Peores escenas sexuales jamás narradas
+23
Felix the cat
R'as Kal Bhul
BlueStarRider
fundo1977
Gregg
butanero
jackinthebox
javi clemente
karlos gasteiz
tacitus
Koikila
Silke_
Autista
káiser
Sugerio
DeGuindos al Pavo
coolfurillo
thunderpussy
jojomojo
Ashra
Zzzz
Sutter Cane
salakov
27 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
El final me ha hecho reír bastante, Robert, dulcemente cruel, no volvió a penetrarla
Koikila- Mensajes : 46193
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
De quién es, Salaka?
R'as Kal Bhul- Mensajes : 68751
Fecha de inscripción : 07/06/2008
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
Elio Quiroga, referencia Pablo Batalla.
salakov- Mensajes : 52268
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Felix the cat- Mensajes : 1982
Fecha de inscripción : 30/04/2012
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
salakov escribió:Elio Quiroga, referencia Pablo Batalla.
R'as Kal Bhul- Mensajes : 68751
Fecha de inscripción : 07/06/2008
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
fundo1977 escribió:La versión cinematográfica del poema de Sonsoles.
Estoy en el mercado llorando de risa.
Pendejo- Mensajes : 50011
Fecha de inscripción : 29/03/2008
salakov- Mensajes : 52268
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
salakov escribió:Elio Quiroga, referencia Pablo Batalla.
He contado ya que una exnovia me hizo ver "Fotos" hace más de 20 años y aún sigo traumatizado?
Peli que gozó de su minuto de fama porque Turrantimo dijo que le había gustado.
Lo digo por la próxima vez que alguien salga con la disyuntiva Coen-Turrantimo y alguien salga por peteneras con Turrantimo porque los otros son unos gafapastas.
Yo mecagorntusmuertos, Turrantimo, en tus muertos y en tu cara de pan de Busdongo.
Qué trauma arrastro por tu puta culpa, caracartón
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
Requexu escribió:salakov escribió:Elio Quiroga, referencia Pablo Batalla.
He contado ya que una exnovia me hizo ver "Fotos" hace más de 20 años y aún sigo traumatizado?
Peli que gozó de su minuto de fama porque Turrantimo dijo que le había gustado.
Lo digo por la próxima vez que alguien salga con la disyuntiva Coen-Turrantimo y alguien salga por peteneras con Turrantimo porque los otros son unos gafapastas.
Yo mecagorntusmuertos, Turrantimo, en tus muertos y en tu cara de pan de Busdongo.
Qué trauma arrastro por tu puta culpa, caracartón
salakov- Mensajes : 52268
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
salakov escribió:Requexu escribió:salakov escribió:Elio Quiroga, referencia Pablo Batalla.
He contado ya que una exnovia me hizo ver "Fotos" hace más de 20 años y aún sigo traumatizado?
Peli que gozó de su minuto de fama porque Turrantimo dijo que le había gustado.
Lo digo por la próxima vez que alguien salga con la disyuntiva Coen-Turrantimo y alguien salga por peteneras con Turrantimo porque los otros son unos gafapastas.
Yo mecagorntusmuertos, Turrantimo, en tus muertos y en tu cara de pan de Busdongo.
Qué trauma arrastro por tu puta culpa, caracartón
Disfruta de la faceta "director de cine" de Elio Quiroga
Requexu- Mensajes : 11377
Fecha de inscripción : 22/09/2010
DeGuindos al Pavo- Mensajes : 11033
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
Qué manejo de las onomatopeyas.
Ahora estoy cachondo.
Ahora estoy cachondo.
salakov- Mensajes : 52268
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
(…) Justo cuando me disponía a abandonar el edificio, los goznes de una puerta sonaron y una luz proveniente del interior de un hogar tiñó el rellano, me giré, podría tratarse de cualquiera.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Descendió las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía la erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos prietos y no demasiado grandes.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era su hija, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
(...) Cuando salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. Ella, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
(…) De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
Ella se rio, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que su mano recogía y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los escalones que distaban para llegar a la puerta de su piso.
(…) tras limpiarme, me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culo donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y ella no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
―Verano del 97― G.B.M.
El corazón me dio un vuelco, allí estaba. Descendió las escaleras de forma sensual, toda ella parecía refulgir, rebosante de sexualidad. Yo, embelesado, apenas pude mantener la boca cerrada. Cuando bajó el último escalón, nos quedamos el uno frente al otro, fue en ese instante, en el que nuestros ojos se fundieron, cuando el tiempo dejó de correr.
Los labios, nuestras lenguas, no pararon un instante. Ni una sola palabra fue dicha, para qué.
Cogí fuertemente sus manos, y las pegué contra la pared mientras no parábamos de besarnos, saciando parte de nuestro placer. Las lenguas danzaban frenéticamente. Consiguió liberar una de sus manos, y con suma pericia desabrochó el botón de mis pantalones. Mi sexo duro, de inmediato notó la calidez de sus dedos, aumentando aún más si cabía la erección. Para responder a su ataque, liberé su otra mano y me dispuse a sobar sus pechos prietos y no demasiado grandes.
Una sola mano me bastaba para masajear sus senos y a la par notar como sus pezones se hinchaban, ofreciendo cada vez mayor resistencia a la fricción.
Entonces me abrí paso entre su falda hasta llegar a su sexo; tan pronto como aparté sus bragas, introduje primero un dedo, el corazón, y luego el índice, ella dejó escapar un gemido, un leve susurro acompañado por un sutil mordisco a mi lóbulo izquierdo. Pude sentir todo su calor entre mis dedos, como cada vez que aceleraba el ritmo de mis sacudidas su vagina estaba más mojada, como mi pulgar, también ya húmedo, se deleitaba frotando, acariciando su clítoris latente.
