RONDA 5.40 DEL ALICATADO CONCURSO DE MICRORRELATOS FOROAZKENA. Votaciones hasta las 21.30 - Gala a las 22.30

Eloy escribió:




somewhere, over the rainbow...

Stoneheart escribió:

Eloy escribió:




somewhere, over the rainbow...

Ah vaaaale.

Eloy escribió:23.- Un negocio de familia

Una de las baldosas era distinta, aunque la diferencia con las demás era prácticamente imperceptible. El proceso de fabricación pasaba un estricto control hasta llegar al mercado y por tanto a su destinatario final cumpliendo estrictamente la divisa de la marca fundada por el tatarabuelo de su bisabuelo: somos todos iguales.
Por eso, una marca que llevaba ya varios siglos a sus espaldas no podía permitirse una leve diferencia. La región entera estaba pavimentada uniformemente sin mácula alguna. Precisamente, el cambio de provincia lo marcaba el dibujo distinto
El ojo experto del Barón, heredero de todo el imperio baldosero, detectó la anomalía. Después de superar el shock que le produjo, tomó la única determinación posible. Sustituir la pieza defectuosa y todas las de la misma serie. Más de cincuenta millones de piezas en total. Por cosas como esas su marca era la más prestigiosa del mercado, también la única.

fritz escribió:Vuelvo a preguntar: ¿habéis empezado a leer el show por vuestro micro, o sois decentes y respetuosos con piedras?

fritz escribió:Vuelvo a preguntar: ¿habéis empezado a leer el show por vuestro micro, o sois decentes y respetuosos con piedras?

fritz escribió:Vuelvo a preguntar: ¿habéis empezado a leer el show por vuestro micro, o sois decentes y respetuosos con piedras?

Vinny Vedecci escribió:

fritz escribió:Vuelvo a preguntar: ¿habéis empezado a leer el show por vuestro micro, o sois decentes y respetuosos con piedras?

Yo por el mío.

Eloy escribió:5.- El souvenir del Muro de Berlín

Una de las baldosas era distinta, estaba rota de tal manera que se amoldaba, perfectamente, a la mano de Jefe. Conocía mejor la mano de Jefe que la suya propia. Por descontado. Muchos años de cubatas y coca. Pepe Luis llamó a Jefe y la confirmación le produjo un placer extremo, se venía una madrugada de las suyas, cubatas y coca, mucha coca.
Cuando Jefe enseñó la baldosa que le había llegado esa misma mañana por Amazon, se levantó del sofá, se duchó raudo y veloz, se puso su mejor americana y salió para el cuartel general. Esta madrugada estaba invitado a todo.

Eloy escribió:4.- Amigos

Una de las baldosas era distinta, aunque nadie podría haberse percatado a simple vista puesto que no contaba con particularidad alguna que distinguiera de todas las demás. Susana no tenía más que contar tres baldosas a la derecha del grifo de la ducha, dar tres golpecitos, y a los pocos segundos el trozo de cerámica se abría como una puerta tras la que surgía el Ratoncito Pérez. La niña y el ratón pasaban grandes ratos charlando de esto y de aquello, hasta que Mamá gritaba desde el pasillo: "¡vas a acabar deslizándote por la tubería!" o "¡te arrugarás tanto que te convertirás en una pasa!", cuando las tertulias se alargaban más de lo habitual.

La niña creció, se marchó y un día volvió. Cuando reformaron el baño encontraron una madriguera con un ratoncito justo tras esa baldosa, y por unos momentos Susana volvió a ser niña otra vez.

Toro escribió:

fritz escribió:Vuelvo a preguntar: ¿habéis empezado a leer el show por vuestro micro, o sois decentes y respetuosos con piedras?

