Las situaciones, conversaciones, frases... más estúpidas que has presenciado.

Sutter Cane escribió:Esta no va exactamente con el espíritu del topic, pero me acabo de acordar y es demasiado buena.



La sucesión de hechos significativos a lo largo de la existencia suelen oscurecer las autenticas obras de arte del surrealismo.
 
Viajando de Quintana de la Serena hacia Murcia paré en un bar de carretera. De esos de nacional antigua, cuyas losas contaban más del pasado que de un lánguido presente. La intención era comprar algo comestible para seguir camino . Cruzando la carretera miré alrededor, no había nada que supusiera alguna pista de civilización. Atravesé el umbral, vestido con un cortina de tiras de colores, para introducirme en una penumbra unicamente habitada por la decena de moscas más deseosas de llegar a fin de mes que me han revoloteado  jamás.
 
Mientras esperaba que saliera alguien noté que no había nada allí dentro que no fuera el cadáver de un bar.  Un grifo de cerveza seco,  cuatro vasos sucios en una desvencijada estantería y unas bolsas de patatas fritas, que hubiera jurado, estaban abiertas y algo roídas.  Ensimismado ante tal situación apareció un chaval joven y sonriente que hizo su pregunta.   Ante mi duda, expresó una suerte de justificaciones en pos de tal pasmosa situación que acabaron por convencerme. Lo tenía todo atrás, en su casa, porque iban a remodelar el bar. Por tan plausible posibilidad ejercí de cliente pidiendo el típico bocadillo de jamón serrano. Asintió y luego desapareció por esa minúscula y extraña puerta de almacén por la que había asomado la cabeza al principio, dejándome  solo con el silencio de las moscas.
 
Unos quince minutos después pensé... ¿a que no vuelve? Pero en ese instante apareció con un bocadillo envuelto en papel de plata. Insistió en cobrarme en pesetas, pero ya hacía un par de años que vivíamos la tiranía del euro. Así que, a regañadientes confió en mi pericia matemática y le endiñé tres euros que nunca supo calibrar. Monté en el coche y dejé el bocadillo en el asiento del copiloto. Unos doscientos kilómetros más allá del extraño bar decidí que era hora de comer. Así que paré en un gran jardín en Ciudad Real . Bajé del coche, me senté en un banco y me dispuse a abrir el bocadillo.

En ese momento pensé que no había comprobado que estuviera todo en regla. Con las prisas y la voluntad aplicada a los modales del viajero uno ha de tener suficiente. Desgajé el papel de plata, encontrando un trozo de pan macilento, más duro que el cemento... abrí aquello como pude... y encontré donde debía estar el jamón serrano un destornillador oxidado.  

Me pareció tan jodidamente brillante que casi me caen las lágrimas de orgullo por el puto Lazarillo de Tormes de los cojones.

butanero escribió:Primeras semanas de repartidor de butano, zona de reparto pueblo pequeño, callejuelas y tal, una sin salida. Reculo el camión al final y me llevo parte del tendido eléctrico, sale una vecina: "Chico no padezcas, tengo un hijo electricista",  genial gracias. Dos semanas después, la misma calle y maniobra, le meto un viaje a la fachada de esa misma vecina, le hago una brecha. Me vuelve a salir: "Chico tranquilo, tengo otro hijo albañil"

butanero escribió:

Sutter Cane escribió:Esta no va exactamente con el espíritu del topic, pero me acabo de acordar y es demasiado buena.



La sucesión de hechos significativos a lo largo de la existencia suelen oscurecer las autenticas obras de arte del surrealismo.
 
Viajando de Quintana de la Serena hacia Murcia paré en un bar de carretera. De esos de nacional antigua, cuyas losas contaban más del pasado que de un lánguido presente. La intención era comprar algo comestible para seguir camino . Cruzando la carretera miré alrededor, no había nada que supusiera alguna pista de civilización. Atravesé el umbral, vestido con un cortina de tiras de colores, para introducirme en una penumbra unicamente habitada por la decena de moscas más deseosas de llegar a fin de mes que me han revoloteado  jamás.
 
