RONDA 8.15 DEL ENCANTADOR CONCURSO DE MICRORRELATOS

Hank escribió:Pero que puto grande

Tonick Urtis escribió:La encantadora de abejas

Tomó posición frente a la Casa Blanca. El presidente estaba recluido, no había forma de hacerlo salir. Tras las nuevas leyes autoritarias, agencias secretas intentaban atentar contra él. La seguridad era impenetrable, aquella era su última opción.
La mujer avanzó unos pasos en la noche con la caja en las manos. Tras la verja, la puso en el suelo. Los agentes esperaron expectantes. Empezaron a salir decenas de abejas. Cruzaron el patio a toda velocidad, sobrevolando a los guardias armados sin advertir nada.
Entraron por rendijas hasta el Despacho Oval. El presidente estaba solo, lo atacaron sin piedad. Entre gritos, corrió y se tiró por la ventana, rompiendo el cristal. Desde el exterior todos le vieron adoptar la forma de un lagarto gigante mientras caía, adhiriéndose a la pared con sus cuatro patas antes de caer. Descendió a toda velocidad, desapareciendo en un agujero bajo tierra, cerró la mano y una nube de insectos devoró a Malignus. Con la otra apuntó a Yelmo Negro y el enjambre se introdujo entre los intersticios de su armadura. Bajo la tecnología habitaba un hombre, alertaban los gritos de dolor.

Dejando un rastro de orín, Rayo Láser intentó huir a supervelocidad, en su carrera tragándose cientos de himenópteros que obturaron su garganta. ¿Cómo había tardado tanto? Relegada a un segundo plano, la testosterona siempre había gobernado la Alianza del Mal. ¿Y todo para qué? ¡Para ser derrotados una y otra vez por la Patrulla Justiciera! ¡Panda de perdedores emasculados! Como el pífano del cuento, Encantadora silbó y sus amigas acudieron a la llamada. Se llevaría a todas consigo, así de sencillo destruiría el mundo. Si Einstein tenía razón, a la humanidad le quedaban cuatro años de existencia. Sin polinización, sin abejas nómadas, nadie sobreviviría.

Quizás Megaman, la famosa marca de condones con sabor a jalea real, vio retirada su publicidad del fondo norte. Asimismo no se podía beber cerveza en el estadio. ¿Y Heineken? No era cerveza, pero tampoco. Las palabras malsonantes estaban prohibidas junto con las blasfemias. «¡Hostia, mecagondios, La’eeb parece una toallita para limpiarse la polla!», exclamó un aficionado inglés que fue rápidamente reprimido por las autoridades locales.

Para ser árabes repartían hostias con el gracejo de un mitrado. A todo esto, retrepado en su asiento, emboscado tras unas gafas de sol y una ghutra, un insospechado invitado contemplaba la escena. Se trataba de José María Gutiérrez Hernández, “Guti”, que había burlado los controles de seguridad bajo el thoub de Juan Carlos Ablanedo. ¡Le quedaba bien!, ponderaba Guti, incapaz de aguantar una erección espontánea, que era odiada en su pueblo. Nadie podía competir con la cantidad y calidad de su miel. Y corría el interesado rumor de que, cual flautista de Hamelín, se llevaría todas las abejas a sus tierras. Entonces empezaron las amenazas de muerte, los “vete lejos del pueblo y no vuelvas”.

Un día, aprovechando las fiestas patronales, la encantadora apareció en la plaza, y allí se desnudó. Muy pronto, el cielo se cubrió de una nube de abejas que, como un solo animal, se abalanzó sobre ella. Cuando se fueron, el cuerpo de la encantadora era ya una masa informe sobre el pavimento, donde lo dejaron los vecinos, a la intemperie, confiando en que los animales de la noche dieran buena cuenta de él. A la mañana siguiente, no vieron restos de la encantadora, pero sí, aterrorizados, una gigantesca abeja reina que daba vueltas alrededor del campanario, cada vez estaba más desilusionada viendo que la miel escaseaba paulatinamente.

Todos los días se enfundaba en el traje de apicultora y entraba en los campos de panales que había creado para ir recolectándola y todos los días volvía con una cantidad menor que las estipuladas por sus patrones de cuentas. Su aura cada vez era más potente, lo que hacía que las abejas no se acercaran.

Un día probó a entrar sin el traje y la distancia que guardaban las abejas con respecto a ella era aún mayor. Ese mismo día, la cantidad de miel recogida fue nefasta, entonces comprendió que tendría que dejar marchar al oso que tenía en casa para el que recolectaba la miel, pues su aura era la culpable de la disminución dado que la absorbía para ser la nueva reina, comercializaba sus productos bajo la mascara de una humilde apicultora. Aunque traía selecto propóleo y excelentes pólenes y ceras, su verdadera especialidad eran las mieles; nadie ofrecía unas tan deliciosas y ricas en matices.

