Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
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Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Cuando aparezca mamancio con sus máquinas del cáncer en shangai lo mismo a los chinos les entra hipo de la risa.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Lo que no voy a hacer es lamerle el culo. Y sí, que done las máquinas a esos países donde no hay seguridad social y donde tus fábricas han contribuido a contaminar.
Que no se trata de aceptar o no. Se trata de que es un lavado de cara puro y duro.
Que no se trata de aceptar o no. Se trata de que es un lavado de cara puro y duro.
Koikila- Mensajes : 46193
Fecha de inscripción : 29/07/2009
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Encima contamina países.
Ojalá le propinen el pioletazo que se merece.
Ojalá le propinen el pioletazo que se merece.
Fridge- Mensajes : 7683
Fecha de inscripción : 22/02/2019
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Personalmente no acabo de entender el revuelo que ha causado toda esta mandanga.
¿Un multimillonario haciendo donaciones?
Insólito.
Que lo haga por limpiar su imagen o su conciencia, me la trae más bien floja.
Si hubiera donado lanzamisiles y helicópteros de combate a Defensa podría entender cierto revuelo, pero con esto...
Será el poso que me dejó de pequeño ir con el sobre del Domund a casa.
¿Un multimillonario haciendo donaciones?
Insólito.
Que lo haga por limpiar su imagen o su conciencia, me la trae más bien floja.
Si hubiera donado lanzamisiles y helicópteros de combate a Defensa podría entender cierto revuelo, pero con esto...
Será el poso que me dejó de pequeño ir con el sobre del Domund a casa.
Eloy- Mensajes : 85406
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
http://www.lugonews.com/2019/05/22/amancio-ortega-donara-200-millones-para-poner-a-la-venta-mas-entradas-rebajadas-del-caudal-fest/?fbclid=IwAR2CVhWTp0x3J49CoKUxWAeSwtjK7uHJ3lPe1Tiee_xLis7xtq7UaNBfnx8
Johnny Guitar- Mensajes : 12023
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Me parecería mejor si donase los 320 millones a mi cuenta.
Rikileaks- Mensajes : 82821
Fecha de inscripción : 17/01/2012
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Fridge escribió:Encima contamina países.
Ojalá le propinen el pioletazo que se merece.
Yo he oído que no recicla en casa, echa todo al orgánico.
Langarica- Mensajes : 13613
Fecha de inscripción : 12/08/2014
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Langarica escribió:Hola, mi fundación quiere donar unas máquinas para luchar contra el cancer.
Métaselas por el culo, usted es uno de los responsables de que el mundo esté mal repartido!
En serio?
Lo de la donación de máquinas no es tal cual ... primero las máquinas se tienen que comprar a cargo del presupuesto público ... y luego se supone que tiempo después la fundación abona la factura.
Quizá la Sanidad Pública podría invertir mejor esos millones distruyéndolos por departamentos para cubrir otras necesidades, pero parece ser que tiene que invertirse la donación tal y como dice Amancio.
Bienvenido sea cualquier aporte de capital que ayude a financiar la Sanidad Pública, pero se pueden hacer las cosas de otro modo. Amancio ni es un santo ni es un diablo.
BlueStarRider- Mensajes : 10844
Fecha de inscripción : 17/11/2018
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Eso sí, lo que nunca he dejado de pensar es que el altruísmo y la filantropía de los poderosos nadie la ha reflejado tan bien como Quino en tan sólo cuatro viñetas..
Eloy- Mensajes : 85406
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Eloy escribió:
Será el poso que me dejó de pequeño ir con el sobre del Domund a casa.
Aquellas huchas naranjas marcaron a fuego nuestro destino.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Fridge escribió:Ojalá le propinen el pioletazo que se merece.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Eloy escribió:Personalmente no acabo de entender el revuelo que ha causado toda esta mandanga.
¿Un multimillonario haciendo donaciones?
Insólito.
Que lo haga por limpiar su imagen o su conciencia, me la trae más bien floja.
Si hubiera donado lanzamisiles y helicópteros de combate a Defensa podría entender cierto revuelo, pero con esto...
Será el poso que me dejó de pequeño ir con el sobre del Domund a casa.
El revuelo en el foro lo ha causado quién ha hecho la, digamos, denuncia, no el hecho en sí que no es tan grave pero que sí tiene un par de vueltas. Cómo se han atrevidos los falsos desarrapados/verdaderos envidiosos y además pijos bolivarianos etc...¡¡a Don Amancio "marca España"!!. Que alguien cuelgue otra vez el youtube con la escena de la marquesa y los sirvientes o la entrevista a Bertín Osborne en el Hormiguero, si tiene cuajo.
Vamos, es que es de cajón que está bien que este buen señor aporte lo que quiera aportar cuando se levante con el pie derecho (ejem), y aún más de cajón que si todos estos "ejemplos de vida" pagaran lo que debieran a las arcas del estado no deberíamos andar recortando en educación, justicia o SANIDAD.
Pero en fin, que esto es una guerra perdida desde hace eones.
Última edición por DeGuindos al Pavo el 23.05.19 10:11, editado 1 vez
DeGuindos al Pavo- Mensajes : 11033
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Koikila escribió:Simplemente, que el mundo esté así, con milmillonarios que acaparan el 80& de la riqueza mundial y gente muriéndose de hambre o aquí trabajando y siendo pobre me parece la mayor injusticia. Pero así es el sistema, cómo vamos a cambiarlo, es lo que hay.
Pero que esos milmillonarios sean gente a admirar... pues mira, a mí también me parecen escoria, y no creo que sea por envidia porque el destino de todos es el mismo: palmarla. Pero sí se podría intentar dejar un mundo más justo.
Ya veo que no.
Y me parece muy peligrosa esta deriva, que se llegue a estar como en USA, donde demasiadas cosas que debería financiar el estado dependen de la caridad de esos milmillonarios.
Lo sigo diciendo: que Amancio done esos equipos a China y a Bangladesh.
Ojo, desigualdad no equivale a pobreza. Una distribución más igualitaria no implica una población con calidad de vida mejor, hay muchos paises con una redistribución muy igualitaria pero con una renta per capita pobrísima (República Checa o Eslovaquia por ejemplo) y con niveles de vida muy inferiores a paises "desiguales", como Alemania o Gran Bretaña que son los que tiene mayor número de milmillorarios de la UE.
Un Estado de bienestar necesita para mantenerse qenerar riqueza, nos guste o no, y luego tratar de redistribuirla lo mejor posible a la población para garantizar los servicios básicos. Sin generar suficiente riqueza y sólo con un reparto equitativo, lo que haces es repartir miseria a partes iguales.
RandolphCarter- Mensajes : 2824
Fecha de inscripción : 21/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
RandolphCarter escribió:Koikila escribió:Simplemente, que el mundo esté así, con milmillonarios que acaparan el 80& de la riqueza mundial y gente muriéndose de hambre o aquí trabajando y siendo pobre me parece la mayor injusticia. Pero así es el sistema, cómo vamos a cambiarlo, es lo que hay.
Pero que esos milmillonarios sean gente a admirar... pues mira, a mí también me parecen escoria, y no creo que sea por envidia porque el destino de todos es el mismo: palmarla. Pero sí se podría intentar dejar un mundo más justo.
Ya veo que no.
Y me parece muy peligrosa esta deriva, que se llegue a estar como en USA, donde demasiadas cosas que debería financiar el estado dependen de la caridad de esos milmillonarios.
Lo sigo diciendo: que Amancio done esos equipos a China y a Bangladesh.
Ojo, desigualdad no equivale a pobreza. Una distribución más igualitaria no implica una población con calidad de vida mejor, hay muchos paises con una redistribución muy igualitaria pero con una renta per capita pobrísima (República Checa o Eslovaquia por ejemplo) y con niveles de vida muy inferiores a paises "desiguales", como Alemania o Gran Bretaña que son los que tiene mayor número de milmillorarios de la UE.
Un Estado de bienestar necesita para mantenerse qenerar riqueza, nos guste o no, y luego tratar de redistribuirla lo mejor posible a la población para garantizar los servicios básicos. Sin generar suficiente riqueza y sólo con un reparto equitativo, lo que haces es repartir miseria a partes iguales.
Un reparto exactamente equitativo no me parece la solución a nada, el problema es que España es uno de los paises con más desigualdad que te puedas echar a la cara. Y la sacralización del gran empresariado y sus donativos de marquesado tampoco ayudan.
https://elpais.com/economia/2019/02/23/actualidad/1550940064_334603.html
DeGuindos al Pavo- Mensajes : 11033
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:Cuando aparezca mamancio con sus máquinas del cáncer en shangai lo mismo a los chinos les entra hipo de la risa.
los chinos le meterán monedas, a ver si caga la tragaperras
Evolardo- Mensajes : 64466
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
DeGuindos al Pavo escribió:
El revuelo en el foro lo ha causado quién ha hecho la, digamos, denuncia, no el hecho en sí que no es tan grave pero que sí tiene un par de vueltas. Cómo se han atrevidos los falsos desarrapados/verdaderos envidiosos y además pijos bolivarianos etc...a Don Amancio "marca España".
Pero bastante claro. Los librepensadores son así.
gayeta- Mensajes : 14102
Fecha de inscripción : 08/06/2015
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Eloy escribió:Eso sí, lo que nunca he dejado de pensar es que el altruísmo y la filantropía de los poderosos nadie la ha reflejado tan bien como Quino en tan sólo cuatro viñetas..
