Ronda 6.5 del puntual concurso de microrrelatos. Votaciones hasta las 21h..

Stoneheart escribió:7. ¡Hay que ver!

Se acercaba la hora del postre. Para entonces ya había congeniado con mis vecinos de mesa, sobre todo con una de las vecinas. Por una vez, olvidarme aquellas horribles gafas podía depararme una alegría. Aunque no la veía bien, el óvalo de su cara era perfecto y charlábamos animados por encima de conversaciones que se cruzaban como interferencias.
Los novios comenzaron a recorrer las mesas; pude darme cuenta por el movimiento inconfundible del traje blanco, aunque el vino comenzaba a hacer efecto multiplicando la miopía.
Llegaron a nuestra mesa como los Reyes Magos —a falta de Baltasar—, repartiendo regalos a diestro y siniestro. Al llegar a mi altura me saludaron efusivos.
—Hola, ¿y tú quién eres? —preguntó ¿mi prima?
—Coño, ¿y vosotros?
—Parecemos los novios. Ya sabes —dijo él—. ¡Que se besen, que se besen!
—Pues yo —respondí dubitativo—, debo ser el primo pequeño de la novia del otro comedor.

Stoneheart escribió:8. Ocho

Se acercaba la hora. Coutinho llevaba meses soñando con esto y por fin lo había conseguido, se agarraba los genitales mientras regresaba al vestuario. ¡Ocho goles! ¡Ocho! ¿Eso era el Barcelona o la selección de Malta del 83?
En el pasillo le quiso saludar Semedo, pero lo esquivó con un sucinto giro de rodilla; pobrecillo, no tiene cadera. También dejó atrás a Busquets y Piqué (a trote cochinero, no tuvo ni que correr). En una esquina Luis Suárez se comía un kebab, hizo como si no le viera.
Por fin alcanzó el vestuario. Sus compañeros le felicitaron por sus dos goles, que en el maremagno de los ¡ocho! apenas pasaban desapercibidos.
Dejadme solo, pidió Coutinho. Y fue entonces cuando, no podía más, se bajó los pantalones y se masturbó copiosamente: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, y hasta ocho veces lo hizo.

Stoneheart escribió:9. Tinder sorpresa

Se acerca la hora y los nervios están a flor de piel. Habían pasado meses desde que Javi se fue. Nunca había usado una aplicación como esta, pero mis amigos me convencieron y aquí estoy. No me gusta jugar de visitante la primera cita, pero el insistió mucho en hacer la cena y acepté.

Y acerté, la cena está riquísima. Y yo estoy incluso más nerviosa que antes, jugando con mi pelo como una colegiala.

Se ha excusado para chequear el postre, pero lleva ya mucho tiempo, y no sé si es normal. Me acerco, pero la puerta está cerrada. Dice que no le queda nada. Ya ha pasado una hora y estoy dudosa, pero insiste en que espere. Impaciente, fuerzo y entro en la cocina. Sobresaltado, se le cae el cuchillo al suelo, la cocina estaba totalmente envuelta en plástico.

Huyo despavorida, nunca volveré a instalarme una aplicación.

Stoneheart escribió:10. LUNA NUEVA

Se acerca la hora y cree tenerlo todo preparado, aunque presiente que algo puede salir mal, que algo saldrá mal.
Escondido en el pajar esperaba un saco con unos trapos viejos, un ovillo de bramante, una tinaja con agua del pozo, un cuchillo y una botella mediada de orujo que había conseguido ir escamoteando a Padre cuando por fin se quedaba dormido. Y otro saco, vacío. También, por si sucedía durante la noche, dejó a mano un candil de aceite y un chisquero, aunque confiaba en que ocurriese de día, con Padre en las eras, porque sabía que por la noche los perros aullarían.
Pero Padre no despertó por los gritos ahogados, ni por el primer y último llanto de la criatura, ni por los perros. Tampoco por el olor a humo, cuando despertó todo eran llamas y se creyó por fin en el merecido infierno.

