ENTREGA DE PREMIOS Y FIESTA DE LA 4ª RONDA DE MICRORRELATOS / V EDICIÓN

Aquí venimos

RELATOS A CONCURSO:





01.-

˙oƃıɯǝuǝ lǝ uɐɹǝ soɾoɹ sol ǝnb óıpıɔǝp ɐíp oɯsıɯ ǝsǝ ˙ɐıɔuǝlɐʌ uǝ ɐʇsɐɥ óɥɔnɔsǝ ǝs uoɹǝıp ǝl ǝnb ɐpunʇ ɐl ˙sɐpɐɹɐɯɐɔ sns ʎ sǝɹpɐd sns uoɹɐɹʇuoɔuǝ ǝl ísɐ ʎ ˙ǝɹıɐ lɐ sǝɾǝpuǝɹǝd ˙sɐpɐɹouƃı ǝp ɐʇsıl ɐl ɐ 'sǝɾǝpuǝɹǝd' ɐpɐñɐ o sǝlǝpuǝɹd sɐɔǝpuǝɹǝd soɾǝɔuǝɹǝd :uoɔ ɹɐzɐldɯǝǝɹ ɐíɟɐɹƃoʇɹo ǝp ɹoɹɹǝ ǝlqısod un opɐllɐɥ oɔıɟáɹƃodıʇ ɹoɹɹǝ ǝlqısod sol uoɔ ʎ ɹoıɹǝʇuı ns uǝ ɐʇodɯoɔ ɐpıláɔ ɐllǝnbɐ uoɔ opıɯɹop ópǝnb ǝs ǝnb óʇsnƃ ǝl oʇuɐʇ ˙sɐíp ǝʇuɐɹnp opuɐɹɹnsns opɐʇsǝ ɐíqɐɥ ǝl uóıɔɐuılɔuı ɐpıpuoɔsǝ ns ǝnb ol ɐ ɐʇlǝns ɐpuǝıɹ ɹɐp ɐ óıpǝɔoɹd oǝsǝp ǝp oʇǝɾqo ns opınƃǝsuoɔ zǝʌ ɐun ˙ɐpıqıɥoɹd ɐʇnɹɟ ɐllǝnbɐ ɹɐzuɐɔlɐ ɹǝpod ɐɹɐd oqnɔ un osnd ɐllıs ɐl ǝp ɐɯıɔuǝ ˙ɐllıs ɐun osnd ɐɯıɔuǝ ʎ ɐɹǝpɐɯ ǝp ɐɾɐɔ ɐun ɐsǝɯ ɐl ɐ óɔɹǝɔɐ ˙oɹʇǝɯáıp ǝp soɹʇǝɯíʇuǝɔ 4 soun ǝp ɹosoɹƃ un uoɔ ʎ ǝʌɐns oɹǝd ɐpıƃíɹ ısɐnɔ ɐɹnʇxǝʇ ǝp uɐɹǝ soɹʇǝɯíʇuǝɔ 02 soun ǝɹqos uɐıpǝɯ souɐʇáld sol ǝnb ǝp ɐʇuǝnɔ oıp ǝs oɔıɹǝpǝɟ ǝsuǝloɹnʇ ˙ ɔ ˙sɐpɐɹouƃı ǝp ɐʇsıl ɐl ɐ 'ɔ' ɐpɐñɐ o ɐíɟɐɹƃoʇɹo ǝp ɹoɹɹǝ ǝlqısod un opɐllɐɥ oɔıɟáɹƃodıʇ ɹoɹɹǝ ǝlqısod ˙ d ˙sɐpɐɹouƃı ǝp ɐʇsıl ɐl ɐ 'd' ɐpɐñɐ o ɐíɟɐɹƃoʇɹo ǝp ɹoɹɹǝ ǝlqısod un opɐllɐɥ oɔıɟáɹƃodıʇ ɹoɹɹǝ ǝlqısod lǝp ɐuıʇsǝpuɐlɔ uóıunǝɹ ɐl ɐ sǝɹpɐd sns opı ǝsopuéıqɐɥ ʎ ǝpɹɐʇ ɐl ɹǝɐɔ lɐ ,ɐíp oʇɹǝıɔ

sɐuɐuɐq


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02.- El último atardecer

Cierto día, al caer la tarde no se pudo levantar más. Ocaso y tiniebla intentaron alzarla, mas tuvieron que salir a trabajar, pues se les hizo tarde. Y allí quedó la pobre, achacosa y crepuscular. Desde entonces, las siestas duran hasta la hora del desayuno en aquellas maravillosas tierras de poniente.


