Ronda 8.41 del ocular concurso de microrrelatos del foroazkena. Votaciones hasta las 21.

Nuxe escribió:Ah, y espero que no pase inadvertido mi relato autobiográfico.
A estas alturas y nadie ni tan siquiera lo ha mentado...
Porque... ¿uno escribe para que lo lean, no?

No seáis cabrones

Aurora escribió:

Zzzz escribió:Parece que vais a una boda.

Lo cual me recuerda que tengo que pedir cita para hacerme las uñas.

Sí, ya es hora. Además, imagino que llevarás  las zapatillas de esparto esas tan monas de la ronda de Chape. Así matas dos pájaros de un tiro, también ves mejor el escenario.

Nuxe escribió:(...)Inicié mi singladura como conserje en el mes de agosto en otro edificio del que más adelante hablaré. Agosto, como es público y notorio, es  por excelencia el mes vacacional, y tratándose de la zona alta de Barcelona, más aún si cabe. Alargándose estos días de asueto, según mi reciente experiencia, hasta finales de septiembre. Digo esto porque conforme iban pasando los días, las gentes de aquella exclusiva zona iban regresando. Y de todo ello era yo testigo. Anclado en mi silla, veía cómo a través de los grandes ventanales de cristal que acorazaban la parte más baja del edificio, regresaban como hormigas —en un flujo constante— poco a poco a su hogar. Sus cuerpos invadían aquel espacio que les pertenecía, el blanco y pétreo mármol del cual yo era responsable, y sobre todo, volvían para ocupar sus nichos de confortable lujo, trescientos metros cuadrados de inaccesibilidad granítica. Aquel edificio era una colonia, una colmena de insectos que a su vez quedaba integrada junto con otras en lo que podría llamarse vecindario. Una zona muy bien delimitada, de lujosos coches, ropas de marca, relojes caros y viejos muy sanos.

(...)Todas las tardes retiraba las basuras de los vecinos. Cogía el ascensor de servicio y subía hasta la octava planta, lo iba llenando de toda clase de basuras en sus respectivas bolsas de múltiples colores (y olores).
Después de verlos entrar y salir con esos ademanes, sus ropas de diseño y sus relojes carísimos, su manera de hablar; después de estar en el parking viendo sus relucientes coches de alta gama, el recoger y tirar sus despojos era para mí, en parte, una suerte de justicia poética —nuevamente apelo a mi inexperiencia, no sin antes ruborizarme incluso—; pues si bien era innegable que eran sus sirvientes quienes dejaban en el suelo ante las puertas de servicio aquel conjunto de restos, y que era yo quien los hacía desaparecer; aquellos desperdicios, sobras, porquerías…, aquello, era exclusivamente suyo, no podían negarlo ni rehuir su responsabilidad, y en aquellas bolsas malolientes era yo capaz de encontrar su humanidad en sus estadios más primarios y sórdidos.

(...)No he hablado de las personas que trabajaban como asistentes, la gente del servicio. Imaginé que entre los miembros de dicho gremio, en su mayoría mujeres del este, filipinas y sudamericanas, habría un código no escrito por el cual —presumía yo que siendo “iguales”— nos trataríamos con simpatía y afabilidad. Pero la realidad era otra, no había ningún atisbo de corporativismo, la mayoría de ellas eran bastante estúpidas.
Se obraba pues la paradoja: en aquella plutocracia, aquel oasis, ínsula de riquezas  y opulencias tan sólo destinadas a las poderosas castas, eran éstas, interesadamente o no, mucho más amables que el resto de los mortales que allí nos dedicábamos a servirles.