Otra ventaja de escribir el primer micro es la ausencia de sentimiento de culpa, por este tipo de discernimiento

Vinny Vedecci escribió:

Eloy escribió:4.- Amigos

Una de las baldosas era distinta, aunque nadie podría haberse percatado a simple vista puesto que no contaba con particularidad alguna que distinguiera de todas las demás. Susana no tenía más que contar tres baldosas a la derecha del grifo de la ducha, dar tres golpecitos, y a los pocos segundos el trozo de cerámica se abría como una puerta tras la que surgía el Ratoncito Pérez. La niña y el ratón pasaban grandes ratos charlando de esto y de aquello, hasta que Mamá gritaba desde el pasillo: "¡vas a acabar deslizándote por la tubería!" o "¡te arrugarás tanto que te convertirás en una pasa!", cuando las tertulias se alargaban más de lo habitual.

La niña creció, se marchó y un día volvió. Cuando reformaron el baño encontraron una madriguera con un ratoncito justo tras esa baldosa, y por unos momentos Susana volvió a ser niña otra vez.

A mí mi madre me gritaba "¿Qué haces tanto tiempo en el baño?". Estaba jugueteando con algo, pero no precisamente con el ratoncito Pérez.

quakto escribió:Disculpas a Eloy y a al resto de microrrelatistas, me ha sido imposible entregar nada decente esta ronda, llevo un tiempo bloqueado, la semana pasada tuve suerte. De no ser por el nano sobre jackass, no hubiera enviado nada tampoco. Ideas que no conjuntaban, finales que no salían, todo desechado.  

Espero poner en orden mi cabeza para empezar a producir. Si tengo tiempo, leo y voto al menos.

Eloy escribió:1.- Tengo el presentimiento de que me voy a cargar a un...

Una de las baldosas era distinta. De otro color. Roja. ¡Roja! La original se había roto por el uso: normal, después de casi ciento veinte años desde que fue instalada. Habían transitado por allí innumerable cantidad de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos y ya sabía yo que alguna acabaría por romperse. Lo que no imaginé es que le tocaría cambiarla al Munchkin daltónico.

Eloy escribió:2.- Invencible

Una de las baldosas era distinta a las demás; no se dejó amedrentar por los avisos de expropiación y se mantuvo firme en la pared de la cocina. Adherida de forma consistente desde hace lustros, no iba a ser una excavadora americana la que acabara con su importante función de adornar y proteger. Había vivido demasiadas guerras, visto sangre demasiadas veces, como para rendirse ahora.  Muro y baldosa se mantuvieron firmes intento tras intento. Ni siquiera la gran bola de acero con movimiento pendular fue capaz de abatir los ideales cerámicos.

Y allí permanece años después, con su nuevo amigo el expendedor de tickets, saludando a miles de viajeros que hacen cola en la autopista para tocar al azulejo invencible.

Eloy escribió:3.- Apertura y cierre

Una de las baldosas era distinta, hallábase sobre ella un candado, más no resultaba ser esta la diferencia, tampoco causaba distinción la apertura del cerrojo. ¿Qué era, pues? Un orificio horadado en la baldosa, un pequeño agujero imperfecto y agrietado, que pareciese llamar la atención del arco del candado. Un arco, que rehuyendo del agujero que a veces lo aprisionaba, había virado sobre su eje ciento ochenta grados, para ubicar la muesca de cierre en perfecta alineación con el agujero imperfecto en la baldosa horadado.

Eloy escribió:4.- Amigos

Una de las baldosas era distinta, aunque nadie podría haberse percatado a simple vista puesto que no contaba con particularidad alguna que distinguiera de todas las demás. Susana no tenía más que contar tres baldosas a la derecha del grifo de la ducha, dar tres golpecitos, y a los pocos segundos el trozo de cerámica se abría como una puerta tras la que surgía el Ratoncito Pérez. La niña y el ratón pasaban grandes ratos charlando de esto y de aquello, hasta que Mamá gritaba desde el pasillo: "¡vas a acabar deslizándote por la tubería!" o "¡te arrugarás tanto que te convertirás en una pasa!", cuando las tertulias se alargaban más de lo habitual.

La niña creció, se marchó y un día volvió. Cuando reformaron el baño encontraron una madriguera con un ratoncito justo tras esa baldosa, y por unos momentos Susana volvió a ser niña otra vez.