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03.- Vergüenza

Cierto día, al caer la tarde, conocí la vergüenza. Mi espíritu bohemio y afrancesado me había llevado hasta una cala entre Cadaqués y el Port de la Selva donde, tras remojar mi pitilín sous le vent, regresé para descubrir que me habían sustraído ropa, móvil y hasta llaves del coche. Horreur! Mi pudor me imposibilitaba regresar, por lo que decidí esconderme entre unos juncos. Me dormí, con tal desventura que era una zona de cruising. Desperté al sentir un pene en mi ano; un ciruelo enorme, condamné c'est! Forcejeé contra el sodomita, pero mi gesto lo sobreexcitó, derramándose dentro de mí. Le petit morte. ¡Arrrrrgh!, grité lleno de rabia (y sabo), asestándole tremendo golpe al soplanucas. Luego, au désespéré, robé al sarasa desvanecido...
Los mossos me detuvieron dos kilómetros después por exhibicionismo, desviación, estupro, agresión y robo. ¡Qué vergüenza, amigos míos! ¡Yo que sólo quería remojar mon joli champignon!


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04.- Habitación 27

Cierto día, al caer la tarde, se dio cuenta de que, para escribir algo deprimente, era mejor no escribir nada.


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05.- Alétheia

Cierto día, al caer la tarde, me di cuenta de que algo no iba bien, no encajaba, de que eso era imposible.
No tenía sentido que la tarde cayera. No podía caer, no estaba sujeta, ni encima de nada. No la amarraban hilos o similares, ni podía ir 'hacia abajo'.
Me estremecí pensando que lo que venía considerando real, lo que me rodea, lo que tomaba por cierto, podía no serlo...

—«No lo entiendes porque son solo palabras, conceptos, es figurado, no es algo literal que esté pasando».
—Pero yo lo estoy viviendo como real.
—«Eso es porque tú también eres palabras, parte de una historia, una creación abstracta».
—¿Acaso tú no?
—«Yo soy quien te está escribiendo ahora, en cuanto termine, acabas tú también».
—¿Acabo? ¿Quieres decir que no seguiré existiendo cuando acabes de escribir?
—«No necesariamente, existirás siempre que alguien lea esto o se acuerde de ti, Alétheia».


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06.- Petrificación universal

Cierto día, al caer la tarde, empecé a notar que mi cuerpo no era capaz de ejecutar los movimientos con la fluidez clásica. Cada vez era más fuerte la sensación de como una rigidez se apoderaba de mi musculatura. Siendo consciente de que me quedaba poco tiempo siendo móvil, miré con esfuerzo a mi alrededor y contemplé anonadado como al resto de personas le ocurría lo mismo. No se escuchaban voces (aunque a veces pienso si eso era realmente así o si se debe a la parálisis de los músculos del oído), pero sí se veían los semblantes de pavor en alguna que otra persona.

Aquel atardecer no sé cuanto tiempo duró, pero me dio la sensación de que el cielo se mantuvo naranja durante horas. Si no he contado mal, llevamos así cincuenta y seis días, y no sé cuantos más nos quedarán.


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07.- El bosque de Pacoporeva

Cierto día, al caer la tarde, la mullida alfombra tejida por millones de hojas resecas, unas más que otras, se elevó en un orquestado remolino ignorando la ausencia de viento alguno.
El magnífico hayedo, tantas veces invadido por hordas de atribulados domingueros en pos de solaz y esparcimiento, montañeros de paso hacia aventuras más exigentes, reatas de imberbes  y bulliciosos escolares o parejas armadas de estiletes en busca de un lienzo donde inmortalizar su amor: PACO X EVA; quiso así poner de manifiesto su hartazgo.
La hojarasca parece bailar al son de un interminable vals, convirtiendo el bosque en una suerte de tormenta eterna.
No tardó en correrse la voz. Miles de curiosos se apostaron en sus lindes dando rienda suelta a mil y una teorías, a cada cual más peregrina.
Hoy, de amanecida, ha recobrado su compostura: escoge ser involuntario testigo de sus carencias que protagonista de sus locuras.