De mi relato: Conserje

salakov escribió:

Nuxe escribió:(...)Inicié mi singladura como conserje en el mes de agosto en otro edificio del que más adelante hablaré. Agosto, como es público y notorio, es  por excelencia el mes vacacional, y tratándose de la zona alta de Barcelona, más aún si cabe. Alargándose estos días de asueto, según mi reciente experiencia, hasta finales de septiembre. Digo esto porque conforme iban pasando los días, las gentes de aquella exclusiva zona iban regresando. Y de todo ello era yo testigo. Anclado en mi silla, veía cómo a través de los grandes ventanales de cristal que acorazaban la parte más baja del edificio, regresaban como hormigas —en un flujo constante— poco a poco a su hogar. Sus cuerpos invadían aquel espacio que les pertenecía, el blanco y pétreo mármol del cual yo era responsable, y sobre todo, volvían para ocupar sus nichos de confortable lujo, trescientos metros cuadrados de inaccesibilidad granítica. Aquel edificio era una colonia, una colmena de insectos que a su vez quedaba integrada junto con otras en lo que podría llamarse vecindario. Una zona muy bien delimitada, de lujosos coches, ropas de marca, relojes caros y viejos muy sanos.

(...)Todas las tardes retiraba las basuras de los vecinos. Cogía el ascensor de servicio y subía hasta la octava planta, lo iba llenando de toda clase de basuras en sus respectivas bolsas de múltiples colores (y olores).
Después de verlos entrar y salir con esos ademanes, sus ropas de diseño y sus relojes carísimos, su manera de hablar; después de estar en el parking viendo sus relucientes coches de alta gama, el recoger y tirar sus despojos era para mí, en parte, una suerte de justicia poética —nuevamente apelo a mi inexperiencia, no sin antes ruborizarme incluso—; pues si bien era innegable que eran sus sirvientes quienes dejaban en el suelo ante las puertas de servicio aquel conjunto de restos, y que era yo quien los hacía desaparecer; aquellos desperdicios, sobras, porquerías…, aquello, era exclusivamente suyo, no podían negarlo ni rehuir su responsabilidad, y en aquellas bolsas malolientes era yo capaz de encontrar su humanidad en sus estadios más primarios y sórdidos.

(...)No he hablado de las personas que trabajaban como asistentes, la gente del servicio. Imaginé que entre los miembros de dicho gremio, en su mayoría mujeres del este, filipinas y sudamericanas, habría un código no escrito por el cual —presumía yo que siendo “iguales”— nos trataríamos con simpatía y afabilidad. Pero la realidad era otra, no había ningún atisbo de corporativismo, la mayoría de ellas eran bastante estúpidas.
Se obraba pues la paradoja: en aquella plutocracia, aquel oasis, ínsula de riquezas  y opulencias tan sólo destinadas a las poderosas castas, eran éstas, interesadamente o no, mucho más amables que el resto de los mortales que allí nos dedicábamos a servirles.

De mi relato: Conserje

Carajo, no lo pongas en spoiler.

Me ha gustado, mucho ritmo. Recuerda a "Cartero" de Bukowski.

Hank escribió:

salakov escribió:

Nuxe escribió:(...)Inicié mi singladura como conserje en el mes de agosto en otro edificio del que más adelante hablaré. Agosto, como es público y notorio, es  por excelencia el mes vacacional, y tratándose de la zona alta de Barcelona, más aún si cabe. Alargándose estos días de asueto, según mi reciente experiencia, hasta finales de septiembre. Digo esto porque conforme iban pasando los días, las gentes de aquella exclusiva zona iban regresando. Y de todo ello era yo testigo. Anclado en mi silla, veía cómo a través de los grandes ventanales de cristal que acorazaban la parte más baja del edificio, regresaban como hormigas —en un flujo constante— poco a poco a su hogar. Sus cuerpos invadían aquel espacio que les pertenecía, el blanco y pétreo mármol del cual yo era responsable, y sobre todo, volvían para ocupar sus nichos de confortable lujo, trescientos metros cuadrados de inaccesibilidad granítica. Aquel edificio era una colonia, una colmena de insectos que a su vez quedaba integrada junto con otras en lo que podría llamarse vecindario. Una zona muy bien delimitada, de lujosos coches, ropas de marca, relojes caros y viejos muy sanos.

