VOTACIONES RONDA 8.47 DE MICRORRELATOS AZKENEROS (¡LO DE LOS VAMPIROS!)
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VOTACIONES RONDA 8.47 DE MICRORRELATOS AZKENEROS (¡LO DE LOS VAMPIROS!)
1.- LAX Vampires
Despertó el vampiro mientras conducía a 75 millas por hora recorriendo la I10. Su destino: Yucca Valley. La sangre allí era más arenosa. Brillaban las estrellas y la luna estaba oculta tras las montañas. Reflejos caleidoscópicos en un mar de soledad y decadencia poética. Se desvió en la US62 y comenzó a ver cuerpos a los lados de la carretera. La montaña quedó atrás, con sus ríos de sangre y dulzura caníbal. Aparcó en la polvorienta entrada del Joshua Tree Inn. En el motel la fiesta había comenzado. Parsons fumaba hierba mientras interpretaba una nueva pieza. Richards bebía y bebía y bebía. Una mezcla de sangre y vino. Quizá para disimular. Harris lucía hermosa con sus botas tejanas y una elegante blusa en la que se reflejaban los bellos cráteres de la luna. La adicción era pura. Los vampiros del desierto habían resucitado y la música renacía para convertirse en magia de nuevo.
2.- Parásitos
Despertó el vampiro. Un leve rumor en sus entrañas anunciaba que había llegado el momento, lo podía sentir. Volvería a saciar su eterna sed de sangre. Se irguió y, desperezándose, palpó sus colmillos. Las agudas cánulas se sentían tan peligrosas como siempre. Se desempolvó la levita, dio unos pasos y tiró del portón. El chirrido de los goznes le provocó un escalofrió de satisfacción; estaba pisando la calle. La luz de las farolas le devolvió la visión de la marabunta. Una muchedumbre vociferante corría aquí y allá. Riadas de seres irrelevantes, bolsas de jugos... meros insumos, en definitiva. Los pocos que repararon en su presencia, lejos de huir, lo contemplaban admirados pues, elegante como todos los vampiros, lucía impecable entre aquella triste caterva. Se dijo que pronto serían suyos, los vaciaría. Sólo había de esperar unas semanas más. Se acercó caminando a la sede del partido. Habían ganado las elecciones.
3.- El idiota
Despertó el vampiro que llevaba dentro cuando le tocó el turno de administrador. Primera medida para calentar la cuesta de enero: subir la cuota a mil euros al mes. «Un poco mucho», protestó un vecino en la reunión. «¡Facha!» le gritó el vampiro. Pues nada, a pagar.
Todos menos los tres del segundo pagaron religiosamente la mensualidad. Y armado con un megáfono comenzó a gritarles desde la calle: «¡Insolidarios, fachas!» Como el que oye llover. Ni caso. Arreció en los gritos: «¡Segundones!»
Uy, lo que me ha dicho. «Segundona será tu puta madre, anormal», se oyó gritar.
No se rindió, y al grito de «los del segundo no pagan, los del segundo no pagan» se puso a bailar.
El escándalo atrajo a la policía. «Agentes, no quieren pagar la comunidad, los del segundo». «Pero, hombre de dios, cómo le van a pagar esa pasta. Se le va un poco.»
«¡Facha!»
4.- La inmortalidad
Despertó el vampiro. Ávido de sangre fresca sus ojos se abrieron. Necesitó un largo y prolongado suspiro para exhalar todo lo que había soñado, a los amaneceres prohibidos siempre terminaba por engullirlos la noche. Cada vez que despertaba buscaba el sol del mediodía en el la carne, mas aquel torrente rojo jamás le colmaba: sustento para su cuerpo y hambre para su alma.
Despertó sí esta vez, creyendo hacerlo envuelto en el sueño que los muertos eligen para morir. Irradiaba todo tal pureza que enseguida supo reconocer a su luz soñada. Incluso vio en su haz a la sugerente sinuosidad de los glóbulos rojos retozando díscolamente entre el sumiso plasma.
Aquello que era más dulce que la sangre de una virgen leída, debía ser sin duda una pesadilla. Pero no supo verlo a tiempo.
Soñar como un muerto, no te hace mortal si eres eterno.
5.- Señor Miyagi
Despertó el vampiro de su guardia después de haber dormido 13 minutos. Así le llamaban en el banco de sangre del hospital. Sacar sangre, transfundir sangre, era un Señor Miyagi del plasma. La disomnia y los hematíes se enroscaban en su cabeza. Las conexiones sinápticas funcionaban a medio gas.