Cada noche, despertaba a sus pequeños himenópteros, que iniciaban un crepuscular vuelo hacia pueblos aledaños atraídos por sus ciudadanos durmientes, de los que delicadamente libaban. Así, lujuriosos sueños producían mieles acarameladas con dejes picantes, mientras una maléfica pesadilla descubría una extraña miel agridulce con resabios ahumados. Cualquiera que se desayunó con ellas, experimentó algo singular. Uno se descubrió enamorado de una compañera de colegio que le había pasado inadvertida; otra cayó alicaída, sin conseguir adivinar motivos para su pesadumbre; incluso hubo quien sintió un odio irrefrenable hacia su vecino de lindero, cuyos sesos desparramaría por la tierra esa misma tarde. Sin embargo, todos se preguntaban por qué jamás conseguían recordar sus sueños.

Apareció muerta en un claro del bosque. Su aspecto, cara, cuello y extremidades hinchadas y repletas de marcas de picaduras, mostraba bien a las claras la causa más probable de su muerte.
Había defendido activamente que ninguna actividad humana perturbara la vida de las colmenas que poblaban esa zona del bosque. Luchó contra todo aquello que amenazara la supervivencia de tanto zángano, aunque por lo visto, se olvidó de comunicar sus hazañas y desvelos a las reinas de las colmenas. Ella era una humana más y así la trataron.
Que conste que la muchacha era incapaz de encantar a esos bichos. La llamaban así como la podrían haber llamado la abejera o la niña de la miel.
Por fin construirán el parque temático en el pueblo. Ya compraremos la miel en el súper, y comenzó su leyenda heredando un cortijo en Cáceres. Amante de plantas y flores, Julia, decidió convertir aquel secarral en un vergel.

Trajo bulbos y esquejes exóticos de India, Perú, China, Burundi...

A base de años, cuidados y canciones, transformó el terruño en un vasto y colorido jardín, tan espectacular, que dolía mirarlo.
Las abejas acudían a millares a disfrutar de tamaño festín, y los cánticos milagrosos ejercían en ellas el mismo influjo que en las flores.

Viendo negocio en aquel frenesí de zumbidos, libaciones y polinización, Julia, decidió hacerse apicultora.

El resultado de tanta locura productiva fue una miel color chocolate que provocaba al tomarla una extraña alteración de los sentidos. Abejas convertidas en mariposas psicodélicas, estruendosos zumbidos en adictivos sonidos...

Corrió la voz de que una encantadora de abejas fabricaba una miel "especial" y había largas colas para adquirirla.

Hoy, Julia cumple condena por tráfico de estupefacientes y se encontró con el profesor Hennessy. Sus colegas desaprobarían ese intercambio de ideas, pero le obsesionaba la danza de las abejas y, ¿acaso no respetaba él la cromoterapia, el reiki y todas esas gilipolleces? Además, estaba jamonísima, todo hay que decirlo.

Al momento, estaban observando un panal.

—Esas giran en sentido antihorario, vibrando, calculo, a 300 hertzios. Marcando la posición de la mejorana de reciente floración que vimos antes —señaló el científico.
—¿Las dos de la mazurca? Unas clásicas, como las del vals de al lado. Sin embargo esa...
—¿La que se mueve en ochos? ¿Qué está indicando?
—Se pasó libando, menuda trompa tiene. Y es reguetonera, la conozco bien. Mire cómo menea el aguijón.
—Y se acerca a otra... parece que entran en conexión feromonal.
—Sí, se la quiere zumbar.
—Pero… ¡Entre dos obreras!
—Es usted muy anticuado, corazón. Tendré que enseñarle tantas cosas… Así la llamaban sus compañeras de clase por el modo en que todos los chicos revoloteaban a su alrededor. Olivia sabía que la llamaban así, y en realidad no le molestaba, aunque hubiera preferido un mote hecho por los chicos y que no fuese fruto de la envidia. Además, los muchachos de la clase siempre fueron mejores que ellas poniendo motes, los hombres en general lo son, maestros de lo cruel y lo grotesco. Sin embargo, un mote como "La encantadora de abejas" no mostraba crueldad alguna, sino que retrataba a las resentidas que habían inventado el apodo y a las abejas que pretendían.

