Sharon Stone Woman Of The Year

La diosa Sharon, por Jacques Saada :


En el suntuoso claroscuro a la Rembrandt de un amplio dormitorio en forma de altar, decorado con vidrieras adornadas con cruces de apariencia celta, una pareja abrazada hace el amor. Poco a poco, la joven orienta la batalla amorosa en una deriva ritual en la que, montando a su pareja, traba sus muñecas con un pañuelo de seda blanca crucificándolo a los pilares de la cama ; luego, levantándose por encima de él, como la Venus de Ille, erguida por el orgasmo naciente, la cara barrida de su hermoso cabello rubio por un ritmo incantatorio, meneando su cuerpo escultórico en un verdadero desfile sexual, extiende el brazo hacia un picahielos oculto detrás de ella, bajo la sábana, lo agarra como daga de sacrificio y, con el poder aterrador desplegado en el esplendor arqueado de su cuerpo, lo golpea en el instante de la eyaculación en un chorro de sangre, continuando golpeándolo a golpes repetidos con una brutalidad guerrera surgida del fondo de los tiempos... La víctima de esta ceremonia sangrienta es un tal Johnny Boz, ángel caído del rock. La investigación está a cargo del detective Nick Curran, de la policía de San Francisco, y de su colega, Gus Moran. Muy pronto, sus investigaciones les conducirán hacia una joven, rica, brillante y talentosa novelista rubia, de impresionante belleza, Catherine Tramell, cuya grandiosa residencia domina, como un templo, el océano que refleja su mirada. Ahora bien, por un fenómeno extraño, el desarrollo de la investigación parece empujar a los protagonistas a destruirse bajo la influencia de la joven o a vivir bajo su dominio; más extraño aún, las novelas de Catherine Tramell, como el hilo de las Parcas, aparecen sellar el curso de los destinos humanos.

Trascendido, sublimado, por la potencia del genio dramático y la formidable belleza de Sharon Stone, Basic Instinct constituye con Sliver un punto de inflexión, la suma dramatúrgica bisagra de este fin de siglo de la que Sharon Stone es la revelación más fabulosa. La fascinante potencia del prólogo de Basic Instinct prepara el implacable epílogo de Sliver; su propio epílogo, sin fin, anunciando, gracias a la divina intercesión de Sharon Stone, el regreso y la posesión mística de su apartamento por Catherine, metamorfoseada en Carly, en Sliver, al igual que Wotan se convirtió en el Viajero en Siegfried.

De Basic Instinct (o el instinto fundamental) a Sliver (o el caos de los instintos), Sharon Stone es el demiurgo de la puesta en práctica del concepto Nietzscheano de «instinto»: habiendo, en Basic Instinct, impuesto el reinado del instinto fundamental en el impulso que determina la elección del «elegido» y en el que da la sensación de haber sido elegido, por la percepción del «otro», Catherine, convertida momentáneamente en Carly, pone fin al caos de los instintos y al extravío blasfemo de quienes pretenden jugar a Dios, constatando la destrucción de sus ambiciones sacrílegas. Basic Instinct se enriquece, por otra parte, con innumerables puntos de referencia, mitológicos en particular: Catherine meditando ante la hoguera purificadora, al día siguiente de la noche de amor; su entorno de amazonas, Roxane, Hazel, Beth; su precioso adorno en las últimas escenas; el uso del blanco y del negro (los dos Lotus, negro y blanco, de Catherine; su bufanda y su chal, su vestido, su abrigo, su traje, blancos... las prendas negras de Roxane); el plano final donde resplandece la espada como en una cripta. Habría que descodificar cada plano, incluso cada pantalla de la «sala de control» en Sliver. Una fusión ideal, próxima al drama wagneriano, de todos sus elementos constitutivos - guion, diálogos, decorados, fotografía, montaje, música, interpretación - llevados a su punto de rigor por una puesta en escena ideal, confiere a la obra maestra de Sharon Stone y Paul Verhoeven los tonos rarísimos de una creación intimista y grandiosa a la vez.

Para encarnar al personaje inmenso, sobrehumano, único, el más absoluto de la dramaturgia contemporánea, de Catherine Tramell, era necesaria una perfecta adecuación entre un ser de esencia superior, Sharon Stone, y un papel que implicase una misión cuya estrategia y finalidad serían las suyas. Casualidad y necesidad, llegando a su hora, descartando leyes sin fuerza por la fuerza de sus propias leyes que se convierten en las nuestras, Sharon Stone da a luz a un personaje infalible, cuyas normas eran desconocidas hasta ahora.

Protectora del Grial, ella misma diosa, Sharon Stone es verdaderamente la enviada de los dioses: Parca ordenadora de la vida y la muerte, de una ferocidad inexpugnable contra la mediocridad profana, sobrepasando uno por el otro el placer de los sentidos y el intelecto, uniendo el pagano con lo sagrado, el sacral con lo místico, Occidente y Oriente, Apolo y Dioniso, Eros y Thanatos, la catedral y el templo, abriendo y cerrando a voluntad el de Jano, cuyos dos rostros ella se apropia, para unir finalmente el Olimpo y la Asamblea donde, invirtiendo los papeles, la irónica diosa provoca desde su tribunal, a través de un legendario descruce y cruce de piernas, la humanidad, ahí donde conoce sus debilidades, al mismo tiempo que escoge al elegido (Nick).

Reconciliando Esparta y Atenas al sol de Nietzsche, Sharon Stone despliega, de la extrema fragilidad a la potencia infinita, un recorrido exploratorio con el rigor conceptual y el legítimo orgullo de un autor. Transmutando todos los valores más allá del bien y del mal, Sharon Stone cataliza todas las potencialidades divinas y humanas de las que somos responsables desde Esquilo y Homero. Parca de nuestros destinos, da nacimiento a un superser cuya voluntad de potencia, de poder (Wille zur Macht) no excluye del superhumano, «el humano, demasiado humano».

Su intervención inicial, de esencia sacral, el castigo de la humanidad decadente tomada en la persona de Johnny Boz, desencadena la única reacción posible - una investigación policial - por una sociedad incrédula que, habiendo perdido el sentido del mensaje sacral iniciático, ya no cree más que en la mentira, el único capaz de suspender su incredulidad; ese estado de suspension of disbelief al que Catherine alude, en una escena capital, en el coche que le lleva hacia su interrogatorio.

Después de sembrar los «verdaderos falsos» indicios que le bastarán para confundir a los hombres, para cerrar la investigación y cerrando la puerta sobre las certezas que satisfacen su lógica, la diosa habrá estimado su misión terminada, sólo un fallo humano de mujer enamorada en la manipuladora suprema, como Madame de Merteuil experimentando repentinamente la vulnerabilidad de Madame de Tourvel, le hará aplazar la eliminación del elegido temporal, bajo la amenaza del picahielo sacrificial convertido en espada de Damocles.

Tan brillante como el preludio de Lohengrin, tan intensa como el de Parsifal, tan radiante y majestuosa como el amanecer y la escena final del Ocaso de los Dioses, Sharon Stone es tan bella como una página de Wagner en la que Mozart y Richard Strauss habrían colaborado y cuya admirable partitura que supo inspirar a Jerry Goldsmith, totalmente estructurada a partir de los leitmotiv de su personaje, nos ofrece la plenitud. La distinción aristocrática, la fuerza de carácter, la poderosa expresividad, los matices infinitos de sus rasgos, de su voz, de su dicción, como apuntaladas por un bonapartismo conquistador, son tan decisivas en su perfección y su ascendente imperioso como la sinfonía Heroica de Beethoven.

Sharon Stone nos eleva al origen de la tragedia por la belleza sobrenatural de un ceremonial en el que su danza sacral y el ritual incantatorio de su gesto amoroso se organizan en una auténtica liturgia; donde Circe dominando a Ulises con la punta de su espada devuelve al mundo esa sensación de absoluto que lo había abandonado.