Éste tiene más palabras:
- :
- "La otra noche se abría en un gran hotel de Madrid la rosa blanca y negra del vals, lleno de Vienas y apellidos. Era el vals de los debutantes y allí estaban las grandes familias, que no voy a citar porque esto no es una crónica social. La cosa iba a beneficio de algo, de alguien, como son siempre estas fiestas, que la aristocracia de la sangre, de la peseta, del oro falso alemán y de la mierda o industria/basura necesita siempre un motivo piadoso, pietista, para tranquilizar su conciencia, la conciencia que no tienen, y un fondo de pobres pintados sobre el que resalta más, como en las viejas novelas, el raso del esmoking, la nata blanquísima entre los pechos de las muchachas, la armonía milagrosa y culpable del vals, que es como aquello que se dijo en el XVIII: «Nadie sabe todo lo que cabe en un minué». Bien, pues yo les diré todo lo que cabe en un vals, sin olvidar un gran poema irónico de Vicente Aleixandre a este baile de entre dos siglos, baile de postrimerías, gentil e hipócrita. Semicírculo de muchachas en flor que jamás leerán a Proust, amores eternos que sólo duran un vals, el sexo rosa e imposible de las debutantes, marqueses, apellidos, cosas. Ese vals paleocapitalista que bailaron, sin saberlo, los pobres de parking y madrugada, los violinistas muertos del Metro, los chabolistas del cinturón rojo, los exiliados en Móstoles, como en el Gulag, los estafados de la PSV, los abrecoches cojos y legionarios, los personajes del frío, los narcos de espartal, todos los de Madrid 650, las negronas de la calle de la Cruz, los durmientes del Retiro y las ancianas con toquilla de helada, con rulos de rocío y madrugada, con hoguera de intemperie, los negros muertos de rebote y los conversadores cadáveres de tanatorio, que, como no tienen familia, juegan al dominó con los empleados del Funeral House de la M-30. Ya ven ustedes todo lo que cabe en un vals o un minué. Ya ven ustedes que en la España del impulso democrático y el socialismo muy puesto se abre todavía el loto oriental/occidental de un baile de sociedad donde los apellidos suenan como eslabones de oro y el concepto de justicia social espera a la puerta del hotel una limosna, como un mendigo de la gramática. Este personal antiguo y feliz, estos ricos de la sangre o el robo, estos cursis del dinero siguen manejando el chantaje fino de la caridad, y se pegan una noche bailona y churriguera en nombre de unos pobres hipotéticos y boreales a quienes les van a llegar unas pesetas (15.000 la entrada) si se portan bien y no se lo gastan en vino, que sería lo más sensato. El vino es el último amigo que le queda al pobre y la miseria nacional no ha pasado del vino con raspas, del «pan y cuchillo» de Miguel Hernández, en once años de socialismo, que se dice bien, como diría una tía mía que en gloria esté. Si son posibles todavía estos saraos fin de siglo, estas coartadas entre pobres y ricos, es que aquí en materia social (como diría un editorialista) no se ha avanzado nada. No le gusta demasiado a uno hacer estos artículos fáciles y demagógicos, pero es que a veces la vida es fácil y demagógica. El baile de los debutantes, los zorritos y las zorritas de una casta sagrada e intocable, la verdad es que estuvieron muy bien. A ellas se les salía el coño por el escote, pero eso es por las prisas. Ellos, hechos unos palizas, como siempre, pero estas cosas gustan al buen pueblo cuando las ve en el Hola. Cada clase se divierte a su manera y a las debutantes pardalas de la plaza Benavente las desvirga el parrús un rico de pueblo por tres mil pelas y la cama." F. Umbral 1994
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Lo que le gustaban a umbral los coños.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Brutal umbral
javi clemente- Mensajes : 121999
Fecha de inscripción : 08/05/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Más que a un tonto un pirulí
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Yo ahí lo censurable que veo es que contraten servicios a empresas como Glovo , deliveroo etc.BlueStarRider escribió:El otro día un repartidor de Glovo que fue a entregar unas pizzas al chalet de Pablo Iglesias se negó a recibir propina. A ver si se van a creer esos neocapitalistas que pueden comprar al proletariado con unas monedas, y encima pagadas "en B".
Lo de las propinas es una chorrada. Cualquiera puede decidir ofrecerla y el otro rechazarla .
Looper- Mensajes : 625
Fecha de inscripción : 19/07/2018
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
albichuela escribió:Eloy escribió:Eso sí, lo que nunca he dejado de pensar es que el altruísmo y la filantropía de los poderosos nadie la ha reflejado tan bien como Quino en tan sólo cuatro viñetas..
Éste tiene más palabras:
- :
"La otra noche se abría en un gran hotel de Madrid la rosa blanca y negra del vals, lleno de Vienas y apellidos. Era el vals de los debutantes y allí estaban las grandes familias, que no voy a citar porque esto no es una crónica social. La cosa iba a beneficio de algo, de alguien, como son siempre estas fiestas, que la aristocracia de la sangre, de la peseta, del oro falso alemán y de la mierda o industria/basura necesita siempre un motivo piadoso, pietista, para tranquilizar su conciencia, la conciencia que no tienen, y un fondo de pobres pintados sobre el que resalta más, como en las viejas novelas, el raso del esmoking, la nata blanquísima entre los pechos de las muchachas, la armonía milagrosa y culpable del vals, que es como aquello que se dijo en el XVIII: «Nadie sabe todo lo que cabe en un minué». Bien, pues yo les diré todo lo que cabe en un vals, sin olvidar un gran poema irónico de Vicente Aleixandre a este baile de entre dos siglos, baile de postrimerías, gentil e hipócrita. Semicírculo de muchachas en flor que jamás leerán a Proust, amores eternos que sólo duran un vals, el sexo rosa e imposible de las debutantes, marqueses, apellidos, cosas. Ese vals paleocapitalista que bailaron, sin saberlo, los pobres de parking y madrugada, los violinistas muertos del Metro, los chabolistas del cinturón rojo, los exiliados en Móstoles, como en el Gulag, los estafados de la PSV, los abrecoches cojos y legionarios, los personajes del frío, los narcos de espartal, todos los de Madrid 650, las negronas de la calle de la Cruz, los durmientes del Retiro y las ancianas con toquilla de helada, con rulos de rocío y madrugada, con hoguera de intemperie, los negros muertos de rebote y los conversadores cadáveres de tanatorio, que, como no tienen familia, juegan al dominó con los empleados del Funeral House de la M-30. Ya ven ustedes todo lo que cabe en un vals o un minué. Ya ven ustedes que en la España del impulso democrático y el socialismo muy puesto se abre todavía el loto oriental/occidental de un baile de sociedad donde los apellidos suenan como eslabones de oro y el concepto de justicia social espera a la puerta del hotel una limosna, como un mendigo de la gramática. Este personal antiguo y feliz, estos ricos de la sangre o el robo, estos cursis del dinero siguen manejando el chantaje fino de la caridad, y se pegan una noche bailona y churriguera en nombre de unos pobres hipotéticos y boreales a quienes les van a llegar unas pesetas (15.000 la entrada) si se portan bien y no se lo gastan en vino, que sería lo más sensato. El vino es el último amigo que le queda al pobre y la miseria nacional no ha pasado del vino con raspas, del «pan y cuchillo» de Miguel Hernández, en once años de socialismo, que se dice bien, como diría una tía mía que en gloria esté. Si son posibles todavía estos saraos fin de siglo, estas coartadas entre pobres y ricos, es que aquí en materia social (como diría un editorialista) no se ha avanzado nada. No le gusta demasiado a uno hacer estos artículos fáciles y demagógicos, pero es que a veces la vida es fácil y demagógica. El baile de los debutantes, los zorritos y las zorritas de una casta sagrada e intocable, la verdad es que estuvieron muy bien. A ellas se les salía el coño por el escote, pero eso es por las prisas. Ellos, hechos unos palizas, como siempre, pero estas cosas gustan al buen pueblo cuando las ve en el Hola. Cada clase se divierte a su manera y a las debutantes pardalas de la plaza Benavente las desvirga el parrús un rico de pueblo por tres mil pelas y la cama." F. Umbral 1994
Podría ir directo a su Museo nacional del mal gusto.
Espero que no haya sido el único que leyendo esto se le haya venido a la cabeza como un ciclón Gunilla Von Bismarck (polvazo sideral, edito: en sus días de gloria) y su pareja de entonces con cara de eterno retorno a la repisita de los baños.
DeGuindos al Pavo- Mensajes : 11033
Fecha de inscripción : 28/07/2012
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Más Amancio, más. Todavía no sentimos tanta envidia como con Cristiano.
Txemari- Mensajes : 39571
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Si Amancio donara para traer a Neil Young al ARF iba a callar muchas bocas.
wakam- Mensajes : 81311
Fecha de inscripción : 27/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
wakam escribió:Si Amancio donara para traer a Neil Young al ARF iba a callar muchas bocas.
Txemari- Mensajes : 39571
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Txemari escribió:wakam escribió:Si Amancio donara para traer a Neil Young al ARF iba a callar muchas bocas.
RandolphCarter- Mensajes : 2824
Fecha de inscripción : 21/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Sería un insulto para un anticapi como neil.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:Cuando aparezca mamancio con sus máquinas del cáncer en shangai lo mismo a los chinos les entra hipo de la risa.
Sí, vamos camino de ser China 2.
Drakixx- Mensajes : 21820
Fecha de inscripción : 06/11/2009
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Drakixx escribió:Godofredo escribió:Cuando aparezca mamancio con sus máquinas del cáncer en shangai lo mismo a los chinos les entra hipo de la risa.
Sí, vamos camino de ser China 2.
Para eso nos tendría que crecer bastante la polla.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:Drakixx escribió:Godofredo escribió:Cuando aparezca mamancio con sus máquinas del cáncer en shangai lo mismo a los chinos les entra hipo de la risa.
Sí, vamos camino de ser China 2.
Para eso nos tendría que crecer bastante la polla.
