Mejores lecturas de 2020
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Mejores lecturas de 2020
En el año que respiramos peligrosamente ha reinado con holgura, en mi dieta lectora de ficción, la recopilación de Cuentos de John Cheever. Yo, para mi desgracia, no soy un buen lector de relatos, me gusta sentirme embarcado en una trama de largo alcance, y los relatos, en general, tienden a agobiarme, me puede el mono de horizonte y a los pocos leídos ya empiezo a poner la vista con ansiedad en alguna novela voluminosa de cuantas tengo en las estanterías. No me ha sucedido esto con Cheever. No lo tengo a mano ahora mismo, pero creo recordar que la recopilación ronda las 900 páginas, y me la leí sin apenas descanso, obligándome a racionarla por puro egoísmo. Curiosamente, y como contrapartida, la lectura de Falconer, tras besar el cielo con los Cuentos, supuso sin duda la mayor decepción del año. Los Diarios de Cheever, que también empecé y que estoy tomándome con calma porque me resultan deprimentes, son una mejor lectura que cualquiera de las tres novelas de él que he leído hasta el momento. Un caso curioso, Cheever.
Otro de los Everest del ano fue la lectura gozosa de Todo el mundo adora nuestra ciudad, de Mark Yarm. El libro es un festín de emociones para cualquiera con la perspectiva suficiente para reconocer los 90 como la mejor década musical desde que alguien tuvo la feliz idea de conectar una guitarra a la corriente eléctrica. No hay mucho más que decir. Como contrapartida, la biografía de Soundgarden escrita por Greg Prato supuso objetivamente también una de las mayores decepciones, y la lectura solo es aceptable en la medida en que uno resulte ser un enfermo terminal de la banda, razón por la cual yo en realidad lo disfruté moderadamente.
En la época más oscura del ano estuve felizmente zambullido en la revisión de la filmografía de Hitchcock, y el libro de Truffaut, El cine según Hitchcock, me acompañó en la andadura en todo momento. Imprescindible es quedarse corto. Enfebrecido, me lancé a por la pantagruélica biografía del gordo escrita por Patrick McGilligan y hube de hincar deshonrosamente la rodilla al cabo de ochenta míseras páginas, acuciado por el ansia de ficción.
Otra de los momentos más memorables fue mi reencuentro con Alice Munro en Escapada, quizás la mejor recopilación que le he leído a esta mujer hasta el momento, y que me enfrentó con la absurdidad de que estoy dejando que pasen los años, que se acerque la guadaña, sin abrevar con frecuencia, como sí hago con otros, en la obra de Munro. Con objeto de enmendarme la plana leí casi a continuación El amor de una mujer generosa, que no llega a su altura, pero una Munro a medio gas es como la mayoría sacando la lengua. Estoy, de hecho, en mitad de otro de sus libros, El progreso del amor, que voy degustando a ratos, entre lecturas. En la literatura hay pocas cosas comparables a un relato de Munro cuando funciona con precisión.
Uno de los libros que apuntaba a ser mi mejor novela del año durante los primeros cientos de páginas pero que acabó agotándome ligeramente fue El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers. Powers es un escritor portentoso pero excesivo. Alguno de mis mejores momentos lectores del año están en las páginas de este libro, y pese a todo lo recomiendo sin reservas a cualquier amante de la literatura norteamericana. Tengo ganas de leer a Powers en otras novelas. En el presente año abordaré Orfeo, seguramente. Creo que puedo estar ante uno de mis escritores de referencia en los próximos años pero todavía no estoy seguro.
He disfrutado mucho también las dos novelas escritas hasta el momento, Conversaciones entre amigos y Gente normal, por una de las sensaciones del momento, Sally Rooney. Puede que no sea tan buena como se proclama por ahí a los cuatro vientos pero desde luego es muy buena. No pienso dejar pasar ninguna de sus futuras referencias.
Otra de las lecturas que más he disfrutado, cuando por alguna razón que se me escapa esperaba una obra menor, fue La conjura contra América, de Philip Roth. Un verdadero placer de novela solo empañado por un final inesperada e inexplicablemente abrupto. Otra novela de Roth de la que sí esperaba grandes cosas fue Me casé con un comunista, pero acabó por suponer una ligerísima decepción, al igual que me sucedió con Pastoral americana en su momento. Por alguna razón, Roth parece tener una serie de novelas por casi todos aclamadas que a mí me resultan un tanto repetitivas. También leí Cuando ella era buena, una de sus primeras novelas que disfruté por encima de lo que prometían las reseñas que había leído por la red. Este año he tenido que estar refrenándome continuamente de leer una u otra novela de Roth, uno de los pocos escritores de los cuales podría leerme un libro tras otro sin sentir que lo estoy quemando.
Rebecca West ha sido uno de mis descubrimientos del ano. Las dos novelas suyas que he leído, La familia Aubrey y El regreso del soldado, me han parecido magníficas. También he disfrutado mucho el libro de memorias de Chris Offutt, Mi padre, el pornógrafo, y el true crime, un género que cada vez disfruto más y que planeo seguir dragando, de Helen Garner, La casa de los lamentos. Skippy Muere, de Paul Murray, ha sido también una de las lecturas más gratas, una suerte de Foster Wallace con una sintaxis terrenal, otro acierto de la editorial Pálido Fuego, al igual que El origen de los brunistas, de Robert Coover, aunque ésta acabó viniéndoseme un poco abajo en la recta final. Tom McCarthy se apuntó una nueva diana con Hombres en el espacio, puede que no tan certera como las anteriores pero muy disfrutable, un valor seguro McCarthy, y abordé la lectura del último libro, de todos cuantos hay traducidos al castellano, que me quedaba por leer de mi amado Steven Millhauser. Todavía no he leído el último de los relatos largos de los tres que componen Pequeños Reinos, por la tristeza que me ocasiona pensar que no podré volver a leer nada inédito de él. Porque es evidente que así será.
Y en fin, nada más. Nos vemos por aquí, compadres.
Otro de los Everest del ano fue la lectura gozosa de Todo el mundo adora nuestra ciudad, de Mark Yarm. El libro es un festín de emociones para cualquiera con la perspectiva suficiente para reconocer los 90 como la mejor década musical desde que alguien tuvo la feliz idea de conectar una guitarra a la corriente eléctrica. No hay mucho más que decir. Como contrapartida, la biografía de Soundgarden escrita por Greg Prato supuso objetivamente también una de las mayores decepciones, y la lectura solo es aceptable en la medida en que uno resulte ser un enfermo terminal de la banda, razón por la cual yo en realidad lo disfruté moderadamente.
En la época más oscura del ano estuve felizmente zambullido en la revisión de la filmografía de Hitchcock, y el libro de Truffaut, El cine según Hitchcock, me acompañó en la andadura en todo momento. Imprescindible es quedarse corto. Enfebrecido, me lancé a por la pantagruélica biografía del gordo escrita por Patrick McGilligan y hube de hincar deshonrosamente la rodilla al cabo de ochenta míseras páginas, acuciado por el ansia de ficción.
Otra de los momentos más memorables fue mi reencuentro con Alice Munro en Escapada, quizás la mejor recopilación que le he leído a esta mujer hasta el momento, y que me enfrentó con la absurdidad de que estoy dejando que pasen los años, que se acerque la guadaña, sin abrevar con frecuencia, como sí hago con otros, en la obra de Munro. Con objeto de enmendarme la plana leí casi a continuación El amor de una mujer generosa, que no llega a su altura, pero una Munro a medio gas es como la mayoría sacando la lengua. Estoy, de hecho, en mitad de otro de sus libros, El progreso del amor, que voy degustando a ratos, entre lecturas. En la literatura hay pocas cosas comparables a un relato de Munro cuando funciona con precisión.