Sharon Stone, que encarna a la vecina del Sol con la que soñaba Nietzsche, por su carisma, forma parte de aquellos pocos seres que dan la sensación inquietante y fuerte de que se les esperaba desde el alba de los tiempos. Con la espada, con el fuego, con la sangre, nos lleva y nos guía a través de los escombros de la decadencia contemporánea hacia el nuevo amanecer, regenerador, del tercer milenio. Su voluntad de poder, su concepción del mundo, su Weltanschauung, le abren naturalmente su camino hacia la nueva era de una Ordnung personal.

Con la síntesis de Catherine y Carly, Sharon Stone realiza así el sueño nietzscheano del superhombre de dimensiones infinitas : Catherine revelando a veces las fragilidades de mujer de Carly y la humana, demasiado humana Carly, hecha más fuerte por lo que no la mató, erguida, como el arcángel san Miguel, ante la humanidad caída, devolviéndonos a Catherine en su omnipotencia.

Jacques Saada

Last Dance, 1996, por Jacques Saada


Una joven de 19 años, Cindy Liggett, es condenada a muerte por crímenes, tras un juicio fallido. Es ejecutada doce años más tarde, después de luchar en vano en el Corredor de la muerte.

En la obra reciente de Sharon Stone, Last Dance se presenta como la culminación de una trilogía mística (Casino, 1995 - Diabolique, 1996 - Last Dance, 1996), que prolonga, trascendiéndola, su trilogía heroica (Basic Instinct, 1992 - Sliver, 1993 - The Quick and the Dead, 1995). Cercana de los celtas y de los germanos por sus orígenes, Sharon Stone ha hecho del gran pasaje de la muerte el tema de reflexión central de su obra y, por ello mismo, una fuente de inspiración de su genio creativo.

Si Diabolique no ofrece ninguna solución (la muerte se confunde con la nada a la que hay que afrontar desesperadamente solo), en Casino la muerte es causada por la humanidad en decadencia que arrastra a Ginger del laberinto de La Casa de los Muertos de Dostoyevski a las tinieblas del último círculo del Infierno de Dante; pero el "shoot" mortal que destruye a Ginger es de un alcance radicalmente opuesto al de la inyección mortal que libera a Cindy en su último y prodigioso impulso hacia la luz de su verdad.

Obra maestra absoluta, Last Dance constituye así la ascesis, el pensamiento, la filosofía profunda de Sharon Stone, su credo espiritual y metafísico, tendido hacia un panteísmo infinito. Debilitada por el extravío suicida del "humano demasiado humano", Cindy distribuyó la muerte, como Electra, sin tener derecho. Ante las leyes de la Ciudad, encuentra el espíritu de Antígona, no para poner fin a su propia vida, sino, superando la problemática de la pena de muerte, para realizar y lograr por lo menos, su paso hacia el más allá, hacia su nuevo amanecer. Por su carisma, por la dimensión mesiánica guerrera de su personaje, Sharon Stone confiere a Cindy las resonancias sacrales de la Juana de Arco de Dreyer. Sublimando su visión de lo invisible por intercesión del Taj Mahal, templo legendario del amor más fuerte que la muerte, del que grabará para la eternidad el reflejo de la imagen, llega al lugar, como la Isolda de Wagner, donde la vida, el amor y la muerte van a fusionarse en una armonía nueva que se convierte para ella en el Eldorado de su alma.

Sharon Stone realiza con Cindy, un instante invadida por la duda, el terror del desconcierto y la revuelta, su entrada en un mundo de luz donde le acompañamos en una inmensa procesión. Maestra de su redención y de su trascendencia, preside ella misma el ritual sacrificial de su ejecución, es decir, la ceremonia que la introduce en aquel más allá que se ha convertido en su profesión de fe. Irradiando la luminosa pureza de su indecible belleza y de su mirada donde se armoniza la conmovedora fragilidad de una heroína de Andersen y la suprema intensidad del preludio de Parsifal, Sharon Stone, después de haber vivido y soportado la Pasión de su condición humana, nos lleva con ella en la búsqueda de su Grial.

Jacques Saada

Intersection, 1994, por Jacques Saada

Al amanecer, cerca del océano, un automovilista corre a través de un bosque, como el jinete del Rey de los Alisos; cuando de repente...

Sally Eastman es una joven fascinante, rubia como el sol, de impresionante belleza. Casada con Vincent, tiene una hija, Meaghan, que parece su propio reflejo y cuya mirada, como la suya, refleja el océano. Sally y Vincent son arquitectos y crearon un estudio de arquitectura. Guapo, seductor, Vincent, de gustos simples, parece aplastado por la personalidad demasiado fuerte de Sally, ser de una inteligencia excepcional, fuera de lo común, ambiciosa, rigurosa en sus principios, de apariencia doctoral, fría, austera, pero ardiente de una vida afectiva, de una sensualidad, de un fuego interior intensos. Para intentar protegerse de esta dominación, Vincent busca refugio en Olivia Marshak, periodista sin gran personalidad pero tranquilizadora, "a su altura". Es entonces cuando Vincent deja adivinar a Sally, a su pesar, una elección de ruptura que va a provocar en ella una reacción glacial seguida, a semejanza de Electra, de un despliegue de imprecaciones de una temible potencia. Preso de sus miedos, desamparado, Vincent, a punto de unirse a Olivia, le escribe una carta de renuncia, pero no se resuelve a mandarla, dejando, por el contrario, un mensaje de esperanza en su contestador automático... Luego reanuda su carrera hacia Olivia, pero será interrumpida brutalmente en la intersección fatal de otra carretera que oculta al Estix...
Tan solo el reloj del Fatum continuará su carrera... En el umbral de la nada, en una última visión, incapaz de comprender los gestos de invitación al viaje que le hacen Sally y Meaghan, desde la popa de su velero lanzado hacia la luz del horizonte, Vincent se "verá" seguir a Olivia en las tinieblas de los abismos. Sally, desde lo alto de su omnipotencia, mirará por última vez a Olivia, postrada por la muerte de Vincent, y luego, habiendo desgranado a lo largo de un agua venida del Estix los pedazos de la carta encontrada sobre él, desviando con amargura y piedad su mirada, como Carly Norris al final de Sliver, la dirigirá hacia donde el reloj del tiempo determina el curso de los destinos humanos.

"Base Stone", el gigantesco museo etnográfico en forma de templo construido bajo la dirección de Sharon Stone por Vincent en las proximidades del Pacífico, es el santuario de donde sucederá que su mesianismo iniciático se transforme en una furia misionera, como en el prólogo de Basic Instinct, el epílogo de Sliver, y durante la "noche del destino" en la que Sally, investida del poder de los dioses, amenazará a Vincent de la ira del Apocalipsis... La Parca de Basic Instinct engendra las de Sliver y de Intersection, a lo largo de las cóleras punitivas y destructivas que las desencadenan, armando el brazo de Sally que, rompiendo el espejo, fusionando inexorablemente lo humano y lo superhumano, ejecuta a Vincent con la espada de Damocles.

La insignificancia de la relación de Vincent y Olivia está reflejada en el proyecto miniaturizado de la casa diseñada por Vincent donde para mudarse, Olivia quisiera medir "cinco centímetros"; proyecto sobre el cual se extiende la sombra grandiosa y amenazadora del templo diseñado por Sally, receptáculo de las civilizaciones extinguidas por la inconsecuencia ciega y destructiva de una sociedad decadente, en pérdida de culturas y de referencias, que ni siquiera cuestiona el valor de los valores que los mercaderes del templo tratan de imponerle, para intentar substituir a los verdaderos dioses que se sientan allí, y donde Sally, diosa imperial tutelar de los lugares, reinstalando Roma en Roma estableciendo el stonismo para un "Sharon Stone Age", aparece la tarde de la inauguración, con su hija a su lado.

Sharon Stone (la inteligencia y lucidez de Mark Rydell fueron saber captar la riqueza de sus matices dramáticos) infunde a todos los estratos de Intersection - admirable partitura de James Newton Howard, a veces cercano a Rimski-Korsakov, Debussy y Ravel, magnífica fotografía de Vilmos Zsigmond - el soplo de su genio creador en autora cuya evidencia e influencia se confirman y se afirman de película en película. Sharon Stone, que une a Electra con Salomé y Antígona, es la más grande y la más bella actriz dramática contemporánea.