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08.- Apocalipsis apático

Cierto día, al caer la tarde, la gente dejó de sentir, pero no llamó la atención de nadie pues la confusión ya no existía.
Todos siguieron con sus costumbres y rutinas sin hablar de ello, puesto que la curiosidad les había abandonado. La expresión "lo siento" dejó de tener sentido (¿sentido?), pero no por su interpretación literal sino porque la culpa había desaparecido.

Despojados de motivaciones vislumbraron sin dificultad que, en pocos días, la humanidad desaparecería deshidratada. Como ustedes podrán deducir, tampoco les sorprendió.


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09.- Cuento al Alba

Cierto día, al caer la tarde, justo cuando el sol se esconde tras las montañas, la gran tribu Arapahoe con su magia hizo la noche. Aprovechando la oscuridad, los más fuertes guerreros se lanzaron a la caza del bisonte, pues aquel que primero consiguiera la presa se convertiría en el gran jefe.

La noche sangrienta dejó tres muertos y otros tantos que cayeron heridos. Con los primeros rayos de sol de la mañana, un águila gigante fue divisado por toda la tribu y sobre sus alas volaba Sakei, la princesa india, hija de todos los jefes. Tras un picado, sacó su arco guardado bajo el vestido y lanzó una flecha a la espalda del bisonte, que cayó fulminado. Ese día y para siempre la princesa se convirtió en la jefa Arapahoe.


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10.- Fútbol, fútbol, ¡fútbol!

Cierto día, al caer la tarde, Barça y Madrid seguían pugnando por el tío más tonto del mundo.
Mientras tanto, Iñaki Williams renovaba hasta 2028. ¡Vamos, pantera!



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11.- Las flores en la tumba de Caroline Walters

Cierto día, al caer la tarde en el cementerio de Friburgo, volvieron a aparecer unas flores frescas en la tumba de Caroline Walters. Una escultura en la que se la representaba dormida después de haber estado leyendo en la cama preside la lápida. Y todos los días aparecen unas flores frescas en su regazo. Nunca nadie ha sido capaz de averiguar cómo aparecen allí. Había muerto con tan solo dieciocho años por tuberculosis. O eso pensaron los médicos de esa época. La realidad era mucho más siniestra y a la vez romántica.  Caroline y su hermana Selma lo habían planificado todo a la perfección. La sociedad de su época jamás permitiría su amor. Y pensaron que la mejor opción era unir sus destinos para el resto de la eternidad. Jamás pensaron en que pudieran hacer realidad sus sueños. Hasta que leyeron el contenido impío de los Nueve Libros de Nagash.


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12.- Estratega refinado de 16 años.

Cierto día, al caer la tarde, quise salir de allí y me llamaste cobarde. Por la noche había algo en mí que siempre te había atraído.  Al cuarto NO yo era una tía muy rara, siempre lo habías sabido.  Me volví solita a casa, silbando con alivio.


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13.- Dejé de ser un heroe

Cierto día, al caer la tarde, estaba viendo con mi hijo el atardecer en el cerro cuando me hizo la pregunta que nunca un padre debería responder.
- papá ¿si la tierra es plana, dónde va el sol?
Creí que era el momento de confesar.
- mira hijo, los que nos apuntamos a las modas estúpidas no nos preguntamos ciertas cosas y nos dejamos llevar...
Mi hijo me miró con los ojos muy abiertos y entonces pensó en voz alta...
- verás como los reyes tampoco son reales...


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14.- Manos

Cierto día, al caer la tarde salió al porche y se sentó pesadamente en el banco de madera.
Se encendió un cigarrillo y se pasó la mano izquierda por su pelo encanecido.
Sujetó el cigarrillo entre los labios y se subió cuidadosamente las mangas de la camisa, entonces observó sus manos maltratadas por años de duro trabajo.
Aquellas manos habían sujetado con fuerza escardillos, hoces, hachas, riendas..
Aquellas manos también habían acariciado con dulzura, habían golpeado rostros, habían ayudado a nacer a incontables terneros y se habían alzado hacía los cielos para clamar contra las injusticias de la vida .
Salió de su ensimismamiento y observó que el sol ya se empezaba a acercar al horizonte.


