RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
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RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
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Última edición por Vinny Vedecci el Mar Ago 09 2022, 10:32, editado 14 veces
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
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Última edición por Vinny Vedecci el Lun Ago 08 2022, 03:03, editado 3 veces
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
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Última edición por Vinny Vedecci el Lun Ago 08 2022, 03:03, editado 1 vez
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
- Las seis clasificaciones de la edición VII:
Fichero generales:
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1voeDhPL14i6HgALmuLBtOp4Iz4BzuzEyDRZjkDhGe5k/edit#gid=1475660222
Premios relatos EDICIÓN VII
Actas:
https://docs.google.com/spreadsheets/d/15U_BK_gcS7DVB8TOaDVVNvosGM910ElRcq2lANXtVIk/edit#gid=1408022621
- Relatos:
El final del principio
Me informaron mal, no sabía que después de la ruptura íbamos a discutir otra vez. Y otra vez. Y otra más. Que nos íbamos a decir cosas horribles que no queríamos decir. Que luego íbamos a estar juntos, en silencio, un día tras otro, para más tarde volver a hablar poco a poco. Que pasaría el tiempo y haríamos el amor, cada vez con más pasión, para acabar haciéndolo todos los días. Que reiríamos juntos, cenaríamos juntos, amaneceríamos juntos. Que seríamos inseparables. Que después parecería que nos conocemos cada vez menos, pero disfrutando con cada cosa nueva que descubriéramos el uno del otro. Que ya no viviríamos juntos, pero esperaríamos con ilusión vernos cada día. Que hablaríamos por teléfono sin parar. Que tendríamos dudas de si nos gustábamos de verdad. Que nos encontraríamos en una parada de autobús. Que fuéramos dos almas solitarias que nunca pensaron en querer a nadie.
EXT. OCÉANO PACÍFICO – BARCO – DÍACAPITÁN ACABSe habían acabado los caramelos, pez, cuando...MOBY DICK(interrumpiendo al capitán)No soy un pez. Soy un mamífero, Acab.CAPITÁN ACABMimimi. Si nos ponemos así, me llamo Ahab. O Achab.MOBY DICKEntonces dirás que se habían ahabado los caramelos. O ac-habado.CAPITÁN ACABNo se puede tener una conversación seria contigo.MOBY DICKHas empezado tú.CAPITÁN ACAB(señala con el dedo detrás de Moby Dick, agarrando disimuladamente un arpón con la otra mano)¡Mira! ¡Flipper dando por culo a Nemo!
Aparece Ishmael.ISHMAELQué pasa, chicos. ¿Interrumpo? ¿Cómo va todo? Ya sabéis que podéis llamarme...
Acab alza el arpón y se lo clava a Ishmael en el cuello. Ishmael agoniza en cubierta.MOBY DICK¡Bien hecho! Qué pesado era el tío, siempre con la misma tontería.CAPITÁN ACABBueno, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, te estaba contando que se habían acabado los caramelos y...
Identidad
—Usted no sabe con quién está hablando.
—Yo no, desde luego, ¿acaso lo sabe usted?
—¿Cómo?
—Si sabe usted mismo quién es.
—Por supuesto.
—No me refiero a su nombre, religión, estudios, tendencias políticas o características físicas.
—Podría decirle muchas otras particularidades identificativas mías.
—Todas inventadas, usted no es más que un ficticio personaje en un relato. Ni eso; una identidad simulada por cuatro frases que ni siquiera tiene nombre si no aparece escrito, como es el caso.
—Lo mismo que usted me temo, nadie existe entonces aquí.
—Falso, existe el que nos está leyendo.
—¿Y acaso sabe quién es? Porque si desconoce algo es como si no existiera para usted.
—No sé quién es, pero sé que tiene que existir para que existamos nosotros y que, a diferencia de nosotros, está vivo. Eso sí, más le vale aprovechar el tiempo porque, también a diferencia de nosotros, acabará su vida en algún momento, mientras nosotros seguiremos aquí.
El calamar gigante que habita en la zona abisal es el ser vivo con los ojos más grandes del planeta.