Jacques Saada

Sliver, 1993, por Jacques Saada

Una misteriosa joven, rubia, de gran distinción, se muda a un sliver, edificio de arquitectura elegante de un barrio residencial de Nueva York: Carla, "Carly", Norris, directora literaria de una editorial, está de vuelta en la sociedad al final de un divorcio que puso fin cruelmente a unos años de matrimonio. Ahora bien, Naomi Singer, anterior inquilina del apartamento de Carly, acaba de encontrar una muerte horrible. Carly va conociendo a sus vecinos : Zeke, un rico heredero fanático de vídeo, y Jack, un escritor moderno que parecen ser los protagonistas de juegos perversos; Gus Hale, un viejo profesor que ilumina de su cultura esta atmósfera oscura: su muerte, aparentemente natural, turba profundamente Carly. Una mujer llamada Vida, con la que Carly tiende a simpatizar, es víctima de un asesinato de aspecto ritual... Una amenaza circundante, omnipresente aunque invisible, endurece inexorablemente su cerco sobre Carly...

Carly ha sido herida por la vida y nos lo revela en la sublime escena del cuarto de baño: parada ante su espejo, después de haberse mirado largamente, interrogando su pasado, acompañada de variaciones al piano venidas del Amor y Vida de Mujer de Schumann, deja que su mano se deslice sobre su cuerpo pensando en los abrazos del pasado. Se aleja, y después, saltando sobre su bañera, se desliza, temblando, en el agua, su rostro contraído, tenso por su confusión interior, por sensaciones antiguas que resurgen en lo más profundo de su ser, en una soledad que la enreda, no hacia el placer, sino hacia el recuerdo del placer... Hasta el momento en que intuimos que volverá a ser dueña de sí misma y de su destino: en la manera de invitar a sus vecinos para observarlos; en su carrera panteísta a través del bosque; en su mirada, de una densidad venida de otro sitio, sobre el padre incestuoso y su chiquilla cuya mano aprieta; en el travelling sobre su cuerpo escultórico después del amor; en su manera de acariciar, como signo de despedida, el rostro de su amante.

En el marco del prodigioso decorado de la "sala de control", en forma de teatro antiguo, concebido por Zeke, donde la humanidad está simbólicamente "repartida" sobre gradas figuradas por una multitud de pantallas, Carly, habiendo aniquilado el aparato demoníaco del voyeurismo totalitario de Zeke ("¡Conectemos la ciudad!"), le aparecerá una última vez, en un llamativo claroscuro, como la estatua del castigo para aquel que quería "jugar a ser Dios". Castigando este crimen apagando con su mando a distancia todas las pantallas, privándonos de la facultad de mirada sobre un universo que nos hemos hecho indignos de contemplar, nos remite brutalmente a las realidades de la existencia, lanzando a Zeke aterrorizado: "¡Asume tu vida!" ; Sharon Stone confiere a su personaje una dimensión sobrenatural en esta escena final en la que hace planear, siguiendo la expresión de Pierre Loti, "como un preludio de apocalipsis que arroja el terror propio de los fines del mundo".

Toda la gravedad del discurso nos la devuelve el rostro de Sharon Stone, conmovedora como la Isolde de Wagner. Cada uno de sus gestos, cada una de sus expresiones, de sus entonaciones, es un monumento de sensibilidad, la manifestación de una cultura en la edad de oro de una civilización.

Sliver - recorrido por una música de Howard Shore cercana de Mahler y admirablemente fotografiado por Vilmos Zsigmond - se revela ser, más allá de los mil ojos del Diabólico Dr. Mabuse de Fritz Lang, una magistral constatación de la decadencia de este fin de siglo de donde, por la gracia luminosa y el genio de Sharon Stone, la grandeza de Carly hace surgir un nuevo amanecer.

Jacques Saada

Casino, 1995, por Jacques Saada

Año 1973. Las Vegas, templo del dinero, es gobernada, de manera oculta, por el todopoderoso sindicato de camioneros. Bajo su autoridad, Sam «Ace» Rothstein, hombre despiadado con los tramposos, gobierna el hotel-casino Tangiers. Se deja seducir por una virtuosa de la estafa, de una impresionante belleza, Ginger McKenna. Nicky Santoro, amigo de la infancia convertido en su matón, se alía con Ginger, que, incomprendida por Sam, cae en el alcohol y la droga. Desde entonces, los enfrentamientos del trío van a preocupar a sus padrinos, vigilados cada vez más de cerca por la policía y el FBI. Un enfrentamiento aterrador y final entre Ginger y Sam conducirá al colapso del imperio...

Casino es una de esas obras emblemáticas que, en un momento dado, nos ofrecen la suma y la superación de lo que periódicamente una civilización genera de más acabado. Grandiosa e intimista, Casino es el formidable resultado del encuentro de dos genios creadores: Sharon Stone y Martin Scorsese, arrastrando con ellos a un Robert De Niro y un Joe Pesci excepcionales. La riqueza y la perfección de Casino hacen de ella una obra igual de densa y esencial que Iván el Terrible de Eisenstein por la reflexión sobre el poder que ofrece ; con el añadido de que, en este caso, esta obra combina la reflexión sociológica de un Coppola con la reflexión política de un Visconti. Martin Scorsese muestra una ciencia prodigiosa del ritmo, del contrapunto visual, sonoro y musical al igual que La Pasión según San Mateo de Bach que abre y cierra la obra. La admirable partitura compuesta por Georges Delerue para El Desprecio de Godard está todavía más densificada, ya que es el reflejo de una triple disgregación: la de una pareja como en El Desprecio, la de una amistad y la de un imperio. Anuncia la inquietante balada de Alan Price, "The House of the Rising Sun", que sobrevuela el destino de los protagonistas de esta inmensa tragedia, parábola de una grandeza, crueldad y decadencia a la romana, donde los hombres se imaginan suficientemente dueños de su destino como para atreverse a desafiar a los dioses tutelares de los lugares donde creyeron poder instalar impunemente su dominio provisorio. Es el tema del Ring de Richard Wagner donde el Oro del Rin/el dinero de Las Vegas echa su maldición sobre Ginger/Brunilda y sobre Sam/Sigfrido, precipitados en la conflagración final del Ocaso de los dioses.

Sharon Stone, coronada por el Golden Globe a la mejor actriz en 1996 por su conmovedora creación de Ginger McKenna, cuya composición expresa la intensidad de las más poderosas figuras dostoievskianas, se impone más que nunca como la más grande y la más bella actriz dramática de este siglo.

Jacques Saada

The Quick and the Dead, 1995, por Jacques Saada 

Una joven, Ellen, venga implacablemente el asesinato de su padre.

Sharon Stone, coproductora por primera vez, hace de The Quick and the Dead una obra maestra absoluta; el western innovador del centenario del cine. Desde la alegoría del título - The Quick - los vivos, los más rápidos con el gatillo - and the Dead - y los muertos, los que desenvainaron demasiado tarde, pero también, los vivos - los que tienen una misión vengativa que cumplir - y los muertos que, desde el más allá, los han investido de esta misión, Sharon Stone afirma su genio de dramaturga y de autora mientras que, en The Specialist, habiendo confiado a Sylvester Stallone el cuidado de dejar caer la espada de Damocles sobre los asesinos de sus padres, ella misma ejecutará al verdadero asesino de su padre, en la ciudad simbólica de Redemption, donde la redención por venganza se hará eco de la redención por la piedad filial.