Le llamaron de urgencia para colocar una bolsa de hematíes a un paciente anémico, de aspecto cenizo. Acudió como siempre con su sonrisa de presentación para minimizar el impacto del pinchazo. Esa mordida inevitable y dolorosa. Observa un brazo, el otro, y no aparece ninguna vena. Brazos irrigados por la nada. El macilento le mira con ternura a sabiendas de su complejidad y le dice:
- No te preocupes maestro, primero, mirar brazo, después pinchar y luego sangre –
6.- Victoria sobre el tiempo
Despertó el vampiro a una nueva era, como tantas veces. Fue creado en el amanecer de los tiempos, cuando vivían en cuevas. Ya entonces conoció a su mortal enemigo, disputándose el territorio de caza.
A través de los tiempos se enfrentaron numerosas veces. Tomó su castillo en la Edad Media, con un ejército de espadas y antorchas. Transcurrieron los años, aparecieron las bayonetas. Durante el Renacimiento la lucha fue social. Ambos buscaban notoriedad, organizando lujosas fiestas para la alta sociedad.
Llegaron los nuevos tiempos, la tecnología, la lucha económica. Ambos eran líderes empresariales, adversarios. Los siglos pasaron, llegó el apocalipsis. La invasión extraterrestre cambió el mundo, con ovnis arrasando los campos. Luego coches voladores, robots inundando las calles, guerras con rayos láser.
Sobrevivieron a todo y ahí estaban una vez más, en el ocaso de los tiempos, en la cima de una colina observando el mundo agonizar. Mirando al horizonte, juntos, como siempre.
7.- Nervios
Despertó el vampiro varias veces durante la noche. Se erguía del camastro, se acercaba al fogón para hacerse un descafeinado con leche. Bueno, era en realidad una bebida de soja que se compraba en el Mercadona. Lograba volver a conciliar el sueño hojeando un ejemplar de Platero y yo, que se sabía casi de memoria. Pasaba sus hojas, sobadísimas, con una uña tan larga como mugrienta. Volvía a despertar, sobresaltado, la boca seca, el sarro ganando terreno en la base interna de los colmillos. Otro café con leche. Se paseaba por el cuarto arrastrando los pies, imaginándose qué ocurriría al romper el día. Se echaba desodorante. El vampiro se echaba desodorante a las cinco de la mañana. Leía otro poco, se volvía a quedar dormido. Más tarde abriría los ojos nuevamente, agitado.
Jamás se había imaginado que se pondría tan nervioso por aquella entrevista.
8.- Quien con niños se acuesta, mojado se levanta.
Se despertó la vampiresa al levantarme del sofá e intentó agarrarme con su mano huesuda. Rápido, le aticé un golpe en la cara con un cenicero y empezó a sangrarle un ojo. Corrí hasta la puerta y salí de ese antro como un rayo. Estaba aterrado.
Horas antes, su forma de bailar y sus sonrisas me habían embrujado. Me presenté y le invité a un gin-tonic. Pagué ese gin-tonic, los siguientes y el taxi a su casa... Su nombre: Abrahel.
Parecía una gran amante, pero, de repente, empecé a sentirme "usado", sí, esa es la palabra.
Me zarandeaba, me pegaba, me arañaba, me mordía, me maltrataba mientras me poseía... Estaba petrificado, cuando me "besaba", me absorbía. Su belleza se había disipado, ahora parecía un demonio.
Estaba tan aturdido que ni fuerzas tenía de vestirme y marcharme a casa. Me senté en el sofá e, inexorablemente, me quedé adormilado a su lado.
9.- Despertó el vampiro
Despertó el vampiro. Un hombre con los pectorales más grandes que la cara se pasea por la carretera. Un obús sale disparado hacia las tinieblas del fondo. El no nacido empieza a revolverse en la placenta y el fauno espera su advenimiento danzando entre los árboles.
Despertó el vampiro. Se ha preparado un banquete en honor del futuro bebé. El mayordomo aguarda oculto tras las cortinas, puñal en mano, pero su anticipación sádica se troca en furia cuando ve al abuelo bajar del techo tocando el órgano.
Y despertó el vampiro. Pronto todos dormirán con él.
10.- Ya no hay con quién contar
Despertó el vampiro con un chasquido de dedos. Ignoraba si la terapia había tenido éxito, no recordaba nada a partir del tercer movimiento de péndulo del hipnotizador. Sí recordaba lo que le había llevado a aquel diván. Quería ser normal, dejar sus anteriores costumbres, los hábitos incontrolables que le empujaban a tener ese comportamiento irracional. Además, estaba harto de truenos y relámpagos, le daban dolor de cabeza, rozando la epilepsia. Cuando salió a la calle, innumerables estrellas brillaban en el firmamento.