Eloy escribió:5.- El souvenir del Muro de Berlín

Una de las baldosas era distinta, estaba rota de tal manera que se amoldaba, perfectamente, a la mano de Jefe. Conocía mejor la mano de Jefe que la suya propia. Por descontado. Muchos años de cubatas y coca. Pepe Luis llamó a Jefe y la confirmación le produjo un placer extremo, se venía una madrugada de las suyas, cubatas y coca, mucha coca.
Cuando Jefe enseñó la baldosa que le había llegado esa misma mañana por Amazon, se levantó del sofá, se duchó raudo y veloz, se puso su mejor americana y salió para el cuartel general. Esta madrugada estaba invitado a todo.

Hank escribió:

Eloy escribió:5.- El souvenir del Muro de Berlín

Una de las baldosas era distinta, estaba rota de tal manera que se amoldaba, perfectamente, a la mano de Jefe. Conocía mejor la mano de Jefe que la suya propia. Por descontado. Muchos años de cubatas y coca. Pepe Luis llamó a Jefe y la confirmación le produjo un placer extremo, se venía una madrugada de las suyas, cubatas y coca, mucha coca.
Cuando Jefe enseñó la baldosa que le había llegado esa misma mañana por Amazon, se levantó del sofá, se duchó raudo y veloz, se puso su mejor americana y salió para el cuartel general. Esta madrugada estaba invitado a todo.

no entiendo nada, con lo que me gusta ese muro... y además, el tema drogas ya me aburre soberanamente...

Eloy escribió:6.- Bou

Una de las baldosas era distinta y en ella pasaba mi hermano las horas muertas. Mi madre había cambiado una de las pequeñas piezas verdeceledón por otra de tono más azulado. La diferencia era sutil, pero en esa asimetría se enfrascaba mi hermano horas y horas. ¿Se preguntaba adónde había viajado el azulejo original extraviado? ¿Pretendía encajar esa irregularidad en su mente matemática? Esa baldosa era su universo y su jardín, su balancín y su patio de recreo. Yo solía llevarle pasteles de nata y luego permanecía a su lado en la cocina, intentando descifrar las maravillas que él advertía. A mi hermano le gustaban los pasteles y estaba gordo como un buey. Yo nunca conseguí viajar hasta el otro lado del espejo. Mi hermano murió sin pronunciar una palabra o haber sonreído, sin embargo sabía ver prodigios infinitos detrás de un azulejo. Inexpresivo y perfecto como un cuadro de Bouguereau.

Eloy escribió:7.- TOC

Una de las baldosas era distinta en la pared del baño. No se la quitaba de la cabeza desde que la vio la primera vez que entró para miccionar tras soltar las maletas en la habitación.
Necesitaba aire, así que bajó al bar y pidió una manzanilla con anís. Salió a dar un paseo y cenar, pero al enfilar el pasillo de su habitación volvió la histeria.
Se acostó en la cama, mas era imposible conciliar el sueño. Se sentó en la butaca y encendió la lámpara de pie que había junto a ella. Fue ese el momento justo donde se le encendió la bombilla. Fue al baño con la lámpara y golpeó con firmeza la baldosa con la base. El azulejo se hizo añicos, lo recogió y lo tiró a la papelera. Se metió en la cama sonriendo y así fue como consiguió dormir plácidamente.

Eloy escribió:8.- Gris, negro, rojo, azul

Una de las baldosas era distinta, la recuerdo, la miraba cabizbaja agarrada al mueble del baño durante los forcejeos y embestidas, apenas un matiz en el tono, tan sólo una baldosa, pero su gris algo más acerado me abstraía de la negrura y el dolor, de los «juegos», del sudor acre y etílico, y reventar por dentro, y los silencios de desayuno antes de ir al cole. La culpa, mi culpa, de que mamá se hubiera ido, me lo merecía, o no, mas siempre me refugiaba en aquel gris, en aquella anomalía casi imperceptible. Hasta el día del cajón, y las tijeras, y la baldosa salpicada de alegrías de color escarlata, y yo chillándole preguntando por mamá entre tajos de muerte y babas.
Ahora, el gris ha tornado en blanco monótono, mullido, uniforme. Los hombres azul celeste no quieren jugar, y me alegro. Sólo me traen pequeñas píldoras de sosiego.