(...)Todas las tardes retiraba las basuras de los vecinos. Cogía el ascensor de servicio y subía hasta la octava planta, lo iba llenando de toda clase de basuras en sus respectivas bolsas de múltiples colores (y olores).
Después de verlos entrar y salir con esos ademanes, sus ropas de diseño y sus relojes carísimos, su manera de hablar; después de estar en el parking viendo sus relucientes coches de alta gama, el recoger y tirar sus despojos era para mí, en parte, una suerte de justicia poética —nuevamente apelo a mi inexperiencia, no sin antes ruborizarme incluso—; pues si bien era innegable que eran sus sirvientes quienes dejaban en el suelo ante las puertas de servicio aquel conjunto de restos, y que era yo quien los hacía desaparecer; aquellos desperdicios, sobras, porquerías…, aquello, era exclusivamente suyo, no podían negarlo ni rehuir su responsabilidad, y en aquellas bolsas malolientes era yo capaz de encontrar su humanidad en sus estadios más primarios y sórdidos.

(...)No he hablado de las personas que trabajaban como asistentes, la gente del servicio. Imaginé que entre los miembros de dicho gremio, en su mayoría mujeres del este, filipinas y sudamericanas, habría un código no escrito por el cual —presumía yo que siendo “iguales”— nos trataríamos con simpatía y afabilidad. Pero la realidad era otra, no había ningún atisbo de corporativismo, la mayoría de ellas eran bastante estúpidas.
Se obraba pues la paradoja: en aquella plutocracia, aquel oasis, ínsula de riquezas  y opulencias tan sólo destinadas a las poderosas castas, eran éstas, interesadamente o no, mucho más amables que el resto de los mortales que allí nos dedicábamos a servirles.

De mi relato: Conserje

Carajo, no lo pongas en spoiler.

Me ha gustado, mucho ritmo. Recuerda a "Cartero" de Bukowski.

Cartero es mi libro preferido junto a En el Camino...

LeChaperonRouge escribió:

Hank escribió:

salakov escribió:

Nuxe escribió:(...)Inicié mi singladura como conserje en el mes de agosto en otro edificio del que más adelante hablaré. Agosto, como es público y notorio, es  por excelencia el mes vacacional, y tratándose de la zona alta de Barcelona, más aún si cabe. Alargándose estos días de asueto, según mi reciente experiencia, hasta finales de septiembre. Digo esto porque conforme iban pasando los días, las gentes de aquella exclusiva zona iban regresando. Y de todo ello era yo testigo. Anclado en mi silla, veía cómo a través de los grandes ventanales de cristal que acorazaban la parte más baja del edificio, regresaban como hormigas —en un flujo constante— poco a poco a su hogar. Sus cuerpos invadían aquel espacio que les pertenecía, el blanco y pétreo mármol del cual yo era responsable, y sobre todo, volvían para ocupar sus nichos de confortable lujo, trescientos metros cuadrados de inaccesibilidad granítica. Aquel edificio era una colonia, una colmena de insectos que a su vez quedaba integrada junto con otras en lo que podría llamarse vecindario. Una zona muy bien delimitada, de lujosos coches, ropas de marca, relojes caros y viejos muy sanos.

(...)Todas las tardes retiraba las basuras de los vecinos. Cogía el ascensor de servicio y subía hasta la octava planta, lo iba llenando de toda clase de basuras en sus respectivas bolsas de múltiples colores (y olores).
Después de verlos entrar y salir con esos ademanes, sus ropas de diseño y sus relojes carísimos, su manera de hablar; después de estar en el parking viendo sus relucientes coches de alta gama, el recoger y tirar sus despojos era para mí, en parte, una suerte de justicia poética —nuevamente apelo a mi inexperiencia, no sin antes ruborizarme incluso—; pues si bien era innegable que eran sus sirvientes quienes dejaban en el suelo ante las puertas de servicio aquel conjunto de restos, y que era yo quien los hacía desaparecer; aquellos desperdicios, sobras, porquerías…, aquello, era exclusivamente suyo, no podían negarlo ni rehuir su responsabilidad, y en aquellas bolsas malolientes era yo capaz de encontrar su humanidad en sus estadios más primarios y sórdidos.

(...)No he hablado de las personas que trabajaban como asistentes, la gente del servicio. Imaginé que entre los miembros de dicho gremio, en su mayoría mujeres del este, filipinas y sudamericanas, habría un código no escrito por el cual —presumía yo que siendo “iguales”— nos trataríamos con simpatía y afabilidad. Pero la realidad era otra, no había ningún atisbo de corporativismo, la mayoría de ellas eran bastante estúpidas.
Se obraba pues la paradoja: en aquella plutocracia, aquel oasis, ínsula de riquezas  y opulencias tan sólo destinadas a las poderosas castas, eran éstas, interesadamente o no, mucho más amables que el resto de los mortales que allí nos dedicábamos a servirles.

