RONDA 21.6 DEL REPTANTE CONCURSO DE MICRORRELATOS AZKENERO - Votaciones hasta las 21:30, Gala a las 22:00

Esmeralda escribió:Me gustaba más el antiguo formato

Esmeralda escribió:Me gustaba más el antiguo formato

Esmeralda escribió:Se me ha ocurrido una idea, a ver si consigo bajar de 200 y las pongo chiquiticas, que no administra Toro con su cuentapalabras

rudicio escribió:

1.- Reptilia

Aquello que reptaba por la pared era mi suegra. Siempre había tenido una cierta semejanza con los reptiles, sobre todo con la víbora, pero lo de aquella noche era diferente. De naturaleza sibilina y a sus sesenta y cuatro, Doña Concha ascendió hasta el techo mientras siseaba y movía sus ojos en todas las direcciones hasta dar conmigo, fue entonces cuando se proyectó hacia mi persona como una serpiente que se abalanza sobre su indefensa presa. Por suerte erró en su ataque y se estrelló contra la mesa. Platos y cubiertos volaron por doquier y por un momento el tiempo se paralizó cuando vi en sus ojos la mirada del odio. Doña Concha quedó inmovilizada ante la sujeción de sus allegados. Mientras presenciaba tal macabra escena, me volví hacia mi pareja:

- ¡Qué mal se ha tomado tu madre que nos vayamos a casar!

rudicio escribió:2.- Regocijo vertical.

Aquello que reptaba por la pared -en puridad, aquel- era su primogénito, subiendo y bajando incansable como cada tarde. Cógelo ya -advertía temerosa la mujer-, está muy alto. ¿Todavía no sabes que no se va a caer? -tranquilizaba él.

Su primer verano, el bebé determinó, mientras alcanzaba gateando la tapia, que los noventa grados que formaba con el patio, no le iban a impedir llegar a la preciosa buganvilla que pendía sobre su cabeza. Simplemente se alzó, pegó la tripa al encalado y ascendió culebreando embelesado hacia el púrpura de las flores.

Día tras día, los padres tendrían que asumir que la ley de la gravedad poco podía hacer ante la curiosidad exploradora del niño.

rudicio escribió:3.- A bug's life

Aquello que reptaba por la pared desapareció sin dejar rastro, dejando una mancha con forma de cicatriz verdirroja. Todavía recuerdo aquel amanecer: después de la noche del gran apagón nos habíamos quedado sin batería en los móviles y no podíamos usar internet para, al menos, identificar los bichos. Nerviosos, tras una noche de insomnio, tuvimos la sensación de ser tres idiotas cuyo primer trabajo nos había llevado hasta nuestro enésimo fracaso.
No había sido un verano normal ni tranquilo y se acercaba la hora de exponer a nuestra madre la verdad desnuda. La teníamos engañada, siempre con la misma canción: que la empresa de control de plagas era un éxito, pero lo cierto es que éramos un desastre. Después, nos tropezamos con el reloj del salón. Los restos crujían bajo nuestros pies cuando apareció el dueño, echándonos inmediatamente de su casa.
Al menos, todos aquellos bichejos pudieron salvar la vida.

rudicio escribió:4.- El destino de Eddie.

Aquello que reptaba en la pared de su celda era una serpiente de dos cabezas. Fue esculpida con una retorcida cuchara por un viejo preso indígena con el que convivió un tiempo. Nunca salía al patio. Extrañamente ningún recluso conocía la existencia de aquel maya de tez oscura y profundos ojos negros que apenas hablaba. “Cuando yo marche, ella será tu compañera” —le dijo señalando la imagen con su ajado dedo. A partir de su extraña desaparición, cuando la luna asomaba entre los barrotes del tragaluz, el enorme reptil bicéfalo emergía siseando de la pared y lo arrinconaba amenazante contra la esquina de su litera. Las largas noches de insomnio lo condujeron a los más terribles desvaríos. Nunca sospechó que su delito, el asesinato del hechicero Acoatl, grabaría su destino final, arrastrando su demencia a una acolchada habitación del penitenciario psiquiátrico, encadenado y prisionero de una raída camisa de fuerza.

rudicio escribió:5.- La trampa

Aquello que reptaba por la pared la despertó de su ensimismamiento y se giró repentinamente. No vio claramente lo que era pero, alarmada, cogió la escopeta y pegó cuatro tiros, que hicieron en la pared grandes agujeros negros. Conteniendo el aliento, se acercó sigilosamente a la pared, cuando la sobresaltaron los gritos desgarradores de su vecina. “Oh, dios mío”. Soltó la escopeta y corrió rápidamente en su ayuda.
Empujó la puerta y encontró a la anciana agujereada en el sillón, palpándose el cuerpo boquiabierta, con las manos cubiertas de sangre. Se llevó las manos a la boca, temblando, al ver lo que había hecho. Oyó una risa macabra a sus espaldas y se giró para ver en una esquina el fantasma de su difunto marido. Si no le hubiera matado en un arrebato de celos, ahora no estaría en esa situación, se lamentó la joven mientras sonaban las primeras sirenas.

Zzzz escribió:El miércoles esto va a ser para mear y no echar gota. Pobre rudicio, le va a hervir la bandeja de entrada.