Innumerables. Quiso llorar de alegría. ¡Estaba curado! Volvió al barrio dispuesto a comportarse como era menester.
Cuando se encontró con Gustavo y éste le recibió dicharachero con un ocurrente “¿Qué me cuentas?”, sólo pudo abalanzarse sobre su yugular, sediento de sangre.
Y así fue cómo el Conde Draco se curó de su aritmomanía. Otro día os contaré cómo Triki se pasó a los sobaos pasiegos, o cómo Animal consiguió dejar el speed.
11.- Sobredosis
Despertó el vampiro bañado en el sudor frío del síndrome de abstinencia. Tres siglos atrás, había mordido a un opiómano en un fumadero de Shanghái, su vida se convirtió desde entonces en una carrera desbocada por conseguir el colocón definitivo. Había libado cocaína de Sinatra, heroína de Charlie Parker, LSD de Jim Morrison y anabolizantes de todo un equipo femenino de natación de la RDA, pero nada le había preparado para lo que experimentaría al beber de aquel despojo humano en un poblado de chabolas de Madrid. Antes de que su corazón se detuviese, tuvo tiempo de pensar que trescientos años de búsqueda habían merecido la pena y que si la felicidad existía, acababa de encontrarla.
Despertó como de un sueño de años. El cuello le ardía, pero se sentía fresco, rejuvenecido, inmortal. Vio claro su futuro; dejaría la droga y recuperaría el título de campeón. El Potro de Vallecas galopaba de nuevo.
12.- Space Opera
Despertó el vampiro espacial sobre un asteroide de Sagitario. Un brillo proveniente de medusas opalinas le bañaba el rostro y se dispuso a desayunar. Hoy tenía poco apetito, un par de planetas bastarían. Entonces, emboscados tras líquenes iridiscentes, los divisó. ¡Los malditos Centinelas Cósmicos! ¡Una centuria completa de asesinos robóticos! Esquivando rayos de plasma —«fiuuu, fiuuu, ¡corre, vampiro espacial! ¡escapa de ellos!»— nuestro héroe desplegó las alas y logró darles esquinazo. Tanto se acercó a un agujero negro que su piel se oscureció hasta asemejar obsidiana…
—¡A cenar! — la voz de su madre le alcanzó desde lejos.
El pequeño vampiro dejó los juguetes en el suelo —las canicas de medusas, el mecano que hacía las veces de centinelas, la peonza que servía de agujero negro, el playmobil articulado con la cara ensombrecida de rotulador— y se dirigió presuroso hacia la cocina. ¡Umh, hoy tenía un hambre voraz! ¡Y olía a sangre!
13.- Víctor y Gabriel
Se despertó el vampiro, creyéndose de nuevo humano y mortal, con su piel recubierta de aquella arcilla carmesí.
Víctor, el anciano alquimista, habría vuelto a hacer su magia con Gabriel diez años después. Aquella primera vez, los desajustes de su mezcla habían tenido consecuencias indeseadas. Para Gabriel habrían resultado un tormento, la inmortalidad no compensaba la maldición de convertirse en el primer vampiro.
Sin embargo, Víctor, no había pasado una sola noche sin recordar aquel momento en el que embadurnaba con sus desnudas manos por fin aquel prodigio de la naturaleza. Y hoy había vuelto a recrear su fantasía.
Gabriel abandonaba risueño la estancia. Víctor sabía que era efímero, no le perdonaría el engaño y volvería para acabar con él. Estaba dispuesto a pagar ese precio por reavivar sus recuerdos disfrutando de nuevo de cada rincón de aquel hermoso cuerpo y no podía permitir que aquella belleza no fuera disfrutada por la eternidad.
14.- Halloween
Se despertó el vampiro. Su traje negro impecable, el pelo engominado. Uno de los dientes le había hecho una herida en el labio y lamió el regusto de su propia sangre.
Cora entró, abrió la ventana, la brisa nocturna golpeó su cara y también Cora instándole a gritos a levantarse. La odiaba, era la tercera en cinco años. Podría arrancarle el cuello si fuese un vampiro de verdad, pero sólo era un niño de trece años. Su padre entró después y le oyó decir “¡que hace este imbécil en un ataúd, puto Halloween ¡”
No pensó, subió a la barandilla y voló. Dos pisos y aterrizó en el coche de su padre, mientras miles de cristales, con la banda sonora de la alarma, rodaban a la luz de la luna.