Drakixx- Mensajes : 21820
Fecha de inscripción : 06/11/2009
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Este tópic me trae, irremediablemente, recuerdos de mi época de Amancio de chichinabo por Asia
Allí en India, durante casi un año, me alojé en el típico condominio precintado contra pobres, cárcel de lujo para la nueva clase media, esclava de las grandes tecnológicas, mano de obra, no ya para las Nike de turno, sino para poder usar internet tal y como lo conocemos hoy en día. Aquellos condominios crecían como setas en paralelo a los grandes HQs de Amazon, Microsoft o Google y estaban habitados por gente que trabajaba 14 horas diarias delante de una pantalla y tenía un sueldo suficiente (pero sin pasarse) como para pagarse un apartamento de 300m2 y un coche bien insonorizado y protegido contra olores. Así, podían montarse en él antes de salir del recinto y atravesar la montaña de miseria que se agolpaba contra el muro perimetral para llegar a la oficina sin manchar el radiante traje nuevo estilo años 90.
Eran gentes que venían de la aldea y que, gracias a políticas que habían favorecido a las castas más bajas, habían podido estudiar una carrera. Tenían lo que habían soñado y, ciertamente, vivían con mayores comodidades que sus padres. Ya se sabe: televisión por cable, camas king size, piscina, gimnasio y árboles y setos perfectamente podados, por el servicio, se entiende. En la planta 18 con vistas a la llanura, yo tenía un salón de unos 100m2 con una televisión de 60'', un sofa para verla, una mesa circular de diámetro 80 y dos sillas, una para mí y otra para mi novia. En el resto podía perfectamente haber puesto una piscina para hacerme unos largos cada mañana. Pero la desgracia de estas gentes era que, teniendo que trabajar marido y mujer, los hijos que iban teniendo se los mandaban a los abuelos, de vuelta al campo, porque no eran capaces de hacerse cargo de ellos. Entregaban su vida por el bienestar de la generación anterior y la siguiente. De aquella frustración, de una cultura milenaria de desprecio a la mujer y de políticas como esa que establece que la violencia dentro del matrimonio no es tal, solían derivarse, en algunos casos, alaridos nocturnos y algún que otro moratón en las caras de vecinas o incluso rostros desfigurados por el ácido. Hay algún documental bastante crudo al respecto, pero claro, esto se entiende mejor cuando te lo cruzas en el rellano o te debates por llamar a una policía que no va a hacer más que reirse en tu cara cuando le cuentes tus preocupaciones. También puedes bajar tú mismo a aporrear la puerta pero tu enclenque musculatura y la escasa confianza en los hospitales locales te llevan, simplemente, a echar un polvo tratando de gritar más que la vecina.
Aquella montaña de miseria y basura agolpada contra la tapia del condominio consistía en cartones, uralita, gente semidesnuda y la mierda que cagaban puesta en montoncitos en los extremos de aquella urbanización improvisada. Sobrevivían limpiando las casas de los anteriores y vivían ahí, acompañados de sus familias, o a veces separados, porque con su sueldo no podían pagarse el transporte desde una zona en la que pudieran instalarse en unas condiciones de pobreza similares pero, al menos, no tan miserables.
Solía ir al trabajo en tuktuk. 25km cada mañana por carreteras sin asfaltar o en obras. Llegaba al trabajo como si me hubiesen tirado un saco de harina encima para ducharme, tanto como fuera posible, con el lavabo del aseo. No tenía puto sentido, pero era emocionante hacer carreras de autos locos con familias enteras de 3 hijos montadas en una sola moto, cabras colgando de los laterales y demás. Y a mi jefe no parecían importarle mis pintas y yo tenía claro que había que zambullirse en aquello.
Habíamos llegado (mi compañero de trabajo y yo) a un acuerdo con un conductor: le pagábamos la renta del vehículo que había conseguido alquilar tras aceptar extorsiones y amenazas de las mafias locales que controlaban todo el parque de tuktuks de la ciudad y, a cambio, él se comprometía a llevarnos y traernos del trabajo a la hora estipulada más algún viaje extra de fin de semana para hacer la compra o salir a cenar. El resto del tiempo quedaba a su disposición para ganarse el jornal.
Yadav, el conductor, era un tipo entrañable, único contacto que conservo (a excepción de mi exjefe) de mi paso por allí. Muy joven, se enamoró de una chica de casta inferior, lo que les valió ser repudiados por sus familias. Empezaron su matrimonio en los slums en la miseria más absoluta. Con el tiempo, consiguió acceder al volante de un tuktuk y, como de inteligencia no andaba corto aunque de cultura sí, enseguida entendió que la mejor manera de subir la escalera era aprender a chapurrear cuatro palabras de inglés, depués de castellano o francés o italiano. Lo que hiciera falta para centrarse en ser conductor de expatriados aunque yo, en realidad, fuese un inmigrante a secas. Pasé a ser su cuñado y mi novia su hermana, cosa que nos parecía de lo más tierna pero él se tomaba muy en serio; nos costó entender las implicaciones de aquellas condecoraciones. Para cuando le conocí iba por su quinto hijo, sólo el cuarto varón. La quinta no sé si le vino de rebote, porque en una comida a la que invitó a mi novia un día en que se la llevó de paseo a explorar la ciudad (es fotógrafa), se la puso en el regazo e intentó que se la trajera a casa de regalo. Les sobraba un poco.
Una cosa que me escamaba era la falta de supervisión y atención que tenía por la educación de sus tres primeras hijas. Uno podía ver que las quería, pero también que sólo sentía verdadera preocupación por el futuro de su hijo. Tampoco es que se le pudiera culpar, allí podía bastar con un buen sueldo para alimentar a toda una familia de tres generaciones y, puestos a apostar, el crío seguramente tendría el que más posibilidades de alcanzarlo. Fueron muchas las veces que le insistí en la importancia de tener una buena educación, que se diera cuenta de lo importante que para él estaba siendo saber chapurrear un par de idiomas, por ejemplo. Bastaba saber inglés para que sus hijas pudiensen dedicarse a limpiar casas de extranjeros pudientes. Él siempre asentía diciendo "sí, cuñado". En su cumpleaños, mi colega y yo decidimos darle una mensualidad extra. Creíamos que con todo el coaching al que le habíamos sometido y nuestras buenas intenciones compraría un par de libros para la escuela y unas batas para que sus hijas no fueran al colegio en harapos. Cosas de a quien le sobra algo de salario para ahorrar y hacer planes a medio-largo plazo. Él, que vivía al día, sin saber si mañana tendría dinero para comprar arroz, se montó una juerga de tres pares de cojones con sus amigos y pasó 3 días sin aparecer ni por su casa ni por nuestra puerta. Aquello me escandalizó, casi rompemos nuestro acuerdo. Hoy, 5 años después, igual que 2 años antes de aquello, yo pienso en dónde irme de vacaciones con lo que me va a devolver hacienda. Y Yadav siguió ascendiendo, a pesar de todo. Hoy en día es dueño de una furgoneta de transporte escolar y me llama por facebook desde su smartphone casi todas las semanas para que todos sus chiquillos puedan saludarme. Sólo respondo a veces. La última vez, después de un día bastante duro discutiendo con auténticos miserables, lo hizo justo cuando volvía a casa, como si hubiese intuido que necesitaba volver a entender un poquito lo sencillas que pueden ser las cosas.
Al tiempo, mi novia y yo decidimos que aquello del condominio era moralmente insoportable. Había que mudarse al centro; asumir los riesgos de una vida entre los pobres. Queríamos poder comprar las verduras en el mercadillo de la calle en lugar de en supermercados y los huevos en la pollería aquella que apestaba a orín de pollo cagado de miedo. Que pudiera darse el caso de que un desconocido siguiera a mi novia en moto durante más de 15km hasta la puerta de casa eran riesgos que estábamos dispuestos a asumir. Y eso hicimos.
Esta decisión supuso prescindir de los servicios de Yadav, pero no de su cariño. Allí, la dueña de nuestro nuevo piso nos pidió que conserváramos a la chica de la limpieza que venía empleando durante años, nosotros ni nos lo habíamos planteado pero ella no quería perjudicarle y accedimos. No hablaba nada de inglés, teníamos que comunicarnos con el traductor de google, pero el que recita, porque tampoco sabía leer. Creo que su sueldo era de 40€ mensuales por venir 3h/día cinco días a la semana. Aquello era realmente escandaloso.
Hablamos con la dueña y le propusimos un sueldo de 200€ mensuales o que viniera 2h 2-3 días, realmente no hacía falta más, la mayoría de las habitaciones de la casa estaban clausuradas por falta de uso y nosotros no eramos de ensuciar demasiado. La negativa fue tajante y hablabamos de alguien ante quien tuvimos que fingir estar casados para que nos alquilara el piso. Estaba claro que no entendíamos las implicaciones de poner a disposición de alguien tan pobre una cantidad de dinero que no sabía ni por donde empezar a gestionar o quizás, simplemente, no querían tener que pagarle más cuando volvieran a vivir allí. En fin, supongo que podíamos haberle dado extras bajo manga, pero después de lo de Yadav surgía la duda y encontrar aquel piso nos había costado sudor y lágrimas. Además, ella parecía feliz de tener unos empleadores que no le gritaran ni le pegaran, así que no le dimos más vueltas y nos limitamos a regalarle los electrodomésticos cuando nos fuimos. Lo que sí decidimos fue comprarle una fregona y una escoba. Verle limpiar el suelo de rodillas y frotando era algo que escapaba a mi comprensión. Jamás quiso tocarlas e insistí bastante pero así de interiorizado tenía el sometimiento que llevaba toda su vida soportando. Tampoco nunca se dirigió a mí, solo a mi novia, incluso el día que rompío un vaso que le rajó la mano de arriba a abajo y vino llorando desconsolada a disculparse por haber roto la vajilla del todo a cien mientras chorreaba sangre.