Toro escribió:Semana de agosto semana con menos movimiento que de costumbre

A ver si podemos hacer algo...

mugu escribió:

Toro escribió:Semana de agosto semana con menos movimiento que de costumbre

A ver si podemos hacer algo...

Stoneheart escribió:11. Albayalde

Se acerca la hora de la ceremonia del té, pero Hayami no se ve capaz. Tiene dieciséis años y ninguna fuerza, el kimono esconde manchas oscuras. No obstante, sus invitados aguardan y ella sale a preparar el matcha. Es una maiko, es su deber. Con delicados movimientos, las manos inician el ritual. Sus dedos conforman un baile. «Qué hermosa es», celebran sus espectadores, destacando la palidez de su rostro. Pero su elegancia proviene de su cansancio. Cuando sirve las bebidas, se siente desfallecer. En las tazas aparecen dibujadas cuatro grullas —shi—, y Hayami lo interpreta como un mal augurio. No puede más, se despide retirándose con una disculpa. Luego, delante del espejo, limpiará las sucesivas capas de blanco: los mofletes de nieve, la frente de espuma, el surco nasogeniano de piel de talco. Pero debajo del maquillaje aparecerá igualmente lívida. Casi transparente.
Envenenamiento por plomo, Hayami no cumplirá los diecisiete.

Stoneheart escribió:12. Misión

Se acerca la hora del cambio de turno. Es una de esas noches calurosas en Jacksonville que ya no recordaba, aunque esta vez juego con la ventaja de no sentirla, cosa que no les pasa a los guardias de seguridad. Aprovecho el momento en que el recién llegado juega con el termostato de su caseta para colarme. El no tener rostro me facilita llegar hasta el despacho principal donde aún está la directora:
-¿Quién eres?
-Ya no soy nadie.
-¿Chloe? Es imposible, te enterré.
-Ya no soy Chloe, pero si quieres recuperarla es muy fácil, encuentra su código genético en la base central de datos.

Mamá me ha llevado a la zona central, repleta de procesadores con la información guardada. Es el momento, disparo por detrás a mamá y C4 en los procesadores.

Escucho la fuerte explosión sin mirar atrás, aunque tampoco me hubiesen permitido las lágrimas ver nada.

Stoneheart escribió:Perdón, en realidad eran dos. Que siga el...

Stoneheart escribió:13. Hombre bala

Se acerca la hora del cañón, y en su interior, como siempre antes del lanzamiento, el hombre bala repasa sin mucho entusiasmo los deshilachados hitos que tachonan su vida. «Por si tengo un mal aterrizaje», se dice. Y mientras el maestro de ceremonias detalla la parábola del vuelo, en el centro de la explanada, remarcado por un solitario foco, han dispuesto al imponente cilindro. El foro enmudece tras una pausa reverencial, y un atronador estallido sacude entonces las tribunas.
Como un obús, el hombre bala atraviesa la humareda. Se proyecta velocísimo. Rebasa la colchoneta que lo aguarda fuera de la pista; queda atrás el parking de caravanas y el recinto ferial, y los días mohosos y las tardes de espera. Vuela muy alto, donde nada puede tocarlo, hasta desaparecer sobre un estrépito de aplausos. De la caseta de tickets escapa un pálido suspiro; «qué suerte... ese ya no ficha mañana».

Stoneheart escribió:14. Nuestro turno

- Se acerca la hora. No tengo referencias, pero después del breve sueño nunca debo contar más de veinte mil hasta que se vea luz por debajo de la puerta. Después, entre mil y mil quinientos, y se abra. Unos pasos cortos se aproximarán a mí, mantendré los ojos cerrados y disfrutaré de la aceleración del corazón. Oleré, disfrutaré su respiración mientras acomoda el regulador, y al alejarse los pasos, comenzará de nuevo el metrónomo.