Uno de los libros que apuntaba a ser mi mejor novela del año durante los primeros cientos de páginas pero que acabó agotándome ligeramente fue El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers. Powers es un escritor portentoso pero excesivo. Alguno de mis mejores momentos lectores del año están en las páginas de este libro, y pese a todo lo recomiendo sin reservas a cualquier amante de la literatura norteamericana. Tengo ganas de leer a Powers en otras novelas. En el presente año abordaré Orfeo, seguramente. Creo que puedo estar ante uno de mis escritores de referencia en los próximos años pero todavía no estoy seguro.
He disfrutado mucho también las dos novelas escritas hasta el momento, Conversaciones entre amigos y Gente normal, por una de las sensaciones del momento, Sally Rooney. Puede que no sea tan buena como se proclama por ahí a los cuatro vientos pero desde luego es muy buena. No pienso dejar pasar ninguna de sus futuras referencias.
Otra de las lecturas que más he disfrutado, cuando por alguna razón que se me escapa esperaba una obra menor, fue La conjura contra América, de Philip Roth. Un verdadero placer de novela solo empañado por un final inesperada e inexplicablemente abrupto. Otra novela de Roth de la que sí esperaba grandes cosas fue Me casé con un comunista, pero acabó por suponer una ligerísima decepción, al igual que me sucedió con Pastoral americana en su momento. Por alguna razón, Roth parece tener una serie de novelas por casi todos aclamadas que a mí me resultan un tanto repetitivas. También leí Cuando ella era buena, una de sus primeras novelas que disfruté por encima de lo que prometían las reseñas que había leído por la red. Este año he tenido que estar refrenándome continuamente de leer una u otra novela de Roth, uno de los pocos escritores de los cuales podría leerme un libro tras otro sin sentir que lo estoy quemando.
Rebecca West ha sido uno de mis descubrimientos del ano. Las dos novelas suyas que he leído, La familia Aubrey y El regreso del soldado, me han parecido magníficas. También he disfrutado mucho el libro de memorias de Chris Offutt, Mi padre, el pornógrafo, y el true crime, un género que cada vez disfruto más y que planeo seguir dragando, de Helen Garner, La casa de los lamentos. Skippy Muere, de Paul Murray, ha sido también una de las lecturas más gratas, una suerte de Foster Wallace con una sintaxis terrenal, otro acierto de la editorial Pálido Fuego, al igual que El origen de los brunistas, de Robert Coover, aunque ésta acabó viniéndoseme un poco abajo en la recta final. Tom McCarthy se apuntó una nueva diana con Hombres en el espacio, puede que no tan certera como las anteriores pero muy disfrutable, un valor seguro McCarthy, y abordé la lectura del último libro, de todos cuantos hay traducidos al castellano, que me quedaba por leer de mi amado Steven Millhauser. Todavía no he leído el último de los relatos largos de los tres que componen Pequeños Reinos, por la tristeza que me ocasiona pensar que no podré volver a leer nada inédito de él. Porque es evidente que así será.
Y en fin, nada más. Nos vemos por aquí, compadres.
favorite 77- Mensajes : 12440
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Dentro de mi año lector destacaría lo siguiente:
- James Ellroy, sigo sumergiéndome en su obra. Este año el segundo volumen del segundo cuarteto de L.A. y los tres volúmenes de la trilogía americana.
- También menciono las dos novelas de Sally Rooney, sobre todo Gente Normal.
- Leopardo negro, Lobo Rojo de Marlon James, incursión en el género fantástico del autor de Breve historia de siete asesinatos.
- Noche cerrada de Chris Offutt.
- Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, último libro leído del año, inmejorable broche.
- Editorial Pálido Fuego, para mi la mejor editorial del país, de la cual cayeron 10 libros este año, de los que destaco Zeroville, los dos de Evan Dara o su última novedad, Skippy Muere.
- Fuera del apartado de ficción, la monumental biografía de Johnny Cash de Robert Hillburn, Helter Skelter de Vincent Bugliosi y la carta de amor a A Tribe Called Quest, Go Ahead in the Rain, de Hanif Abdourraquib.
- James Ellroy, sigo sumergiéndome en su obra. Este año el segundo volumen del segundo cuarteto de L.A. y los tres volúmenes de la trilogía americana.
- También menciono las dos novelas de Sally Rooney, sobre todo Gente Normal.
- Leopardo negro, Lobo Rojo de Marlon James, incursión en el género fantástico del autor de Breve historia de siete asesinatos.
- Noche cerrada de Chris Offutt.
- Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, último libro leído del año, inmejorable broche.
- Editorial Pálido Fuego, para mi la mejor editorial del país, de la cual cayeron 10 libros este año, de los que destaco Zeroville, los dos de Evan Dara o su última novedad, Skippy Muere.
- Fuera del apartado de ficción, la monumental biografía de Johnny Cash de Robert Hillburn, Helter Skelter de Vincent Bugliosi y la carta de amor a A Tribe Called Quest, Go Ahead in the Rain, de Hanif Abdourraquib.
el barón- Mensajes : 24817
Fecha de inscripción : 06/04/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
favorite 77 escribió:
Uno de los libros que apuntaba a ser mi mejor novela del año durante los primeros cientos de páginas pero que acabó agotándome ligeramente fue El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers. Powers es un escritor portentoso pero excesivo. Alguno de mis mejores momentos lectores del año están en las páginas de este libro, y pese a todo lo recomiendo sin reservas a cualquier amante de la literatura norteamericana. Tengo ganas de leer a Powers en otras novelas. En el presente año abordaré Orfeo, seguramente. Creo que puedo estar ante uno de mis escritores de referencia en los próximos años pero todavía no estoy seguro.
Este año leí El clamor de los bosques, muy recomendable, de temática ecológica, y buscando en su obra resulta que hace años había leído El eco de la memoria, de la cual tengo un recuerdo vagamente positivo.
el barón- Mensajes : 24817
Fecha de inscripción : 06/04/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
favorite 77 escribió:En el año que respiramos peligrosamente ha reinado con holgura, en mi dieta lectora de ficción, la recopilación de Cuentos de John Cheever. Yo, para mi desgracia, no soy un buen lector de relatos, me gusta sentirme embarcado en una trama de largo alcance, y los relatos, en general, tienden a agobiarme, me puede el mono de horizonte y a los pocos leídos ya empiezo a poner la vista con ansiedad en alguna novela voluminosa de cuantas tengo en las estanterías. No me ha sucedido esto con Cheever. No lo tengo a mano ahora mismo, pero creo recordar que la recopilación ronda las 900 páginas, y me la leí sin apenas descanso, obligándome a racionarla por puro egoísmo. Curiosamente, y como contrapartida, la lectura de Falconer, tras besar el cielo con los Cuentos, supuso sin duda la mayor decepción del año. Los Diarios de Cheever, que también empecé y que estoy tomándome con calma porque me resultan deprimentes, son una mejor lectura que cualquiera de las tres novelas de él que he leído hasta el momento. Un caso curioso, Cheever.
Otro de los Everest del ano fue la lectura gozosa de Todo el mundo adora nuestra ciudad, de Mark Yarm. El libro es un festín de emociones para cualquiera con la perspectiva suficiente para reconocer los 90 como la mejor década musical desde que alguien tuvo la feliz idea de conectar una guitarra a la corriente eléctrica. No hay mucho más que decir. Como contrapartida, la biografía de Soundgarden escrita por Greg Prato supuso objetivamente también una de las mayores decepciones, y la lectura solo es aceptable en la medida en que uno resulte ser un enfermo terminal de la banda, razón por la cual yo en realidad lo disfruté moderadamente.