Fusionando de nuevo, en su fantástica cabalgata, Antígona, Salomé y Electra, formidable jinete del Apocalipsis, hija de Nietzsche, de Esquilo y de Sófocles, discípula de Raoul Walsh, de Howard Hawks, de John Ford y de Eisenstein, Sharon Stone, llevándose su magnífico caballo negro Magic, logra magistralmente su unión decisiva con ellos, al término de una extraordinaria estrategia en la que, metiéndose en la brecha abierta por Perseguido y Colorado Territory, que ya mostraban la confrontación de los hombres con los dioses cuyos cielos terribles se ciernen sobre The Quick and The Dead, eleva como una visionaria al western hasta el origen de la tragedia, aboliendo sus convenciones, irradiando el alba del tercer milenio de su carisma lleno de resonancias sacrales.

Su belleza indecible y su genio dramático hacen, más que nunca, de Sharon Stone la revelación más fabulosa de este fin de siglo. La salida en Francia de esta obra maestra el 21 de junio de 1995, en el marco de la Fiesta del cine, quedó como uno de los principales acontecimientos de este centenario. Hay que precipitarse a ver The Quick and the Dead para recuperar las virtudes regeneradoras de la tragedia antigua que, por el hierro, por el fuego, por la sangre, Sharon Stone forja en demiurga a la medida del viento de la Historia.

Jacques Saada

Diabolique, 1996, por Jacques Saada

Una hermosa pero inquietante mansión gótica de Pensilvania, rodeada de bosques, alberga un internado sobre el que reina en déspota Guy Baran. Cuenta con el apoyo de su esposa, Mia. Esta, frágil y resignada, acepta y soporta, como un hecho consumado, las humillaciones de Baran y su relación con Nicole Horner, profesora de matemáticas en el establecimiento. De impresionante belleza, Nicole, que posee un extraño poder de dominación y manipulación, ejerce su influencia y una fascinación turbia y sensual, tanto sobre Baran como sobre Mia. Provocada por su amante, Nicole tomará a Mia bajo su protección y la llevará a organizar la aniquilación del demonio. La desaparición de su cuerpo de la piscina del establecimiento, donde lo sumergieron, atormenta a Mia, obsesionada por el remordimiento. Una mujer singular, de aspecto amazónico, la inspectora Shirley Vogel, parece tratar de aclarar este misterio...

Surgiendo de "otro lugar" (l'ailleurs), Sharon Stone continúa ejerciendo, desde Basic Instinct, su poder de dominación, de manipulación, de destrucción pero también de protección. Diabolique se inscribe perfectamente en la carrera mitológica exploratoria, del "sobrehumano" al "humano, demasiado humano", de Sharon Stone. En los confines del misticismo, su paganismo le hace rechazar, como en Last Dance, la falsedad de las creencias y de las prácticas religiosas. Cruzando en su carrera solitaria el destino humano de Mia y la ambigüedad de Shirley, a la que controla en tanto que Parca suprema, después de haber vencido a otro Minotauro, Sharon Stone, en lo más alto de su genio dramático y de su belleza, imprime magistralmente su huella de autora a lo largo de toda la obra.

Jacques Saada

The Specialist, 1994, por Jacques Saada


Una extraña jovencita de gran belleza, May Munro, está obsesionada, desde la infancia, por la voluntad de vengar a sus padres masacrados ante sus ojos y de exterminar a sus asesinos. Para llevar a cabo su misión punitiva, contrata a un ex de los Servicios Especiales estadounidenses en Colombia, Ray Quick, experto en explosivos.

Luis Llosa y John Barry han diseñado una magistral película de acción, verdadera Odisea que nos lleva a las costas de Florida, bajo la influencia de Sharon Stone. Porque desde Basic Instinct (o el instinto fundamental), las cualidades de autor de Sharon Stone se imponen con toda evidencia. Las interrelaciones existentes entre sus diferentes películas son la prueba indiscutible de ello. La enorme ola desenfrenada de Basic Instinct reveló bruscamente a un mundo deslumbrado, como al final de la carrera silenciosa de un gigantesco mar de fondo, la formidable belleza y la potencia del genio dramático de Sharon Stone. Es evidente que un personaje de la amplitud de Catherine Tramell en Basic Instinct (aquí metamorfoseada en May Munro), sin duda el más absoluto desde el origen de la tragedia, transmutando todos los valores más allá de "la fusión del mal supremo y de la bondad suprema", según la expresión de Nietzsche, no había podido surgir tan repentinamente sin haber sido preparado largamente por el ser de esencia superior que iba a adaptar a las suyas la estrategia y la finalidad de su misión : Sharon Stone.

Más allá de la fascinación apolínea engendrada por la joven, haciendo intervenir la gestualidad de su cuerpo y de su liturgia amorosa sólo donde la palabra ya no basta, como la música para Debussy, sobreestimulando uno por el otro el placer de los sentidos y el intelecto, se imponía el análisis de una dramaturgia subyacente en la medida en que su belleza sobrenatural parecía esculpida por rasgos cuyo trazado habría sido definido por su excepcional inteligencia.

Verdadera enviada de los dioses en su misión punitiva sobre una sociedad en decadencia, en pérdida de cultura y de referencias, prisionera de su incredulidad estigmatizada por Catherine, Sharon Stone trascendió sublimándolo el vuelo punitivo de las aves de Daphne du Maurier y de Alfred Hitchcock, mientras desplegaba una temible ferocidad de la ceremonia expiatoria del prólogo de Basic Instinct al apocalipsis final de Sliver. Examinando las creaciones pasadas de Sharon Stone a la luz del superser de Basic Instinct, se detecta así, entre los temas dramáticos de sus películas, el de la misión punitiva conjugada con el del espíritu de venganza inspirado por la humilación - la de Carly por Zeke en Sliver, la de May por Ned en The Specialist - y el asesinato del padre o de los padres: desaparición del padre de Jesse Huston en Las Minas del Rey Salomón (1985), muerte de los padres de Catherine Tramell por la misteriosa explosión de su yate en Basic Instinct (1992), muerte violenta de los padres de May niña en The Specialist, muerte trágica del padre en The Quick and the Dead.

Fusionando lo humano con lo sobrehumano, armada con la espada de los dioses, arrastrándonos, por el hierro, por el fuego, por la sangre, a través de los escombros de la sociedad contemporánea, hacia el nuevo alba purificador del tercer milenio, abriendo o cerrando a voluntad el templo de Jano del que se apropia ambas caras, Sharon Stone animada por el espíritu de Antígona tiene para Sylvester Stallone las órdenes implacables de Electra. Como hija de Esquilo y Sófocles, uniendo a Electra y Antígona, la imperial Sharon Stone es, con diferencia, la más bella y la más grande de las actrices contemporáneas.

Jacques Saada

Sphere, 1998, por Jacques Saada

La Armada de los Estados Unidos localiza una enorme nave espacial que se encuentra a varios cientos de metros en el fondo del océano. El equipo técnico que ha establecido una vía de acceso al interior de la nave es relevado por un equipo que tiene la misión de explorarla. El médico del nuevo equipo (Beth Halpern interpretada por Sharon Stone) es una misteriosa y hermosa joven que parece poseer el secreto del origen de la nave mucho más allá de inquietantes hallazgos : el accidente de la nave - que resulta ser de origen estadounidense y lleva el nombre de Ossa, sitio mítico de la caballería nórdica - parece remontarse a varios siglos. Lanzada en los años 50, habría penetrado en un "agujero negro" para volver trescientos años antes de irse, trayendo una esfera de forma y de esencia solares, receptáculo de todas las energías del universo y con ello, de nuestras voluntades; por lo tanto, poseedora de un poder ilimitado para conquistar el mundo. En osmosis con la esfera desde una época desconocida, Beth es a su vez poseedora de este poder. De regreso del "otro lugar" a través del espacio-tiempo - poco a poco descubrimos que formaba parte de la tripulación de origen de la nave -, se presenta como un personaje doble : humano - su relación pasada con Norman Johnson lo atestigua - y post-humano - tiene la voluntad de potencia de la que "sabe"... Cuando los dos supervivientes de su equipo estén "listos", se los llevará, como caballeros, en la búsqueda de un nuevo Grial.