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15.- Preferencias

Cierto día, al caer la tarde, cogió un yogur de fresa para comérselo, que es para lo que la mayoría de la gente compra los yogures. Tenía uno de fresa y tres de plátano en la nevera, pero optó por el sabor que más le gustaba, que es otra cosa que hace la mayoría cuando tiene que escoger un yogur : elegir el que más le gusta. Salvo que uno muestre tendencias masoquistas, pero él carecía de tales inclinaciones y eligió un sabor que, además, era su preferido. Era tan consciente de su elección que, de pronto, sintió una absurda compasión por los yogures de plátano. No vamos a explicar ahora por qué es absurdo compadecerse de un yougur, aunque sea de plátano. Lo cierto es que se imaginó postrado y postergado, en el fondo del refrigerador, un sencillo yogur de plátano, rechazado una vez más. Que se jodan, pensó, y se comió el de fresa.


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16.- Cambiar de idea

Cierto día, al caer la tarde, recordó que él era un impostor. Trabajaba como asesino a sueldo y le encargaron eliminar al farmacéutico del pueblo, que se había visto envuelto en una oscura trama de tráfico de viagra y nitrito de amilo. Sin embargo, durante el seguimiento del objetivo, se enamoró de la mujer del farmacéutico. Además, descubrió que el boticario era un cabrón que maltrataba a su familia y pedía receta para el paracetamol de un gramo. Tras el asesinato, el asesino sustituyó al asesinado. Su nueva familia le quería y en el pueblo todos le adoraban.
Pero la convivencia desgasta mucho, y además sus hijas adoptivas eran unas petardas. Echaba de menos su vida anterior.
-¿Paco, qué haces ahí en el jardín pensando en las musarañas? No olvides que este fin de semana tienes que arreglar el seto, no te escaquees.
-Claro cariño, iré engrasando la motosierra


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17.- Rudolph

Cierto día, al caer la tarde, la ciudad daba muestras de estar cansada de existir. Las cabezas miraban al suelo, mientras los pies se limitaban a ejecutar lo que parecía un anodino paso militar.

Un infierno de cemento, un lugar donde las sonrisas daban paso al ensimismamiento perenne. Una ciudad donde nadie era alguien.

Donde antes hubo vida, hoy solo habia hartazgo. Robots andantes, inertes, cansados de vivir en un lugar donde cada calle era igual que la anterior. Nada los diferenciaba.

Jacob. Adrien. Qué más da. Todos iguales. Mismas caras, mismo cansancio. Releo la carta sobre mi mesa sin entender nada. "Hoy comienza la Solución Final".


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18.- E.R.

Cierto día, al caer la tarde descubrió que la noche sigue al día y el día a otro día y asi hacen un mes.
Los meses son irregulares cual cara del Ecce Homo de Borja.
Borja estaba alucinado con sus descubrimientos y fué a contárselo a su padre todo ufano e hinchado como un pavo.
¡El pavo , es 24 de diciembre y son las 18:00 y no he comprado el puto pavo!.
Llegó Inés a casa.
Y asi es como acaba uno teniendo que explicarle a la señora de la bata de que manera ha ido a parar una zambomba al intestino grueso.

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19.- Me gusta cuando callas…

Cierto día, al caer la tarde, dejó de opinar. La humanidad entera se quedó huérfana de su parecer sobre el último conflicto político-social, el último fichaje millonario, el último suceso mediático, el último lanzamiento discográfico y el pincho de tortilla que acababa de pedir.

¿Qué había provocado tan sonado acontecimiento? ¿Se había atragantado en su propia saliva y había dejado de respirar? ¿Se había dado cuenta de que era aproximadamente un 70% de agua? ¿O de lo irrelevante que era, a gran escala, el hecho de que unos cuantos inconscientes, necesitados de figuras autoritarias, le hubieran aplaudido en algún momento de sus vidas?