Eloy escribió:9.- Desórdenes imposibles de enmendar

Una de las baldosas era distinta. La diferencia era evidente pero al estar tras la puerta nadie se había percatado. Recordé que el dueño anterior había mencionado restos de material en el trastero. Subí a reorganizar cajas de mudanza que no pensaba abrir en años y encontré azulejos y parqué sobrantes. Nada de baldosas como las del baño. Lo olvidé.

Semanas después, hablando con el antiguo dueño de otros asuntos, mencioné de pronto aquella baldosa.
Es una costumbre que tenemos al cambiar de casa: colocamos algo de la casa anterior en la nueva. Nos traemos los buenos recuerdos. Lo hacemos siempre. Bueno, casi.
Y enmudeció como si no hubiese querido decirlo. Eso no lo olvidé.

Dos días más tarde me tropecé en la terraza aún intacta con macetas viejas y la baldosa que no habían querido llevarse. Ese solitario trozo de cerámica fue el anuncio de lo que vino después.

Eloy escribió:10.- Diferente

Una de las baldosas era distinta en aquella maravillosa fachada modernista.
Todos los días, al pasar por ese edificio cuando volvía del trabajo, veía aquella baldosa. La fachada tenía una armonía perfecta, salvo por ese azulejo impertinente. Llamó por teléfono al administrador de la comunidad para que cambiara la tesela, pero no le hizo caso. Escribió una denuncia al ayuntamiento solicitando una intervención municipal, pero el consistorio se declaró incompetente. Envió cartas al periódico local, incluso hizo una huelga de hambre de 5 días frente al edificio, pero todo fue en vano. Todos los días, al volver del trabajo, allí seguía la baldosa distinta, altiva, desafiante.
Un día, sin embargo, la baldosa desapareció. La habían cambiado sin previo aviso, y ahora la fachada mantenía una coherencia incontestable, una homogeneidad intachable.
A partir de entonces cambió su trayecto para volver del trabajo a casa. Nunca volvió a pasar delante de aquella fantástica fachada modernista.

Eloy escribió:11.- La estrella de David.

Una de las baldosas era distinta. Pero todas las restantes eran exactamente iguales.

Eloy escribió:12.- Dosalba

Una de las baldosas era distinta. Vivía. Adquirió conciencia la noche de su fabricación, aún caliente el esmaltado, que se licuó en pequeños arroyos: extremidades. Ayudándose de ellas salió del montón de baldosas apiladas y, erguida por primera vez sobre sus patitas blancas, comprendió. De día se ocultaba. Por la noche, desde la oficina cerrada, internet le permitía ver el mundo. Empezó visionando libidinosamente seductores azulejos árabes; pronto descubrió las artes, y su verdadera vocación: actuar. Elaboró con mimo un book, pero sólo recibió una oferta para una serie de dibujos animados, como baldosa compañera de colegio del protagonista. Debía ser punk, irascible y antisistema, fracturarse en su parte superior para simular la cresta, y rayar su esmaltado; era irreversible. La alternativa era volver al montón y ser suelo de baño, petrificada, pero útil. No lo dudó. Ahora comparte piso con Bombillo Roto. Sus fiestas son las mejores.