Mientras esperaba que saliera alguien noté que no había nada allí dentro que no fuera el cadáver de un bar.  Un grifo de cerveza seco,  cuatro vasos sucios en una desvencijada estantería y unas bolsas de patatas fritas, que hubiera jurado, estaban abiertas y algo roídas.  Ensimismado ante tal situación apareció un chaval joven y sonriente que hizo su pregunta.   Ante mi duda, expresó una suerte de justificaciones en pos de tal pasmosa situación que acabaron por convencerme. Lo tenía todo atrás, en su casa, porque iban a remodelar el bar. Por tan plausible posibilidad ejercí de cliente pidiendo el típico bocadillo de jamón serrano. Asintió y luego desapareció por esa minúscula y extraña puerta de almacén por la que había asomado la cabeza al principio, dejándome  solo con el silencio de las moscas.
 
Unos quince minutos después pensé... ¿a que no vuelve? Pero en ese instante apareció con un bocadillo envuelto en papel de plata. Insistió en cobrarme en pesetas, pero ya hacía un par de años que vivíamos la tiranía del euro. Así que, a regañadientes confió en mi pericia matemática y le endiñé tres euros que nunca supo calibrar. Monté en el coche y dejé el bocadillo en el asiento del copiloto. Unos doscientos kilómetros más allá del extraño bar decidí que era hora de comer. Así que paré en un gran jardín en Ciudad Real . Bajé del coche, me senté en un banco y me dispuse a abrir el bocadillo.

En ese momento pensé que no había comprobado que estuviera todo en regla. Con las prisas y la voluntad aplicada a los modales del viajero uno ha de tener suficiente. Desgajé el papel de plata, encontrando un trozo de pan macilento, más duro que el cemento... abrí aquello como pude... y encontré donde debía estar el jamón serrano un destornillador oxidado.  

Me pareció tan jodidamente brillante que casi me caen las lágrimas de orgullo por el puto Lazarillo de Tormes de los cojones.

Hostia

butanero escribió:Primeras semanas de repartidor de butano, zona de reparto pueblo pequeño, callejuelas y tal, una sin salida. Reculo el camión al final y me llevo parte del tendido eléctrico, sale una vecina: "Chico no padezcas, tengo un hijo electricista",  genial gracias. Dos semanas después, la misma calle y maniobra, le meto un viaje a la fachada de esa misma vecina, le hago una brecha. Me vuelve a salir: "Chico tranquilo, tengo otro hijo albañil"

Stoneheart escribió:Hace unos años vivía en un piso antiguo y cutre que se enfriaba mucho en invierno, y le dije a mi madre, hablando por teléfono, que iba a comprar un radiador. Me respondió que no lo hiciera, que en casa había visto uno que llevaba guardado desde hacía tiempo. Qué bien, voy a ver si funciona y me ahorro un dinero.

Era el monitor de un Mac.

Stoneheart escribió:Hace unos años vivía en un piso antiguo y cutre que se enfriaba mucho en invierno, y le dije a mi madre, hablando por teléfono, que iba a comprar un radiador. Me respondió que no lo hiciera, que en casa había visto uno que llevaba guardado desde hacía tiempo. Qué bien, voy a ver si funciona y me ahorro un dinero.

Era el monitor de un Mac.

Stoneheart escribió:Hace unos años vivía en un piso antiguo y cutre que se enfriaba mucho en invierno, y le dije a mi madre, hablando por teléfono, que iba a comprar un radiador. Me respondió que no lo hiciera, que en casa había visto uno que llevaba guardado desde hacía tiempo. Qué bien, voy a ver si funciona y me ahorro un dinero.

Era el monitor de un Mac.

Sutter Cane escribió:Esta no va exactamente con el espíritu del topic, pero me acabo de acordar y es demasiado buena.



La sucesión de hechos significativos a lo largo de la existencia suelen oscurecer las autenticas obras de arte del surrealismo.
 
Viajando de Quintana de la Serena hacia Murcia paré en un bar de carretera. De esos de nacional antigua, cuyas losas contaban más del pasado que de un lánguido presente. La intención era comprar algo comestible para seguir camino . Cruzando la carretera miré alrededor, no había nada que supusiera alguna pista de civilización. Atravesé el umbral, vestido con un cortina de tiras de colores, para introducirme en una penumbra unicamente habitada por la decena de moscas más deseosas de llegar a fin de mes que me han revoloteado  jamás.
 