De mi relato: Conserje

Carajo, no lo pongas en spoiler.

Me ha gustado, mucho ritmo. Recuerda a "Cartero" de Bukowski.

Cartero es mi libro preferido junto a En el Camino...

Me quedo con Pulp de Bukowski. Me encanta Chinaski en todas sus versiones.

salakov escribió:El bueno de Bukowski es “La senda del perdedor”.

“En el camino” de Kerouac es una turra.

AtticusFish escribió:12. Saloon de estar

Tiene la misma forma de mirar que Clint Eastwood en la trilogía del dólar. Hierático en medio de la salita, su acerada mirada fija en su objetivo antes de desenfundar y pulsar enfebrecido; el pulgar más rápido al oeste de Albacete. Los canales de televisión vuelan hasta detenerse en una película del Oeste. Se recuesta en el sillón orejero echándose la vieja manta de colores, trasunto del poncho de un Eli Wallach adormilado. Su mirada se vence, su mano se relaja dejando deslizar el mando en su regazo. Merche lo observa taimada, muy a lo Lee Van Cleef, y se aproxima con el sigilo de un indio Navajo; quiere poner la novela. La chancleta le juega una mala pasada, rechina despertando a Paco con un espasmo. Instintivamente, alcanza el mando de nuevo y, zap, zap, dispara. Merche se derrumba en el sofá. Derrotada, alcanza el ganchillo.

AtticusFish escribió:13. La espía

Tenía la misma forma de mirar que la mujer del cuadro original así que espiaba fácilmente a los invitados de las fiestas que tenía aún prohibidas por edad.
Durante las soporíferas reuniones familiares se sentía aliviada de no tener que asistir y durante los bailes de máscaras, cuando imaginaba que algún par de ojos la descubriría, se sentía menos culpable. Pero los mejores momentos, aunque no lo supo entonces porque el pudor le impedía reconocerlo, eran aquellas primeras horas de la tarde en que se cerraba el gran salón con llave para preparar la fiesta de turno y el mozo de la cocina y el ama de llaves follaban en silencio apoyados en las mesas que habrían de ser retiradas. El pequeño crucifijo dorado del ama de llaves titilaba a un ritmo lento, tórrido, que ella percibía casi lacerante, y que le descubrió mucho sobre sí misma.

AtticusFish escribió:14. Salto al pasado

Tenía la misma forma de mirar que su abuelo....esa mirada perdida, violenta, desconcertante, lo mismo te abrazaba que te daba una puñalada. En el colegio nos quitaba el almuerzo y las propinas del domingo de camino al salón recreativo. Pasado esa época el dinero se destinaba a licor y sexo, o eso decía él. Ya de adultos le perdimos la pista, hasta que una vez en las fiestas del barrio apareció con traje y una corbata verde. Nos acercamos la pandilla y lo rodeamos:
- Nico, majo, danos todo lo que lleves en los bolsillos, luego el pantalón, los zapatos, la corbata y la chaqueta.....te vamos a dejar con la camisa, por el pasado que nos une y da gracias que no te tiramos al río.

LeChaperonRouge escribió:Muy bueno Nuxe por cierto

Nuxe escribió:Faltando unas horas para el cierre, aprovecho para agradecer públicamente a Atticus su paciencia y sus clases particulares, de casta le viene al galgo.

Sly, toda su familia y yo, te damos las gracias

Spoiler:

salakov escribió:¡Te cubrimos!

Spoiler:

LeChaperonRouge escribió:

Hank escribió:

salakov escribió:El bueno de Bukowski es “La senda del perdedor”.

“En el camino” de Kerouac es una turra.

[/quote
en literatura raramente coincidimos...

a mí me encanta Murakami...

El pájaro que da cuerda al mundo es una turra tremenda.