En esta nueva casa, durante un tiempo, debí negociar cada mañana el precio del transporte hasta el trabajo. Para entonces ya había viajado un poco por Asía y, siendo conocedor del precio real de las cosas, me daba cuenta del pernicioso efecto que el turismo tenía en la vida diaria de los locales más desfavorecidos. Que sí, que a la larga las condiciones mejoran, pero por el camino, en situaciones de transformación tan aceleradas, se van dejando unas víctimas colaterales en las cunetas de las que los números no suelen acordarse. Pagar sobreprecios a los transportes habituales de las clases más bajas hacía que los conductores pasasen olímpicamente de sus clientes naturales y se dedicasen a pelear por cazar turistas que bien podían pagar un 300% sin saber que estaban siendo estafados. Claro, esto dificultaba las posibilidades de transporte de los currelas o les obligaba a sufrir una inflación que difícilmente podían soportar; volvían a la mente aquellos que se agolpaban frente al condominio. Así que, llegado un punto, adopté la política de no pagar ni una rupia más del precio real y exigir siempre el uso del taquímetro. Y aquí ya dependía del conductor, si no le daba al botoncito para trucarlo y cobrarme x1.5 entonces le daba una propina del 50% (después de la ardua negociación por pagar el precio real). Si lo activaba, me bajaba en el primer atasco y me iba sin pagar.
Y así anduve hasta que un buen día conocí a Christ llevando a sus hijos, Eve y Adam, al colegio en moto. Fue él quien se aproximó. Me tomó por cristiano, qué cosas. En seguida se ofreció a hacer un trato para llevarme en moto al trabajo cada día por algo menos de lo que me costaba el tuktuk. Sólo tenía un casco, pero el tío era majete, así que acepté. Entre correligionarios todo es más sencillo y yo no estaba por la labor de explicarle qué es el ateísmo. Él fardaba de llevar a un blanquito al trabajo y para mí suponía una carga de estress menos cada día.
En este trayecto hasta la oficina pasábamos por algunas de las zonas más congestionadas de una de las ciudades más contaminadas del mundo. También por algunas zonas de slums en plena batalla con los bulldozers. Un día había slum, al siguiente un descampado y de nuevo slum en menos de 24h. Un auténtico espectáculo inverosímil. Solía parar en mitad de la carretera a comprar bolsas enteras de mangos por menos de 1€, que supusieron mi dieta básica durante varias semanas. En aquellos cruces siempre se acercaba alguien a pedir limosna. Una media de 5-6 personas cada día que a veces te rodeaban, algunos agarrándote del brazo con fuerza, gritando o casi suplicando, de todo un poco. Según. Empecé a excusarme por las tardes con Christ y volver a casa en uno de esos autobuses públicos en los que una valla separa la zona de mujeres (casi desierta) de la de hombres (enlatados a 50ºC en mayo). También me puse a hacer cálculos: ¿cuánto podía dedicar a caridad mensualmente sin ver afectado mi nivel de vida? Vale que la verdura ahora me salía barata, pero eso lo compensaba el gasto en queso importado. Ya se sabe que "el queso es caro y todo el mundo se droga". Y, además, como era socio del westin, tenía que amortizar el pago inicial yendo los domingos a la barra libre de langosta por 15€.
Realmente comer langosta en el centro de India era una absoluta aberración y tengo que reconocer que el abuso que hicimos de aquello fue tal que decidieron retirarlas del brunch y limitarnos a gambones, pero ¿qué podía hacer? Allí casi me había vuelto abstemio, mis ahorros se iban por la vía de visados y viajes para tramitarlos de mi novia y ¡qué cojones!, que eran 15€ un domingo, con piscina y langosta, por tratar de conservar la cordura en aquella casa de locos. Total, que decidí limitar mis limosnas al 0 absoluto con el firme compromiso y convicción de que la mejor política era, como inmigrante, dedicarme a hacer mi trabajo de la forma más eficiente y profesional posible. Ahorrar lo mío y que de mi salario, altísimo en terminos relativos para India, bastante bajo para Europa, se extrajesen los impuestos necesarios para que aquel Estado (corrupto a niveles que aquí en España no se pueden imaginar pero elegido democráticamente) decidiera cómo era mejor actuar. Un poco aquello que decía Cansado de la socialdemocracia. Alguna vez, eso sí, intenté regalar tuppers repletos de arroz a la salida de algún restarurante, pero la insistencia en arrojármelos a los pies y exigir pasta me hizo desistir enseguida. La única excepción fue aquel hombre, habitante del cruce, que cada mañana se acercaba esquivando coches, impulsándose con las manos sobre una tabla con ruedines a ras de suelo a regalarme una sonrisa y extender hacia mí, sin atisbo de súplica, una de las dos únicas extremidades que aún conservaba. 20 rupias le hacían feliz y yo, según el día, me sentía satisfecho o el hombre más mezquino del mundo.
En otro orden de cosas, mi jefe era un tipo curioso. Tenía la oficina en un piso de mala muerte en un bloque de viviendas normal y corriente junto a un edificio de 10 plantas de oficinas. Allí, de tanto en tanto, llegaba algún project manager queriendo proponerle algún encargo de envergadura o de carácter especulativo (condominios y esas mierdas) y le faltaba el tiempo para salir por patas tras ver que se había colado alguna paloma por el huego del cristal roto de la ventana o lo que fuera, cosa que congratulaba a mi jefe, que jamás ha aceptado un encargo de ese tipo.
Un buen día, cuando me llamó al despacho y cerré la puerta tras de mí, descubrí que ésta ocultaba una estantería con una almohada, un colchón finísimo enroyado y una manta. De súbito cobraron sentido todas aquellas veces que, llegando antes de tiempo, le había sorprendido atándose los botones de la camisa, el cinturón o totalmente despeinado con los ojos legañosos. Sí, vivía en su despacho y aquel modo de vida explicaba sus nulos recursos para socializar, especialmente con las mujeres.
Le acusé abiertamente de misógino en una ocasión, cuando nos pasó una encuesta sobre las cosas que creíamos mejorables en la oficina, me parecía lo más relevante a comentar. Aquello dio lugar a una bonita discusión que sentó las bases de una relación que aún hoy sobrevive. El tío separaba al personal y sus responsabilidades en habitaciones por razón de género y, cuando tenía que pedir algo a alguna de las empleadas, siempre usaba a uno de nosotros como intermediario. Hoy lo veo más como inercia cultural e incapacidad absoluta, aunque creo que ha hecho algún progreso. También entendí la misión de aquel nepalí que cada mañana entraba sigiloso con un petate hasta la cocina. Venia a traer la colada del otro conjunto de ropa que utilizaba mi jefe aparte del que llevaba puesto. Había allí una pléyade de empleados monotarea que iban circulando por la oficina cada uno a su hora. El del té, el de la escoba, el del papel de no sé qué, el de llenar el depósito de la moto de los recados, el que hacía los recados con la moto... Realmente no sabía que cojones hacía ahí en esa especie de palacio del cutrerío, no entendía nada. Y para colmo, un buen día me pasa el disco duro principal de la oficina para ponerle orden y me topo con contratos de arrendamiento por toda la ciudad por valor de mas de 50000$ mensuales (a saber cuántos más podía haber) y evidencia de que era el propietario del edificio de oficinas de al lado. ¿Por qué no estábamos trabajando allí? A saber.
Me hacía trabajar muchos sábados, cosa que también nos llevó a alguna discusión realmente tensa, pero luego me pagaba la fianza del piso o invitaba a mi novia, con todos los gastos pagados, a acudir con el resto de la oficina a alguna entrega de premios a la que tuvimos la suerte de acceder. Era millonario y ahí vivía como un ermitaño, un hombre con serios problemas para entender las convenciones sociales del mundo exterior, para tratar a sus empleados y empleadas de forma adecuada pero no falto de generosidad y con el que podías contar si tenías algún problema serio, como por ejemplo, un aborto en la última semana legal (en India y en España) tras una serie de catastróficas desdichas que no vienen al caso.
En la oficina había un francés, que estaba allí para disfrutar de la vida. Con él fuimos alguna vez a los clubes de moda de la flor y nata de Tollywood (el Bollywood del sur de India), 15€ la cerveza, 70€ la entrada. Tener la piel clara convalidaba andar un poco justo de perras para lo que eran aquellos garitos. Con suerte (o sin ella si venía mi novia), conseguías entrar gratis. Luego, bastaba hincar codo en la barra y ver como iban circulando jovencitos a saludarte, invitarte a una Budweiser y contarte lo dura que era su vida. Recuerdo uno en concreto que se vanagloriaba de dedicar 6 meses al año a trabajar durísimo, 6 días a la semana, un sinvivir, vaya. El resto del tiempo lo pasaba navegando por el Mediterráneo en su velero. De haber sido un poco más rapaz, creo que podría haber hecho fortuna en aquél lugar.
Pero me fui a China y allí pasé de tener un salón-cocina de 120m2 por 300€ a vivir en un apartamento de 25m2 por 1200€ y ser el último mono de una oficina (esta vez sí, sin escrúpulos para aceptar cualquier tipo de proyecto) chino-australiana. Lo de Shanghai es una cosa que deja perplejo. No ves un solo pobre en toda la ciudad. Realmente se está cómodo. Hay que agradecerlo a esas políticas internas migratorias por las que sólo disfrutas de prestaciones sociales en tu estado de origen. Si te ha tocado un estado agrario (y hay que leer a Mo Yan para saber lo que era eso hace tan sólo 30 años), no pienses en emigrar a una ciudad con oportunidades porque tu destino es la calle, más miseria y absoluta indiferencia y hostilidad. Y así, se evita que la gente se desplace sin control en busca del sueño de una vida mejor. No sé cómo los indios no se han dado cuenta de lo bien que funciona esto.