Entró en la fiesta, los restos de vidrio le hicieron brillar y las chicas le miraban. Esa noche el vampiro se transformó en un hombre.
15. Vacaciones en Gandía.
Despertó el vampiro por culpa del olor a carne quemada. La suya. Al fondo, en la televisión, dos humanos se jugaban la victoria de etapa al sprint. Litros de sangría corrían de forma indirecta por sus venas y en el estómago no le entraba más paella.
- Tú, ¡Paliducho!¡Vaya siesta te has pegado! !Y échate aftersun que te estás abrasando!
16.- Cadena trófica alterada
Despertó el vampiro sin saber cuánto había estado fuera de juego. Miró a los lados, como esperando a alguien. Estaba extrañado, ya que para su despertar era necesario un sacrificio y alli no había ningún cadáver de nadie. La otra explicación era imposible... Dudaba que nadie hubiera matado a quien le castigó, al Príncipe de las Tinieblas. Algo que sería fatídico para el mundo de los mortales, aunque muy bueno para él. Así que se acercó a la ciudad más cercana. Allí tampoco había ningún alma. Otros como él deambulaban en búsqueda de víctimas. Todo en kilómetros a la redonda estaba desangelado. Nada, nadie.
Al parecer, ante la extinción de la raza humana y su migración a Marte, el diablo se vio forzado a jubilarse y liberar todas las bestias. El problema sería el abastecimiento de presas.
El vampiro buscó cómo emigrar, un cíclope le había echado el ojo.
17.- Sangre fácil
Despertó el vampiro con hambre. Ya había anochecido, y enseguida llegó Loli, parloteando sobre el tiempo y rencillas laborales. Esperó enroscado en el sofá, mientras ella la calentaba. “Y como ha pasado el día mi cuchufleta, cómo está mi gordito bebe sangre”. La misma irritante demostración de todas las noches. Odiaba esa voz meliflua y recibir ese trato de cachorro de chihuahua, pero era el precio de la pereza, lo que había buscado, lo que merecía. En Tinder buscó enfermeras y bingo, la del banco de sangre. Fue fácil. Soltera, sin hijos, había tenido dos perros y cuatro gatos, pero se los llevó el moquillo y le daba pena tener más. Ahí tenía que haber escapado; le venció con la sengre. Ahora sólo quedaba en la memoria su vida como caudillo bárbaro, cortando cabezas, cazando víctimas. Ahora sorbía despacio la sangre tibia del biberón “para no manchar”, viendo culebrones, tan atusado como muerto.
18.- Figuración especial
“Despertó el vampiro” con Christopher Lee y Barbara Shelley. Las cuarenta copias en VHS que guardaba en el cajón eran los últimos vestigios de aquella malograda producción. Fue la primera vez que se presentó al papel de Drácula. Ella optaba al de Helen. Ninguno lo consiguió, pero les permitieron participar como extras. En siete días de rodaje, jamás encontró la frase idónea para romper el hielo.
Desde entonces, siguió acudiendo a todos los castings con la esperanza de volver a verla. Ya tenía preparada la frase que le diría: “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”. Cuando los vampiros pasaron de moda, no desistió. Había perdido la dignidad, pero no la esperanza. Se reencontraron en el plató de una película de tornados y tiburones asesinos. Bastó un cruce de miradas para que le reconociese, pero cuando fue a decir la frase que llevaba cuarenta años preparando, dudó. El tiempo no pasa en vano.
19.- Devil Town
Despertó el vampiro justo cuando se hizo de noche y yo aún bostezaba. Como si hubiera aprendido a convivir con el miedo, me atreví a decirle "Ey, tío, ¿Qué tal has dormido?" o algo del estilo. El vampiro, mirándome con pena, me contó que había soñado con un amanecer en una de las playas en las que había vivido hace siglos. Yo le dije que a lo mejor era un recuerdo en lugar de un sueño, y entonces se puso de muy malas pulgas sin que realmente se le notara. Sólo lo de los colmillos, ya sabes. Entonces me vestí y salí rápido de allí. No tengo prejuicios contra los vampiros, este pueblo está lleno de ellos, pero tampoco quiero meterme en problemas. En la calle, todo era más intenso. El frío era mas frío, pero la luz de la luna era más intensa. No sé como explicarlo... De golpe lo entendí todo.