Moderno escribió:

AtticusFish escribió:14. Salto al pasado

Tenía la misma forma de mirar que su abuelo....esa mirada perdida, violenta, desconcertante, lo mismo te abrazaba que te daba una puñalada. En el colegio nos quitaba el almuerzo y las propinas del domingo de camino al salón recreativo. Pasado esa época el dinero se destinaba a licor y sexo, o eso decía él. Ya de adultos le perdimos la pista, hasta que una vez en las fiestas del barrio apareció con traje y una corbata verde. Nos acercamos la pandilla y lo rodeamos:
- Nico, majo, danos todo lo que lleves en los bolsillos, luego el pantalón, los zapatos, la corbata y la chaqueta.....te vamos a dejar con la camisa, por el pasado que nos une y da gracias que no te tiramos al río.

qué haría carmen de mairena si saliera en este relato?
 
Si Carmen de Mairena saliera en este relato, su participación podría traer un cambio inesperado a la situación. Dado su espíritu extravagante y su naturaleza desinhibida, Carmen podría reconocer a Nico y decidir intervenir en el encuentro.
En lugar de unirse a la pandilla para intimidar a Nico, Carmen podría optar por una aproximación más humorística y pacífica. Podría acercarse con una sonrisa en su rostro y un tono jovial, rompiendo la tensión del momento. Podría decir algo como:
"¡Ay, Nico, querido! ¡Qué sorpresa verte aquí con tu traje y esa corbata tan llamativa! Pero, ¿sabes qué? Creo que te vendría mejor un estilo más... ¡vanguardista! ¡Déjame ayudarte a cambiar tu imagen y a dejar atrás esos días de atracos a nuestros almuerzos de infancia!"
Carmen podría sugerirle a Nico un nuevo atuendo, quizás algo colorido y extravagante que refleje su personalidad única. Podría ofrecerle consejos sobre estilo y moda, tratando de infundirle un sentido de diversión y aceptación de su pasado.
En lugar de quitarle sus pertenencias, Carmen podría proponer una sesión de intercambio de prendas de vestir, donde cada miembro de la pandilla daría algo de su propia ropa a Nico, creando así un ambiente de camaradería y solidaridad. Podría convertir el encuentro en una especie de juego cómico, en el que todos se diviertan y se rían juntos.
En resumen, la intervención de Carmen de Mairena en este relato cambiaría el tono de confrontación por uno más ligero y humorístico. Su actitud positiva y su sentido del estilo podrían ayudar a transformar una situación potencialmente violenta en un momento de diversión y reconciliación.

AtticusFish escribió:A falta de cinco horas para el cierre, tenemos el relato número 15.

15. El mercader de miradas

Tenía la misma forma de mirar que aquellos que parecían conocer todos los secretos. Era el mejor reclamo para sus clientes que deambulaban entre frascos rotulados con el tipo de mirada que contenían; valor, ternura, miedo, ilusión…
Los clientes se dejaban seducir por sus palabras, embriagados por la idea de adquirir miradas únicas. Creían encontrar tesoros ocultos en cada frasco, desconociendo los enigmas de aquel alquimista ocular.
Al terminar, volvía a casa con su familia. Lo primero era preparar la mercancía del día siguiente.
El pícaro mercader no era honesto del todo con los clientes, como no podía ser de otra forma. Tenía los tarros preparados y guardó otras veinte miradas de nuevo, pero todas eran la misma, la de su hijo de cinco años.
En realidad sí que tenía un secreto, el más importante, sabía que la mirada de un niño contiene el universo entero.

Zzzz escribió:Stephen King se mea en Murakami. Murakami escribe novelas entretenidas que alguna gente cree que son profundas por alguna extraña razón.

Ojo, que a mí me gusta leerlo cuando quiero algo de no pensar.  

Nuxe escribió:Muchas gracias estimados literatos


Soy muy fan de Bukowski. Cartero, Factotum y la Máquina de follar, estarían en mi top3.
Otro libro que he leído varias veces es Catedral, de Raymond Carver.
Recuerdo haber leído En el camino con 13-14 años. Se caía a trozos, editorial Losada. Era uno de los muchos libros de la biblioteca familiar. Conocía un poco su historia, y hacía poco que había descubierto a los Doors, Poe, Baudelaire, los primeros porros y borracheras... pero demasiado joven para ese libro, imagino. También corría por casa Ángeles de desolación, la experiencia con el primero no había sido del todo grata, así que nunca lo cogí del estante.