Haciéndose eco de 2001, odisea del espacio de Stanley Kubrick, esta admirable reflexión sobre el tema de la voluntad de poder nietzscheano deslumbra por su inteligencia, iluminada por Sharon Stone cuya belleza es irradiada por la grandiosa partitura de Elliot Goldenthal, inspirada en Wagner.

J.S.

Las minas del rey Salomón, 1985
Allan Quatermain y la ciudad perdida del oro, 1986


Jesse, hija del profesor Huston desaparecido cuando buscaba las minas del rey Salomón en el corazón de África, contrata a Allan Quatermain para tratar de encontrarlo. Se enfrentan a varias tribus, al coronel alemán Bockner y al turco Dogati también en busca de las minas ; cuando descubren las fabulosas riquezas de Salomón, se produce un cataclismo. Quatermain y Jesse Huston salen con dos diamantes de recuerdo.

Tras salir vivos de las minas del rey Salomón, Quatermain y Jesse se lanzan sobre las huellas del hermano de Allan, desaparecido, a su vez, en las tinieblas de la selva en busca de la Ciudad del Oro...

Richard Chamberlain evoca con facilidad al que, al igual que Stanley encontrándose con Livingstone, no le sorprendería en absoluto cruzarse, bajando por un camino, perseguido por un bloque de piedra, su compinche Indiana Jones...

Pero este exuberante díptico permite sobre todo a Sharon Stone mostrar con ingenio su inmenso registro, para ofrecernos una de sus composiciones más aturdidoras y graciosas junto a su papel de Linda en He Said, She Said (1991), aunque en este último caso con una punta de gravedad. Sharon Stone retomará la estructura del combate aéreo para la persecución aérea final de Police Academy 4 (1987).

Acompañada por el hermoso leitmotiv wagneriano que le dedica Jerry Goldsmith, Sharon Stone se revela la más seductora y sutil de las heroínas de acción. Por lo tanto, no nos sorprende que, magistralmente, consiga marcar con su impronta de autora estas brillantes variaciones sobre el tema de la aventura, confiriéndoles la huella iniciática, ritual y sacral de su carrera mitológica irradiada por el fantástico stoniano.

Jacques Saada

Sangre y arena (Blood and Sand), 1989

Muy superior a las versiones anteriores, ésta, producida y realizada en España, también prevalece por su autenticidad.

Dicho esto, su interés principal es permitir que Sharon Stone nos dé una de sus creaciones más magistrales, antes de la apoteosis de Basic Instinct y Sliver. El poder de su genio dramático, la extraordinaria riqueza expresiva de su belleza, las tonalidades musicales de su voz, los tonos melodiosos infinitos de su dicción, hacen de su doña Sol - cuya gestualidad anuncia las de Catherine Tramell y Carly Norris - una verdadera creación de autor.

Apareciendo al amanecer, al volante de su coche deportivo, pañuelo morado y vestido negro, gafas oscuras, Sharon Stone organiza inexorablemente la subida en potencia de su liturgia amorosa y de su dominación manipuladora, convirtiéndose poco a poco en la vecina del Sol anunciada por Nietzsche.

Jacques Saada

He Said, She Said, 1991

Dan y Lorie se aman, pero se pelean, de ahí unos juegos de seducción que, explorando la vida común y las vidas paralelas de nuestros dos tórtolos, hacen surgir una magnífica y provocadora pantera rubia, amante de uno y rival del otro: volverá a su misteriosa jungla, abandonando a los tórtolos en su prado sin misterio.

Irresistible comedia - no exenta de analogías con Diferencias irresolubles - que poco a poco pasa bajo la influencia mágica del personaje maravillosamente creado por Sharon Stone. Linda es para Sharon un personaje situado en los confines de lo fantástico y de la gravedad de un cuento de hadas, a imagen de la escena de la comida o de la escena en la habitación que precede a la ruptura. La última frase de Sharon, sentada en la cama con su amante, magistralmente susurrada con su estilo tranquilo, en el registro grave, antes de ir al baño y cerrar la puerta - como lo hará Sally en Intersection - sobre su pasado, es una de esas transiciones geniales que hacen de Sharon Stone uno de los raros y auténticos dramaturgos contemporáneos.

Jacques Saada

Diferencias Irreconciliables, 1984

Un guionista conoce por casualidad a una joven arribista, Blake Chandler, que va a trastornar su vida profesional y amenazar su vida de pareja.

El interés esencial de esta obra es ofrecernos la primera gran composición de Sharon Stone - con la de Cassie Bascomb del telefilm Calendar Girl Murders, 1984; sin olvidar la de su profético personaje de Lana Marcus en Deadly Blessing. El personaje de Blake Chandler - que no carece de analogía con el de Eve Harrington en Eve de Joseph Mankiewicz - permite a Sharon Stone manifestar de manera prodigiosa su genio dramático.
La impresionante potencia con la que Sharon Stone estructura, por ejemplo, la escena nocturna en la que Blake viene silenciosamente a decir, en voz baja, a la pareja Ryan O'Neal/Shelley Long, apretándolos contra ella: "I love you both so much" ; o la escena del restaurante donde ella se limita a soplar lentamente el humo de su cigarrillo hacia Shelley Long mirándola fijamente, para hacerle comprender su dominio sobre Ryan O'Neal, confunde el entendimiento. A partir de ahora, ha nacido una actriz dramática excepcional : Sharon Stone.

Jacques Saada

Year of the Gun, 1991

Una joven periodista estadounidense, Alison King, se encuentra implicada en la investigación sobre las Brigadas rojas llevada a cabo en Roma, en 1978, por uno de sus compatriotas, David Raybourne, reportero. Alison se convierte en su amante, pero el destino los separará en el caos de la guerra civil libanesa.

Abierta y cerrada de forma extraordinaria por el admirable cántico fúnebre del prólogo y del epílogo - que se hace eco del oficio de difuntos de Deadly Blessing y anuncia la liturgia pagana de Sliver - una soberbia evocación del "año de plomo" italiano en el contexto del trágico secuestro de Aldo Moro...

Magistral fresco sobre Roma, recorrido por el ruido y la furia en la deslumbrante claridad de sus días y la silenciosa belleza de sus noches.

Al igual que había en Sangre y arena (1989) la España, Madrid, Sevilla, Jerez, de Sharon Stone, a partir de ahora habrá la Italia, el Lacio y la Roma de Sharon Stone; esta Roma que conquista desde el admirable primer plano sobre su luminoso rostro, mientras fotografía la pequeña plaza donde se va a cometer un atraco; preludio a sus "paseos por Roma", "codeada" por Stendhal y Dumas... Y entonces, una y otra vez, su genial lucidez en la forma de vivir el instante ; su manera conmovedora de interponer la mano entre sus labios y los de Andrew McCarthy, interrumpiendo, pudor y aprensión mezclados, el esbozo de un beso... La última visión que conservaremos de ella al final de su reportaje televisivo de Beirut : después de haber guardado su material, nos interpela con una última mirada, antes de alejarse a través de los escombros, desvaneciéndose a lo lejos en las brumas de la guerra... Ser de luz que amaremos para siempre.

Jacques Saada

Above the Law, 1988

Un ex de las Unidades Especiales de los Estados Unidos en Camboya ingresa, a su regreso, en la policía. Sus métodos expeditivos no son vistos con buenos ojos por sus superiores... Hasta el día en que tiene que enfrentarse, en el seno de una organización criminal, a algunos socios del asunto camboyano cuya crueldad había denunciado... Estos amenazarán la vida de su joven esposa, Sara, y de su hijo...

Excelente película de acción, con escenas notables, por ejemplo, el atentado en la iglesia. Steven Seagal es notable por su facilidad y autoridad. Una vez más, Sharon Stone nos conmueve, como una heroína de Andersen o de Chéjov: con unos cuantos toques visuales y vocales tenemos el retrato inolvidable de esta joven madre, atormentada, debilitada por el miedo de una amenaza circundante cerca de arrojarse sobre su felicidad. Sharon Stone, o el talento y la belleza en estado puro.