Eloy escribió:13.- Agujero de gusano

Una de las baldosas era distinta. Los agentes se miraron. El sargento contemplaba la baldosa. Parecía pensar en su próxima jubilación. Ordenó picar. Un buen agujero. Aquello parecía un túnel. Él mismo, sorprendentemente, decidió bajar. Comenzó a caer. Un grito. Siguió cayendo en vertical, mucho rato. Luego una trayectoria curva, después otra. Estaba aterrorizado. Fue escupido contra una pared. Golpe en la cabeza. Despertó en una especie de túnel, metro y medio de altura. Caminó a duras penas durante unos cinco minutos, la galería se estrechaba. Llegó a un punto ciego. Arriba una tapa enrejada. La reventó a golpes y se asomó a Sullivan St. Los transeúntes vestían anticuado. Los coches, de otra época. Busco el n.º 86: había vivido en esa casa hasta los cinco años. El uniforme le permitió franquear la puerta, cuerpos especiales, seguía una pista. En la cocina, una de las baldosas era distinta. Consigan un pico, les dijo.

Eloy escribió:14.- El cetro

Una de las baldosas era distinta. Apenas perceptible, sus arabescos parecían ligeramente más curvados que los del resto. Presionó el centro, las esquinas, pero ningún escondrijo se reveló. Don Augusto, Señor de Villa Encina, se dejó caer en la butaca con el peso de ocho décadas infructuosas.
El Cetro de Suintila, tesoro escondido de la rapiña por sus antepasados en algún lugar de la enorme mansión familiar, se negaba una vez más a mostrar su oro y sus joyas engarzadas. Una vida desperdiciada en obsesión, pensó. Una vida releyendo aquella apergaminada epístola tratando de encontrar, entre su gótica caligrafía, la más leve pista sobre el paradero del regio bastón.
Dobló el cuerpo el anciano, tomó el atizador y despertó las brasas en la chimenea. Recostándose, entrecerró los ojos mientras las llamas revivían e iluminaban el atizador, columpiándose levemente en su soporte.
Bailando, en burlón vaivén, bajo un tizne de siglos.

Eloy escribió:15.- Lugares de paso

Una de las baldosas era distinta a las del resto de la casa; su viñeta selvática aparecía incompleta y sin lustre, solitaria entre una extensa geometría de ártico blancor. El pisito del centro histórico, el que a principios de siglo alojara al vicecónsul de Venezuela, había sido decorado al gusto posmoderno, y la baldosa, que nadie pudo retirar, quedó allí anclada como un simpático anacronismo. Al verla, los inquilinos se mostraron encantados, y también el gato persa, que ronroneó de satisfacción al inaugurar la nueva residencia.
A la baldosa la sorteaban con equilibrios, a veces cómicos. Jamás la pisaban y los invitados debían  admirarla desde la distancia, sin rozarla. Momö acicalaba su exuberante pelusa echado junto a la censurada parcela. Rara vez la descuidaba. Pero con su ojo felino vigilaba también al caballero con chistera que le saludaba al entrar y salir por ella.

Eloy escribió:16.- No entiendo nada

Una de las baldosas era distinta. Bueno, decían que era igual, pero para mí no se parecía nada. Eran casi todas verdes. Eran todas distintas, pero de dos en dos. A ver si me explico. Unas tenían el parque nacional de Timanfaya y eran verdes. Otras tenían el número 1000 y a Benito Pérez Galdós y también eran verdes. Los viejos las veían iguales, pero eran diferentes. Solo que eran verdes. Y había una totalmente distinta, dividida como en dos partes. Tenía un cuadradito con un acueducto que decía 5 Ευρώ y en la misma baldosa, había dos circulitos grises rodeados cada uno de un aro como dorado. Dentro  de un circulito estaba el suegro de Doña Letizia y en el otro un 1. La gente las veía todas iguales. Me estoy volviendo loca.

Eloy escribió:17.- Me gusta tu manera de besar

Una de las baldosas era distinta. Era la baldosa de start. La pulsó y la música comenzó a sonar. Los altavoces resonaban intensamente, con esa calidad de sonido que se agradece cuando uno ansía la perfecta desconexión. El pop dulzón de los de Satélite inundaba la habitación abrazando cada uno de sus poros de humano. Ella lo observaba desde dentro de una pequeña recámara adyacente a la habitación, como esperando a que algo sucediera. Y entonces él tomó la decisión: «bailaré». Y bailó. En la recámara había otra baldosa distinta. Era la baldosa restart. La pulsó y, sigilosamente, se acercó a él. Rubén no se percató. Cuando Julieta estuvo frente a él, posicionó sus extremidades para acoplarse a su ritmo y lo acercó hacia sí. Un bello tango de infinitas palabras los unió en un haz de cegadora luz. Y un beso prolongó el sincopado ritmo de aquel inesperado día.