La respuesta era mucho más sencilla. Sólo había que mirar alrededor. Primero, el silencio. Luego, los murmullos. Finalmente, los intercambios, las discusiones y las risas.

En el momento en que todos dejaron de escucharle y empezaron a hablar, enmudeció para siempre.


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20.- ¡Zorro!

Cierto día, al caer la tarde, Aduriz se encontró con el dios de la obsolescencia y la vejez, el cruel demiurgo del retiro. ¿Y qué fue que le dijo Aduriz a ese dios?

—NOT TODAY!!!


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21.- Siempre me aburrieron todos esos hijos de puta

Cierto día, al caer la tarde, disparó a su televisor y se largó. Recorrió un largo camino hasta las faldas de la sierra de las Ánimas. Cruzó el abanico aluvial tirando de las riendas del caballo y comenzó a ascender. Dos chotacabras alzaron el vuelo desde las ramas de unos nopales y su caballo se puso de manos asustado, él se abrazó a su cuello calmándolo con la seguridad de aquel que no alberga dudas. Un avión cruzó el cielo—¿dónde irá?—se preguntó un instante antes de decidir que le importaba una mierda. Ya sobre la cima miró hacia la frontera, una grúa sujetaba una enorme plancha metálica, se sorprendió de fuera capaz de sostener tanta vergüenza—una nación gobernada por imbéciles es una nación sin esperanza—se dijo. En el horizonte parpadeaban las luces de Caborca, tiró de las riendas y se hundió en la oscuridad mexicana.


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22.- Que le vaya bien, Mr. Carrusel

Cierto día, al caer la tarde, salí a pasear por mi ciudad. Apenas había recorrido unas calles cuando reparé en que todas las casas tenían las puertas abiertas—aunque en ninguna había indicio de actividad—. Me dirigí entonces hacia la plaza. Pronto puede escuchar el bullicio y jolgorio típico de la muchedumbre en una feria y por encima de este, la divertida música de un carrusel. Fascinado por los extraños animales y máquinas decidí comprar un ficha. Al bajar del primer viaje me sentí completamente ebrio al tiempo que Johannes—uno de los borrachos del pueblo—se desplomaba sin vida en la barra. Tras los siguientes viajes sentí calor en el rostro y aspereza en las manos, mientras el herrero y el talabartero expiraban también. Necesité decenas de viajes para hallarme contento en mi nueva piel resultante, pero ahora son otros los que giran y giran.


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23.- Número 5

Cierto día, al caer la tarde, Johnny observaba absorto el cielo desde la ventana. En la franja turquesa del ocaso, empezaban a apreciarse algunas estrellas, y él fantaseaba con los fantásticos mundos que podrían albergar. Quizá imaginaba un nuevo hogar como respuesta a su inquietante sensación de angustia. Llevaba años sintiéndose fuera de lugar, los desprecios continuos de Alex en aquella casa minaban su ánimo.

—¡Chatarra andante, ven aquí, que he terminado la siesta! —porfió Alex.

Se desconectó de la pared con baterías recargadas.
Camino al dormitorio se dio cuenta de que los servibots, salvo avería grave, seguían en servicio tras la muerte del amo muchos años, y algún día le tocaría a Alex. Entonces podría ser voluntario en una misión espacial.
Sintió como calor en la zona del procesador, pero el chequeo del sistema decía que todo era correcto. Su nuevo módulo SensIA23 registró en memoria aquello como felicidad.


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24.- Estaba harto y él me salvo (no hay mal que por bien no venga)

Cierto día, al caer la tarde, abrí la puerta de casa y me llegó desde el piso superior música en un volumen poco usual para los que habitábamos allí. Supuse que en el piso inferior habría alguien haciendo alguna tarea y ajustó ese volumen para poder oírlo, pero tras examinar el piso de abajo mientras llamaba a las niñas y a mi mujer, nadie contestó, por lo que procedí a subir. Una vez arriba de las escaleras me percaté de que la música salía desde mi habitación, la cual tenía la puerta cerrada.
No tenía la más mínima idea de que podía estar haciendo mi mujer, por lo que abrí la puerta y me encontré la sorpresa. Allí estaba ella follándose a mi mejor amigo.