Olivia sólo quería pasar más tiempo con unos chavales que la hacían reír, no buscaba agasajo alguno, pero estaba claro que eso molestaba a la pandilla de cotorras que matarían con tal de tener la mitad de su libertad. Era también filóloga, mitómana y preparaba unas croquetas de yuca que estaban de rechupete. Mojaba los dedos de los pies en salsa de chile verde mientras miraba por la ventana aguardando los cientos de aviones que aterrizaban frente a su casa todas las madrugadas a las dos. Su existencia se antojaba perfecta, sin embargo nunca había conocido el AMOR. Ese aguijonazo de incontrolable fulgor. Nunca había sentido el estremecimiento del fin del mundo entre sus piernas. Ni capaz había sido de imaginar a qué debía saber el beso de un desconocido. Todas las semanas se tatuaba una abeja multicolor en una parte diferente de su cuerpo. La mujer puzzle la llamaban. Y ella decía siempre que estaba incompleta. Un día, su tatuador, le preguntó:

- ¿Por qué?
- … me doy tiempo… si cuando lleve el cuerpo totalmente tatuado no he encontrado el AMOR, me suicidaré…

Como llamábamos a la Doctora Marisa Bidiya, ocupaba el mejor laboratorio. Todos los almuerzos nos narraba, con ojos chispeantes, los logros de sus abejitas y sus evidentes signos de comprensión a órdenes cada vez más complejas. La verdad es que era bastante peñazo, porque no hablaba de otra cosa, y claro, yo qué iba a contar de mis medusas, que ni obedecían, ni hacían más que flotar ingrávidas, segregando sustancias, y ya. Una mañana interrumpió mi experimento sobre transmisión filtrada de luz negra. Había conseguido que escribieran con su danza, decía.

Subí. Incrédula, observé cómo se deslizaron zumbonas y precisas, por la pantalla táctil, y en el monitor de la sala de invitados aparecían las letras.  L-I-B-E-R-A-N-O-S  D-E  E-S-T-A  Z-O-R-R-A  E-X-P-L-O-T-A-D-O-R-A, alcancé a leer, antes de que Marisa se abalanzara a espantarlas, y el enjambre furioso adoptara forma de mazo y le arreara en la cabeza y había perdido una de sus zapatillas de estar por casa.
No la veía ni encontraba desde hacía dos días.

¿Cómo se puede perder una zapatilla en un piso de treinta metros?
Seguramente la tiró al contenedor de ropa usada. Iría enredada con otras prendas.
Era vieja, como todo lo suyo, pero no quiere tirar la otra hasta asumir la pérdida.
Sus zapatillas eran una plataforma de seguridad, el abrazo en su yo más sensible.
Eran lecho, calor y miel porque estaban desgastadas y hechas a su particular forma de atravesar la vida.
Cualesquiera zapatillas nuevas no sirven. Deben aceptarla, quererla y asumir con resignación su andar disléxico.

Y así, la encantadora de abejas espera la respuesta de algún tejido floral que anhele el reto de aguardar bajo su cama las sacudidas impetuosas e inesperadas que las hagan únicas, se presenta con un maletín lleno de Beegital34, el modelo más ligero, testado incluso en flores de jardín. En el maletín, equidistantes entre espuma gris, doscientas pequeñas autómatas que van a solucionar por un precio imposible las dificultades de polinización de miles de hectáreas. No liban, no pierden tiempo en néctares absurdos. No se distraen. Y no cuentan con la inteligencia de las plantas, que se han transformado, ellas sí, en una sofisticada mente de colmena y no aceptan imposturas.

Se repliegan, esconden sus órganos bajo pétalos y hojas. Morirán si hace falta sin reproducirse. La encantadora de abejas, asume que el momento ha llegado. Cierra los ojos, suspira y tras una largo silbido, del vehículo en el que ha venido brotan cientos de abejas auténticas, una buena fracción de las pocas que quedan en el mundo.

Divertíos. Id con mucho cuidado; siempre fue la seta que más me gustó, cocinarla a puchero con verduras y patatas que apenas le aportaran mucho sabor era todo un arte.
El bosque en otoño te lleva a dar largos paseos buscando setas y pensando en tus cosas, ese día debía estar un  poco distraído y confundí la encantadora de abejas con el diablo de ovejas, que es laminada por debajo del cono y algo más ancha de tallo, el resultado ha sido que me he quedado sin el gato y que he tenido que tirar el resto del perolo.
Era un buen gato y un buen perolo y nos visitaba cada mes. Trabajaba una hora encerrada en la habitación-panal y se despedía fríamente.
Papá me había explicado la importancia de las personas como ella, imprescindibles desde que el Gobierno Central Mundial estableció el “patrón-abeja” como medida desesperada ante la catástrofe. Al parecer estuvieron a punto de extinguirse. Me contó que antes se usaban otras cosas, como el oro, pero no entendía quién querría tener piedras.