Es ciego.
GOD
El sudor recorría mi canalillo. Bueno, no, porque soy hombre y los hombres no tienen canalillo. ¿O sí? ¡Qué más da! La cuestión es que hacía calor. Hacía más calor del que pudiera recordar en años. Mi camisa estaba empapada. Hasta mis calzoncillos. Los pantalones, adheridos a mis muslos, aprisionaban mi miembro y otras partes de mi cuerpo. ¡Qué calor! Hacía tanto calor que los viandantes caminaban desnudos por la calle. Era bonito verles sin ropa, mostrándose de manera natural. Evidentemente, me fijaba mucho más en ellas. Aunque la visión se esfumaba a los pocos segundos, ya que todos acaban derretidos sobre el asfalto, que succionaba lo poco que quedaba de sus cuerpos. Era grotesco. Incluso absurdo. Yo seguí con la ropa puesta. No quería morir. Y pensé en la idea de ser el único poblador del mundo. El único poblador vestido. Abrí la nevera y cogí una cerveza.
Rip van Winkle
Nadie imaginaba que el maestro sacara de la gaveta de su mesa una cajita de forma cuadrangular con tres botones luminosos rotulados “Silencio”, “Quieto” y “Power off”. Ante el asombro de los presentes, el maestro dirigió el artilugio hacia dos alumnos que no paraban de hablar; zasss… al presionar el botón correspondiente quedaron ambos completamente mudos. Después, apuntó el dispositivo hacia un revoltoso grupo de estudiantes. Zassss… ni un solo movimiento más. Gritaron, asustados. Zasss… Silencio. Transcurrieron los días y los meses y el maestro, ufano, constató que el artefacto había sido un éxito rotundo; apenas había de utilizarlo ya.
Era su último año de docencia y los alumnos sacaron muy buena nota al finalizar el curso. El profesor se despidió de todos. Llegó a su casa y se tumbó en la cama. Sacó del maletín su invento, le dio la vuelta y pulsó gustosamente el botón de “Power off”.
Hhh
«Tenemos que hablar con calma«, «Nunca me cuentas nada«...
Había aprendido a esquivar todos los cepos que le ponían sus padres, profesores, y
compañeros.
Cuando era pequeño le decían que, si pasaba tanto tiempo en su cuarto, se convertiría en
ratón. Sin embargo, no era la soledad lo que le hacía sentir pequeño e insignificante, sino las
personas. Sabía lo que querían: que hablara para luego decirle que se callara. Así que, como las
palabras no servían de nada, acabó inventando un lenguaje nuevo: el de las desapariciones, el
de las cicatrices en las muñecas, el de los gatos que comen ratones. El único que entendían.
Con los años, hablar se había convertido en un automatismo vacío de contenido. Cada día, al
pasar por delante de la cizalla mecánica en la planta de producción donde trabajaba, pensaba
en sacar la lengua y quitarse un peso de encima.
Luto
Sé lo que quiere el negro, sé que pretende dominar mi alma, someter mi espíritu, hundirme en sus tinieblas. Sé que no debo permitírselo, que no puedo dejar que penetre, que tengo que mantenerlo fuera, en los ropajes oscuros, en mi semblante sombrío, en mi mirada apagada, en mi imagen triste. Sé que es lo que procede, que debería resignarme a la oscuridad.
Pero yo por dentro siempre he sido de colores, con muchas más luces que sombras, salpicado con fulgentes destellos de felicidad, con múltiples gamas de alegre colorido; y ahora el negro amenaza con teñirlo todo, con anochecer mis días, con volverme gris. Y no voy a permitírselo. Usaré sus armas, atacaré desde fuera, le recuperaré terreno poco a poco, con firmeza. Empezaré desde abajo. Hoy saldré a la calle pisando fuerte con mis zapatos negros, sí, pero con un calcetín rojo pasión y el otro verde esperanza.
Dios discute si uno no quiere
—Y te llamaré pinsapo.
—Vaya por Dios. ¿No había otra cosa?
—No tomes mi nombre en vano.
—Al menos tu nombre mola. ¿Quién quiere llamarse pinsapo? Es ridículo.