Vivía en el centro, de ahí el precio. Bueno, de ahí y del hecho de que no hubiese control alguno sobre los subarrendamientos. A base de trocear en habitáculos antiguas villas francesas y ofrecerlas a los extranjeros que queríamos vivir en la zona chic de la ciudad, se había creado una clase social de mangantes que triplicaban el precio de los alquileres de aquelos cuchitriles. Pero es innegable que había mercado, con lo cuál estaban justificados, supongo. Podían gestionar 20 o 30 de aquellos tugurios alquilándolos a sus legítimos dueños y realquilándolos a desprevenidos extranjeros como yo.
En un momento del invierno, posterior a esa fecha en la que encienden las centrales de carbón, reparten mascarillas en el trabajo e inundan toda la mitad norte del país de una neblina fina y espesa, anunciaron la inminencia de una ola de frío bastante durilla. Shanghai, para el que no lo sepa, significa "sobre el mar" y viene de que toda la ciudad esta edificada sobre marismas. No es díficil de entender lo que -10ºC pueden significar en un lugar así si vives, como yo, a ras de suelo. Justo coincidió aquello con una de esas salidas de mi novia, a Hong Kong en este caso, para tramitar visados. También coincidió, fíjate tú, con un corte del suministro eléctrico porque mi subcasera no había pagado las facturas. Recuerdo llegar a casa congelado y comprobar cómo nada funcionaba (hasta la calefacción era eléctrica) y tratar con desesperación durante varios días, de conseguir que mi subcasera contactara con mi casera para solucionar el tema. Mira que venía de dormir a 5000m de altura en el puto Himalaya en una chabola con cuatro mantas, pero lo que pasé aquellos cuatro días tratando de dormir con todo el armario puesto encima no se puede ni explicar. Bajar los escalones de la cama del altillo era como meterse en una piscina de hielo. Al menos veía pasar Lamborghinis Diablo cromados rosas por la puerta de casa.
La única visita que recibimos en todos esos años fue la de una amiga de infancia de mi novia. Pero no venía a vernos. Venía a buscar proveedores textiles para una nueva empresa que estaba comenzando con su primo. Venían de una familia terrateniente, con campos de soja en Paraguay. Aparecieron entre semana, así que yo no pude asistir al desayuno de ostras y caviar al que nos invitaron frente al pirulí de Shanghai. Me habría gustado, me gustan mucho las ostras y el caviar. Me uní por la tarde, cuando acordamos guiarles a la zona de rascacielos para cenar en la terraza de uno de ellos: ese que se parece a una gran pagoda. Para la madre de ella, que les acompañaba, la experiencia reseñable consistió en coger por primera vez el metro acostumbrada como estaba a viajar en vehículo privado con chófer, cuando no helicóptero, durante toda su vida. Frente al segundo edificio más alto del mundo se le veía en su salsa, sin embargo. La velada fue interesante. La hija anunció que se casaba y que los preparativos apuntaban a hacer de aquella fiesta el evento de sociedad más importante del año en su región. Llevaba ya unos años desintoxicándose de su adicción a la cocaína y quería superar, sin duda, la celebración de sus 15 en los que, luego me enteré, invirtió más de un millón de dólares. Y esperaba poder calmar para entonces las demandas de los campesinos que últimamente estaban dando un poco por culo con temas de desplazamientos, no sé qué de los brasileños y la deforestación de sus tierras ancestrales.
En el trabajo, en frente de mi escritorio, curraba Gao. Gao era un tipo al que habían casado con una chica con unos padres realmente exigentes. No sé si en uno de esos mercadillos de jóvenas que se montan por allí donde los padres exponen a su hija ya con el arroz a medio pasar, con su CV, credenciales, habilidades domésticas, etc en un último movimiento desesperado por sacársela de encima. Quizás simplemente fuera un arreglo estándar. Gao era arquitecto, especializado en torres de vivienda, y tenía un salario bastante decente para lo que era Shanghai. Vale que esas torres infectas son inevitables (ya me iba dando cuenta de eso). No en vano, hay que dar vivienda a centenares de miles de chinos que están accediendo a la clase media y hay que hacerlo rápido. No es muy diferente de lo que se ha hecho aquí con los grandes ensanches y planes de vivienda, solo que a una escala ligeramente diferente (diferente en plan: "china en 15 años ha consumido el mismo hormigón en edificación que EEUU en todo el siglo XX"). Y es que un chino de clase media, igual que un europeo o un indio, quieren todos cosas parecidas para cerciorarse de que, efectivamente, son clase media. Ya lo he enumerado antes y no se puede pensar que un chino, por ser chino, vaya a conformarse con menos. Si acaso con un poquito más, que para eso mandan ellos ahora.
Gao, para dejar tranquilos a sus suegros y que estos tuvieran claro el estatus en el que iba a vivir su hija y a pesar de ser conocedor de los estándares de calidad de este tipo de edificios, no dudó en que debía comprar uno. Inversión inmobiliaria y esas cosas. En ese momento, el mercado ofrecía viviendas a 2h en tren de la oficina, cosa que le pareció de lo más razonable. Y compró. Y se metió en una hipoteca que le costó lo que los 15 a la de Paraguay, tras vender un pequeño apartamento que tenía más o menos céntrico por bastante menos de la mitad. Lo de la hipoteca no pareció preocuparle en exceso, a fin de cuentas son números y los suegros estaban contentos. El progresivo deterioro físico y psíquico al que asistí los siguientes meses se debió al hecho de que cuando se mudó allí, se dio cuenta de que el sol no pegaba en sus ventanas en todo el día. O eso repetía una y otra vez rozando el ataque de ansiedad.
Yo, por suerte, dormía a 2min a pie de la oficina y me dedicaba a diseñar edificios públicos y corporativos. Participar directamente en aquella estafa, aunque sólo fuera decidiendo la posición del inodoro, habría sido demasiado para mi conciencia. Fuimos finalistas en un concurso de 125000m2 de oficinas en Nanjing y la jefa de equipo decidió llevarme a la presentación definitiva como mono extranjero para dar prestigio a la firma o algo por el estilo. Me tocó hablar y cuando apenas llevaba 5 minutos el pez más gordo de la mesa (a la sazón gobernador de la región) pidió que mandaran callar a ese laowai (palabra despectiva para calificar extranjeros indeseables). A la postre ganamos, pero creo que se debió más a la presencia de la jefa de marketing de la empresa, una mujer hecha a sí misma, casada con un alemán y con dos hijos que, durante la cena a la que fuimos invitados, se sentó en el regazo del gobernador y no paró de acariciarle la entrepierna e invitarle a chupitos mientras yo, incrédulo, me pegaba el festín más brutal de mi vida. Cuando terminamos y volvimos al taxi, se apartó un momento, se metió los dedos, vomitó todo el alcohol de una y al día siguiente volvió a la oficina sin mella alguna en su orgullo. Más bien al contrario. Así se hacen negocios en China, me dijeron mis compañeros trasluciendo clara admiración.
A los dos meses estaba de vuelta en casa de mis padres y aquí sigo.
Y con todo esto ¿qué quiero decir? Pues no sé, supongo que algo sobre lo de Amancio, pero ya no me acuerdo.
Allí en India, durante casi un año, me alojé en el típico condominio precintado contra pobres, cárcel de lujo para la nueva clase media, esclava de las grandes tecnológicas, mano de obra, no ya para las Nike de turno, sino para poder usar internet tal y como lo conocemos hoy en día. Aquellos condominios crecían como setas en paralelo a los grandes HQs de Amazon, Microsoft o Google y estaban habitados por gente que trabajaba 14 horas diarias delante de una pantalla y tenía un sueldo suficiente (pero sin pasarse) como para pagarse un apartamento de 300m2 y un coche bien insonorizado y protegido contra olores. Así, podían montarse en él antes de salir del recinto y atravesar la montaña de miseria que se agolpaba contra el muro perimetral para llegar a la oficina sin manchar el radiante traje nuevo estilo años 90.
Eran gentes que venían de la aldea y que, gracias a políticas que habían favorecido a las castas más bajas, habían podido estudiar una carrera. Tenían lo que habían soñado y, ciertamente, vivían con mayores comodidades que sus padres. Ya se sabe: televisión por cable, camas king size, piscina, gimnasio y árboles y setos perfectamente podados, por el servicio, se entiende. En la planta 18 con vistas a la llanura, yo tenía un salón de unos 100m2 con una televisión de 60'', un sofa para verla, una mesa circular de diámetro 80 y dos sillas, una para mí y otra para mi novia. En el resto podía perfectamente haber puesto una piscina para hacerme unos largos cada mañana. Pero la desgracia de estas gentes era que, teniendo que trabajar marido y mujer, los hijos que iban teniendo se los mandaban a los abuelos, de vuelta al campo, porque no eran capaces de hacerse cargo de ellos. Entregaban su vida por el bienestar de la generación anterior y la siguiente. De aquella frustración, de una cultura milenaria de desprecio a la mujer y de políticas como esa que establece que la violencia dentro del matrimonio no es tal, solían derivarse, en algunos casos, alaridos nocturnos y algún que otro moratón en las caras de vecinas o incluso rostros desfigurados por el ácido. Hay algún documental bastante crudo al respecto, pero claro, esto se entiende mejor cuando te lo cruzas en el rellano o te debates por llamar a una policía que no va a hacer más que reirse en tu cara cuando le cuentes tus preocupaciones. También puedes bajar tú mismo a aporrear la puerta pero tu enclenque musculatura y la escasa confianza en los hospitales locales te llevan, simplemente, a echar un polvo tratando de gritar más que la vecina.