Despertó el vampiro mientras conducía a 75 millas por hora recorriendo la I10. Su destino: Yucca Valley. La sangre allí era más arenosa. Brillaban las estrellas y la luna estaba oculta tras las montañas. Reflejos caleidoscópicos en un mar de soledad y decadencia poética. Se desvió en la US62 y comenzó a ver cuerpos a los lados de la carretera. La montaña quedó atrás, con sus ríos de sangre y dulzura caníbal. Aparcó en la polvorienta entrada del Joshua Tree Inn. En el motel la fiesta había comenzado. Parsons fumaba hierba mientras interpretaba una nueva pieza. Richards bebía y bebía y bebía. Una mezcla de sangre y vino. Quizá para disimular. Harris lucía hermosa con sus botas tejanas y una elegante blusa en la que se reflejaban los bellos cráteres de la luna. La adicción era pura. Los vampiros del desierto habían resucitado y la música renacía para convertirse en magia de nuevo.
2.- Parásitos
Despertó el vampiro. Un leve rumor en sus entrañas anunciaba que había llegado el momento, lo podía sentir. Volvería a saciar su eterna sed de sangre. Se irguió y, desperezándose, palpó sus colmillos. Las agudas cánulas se sentían tan peligrosas como siempre. Se desempolvó la levita, dio unos pasos y tiró del portón. El chirrido de los goznes le provocó un escalofrió de satisfacción; estaba pisando la calle. La luz de las farolas le devolvió la visión de la marabunta. Una muchedumbre vociferante corría aquí y allá. Riadas de seres irrelevantes, bolsas de jugos... meros insumos, en definitiva. Los pocos que repararon en su presencia, lejos de huir, lo contemplaban admirados pues, elegante como todos los vampiros, lucía impecable entre aquella triste caterva. Se dijo que pronto serían suyos, los vaciaría. Sólo había de esperar unas semanas más. Se acercó caminando a la sede del partido. Habían ganado las elecciones.
3.- El idiota
Despertó el vampiro que llevaba dentro cuando le tocó el turno de administrador. Primera medida para calentar la cuesta de enero: subir la cuota a mil euros al mes. «Un poco mucho», protestó un vecino en la reunión. «¡Facha!» le gritó el vampiro. Pues nada, a pagar.
Todos menos los tres del segundo pagaron religiosamente la mensualidad. Y armado con un megáfono comenzó a gritarles desde la calle: «¡Insolidarios, fachas!» Como el que oye llover. Ni caso. Arreció en los gritos: «¡Segundones!»
Uy, lo que me ha dicho. «Segundona será tu puta madre, anormal», se oyó gritar.
No se rindió, y al grito de «los del segundo no pagan, los del segundo no pagan» se puso a bailar.
El escándalo atrajo a la policía. «Agentes, no quieren pagar la comunidad, los del segundo». «Pero, hombre de dios, cómo le van a pagar esa pasta. Se le va un poco.»
«¡Facha!»
4.- La inmortalidad
Despertó el vampiro. Ávido de sangre fresca sus ojos se abrieron. Necesitó un largo y prolongado suspiro para exhalar todo lo que había soñado, a los amaneceres prohibidos siempre terminaba por engullirlos la noche. Cada vez que despertaba buscaba el sol del mediodía en el la carne, mas aquel torrente rojo jamás le colmaba: sustento para su cuerpo y hambre para su alma.
Despertó sí esta vez, creyendo hacerlo envuelto en el sueño que los muertos eligen para morir. Irradiaba todo tal pureza que enseguida supo reconocer a su luz soñada. Incluso vio en su haz a la sugerente sinuosidad de los glóbulos rojos retozando díscolamente entre el sumiso plasma.
Aquello que era más dulce que la sangre de una virgen leída, debía ser sin duda una pesadilla. Pero no supo verlo a tiempo.
Soñar como un muerto, no te hace mortal si eres eterno.
5.- Señor Miyagi
Despertó el vampiro de su guardia después de haber dormido 13 minutos. Así le llamaban en el banco de sangre del hospital. Sacar sangre, transfundir sangre, era un Señor Miyagi del plasma. La disomnia y los hematíes se enroscaban en su cabeza. Las conexiones sinápticas funcionaban a medio gas.
Le llamaron de urgencia para colocar una bolsa de hematíes a un paciente anémico, de aspecto cenizo. Acudió como siempre con su sonrisa de presentación para minimizar el impacto del pinchazo. Esa mordida inevitable y dolorosa. Observa un brazo, el otro, y no aparece ninguna vena. Brazos irrigados por la nada. El macilento le mira con ternura a sabiendas de su complejidad y le dice:
- No te preocupes maestro, primero, mirar brazo, después pinchar y luego sangre –
6.- Victoria sobre el tiempo
Despertó el vampiro a una nueva era, como tantas veces. Fue creado en el amanecer de los tiempos, cuando vivían en cuevas. Ya entonces conoció a su mortal enemigo, disputándose el territorio de caza.