La habitación-panal guardaba la economía familiar. La encantadora las adiestraba para sobrevivir evitando peligros, ajustaba la población y enviaba el recuento al Apirregistro Internacional, para validar las transacciones electrónicas acumuladas.

Pero algo no me cuadraba.

—Señora —ignorábamos su nombre—, últimamente las veo demasiado grandes.

—Tranquilo, así serán fuertes y no se os morirán —dijo sonriendo por primera vez.

Desde entonces no consigo dormir recordando aquella especie de colmillos articulados que le asomaron por la comisura de los labios a Sor Dulce, era la encargada del jardín y los invernaderos, y también era la monja más risueña del convento, y eso que trabajaba mucho. Antes de la hora sexta ya estaban recolectados y apiñados en irisados ramilletes los lirios, camelias, crisantemos o peonías, según la época del año. Sor Dulce siempre se reservaba, con permiso de la superiora, un bouquet para alegrar su celda. Escogía siempre las flores más fragantes, las de estambres bien salientes y sonrojados de polen.

Después de la hora nona abría la ventana, se desnudaba y se tendia en su catre. Quitaba uno a uno los estambres y los posaba en la tierna carnosidad de sus labios rosados y el botoncito anhelante de su clítoris. El enjambre se posaba como una manta de lascivia vibrante, y sus cientos de minúsculas lenguas anticipaban la miel de Dulce.

La encantadora de abejas y el encantador de serpientes se fueron encantados a Béjar, encantados de ser penitentes.

Schuldiner escribió:Yo solo sé que mandé mi primer relato por curiosidad. Del resto de lo que habláis no entiendo nada

Schuldiner escribió:Yo solo sé que mandé mi primer relato por curiosidad. Del resto de lo que habláis no entiendo nada

Hank escribió:Tonick, una pregunta: ¿Segundo relato misma frase?

Schuldiner escribió:Yo solo sé que mandé mi primer relato por curiosidad. Del resto de lo que habláis no entiendo nada

m señor escribió:Toro...en la general el relato que menos puntos sume....y clasificación gladiador....

No entiendo por qué cojones me haces perder el tiempo ayer votando si no hay ganador y no va a haber frase....
Entiendo que quieres atención...nos ha quedado claro a lo largo de la ronda....y te hemos seguido el juego....pero ya.
Tu momento paso....volverá...escribes bien y volverás a ganar con los votos de los colegas.....pero ya.
m

Eduardo Montenegro escribió:

Schuldiner escribió:Yo solo sé que mandé mi primer relato por curiosidad. Del resto de lo que habláis no entiendo nada

Bienvenido!!

Quédate, en unas semanas lo entenderás todo, somos complejos pero sin complejos, y luego ya no podrás irte, que también somos adictivos. Y adictos a cosas, pero eso es otro tema.

Lo pasarás muy bien por aquí, te lo aseguro.

Tonick Urtis escribió:m, tranquilo, que esa captura de pantalla la ha preparado Toro.

mugu escribió:Pues yo...


me voy a sacar la chorra

Spoiler:

Troy Mc Clure escribió:muy chulo Tonick

por cierto que quería hacer una aclaración sobre my fdr

soy de los que cree que los micros, en cuanto son publicados, ya no pertenecen al autor sino a esos maravillosos lectores que sois vosotros, así que la interpretación de cada uno, bien interpretada está.
en cualquier caso, quería puntualizar que para mí el papo es el de la cara. el otro significado me suena un poco a disco de bad gyal.
abrazo brodels

Tonick Urtis escribió:

Sahumerio

La encantadora de abejas me entregó miel de zángano, pocos sabréis que los machos recolectan preciadísimo néctar. No me pidió nada a cambio, al revés, la apicultora me debía un favor (un atrapasueños capaz de alejar los sueños de grandeza). Luego fui al rastro y busqué libros de segunda mano con dedicatorias de amor. Es inmenso el poder de esas páginas abandonadas que una vez fueron depositarias de afecto, recaditos de pasión. En un vertedero encontré un trozo de tela con sangre fósil —abunda en colchones desechados— y un ramillete de espliego. Con todos los elementos regresé a mi hogar, donde los junté en un crisol con mis dientes de leche (gracias, mamá, por guardarlos para mí). Seguidamente les prendí fuego y un olor a almizcle inundó la habitación. Entonces le llamé: «¡Acude!». «Voy, mi cielo, mi amor», respondió la persona de mi anhelo. Cuando llegó, había dejado de desearle.