—Baobab no se ha quejado.
—Dónde va a parar. Baobab tiene punch. Hasta aparecerá en libros, verás.
—No lo creo, pero vale. ¿Qué tal secoya?
—No, que tiene rima fácil.
—Pues anda que pinsapo…
—Razón de más. Quiero otro nombre.
—¿Pino?
—Aburrido.
—¿Madroño?
—No, no… mucho corrupto.
—Pero si no he creado todavía el PP.
—Lo veo venir.
—Eres un pinsapo listo.
—Que no quiero ser un pinsapo.
—Encina.
—Debajo.
—O te lo tomas en serio o te quedas con pinsapo.
—Alcornoque.
—No me insultes.
—Esto pasa de castaño oscuro.
—Tampoco.
—¿Zarza?
—Eso va a ser un arbusto pero… ¿eres friolero?
—No. ¿Por?
—Nada, nada…
—Sauce.
—¿Salsa?
—Pero si no has creado el inglés.
—Ni el baile.
—Déjalo, me quedo con pinsapo.
Última edición por Toro el Vie Ago 05 2022, 14:10, editado 4 veces
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Última edición por Toro el Mar Ago 09 2022, 17:30, editado 32 veces
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
NOMINADOS PREMIOS RELATOS
- Mejor Relato:
El vuelo del cisne
Estaba en Nueva York, visitando a mi joyero por última vez, aunque aún no lo sabía. La luz de la mañana se filtraba entre los resquicios de la persiana, provocando que millones de ácaros y partículas de polvo perdieran su condición de anonimato, despojadas de toda oscuridad, parecían bullir y retozar en un frenesí cuántico. Mi marido había insistido para que aceptara aquella “nueva muestra de amor y fidelidad”. Aquel pedazo de metal curvo y piedras preciosas, era una réplica de lo que me había convertido: una suerte de cisne acéfalo que, lentamente y gota tras gota, se desangraba en su agonía. Ahora lo veía, qué ingenua... En el interior del la joyería, atrapada tras el cristal de aquel lujoso escaparate, era como una joya más, simulando brillar sin vida. Salí a la calle conmocionada, necesitaba respirar. Fue entonces cuando la ciudad comenzó a llorar cenizas.
Representación
Quedamos en los coches de choque, pero tú nunca llegaste.
Cada minuto que pasaba de la hora acordada, la mochila me pesaba más en la espalda y en el alma.
Aunque nos habíamos jurado que nada ni nadie nos separaría, comprendí que no te atreverías y abandoné el pueblo solo.
Hoy, cuarenta años después, he regresado para el entierro de mi madre.
Cuando me has abrazado, ante la atenta mirada de tu mujer, he notado como tu corazón se sigue acelerando como entonces y he sentido pena por ti, pensando que una noche de feria te traicionaste, te dejaste vencer por el temor y decidiste convertir tu vida en puro teatro.
Brujas de la noche
Ahora que ya nadie se acuerda de nosotras es buen momento para rememorar aquellas inolvidables noches. Corría el año 1941, éramos todas chicas, y muchas ni siquiera habíamos cumplido los veinte. ¿Que qué es lo que hacíamos que merezca ser recordado? Bueno, cuando oscurecía, nos preparábamos bien, nos vestíamos de gala y salíamos juntas a dar una vuelta por ahí. «¿Ya está? ¿Nada más?», puede que estéis pensando. Esperad, que se me olvidaba algo: formábamos el 588.º Regimiento de Bombardeo Nocturno del Ejército Rojo.
Los nazis nos llamaban brujas de la noche por el ruido que hacían los toscos y destartalados Polikarpov que pilotábamos, cuyo susurro, según ellos, recordaba a una escoba acanalando los tenebrosos cielos. Pero os puedo asegurar que allá arriba no nos sonaba a eso; los motores no susurraban, sino que retronaban, bramando victoria en cada vuelta de sus hélices. A nosotras nos sonaba, simplemente, a gloria.
Identidad
—Usted no sabe con quién está hablando.
—Yo no, desde luego, ¿acaso lo sabe usted?