En la época más oscura del ano estuve felizmente zambullido en la revisión de la filmografía de Hitchcock, y el libro de Truffaut, El cine según Hitchcock, me acompañó en la andadura en todo momento. Imprescindible es quedarse corto. Enfebrecido, me lancé a por la pantagruélica biografía del gordo escrita por Patrick McGilligan y hube de hincar deshonrosamente la rodilla al cabo de ochenta míseras páginas, acuciado por el ansia de ficción.
Otra de los momentos más memorables fue mi reencuentro con Alice Munro en Escapada, quizás la mejor recopilación que le he leído a esta mujer hasta el momento, y que me enfrentó con la absurdidad de que estoy dejando que pasen los años, que se acerque la guadaña, sin abrevar con frecuencia, como sí hago con otros, en la obra de Munro. Con objeto de enmendarme la plana leí casi a continuación El amor de una mujer generosa, que no llega a su altura, pero una Munro a medio gas es como la mayoría sacando la lengua. Estoy, de hecho, en mitad de otro de sus libros, El progreso del amor, que voy degustando a ratos, entre lecturas. En la literatura hay pocas cosas comparables a un relato de Munro cuando funciona con precisión.
Uno de los libros que apuntaba a ser mi mejor novela del año durante los primeros cientos de páginas pero que acabó agotándome ligeramente fue El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers. Powers es un escritor portentoso pero excesivo. Alguno de mis mejores momentos lectores del año están en las páginas de este libro, y pese a todo lo recomiendo sin reservas a cualquier amante de la literatura norteamericana. Tengo ganas de leer a Powers en otras novelas. En el presente año abordaré Orfeo, seguramente. Creo que puedo estar ante uno de mis escritores de referencia en los próximos años pero todavía no estoy seguro.
He disfrutado mucho también las dos novelas escritas hasta el momento, Conversaciones entre amigos y Gente normal, por una de las sensaciones del momento, Sally Rooney. Puede que no sea tan buena como se proclama por ahí a los cuatro vientos pero desde luego es muy buena. No pienso dejar pasar ninguna de sus futuras referencias.
Otra de las lecturas que más he disfrutado, cuando por alguna razón que se me escapa esperaba una obra menor, fue La conjura contra América, de Philip Roth. Un verdadero placer de novela solo empañado por un final inesperada e inexplicablemente abrupto. Otra novela de Roth de la que sí esperaba grandes cosas fue Me casé con un comunista, pero acabó por suponer una ligerísima decepción, al igual que me sucedió con Pastoral americana en su momento. Por alguna razón, Roth parece tener una serie de novelas por casi todos aclamadas que a mí me resultan un tanto repetitivas. También leí Cuando ella era buena, una de sus primeras novelas que disfruté por encima de lo que prometían las reseñas que había leído por la red. Este año he tenido que estar refrenándome continuamente de leer una u otra novela de Roth, uno de los pocos escritores de los cuales podría leerme un libro tras otro sin sentir que lo estoy quemando.
Rebecca West ha sido uno de mis descubrimientos del ano. Las dos novelas suyas que he leído, La familia Aubrey y El regreso del soldado, me han parecido magníficas. También he disfrutado mucho el libro de memorias de Chris Offutt, Mi padre, el pornógrafo, y el true crime, un género que cada vez disfruto más y que planeo seguir dragando, de Helen Garner, La casa de los lamentos. Skippy Muere, de Paul Murray, ha sido también una de las lecturas más gratas, una suerte de Foster Wallace con una sintaxis terrenal, otro acierto de la editorial Pálido Fuego, al igual que El origen de los brunistas, de Robert Coover, aunque ésta acabó viniéndoseme un poco abajo en la recta final. Tom McCarthy se apuntó una nueva diana con Hombres en el espacio, puede que no tan certera como las anteriores pero muy disfrutable, un valor seguro McCarthy, y abordé la lectura del último libro, de todos cuantos hay traducidos al castellano, que me quedaba por leer de mi amado Steven Millhauser. Todavía no he leído el último de los relatos largos de los tres que componen Pequeños Reinos, por la tristeza que me ocasiona pensar que no podré volver a leer nada inédito de él. Porque es evidente que así será.
Y en fin, nada más. Nos vemos por aquí, compadres.
Yo "Todo el mundo adora nuestra ciudad" aún no lo he leído, si hablas tan bien de él me lo leeré, tienes buen criterio.
El de Hitchcock por Truffaut es una verdadera delicia. El libro que más he disfrutado.
atila- Mensajes : 30919
Fecha de inscripción : 20/07/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Lo mejor de 2020, clásicos contrastados: “El Gran Gatsby” de F.G. Fitzgerald, “Una oración por Owen” de John Irving, “Elegía” de Philip Roth y “El gran desierto” de James Ellroy.
Sorpresa agradable del año, un par de libros de Gerald Durrell, no sabía de su existencia hasta este año y su lectura me ha resultado de lo más satisfactorio. Entretenidos y rebosantes de optimismo.
Menciono también que el peor libro que me eché encima fue “No soy un monstruo” de Carme Chaparro, que es de lo peor escrito que le leído nunca. Ni un niño no muy avispado de doce años escribiría peor. Menuda mierda.
Sorpresa agradable del año, un par de libros de Gerald Durrell, no sabía de su existencia hasta este año y su lectura me ha resultado de lo más satisfactorio. Entretenidos y rebosantes de optimismo.
Menciono también que el peor libro que me eché encima fue “No soy un monstruo” de Carme Chaparro, que es de lo peor escrito que le leído nunca. Ni un niño no muy avispado de doce años escribiría peor. Menuda mierda.
Zzzz- Mensajes : 14825
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: Mejores lecturas de 2020
Zzzz escribió:Lo mejor de 2020, clásicos contrastados: “El Gran Gatsby” de F.G. Fitzgerald, “Una oración por Owen” de John Irving, “Elegía” de Philip Roth y “El gran desierto” de James Ellroy.
Sorpresa agradable del año, un par de libros de Gerald Durrell, no sabía de su existencia hasta este año y su lectura me ha resultado de lo más satisfactorio. Entretenidos y rebosantes de optimismo.
Menciono también que el peor libro que me eché encima fue “No soy un monstruo” de Carme Chaparro, que es de lo peor escrito que le leído nunca. Ni un niño no muy avispado de doce años escribiría peor. Menuda mierda.
Impresionante.
atila- Mensajes : 30919
Fecha de inscripción : 20/07/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Entre las lecturas de este año, así a bote pronto, destacan para mi Los chicos de la Nickel, En un lugar solitario, Territorio de Luz, entre las novelas. También me gustó mucho No digas nada. y de libros musicales me quedo con las memorias de Mark Lanegan, el libro de los Crowes y la biografía de los Clash.
polilla- Mensajes : 1619
Fecha de inscripción : 27/05/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Zzzz escribió:Lo mejor de 2020, clásicos contrastados: “El Gran Gatsby” de F.G. Fitzgerald, “Una oración por Owen” de John Irving, “Elegía” de Philip Roth y “El gran desierto” de James Ellroy.
Sorpresa agradable del año, un par de libros de Gerald Durrell, no sabía de su existencia hasta este año y su lectura me ha resultado de lo más satisfactorio. Entretenidos y rebosantes de optimismo.
Menciono también que el peor libro que me eché encima fue “No soy un monstruo” de Carme Chaparro, que es de lo peor escrito que le leído nunca. Ni un niño no muy avispado de doce años escribiría peor. Menuda mierda.