Mientras esperaba que saliera alguien noté que no había nada allí dentro que no fuera el cadáver de un bar.  Un grifo de cerveza seco,  cuatro vasos sucios en una desvencijada estantería y unas bolsas de patatas fritas, que hubiera jurado, estaban abiertas y algo roídas.  Ensimismado ante tal situación apareció un chaval joven y sonriente que hizo su pregunta.   Ante mi duda, expresó una suerte de justificaciones en pos de tal pasmosa situación que acabaron por convencerme. Lo tenía todo atrás, en su casa, porque iban a remodelar el bar. Por tan plausible posibilidad ejercí de cliente pidiendo el típico bocadillo de jamón serrano. Asintió y luego desapareció por esa minúscula y extraña puerta de almacén por la que había asomado la cabeza al principio, dejándome  solo con el silencio de las moscas.
 
Unos quince minutos después pensé... ¿a que no vuelve? Pero en ese instante apareció con un bocadillo envuelto en papel de plata. Insistió en cobrarme en pesetas, pero ya hacía un par de años que vivíamos la tiranía del euro. Así que, a regañadientes confió en mi pericia matemática y le endiñé tres euros que nunca supo calibrar. Monté en el coche y dejé el bocadillo en el asiento del copiloto. Unos doscientos kilómetros más allá del extraño bar decidí que era hora de comer. Así que paré en un gran jardín en Ciudad Real . Bajé del coche, me senté en un banco y me dispuse a abrir el bocadillo.

En ese momento pensé que no había comprobado que estuviera todo en regla. Con las prisas y la voluntad aplicada a los modales del viajero uno ha de tener suficiente. Desgajé el papel de plata, encontrando un trozo de pan macilento, más duro que el cemento... abrí aquello como pude... y encontré donde debía estar el jamón serrano un destornillador oxidado.  

Me pareció tan jodidamente brillante que casi me caen las lágrimas de orgullo por el puto Lazarillo de Tormes de los cojones.

Inútil escribió:Hace un año o así. Llegaba a mi coche y un abuelo, que estaba al lado, me hace un gesto con la mano diciéndome que tengo la mascarilla puesta al revés.

"¿Otra vez?", pienso. Pero ya estoy entrando al coche. Ya dentro, me quito la mascarilla y el abuelo sigue insistiendo. Ya empiezo a murmurar "que sí, pesao", y le hago gestos con el pulgar hacia arriba para que se entere de que ya lo he pillado. La gente es muy entrometida. ¿Qué quiere que haga? ¿Me fustigo?

Arranco ya el coche y el hombre sigue obsesionado con la puta mascarilla... ¡que ya no llevo puesta! Se le ve tranquilo, pero insistente.

Tendrá algún tipo de toc, o algo.

Finalmente le pierdo de vista. Al poco tiempo varios coches empiezan a pitarme.... He montado un cristo tremendo, al haber aparcado al revés y haber salido en dirección contraria.

Inútil escribió:Hace un año o así. Llegaba a mi coche y un abuelo, que estaba al lado, me hace un gesto con la mano diciéndome que tengo la mascarilla puesta al revés.

"¿Otra vez?", pienso. Pero ya estoy entrando al coche. Ya dentro, me quito la mascarilla y el abuelo sigue insistiendo. Ya empiezo a murmurar "que sí, pesao", y le hago gestos con el pulgar hacia arriba para que se entere de que ya lo he pillado. La gente es muy entrometida. ¿Qué quiere que haga? ¿Me fustigo?

Arranco ya el coche y el hombre sigue obsesionado con la puta mascarilla... ¡que ya no llevo puesta! Se le ve tranquilo, pero insistente.

Tendrá algún tipo de toc, o algo.

Finalmente le pierdo de vista. Al poco tiempo varios coches empiezan a pitarme.... He montado un cristo tremendo, al haber aparcado al revés y haber salido en dirección contraria.

Pericuete escribió:En el vestuario del gimnasio me tuve que aguantar la risa ante un diálogo de este tipo entre gente muy mazada que podría destruirme sin mayor esfuerzo:

- ¿Qué tal lo llevas pavo?
- Buah chaval, muy mal pavo. Estoy mazo de agobiado con lo de la competición, lo de bajar el peso y la ostia y estoy muy agobiado...
- Bueno tío, no sé, vas de puta madre, ¿no?
-Es que ayer me rallé mucho y me puse a comer brócoli a saco, me pegué un atracón de la ostia y al final me metí 1 kilo de brócoli y engordé  2 kilos pavo.