—¿Cómo?
—Si sabe usted mismo quién es.
—Por supuesto.
—No me refiero a su nombre, religión, estudios, tendencias políticas o características físicas.
—Podría decirle muchas otras particularidades identificativas mías.
—Todas inventadas, usted no es más que un ficticio personaje en un relato. Ni eso; una identidad simulada por cuatro frases que ni siquiera tiene nombre si no aparece escrito, como es el caso.
—Lo mismo que usted me temo, nadie existe entonces aquí.
—Falso, existe el que nos está leyendo.
—¿Y acaso sabe quién es? Porque si desconoce algo es como si no existiera para usted.
—No sé quién es, pero sé que tiene que existir para que existamos nosotros y que, a diferencia de nosotros, está vivo. Eso sí, más le vale aprovechar el tiempo porque, también a diferencia de nosotros, acabará su vida en algún momento, mientras nosotros seguiremos aquí.
Serventesio
Es una verdad universalmente reconocida, incluso convertida en ley, que la tostada cae siempre por el lado de la mantequilla. Sin embargo, ni esa ni otras irrefutables certezas se aplican a Serventesio Bermúdez. Ya desde pequeño se preguntaba si su vida era normal; nunca sufrió un despiadado mote en el colegio, ni tuvo acné, ni siquiera llegó a torcerse un tobillo. Le fue bien en los estudios; jamás suspendió ninguna asignatura. Sus enamoramientos, todos ellos correspondidos. Acabó la carrera, se casó, consiguió un buen trabajo, se compró una casa. Tuvo dos hijos y un perro. Nunca se le quemó la comida, ni se le averió el coche en el momento más inoportuno, ni experimentó contratiempos que merezcan ser recordados. Plácidamente jubilado ya, Serventesio se pregunta si no se habrá perdido algo a lo largo de su grata existencia. Y a veces, cuando nadie mira, lanza al suelo una tostada para observar de qué lado cae.
En su punto
Se oía una respiración entrecortada al fondo del huerto, a medida que las botas se adentraban por los surcos, hacia los calabacines. Las coliflores charlaban despreocupadas: eran aún chiquitas como bolas navideñas. Pero el primer calabacín, con los últimos días de sol, había crecido mucho. Reposaba magnífico, duro, ligeramente curvado, exhibiendo la piel tersa y brillante tirante sobre la carne; orgulloso y enhiesto, sabía no obstante que su magnificencia anunciaba el inminente final, y suspiraba, impotente. Había visto caer a las zanahorias, ayer, con sordos gritos, inútilmente aferradas a la tierra. Nada servía. El hortelano se agachó, blandiendo su hoz plateada y asestó al tallo un golpe, dos. Destilaron gotas de savia transparente, pero el labriego era sordo a los gritos vegetales. Simplemente cortaba, tarareando una cumbia barranquillera, llenaba su cesta y cogía la locomotora de las 12, para venderlos a los veganos; a los asesinos.
Love Vigilantes
El sudor recorría mi canalillo bajo la empapada blusa cámel. A propósito de la caseta de observación donde permanecía inmóvil con mis binoculares, Zanón afirmó socarronamente que allí mismo una persona podía cocinarse sin mayor problema. Fornicamos allí durante un trimestre, cocinados en nuestros jugos. Aquello, al último ejemplar vivo de Casúalido al que yo acechaba debía importarle nada. Tampoco yo le importé nada a Zanón. ¿Qué fui acaso? Un sudor que secó sin dejar rastro a los tres meses; el vuelo de una mosca como las tantas que mortificaban al lastimoso Casuálido. Me conformé pues con eso, todo era vanidad en la marisma, en la urbe y en el orbe, y permití sin espanto que las moscas libaran de mi piel salobre. Ironía; la casualidad no intervino en la extinción del Casuálido: las postas que volaron su sesera las escupió mi rifle. Con todo, aún sobraría un cartucho.