De Murakami me gustó mucho Kafka en la orilla, luego diría que 1q84. Tokyo Blues me decepcionó y el del Pájaro que da cuerda al mundo se hizo un poco pesadete. Comparto que Murakami crea expectativas que puede que se acaben desinflando, no así con Kafka en la orilla.

AtticusFish escribió:Me gusta mucho Bukowski, pero prefiero a John Fante. No soy especialmente fan de Kerouac ni de la Generación beat, aunque entiendo su importancia en el contexto histórico en que escribieron. Con Murakami suelo tener la impresión de que me promete mucho al principio de sus novelas y luego no me da tanto.

LeChaperonRouge escribió:

AtticusFish escribió:Me gusta mucho Bukowski, pero prefiero a John Fante. No soy especialmente fan de Kerouac ni de la Generación beat, aunque entiendo su importancia en el contexto histórico en que escribieron. Con Murakami suelo tener la impresión de que me promete mucho al principio de sus novelas y luego no me da tanto.

Estoy contigo

AtticusFish escribió:Yo últimamente leo sobre todo libros de relatos. Carver, al que nombraba antes Nuxe, me gusta mucho porque tiene la capacidad de contar sin mostrar que a mí me gustaría tener. De los americanos "clásicos" también me gustan Cheever, Flannery O'Connor y Carson McCullers, entre otros. Un cuentista contemporáneo que me parece genial y en España no es demasiado conocido es el argentino Santiago Craig. Os dejo el primer relato de unos de sus libros, por si a alguien le apetece echarle un ojo. Es cortito y una auténtica maravilla.

https://factotumediciones.com/admin/files/libros/376/FRAGMENTO27maneras.pdf

Nuxe escribió:

Zzzz escribió:Stephen King se mea en Murakami. Murakami escribe novelas entretenidas que alguna gente cree que son profundas por alguna extraña razón.

Ojo, que a mí me gusta leerlo cuando quiero algo de no pensar.  

Poco a poco estoy retomando el hábito de la lectura (ebook mediante, debido a problemas de visión sobrevenidos) y lo estoy haciendo gracias a Stephen King.
Estoy leyendo de nuevo, tras 28 años, el Misterio de Salem's Lot

Zzzz escribió:

Nuxe escribió:

Zzzz escribió:Stephen King se mea en Murakami. Murakami escribe novelas entretenidas que alguna gente cree que son profundas por alguna extraña razón.

Ojo, que a mí me gusta leerlo cuando quiero algo de no pensar.  

Poco a poco estoy retomando el hábito de la lectura (ebook mediante, debido a problemas de visión sobrevenidos) y lo estoy haciendo gracias a Stephen King.
Estoy leyendo de nuevo, tras 28 años, el Misterio de Salem's Lot

Lo leí de muchacho y me encantaría volverlo a leer pero me da miedo que ahora no me dé tanto miedo. Qué paradoja.

m señor escribió:Muy buena ronda atticus.....Buenos relatos y previo al azkena....que suele ser ronda difícil.....

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m señor escribió:¿Nomeko viene al azkena?

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AtticusFish escribió:

m señor escribió:Muy buena ronda atticus.....Buenos relatos y previo al azkena....que suele ser ronda difícil.....

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Muchas gracias, mérito vuestro. Creo que hay muchos relatos muy buenos. No me va a ser nada fácil votar.

m señor escribió:

m señor escribió:¿Nomeko viene al azkena?

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m señor escribió:

AtticusFish escribió:

m señor escribió:Muy buena ronda atticus.....Buenos relatos y previo al azkena....que suele ser ronda difícil.....

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Muchas gracias, mérito vuestro. Creo que hay muchos relatos muy buenos. No me va a ser nada fácil votar.

No tuyo....me pareció raro que me dijeras que los primeros relatos que mandé no estaban a la altura de tu concurso....que qué me creía.....pero luego visto el resultado global.....lo entiendo perfectamente.

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