Aquella montaña de miseria y basura agolpada contra la tapia del condominio consistía en cartones, uralita, gente semidesnuda y la mierda que cagaban puesta en montoncitos en los extremos de aquella urbanización improvisada. Sobrevivían limpiando las casas de los anteriores y vivían ahí, acompañados de sus familias, o a veces separados, porque con su sueldo no podían pagarse el transporte desde una zona en la que pudieran instalarse en unas condiciones de pobreza similares pero, al menos, no tan miserables.
Solía ir al trabajo en tuktuk. 25km cada mañana por carreteras sin asfaltar o en obras. Llegaba al trabajo como si me hubiesen tirado un saco de harina encima para ducharme, tanto como fuera posible, con el lavabo del aseo. No tenía puto sentido, pero era emocionante hacer carreras de autos locos con familias enteras de 3 hijos montadas en una sola moto, cabras colgando de los laterales y demás. Y a mi jefe no parecían importarle mis pintas y yo tenía claro que había que zambullirse en aquello.
Habíamos llegado (mi compañero de trabajo y yo) a un acuerdo con un conductor: le pagábamos la renta del vehículo que había conseguido alquilar tras aceptar extorsiones y amenazas de las mafias locales que controlaban todo el parque de tuktuks de la ciudad y, a cambio, él se comprometía a llevarnos y traernos del trabajo a la hora estipulada más algún viaje extra de fin de semana para hacer la compra o salir a cenar. El resto del tiempo quedaba a su disposición para ganarse el jornal.
Yadav, el conductor, era un tipo entrañable, único contacto que conservo (a excepción de mi exjefe) de mi paso por allí. Muy joven, se enamoró de una chica de casta inferior, lo que les valió ser repudiados por sus familias. Empezaron su matrimonio en los slums en la miseria más absoluta. Con el tiempo, consiguió acceder al volante de un tuktuk y, como de inteligencia no andaba corto aunque de cultura sí, enseguida entendió que la mejor manera de subir la escalera era aprender a chapurrear cuatro palabras de inglés, depués de castellano o francés o italiano. Lo que hiciera falta para centrarse en ser conductor de expatriados aunque yo, en realidad, fuese un inmigrante a secas. Pasé a ser su cuñado y mi novia su hermana, cosa que nos parecía de lo más tierna pero él se tomaba muy en serio; nos costó entender las implicaciones de aquellas condecoraciones. Para cuando le conocí iba por su quinto hijo, sólo el cuarto varón. La quinta no sé si le vino de rebote, porque en una comida a la que invitó a mi novia un día en que se la llevó de paseo a explorar la ciudad (es fotógrafa), se la puso en el regazo e intentó que se la trajera a casa de regalo. Les sobraba un poco.
Una cosa que me escamaba era la falta de supervisión y atención que tenía por la educación de sus tres primeras hijas. Uno podía ver que las quería, pero también que sólo sentía verdadera preocupación por el futuro de su hijo. Tampoco es que se le pudiera culpar, allí podía bastar con un buen sueldo para alimentar a toda una familia de tres generaciones y, puestos a apostar, el crío seguramente tendría el que más posibilidades de alcanzarlo. Fueron muchas las veces que le insistí en la importancia de tener una buena educación, que se diera cuenta de lo importante que para él estaba siendo saber chapurrear un par de idiomas, por ejemplo. Bastaba saber inglés para que sus hijas pudiensen dedicarse a limpiar casas de extranjeros pudientes. Él siempre asentía diciendo "sí, cuñado". En su cumpleaños, mi colega y yo decidimos darle una mensualidad extra. Creíamos que con todo el coaching al que le habíamos sometido y nuestras buenas intenciones compraría un par de libros para la escuela y unas batas para que sus hijas no fueran al colegio en harapos. Cosas de a quien le sobra algo de salario para ahorrar y hacer planes a medio-largo plazo. Él, que vivía al día, sin saber si mañana tendría dinero para comprar arroz, se montó una juerga de tres pares de cojones con sus amigos y pasó 3 días sin aparecer ni por su casa ni por nuestra puerta. Aquello me escandalizó, casi rompemos nuestro acuerdo. Hoy, 5 años después, igual que 2 años antes de aquello, yo pienso en dónde irme de vacaciones con lo que me va a devolver hacienda. Y Yadav siguió ascendiendo, a pesar de todo. Hoy en día es dueño de una furgoneta de transporte escolar y me llama por facebook desde su smartphone casi todas las semanas para que todos sus chiquillos puedan saludarme. Sólo respondo a veces. La última vez, después de un día bastante duro discutiendo con auténticos miserables, lo hizo justo cuando volvía a casa, como si hubiese intuido que necesitaba volver a entender un poquito lo sencillas que pueden ser las cosas.
Al tiempo, mi novia y yo decidimos que aquello del condominio era moralmente insoportable. Había que mudarse al centro; asumir los riesgos de una vida entre los pobres. Queríamos poder comprar las verduras en el mercadillo de la calle en lugar de en supermercados y los huevos en la pollería aquella que apestaba a orín de pollo cagado de miedo. Que pudiera darse el caso de que un desconocido siguiera a mi novia en moto durante más de 15km hasta la puerta de casa eran riesgos que estábamos dispuestos a asumir. Y eso hicimos.
Esta decisión supuso prescindir de los servicios de Yadav, pero no de su cariño. Allí, la dueña de nuestro nuevo piso nos pidió que conserváramos a la chica de la limpieza que venía empleando durante años, nosotros ni nos lo habíamos planteado pero ella no quería perjudicarle y accedimos. No hablaba nada de inglés, teníamos que comunicarnos con el traductor de google, pero el que recita, porque tampoco sabía leer. Creo que su sueldo era de 40€ mensuales por venir 3h/día cinco días a la semana. Aquello era realmente escandaloso.
Hablamos con la dueña y le propusimos un sueldo de 200€ mensuales o que viniera 2h 2-3 días, realmente no hacía falta más, la mayoría de las habitaciones de la casa estaban clausuradas por falta de uso y nosotros no eramos de ensuciar demasiado. La negativa fue tajante y hablabamos de alguien ante quien tuvimos que fingir estar casados para que nos alquilara el piso. Estaba claro que no entendíamos las implicaciones de poner a disposición de alguien tan pobre una cantidad de dinero que no sabía ni por donde empezar a gestionar o quizás, simplemente, no querían tener que pagarle más cuando volvieran a vivir allí. En fin, supongo que podíamos haberle dado extras bajo manga, pero después de lo de Yadav surgía la duda y encontrar aquel piso nos había costado sudor y lágrimas. Además, ella parecía feliz de tener unos empleadores que no le gritaran ni le pegaran, así que no le dimos más vueltas y nos limitamos a regalarle los electrodomésticos cuando nos fuimos. Lo que sí decidimos fue comprarle una fregona y una escoba. Verle limpiar el suelo de rodillas y frotando era algo que escapaba a mi comprensión. Jamás quiso tocarlas e insistí bastante pero así de interiorizado tenía el sometimiento que llevaba toda su vida soportando. Tampoco nunca se dirigió a mí, solo a mi novia, incluso el día que rompío un vaso que le rajó la mano de arriba a abajo y vino llorando desconsolada a disculparse por haber roto la vajilla del todo a cien mientras chorreaba sangre.
En esta nueva casa, durante un tiempo, debí negociar cada mañana el precio del transporte hasta el trabajo. Para entonces ya había viajado un poco por Asía y, siendo conocedor del precio real de las cosas, me daba cuenta del pernicioso efecto que el turismo tenía en la vida diaria de los locales más desfavorecidos. Que sí, que a la larga las condiciones mejoran, pero por el camino, en situaciones de transformación tan aceleradas, se van dejando unas víctimas colaterales en las cunetas de las que los números no suelen acordarse. Pagar sobreprecios a los transportes habituales de las clases más bajas hacía que los conductores pasasen olímpicamente de sus clientes naturales y se dedicasen a pelear por cazar turistas que bien podían pagar un 300% sin saber que estaban siendo estafados. Claro, esto dificultaba las posibilidades de transporte de los currelas o les obligaba a sufrir una inflación que difícilmente podían soportar; volvían a la mente aquellos que se agolpaban frente al condominio. Así que, llegado un punto, adopté la política de no pagar ni una rupia más del precio real y exigir siempre el uso del taquímetro. Y aquí ya dependía del conductor, si no le daba al botoncito para trucarlo y cobrarme x1.5 entonces le daba una propina del 50% (después de la ardua negociación por pagar el precio real). Si lo activaba, me bajaba en el primer atasco y me iba sin pagar.
Y así anduve hasta que un buen día conocí a Christ llevando a sus hijos, Eve y Adam, al colegio en moto. Fue él quien se aproximó. Me tomó por cristiano, qué cosas. En seguida se ofreció a hacer un trato para llevarme en moto al trabajo cada día por algo menos de lo que me costaba el tuktuk. Sólo tenía un casco, pero el tío era majete, así que acepté. Entre correligionarios todo es más sencillo y yo no estaba por la labor de explicarle qué es el ateísmo. Él fardaba de llevar a un blanquito al trabajo y para mí suponía una carga de estress menos cada día.