Me han regalado “Los Asquerosos” para Reyes, y lo tengo repe, y lo cambiaré por “Elegía” de Roth.
salakov- Mensajes : 52122
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: Mejores lecturas de 2020
Menciono también que el peor libro que me eché encima fue “No soy un monstruo” de Carme Chaparro, que es de lo peor escrito que le leído nunca. Ni un niño no muy avispado de doce años escribiría peor. Menuda mierda.
No sé cómo tenéis huevos de leer libros de presentadores que se meten a escribir libros de la noche a la mañana
blackfoot- Mensajes : 32847
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
el barón escribió:favorite 77 escribió:
Uno de los libros que apuntaba a ser mi mejor novela del año durante los primeros cientos de páginas pero que acabó agotándome ligeramente fue El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers. Powers es un escritor portentoso pero excesivo. Alguno de mis mejores momentos lectores del año están en las páginas de este libro, y pese a todo lo recomiendo sin reservas a cualquier amante de la literatura norteamericana. Tengo ganas de leer a Powers en otras novelas. En el presente año abordaré Orfeo, seguramente. Creo que puedo estar ante uno de mis escritores de referencia en los próximos años pero todavía no estoy seguro.
Este año leí El clamor de los bosques, muy recomendable, de temática ecológica, y buscando en su obra resulta que hace años había leído El eco de la memoria, de la cual tengo un recuerdo vagamente positivo.
El clamor de los bosques es, junto a Orfeo, recién editado, lo que más me atrae de cuanto tenemos hasta ahora traducido de su obra.
favorite 77- Mensajes : 12440
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
atila escribió: si hablas tan bien de él me lo leeré, tienes buen criterio.
favorite 77- Mensajes : 12440
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
1. El Poder Del Perro, de Don Winslow.
2. El Filo De La Navaja, de William Somerset Maugham.
3. La Nieve Roja Y Otros Relatos, de Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky.
4. Oblómov, de Iván Aleksándrovich Goncharov.
5. Los hermanos Karamázov, de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.
6. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère.
7. A Propósito De Nada, de Woody Allen.
8. El Mapa Y El Territorio, de Michel Houellebecq.
9. Dagon Y Otros Cuentos Macabros, de H. P. Lovecraft.
10. Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, de James Hadley Chase.
El ano que respiramos por encima de nuestras posibilidades ha dejado un saldo bastante satisfactorio en lo tocante a la literatura. Y fue precisamente en sus postrimerías, cuando ya barruntaba un serio conflicto interior para elegir el número del uno del top ten, cuando Don Winslow y su espléndido El Poder Del Perro acudieron a mi rescate como una exhalación y sin el más mínimo rastro de clemencia ni de prisioneros. Contaba con muy buenas referencias ya desde su ano de publicación, intuía que esta novela me hablaría a mí, y desde luego las expectativas no sólo se han cumplido, sino que incluso han estado por debajo de la crudeza y la brillantez que he encontrado en esta siniestra historia sobre el narcotráfico y la vileza humana, dignas del David Simon más agudo e implacable. Admito que al principio me costó adaptarme a su prosa cortante y enfática, y que en ese sentido supera incluso al Lehane más embriagado de sí mismo, pero pronto la simbiosis con la crispación interior del relato es tan indiscutible, que cuesta imaginar otro tono expositivo. En fin, imagino que la mayoría de los que entráis aquí ya la habréis degustado (de alguno ya tengo constancia), así que en lugar de recomendarlo, me limitaré a secundar vuestra más que probable devoción.
La escasa diferencia entre mis cuatro o cinco puestos siguientes me complican el repato de medallas, pero concedo a Maugham el segundo puesto por El Filo De La Navaja, seguramente la lectura que más me ha magnetizado de todo el ano, que más influjo inmersivo ha causado en mí. Extraordinario narrador, y certero creador de personajes, el ídolo de José Luis Garci se las arregla para pergeñar una historia fantástica, plagada de emoción e idealismo en el mejor de los sentidos, con insuperable pulso de principio a fin, y aunque sus reflexiones espirituales se pueden antojar algo pueriles por momentos, la verdad es que me resultaron contagiosas. Literatura clásica, sólida y elegante en estado puro. Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky, por su parte, se desmarca de este aliento tradicional y, en La Nieve Roja, ofrece el mejor conjunto de relatos que yo haya leído probablemente desde el fascinante Nostalgia de Cartarescu. Adentrarse, mientras uno ejecuta sus páginas, en su delirante y kafkiana imaginería, en sus tramas surrealistas y enfermas, pero nunca desde la vacuidad, sino con las dosis justas de turbiedad y de fantasmagórica lucidez como para no dejar nunca de sentir amenaza y desasosiego, es una experiencia insólita. Ofrece alguno de los mejores títulos literarios que yo recuerde en este formato (Autobiografía De Un Cadáver, Los Dedos Fugitivos, El Codo Sin Morder...) Y, a modo de cierre, brinda uno de los relatos más deslumbrantes que yo he leído jamás: La Hulla Amarilla.
Sin salirme de la madre Rusia, y sin ninguna opción en ambos casos de poder competir en un concurso de microrrelatos, llegan a continuación las elefantiásicas Oblómov y Los Hermanos Karamázov. Desiguales por momentos, es inevitable, especialmente la segunda, pero con unas dosis de apasionamiento y arrebato que en estos tiempos desnatados la verdad es que se agradecen. Algo más flemático y sardónico, Iván Aleksándrovich Goncharov, más allá de la narración, que deja lances bastante hermosos y emotivos, se lleva el mérito de acuñar aquí, por mediación de su inolvidable protagonista, el oblomovismo, una maravillosa oda a la indolencia y el desarraigo. Un personaje fascinante y adictivo, sumamente inspirador, que no sale de su cama hasta la página 150. La verdad es que es escribir de él, recordar sus huevazos, su inacción, su procrastinación permanente y sus increpaciones a todo el mundo que osa perturbar su radar, y me dan casi ganas de auparle al uno. ¿Un Lebowski decimonónico? Pues es probable. Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, por su parte, urde una historia ebria de intensidad y exaltación, muy en su línea, y con personajes soberbia y profundamente construidos. Se siente anticuada y farragosa en diversos momentos, no lo negaré, y abusa seguramente del ingrediente religioso, pero acaba por todo lo alto. Es difícil, además, no dejarse arrastrar por la corriente de sufrimiento y angustia interior que atravesaban a Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, y que con tanta pericia proyectaba en sus escritos. Sin parecerme su cima literaria, diría que varios de los párrafos donde más se le siente torturarse y sangrar están aquí.
A continuación aparecen dos de mis autores vivos favoritos, con diferencia. Dos tipos que me han dado mucho, que cada paso que dan cuenta con mi interés, y que espero que no me abandonen en mucho tiempo. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère, y a diferencia de la anterior y errática Bravura, me parece una publicación casi imprescindible para cualquier fan de este gabacho masoquista. Tal vez haya que ser muy cafetero de Carrère, de acuerdo, pero yo lo he gozado bastante. En esta colección de artículos periodísticos, de hecho, pueden encontrarse el germen de algunas de sus mejores obras, como la superlativa e irrepetible El Adversario. Algunos quizá no brillen en demasía, pero el nivel es alto en líneas generales y su heterogénea temática lo hacen muy ameno. Contiene planteamientos y ángulos de visión muy interesantes, como es habitual en él, y su sed de vivir y escribir resulta muy gratificante. Y hasta en los lances donde más se pueda traslucir su vida acomodada y elitista, se las arregla de alguna manera para virar su mirada a lo malsano y problemático. Un puto glande este franchute.