Y yo callado como una puta. Temiendo por mi vida, pero sin dejar de pensar en que si comes un kilo de algo, pongamos que de hierro puro, en ningún caso engordarías 2 kilos. Como mucho engordarías 1 kilo.

Apocalypse Dude escribió:Para engordar dos kilos comiendo brocoli yo entiendo que te tienes que comer también el camión que lo trae, no sé, salvo que eches dos litros de aceite o algo así.

Ahora, la peña esta ciclada habla su propio idioma y maneja sus propios conceptos...

millino escribió:

Cerpin Taxt escribió:

Sutter Cane escribió:Una vez, cuando era pequeño, quise saber que pasaba si metías un alambre en el enchufe de la luz.  Estoy vivo de milagro.

yo tengo muchas de esas de pequeño
¿que pasaría si tocas la plancha en caliente?
¿que pasaría si metes la mano en la puerta cuando se va a cerrar?
¿que pasaría si le das fuego a...?

Sutter Cane escribió:Una vez abrí el buzón de correo antes de subir a mi casa, y había un cuchillo dentro. Mientras subía en el ascensor iba pensando si sería un mensaje para que matara a alguien o de alguien que quería matarme. Abro la puerta y me dice mi madre... dame el cuchillo, que se me ha caído al patio de luces y lo ha dejado la vecina de abajo en nuestro buzón.

tacitus escribió:Una vez hace bastantes años fui a un restaurante chino con un amigo

Entramos y djimos

¿tiene mesa para dos?

Dice ¿fumador o no fumador?

No fumador

No tengo

¿Y fumador?

Tampoco

Nos cogió un ataque de risa ahí mismo. Al Sr chino también

Johnny Kashmir escribió:Cuando fui agente inmobiliario alquilé el piso de una señora que era un verdadero tormento. La mujer no solo era de la cofradía del puño cerrado: podía perfectamente ser su máximo representante. Tenía un piso de verdadera mierda que al final me reservó el mejor de los perfiles: un cartaginés que trabajaba para la Marina y se mudaba con su mujer e hijos por ser destinado a Madrid.

Las negociaciones fueron un tormento, porque la señora pedía un precio que no era ni real. Daban ganas de pegarse cabezazos en la cabeza hablando con ella. Le vendí las claras bondades del perfil del inquilino: su puesto, su profesión, sus ingresos... Le llegué a decir que realmente lo iban a ocupar la mujer y los hijos ya que él seguramente tendría que hacer viajes determinados en barco. Y ahí la señora, con todo su papo, con sus dos tremendísimos ovarios, me suelta de repente:

-Pero.... ¿¿¿ Y se se le hunde el barco???

No pude evitarlo, tuve el ataque de risa más grande que he tenido en mi vida

Pericuete escribió:En el vestuario del gimnasio me tuve que aguantar la risa ante un diálogo de este tipo entre gente muy mazada que podría destruirme sin mayor esfuerzo:

- ¿Qué tal lo llevas pavo?
- Buah chaval, muy mal pavo. Estoy mazo de agobiado con lo de la competición, lo de bajar el peso y la ostia y estoy muy agobiado...
- Bueno tío, no sé, vas de puta madre, ¿no?
-Es que ayer me rallé mucho y me puse a comer brócoli a saco, me pegué un atracón de la ostia y al final me metí 1 kilo de brócoli y engordé  2 kilos pavo.

Y yo callado como una puta. Temiendo por mi vida, pero sin dejar de pensar en que si comes un kilo de algo, pongamos que de hierro puro, en ningún caso engordarías 2 kilos. Como mucho engordarías 1 kilo.

Cerpin Taxt escribió:

Sutter Cane escribió:Una vez, cuando era pequeño, quise saber que pasaba si metías un alambre en el enchufe de la luz.  Estoy vivo de milagro.

yo tengo muchas de esas de pequeño
¿que pasaría si tocas la plancha en caliente?
¿que pasaría si metes la mano en la puerta cuando se va a cerrar?
¿que pasaría si le das fuego a...?

Sutter Cane escribió:Una vez abrí el buzón de correo antes de subir a mi casa, y había un cuchillo dentro. Mientras subía en el ascensor iba pensando si sería un mensaje para que matara a alguien o de alguien que quería matarme. Abro la puerta y me dice mi madre... dame el cuchillo, que se me ha caído al patio de luces y lo ha dejado la vecina de abajo en nuestro buzón.