara.

Rhonda escribió:Un pis, un yatekomo y cuelgo.

Rhonda escribió:Al puto viejo que fuma porros en el ascensor, la próxima vez que me lo cruce le parto la cara.

Spoiler:

borogis escribió:ya está en un minuto te lo envío rhonda

1. El Este

Ya no podía postergarlo más. La notificación fue como el despertar de un sueño, como si hubiera vivido los últimos meses en una especie de duermevela. Ahora era consciente de que todo era real. Las miradas de terror contenido de sus amigos y conocidos, aquello que todos sabían y no eran capaces de expresar. A veces olvidaban que llevaban aquella horrible estrella. Se engañaban pensando que sería por poco tiempo, pero los días pasaban y nadie venía a salvarlos.
La citación para su hija mayor fue lo que le hizo comprender que había llegado su turno. La deportaban al Este. Pero, ¿qué era el Este? sólo sabían que nadie volvía de allí.  Ahora les quedaba únicamente la posibilidad de esconderse en lo que había sido su fábrica.
Aquella mañana Otto y su familia recorrieron las somnolientas calles de Amsterdam hacia un refugio seguro. Hasta que todo fuera como antes, cuando sólo eran personas como los demás.

2. La pedida

No podía postergarlo más; había llegado el momento de pedir en matrimonio a Claudia de Garmendia-Smith y Mendoza. Gonzalo no solamente llevaba seis meses saliendo con ella y respetándola, no sólo era Claudia la criatura más hermosa y dulce sobre la Tierra sino que, además, era la única heredera de una muy acaudalada dinastía. En cuanto se declaró en aquel restaurante tan cuco (y caro), la bella Claudia le miró fijamente:
-Sí, pero con una condición. Te he escogido porque me has demostrado que no eres un macaco salido y has esperado. Verás –bajó el tono- soy lesbiana. Mi familia no ha de saberlo. Si te casas conmigo, podrás salir con quien quieras y mantendrás tu posición, siempre que guardes el secreto, seas discreto y yo pueda estar con... chicas.
La oferta era aún mejor de lo que podía haber imaginado. Pero la cagó en cuanto abrió la boca y exclamó sin pensar:
-¡Pues claro! ¿¿Podré mirar??

3. Ghostianos

Ya no podía postergarlo más. Se le estaba yendo de las manos. Algunas mentiras pueden acabar con la vida de una persona. O de varias. Y John era su mejor amigo. Debía decírselo. Aunque fuera demasiado tarde. Sucediera lo que sucediera, debía decírselo. Tantos años anhelando sus besos y sus caricias; tantos años soñando con una vida junto a él. ¿Qué mierda de existencia era aquella? Si hasta había acabado por hacerse fan de todas las bandas que a él le volvían loco. John era su Adonis, y él un tonto lava con miedo a salir del armario. Aquello no era ni de cerca normal. Resultaba tan patético sentirse así. Por otro lado, sabía que John adoraba a los hombres. ¡Qué pocos cojones tienes! – pensaba.

Pincho el “Meliora” de Ghost; se preparó un baño calentito con fragancia de tamarindo y mango, y se dijo a sí mismo: «mañana por la mañana se lo digo; merece saberlo, ¡joder!, merece saberlo.

4. La caja de Pandora

Ya no podía postergarlo más. Miraba ese cubo de 40 milímetros de lado con ese pulsador de luz roja. Enigmático objeto. Solamente tenía que evitar pulsarlo. Día tras día la veía, la trasladaba si mudaba de casa, se la llevaba si viajaba, y la luz nunca se apagaba. La tentación de tenerlo y no poder pulsarlo le taladraba la cabeza cada día desde que le asignaron la misión. Generaciones y generaciones de vagos habían sido designados para no pulsarlo, pero le costaba cada día más. Soñaba con hacerlo, ya no pensaba en otra cosa.

Lo pulsó.
Todo se congeló. El tiempo se paró.
Yahvé tomó la brana plana que contenía el universo congelado. Anotó en el cuaderno una línea más;
Yahvé: 13.835 millones.

Hizo una pelota arrugando la brana y la tiró a la papelera.
Señaló al demiurgo Brahma:
—Venga te toca, he marcado nuevo record, a ver si consigues un universo más vago y menos curioso que el mío.

5. Mujer al borde de un ataque de nervios.

Ya no podía postergarlo más. En dos meses colocaba la segunda sillita en su casillero y su deseo de ser madre no cejaba. Tenía que admitir que no conseguía ignorar esa llamada. Las últimas vacaciones decidió visitar el Cabo de Buena Esperanza; optó por adoptar un cachorro de cocker spaniel, una hembra, a la que bautizó Oxitocina, que no tardó en fugarse con el perro salchicha del panadero.
Su vecino, Nicolás (nombre idóneo para un regalo), parecía el hombre perfecto. Alguna vez había coqueteado con ella en el ascensor. Su mujer estaba de viaje, la había visto salir esa misma mañana con una maleta.
Era una buena noche, sus óvulos estaban en plena efervescencia. Llamaría a la puerta para pedirle cualquier cosa y así aprovechar la excusa para invitarlo a cenar.
—¡María! —exclamó en una sonrisa—. Es nuestra vecina, cariño —anunció.
—Hola Nicolás —saludó—. ¿Podrías prestarme un poco de esperma? —balbució confusa mostrando una pequeña taza vacía.