El final del principio
Me informaron mal, no sabía que después de la ruptura íbamos a discutir otra vez. Y otra vez. Y otra más. Que nos íbamos a decir cosas horribles que no queríamos decir. Que luego íbamos a estar juntos, en silencio, un día tras otro, para más tarde volver a hablar poco a poco. Que pasaría el tiempo y haríamos el amor, cada vez con más pasión, para acabar haciéndolo todos los días. Que reiríamos juntos, cenaríamos juntos, amaneceríamos juntos. Que seríamos inseparables. Que después parecería que nos conocemos cada vez menos, pero disfrutando con cada cosa nueva que descubriéramos el uno del otro. Que ya no viviríamos juntos, pero esperaríamos con ilusión vernos cada día. Que hablaríamos por teléfono sin parar. Que tendríamos dudas de si nos gustábamos de verdad. Que nos encontraríamos en una parada de autobús. Que fuéramos dos almas solitarias que nunca pensaron en querer a nadie.
Pasen y vean, la vida
El festival de circo de la Caravana Romaní se anunciaba a la entrada del pueblo en un gran cartel dorado.
Después de tantas emociones, Pedrito no podía conciliar el sueño. En la cama rememoraba la actuación de los trapecistas haciendo piruetas a gran altura; la de los jinetes realizando acrobacias sobre hermosos caballos blancos; la de los malabaristas de increíbles reflejos; la de los equilibristas desafiando las leyes de la física; la de los payasos de narices rojas, pelo zanahoria y zapatones.
Su abuelo, también tardó en dormirse aquella noche mientras se preguntaba quién no ha deseado volar; quién no se ha sentido enjaulado; quién no busca el aplauso; quién no vive en la cuerda floja; quién, a veces, ríe por no llorar.
Artificios
El inspector Gadget se escondió bajo la mesa del restaurante. Se sentía avergonzado. Nunca antes había padecido tan contundente rechazo por parte de una mujer. De nada le habían servido sus artilugios para las noches de conquista: el gadgetoestimulador de deseo a distancia; la gadgetomano aterciopelada con que acarició su esbelto cuello; el gadgetopinganillo acoplado a su propio oído que le dictaba la pasional verborrea que luego él repetía con perfecta y emotiva dicción; el ardiente reflejo instalado en sus negros gadgetojos… No, nada de eso alcanzaba a esta mujer, impasible como un pájaro disecado. Entonces el inspector simuló buscar unas monedas bajo la mesa, para ocultar el rubor que le encendía las mejillas. Y así estuvo unos segundos que le parecieron eternos, hasta que comprendió que era su corazón lo que debía ofrecer a la mujer. No el gadgetocorazón, sino aquel que palpita y sufre, el corazón que muere.
Cheek to cheek
Era un frío y luminoso día de diciembre. De esos que, en ciertas ciudades castellanas, hacen que el rocío se escarche en la piedra y llenan sus calles de pasos cuidadosos.
Dos hombres, grises de paño y ánimo, se encaminaban a sus quehaceres cuando al doblar una esquina se toparon de frente. Tras la sorpresa inicial, ambos se apartaron para proseguir marcha, pero uno a su derecha y otro a su izquierda, con lo que volvieron a encontrarse cara a cara. La ridícula coreografía se repitió varias veces a cada lado hasta que uno resbaló y tuvo que apoyarse en el otro, haciéndolo trastabillar y abrazarlo para no caerse. De esa guisa, la improvisada pareja fue deslizándose calle helada abajo mejilla con mejilla dibujando gráciles giros hasta que un pretil interrumpió su periplo. Entonces se separaron, recompusieron su vestimenta y reanudaron su rumbo apretando el paso ante los admirados vecinos.
Letlotse
Los tributos a las tribus se triplicaron, pero no fue suficiente para el jefe Kefetse, que marchó al frente de sus guerreros con la intención de escarmentar a los clanes tswanas vecinos. La pequeña Wakamoso vio los cadáveres de sus padres pisoteados por aquella marcha de lanzas, ojos como rubíes y penachos de muerte, y se escondió en la chabola. Todo terminó rápido. El mismísimo Kefetse se presentó a la puerta de la cabaña, pero dentro, en lugar de la niña le esperaba un enorme guepardo que lo degolló de un zarpazo. «Letlotse, letlotse», gritaban los guerreros, y huyeron ante el mal presagio. Pronto, la noticia de la niña-guepardo corrió cual gacela entre el resto de los clanes, que se rebelaron contra la tiranía del clan del malogrado Kefetse.