A través de los tiempos se enfrentaron numerosas veces. Tomó su castillo en la Edad Media, con un ejército de espadas y antorchas. Transcurrieron los años, aparecieron las bayonetas. Durante el Renacimiento la lucha fue social. Ambos buscaban notoriedad, organizando lujosas fiestas para la alta sociedad.
Llegaron los nuevos tiempos, la tecnología, la lucha económica. Ambos eran líderes empresariales, adversarios. Los siglos pasaron, llegó el apocalipsis. La invasión extraterrestre cambió el mundo, con ovnis arrasando los campos. Luego coches voladores, robots inundando las calles, guerras con rayos láser.
Sobrevivieron a todo y ahí estaban una vez más, en el ocaso de los tiempos, en la cima de una colina observando el mundo agonizar. Mirando al horizonte, juntos, como siempre.
7.- Nervios
Despertó el vampiro varias veces durante la noche. Se erguía del camastro, se acercaba al fogón para hacerse un descafeinado con leche. Bueno, era en realidad una bebida de soja que se compraba en el Mercadona. Lograba volver a conciliar el sueño hojeando un ejemplar de Platero y yo, que se sabía casi de memoria. Pasaba sus hojas, sobadísimas, con una uña tan larga como mugrienta. Volvía a despertar, sobresaltado, la boca seca, el sarro ganando terreno en la base interna de los colmillos. Otro café con leche. Se paseaba por el cuarto arrastrando los pies, imaginándose qué ocurriría al romper el día. Se echaba desodorante. El vampiro se echaba desodorante a las cinco de la mañana. Leía otro poco, se volvía a quedar dormido. Más tarde abriría los ojos nuevamente, agitado.
Jamás se había imaginado que se pondría tan nervioso por aquella entrevista.
8.- Quien con niños se acuesta, mojado se levanta.
Se despertó la vampiresa al levantarme del sofá e intentó agarrarme con su mano huesuda. Rápido, le aticé un golpe en la cara con un cenicero y empezó a sangrarle un ojo. Corrí hasta la puerta y salí de ese antro como un rayo. Estaba aterrado.
Horas antes, su forma de bailar y sus sonrisas me habían embrujado. Me presenté y le invité a un gin-tonic. Pagué ese gin-tonic, los siguientes y el taxi a su casa... Su nombre: Abrahel.
Parecía una gran amante, pero, de repente, empecé a sentirme "usado", sí, esa es la palabra.
Me zarandeaba, me pegaba, me arañaba, me mordía, me maltrataba mientras me poseía... Estaba petrificado, cuando me "besaba", me absorbía. Su belleza se había disipado, ahora parecía un demonio.
Estaba tan aturdido que ni fuerzas tenía de vestirme y marcharme a casa. Me senté en el sofá e, inexorablemente, me quedé adormilado a su lado.
9.- Despertó el vampiro
Despertó el vampiro. Un hombre con los pectorales más grandes que la cara se pasea por la carretera. Un obús sale disparado hacia las tinieblas del fondo. El no nacido empieza a revolverse en la placenta y el fauno espera su advenimiento danzando entre los árboles.
Despertó el vampiro. Se ha preparado un banquete en honor del futuro bebé. El mayordomo aguarda oculto tras las cortinas, puñal en mano, pero su anticipación sádica se troca en furia cuando ve al abuelo bajar del techo tocando el órgano.
Y despertó el vampiro. Pronto todos dormirán con él.
10.- Ya no hay con quién contar
Despertó el vampiro con un chasquido de dedos. Ignoraba si la terapia había tenido éxito, no recordaba nada a partir del tercer movimiento de péndulo del hipnotizador. Sí recordaba lo que le había llevado a aquel diván. Quería ser normal, dejar sus anteriores costumbres, los hábitos incontrolables que le empujaban a tener ese comportamiento irracional. Además, estaba harto de truenos y relámpagos, le daban dolor de cabeza, rozando la epilepsia. Cuando salió a la calle, innumerables estrellas brillaban en el firmamento.
Innumerables. Quiso llorar de alegría. ¡Estaba curado! Volvió al barrio dispuesto a comportarse como era menester.
Cuando se encontró con Gustavo y éste le recibió dicharachero con un ocurrente “¿Qué me cuentas?”, sólo pudo abalanzarse sobre su yugular, sediento de sangre.