Jacques Saada

The Muse, 1999

Falto de inspiración, el guionista Steven Phillips recibe la propuesta por parte de su amigo Jack Warrick (Jeff Bridges) de que acepte la ayuda de una musa (Sarah) cuyos hechizos le permitirán encontrar su vena creadora. Pero tal vez Sarah no es quien creemos que es... y quizás Steven no lo sepa nunca. ¿Es Sarah el reflejo de una locura humana, demasiado humana, o la manifestación de una voluntad de poder sobrehumana?

Los cineastas que creyeron tener la impresión de dirigir a Sharon Stone deberían meditar este acto de lealtad de Rimbaud: «¡Iba bajo el cielo, Musa! y yo era tu servidor... » Musa suprema, se apropia de los poderes de sus nueve hermanas para extender mejor su dominio sobre un séptimo arte que fusiona los otros seis. Desde entonces, un inquietante hilo de Ariadna va a unir entre sí las inspiraciones de los cineastas, compositores, guionistas y jefes operadores bajo el imperio de esa potencia creadora superior suya.

¿Y si esta nueva obra nos entregase, de alguna manera, las claves de su recorrido artístico? ¿No estará la verdad de nuestra musa del lado de la manipuladora suprema de Basic Instinct ? Heroína de aquella película para la eternidad, Sharon Stone enuncia sus poderes de metamorfosis en metamorfosis...

Jacques Saada

Gloria, 1999

Gloria acaba de cumplir tres años de cárcel por un delito que aceptó asumir en lugar de su amante, Kevin, teniente de un jefe de la mafia de Nueva York. Tras ser liberada, se dirige a casa de Kevin, deseosa de poner fin a una relación con un hombre que la ignoró durante su detención y, sobre todo, para obtener el dinero que le había prometido a cambio de su silencio. Kevin se niega a pagarle nada si lo deja. Animada por la venganza, Gloria huye del apartamento de Kevin llevándose a un niño secuestrado por la banda, que tiene un documento comprometedor entregado por su padre antes de ser masacrado con toda su familia...

Cualquier tentativa de comparación polémica con la película homónima de John Cassavetes parece muy vana dado que las dos inspiraciones son igualmente admirables y personales, lo que no ha dejado de señalar Gena Rowlands.

La voluntad de potencia, de combate, el Wille zur Macht de Nietzsche inspira a Sharon Stone sus impulsos sin duda los más sublimes. Pienso en esa escena, al principio de la película, donde, después de haber sido humillada por uno de los hombres de la "familia", Gloria pasa levantando la cabeza ante los que acaban de despreciarla unos instantes antes; en el ascensor, al abrigo de las miradas, parece que se doblega bajo el peso del Fatum, pero, hecha más fuerte por lo que no ha logrado matarla, se recupera, se endereza bruscamente y, recuperando en lo más profundo de sí misma la fuerza sobrehumana necesaria, lentamente enciende el ascensor con la voluntad de vencer. Vuelve a ser diosa, después de haber asumido momentáneamente la condición humana, y saldrá volando, como Ellen en The Quick and the Dead, con el niño confiado a su protección para la eternidad.

Jacques Saada

Beautiful Joe, 2000

Una joven hermosa, independiente, (Alice «Hush» Mason), que cría sola a sus dos pequeños (Lee y Vivian), conoce a un hombre sencillo y bueno (Joe), antiguo florista. Endeudada hasta el cuello con el jefe de la mafia local, Hush se ve obligada a huir a través de los Estados Unidos con sus niños, en la furgoneta de Joe, que ha tomado parte por ella, en dirección a Las Vegas. Su carrera para escapar del peligro se transforma en una búsqueda de la felicidad, amenazada además por el mal que golpea a Joe... Esta felicidad, aunque sea breve - no se sabe si el tumor de Joe es maligno o no -, habrá sido al menos, según la expresión de Alejandro Dumas, «una parada en el camino hacia el cielo»...

Al ritmo de una balada irlandesa, John Altman dedica a Sharon Stone un admirable leitmotiv que, a la vez grave, lúdico, poético, dramático, va a planear sobre toda la película, a lo largo de sus metamorfosis, reflejo de las fragilidades, de la angustia de Hush, pero también de la violencia forjada por lo que no pudo matarla. Movida por la voluntad de luchar, Hush se abre paso en una carrera errante hacia su sueño, el de ser finalmente amada de verdad «aunque sea por un breve momento»... intenta escapar de «un mundo terrible que te salta a la yugular» cuando se entera por Joe del mal que lo corroe ; lo cual nos lleva a las conmovedoras escenas de su solitario vuelo a la cárcel, del relato nocturno de su vida, de su rebelión ante la humillación, de su desconcierto ante una confianza que cree traicionada...

El genio de Sharon Stone, fabulosamente bella, la hace hermana, en algún lugar, de su Ginger de Casino y de Gloria.

J.S.

Muy fan de los tochos de Axlferrari
Muy bueno este monogáfico
También en los de cine francés

Lo pongo aquí para dejar constancia de mi devoción por Sharon

tacitus escribió:Muy fan de los tochos de Axlferrari
Muy bueno este monogáfico
También en los de cine francés

Lo pongo aquí para dejar constancia de mi devoción por Sharon

Tacitus, ya solo me quedan dos o tres reseñas por traducir. Estas reseñas de Jacques Saada fueron publicadas en una guía de películas en tres tomos a principios de los años 2000. Cubren pues dos décadas de la filmografía de Sharon Stone. En la guía participaron una veintena de autores bajo la dirección de Jean Tulard. La guía abarcaba unas 15.000 películas de todas las épocas (más de 10.000 páginas en total). Entre las miles de reseñas destacaban las de Jacques Saada, un crítico que únicamente aparecía para escribir sobre Sharon Stone (no comentó ninguna película en la que no apareciera la diosa rubia).
Ante esos conceptos filosófico-místicos (totalemente ausentes del resto de la guía), ante tanto halago que rozaba la obsesión y tanta devoción por Sharon Stone, muchos lectores pensaron que Jacques Saada no existía, que se trataba de un pseudónimo detrás del cual se escondía un bromista.
Pero la realidad es que Jacques Saada existe (o existía, es posible que haya fallecido) y sus reseñas no son irónicas. Se trata de un abogado que escribió en los años 60 algunos artículos brillantes sobre Raoul Walsh pero que, a pesar de sus conocimientos y su gran afición por el cine, no hizo carrera como crítico. Solo ocasionalmente, como un diletante.

Disfruto mucho leyendo a críticos como Saada, Jacques Lourcelles (recomiendo su Dictionnaire du cinema centrado principalmente sobre el cine clásico hollywoodiense), Jean-Baptiste Thoret o Louis Skorecki, y me alegro que no sea el único.

Axlferrari escribió:

Ésta la vi en el cine, qué gran final.

Axlferrari escribió:

tacitus escribió:Muy fan de los tochos de Axlferrari
Muy bueno este monogáfico
También en los de cine francés

Lo pongo aquí para dejar constancia de mi devoción por Sharon

Tacitus, ya solo me quedan dos o tres reseñas por traducir. Estas reseñas de Jacques Saada fueron publicadas en una guía de películas en tres tomos a principios de los años 2000. Cubren pues dos décadas de la filmografía de Sharon Stone. En la guía participaron una veintena de autores bajo la dirección de Jean Tulard. La guía abarcaba unas 15.000 películas de todas las épocas (más de 10.000 páginas en total). Entre las miles de reseñas destacaban las de Jacques Saada, un crítico que únicamente aparecía para escribir sobre Sharon Stone (no comentó ninguna película en la que no apareciera la diosa rubia).
Ante esos conceptos filosófico-místicos (totalemente ausentes del resto de la guía), ante tanto halago que rozaba la obsesión y tanta devoción por Sharon Stone, muchos lectores pensaron que Jacques Saada no existía, que se trataba de un pseudónimo detrás del cual se escondía un bromista.
Pero la realidad es que Jacques Saada existe (o existía, es posible que haya fallecido) y sus reseñas no son irónicas. Se trata de un abogado que escribió en los años 60 algunos artículos brillantes sobre Raoul Walsh pero que, a pesar de sus conocimientos y su gran afición por el cine, no hizo carrera como crítico. Solo ocasionalmente, como un diletante.