Aún hoy, cuando algún guepardo se acerca a los poblados tswanas, nadie lo molesta, pues piensan que quizás es Wakamoso, vigilante.
Tiemblo
El frío siempre complica las cosas. Duele, aletarga, encoje, hiela. Suele venir sigiloso, poco a poco, entre bruma y oscuridad. Aunque también temo al frío luminoso, como el de las alboradas despejadas de Castilla, cuando todo parece arrancar a cámara lenta y lo gélido va tornando en vida, derritiéndose con calma; ese frío te engaña, se disfraza de luz y de vida, pero se mete en tus huesos y los atenaza hasta el primer sol y sombra de la mañana.
Aunque sin duda el peor frío es el que mana del interior, el que no depende de isobaras, el que brota lentamente de tu alma cuando la vida se te rompe por dentro. Ese no admite abrigo, no cumple predicciones, no atiende a hogueras. Tampoco es pasajero, se fija bajo la piel como un tatuaje interno, y no hay calor que lo haga desaparecer, ni siquiera el de tu recuerdo.
Pipistrelus
Ahora que ya nadie se acuerda de él —fruto del cansancio por esclarecer su insólita naturaleza—, relataré yo sobre mi vecinito Pipistrelus. Mitad murciélago, mitad niño de lechosa palidez, eternamente ruborizado; y bajo los brazos, plegadas como una seda de finísima piel, las aladas membranas. Por negruzcas, por placentarias, por no acabar en manos humanas articuladas en dedos, las alas aterraban al vecindario, pero si uno conseguía soslayar aquella anomalía, liberaba a un niñito que en apariencia era como tantos otros que pateaban la bola contra la tapia. Añado a mi relato que jamás vi alejarse a Pipistrelus de aquella cuadra, único mundo y única casa; saltaba con torpeza, eso sí, como gallina impaciente, cuando le acercaban la bandejita de sangre caliente de vaca.
El surgir del barrio
Una de las plazoletas de mi barrio tiene varias estatuas similares. De pequeño te impresionan, pues no tienen cabeza. Cuando uno crece, pregunta por ellas y entiendes porqué el sitio en el que vives es de ese modo.
Las estatuas no tienen cabezas y cargan a sus espaldas unas grandes piedras, homenaje a como se formó la zona. Las primeras casas fueron construidas para presos políticos de la dictadura franquista en su comienzo, ya que fueron trasladados a la zona para crear los canales que el Guadalquivir ramifica con el fin de regar las zonas agrícolas adyacentes. Llegaban republicanos de comarcas cercanas como el sur de Badajoz, el oeste de Córdoba o los pueblos sevillanos colindantes con Cádiz. Si hablas con cualquiera del barrio, tiene ascendencia en una de estas zonas.
Es por eso que somos un barrio humilde, trabajador y donde las derechas no las queremos ni en pintura.
Ya lo decía Emil Cioran
—Tenemos que hablar—dijo. Entonces salí hacia su casa. Gasté cientos de palabras escribiendo en mi diario a la luz de puentes que ardían, otras tantas en lamentos cuando vi la mina de oro cubierta de escoria. No fueron pocas las que dejé en los servicios de aquel pub, hablando conmigo mismo frente al espejo. Es tan tedioso calafatear una barca, que en mi cabeza escribí el guion de un nuevo principio que se bifurcó en mil rutas a través de un mar de dudas y de dolor. El trilero me volvió a engañar y no supe contestarle cuando me advirtió: -lo llevas escrito en la cara. Al fin llegué a su casa pero había enmudecido. Ya lo decía Emil Cioran, lo malo del suicidio es que siempre llega demasiado tarde. Lo mismo pasa con la “expresión tenemos que hablar”, a menudo llega cuando ya no hay nada que decir...