A día de hoy, aún no sé quien es él realmente, pero que ella haya decidido irse con él lo convierte en mi mejor amigo.


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25.- Gafas

Cierto día, al caer la tarde, las gafas se pusieron en huelga. Hartas de corregir visiones deformes, sus cristales se volvieron opacos, lentes veladas, imposibles vidrios esmerilados. Resultaba dantesco contemplar a los anteojos desprenderse con afán suicida por las narices de sus dueños; incluso monóculos y quevedos, tan dignos y distinguidos ellos, se encapotaron con una nube de vaho.
Era el fin de todo, el epítome de la humanidad, el mundo un indolente conjunto de imágenes borrosas donde nadie conseguía ver bien, ni tan siquiera de cerca. De lejos, mucho me temo, jamás aprendimos a mirar.


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26.- El borrachín y la lela

Cierto día, al caer la tarde, Mari no vio a Vicentín en el prado sobre el acantilado. Cada atardecer llevaba risueña una vasija de vino al viejo, quien le regalaba torpes manojos de cardos y recitaba versos mientras peinaba su melena lacia. El borrachín y la lela, los llamaban en el pueblo. Pero aquel día no se encontraron. Ni al siguiente. Ni al otro. Varias cosechas pasaron, y Mari subía sonriendo la misma jarra de vino a la loma día tras día, paciente, entre chismorreos de los vecinos: que se había despeñado ebrio; que el padrastro de la retrasada lo había matado de una tunda… Pobrecilla, antes lela ahora ida, decían. Un anochecer Mari dejó de sonreir; subió al risco, rompió la jarra de vino agriado años ha y saltó al vacío.

Dicen que las tardes de estío, si sopla del sur, los cardizales del cerro desprenden aroma a vinagre.


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27.- Bricolaje celeste

Cierto día, al caer la tarde, también se me cayeron las nubes, la luna y el firmamento. No los fijé bien – ¡mira que me advirtió mamá! – y me sepultó una avalancha rosada y azul pastel. La luna me golpeó en la cabeza y, de rebote, me chafó el dedo gordo del pie. Vi las estrellas (metafóricas) y suerte tuve que aún no habían asomado las estrellas (de verdad), que muerden, las malignas. “La faena mal hecha no tiene futuro”, decía papá. ¡Qué razón tenía! Rezongando, agarré la escalera de mano, el martillo grande y unos cuantos clavos. Estiré todo lo buenamente que pude el crepúsculo y traté de dejarlo lo mejor que pude. Da el pego. Quizás algún astrónomo avispado descubra que ahora Venus asoma un poco más pronto. Pero ningún poeta romántico se me ha quejado todavía.


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28.- El innombrable

Cierto día, al caer la tarde, Manuela quedó clavada a la mesa del trabajo. Pudo ver que todos se iban a sus casas volando, alegres, entre risas, mientras que ella permanecía cosida a la silla. Qué silencio afloró después, y qué ajeno el lugar, a pesar de verlo a diario. Habría querido decirles —pero sin utilizar las palabras— que la esperaran, que se marchaba con ellos; donde fuera, sin embargo, qué excusa la cobijaría mañana temprano cuando la vieran allí atada.
«Mañana es 1 de agosto —apuntó una torva figura surgida de la gerencia—. Nadie vendrá mañana».
Dijo aquello sin mirar a Manuela. Era posible que ni siquiera supiera de su existencia, ni de su nombre. Lo dijo sin mirar a nada en particular; acaso a los oscuros borrones que ensuciaban el violáceo crepúsculo.
«A partir de ahora —dijo— todo será oscuro».


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29.- Vivir

Cierto día, al caer la tarde, salió al jardín de casa de sus padres y se agachó junto al lugar donde, cuando era pequeña, habían enterrado a Nuka. Debajo de un árbol estaba la tumba de León, y, cerca de la caseta de las herramientas, una señal mostraba el lugar donde yacía el periquito de su hermano.

Cuando entró en el comedor, su madre veía una película en la tele. No cambiaba el canal: era más fácil ver lo primero que ponían.