En este trayecto hasta la oficina pasábamos por algunas de las zonas más congestionadas de una de las ciudades más contaminadas del mundo. También por algunas zonas de slums en plena batalla con los bulldozers. Un día había slum, al siguiente un descampado y de nuevo slum en menos de 24h. Un auténtico espectáculo inverosímil. Solía parar en mitad de la carretera a comprar bolsas enteras de mangos por menos de 1€, que supusieron mi dieta básica durante varias semanas. En aquellos cruces siempre se acercaba alguien a pedir limosna. Una media de 5-6 personas cada día que a veces te rodeaban, algunos agarrándote del brazo con fuerza, gritando o casi suplicando, de todo un poco. Según. Empecé a excusarme por las tardes con Christ y volver a casa en uno de esos autobuses públicos en los que una valla separa la zona de mujeres (casi desierta) de la de hombres (enlatados a 50ºC en mayo). También me puse a hacer cálculos: ¿cuánto podía dedicar a caridad mensualmente sin ver afectado mi nivel de vida? Vale que la verdura ahora me salía barata, pero eso lo compensaba el gasto en queso importado. Ya se sabe que "el queso es caro y todo el mundo se droga". Y, además, como era socio del westin, tenía que amortizar el pago inicial yendo los domingos a la barra libre de langosta por 15€.
Realmente comer langosta en el centro de India era una absoluta aberración y tengo que reconocer que el abuso que hicimos de aquello fue tal que decidieron retirarlas del brunch y limitarnos a gambones, pero ¿qué podía hacer? Allí casi me había vuelto abstemio, mis ahorros se iban por la vía de visados y viajes para tramitarlos de mi novia y ¡qué cojones!, que eran 15€ un domingo, con piscina y langosta, por tratar de conservar la cordura en aquella casa de locos. Total, que decidí limitar mis limosnas al 0 absoluto con el firme compromiso y convicción de que la mejor política era, como inmigrante, dedicarme a hacer mi trabajo de la forma más eficiente y profesional posible. Ahorrar lo mío y que de mi salario, altísimo en terminos relativos para India, bastante bajo para Europa, se extrajesen los impuestos necesarios para que aquel Estado (corrupto a niveles que aquí en España no se pueden imaginar pero elegido democráticamente) decidiera cómo era mejor actuar. Un poco aquello que decía Cansado de la socialdemocracia. Alguna vez, eso sí, intenté regalar tuppers repletos de arroz a la salida de algún restarurante, pero la insistencia en arrojármelos a los pies y exigir pasta me hizo desistir enseguida. La única excepción fue aquel hombre, habitante del cruce, que cada mañana se acercaba esquivando coches, impulsándose con las manos sobre una tabla con ruedines a ras de suelo a regalarme una sonrisa y extender hacia mí, sin atisbo de súplica, una de las dos únicas extremidades que aún conservaba. 20 rupias le hacían feliz y yo, según el día, me sentía satisfecho o el hombre más mezquino del mundo.
En otro orden de cosas, mi jefe era un tipo curioso. Tenía la oficina en un piso de mala muerte en un bloque de viviendas normal y corriente junto a un edificio de 10 plantas de oficinas. Allí, de tanto en tanto, llegaba algún project manager queriendo proponerle algún encargo de envergadura o de carácter especulativo (condominios y esas mierdas) y le faltaba el tiempo para salir por patas tras ver que se había colado alguna paloma por el huego del cristal roto de la ventana o lo que fuera, cosa que congratulaba a mi jefe, que jamás ha aceptado un encargo de ese tipo.
Un buen día, cuando me llamó al despacho y cerré la puerta tras de mí, descubrí que ésta ocultaba una estantería con una almohada, un colchón finísimo enroyado y una manta. De súbito cobraron sentido todas aquellas veces que, llegando antes de tiempo, le había sorprendido atándose los botones de la camisa, el cinturón o totalmente despeinado con los ojos legañosos. Sí, vivía en su despacho y aquel modo de vida explicaba sus nulos recursos para socializar, especialmente con las mujeres.
Le acusé abiertamente de misógino en una ocasión, cuando nos pasó una encuesta sobre las cosas que creíamos mejorables en la oficina, me parecía lo más relevante a comentar. Aquello dio lugar a una bonita discusión que sentó las bases de una relación que aún hoy sobrevive. El tío separaba al personal y sus responsabilidades en habitaciones por razón de género y, cuando tenía que pedir algo a alguna de las empleadas, siempre usaba a uno de nosotros como intermediario. Hoy lo veo más como inercia cultural e incapacidad absoluta, aunque creo que ha hecho algún progreso. También entendí la misión de aquel nepalí que cada mañana entraba sigiloso con un petate hasta la cocina. Venia a traer la colada del otro conjunto de ropa que utilizaba mi jefe aparte del que llevaba puesto. Había allí una pléyade de empleados monotarea que iban circulando por la oficina cada uno a su hora. El del té, el de la escoba, el del papel de no sé qué, el de llenar el depósito de la moto de los recados, el que hacía los recados con la moto... Realmente no sabía que cojones hacía ahí en esa especie de palacio del cutrerío, no entendía nada. Y para colmo, un buen día me pasa el disco duro principal de la oficina para ponerle orden y me topo con contratos de arrendamiento por toda la ciudad por valor de mas de 50000$ mensuales (a saber cuántos más podía haber) y evidencia de que era el propietario del edificio de oficinas de al lado. ¿Por qué no estábamos trabajando allí? A saber.
Me hacía trabajar muchos sábados, cosa que también nos llevó a alguna discusión realmente tensa, pero luego me pagaba la fianza del piso o invitaba a mi novia, con todos los gastos pagados, a acudir con el resto de la oficina a alguna entrega de premios a la que tuvimos la suerte de acceder. Era millonario y ahí vivía como un ermitaño, un hombre con serios problemas para entender las convenciones sociales del mundo exterior, para tratar a sus empleados y empleadas de forma adecuada pero no falto de generosidad y con el que podías contar si tenías algún problema serio, como por ejemplo, un aborto en la última semana legal (en India y en España) tras una serie de catastróficas desdichas que no vienen al caso.
En la oficina había un francés, que estaba allí para disfrutar de la vida. Con él fuimos alguna vez a los clubes de moda de la flor y nata de Tollywood (el Bollywood del sur de India), 15€ la cerveza, 70€ la entrada. Tener la piel clara convalidaba andar un poco justo de perras para lo que eran aquellos garitos. Con suerte (o sin ella si venía mi novia), conseguías entrar gratis. Luego, bastaba hincar codo en la barra y ver como iban circulando jovencitos a saludarte, invitarte a una Budweiser y contarte lo dura que era su vida. Recuerdo uno en concreto que se vanagloriaba de dedicar 6 meses al año a trabajar durísimo, 6 días a la semana, un sinvivir, vaya. El resto del tiempo lo pasaba navegando por el Mediterráneo en su velero. De haber sido un poco más rapaz, creo que podría haber hecho fortuna en aquél lugar.
Pero me fui a China y allí pasé de tener un salón-cocina de 120m2 por 300€ a vivir en un apartamento de 25m2 por 1200€ y ser el último mono de una oficina (esta vez sí, sin escrúpulos para aceptar cualquier tipo de proyecto) chino-australiana. Lo de Shanghai es una cosa que deja perplejo. No ves un solo pobre en toda la ciudad. Realmente se está cómodo. Hay que agradecerlo a esas políticas internas migratorias por las que sólo disfrutas de prestaciones sociales en tu estado de origen. Si te ha tocado un estado agrario (y hay que leer a Mo Yan para saber lo que era eso hace tan sólo 30 años), no pienses en emigrar a una ciudad con oportunidades porque tu destino es la calle, más miseria y absoluta indiferencia y hostilidad. Y así, se evita que la gente se desplace sin control en busca del sueño de una vida mejor. No sé cómo los indios no se han dado cuenta de lo bien que funciona esto.
Vivía en el centro, de ahí el precio. Bueno, de ahí y del hecho de que no hubiese control alguno sobre los subarrendamientos. A base de trocear en habitáculos antiguas villas francesas y ofrecerlas a los extranjeros que queríamos vivir en la zona chic de la ciudad, se había creado una clase social de mangantes que triplicaban el precio de los alquileres de aquelos cuchitriles. Pero es innegable que había mercado, con lo cuál estaban justificados, supongo. Podían gestionar 20 o 30 de aquellos tugurios alquilándolos a sus legítimos dueños y realquilándolos a desprevenidos extranjeros como yo.
En un momento del invierno, posterior a esa fecha en la que encienden las centrales de carbón, reparten mascarillas en el trabajo e inundan toda la mitad norte del país de una neblina fina y espesa, anunciaron la inminencia de una ola de frío bastante durilla. Shanghai, para el que no lo sepa, significa "sobre el mar" y viene de que toda la ciudad esta edificada sobre marismas. No es díficil de entender lo que -10ºC pueden significar en un lugar así si vives, como yo, a ras de suelo. Justo coincidió aquello con una de esas salidas de mi novia, a Hong Kong en este caso, para tramitar visados. También coincidió, fíjate tú, con un corte del suministro eléctrico porque mi subcasera no había pagado las facturas. Recuerdo llegar a casa congelado y comprobar cómo nada funcionaba (hasta la calefacción era eléctrica) y tratar con desesperación durante varios días, de conseguir que mi subcasera contactara con mi casera para solucionar el tema. Mira que venía de dormir a 5000m de altura en el puto Himalaya en una chabola con cuatro mantas, pero lo que pasé aquellos cuatro días tratando de dormir con todo el armario puesto encima no se puede ni explicar. Bajar los escalones de la cama del altillo era como meterse en una piscina de hielo. Al menos veía pasar Lamborghinis Diablo cromados rosas por la puerta de casa.