Disfruto mucho leyendo a críticos como Saada, Jacques Lourcelles (recomiendo su Dictionnaire du cinema centrado principalmente sobre el cine clásico hollywoodiense), Jean-Baptiste Thoret o Louis Skorecki, y me alegro que no sea el único.

Cold Steel, 1987

Una extraña jovencita, de belleza sobrenatural, ayuda a un policía a combatir el asesino psicópata del padre de este último. Ella destruirá al demonio.

En esta película, Sharon Stone se refiere a su propio pasado. Como en Deadly Blessing (1981) y Diary of a Hitman (1991), se refiere a su Pensilvania natal en el primer encuentro de su personaje con Johnny Modine por la noche en un bar ("Vengo de Pensilvania"). Y ella interpreta magníficamente el desconcierto de Kathy que conoce por fin la felicidad de un abrazo encontrado en el curso de su vida errante, personaje melancólico, alusión a la Irina pensativa y soñadora de las Tres hermanas de Chéjov. Pero en el final apocalíptico, Sharon Stone, anticipando el castigo infligido por Carly a la humanidad decadente al final de Sliver, nos aparece por primera vez como ángel exterminador investido de la potencia de los dioses.

Jacques Saada

Action Jackson, 1988

Patrice Dellaplane, esposa feliz de un hombre de negocios influyente y sin escrúpulos, dispuesto a todo para satisfacer sus ambiciones políticas, descubre con amargura las actividades criminales de éste. Para hacerlo entrar en razón, se arriesga a ofrecer su ayuda al policía "Action" Jackson, encargado de investigar los actos de su marido. Este último la matará en un último beso.

En esta obra notable, Patrice Dellaplane permite a Sharon Stone continuar la puesta en marcha de las estructuras de su dramaturgia : así, la admirable escena de la sala de baño es, desde muchos puntos de vista, el esbozo de las de Sliver.

Con su final casi místico, acompañado por una sublime mirada dirigida hacia el más allá, Sharon Stone, transfigurando su fulgurante belleza, confiere a Patrice Dellaplane, como a Carly Norris en Sliver, las resonancias de la Isolda de Wagner, donde el amor, la vida y la muerte se fusionan en una armonía nueva.

Jacques Saada

Total Recall, 1990


Año 2084. El planeta Marte se ha convertido en una colonia de la Tierra. Douglas Quaid constata, durante una prueba, que su vida en la tierra no es más que un "sueño despierto", organizado desde Marte con una espléndida joven, Lori, que no está más que para espiarlo, y que no es la esposa que creía... Así que es en Marte donde intentará resolver este enigma.

Paul Verhoeven analiza magistralmente, a través del espacio-tiempo, la voluntad de dominación del hombre por el hombre, llegado al punto más alto de su dominio de las ciencias. Arnold Schwarzenegger encarna admirablemente al hombre eterno, rico de su cultura y de su afectividad, fuerte de su control del universo y de sí mismo, pero vulnerable por los sentimientos de amor y de amistad que harán para siempre su grandeza. Sharon Stone, enviada guerrera del planeta Marte, despliega inexorablemente su belleza y la potencia de su genio dramático. Armada con la espada de los dioses, sólo un fallo humano, en detrimento de su misión, hará temblar su brazo y causará su pérdida.

Jacques Saada

Scissors, 1991

Una joven de mente frágil es víctima de una maquinación que intenta hacerle asumir un crimen al que los trágicos acontecimientos ocurridos en su infancia podrían haberla predispuesto... Ella volverá de este viaje al final de la noche, fortalecida por lo que no la mató, ejerciendo fríamente, como en estado de trance, una implacable venganza...

Sharon Stone nos ofrece con Scissors el boceto recapitulativo del primer período de su trayectoria de autora, la última elaboración de una dramaturgia brillante cuyo esplendor se desplegará a partir de Basic Instinct y de Sliver, la ascesis de la que, a partir de un prodigioso decorado, el poder de los dioses hará surgir su metamorfosis con el fin de castigar a la humanidad decadente por su intento de tomar el control del mundo miniaturizándolo (cf. la casa y el museo miniaturizados de Intersection), imponiéndole el tablero de su destino y encerrándola en un templo de puertas solares - como renovando los patrones del Templo del Oro en Allan Quatermain y la Ciudad Perdida del Oro - puertas que sólo Angela tendrá el poder de cerrar para siempre sobre la ambición humana sacrílega.

Angela "Angie" Anderson, conmovedora de sensibilidad - a semejanza de la Ofelia de Shakespeare y de Carole en Repulsión de Polanski - parece venir del universo de un Andersen, de un Dostoyevski o de un Chéjov. Contemporánea de la despiadada Lori de Total Recall, encuentra, sacada de lo más profundo de sí misma y de su miseria, la superpotencia destructiva y punitiva, anunciadora de la de Catherine Tramell y de Carly Norris; el desafío de su última mirada engendra el de la primera mirada lanzada por Catherine a los dos inspectores que vienen para interrogarla.

Jacques Saada

Where Sleeping Dogs Lie, 1991

Bruce, un escritor en la ruina, oscuro agente inmobiliario, se esfuerza por vender una mansión vacía que se ve obligado a "ocupar". Su agente literaria, la joven y bella Serena Black, le incita extrañamente a inspirarse en la masacre a sangre fría, mientras dormían, de los últimos inquilinos de esta residencia, la familia Carroll, para escribir una novela policíaca prometida al éxito... Con este fin, y para recabar más información, ya que el enigma del crimen nunca fue resuelto, Bruce emprende una investigación que, superando la imaginación, desembocará en espantosas revelaciones...

Al compás de Sharon Stone, que, como escritora y a través de las actividades literarias de varios de sus personajes, asegura por sí sola la extraordinaria continuidad dramatúrgica de sus obras, Where Sleeping Dogs Lie es a Basic Instinct lo que Scissors es a Sliver; bajo la égida de Ibsen, cuya cita introduce la película, prosigue, en un último y prodigioso impulso, su carrera exploratoria, mitológica y nietzscheana, hacia la potencia infinita. Bajo los rasgos de Serena Black, Sharon Stone, la futura manipuladora suprema de Basic Instinct, ya es Catherine Tramell : como Circe, hija solar de Helios, ama de la luz sacral y de la fuerza de las tinieblas, es el superser que conduce al ser humano desamparado a abrir, presuntuosamente y de manera suicida, la caja de Pandora de la que surgirán los demonios que lo esclavizarán o lo aniquilarán en su decadencia.

Jacques Saada

The Mighty, 1998

Una misteriosa y hermosa joven, Gwen, es la madre de un niño, Kevin, cuyo rostro refleja la misma finura de rasgos que los suyos. Kevin, que es un superdotado, sufre de un mal implacable que lo mina lentamente. Se hace amigo de un alumno de su escuela, Max, un muchacho robusto, un poco tosco, pero dotado de un sólido sentido común. Su fuerza física, junto con su capacidad para comprender la enseñanza de Kevin, lo convierte en el compañero de Kevin en su búsqueda iniciática del Grial. Max se convierte en el portador del mensaje de Kevin y en su discípulo más allá de la muerte.

Bajo la égida de Sharon Stone, esta admirable y poética reflexión sobre la vida más fuerte que la muerte, como en Last Dance, a través de una metáfora de la caballería y de las leyendas celtas, nos conmueve profundamente. Sharon Stone expresa, de manera conmovedora, el poder celestial (escena nocturna donde espera a Kevin en la puerta de su casita, surgida de un cuento de Andersen) y la fragilidad humana (escenas de su desconcierto en el hospital, miradas a su hijo durante la noche de Navidad que será la última, inmenso final donde Sharon Stone explica a Max que el corazón de Kevin se rompió por haber querido abrazar todo el universo en un último impulso de amor).