Zzzz escribió:El miércoles esto va a ser para mear y no echar gota. Pobre rudicio, le va a hervir la bandeja de entrada.

Vinny Vedecci escribió:

Zzzz escribió:El miércoles esto va a ser para mear y no echar gota. Pobre rudicio, le va a hervir la bandeja de entrada.

Total.

Este Zzzz cada vez me cae mejor.

Rhonda escribió:TÍ (con tilde): método infalible para alzarse con el Negro Poeta (ver).

rudicio escribió:He dicho tres pero son cuatro.

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

RegSound escribió:

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

Aquí puede haber puntos, porque llevo unas 150 rondas seguidas y es el calzador más grande que he visto. "Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolienta" Vamos, un escupitajo de sangre resbalándose

Vinny Vedecci escribió:

RegSound escribió:

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

Aquí puede haber puntos, porque llevo unas 150 rondas seguidas y es el calzador más grande que he visto. "Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolienta" Vamos, un escupitajo de sangre resbalándose

Coño, Reg, sabes que respeto tu criterio y que soy votante habitual de tus relatos, pero calzadores mucho más grandes los ha habido por docenas. Dónde va a parar.

RegSound escribió:

Vinny Vedecci escribió:

RegSound escribió:

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

Aquí puede haber puntos, porque llevo unas 150 rondas seguidas y es el calzador más grande que he visto. "Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolienta" Vamos, un escupitajo de sangre resbalándose

Coño, Reg, sabes que respeto tu criterio y que soy votante habitual de tus relatos, pero calzadores mucho más grandes los ha habido por docenas. Dónde va a parar.

No niego que los ha habido grandes, pero la manera de calzar este relato es maravillosa con el modo enrevesado de escribir lo del gapo de sangre

Esmeralda escribió:

RegSound escribió:

Vinny Vedecci escribió:

RegSound escribió:

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

Aquí puede haber puntos, porque llevo unas 150 rondas seguidas y es el calzador más grande que he visto. "Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolienta" Vamos, un escupitajo de sangre resbalándose

Coño, Reg, sabes que respeto tu criterio y que soy votante habitual de tus relatos, pero calzadores mucho más grandes los ha habido por docenas. Dónde va a parar.

No niego que los ha habido grandes, pero la manera de calzar este relato es maravillosa con el modo enrevesado de escribir lo del gapo de sangre

Reg, otorga esta semana el premio Calzador Rampante

Vinny Vedecci escribió:

Esmeralda escribió:

RegSound escribió:

Vinny Vedecci escribió:

RegSound escribió:

rudicio escribió:7.- La otra escuela

Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolenta. Sintió el golpe como un martillazo en plena cara, había subestimado a su enemigo y ahora pagaba el precio: un dolor que, literalmente, le hacía ver fogonazos de luz.
Acertó a escuchar las carcajadas de sus compañeros de fatigas. Y de tropelías.
Cicerón, que así se llamaba el improvisado púgil, permanecía impasible. De cara a la pared y mirando de reojo, se afanaba atrapando con sus belfos los ramilletes de alfalfa de su almuerzo.
No le había molestado ese cosquilleo que trataba de abrirse paso a través de su esfínter, sino la falta de delicadeza al no pedir permiso. ¡Qué poca educación!
El autor de la ofensa, magullado, recogió el mimbre de avellano del suelo y, en busca de la siguiente lección, se encaminó decidido al avispero que adornaba una de las paredes del corral de Encarna.

Aquí puede haber puntos, porque llevo unas 150 rondas seguidas y es el calzador más grande que he visto. "Aquello que reptaba por la pared en dirección sur era su saliva sanguinolienta" Vamos, un escupitajo de sangre resbalándose

Coño, Reg, sabes que respeto tu criterio y que soy votante habitual de tus relatos, pero calzadores mucho más grandes los ha habido por docenas. Dónde va a parar.

No niego que los ha habido grandes, pero la manera de calzar este relato es maravillosa con el modo enrevesado de escribir lo del gapo de sangre

Reg, otorga esta semana el premio Calzador Rampante

Pero bueno.

Esmeralda escribió:A ver esos marteros, que no se diga

rudicio escribió:10.- El sueño de una generación.

Aquello que reptaba por la pared eran miles de gotas de vieja pintura blanca que hartas de escuchar que no eran bienvenidas decidieron por sí mismas abandonar el hogar.

- Que raro...¿Cuándo has quitado el gotelé, cariño?

Vinny Vedecci escribió:

rudicio escribió:10.- El sueño de una generación.

Aquello que reptaba por la pared eran miles de gotas de vieja pintura blanca que hartas de escuchar que no eran bienvenidas decidieron por sí mismas abandonar el hogar.

- Que raro...¿Cuándo has quitado el gotelé, cariño?

Hola, Johnny Labios Sellados.

RegSound escribió:

Vinny Vedecci escribió:

rudicio escribió:10.- El sueño de una generación.

Aquello que reptaba por la pared eran miles de gotas de vieja pintura blanca que hartas de escuchar que no eran bienvenidas decidieron por sí mismas abandonar el hogar.

- Que raro...¿Cuándo has quitado el gotelé, cariño?

Hola, Johnny Labios Sellados.