La única visita que recibimos en todos esos años fue la de una amiga de infancia de mi novia. Pero no venía a vernos. Venía a buscar proveedores textiles para una nueva empresa que estaba comenzando con su primo. Venían de una familia terrateniente, con campos de soja en Paraguay. Aparecieron entre semana, así que yo no pude asistir al desayuno de ostras y caviar al que nos invitaron frente al pirulí de Shanghai. Me habría gustado, me gustan mucho las ostras y el caviar. Me uní por la tarde, cuando acordamos guiarles a la zona de rascacielos para cenar en la terraza de uno de ellos: ese que se parece a una gran pagoda. Para la madre de ella, que les acompañaba, la experiencia reseñable consistió en coger por primera vez el metro acostumbrada como estaba a viajar en vehículo privado con chófer, cuando no helicóptero, durante toda su vida. Frente al segundo edificio más alto del mundo se le veía en su salsa, sin embargo. La velada fue interesante. La hija anunció que se casaba y que los preparativos apuntaban a hacer de aquella fiesta el evento de sociedad más importante del año en su región. Llevaba ya unos años desintoxicándose de su adicción a la cocaína y quería superar, sin duda, la celebración de sus 15 en los que, luego me enteré, invirtió más de un millón de dólares. Y esperaba poder calmar para entonces las demandas de los campesinos que últimamente estaban dando un poco por culo con temas de desplazamientos, no sé qué de los brasileños y la deforestación de sus tierras ancestrales.
En el trabajo, en frente de mi escritorio, curraba Gao. Gao era un tipo al que habían casado con una chica con unos padres realmente exigentes. No sé si en uno de esos mercadillos de jóvenas que se montan por allí donde los padres exponen a su hija ya con el arroz a medio pasar, con su CV, credenciales, habilidades domésticas, etc en un último movimiento desesperado por sacársela de encima. Quizás simplemente fuera un arreglo estándar. Gao era arquitecto, especializado en torres de vivienda, y tenía un salario bastante decente para lo que era Shanghai. Vale que esas torres infectas son inevitables (ya me iba dando cuenta de eso). No en vano, hay que dar vivienda a centenares de miles de chinos que están accediendo a la clase media y hay que hacerlo rápido. No es muy diferente de lo que se ha hecho aquí con los grandes ensanches y planes de vivienda, solo que a una escala ligeramente diferente (diferente en plan: "china en 15 años ha consumido el mismo hormigón en edificación que EEUU en todo el siglo XX"). Y es que un chino de clase media, igual que un europeo o un indio, quieren todos cosas parecidas para cerciorarse de que, efectivamente, son clase media. Ya lo he enumerado antes y no se puede pensar que un chino, por ser chino, vaya a conformarse con menos. Si acaso con un poquito más, que para eso mandan ellos ahora.
Gao, para dejar tranquilos a sus suegros y que estos tuvieran claro el estatus en el que iba a vivir su hija y a pesar de ser conocedor de los estándares de calidad de este tipo de edificios, no dudó en que debía comprar uno. Inversión inmobiliaria y esas cosas. En ese momento, el mercado ofrecía viviendas a 2h en tren de la oficina, cosa que le pareció de lo más razonable. Y compró. Y se metió en una hipoteca que le costó lo que los 15 a la de Paraguay, tras vender un pequeño apartamento que tenía más o menos céntrico por bastante menos de la mitad. Lo de la hipoteca no pareció preocuparle en exceso, a fin de cuentas son números y los suegros estaban contentos. El progresivo deterioro físico y psíquico al que asistí los siguientes meses se debió al hecho de que cuando se mudó allí, se dio cuenta de que el sol no pegaba en sus ventanas en todo el día. O eso repetía una y otra vez rozando el ataque de ansiedad.
Yo, por suerte, dormía a 2min a pie de la oficina y me dedicaba a diseñar edificios públicos y corporativos. Participar directamente en aquella estafa, aunque sólo fuera decidiendo la posición del inodoro, habría sido demasiado para mi conciencia. Fuimos finalistas en un concurso de 125000m2 de oficinas en Nanjing y la jefa de equipo decidió llevarme a la presentación definitiva como mono extranjero para dar prestigio a la firma o algo por el estilo. Me tocó hablar y cuando apenas llevaba 5 minutos el pez más gordo de la mesa (a la sazón gobernador de la región) pidió que mandaran callar a ese laowai (palabra despectiva para calificar extranjeros indeseables). A la postre ganamos, pero creo que se debió más a la presencia de la jefa de marketing de la empresa, una mujer hecha a sí misma, casada con un alemán y con dos hijos que, durante la cena a la que fuimos invitados, se sentó en el regazo del gobernador y no paró de acariciarle la entrepierna e invitarle a chupitos mientras yo, incrédulo, me pegaba el festín más brutal de mi vida. Cuando terminamos y volvimos al taxi, se apartó un momento, se metió los dedos, vomitó todo el alcohol de una y al día siguiente volvió a la oficina sin mella alguna en su orgullo. Más bien al contrario. Así se hacen negocios en China, me dijeron mis compañeros trasluciendo clara admiración.
A los dos meses estaba de vuelta en casa de mis padres y aquí sigo.
Y con todo esto ¿qué quiero decir? Pues no sé, supongo que algo sobre lo de Amancio, pero ya no me acuerdo.
Última edición por albichuela el 23.05.19 10:26, editado 7 veces
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
La virgen, albichuela.
gayeta- Mensajes : 14102
Fecha de inscripción : 08/06/2015
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
He leído el primer párrafo y el último y pintan de la hostia, pero joder... mañana el resto si eso
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
albichuela escribió:gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
Fascinante. Me ha animado el turno de noche.
Txemari- Mensajes : 39571
Fecha de inscripción : 24/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
albichuela escribió:gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
No. Si largo te ha salido!!!
Pero yo también me lo he leído entero.
Muy interesante.
Seco- Mensajes : 10519
Fecha de inscripción : 25/11/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Multimillonarios donan un pico para restaurar una iglesia en Francia. Casi sin comentarios, aplausos
Multimillonario dona un pico para la lucha contra el cáncer en España. Revuelo, muestras de odio
Cainismo marca España
Multimillonario dona un pico para la lucha contra el cáncer en España. Revuelo, muestras de odio
Cainismo marca España
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
nacho escribió:Multimillonarios donan un pico para restaurar una iglesia en Francia. Casi sin comentarios, aplausos
Multimillonario dona un pico para la lucha contra el cáncer en España. Revuelo, muestras de odio
Cainismo marca España
En las mejores familias sale un tarado, y esta familia no es de las mejores.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
albichuela escribió:gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
un poco sí, que me lo he tenido que leer en dos partes. pero la virgen, albichuela!
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
nacho escribió:Multimillonarios donan un pico para restaurar una iglesia en Francia. Casi sin comentarios, aplausos
Multimillonario dona un pico para la lucha contra el cáncer en España. Revuelo, muestras de odio
Cainismo marca España
cainismo. 1. m. Actitud de odio o fuerte animadversión contra allegados o afines.
A que niveles te mueves Nacho.
Pier- Mensajes : 26144
Fecha de inscripción : 03/03/2010
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
albichuela escribió:gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
¿Has escrito todo esto ex profeso para este topic o ya lo tenías redactado en alguna especie de libro de memorias?
Entretenido relato, laowai
BlueStarRider- Mensajes : 10844
Fecha de inscripción : 17/11/2018
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
el español odia al español y adora todo lo que viene de fueraPier escribió:nacho escribió:Multimillonarios donan un pico para restaurar una iglesia en Francia. Casi sin comentarios, aplausos
Multimillonario dona un pico para la lucha contra el cáncer en España. Revuelo, muestras de odio
Cainismo marca España
cainismo. 1. m. Actitud de odio o fuerte animadversión contra allegados o afines.
A que niveles te mueves Nacho.
Sufrimos de Cainismo y tambien de Malinchismo
Edito pa que no tengáis que estar rascando el diccionario
Malinchismo:
El malinchismo es la actitud de quien prefiere lo extranjero y rechaza o menosprecia lo propio. Es una palabra propia de México y tiene un sentido peyorativo.
La palabra malinchismo se deriva de Malinche, que era el apodo de la esclava nahua que fue intérprete, guía, consejera y amante de Hernán Cortés durante la invasión española al actual territorio de México, entre 1519 y 1521.
Última edición por nacho el 23.05.19 11:26, editado 1 vez
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
BlueStarRider escribió:albichuela escribió:gayeta escribió:La virgen, albichuela.
Te lo has leído pensaba que igual me había salido un poco largo.
¿Has escrito todo esto ex profeso para este topic o ya lo tenías redactado en alguna especie de libro de memorias?
Entretenido relato, laowai
Iba a decir algo sobre que yo también había sido rico donante y pobre al mismo tiempo, pero una cosa lleva a la otra y ya ves tú
albichuela- Mensajes : 5043
Fecha de inscripción : 20/10/2011
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:
'no tienen ni oficio ni beneficio, no han trabajao en su vida'...que lo diga el desgraciao ese
Evolardo- Mensajes : 64466
Fecha de inscripción : 07/03/2013
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:
Lo mejor la sonrisilla del 2:05 tras la "gilipollez galopante" todo orgulloso de cómo se ha ganado el aplauso del público.
wakam- Mensajes : 81311
Fecha de inscripción : 27/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
los 30 primeros segundos los firmo, luego ya se vino arriba...Godofredo escribió:
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
A mi lo que me flipa es el público, llega a salir santi abascal y se cae el plató.
Godofredo- Mensajes : 145725
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
Godofredo escribió:
Independientemente del tema Amancio me hubiese gustado oir a este par de mamarrachos del vídeo hablando de los tratamientos contra el cáncer, y otras enfermedades graves, cuando el PP ha ido minando la Sanidad Pública allá por donde ha gobernado.
BlueStarRider- Mensajes : 10844
Fecha de inscripción : 17/11/2018
Re: Amancio Ortega dona 320 millones a la sanidad
He hecho un copypaste del texto de albichuela para publicarlo en un futuro con mi nombre.
javi clemente- Mensajes : 121999
Fecha de inscripción : 08/05/2008
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