- Leer, charlar, fumar, el foro, una serie, una cerveza, comer, el foro, una partida, un paseo, otra llamada. He mirado cien veces el reloj. Es eterna la espera, e insignificante el cometido. No entiendo mi labor. La luz del día empieza a molestar, se acerca la hora, se acaba el turno, tan sólo la ronda, tres minutos por habitación y salir. Quiero llegar a casa, tumbarme, cerrar los ojos y simular dormir.

Stoneheart escribió:15. Viernes felices en el Miami

Se acerca la hora, estamos expectantes. Suena la campana, nos abalanzamos sobre la barra. Cada copa al triple de su valor, seis rondas seguidas. Lanzamos los billetes, trasegamos, eructamos. Vomitamos en comandita.
Pancho se la saca y mea junto a la tragaperras. Volvemos a nuestro sitio, ponemos las botas sobre la mesa. Jorge mastica tabaco, escupe marrón en la madera. Le toco el culo a la camarera. Sacamos la baraja y apostamos alto, pedimos otras seis rondas, vomitamos. Los gemelos se zurran la badana, estalla un espejo. Una silla voladora golpea a Nico en la colleja. Un vaso me roza la oreja. Reventamos en risotadas, perdemos hasta la camisa.
La hora feliz en el Miami no es como las demás. Y sí, lo reconozco: somos escoria. Pero incluso la basura necesita sentirse feliz ni que sea una vez a la semana.
Suena la campana. Nos disfrazamos de personas. Hasta el viernes.

Stoneheart escribió:Ah, y no olvidemos el...



(Qué búsquedas de Google más raras estoy haciendo hoy. )

Stoneheart escribió:15. Viernes felices en el Miami

Se acerca la hora, estamos expectantes. Suena la campana, nos abalanzamos sobre la barra. Cada copa al triple de su valor, seis rondas seguidas. Lanzamos los billetes, trasegamos, eructamos. Vomitamos en comandita.
Pancho se la saca y mea junto a la tragaperras. Volvemos a nuestro sitio, ponemos las botas sobre la mesa. Jorge mastica tabaco, escupe marrón en la madera. Le toco el culo a la camarera. Sacamos la baraja y apostamos alto, pedimos otras seis rondas, vomitamos. Los gemelos se zurran la badana, estalla un espejo. Una silla voladora golpea a Nico en la colleja. Un vaso me roza la oreja. Reventamos en risotadas, perdemos hasta la camisa.
La hora feliz en el Miami no es como las demás. Y sí, lo reconozco: somos escoria. Pero incluso la basura necesita sentirse feliz ni que sea una vez a la semana.
Suena la campana. Nos disfrazamos de personas. Hasta el viernes.

Toro escribió:

Stoneheart escribió:Ah, y no olvidemos el...



(Qué búsquedas de Google más raras estoy haciendo hoy. )

Aunque me ha resultado un tanto extraño... me ha recordado a :



Por el nombre, principalmente

salakov escribió:

Toro escribió:

Stoneheart escribió:Ah, y no olvidemos el...



(Qué búsquedas de Google más raras estoy haciendo hoy. )

Aunque me ha resultado un tanto extraño... me ha recordado a :



Por el nombre, principalmente

DON escribió:Hola, literatos

Stoneheart escribió:13. Hombre bala

Se acerca la hora del cañón, y en su interior, como siempre antes del lanzamiento, el hombre bala repasa sin mucho entusiasmo los deshilachados hitos que tachonan su vida. «Por si tengo un mal aterrizaje», se dice. Y mientras el maestro de ceremonias detalla la parábola del vuelo, en el centro de la explanada, remarcado por un solitario foco, han dispuesto al imponente cilindro. El foro enmudece tras una pausa reverencial, y un atronador estallido sacude entonces las tribunas.
Como un obús, el hombre bala atraviesa la humareda. Se proyecta velocísimo. Rebasa la colchoneta que lo aguarda fuera de la pista; queda atrás el parking de caravanas y el recinto ferial, y los días mohosos y las tardes de espera. Vuela muy alto, donde nada puede tocarlo, hasta desaparecer sobre un estrépito de aplausos. De la caseta de tickets escapa un pálido suspiro; «qué suerte... ese ya no ficha mañana».