Jacques Saada

Picking Up the Pieces, 2000

Un adinerado carnicero kosher de Nueva York, Tex (Woody Allen), agobiado por las infidelidades de su bella esposa, Candy, la castiga con la muerte, la despedaza, y dispersa los pedazos de su cuerpo en una región desértica del sur de los Estados Unidos.
El fantasma de Candy, "reconstituida", aparecerá a Tex en el momento en que se cumple su destino: ¿No era Candy la enviada divina destinada a poner a prueba una humanidad en declive, juguete de sus ilusiones?

Picking Up The Pieces toma sus fundamentos del microcosmos de The Quick and the Dead : el escenario del mundo, en el sentido shakespeariano, está instalado en un lugar emblemático - Redemption en The Quick and the Dead, El Niño en el presente caso -, sede del caos universal celebrado en medio de la confusión por los adoradores del Becerro de oro y los mercaderes del Templo de siempre.

Esta obra fascinante y exultante describe de una manera sarcástica un mundo de decadencia que Sharon Stone, resurgiendo del "más allá", ajusticia despiadadamente, rechazando las religiones, las sectas, los partidos políticos y las supersticiones. Su paganismo elitista vuelve a encender las hogueras exterminadoras contra la mediocridad material y moral.

Jacques Saada

Simpatico, 1999 (última reseña)

Tres adolescentes, Rosie, Vinnie y Lyle, eran los mejores amigos del mundo pero desde hace muchos años sus caminos se separaron... Habían vivido en el sueño y quisieron realizarlo cada uno a su manera. Vinnie se perdió en el alcohol, Lyle no supo comprender los ideales de Rosie; sólo Rosie, fiel a todo lo que les había inspirado, rechaza la capitulación, prefiriendo arrastrar a la muerte al único ser que ha correspondido para ella a un ideal de belleza y pureza: Simpatico, el caballo negro del Destino.

El prólogo de la película hace emerger de un prodigioso caos la marcha, primero vacilante y luego inexorable, del Fatum, a través del personaje de Nick Nolte. Se dirige hacia el emblemático lugar donde se despliega la primera cabalgata, solitaria, de la silueta negra de Simpatico. Su sombra tutelar se cernirá sobre el destino de los protagonistas de una admirable tragedia, donde, en la escena final, Sharon Stone en la cima de la colina sagrada, habiendo sustraído a Simpatico de las blasfemias de los mercaderes del templo, medita a su lado, en una inquietante vigilia fúnebre, a la espera del regreso de los dioses.

Jacques Saada

Sharon Stone publica sus memorias a finales de marzo

Para que la felicidad sea total, solo falta la reseña de Jacques Saada en la que pediría el premio Nobel de Literatura para Sharon Stone.

Otras autobiografías de actrices y actores : https://www.theguardian.com/film/2020/apr/02/the-top-25-most-compelling-hollywood-autobiographies-ranked

La de George Sanders es muy buena, llena de un cinismo absoluto, publicada unos cuantos años antes de suicidarse en un palace de Castelldefels.

Ava Gardner también publicó la suya, aunque no figura en esa lista.

En portada de Elle este mes de mayo con una entrevista : https://www.elle.com/es/star-style/noticias-famosos/a36119637/sharon-stone-entrevista-video-elle-espana/

En mayo ELLE llega a los quioscos dispuesta a rendirle culto al cuerpo. Su número de mayo celebra la silueta femenina en todas sus edades y formas, sin tópicos, normas ni etiquetas. Lo hace desde la portada, donde Sharon Stone deslumbra a sus 63 años. Además de un espectacular ‘shooting’, la actriz protagoniza una intensa entrevista en la que, con una energía, un optimismo y una sinceridad admirables, repasa su existencia sin tapujos, con especial hincapié en el derrame cerebral que estuvo a punto de costarle la vida en 2001.

Axlferrari escribió:Sliver, 1993, por Jacques Saada

Una misteriosa joven, rubia, de gran distinción, se muda a un sliver, edificio de arquitectura elegante de un barrio residencial de Nueva York: Carla, "Carly", Norris, directora literaria de una editorial, está de vuelta en la sociedad al final de un divorcio que puso fin cruelmente a unos años de matrimonio. Ahora bien, Naomi Singer, anterior inquilina del apartamento de Carly, acaba de encontrar una muerte horrible. Carly va conociendo a sus vecinos : Zeke, un rico heredero fanático de vídeo, y Jack, un escritor moderno que parecen ser los protagonistas de juegos perversos; Gus Hale, un viejo profesor que ilumina de su cultura esta atmósfera oscura: su muerte, aparentemente natural, turba profundamente Carly. Una mujer llamada Vida, con la que Carly tiende a simpatizar, es víctima de un asesinato de aspecto ritual... Una amenaza circundante, omnipresente aunque invisible, endurece inexorablemente su cerco sobre Carly...

Carly ha sido herida por la vida y nos lo revela en la sublime escena del cuarto de baño: parada ante su espejo, después de haberse mirado largamente, interrogando su pasado, acompañada de variaciones al piano venidas del Amor y Vida de Mujer de Schumann, deja que su mano se deslice sobre su cuerpo pensando en los abrazos del pasado. Se aleja, y después, saltando sobre su bañera, se desliza, temblando, en el agua, su rostro contraído, tenso por su confusión interior, por sensaciones antiguas que resurgen en lo más profundo de su ser, en una soledad que la enreda, no hacia el placer, sino hacia el recuerdo del placer... Hasta el momento en que intuimos que volverá a ser dueña de sí misma y de su destino: en la manera de invitar a sus vecinos para observarlos; en su carrera panteísta a través del bosque; en su mirada, de una densidad venida de otro sitio, sobre el padre incestuoso y su chiquilla cuya mano aprieta; en el travelling sobre su cuerpo escultórico después del amor; en su manera de acariciar, como signo de despedida, el rostro de su amante.

En el marco del prodigioso decorado de la "sala de control", en forma de teatro antiguo, concebido por Zeke, donde la humanidad está simbólicamente "repartida" sobre gradas figuradas por una multitud de pantallas, Carly, habiendo aniquilado el aparato demoníaco del voyeurismo totalitario de Zeke ("¡Conectemos la ciudad!"), le aparecerá una última vez, en un llamativo claroscuro, como la estatua del castigo para aquel que quería "jugar a ser Dios". Castigando este crimen apagando con su mando a distancia todas las pantallas, privándonos de la facultad de mirada sobre un universo que nos hemos hecho indignos de contemplar, nos remite brutalmente a las realidades de la existencia, lanzando a Zeke aterrorizado: "¡Asume tu vida!" ; Sharon Stone confiere a su personaje una dimensión sobrenatural en esta escena final en la que hace planear, siguiendo la expresión de Pierre Loti, "como un preludio de apocalipsis que arroja el terror propio de los fines del mundo".

Toda la gravedad del discurso nos la devuelve el rostro de Sharon Stone, conmovedora como la Isolde de Wagner. Cada uno de sus gestos, cada una de sus expresiones, de sus entonaciones, es un monumento de sensibilidad, la manifestación de una cultura en la edad de oro de una civilización.

Sliver - recorrido por una música de Howard Shore cercana de Mahler y admirablemente fotografiado por Vilmos Zsigmond - se revela ser, más allá de los mil ojos del Diabólico Dr. Mabuse de Fritz Lang, una magistral constatación de la decadencia de este fin de siglo de donde, por la gracia luminosa y el genio de Sharon Stone, la grandeza de Carly hace surgir un nuevo amanecer.

Jacques Saada

30 años después, Sharon Stone volverá a trabajar con Philip Noyce, el director de Sliver. Esta nueva película de acción se llama Fast Charlie y cuenta también con Morgan Freeman y Pierce Brosnan.

Daeshu escribió:

Sigue estando buena

Sliver (1993)



Sharon Stone dice que el productor de "Sliver", Robert Evans, le dijo que se acostara con su coprotagonista Billy Baldwin para que tuvieran mejor "química en pantalla" y "eso salvara la película".