Peligros del mercado negro de semillas
Recordaba poco de aquella velada, pero al día siguiente recibió el envío. Se trataba de un sobre que arrojó a sus manos una cinta de vídeo VHS y un pliego de documentos que a las claras era un contrato rubricado con su firma. De nuevo sonó el llamador. En el descansillo, entre sulfúreos jirones de neblina, aguardaba un ficus benjamina: «Ahora depende de Ud.» colgaba la nota de una ramita.
La planta fue cuidada con esmero; gozaba de sus correspondientes horas de luz —no directamente del sol, como indicaba el audiovisual— y de prudentes riegos cada cinco días para no encharcar las raíces. Su entregado progenitor confiaba en que un día el ficus saldría del tiesto y caminaría lejos… pero aún lo veía tierno. ¿Y qué otra cosa podía hacer cuando en plena madrugada lo reclamaba su lamento «¡Papá, hambreee!»? Nada... Descubrirse el brazo, buscar la vena y dejarlo chupar.
Las aceitunas del señor Etxegarai
Eran dos y eran el mismo, o al menos eso le parecía al bigotudo dependiente del ultramarinos de la esquina entre Iribarren y Aresti. Siempre llevaban una bolsa de aceitunas deshuesadas y otra de rellenas, y en la primera un cazo extra de caldo de encurtido. El señor Etxegarai se abotonaba la chaqueta azul y les servía con parsimonia, imperturbable. Pero cuando se dirigían a la puerta, echaba una mirada intrigada a aquella silueta infantil que arrastraba una suerte de halo, a veces tan tangible que se le hacía difícil discernir cuál era más real de los dos. Hasta que el último viernes antes de vacaciones, algo cambió. Solo quería deshuesadas. El dependiente llenó la bolsa con el caldo de propina y se la dio al chico.
El señor Etxegarai pasó todo el verano sin quitarse de la cabeza la triste mirada del chaval aquel día. Ni las aceitunas rellenas.
Un bisoño soñó con un bisoñé
Lo llevaba siempre en la cabeza; todavía se lo atusaba buscando protuberancias extrañas y en días ventosos recelaba de la goma arábiga y temía que levantase vuelo. En su descargo diremos que le resultaba extraño no sentir el cráneo al descubierto, pues tuvo desde muy joven la malandanza de un déficit piloso, precisamente él, al que la directora llamaba buenmozo por ir siempre pinturero y oliendo a colonia fresca. Quiso ello que se cebaran sus envidiosos compañeros en su despejada cocorota. «Aeropuerto para moscas» le decían los cafres, «Sanz, el más brillante de la oficina», otros con sorna. Hasta aquí podíamos llegar—decidió resuelto antes de las vacaciones—. Vendió en eBay su cotizada colección de estampillas catecumenales y alcanzó su sueño capilar, un mayestático bisoñé de pelo de gitana virgen, según confesó el vendedor. Hasta pronto, Benidorm; a ver quién es el guapo que se ríe mañana en la oficina.
Madrid
Ahora viajo en autobús para asistir a un entierro que se celebra en mi pueblo. Es de noche y estoy jodido por esa muerte. Era una mujer mayor, pero había vivido en mi casa varios meses cuando era niño porque se encontraba sola. Llevaba unos cinco años en una residencia a la que sólo fui a verla una vez. Mi madre me solía insistir para que fuera porque ella preguntaba por mí a menudo, aunque no es cien por cien seguro conociendo a mi madre. Yo siempre lo dejaba para luego. Iba camino de aquella visita que no tenía sentido ya. Un factor importante en la comunicación de palabras, gestos o cariño es que las dos personas estén vivas.
La Mancha
Mientras pienso en una anciana muerta, miro la constelación que más odio a través de la ventanilla del autobús: Orión. Me persigue por mucho que el autobús gire y gire. Como no encuentro la manera de expresarle todo mi odio, cierro los ojos e imagino que el universo estalla llevándose a esa maldita constelación por delante. Me imagino solo en una montaña, riendo a carcajadas de ese odioso conjunto de estrellas. La bola de fuego se dirige hacia mí, pero parece que no me importa mucho.
