Historias de tu pueblo.

Mi madre vio en una ocasión a un drogadicto limpiando la jeringuilla en una pila de agua bendita de la parroquia...

Cuando estrenaron "Mary Poppins", uno de mi pueblo se tiró del campanario con un paraguas abierto y sin cuerda...

Totalmente verídico.

A uno de mi pueblo le llamaban "Satanas".

En un campamento de verano, quemó mi armario con toda la ropa que allí había, entre otras cosas la de mi primera comunión...

En el 23-F, uno de mi pueblo se encerró en la despensa.

Buenas bromas que le hacen todavía algunos recordándole el episodio...
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En el pueblo de mi abuela, cuando mi abuela era pequeña apareció una mañana de repente una niña con un cartel que ponía lo siguiente:

"Benita me llamo
bautizada me he.
Ponme la tetita
y verás como mamo."

Tiempos de necesidad en los que a los padres de la criatura no les faltaba un poco de sentido del humor...

En mi pueblo hace años, un perro se coló en la parroquia en plena misa. Parece ser que se paseó por el pasillo central, llegó al altar, echó una meada y se fue por donde había venido.

En otra ocasión, un pedigueño (no sé si se escribe con diéresis) penetró hasta la sacristía en plena función eucarística y parece ser que robó un par de hostias...

El día de Santiago en mi pueblo es tradición subir al monte. Hay una misa ahí arriba y luego un banquete.

Estábamos mi primo y yo (la mayoría de las anécdotas me suelen ocurrir con mi primo) por la zona, y en esto que vemos al cura con un bocata de panceta bien humeante. El diálogo que vino a continuación quizá no tenga tanta gracia al verlo por escrito, pero el descojono que les entró a todos los presentes durante varios minutos fue digno de grabar.

- El cura Patxi (mirando su bocata): "Esto es gloria bendita".
- Mi primo: "Eso es gula, Patxi, eso es gula".
- Cura: "Es mi pecado".
- Yo: "El mío, lujuria".
- Cura: "Que bien vivís algunos, cabrones".

Uno de mi pueblo fue guardia civil en el franquismo y buenas ostias que repartía.

Desde la transición hasta mediados de los años 90 del S.XX no salió de casa ni una sola vez. Acojono to the max...

Uno de los pasos de Semana Santa de mi pueblo consiste simplemente en dos personas transportando una especie de soporte sobre el cual está la sagrada forma.

Estábamos mi primo y yo viendo la procesión en la atiborrada plaza. El silencio era sepulcral, y de repente que salta mi primo: "¡Este paso es la ostia!".

Curiosas las distintas reacciones de los presentes: Unos comenzaron a descojonarse y a aplaudir. Otros le miraron con una cara de mala ostia que no se me olvidará en la vida.
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La banda de música de mi pueblo ensayaba en la casa de Correos. Un buen día uno de los componentes olió a fritanga y supuso que estaban de barbacoa los vecinos.

A la noche de ese mismo día ardió todo el edificio por un fallo de la calefacción.

Bajo el quiosco de la música de la plaza de mi pueblo hay un W.C. público.

Un día estábamos en la plaza los de mi clase y yo. Coincidió que una ventana de abajo del quiosco estaba abierta y en su interior había un viejo cagando a pulso.

La anécdota no tendría mayor trascendencia si no fuera porque ha quedado grabada en mi mente y por tanto en mi mitología particular.

El borracho del pueblo (había muchos borrachos pero este era especial) solía tirarse el cabrón de él a la carretera cuando estaba a punto de pasar un coche, para ser parcialmente atropellado y cobrar indemnización para así disponer de fondos para comprar más alcohol...

Uno de mi pueblo siempre tenía ganas de metesaca y su mujer ya estaba hartita.

Cual Lorena Bobbitt procedió a la incisión de turno, esta vez con un hacha.

Como no somos anglosajones, eso no salió en ningún medio...

Una vez que nevó en el patio aprovechamos para tirar bolas a las monjas con piedras en su interior...

Txomin el bibliotecario nos ostiaba con un palo si hablábamos en la biblioteca.

Cada vez que lo contábamos en casa, la respuesta era la misma: "¡Anda ya!, ¡Como narices os va a dar Txomin con un palo, si es persona de misa diaria!"

A Txomin le acaban de hacer un cabezudo en su honor para las fiestas del pueblo: el cabezudo payaso.

Uno de los borrachos de mi pueblo solía salir a las tantas de la noche para ver si había bares abiertos, aunque sabía de sobra que no los había...