Pero algo totalmente inesperado sucedió, aquella puerta que se había abierto una vez, volvió a hacerlo y de ella emergió una pequeña figura. Era su hija, que no podía dormirse y viendo que su madre no estaba aún en casa había salido a la escalera a buscarla.
(...) Cuando salió de nuevo, noté en su mirada algo malévolo. No dejé que acabara de bajar las escaleras y nos encontramos a mitad del recorrido. En seguida conocí el motivo de aquella perversa mirada, se había quitado las bragas, y situada un escalón por encima, levantándose la falda, me mostraba su dulce sexo rasurado. Como una bestia en celo, hundí mi rostro ante lo que pudiera considerarse la recompensa por tan paciente espera.
Mi lengua lamía con deleite todos los pliegues de aquella vagina, su sabor y olor, he de reconocerlo, me eran gratos. Ora succionaba su clítoris, ora endurecía la lengua para penetrarla, ora se deslizaba en círculos concéntricos sobre sus carnosos labios. Ella, aferrada a la barandilla, no paraba de gemir, y entre espasmo y espasmo correrse.
No sólo con mi lengua le daba placer, con la mano que me quedaba libre estimulaba su culo, introduciendo con delicadeza primero un dedo y luego otro. Creedme si os digo que se podían escuchar las corridas, y que de vez en cuando debía yo apartar mi rostro para no ahogarme, pero tras un par de segundos, inspiraba y volvía a la carga. Tras estos ejercicios de estimulación oral por mi parte, paramos un instante, ambos estábamos exhaustos.
(…) De rodillas frente a mí, se metió todo lo que le cupo en la boca y empezó a chupármela. De nuevo, alguien se interpuso en nuestra orgía, como un resorte, me subí como pude los pantalones, y evité in extremis que una pareja de vecinos que venían de la calle me vieran en tan deshonroso estado.
Ella se rio, y cuando los vecinos se montaron en el ascensor que teníamos justo al lado, volvió a bajarme los pantalones para continuar con la felación. Me agradó ver que ella también disfrutaba, joder, la tenía tan dura que creí que me iba a estallar.
Mientras su lengua sorbía mi glande, y notaba el amenazante pero al mismo tiempo excitante roce de sus dientes, mi mano acariciaba sus finos cabellos, acompañando aquel vaivén hedonista. De entre la comisura de sus labios se desprendía saliva que su mano recogía y volvía a ser llevada a aquel gran torno que era mi polla. En el momento de correrme, creo que la contrarié, pues mi inexperiencia y un sentido del decoro mal entendido, hicieron que la apartara. Una larga y cálida corrida, escapando de su ahora perfumada boca, acabó por posarse sobre mis desnudos muslos.
«Espera», me susurró, y tras incorporarse y dejándome allí de aquella guisa, grácilmente subió los escalones que distaban para llegar a la puerta de su piso.
(…) tras limpiarme, me sorprendió de nuevo, pues cuando yo ya daba por finiquitado nuestro tórrido affaire, me preguntó: «¿quieres follar?”»
En este tercer asalto, vencí la poca timidez que aún se aferraba en algún recóndito rincón de mi conciencia, y me mostré más desenvuelto y seguro que nunca. Hubo pocos besos. La puse a cuatro patas, en el suelo, frente al ascensor. Levanté su falda, y como un poseso empecé a lamerle la vulva y el ano. De espaldas, aquel culo de duros glúteos, abierto para mí, era como una enorme manzana prohibida que había sido creada, exclusivamente, para que yo la penetrara. Cuando consideré que ella ya estaba preparada para recibirme, poco a poco introduje mi capullo en aquel culo donde unos pocos pelos asomaban. El color de mi glande tornose purpureo, y ella no dejaba de emitir sordos gemidos de lamento, pero a medida que mi pene, sutilmente, iba adentrándose en su ser, percibí el cambio, el deleite se había apoderado de ellos, ahogándolos, hasta que finalmente de su boca sólo surgieron entrecortados suspiros y jadeos de placer.
Una vez superada esa primera barrera de dolor, fue todo mucho más fácil, la cadencia de mi movimiento pélvico fue en aumento, y mis dos manos, una en cada nalga, ejercían la presión justa para facilitar la penetración. ¡Era tan grata la sensación de sentir la palpitante calidez de su recto sobre la amplitud de mi miembro!
Sus manos, una y otra vez buscaban mi culo, clavando sus uñas con fuerza para evitar que yo me despegara. El portal, en su lúgubre oscuridad, se había convertido en un mausoleo pagano, dónde tan sólo se oían, amplificados, mi entrecortada respiración, sus gemidos y el golpeo seco de mi cuerpo sobre ella. Cuando llegó la hora de correrme, esta vez lo hice en su interior, mi blanca leche regó las entrañas de aquella maravillosa amante. Permanecí con mi miembro dentro unos segundos más, pues en el fondo de mi ser, sabía que aquella iba a ser la última vez que una parte de mí volvería a poseerla.
―Verano del 97― G.B.M.
Nuxe- Mensajes : 3439
Fecha de inscripción : 08/04/2021
Re: Peores escenas sexuales jamás narradas
Requexu escribió:
¿Tiene audiolibro?
DuffMc- Mensajes : 11112
Fecha de inscripción : 21/10/2019
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» Las Peores Escenas del Cine!
» Reediciones de vinilos, mejores y peores ediciones, mejores y peores discograficas
» Juego escenas de cine
» Una de las mejores escenas de cine de la historia
» Mejores escenas de cine de accion
» Reediciones de vinilos, mejores y peores ediciones, mejores y peores discograficas
» Juego escenas de cine
» Una de las mejores escenas de cine de la historia
» Mejores escenas de cine de accion
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.