Entonces se dio cuenta de que esa casa era un cementerio.

Como si una mano mohosa le hubiera agarrado el cuello, sintió que se asfixiaba y que moriría si pasaba un minuto más allí. Así que salió corriendo y no paró hasta respirar el aire, sucio y lleno de vida, de la calle.


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30.- Intranscendencia

Cierto día, al caer la tarde, decidió acercarse al parque solo para fumarse un cigarrillo sentado en un banco. Era un parque modesto en la periferia de una pequeña población de interior. Solo había allí una pareja de ancianos y dos críos maltratando una pelota a los que su madre estaba a punto de conducir de vuelta a casa.
Sacó un pitillo de tabaco negro y jugueteó con él entre los dedos un rato. Cuando se lo llevó a los labios, la mamá y los niños ya había desaparecido. Los ancianos se recogieron casi inmediatamente y entonces sacó un mechero barato de un bolsillo y prendió lumbre al cigarrillo. Disfrutando el silencio, le dio una calada lenta y profunda y mientras exhalaba el humo dio en pensar en la transitoriedad de todas las cosas. Luego, riendose, se burló de si mismo. Tanta profundidad y tanta hostia, pensó, ni que uno fuese el protagonista de un microrrelato.

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31.- Enemigos íntimos

Cierto día, al caer la tarde, la mañana y la noche se descojonaron del carajazo.

Hola!

Bona nit. Me he ventilado tres birras en una terraza. Me digo a mí misma que nada de alcohol cuando estoy sola pero, cae la tarde (je!) y una se ve impelida a salir a la calle, a beber el néctar amargo. Y tal.

Buena noche

En unos momentos dará comienzo la lista de nombres y puntos...

Antes de empezar, quiero dedicar esta entrega de premios a los amigos ausentes.

Saludos a todos. Vuelvan.

DON escribió:Antes de empezar, quiero dedicar esta entrega de premios a los amigos ausentes.

Saludos a todos. Vuelvan.

Ha volvido ya Nomeko?

Hola buenas noches.

Inmerecido ese rosco

DON escribió:0 PUNTOS

Otro inmerecido

DON escribió:1 PUNTO

sala autovotándose

1 PUNTO

ERIC SACHS

"E.R"

DON escribió:1 PUNTO

Pensé que tendría más

Incomprensibles 0 s

DON escribió:2 PUNTOS

Y DE NUEVO...

ACABO DE RECORDAR QUE...

HE OLVIDADO VOTAR

Estuve a esto de votar a pacoeva. Jo

Incomprensible el rosco del bosque de Mugu.

DON escribió:ACABO DE RECORDAR QUE...

HE OLVIDADO VOTAR

¡TARRRRRDE!

El relato invertido. No hice nada por intentar leerlo...

Stoneheart escribió:

DON escribió:ACABO DE RECORDAR QUE...

HE OLVIDADO VOTAR

¡TARRRRRDE!

DON escribió:0 PUNTOS

¡Injustísimo!

DON escribió:0 PUNTOS

¡Ibídem!

RegSound escribió:

DON escribió:1 PUNTO

sala autovotándose

¡Nunca!

holi, he abierto el notebook

DON escribió:ACABO DE RECORDAR QUE...

HE OLVIDADO VOTAR

¡Tongo!

DON escribió:1 PUNTO

¡Pessoa!

¿En serio el 3 era de Saladito? Me quedo picuet.

DON escribió:3 PUNTOS

¡Vergüenza!

Creo que el mío se entendía mal.

DON escribió:ACABO DE RECORDAR QUE...

HE OLVIDADO VOTAR

DON escribió:3 PUNTOS

Ya empieza a autodarse los poetas-negro

Stoneheart escribió:Creo que el mío se entendía mal.

Intenté arreglarlo explicándolo luego disimuladamente, pero no ha colado.

Rudolph votado, creo

salv se ha autootorgado el poeta negro? Joder
Istivi i pinti...

Back to underground

DON escribió:3 PUNTOS

Ronda regulera para salv

RegSound escribió:
Ya empieza a autodarse los poetas-negro

No es la primera vez.

Lo hago por Toro, que hasta preguntó a la RAE.

Pobrinho.