Eloy escribió:18.- El alfarero pobre

Una de las baldosas era distinta. Todas tenían peculiaridades estéticas al ser artesanales, pero ésta había rajado el monte de la luna de la palma derecha de Filippo sacándola de la prensa.
La baldosa, madurando con su filo impregnado de sangre, siempre llamaba su atención en el secadero.
La eligió para la exposición. Los visitantes quedaban atrapados por su magnetismo. Los encargos se dispararon, por fin la fortuna había llegado.
Fue una ilusión. Le devolvieron todos los pedidos alegando que esas baldosas no eran iguales que la elegida, y su familia se empobreció más.
Una noche, contemplando a solas la baldosa durante horas, comprendió.
Fue al almacén, con su espátula tajó muñecas y antebrazos, y se desplomó en cruz sobre la arena del brasache, impregnándola de vida.
Cerró sus ojos confiando en que, con aquello, su hijo conseguiría que a la familia Marazzi no volviera a faltarle un plato caliente.

Eloy escribió:19.- La teoría

Una de las baldosas era distinta, ligeramente distinta, le costó encontrarla en el templo, aunque pequeño, no había prueba gráfica de cómo era, ni coordenadas de dónde estaba.
No había capillas, ni sepulcros como tales, aunque él tenía la teoría de que cada gremio que participó en la construcción del templo había hecho lo mismo que ellos, crear un lugar único para los suyos.
Pero él sabía que su baldosa estaba libre de esbirros de takeshi y a salvo de las grandes bolas que bajaban la pendiente.
Una vez allí se sintió a salvo, hasta que le arrolló una bola.

Eloy escribió:20.- Los peces abisales en el mar de gente

Una de las baldosas era distinta. Durante años, miles de personas se acercaron a ver el magnífico arabesco y no eran pocos los que decían: —podría haber sido...pero no. Pero una tarde un hombre cabizbajo llegó hasta la pared y de una bolsa sacó un cincel y un martillo; tras desportillar la enorme baldosa distinta, otro conjunto de las mismas características apareció en la capa inferior. El hombre cabizbajo repitió el proceso decenas de veces con herramientas punzantes cada vez más pequeñas, llegando hasta tal punto que las capas con sus adornos, filigranas y anomalías no constituyeron más que unos puntos infinitesimales. El hombre cabizbajo se puso entonces su lupa de relojero y asintió con satisfacción tras inspeccionar el fondo del agujero resultante, los puntos infinitesimales eran los ojos de un ejercito derrotado en que todos sus soldados volvían cabizbajos a casa salvo uno.

Eloy escribió:21.- Alma de querubín

Una de las baldosas era distinta a como la recordaba. El mosaico multicolor que nacía de ella en todas direcciones mantenía intactos todos los matices. Un tono amarillento semejando la dentadura de un anciano agredía el blanco original en mi memoria
No pisaba ese suelo desde mi primer trabajo de campo. Aquella vez entré en la habitación del brazo de Iris —qué oportuno alicatado para semejante compañía— para no despertar sospechas entre los demás huéspedes. Aquella incursión fructificó gracias a ella. No pude disparar cuando llegó el momento: reticencias de novato y alma de querubín. Arrastro ese nombre desde entonces, aunque haya dejado atrás su blancura. También el tiempo tiñe de ocre la existencia.
Llegan los amantes y ríen cómplices ajenos a mi presencia. Dos balas certeras parten sus corazones, tal era el encargo de quienes con razón sospechaban alguna infidelidad. Todas las baldosas dejaron de ser como las recordaba.