Hank escribió:

Tonick Urtis escribió:

Sahumerio

La encantadora de abejas me entregó miel de zángano, pocos sabréis que los machos recolectan preciadísimo néctar. No me pidió nada a cambio, al revés, la apicultora me debía un favor (un atrapasueños capaz de alejar los sueños de grandeza). Luego fui al rastro y busqué libros de segunda mano con dedicatorias de amor. Es inmenso el poder de esas páginas abandonadas que una vez fueron depositarias de afecto, recaditos de pasión. En un vertedero encontré un trozo de tela con sangre fósil —abunda en colchones desechados— y un ramillete de espliego. Con todos los elementos regresé a mi hogar, donde los junté en un crisol con mis dientes de leche (gracias, mamá, por guardarlos para mí). Seguidamente les prendí fuego y un olor a almizcle inundó la habitación. Entonces le llamé: «¡Acude!». «Voy, mi cielo, mi amor», respondió la persona de mi anhelo. Cuando llegó, había dejado de desearle.

veo que continúas con el relato 19, ¿se volverán a votar los 18 previos incluyendo los que se añadan ahora?

Tonick Urtis escribió:

Hank escribió:

Tonick Urtis escribió:

Sahumerio

La encantadora de abejas me entregó miel de zángano, pocos sabréis que los machos recolectan preciadísimo néctar. No me pidió nada a cambio, al revés, la apicultora me debía un favor (un atrapasueños capaz de alejar los sueños de grandeza). Luego fui al rastro y busqué libros de segunda mano con dedicatorias de amor. Es inmenso el poder de esas páginas abandonadas que una vez fueron depositarias de afecto, recaditos de pasión. En un vertedero encontré un trozo de tela con sangre fósil —abunda en colchones desechados— y un ramillete de espliego. Con todos los elementos regresé a mi hogar, donde los junté en un crisol con mis dientes de leche (gracias, mamá, por guardarlos para mí). Seguidamente les prendí fuego y un olor a almizcle inundó la habitación. Entonces le llamé: «¡Acude!». «Voy, mi cielo, mi amor», respondió la persona de mi anhelo. Cuando llegó, había dejado de desearle.

veo que continúas con el relato 19, ¿se volverán a votar los 18 previos incluyendo los que se añadan ahora?

Correcto.

salakov escribió:Vinny solo quiere que le hagáis casito, ¿qué os cuesta?

¡Hacedle casito, copón!

Toro escribió:

salakov escribió:Vinny solo quiere que le hagáis casito, ¿qué os cuesta?

¡Hacedle casito, copón!

No sería el único por lo que parece

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Hank escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

porque son dos rondas...

salakov escribió:

Hank escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

porque son dos rondas...

¡No!

¡Es una ronda doble!

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Toro escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Hay ganadores del premio, no se sabe su identidad ni la del relato para no condicionar la votación de la ronda.

Se ha votado otorgar un premio de 3 puntos anti procrastinación a los que han enviado durante la primera mitad de ronda y se lo han llevado 3 autores.

Por lo demás es una ronda de dos semanas, donde se pueden mandar 2 relatos, y la votación será el jueves que viene.

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Esmeralda escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Los 3 ganadores de esta ronda parcial tienen 3 puntos extra en la votación final, en la que competirán los 18 relatos recibidos hasta el miercoles, más los que se reciban hasta el miércoles que viene.

Y cada uno puede mandar más de un relato.

Y supongo que los puntos que se obtengan por los dos o más  relatos se sumarán en la clasificación final, o ¿sólo el más votado?

Tonick Urtis escribió:

Toro escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Hay ganadores del premio, no se sabe su identidad ni la del relato para no condicionar la votación de la ronda.

Se ha votado otorgar un premio de 3 puntos anti procrastinación a los que han enviado durante la primera mitad de ronda y se lo han llevado 3 autores.

Por lo demás es una ronda de dos semanas, donde se pueden mandar 2 relatos, y la votación será el jueves que viene.

Toro siempre lo explica mejor.

Por cierto, los tres ganadores ya han sido informados convenientemente por mensaje privado.

Esmeralda escribió:

RegSound escribió:Alguien me hace un resumen de porque se ha votado pero no hay ganadores ni nada?

Los 3 ganadores de esta ronda parcial tienen 3 puntos extra en la votación final, en la que competirán los 18 relatos recibidos hasta el miercoles, más los que se reciban hasta el miércoles que viene.

Y cada uno puede mandar más de un relato.

Y supongo que los puntos que se obtengan por los dos o más  relatos se sumarán en la clasificación final, o ¿sólo el más votado?