Stoneheart escribió:14. Nuestro turno

- Se acerca la hora. No tengo referencias, pero después del breve sueño nunca debo contar más de veinte mil hasta que se vea luz por debajo de la puerta. Después, entre mil y mil quinientos, y se abra. Unos pasos cortos se aproximarán a mí, mantendré los ojos cerrados y disfrutaré de la aceleración del corazón. Oleré, disfrutaré su respiración mientras acomoda el regulador, y al alejarse los pasos, comenzará de nuevo el metrónomo.

- Leer, charlar, fumar, el foro, una serie, una cerveza, comer, el foro, una partida, un paseo, otra llamada. He mirado cien veces el reloj. Es eterna la espera, e insignificante el cometido. No entiendo mi labor. La luz del día empieza a molestar, se acerca la hora, se acaba el turno, tan sólo la ronda, tres minutos por habitación y salir. Quiero llegar a casa, tumbarme, cerrar los ojos y simular dormir.

Toro escribió:

Stoneheart escribió:15. Viernes felices en el Miami

Se acerca la hora, estamos expectantes. Suena la campana, nos abalanzamos sobre la barra. Cada copa al triple de su valor, seis rondas seguidas. Lanzamos los billetes, trasegamos, eructamos. Vomitamos en comandita.
Pancho se la saca y mea junto a la tragaperras. Volvemos a nuestro sitio, ponemos las botas sobre la mesa. Jorge mastica tabaco, escupe marrón en la madera. Le toco el culo a la camarera. Sacamos la baraja y apostamos alto, pedimos otras seis rondas, vomitamos. Los gemelos se zurran la badana, estalla un espejo. Una silla voladora golpea a Nico en la colleja. Un vaso me roza la oreja. Reventamos en risotadas, perdemos hasta la camisa.
La hora feliz en el Miami no es como las demás. Y sí, lo reconozco: somos escoria. Pero incluso la basura necesita sentirse feliz ni que sea una vez a la semana.
Suena la campana. Nos disfrazamos de personas. Hasta el viernes.

+: La divertida y sobre todo, envidiable, escena perfectamente dibujada y anhelada sobre todo en los tiempos que corren... (editado por un extraño lapsus mental )
-: Recordaré el relato por una especie de "Resacón en Las Vegas" pero en Miami... me costaría encontrar un rasgo muy característico
Frase: Nos disfrazamos de personas.

Stoneheart escribió:16. Natres, que il·luminem la muntanya…

Alegria! Que és Festa Major!
(La Trinca, Festa Major)

Se acerca la hora. Desde la Plaza Mayor todos miramos hacia la montaña, invisible -es negra noche. De repente, estalla una llamarada. ¡Se ha encendido el faro! En la plaza rugimos. Decenas de puntos de luz naranja oscilantes descienden la ladera: son los fallaires bajando con sus fallas*. Gritamos, brincamos, aplaudimos. Y cuando los fallaires aparecen en la plaza, sonrientes y sudorosos, arrancan los petardos y la música y bailamos alrededor de la hoguera que se acaba de prender. ¡Comienza la Fiesta Mayor! Y la orquesta tocará sin descanso durante dos noches. Júlia y Manel se harán novios; la colla del Enric no dormirá en tres días. Dídac y Martí pillarán su primera borrachera; sus padres se derramarán en cenas populares interminables, sus hermanas pequeñas se empacharán de helados. Y el Jaume empezará ya a pensar cómo será su falla del año que viene.  

*Teas.

Autista escribió:

Autista escribió:

IRMA THOMAS:

THE ROLLING STONES:

DON escribió:Literatos, una pregunta:

¿Cuál os gusta más, la de Irma Thomas o la de Rolling Stones?

IRMA THOMAS:

THE ROLLING STONES: