$$$ ROTONDA 15 DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS **** THE SHOW ==AÑO VII ===

Pili N'Dongo escribió:HOY ES EL DÍA

Pili N'Dongo escribió:HOY ES EL DÍA

salakov escribió:Qué vacío.

Qué sinsentido.

Qué desazón.

Stoneheart escribió:El Noticias del Mundo, que anteriormente se llamaba Asombroso, era una maravilla. Todo lo que El Mundo Today quería ser y no ha sido nunca. Siempre me acuerdo de pasar por delante del kiosko con una compañera del cole y partirnos de risa allí mismo con el titular "Se comió un bocadillo y reventó como un globo".

Spoiler:

Elsanbenito escribió:Joder, estoy leyendo todos y aunque no hay magia, veo que mantenéis buen nivel. Tono un poco empollón, diría yo. Se entiende todo demasiado bien, pardiez.

Elsanbenito escribió:Joder, estoy leyendo todos y aunque no hay magia, veo que mantenéis buen nivel. Tono un poco empollón, diría yo. Se entiende todo demasiado bien, pardiez.

Pili N'Dongo escribió:01- Una de piratas

El pulpo colgaba de un gancho. Con un movimiento rápido, Barbarroja lo escondió bajo la casaca. En el otro extremo de la taberna, Patapalo robaba el reloj del capitán Garfio. En ese momento entró Guybrush Threepwood perseguido por un mono que robó el pulpo que acababa de ser robado. «¡Maldito mono! ¡Maldita la hora!», blasfemó Barbarroja, lo cual conminó al capitán Garfio a mirar su reloj, objeto que no estaba en su poder ni tampoco en el de Patapalo, pues lo había robado ladinamente Guybrush. «¡Llevarás mi espada como si fueras un pincho moruno!», gritó Garfio, y Guybrush sintió una especie de déjà vu, si bien esto alertó al tabernero de que faltaba el pulpo del gancho. Luego el mono robó un garfio, Garfio un palo, Patapalo una barba, etcétera, de tal manera que al terminar todo estaba como al empezar. Perfecto equilibrio, ¡pardiez!, el del mundo de los ladrones.

Spoiler:

Pili N'Dongo escribió:02- Paul

El pulpo colgaba de un gancho. Eleuterio Satrustegi, millonario coleccionista de la selección española, lo había comprado por un potosí y había ordenado disecarlo. Ahí se encontraría bien, junto con la camiseta de Iniesta, el suspensorio de Ramos y un mechón de pelo de Pujol.

Lo lo loooooo lo lo loooooooooooooo lo lo lo lo looooooooooooo, ¡tú nos hiciste campeones, Pablo!

Pili N'Dongo escribió:03- Crisis de los 40 (o 50)

El pulpo colgaba de un gancho. Lo miraba con avidez, pero más por la costumbre de comer a esa hora que por tener mucha hambre. Y es que no tenía la cabeza para cenas. Aún resonaban en mi mente los inmortales estribillos escuchados (y coreados a gritos, con un entusiasmo digno de una fan adolescente de los Beatles en los 60) de la mejor banda del mundo, y no dejaba de sentir ese picor en los dedos, esas ganas de coger mi móvil y comprar entradas para todos los conciertos que les quedaban de gira. Seguirles por toda la piel de toro sonaba como el mejor de los futuros, aunque tuviera que dejar el trabajo y abandonar a la familia. La comunión con ese tótem de la música contemporánea quizá le daría sentido a mi vida. Pero bueno, de momento mejor cenar algo.
-Nena, a ver ese pulpo.

Pili N'Dongo escribió:
04- Carisma

El pulpo colgaba de un gancho cada noche hasta que llegaba su turno al piano. Mientras, dormía la cogorza y así, con las patas remojadas en un caldero de orujo, se decía que podía pasar días, entre ráfagas de brillantez musical y curdas mayúsculas.  Eran su excentricidad, su fealdad, su irrepetible talento y su mala baba las que habían conseguido que todos nos olvidáramos de que en realidad era otro cefalópodo cocinable en cazuela de 42. El viejo pulpo, sin embargo, no se olvidada de odiar su condición como si eso fuera a salvarlo del puchero y exhibía su falta de pulpidad y pulpética en cada ocasión posible. Despreciaba su especie sin saber que nadie iba a comérselo, joder, ¡dormía sobre el mismo gancho que había intentado matarlo! ¡¿Conoces a otro pulpo que lo haga?!

Pili N'Dongo escribió:05- Posesión octópoda

El pulpo colgaba de un gancho, exánime. Era un ejemplar soberbio, nunca visto, pues a su espectacular tamaño unía sus singulares colores: morado intenso moteado de dorado, brillando mortecinamente al sol. Mi padre y sus amigos, exhaustos, reían con orgullo; había sido una buena pesca. Aquel cuerpo lacio se veía aún poderoso, goteando en la cubierta. Quise comprobar el tacto de aquella extraña carne laxa y entonces noté que me miraba. Un susurro viscoso penetró en mi cabeza, ven, decía, ven, suéltame. Me acerqué, sin voluntad, hasta tocarlo, y entonces, rabioso como un rayo, mordió mi cuello, se enroscó en mis brazos, en mis piernas, me dirigió a la borda y saltó. El agua verdosa y fría mató los gritos. En aquella ingravidez líquida, sus ojos amarillos dudaron si asfixiarme. No lo hizo. Reboté contra el casco mientras desaparecía en la profundidad. Desde entonces, mis sueños son oscuros, de odio líquido, y asesino hombres.

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Pili N'Dongo escribió:

06- Xan

El pulpo colgaba de un gancho en la cara norte de la cabaña de Xan. Ajado por la mirada del mar, sus tentáculos se bambolean con pereza mecidos por una mano invisible. Cada pata remata en un anzuelo de tres puntas y un panel de madera horizontal, sobre la cabeza, es el blanco cuando el viento arrecia.
Cuando llega la tormenta, Xan hace guardia mientras duerme el sol, y espera paciente a que los dardos hagan diana. Mide longitudes y profundidades, y observa y cuenta las patas cruzadas. Calcula. Se dirige al puerto y advierte a los pescadores listos para hacerse a la mar. «Quedaos…volved antes del mediodía…id con Dios…».
Lo miran agradecidos, saludan con un golpe de mano y siguen sus consejos.
Lejos quedan los días en que reían con desdén, lejos tanto pescador que fue y no volvió, lejos su propia desgracia por desoír a su abuelo.

Pili N'Dongo escribió:

07- La Tranquilidad del Capitán Zoo

El pulpo colgaba de un gancho adherido por sus ventosas. El loro se posaba sobre su hombro derecho, repitiendo: "¡Alpiste, capitán!" Decían las antiguas lenguas que en el ojo vacío que tapaba su parche, se encontraba un caracol que no babeaba. Un par de perros correteaban constatemente de proa a popa y viceversa.

Los demás marineros nunca entendieron porqué su navío se dedicaba a rescatar animales lesionados o moribundos de los siete mares, en vez de buscar tesoros ocultos y pueblos donde poder saquear y violar.

El capitán envejecía y comenzaba a no poder realizar viajes largos, por lo que le comunicó a su tripulación que el barco sería para ellos y podían usarlo para fechorías o para seguir con su rutina.

Los marineros decidieron finalmente que beber vino y fornicar siempre con la misma persona no era mal precio a pagar por no meterse en problemas con otros piratas.

Pili N'Dongo escribió:
08- Pareidolia

El pulpo colgaba de un gancho en la pared, y a su vez hacía de gancho en la pared. Estaba tan harto de que todo el mundo le colgara chaquetas en los tentáculos que se pasaba el día borracho buscando pelea.

Pili N'Dongo escribió:
09- Piratas

El pulpo colgaba de un gancho junto a la puerta de la cabina del atunero, secándose al sol. El chico no le quitaba ojo, hasta que un puntapié lo sacó de su ensimismamiento. «Sigue fregando, chaval», le espetó el capitán al pasar camino de la cabina. Souleymane, el rechoncho cocinero del Trankìl, torció el gesto, descolgó el bicho de un tirón y bajó a la cocina. Aunque el barco era viejo, sin modernos sistemas de navegación como el Loran o los satélites, aún sacaban buena tajada faenando para conserveras españolas bajo bandera de Curaçao para saltarse las cuotas de pesca. Pero todos estaban inquietos. Se había averiado el sonar y tanteaban el océano a ciegas en busca de cardúmenes. Un buen rato después, Souleymane se acercó al chico con una escudilla de sopa de pulpo y permanecieron en silencio en la barandilla de babor, oteando los caprichosos rizos del mar.

Pili N'Dongo escribió:
10- Hermano mayor

El pulpo colgaba de un gancho en la cubierta inferior. Román había bajado a bucear ayudado por sus asistentes, y solo había conseguido pescar un triste pulpo. Aun así, orgulloso de su hazaña, decidió exhibir al cefalópodo en la popa del yate.
Cuando regresaron los tripulantes que estaban recogiendo frutas en la isla, Kale, el guía local, preguntó:

-¿Va a dejar al pulpo ahí, señor?

-¿Te molesta mi trofeo? ¿No serás vegano, no? ¡Jajajaja!

-No es buena idea dejarlo ahí.

Al amanecer ponían rumbo al atolón Bokak. El mar estaba en calma y una espesa niebla rodeaba el yate. Levaron anclas y se dieron cuenta de que Kale no estaba en el barco.

-Habrá vuelto a su chamizo. Tranquilos, no necesitamos al abrazapalmeras para llegar al atolón, dijo Román.

Iniciaron la marcha. El ruido del motor tapaba el chapoteo de los gigantescos tentáculos que reptaban por la amura de estribor.

Pili N'Dongo escribió:
11- Respetando las tradiciones

El pulpo colgaba de un gancho y los quintos del pueblo íbamos de casa en casa pidiendo agua para remojarlo y mantenerlo vivo, y ya puestos, orujo y vino para seguir festejando. La tradición era absurda, como tantas otras, pero muy práctica y económica. Nada de cabras voladoras, cerdos engrasados o vaquillas asustadas, mucho menos manejables. El bicho solía morir al segundo remojón, pero agitábamos el garfio con salero y parecía bailar al son de la gaita. Cogíamos enormes cogorzas de mogollón, pero los vecinos cada vez colaboraban menos, hartos de ver esquilmadas sus bodegas y de jaranas y meadas en sus fachadas. La solución se le ocurrió al Eufrasio: avisar a los animalistas de lo brutos que somos. Vinieron con pancartas a impedirlo, les tiramos piedras, salimos en los informativos y los paisanos se unieron para defender el nombre del pueblo y sus tradiciones; ahora hasta nos sacan jamón.

Pili N'Dongo escribió:
12- Trauma infantil

El pulpo colgaba de un gancho en el escaparate de la pescadería ante la que pasaba con mamá camino del cole. “Vamos a ver cómo está hoy Paquito”, me animaba al salir de casa. “Hoy está triste”, decía cuando el ejemplar era escuálido. Con cuatro años, ni sospechaba que fuera un pulpo distinto cada día, para mí Paquito vivía tranquilo tras ese cristal. Si un día no había pulpo, mamá me tranquilizaba: “estará en el baño, Paquito también hace pis y caca”.
Un día vi al pescadero acomodando a Paquito en su gancho, debía traerlo de hacer pis, pero no lo había meado todo y un chorrillo se le escapaba patas abajo. Una clienta lo vio, maldita chivata, señaló hacia el animal y el pescadero debió enfadarse muchísimo, porque fue hacia Paquito con un hacha, le cortó la cabeza y le sacó los ojos.
Veinte años después sigo llevando pañal.