Y así fue cómo el Conde Draco se curó de su aritmomanía. Otro día os contaré cómo Triki se pasó a los sobaos pasiegos, o cómo Animal consiguió dejar el speed.
11.- Sobredosis
Despertó el vampiro bañado en el sudor frío del síndrome de abstinencia. Tres siglos atrás, había mordido a un opiómano en un fumadero de Shanghái, su vida se convirtió desde entonces en una carrera desbocada por conseguir el colocón definitivo. Había libado cocaína de Sinatra, heroína de Charlie Parker, LSD de Jim Morrison y anabolizantes de todo un equipo femenino de natación de la RDA, pero nada le había preparado para lo que experimentaría al beber de aquel despojo humano en un poblado de chabolas de Madrid. Antes de que su corazón se detuviese, tuvo tiempo de pensar que trescientos años de búsqueda habían merecido la pena y que si la felicidad existía, acababa de encontrarla.
Despertó como de un sueño de años. El cuello le ardía, pero se sentía fresco, rejuvenecido, inmortal. Vio claro su futuro; dejaría la droga y recuperaría el título de campeón. El Potro de Vallecas galopaba de nuevo.
12.- Space Opera
Despertó el vampiro espacial sobre un asteroide de Sagitario. Un brillo proveniente de medusas opalinas le bañaba el rostro y se dispuso a desayunar. Hoy tenía poco apetito, un par de planetas bastarían. Entonces, emboscados tras líquenes iridiscentes, los divisó. ¡Los malditos Centinelas Cósmicos! ¡Una centuria completa de asesinos robóticos! Esquivando rayos de plasma —«fiuuu, fiuuu, ¡corre, vampiro espacial! ¡escapa de ellos!»— nuestro héroe desplegó las alas y logró darles esquinazo. Tanto se acercó a un agujero negro que su piel se oscureció hasta asemejar obsidiana…
—¡A cenar! — la voz de su madre le alcanzó desde lejos.
El pequeño vampiro dejó los juguetes en el suelo —las canicas de medusas, el mecano que hacía las veces de centinelas, la peonza que servía de agujero negro, el playmobil articulado con la cara ensombrecida de rotulador— y se dirigió presuroso hacia la cocina. ¡Umh, hoy tenía un hambre voraz! ¡Y olía a sangre!
13.- Víctor y Gabriel
Se despertó el vampiro, creyéndose de nuevo humano y mortal, con su piel recubierta de aquella arcilla carmesí.
Víctor, el anciano alquimista, habría vuelto a hacer su magia con Gabriel diez años después. Aquella primera vez, los desajustes de su mezcla habían tenido consecuencias indeseadas. Para Gabriel habrían resultado un tormento, la inmortalidad no compensaba la maldición de convertirse en el primer vampiro.
Sin embargo, Víctor, no había pasado una sola noche sin recordar aquel momento en el que embadurnaba con sus desnudas manos por fin aquel prodigio de la naturaleza. Y hoy había vuelto a recrear su fantasía.
Gabriel abandonaba risueño la estancia. Víctor sabía que era efímero, no le perdonaría el engaño y volvería para acabar con él. Estaba dispuesto a pagar ese precio por reavivar sus recuerdos disfrutando de nuevo de cada rincón de aquel hermoso cuerpo y no podía permitir que aquella belleza no fuera disfrutada por la eternidad.
14.- Halloween
Se despertó el vampiro. Su traje negro impecable, el pelo engominado. Uno de los dientes le había hecho una herida en el labio y lamió el regusto de su propia sangre.
Cora entró, abrió la ventana, la brisa nocturna golpeó su cara y también Cora instándole a gritos a levantarse. La odiaba, era la tercera en cinco años. Podría arrancarle el cuello si fuese un vampiro de verdad, pero sólo era un niño de trece años. Su padre entró después y le oyó decir “¡que hace este imbécil en un ataúd, puto Halloween ¡”
No pensó, subió a la barandilla y voló. Dos pisos y aterrizó en el coche de su padre, mientras miles de cristales, con la banda sonora de la alarma, rodaban a la luz de la luna.
Entró en la fiesta, los restos de vidrio le hicieron brillar y las chicas le miraban. Esa noche el vampiro se transformó en un hombre.
15. Vacaciones en Gandía.
Despertó el vampiro por culpa del olor a carne quemada. La suya. Al fondo, en la televisión, dos humanos se jugaban la victoria de etapa al sprint. Litros de sangría corrían de forma indirecta por sus venas y en el estómago no le entraba más paella.
- Tú, ¡Paliducho!¡Vaya siesta te has pegado! !Y échate aftersun que te estás abrasando!
16.- Cadena trófica alterada
Despertó el vampiro sin saber cuánto había estado fuera de juego. Miró a los lados, como esperando a alguien. Estaba extrañado, ya que para su despertar era necesario un sacrificio y alli no había ningún cadáver de nadie. La otra explicación era imposible... Dudaba que nadie hubiera matado a quien le castigó, al Príncipe de las Tinieblas. Algo que sería fatídico para el mundo de los mortales, aunque muy bueno para él. Así que se acercó a la ciudad más cercana. Allí tampoco había ningún alma. Otros como él deambulaban en búsqueda de víctimas. Todo en kilómetros a la redonda estaba desangelado. Nada, nadie.
Al parecer, ante la extinción de la raza humana y su migración a Marte, el diablo se vio forzado a jubilarse y liberar todas las bestias. El problema sería el abastecimiento de presas.
El vampiro buscó cómo emigrar, un cíclope le había echado el ojo.
17.- Sangre fácil
Despertó el vampiro con hambre. Ya había anochecido, y enseguida llegó Loli, parloteando sobre el tiempo y rencillas laborales. Esperó enroscado en el sofá, mientras ella la calentaba. “Y como ha pasado el día mi cuchufleta, cómo está mi gordito bebe sangre”. La misma irritante demostración de todas las noches. Odiaba esa voz meliflua y recibir ese trato de cachorro de chihuahua, pero era el precio de la pereza, lo que había buscado, lo que merecía. En Tinder buscó enfermeras y bingo, la del banco de sangre. Fue fácil. Soltera, sin hijos, había tenido dos perros y cuatro gatos, pero se los llevó el moquillo y le daba pena tener más. Ahí tenía que haber escapado; le venció con la sengre. Ahora sólo quedaba en la memoria su vida como caudillo bárbaro, cortando cabezas, cazando víctimas. Ahora sorbía despacio la sangre tibia del biberón “para no manchar”, viendo culebrones, tan atusado como muerto.
18.- Figuración especial
“Despertó el vampiro” con Christopher Lee y Barbara Shelley. Las cuarenta copias en VHS que guardaba en el cajón eran los últimos vestigios de aquella malograda producción. Fue la primera vez que se presentó al papel de Drácula. Ella optaba al de Helen. Ninguno lo consiguió, pero les permitieron participar como extras. En siete días de rodaje, jamás encontró la frase idónea para romper el hielo.
Desde entonces, siguió acudiendo a todos los castings con la esperanza de volver a verla. Ya tenía preparada la frase que le diría: “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte”. Cuando los vampiros pasaron de moda, no desistió. Había perdido la dignidad, pero no la esperanza. Se reencontraron en el plató de una película de tornados y tiburones asesinos. Bastó un cruce de miradas para que le reconociese, pero cuando fue a decir la frase que llevaba cuarenta años preparando, dudó. El tiempo no pasa en vano.
19.- Devil Town
Despertó el vampiro justo cuando se hizo de noche y yo aún bostezaba. Como si hubiera aprendido a convivir con el miedo, me atreví a decirle "Ey, tío, ¿Qué tal has dormido?" o algo del estilo. El vampiro, mirándome con pena, me contó que había soñado con un amanecer en una de las playas en las que había vivido hace siglos. Yo le dije que a lo mejor era un recuerdo en lugar de un sueño, y entonces se puso de muy malas pulgas sin que realmente se le notara. Sólo lo de los colmillos, ya sabes. Entonces me vestí y salí rápido de allí. No tengo prejuicios contra los vampiros, este pueblo está lleno de ellos, pero tampoco quiero meterme en problemas. En la calle, todo era más intenso. El frío era mas frío, pero la luz de la luna era más intensa. No sé como explicarlo... De golpe lo entendí todo.
Última edición por salakov el Jue Jul 27 2023, 20:44, editado 2 veces
salakov- Mensajes : 52354
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Re: VOTACIONES RONDA 8.47 DE MICRORRELATOS AZKENEROS (¡LO DE LOS VAMPIROS!)
Para que todo el mundo se lea los 19 relatos y no haya error, para eso he creado esto.
salakov- Mensajes : 52354
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Re: VOTACIONES RONDA 8.47 DE MICRORRELATOS AZKENEROS (¡LO DE LOS VAMPIROS!)
salakov escribió:Para que todo el mundo se lea los 19 relatos y no haya error, para eso he creado esto.
pero si ya está todo en el otro tópic...
salakov- Mensajes : 52354
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