6. El adicto a las puestas de sol

Ya no podía postergarlo más. Su madre lo supo al mirarlo y por eso vertió sus lágrimas sobre la cubertería de plata y la vajilla de porcelana. Había crecido en el fuego cruzado de una educación casi aristocrática y el sonido de los viejos discos de Lightnin´ Hopkins y Woody Guthrie. Pero entonces, al igual que el perro de Jack London, escuchó su propia llamada: la llamada de la carretera. Durante años, se sumergió en sus sueños de libertad y montañas, pero también descubrió que no hay codeína, cocaína o whisky capaz de anestesiar la tristeza. Sentado en el escenario del Old quarter, trata que los versos de “aguardando que llegue la muerte” resuenen por encima del murmullo del público–pudo tener un futuro brillante– susurra alguien entre dientes. Pero él sabe mejor que nadie, que también es cegador el último destello del sol antes del ocaso, ese que mira fascinado antes de mecerse en brazos del crepúsculo.

Rhonda escribió:Bona nit. Me recojo.
Lean, voten. Participen

7. El túnel

Ya no podía postergarlo más, entre los frascos y los viales el reloj luminoso marcaba las 12:34, pronto el segundero dejaría de parpadear. Seis arduos años desde el descubrimiento, la roca, nevadas, el gas, inundaciones. Conteniendo las lágrimas abrió la compuerta con un golpe de nuca, la naranja rodó hacia el núcleo incandescente.

8. La vida pospuesta

Ya no podía postergarlo más, o eso le decía todo el mundo. No lo postergues. Postergarlo no lo va a solucionar. Las cosas no se arreglan postergándolas.
Por desgracia él no sabía qué era lo que ya no podía postergar, y aun para empeorarlo, tampoco conocía el significado de aquel verbo. Le sonaba a algo postural, y tal equívoco aumentaba su confusión.
Así que decidió no hacer caso de tantos consejos, y dejar que las cosas siguieran su curso. Y dedicó por entero su vida a procrastinar, otro verbo del que jamás conoció existencia ni significado. Hasta que ya anciano, pronta a llegar su hora y reunidos junto a su lecho amigos y allegados, a su cerebro llegó aquella lejana letanía y, en un susurro antes de cerrar los ojos, musitó: ya no podía postergarlo más.
A todos los congregados les pareció un brillante epitafio, y como tal quedó grabado en la lápida bajo cuyo peso descansa para siempre.

9. El entomólogo

Ya no podía postergarlo más, llevaba enamorado de Lorenita desde preescolar y estaban en quinto de primaria. Sus tirabuzones rubios de hada, esos mofletes de melocotón, para Adrián esa niña encarnaba todo lo bonito del mundo. ¿Y qué era lo más bonito del mundo? Los bichos.
—Toma, Lorenita —extendió su brazo—. Para ti.
En su mano Adrián sostenía el orgullo de su colección: un ejemplar de Polyzosteria Mitchelli reconvertido en anillo viviente, el escarabajo verdeazulado protestando por su cautiverio circular, moviendo nerviosamente sus patas filamentosas.
—¡Qué asco, imbécil! —gritó Lorenita, y con crueldad femenina añadió—. ¡Aléjate de mí, retrasado mental!
Un manantial de agua fría, una desilusión impronunciable, descendió por la espalda de Adrián. Qué decepción su ingratitud, su incapacidad para apreciar los reflejos esmeralda sobre el tórax de su insecto favorito.
A través del desafecto, Adrián conoció el desamor. Su niña hada, sus tantos años idolatrada anisóptera dorada, era en realidad una blattodea común. Una vulgar cucaracha.

10. LOS NOMBRES DE LA NOCHE

Ya no podía postergarlo más de lo debido porque era mucho lo que había estirado este chicle que ya apestaba a promesa rancia forjada a última hora en un bar de copas sobre la cisterna del inodoro mientras se vuelca el último pollo.
No había pastor que metiera esas cabras en el corral ni valiente que le pusiera el cascabel a ese morrongo que maullaba como si tuviera un celo atrasado de diez años en un tejado de zinc.
Nada me era tan odioso como la preocupación y el esfuerzo y solo pretendía vivir con indolencia y dejadez, por ello, este tortuoso pasar de los días mientras postergo un final para este relato me está produciendo una constricción mental a la cual debo poner remedio urgentemente.
Un final que os sacie, donde la palabra ocupe el lugar de vuestro requerimiento para satisfacer vuestros temores de un final inconcluso.
La muerte del texto por suicidio...

11. Tiro certero

Ya no podía postergarlo más. Hacía un par de años que tendría que haber realizado la labor, pero siempre le encargaban un trabajo importante de última hora que impedía que Victor y Mónica fuesen sus víctimas. Asqueado ya de que siempre hubiese trabas en su deseo, decidió que ese día sería la ocasión. Se dirigió al parque y localizó a ambos. Saco una flecha de la mochila de su espalda, cargó su arco y ejecutó un tiro certero a Víctor. Luego llevó a cabo la misma maniobra con Mónica e hizo diana en el corazón. Esa noche por fin pudo dormir en paz Cupido.