En cuanto a Mr. Prismáticos, quizá también convenga ser un talibán de su obra y genio para gozar a fondo esta autobiografía, a mí ya me tiene irremediablemente ganado de antemano, aunque si hay que atizarle se le atiza, como yo he hecho con su cine en alguna ocasión últimamente, pero aquí la verdad es que pocos motivos para el disgusto me ha proporcionado; de hecho me ha vuelto a encandilar, por momentos casi como en cualquiera de sus mejores versiones. Resulta una experiencia impagable asistir, desde niño, a la descripción de su construcción como persona y artista, salpicada de anecdótas y fijaciones deliciosas. En ese sentido, el primer cuarto del libro es modélico, sobresaliente. En el tramo central aborda sus conflictos con Mia Farrow, y aunque el tono se oscurece, el relato pierde humor y uno siente a Mr. Prismáticos solemne y ponerse a la defensiva, resulta convincente su exposición, a mí al menos me lo parece (también a la justicia yanqui) y yo, aunque disfruto menos, sigo subido a la canasta. El repaso a su último tramo de filmografía es más superficial, menos esmerado tal vez, pero no se lo tuve demasiado en cuenta. En mi opinión, y pese a su declinante recorrido, un festín obligado para cualquier fanático de este impagable autor.
Una trilogía muy ecléctica de aldabonazos cierra mi top ten. Miguel Julandrón, con su notable El Mapa Y El Territorio, sigue confirmando y alimentando mi resarcimiento con este autor, tras una primera toma de contacto algo decepcionante con Las Partículas Elementales. Aquí vuelvo a encontrarle menos exhibicionista y provocativo, más sobrio y cenizo, en la línea de la desoladora Posibilidad De Una Isla, y volví a conectar. Su final, dicho sea de paso, es particularmente tenebroso y magnífico. Con Lovecraft, por su parte, me adentré en otra senda del desquite, y caminé firme. Superada la tentativa frustada de hace eones, cuando Poe sacudió mis cimientos vitales y Lovecraft, a continuación, se quedó muy lejos en la comparación, hasta el punto de que no tardé en capitular, esta colección de relatos es el primer pulgar arriba claro. No negaré que tiende a resultarme reiterativo en largas distancias, y que su querencia por lo fantástico a veces me abruma, pero aquí, en pequeñas dosis, y espaciando las acometidas, proporciona experiencias incómodas e inauditas, y el tipo no sólo está dotadísimo para la construcción de atmósferas y mundos; también escribe como los ángeles. Un relato en concreto, en realidad alejado del tono habitual de su autor, casi diría que más cercano a un Stevenson o un Wilde, me pareció particularmente hipnótico: La búsqueda de Iranon.
Y para cerrar, y por cortesía de nuestro querido Homer Simpson, que tuvo a bien prestármelo, Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, título magnífico para un absorbente e infravalorado zumo de noir. Sin contar revisiones, Une Manche Et La Belle me pareció seguramente la mejor película que vi el ano pasado, y además de provocarme una miniobsesión por Mylène Demongeot, perturbadora actriz cuya filmografía dragué sin encontrar nada ni que se le aproximara a este recital de morbo y negritud, me empujó a leer algo del autor de la novela que la inspira, y qué mejor que complacer a Homer y, sin duda, a mí mismo, porque el nivel de esta underground obra no me parece que diste mucho de los mejores títulos que yo haya leído de este género.
Y esto es todo.
Bueno, no.
Viva Mylène Demongeot.
Viva Hadley Chase.
Viva Homer.
Viva Motta.
Viva el oblomovismo.
Viva!!!!
2. El Filo De La Navaja, de William Somerset Maugham.
3. La Nieve Roja Y Otros Relatos, de Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky.
4. Oblómov, de Iván Aleksándrovich Goncharov.
5. Los hermanos Karamázov, de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.
6. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère.
7. A Propósito De Nada, de Woody Allen.
8. El Mapa Y El Territorio, de Michel Houellebecq.
9. Dagon Y Otros Cuentos Macabros, de H. P. Lovecraft.
10. Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, de James Hadley Chase.
El ano que respiramos por encima de nuestras posibilidades ha dejado un saldo bastante satisfactorio en lo tocante a la literatura. Y fue precisamente en sus postrimerías, cuando ya barruntaba un serio conflicto interior para elegir el número del uno del top ten, cuando Don Winslow y su espléndido El Poder Del Perro acudieron a mi rescate como una exhalación y sin el más mínimo rastro de clemencia ni de prisioneros. Contaba con muy buenas referencias ya desde su ano de publicación, intuía que esta novela me hablaría a mí, y desde luego las expectativas no sólo se han cumplido, sino que incluso han estado por debajo de la crudeza y la brillantez que he encontrado en esta siniestra historia sobre el narcotráfico y la vileza humana, dignas del David Simon más agudo e implacable. Admito que al principio me costó adaptarme a su prosa cortante y enfática, y que en ese sentido supera incluso al Lehane más embriagado de sí mismo, pero pronto la simbiosis con la crispación interior del relato es tan indiscutible, que cuesta imaginar otro tono expositivo. En fin, imagino que la mayoría de los que entráis aquí ya la habréis degustado (de alguno ya tengo constancia), así que en lugar de recomendarlo, me limitaré a secundar vuestra más que probable devoción.
La escasa diferencia entre mis cuatro o cinco puestos siguientes me complican el repato de medallas, pero concedo a Maugham el segundo puesto por El Filo De La Navaja, seguramente la lectura que más me ha magnetizado de todo el ano, que más influjo inmersivo ha causado en mí. Extraordinario narrador, y certero creador de personajes, el ídolo de José Luis Garci se las arregla para pergeñar una historia fantástica, plagada de emoción e idealismo en el mejor de los sentidos, con insuperable pulso de principio a fin, y aunque sus reflexiones espirituales se pueden antojar algo pueriles por momentos, la verdad es que me resultaron contagiosas. Literatura clásica, sólida y elegante en estado puro. Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky, por su parte, se desmarca de este aliento tradicional y, en La Nieve Roja, ofrece el mejor conjunto de relatos que yo haya leído probablemente desde el fascinante Nostalgia de Cartarescu. Adentrarse, mientras uno ejecuta sus páginas, en su delirante y kafkiana imaginería, en sus tramas surrealistas y enfermas, pero nunca desde la vacuidad, sino con las dosis justas de turbiedad y de fantasmagórica lucidez como para no dejar nunca de sentir amenaza y desasosiego, es una experiencia insólita. Ofrece alguno de los mejores títulos literarios que yo recuerde en este formato (Autobiografía De Un Cadáver, Los Dedos Fugitivos, El Codo Sin Morder...) Y, a modo de cierre, brinda uno de los relatos más deslumbrantes que yo he leído jamás: La Hulla Amarilla.
Sin salirme de la madre Rusia, y sin ninguna opción en ambos casos de poder competir en un concurso de microrrelatos, llegan a continuación las elefantiásicas Oblómov y Los Hermanos Karamázov. Desiguales por momentos, es inevitable, especialmente la segunda, pero con unas dosis de apasionamiento y arrebato que en estos tiempos desnatados la verdad es que se agradecen. Algo más flemático y sardónico, Iván Aleksándrovich Goncharov, más allá de la narración, que deja lances bastante hermosos y emotivos, se lleva el mérito de acuñar aquí, por mediación de su inolvidable protagonista, el oblomovismo, una maravillosa oda a la indolencia y el desarraigo. Un personaje fascinante y adictivo, sumamente inspirador, que no sale de su cama hasta la página 150. La verdad es que es escribir de él, recordar sus huevazos, su inacción, su procrastinación permanente y sus increpaciones a todo el mundo que osa perturbar su radar, y me dan casi ganas de auparle al uno. ¿Un Lebowski decimonónico? Pues es probable. Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, por su parte, urde una historia ebria de intensidad y exaltación, muy en su línea, y con personajes soberbia y profundamente construidos. Se siente anticuada y farragosa en diversos momentos, no lo negaré, y abusa seguramente del ingrediente religioso, pero acaba por todo lo alto. Es difícil, además, no dejarse arrastrar por la corriente de sufrimiento y angustia interior que atravesaban a Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, y que con tanta pericia proyectaba en sus escritos. Sin parecerme su cima literaria, diría que varios de los párrafos donde más se le siente torturarse y sangrar están aquí.
A continuación aparecen dos de mis autores vivos favoritos, con diferencia. Dos tipos que me han dado mucho, que cada paso que dan cuenta con mi interés, y que espero que no me abandonen en mucho tiempo. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère, y a diferencia de la anterior y errática Bravura, me parece una publicación casi imprescindible para cualquier fan de este gabacho masoquista. Tal vez haya que ser muy cafetero de Carrère, de acuerdo, pero yo lo he gozado bastante. En esta colección de artículos periodísticos, de hecho, pueden encontrarse el germen de algunas de sus mejores obras, como la superlativa e irrepetible El Adversario. Algunos quizá no brillen en demasía, pero el nivel es alto en líneas generales y su heterogénea temática lo hacen muy ameno. Contiene planteamientos y ángulos de visión muy interesantes, como es habitual en él, y su sed de vivir y escribir resulta muy gratificante. Y hasta en los lances donde más se pueda traslucir su vida acomodada y elitista, se las arregla de alguna manera para virar su mirada a lo malsano y problemático. Un puto glande este franchute.
En cuanto a Mr. Prismáticos, quizá también convenga ser un talibán de su obra y genio para gozar a fondo esta autobiografía, a mí ya me tiene irremediablemente ganado de antemano, aunque si hay que atizarle se le atiza, como yo he hecho con su cine en alguna ocasión últimamente, pero aquí la verdad es que pocos motivos para el disgusto me ha proporcionado; de hecho me ha vuelto a encandilar, por momentos casi como en cualquiera de sus mejores versiones. Resulta una experiencia impagable asistir, desde niño, a la descripción de su construcción como persona y artista, salpicada de anecdótas y fijaciones deliciosas. En ese sentido, el primer cuarto del libro es modélico, sobresaliente. En el tramo central aborda sus conflictos con Mia Farrow, y aunque el tono se oscurece, el relato pierde humor y uno siente a Mr. Prismáticos solemne y ponerse a la defensiva, resulta convincente su exposición, a mí al menos me lo parece (también a la justicia yanqui) y yo, aunque disfruto menos, sigo subido a la canasta. El repaso a su último tramo de filmografía es más superficial, menos esmerado tal vez, pero no se lo tuve demasiado en cuenta. En mi opinión, y pese a su declinante recorrido, un festín obligado para cualquier fanático de este impagable autor.
Una trilogía muy ecléctica de aldabonazos cierra mi top ten. Miguel Julandrón, con su notable El Mapa Y El Territorio, sigue confirmando y alimentando mi resarcimiento con este autor, tras una primera toma de contacto algo decepcionante con Las Partículas Elementales. Aquí vuelvo a encontrarle menos exhibicionista y provocativo, más sobrio y cenizo, en la línea de la desoladora Posibilidad De Una Isla, y volví a conectar. Su final, dicho sea de paso, es particularmente tenebroso y magnífico. Con Lovecraft, por su parte, me adentré en otra senda del desquite, y caminé firme. Superada la tentativa frustada de hace eones, cuando Poe sacudió mis cimientos vitales y Lovecraft, a continuación, se quedó muy lejos en la comparación, hasta el punto de que no tardé en capitular, esta colección de relatos es el primer pulgar arriba claro. No negaré que tiende a resultarme reiterativo en largas distancias, y que su querencia por lo fantástico a veces me abruma, pero aquí, en pequeñas dosis, y espaciando las acometidas, proporciona experiencias incómodas e inauditas, y el tipo no sólo está dotadísimo para la construcción de atmósferas y mundos; también escribe como los ángeles. Un relato en concreto, en realidad alejado del tono habitual de su autor, casi diría que más cercano a un Stevenson o un Wilde, me pareció particularmente hipnótico: La búsqueda de Iranon.
Y para cerrar, y por cortesía de nuestro querido Homer Simpson, que tuvo a bien prestármelo, Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, título magnífico para un absorbente e infravalorado zumo de noir. Sin contar revisiones, Une Manche Et La Belle me pareció seguramente la mejor película que vi el ano pasado, y además de provocarme una miniobsesión por Mylène Demongeot, perturbadora actriz cuya filmografía dragué sin encontrar nada ni que se le aproximara a este recital de morbo y negritud, me empujó a leer algo del autor de la novela que la inspira, y qué mejor que complacer a Homer y, sin duda, a mí mismo, porque el nivel de esta underground obra no me parece que diste mucho de los mejores títulos que yo haya leído de este género.
Y esto es todo.
Bueno, no.
Viva Mylène Demongeot.
Viva Hadley Chase.
Viva Homer.
Viva Motta.
Viva el oblomovismo.
Viva!!!!
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Aparte de algunos de esos libros de los que ya hablamos (intuía que acertaría de pleno con "El poder del perro" ) me congratula saber que te gustara tanto "El filo de la navaja" que de él no recuerdo haber hablado entonces. Impresionante novela, Maugham es una debilidad mía. Ya te recomendaré una novela breve suya, y es que lo breve si bueno, Do the robot de The Muffs.
atila- Mensajes : 30919
Fecha de inscripción : 20/07/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Barfly escribió:el repato
favorite 77- Mensajes : 12440
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Barfly escribió:1. El Poder Del Perro, de Don Winslow.
2. El Filo De La Navaja, de William Somerset Maugham.
3. La Nieve Roja Y Otros Relatos, de Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky.
4. Oblómov, de Iván Aleksándrovich Goncharov.
5. Los hermanos Karamázov, de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.
6. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère.
7. A Propósito De Nada, de Woody Allen.
8. El Mapa Y El Territorio, de Michel Houellebecq.
9. Dagon Y Otros Cuentos Macabros, de H. P. Lovecraft.
10. Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, de James Hadley Chase.
El ano que respiramos por encima de nuestras posibilidades ha dejado un saldo bastante satisfactorio en lo tocante a la literatura. Y fue precisamente en sus postrimerías, cuando ya barruntaba un serio conflicto interior para elegir el número del uno del top ten, cuando Don Winslow y su espléndido El Poder Del Perro acudieron a mi rescate como una exhalación y sin el más mínimo rastro de clemencia ni de prisioneros. Contaba con muy buenas referencias ya desde su ano de publicación, intuía que esta novela me hablaría a mí, y desde luego las expectativas no sólo se han cumplido, sino que incluso han estado por debajo de la crudeza y la brillantez que he encontrado en esta siniestra historia sobre el narcotráfico y la vileza humana, dignas del David Simon más agudo e implacable. Admito que al principio me costó adaptarme a su prosa cortante y enfática, y que en ese sentido supera incluso al Lehane más embriagado de sí mismo, pero pronto la simbiosis con la crispación interior del relato es tan indiscutible, que cuesta imaginar otro tono expositivo. En fin, imagino que la mayoría de los que entráis aquí ya la habréis degustado (de alguno ya tengo constancia), así que en lugar de recomendarlo, me limitaré a secundar vuestra más que probable devoción.
La escasa diferencia entre mis cuatro o cinco puestos siguientes me complican el repato de medallas, pero concedo a Maugham el segundo puesto por El Filo De La Navaja, seguramente la lectura que más me ha magnetizado de todo el ano, que más influjo inmersivo ha causado en mí. Extraordinario narrador, y certero creador de personajes, el ídolo de José Luis Garci se las arregla para pergeñar una historia fantástica, plagada de emoción e idealismo en el mejor de los sentidos, con insuperable pulso de principio a fin, y aunque sus reflexiones espirituales se pueden antojar algo pueriles por momentos, la verdad es que me resultaron contagiosas. Literatura clásica, sólida y elegante en estado puro. Sigizmund Dominikovich Krzhizhanovsky, por su parte, se desmarca de este aliento tradicional y, en La Nieve Roja, ofrece el mejor conjunto de relatos que yo haya leído probablemente desde el fascinante Nostalgia de Cartarescu. Adentrarse, mientras uno ejecuta sus páginas, en su delirante y kafkiana imaginería, en sus tramas surrealistas y enfermas, pero nunca desde la vacuidad, sino con las dosis justas de turbiedad y de fantasmagórica lucidez como para no dejar nunca de sentir amenaza y desasosiego, es una experiencia insólita. Ofrece alguno de los mejores títulos literarios que yo recuerde en este formato (Autobiografía De Un Cadáver, Los Dedos Fugitivos, El Codo Sin Morder...) Y, a modo de cierre, brinda uno de los relatos más deslumbrantes que yo he leído jamás: La Hulla Amarilla.
Sin salirme de la madre Rusia, y sin ninguna opción en ambos casos de poder competir en un concurso de microrrelatos, llegan a continuación las elefantiásicas Oblómov y Los Hermanos Karamázov. Desiguales por momentos, es inevitable, especialmente la segunda, pero con unas dosis de apasionamiento y arrebato que en estos tiempos desnatados la verdad es que se agradecen. Algo más flemático y sardónico, Iván Aleksándrovich Goncharov, más allá de la narración, que deja lances bastante hermosos y emotivos, se lleva el mérito de acuñar aquí, por mediación de su inolvidable protagonista, el oblomovismo, una maravillosa oda a la indolencia y el desarraigo. Un personaje fascinante y adictivo, sumamente inspirador, que no sale de su cama hasta la página 150. La verdad es que es escribir de él, recordar sus huevazos, su inacción, su procrastinación permanente y sus increpaciones a todo el mundo que osa perturbar su radar, y me dan casi ganas de auparle al uno. ¿Un Lebowski decimonónico? Pues es probable. Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, por su parte, urde una historia ebria de intensidad y exaltación, muy en su línea, y con personajes soberbia y profundamente construidos. Se siente anticuada y farragosa en diversos momentos, no lo negaré, y abusa seguramente del ingrediente religioso, pero acaba por todo lo alto. Es difícil, además, no dejarse arrastrar por la corriente de sufrimiento y angustia interior que atravesaban a Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, y que con tanta pericia proyectaba en sus escritos. Sin parecerme su cima literaria, diría que varios de los párrafos donde más se le siente torturarse y sangrar están aquí.
A continuación aparecen dos de mis autores vivos favoritos, con diferencia. Dos tipos que me han dado mucho, que cada paso que dan cuenta con mi interés, y que espero que no me abandonen en mucho tiempo. Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, de Emmanuel Carrère, y a diferencia de la anterior y errática Bravura, me parece una publicación casi imprescindible para cualquier fan de este gabacho masoquista. Tal vez haya que ser muy cafetero de Carrère, de acuerdo, pero yo lo he gozado bastante. En esta colección de artículos periodísticos, de hecho, pueden encontrarse el germen de algunas de sus mejores obras, como la superlativa e irrepetible El Adversario. Algunos quizá no brillen en demasía, pero el nivel es alto en líneas generales y su heterogénea temática lo hacen muy ameno. Contiene planteamientos y ángulos de visión muy interesantes, como es habitual en él, y su sed de vivir y escribir resulta muy gratificante. Y hasta en los lances donde más se pueda traslucir su vida acomodada y elitista, se las arregla de alguna manera para virar su mirada a lo malsano y problemático. Un puto glande este franchute.
En cuanto a Mr. Prismáticos, quizá también convenga ser un talibán de su obra y genio para gozar a fondo esta autobiografía, a mí ya me tiene irremediablemente ganado de antemano, aunque si hay que atizarle se le atiza, como yo he hecho con su cine en alguna ocasión últimamente, pero aquí la verdad es que pocos motivos para el disgusto me ha proporcionado; de hecho me ha vuelto a encandilar, por momentos casi como en cualquiera de sus mejores versiones. Resulta una experiencia impagable asistir, desde niño, a la descripción de su construcción como persona y artista, salpicada de anecdótas y fijaciones deliciosas. En ese sentido, el primer cuarto del libro es modélico, sobresaliente. En el tramo central aborda sus conflictos con Mia Farrow, y aunque el tono se oscurece, el relato pierde humor y uno siente a Mr. Prismáticos solemne y ponerse a la defensiva, resulta convincente su exposición, a mí al menos me lo parece (también a la justicia yanqui) y yo, aunque disfruto menos, sigo subido a la canasta. El repaso a su último tramo de filmografía es más superficial, menos esmerado tal vez, pero no se lo tuve demasiado en cuenta. En mi opinión, y pese a su declinante recorrido, un festín obligado para cualquier fanático de este impagable autor.
Una trilogía muy ecléctica de aldabonazos cierra mi top ten. Miguel Julandrón, con su notable El Mapa Y El Territorio, sigue confirmando y alimentando mi resarcimiento con este autor, tras una primera toma de contacto algo decepcionante con Las Partículas Elementales. Aquí vuelvo a encontrarle menos exhibicionista y provocativo, más sobrio y cenizo, en la línea de la desoladora Posibilidad De Una Isla, y volví a conectar. Su final, dicho sea de paso, es particularmente tenebroso y magnífico. Con Lovecraft, por su parte, me adentré en otra senda del desquite, y caminé firme. Superada la tentativa frustada de hace eones, cuando Poe sacudió mis cimientos vitales y Lovecraft, a continuación, se quedó muy lejos en la comparación, hasta el punto de que no tardé en capitular, esta colección de relatos es el primer pulgar arriba claro. No negaré que tiende a resultarme reiterativo en largas distancias, y que su querencia por lo fantástico a veces me abruma, pero aquí, en pequeñas dosis, y espaciando las acometidas, proporciona experiencias incómodas e inauditas, y el tipo no sólo está dotadísimo para la construcción de atmósferas y mundos; también escribe como los ángeles. Un relato en concreto, en realidad alejado del tono habitual de su autor, casi diría que más cercano a un Stevenson o un Wilde, me pareció particularmente hipnótico: La búsqueda de Iranon.
Y para cerrar, y por cortesía de nuestro querido Homer Simpson, que tuvo a bien prestármelo, Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, título magnífico para un absorbente e infravalorado zumo de noir. Sin contar revisiones, Une Manche Et La Belle me pareció seguramente la mejor película que vi el ano pasado, y además de provocarme una miniobsesión por Mylène Demongeot, perturbadora actriz cuya filmografía dragué sin encontrar nada ni que se le aproximara a este recital de morbo y negritud, me empujó a leer algo del autor de la novela que la inspira, y qué mejor que complacer a Homer y, sin duda, a mí mismo, porque el nivel de esta underground obra no me parece que diste mucho de los mejores títulos que yo haya leído de este género.
Y esto es todo.
Bueno, no.
Viva Mylène Demongeot.
Viva Hadley Chase.
Viva Homer.
Viva Motta.
Viva el oblomovismo.
Viva!!!!
Bravura de Carrere se supone que es su primer libro, aquí lo sacaron a raíz de su creciente popularidad. Literalmente no creo que sea comparable a sus obras posteriores.
De Hadkey Chase qué decir, un autor de novela negra muy infravalorado y mi para mí uno de los mejores.
Supongo que te habrás leído " Eva" para mí su obra cumbre
blackfoot- Mensajes : 32847
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Coño, curiosamente concido con barfly (y por lo que veo también atila) en el libro que más me ha llamado la atención este año que poco a poco consigo ir compatibilizando la paternidad con la lectura, también pongo ahí el poder del perro. Brutal y con un ritmo endiablado, lo acabé la semana pasada y tengo pendiente la segunda parte.
Godofredo- Mensajes : 145540
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Por cierto, apunto Oblómov
Por el argumento, apunta a caballo ganador
Por el argumento, apunta a caballo ganador
blackfoot- Mensajes : 32847
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Barfly, sobre esa novela infladísima por crítica y público que, pese a sus evidentes virtudes, a mí particularmente acabó por saturarme y que provocó que no probara a leer ningún libro de Don Winslow más desde entonces escribió:
En fin, imagino que la mayoría de los que entráis aquí ya la habréis degustado (de alguno ya tengo constancia), así que en lugar de recomendarlo, me limitaré a secundar vuestra más que probable devoción.
favorite 77- Mensajes : 12440
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Godofredo escribió:Coño, curiosamente concido con barfly (y por lo que veo también atila) en el libro que más me ha llamado la atención este año que poco a poco consigo ir compatibilizando la paternidad con la lectura, también pongo ahí el poder del perro. Brutal y con un ritmo endiablado, lo acabé la semana pasada y tengo pendiente la segunda parte.
Conmigo no.
Yo "El poder del perro" lo leí hace años.
Pero que ese año en que lo leí fue la mejor lectura, pues seguro.
atila- Mensajes : 30919
Fecha de inscripción : 20/07/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
atila escribió:y es que lo breve si bueno, Do the robot de The Muffs.
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
favorite 77 escribió:Barfly escribió:el repato
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
blackfoot escribió:Bravura de Carrere se supone que es su primer libro, aquí lo sacaron a raíz de su creciente popularidad. Literalmente no creo que sea comparable a sus obras posteriores.
De Hadkey Chase qué decir, un autor de novela negra muy infravalorado y mi para mí uno de los mejores.
Supongo que te habrás leído " Eva" para mí su obra cumbre
Efectivamente, blakfoot, Bravura es una obra primeriza, que como muchos sabréis no fue traducida al castellano hasta hace muy poco, de ahí que me refiriera a ella en mi oblomovesco texto como publicación, y de ahí también que se trate de un desliz muy relativo. En realidad, Conviene Tener Un Sitio Adonde Ir, como también sabrás, tampoco es rigurosamente una creación actual, ya que recopila textos desde hace varias décadas, pero la considero mucho más interesante para cualquier fan, y sin duda define mejor la mirada, la esencia y las inquietudes habituales de su autor.
Y en cuanto a Hadley Chase, sólo he leído Con Las Mujeres Nunca Se Sabe, pero dudo que me resista a volver a él en alguna de mis próximas y periódicas dosis de ébano y mujeres apocalípticas, así que tomo nota de tu recomendación.
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
Godofredo escribió:Coño, curiosamente concido con barfly (y por lo que veo también atila) en el libro que más me ha llamado la atención este año que poco a poco consigo ir compatibilizando la paternidad con la lectura, también pongo ahí el poder del perro. Brutal y con un ritmo endiablado, lo acabé la semana pasada y tengo pendiente la segunda parte.
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
blackfoot escribió:Por cierto, apunto Oblómov
Por el argumento, apunta a caballo ganador
Desde luego. Ya contarás. Es, anticipo, uno de esos casos en los que el argumento supera su desarrollo. Más que nada porque su punto de partida es de una grandeza inalcanzable. "No sale de la cama hasta la página 150". Si esta no es la mejor frase que ha pronunciado un ser humano en un topic de estas características, no duden en mandar una cartita a Popular 1, y avisarme.
Yo lo veo complicado. Y el mérito no es mío, porque no hay un gramo de ingenio ni de floritura en la expresión; simplemente reflejo una realidad.
En cualquier caso, no nos engañemos; es muy poco probable que esa frase o ninguna otra encuentren excesiva competencia a partir de ahora. Esto hiede a fin, a extinción. Prácticamente con esta intervención múltiple mía, este topic perfectamente podría morir.
Y moriría bien.
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
favorite 77 escribió:Barfly, sobre esa novela infladísima por crítica y público que, pese a sus evidentes virtudes, a mí particularmente acabó por saturarme y que provocó que no probara a leer ningún libro de Don Winslow más desde entonces escribió:
En fin, imagino que la mayoría de los que entráis aquí ya la habréis degustado (de alguno ya tengo constancia), así que en lugar de recomendarlo, me limitaré a secundar vuestra más que probable devoción.
Barfly- Mensajes : 14089
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
https://relatosenconstruccion.com/resenas/con-el-viento-solano/
Sin Duda, mi mejor lectura del año 2020
Ya quisieran muchos totems anglosajones que se veneran por aqui, tener el nervio y el pulso narrativo de el Vitoriano
Sin Duda, mi mejor lectura del año 2020
Ya quisieran muchos totems anglosajones que se veneran por aqui, tener el nervio y el pulso narrativo de el Vitoriano
blackfoot- Mensajes : 32847
Fecha de inscripción : 25/06/2008
Re: Mejores lecturas de 2020
¿Cómo van los rankings?
crancranc- Mensajes : 35505
Fecha de inscripción : 10/06/2010
Re: Mejores lecturas de 2020
Si hago caso de mi Goodreads, mi top de lecturas de 2021 iría tal que así:
- Sinfín, de Martín Caparrós.
- Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan.
- Nuestra parte de noche y Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez.
- Parentesco, de Octavia E. Butler.
- Canto jo i la muntanya balla, de Irene Solà.
- La balada del café triste, de Carson McCullers.
- Nemesis, de Philip Roth.
- El largo viaje a un planeta iracundo, de Becky Chambers.
- El poder del perro, de Don Winslow.
- Revancha, de Kiko Amat.
- Panza de burro, de Andrea Abreu.
- Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut.
- Ficciones, de Jorge Luis Borges.
- Al final siempre ganan los monstruos, de Juarma.
En el apartado musical, quiero destacar Under Covers: Historias en Cubiertas, del forero Le Marchand de Sable.
- Sinfín, de Martín Caparrós.
- Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan.
- Nuestra parte de noche y Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez.
- Parentesco, de Octavia E. Butler.
- Canto jo i la muntanya balla, de Irene Solà.
- La balada del café triste, de Carson McCullers.
- Nemesis, de Philip Roth.
- El largo viaje a un planeta iracundo, de Becky Chambers.
- El poder del perro, de Don Winslow.
- Revancha, de Kiko Amat.
- Panza de burro, de Andrea Abreu.
- Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut.
- Ficciones, de Jorge Luis Borges.
- Al final siempre ganan los monstruos, de Juarma.
En el apartado musical, quiero destacar Under Covers: Historias en Cubiertas, del forero Le Marchand de Sable.
crancranc- Mensajes : 35505
Fecha de inscripción : 10/06/2010
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