Cuando abro los ojos, mi padre me espera en la estación de autobuses. Son más de las doce de la noche y me lleva a casa en coche. No dice nada hasta que el motor se apaga:
—Come algo. Tu madre vendrá ahora y subirás con ella al tanatorio. Péinate.
La vaca que reía
Durán era un cobarde y vomitó allí mismo, ante la res de quinientos kilos que pendía del garfio. La cuadrilla de matarifes lo celebró aplaudiendo con sus aceros. Al igual que en un rito, el estómago debía voltearse por completo para purgar la fútil sensiblería. Todos habían pasado por ese obligado trance, pero él no logró separarse de su charco de despojos y bilis, y dos mocetones tuvieron que auxiliarlo a incorporarse.
Por supuesto no regresó al matadero, desligando así el relevo familiar que anudaba a cuatro generaciones. Pero la ternera decapitada no cesó en visitarlo. Primeramente en el sueño y luego también durante la vigilia. A veces era el cuerpo abierto en canal el que lo recibía al entrar a casa. En cambio otras, era la cabeza de aguanosa mirada la que aguardaba bajo la sábanas coaguladas. Pero sobre todo la risa. La risa era espeluznante.
Marea muerta
Era un frío y luminoso día de diciembre y Xorxe se enfundaba en su neopreno con tanta ilusión como ansia por acabar la jornada. Pronto nacería su primogénito, la luna estaba cambiando y había dejado a Carmen mareada sujetando su tripa. Por fin había marea muerta y podría adentrarse en la Cova da Espuma; allí esperaban los mejores ejemplares, el pan bajo el brazo del pequeño Xacobe. El nordeste arreciaba con fuerza y pese a la bajamar, sufría el oleaje más bravo con el que había tenido que pelear en sus nueve años de percebeiro. Se sumergía en la grieta entre ola y ola, trepando con agilidad justo antes de cada envite.
Por capricho de Berobreo, las aguas rompieron con desgarradora sincronía entre las rocas y entre las piernas de Carmen, y poco después el último aliento de Xorxe emergió del fondo de la cueva coincidiendo con el primer llanto de la criatura.
Nacerá
- Buenos días. Soy el Doctor Blanco, ¿cómo estamos hoy?
- Bien, Doctor, ya con ganas de saber.
- ¿Es su primera ecografía?
- Sí, la primera.
- Bien… veo que se ha realizado una inseminación, ¿ha sido aquí?
- No, Doctor, ha sido en mi país. Bien, veamos. Esto está un poco frío.
El ecógrafo se deslizó por la superficie viscosa del vientre. Comenzó a oírse el latido, rápido, poderoso.
- Parece que todo va bien…Aquí está el embrión.
El médico calló súbitamente.
- Esto no es un embarazo de seis semanas. Esto es un feto…
Los ojos del doctor comenzaron a agrandarse, fijos en la imagen.
- ¿Hay algún problema, Doctor?
La miró. Sus ojos parecían tener un brillo rojizo. No pudo contener la frase.
- Esto… esto no es humano.
Ella no se alteró. Sonrió con el borde de los labios.
- Pero ¿Está vivo, verdad?
¿Solo miraba?
El anuncio ofrecía un coche barato: “Vendo Opel Corsa. 3.000 euros” Nada extraordinario, salvo por un detalle: “Se contactará con los interesados”
De repente sonó mi teléfono:
—Hola, tiene 55.000 km y es azul. Todas las revisiones en taller oficial, es un chollo.
—¿Perdón? ¿Nos conocemos? ¿Por qué tienes mi número de teléfono?
—Te llamo porque estás interesado en el Opel Corsa.
—No estoy interesado en ningún coche.
—Bajo a 2.500 euros, mi última oferta.
—NO ESTOY IN-TE-RE-SA-DO
—¿Cómo que no estás interesado? ¿Y por qué mirabas el anuncio?
—Está en la marquesina junto a un poster del nuevo disco de Ghost. No quiero ningún coche.
—Ghost, qué buenos. Me has caído bien, te lo dejo en 2.000 euros. Trato hecho.
Colgó la llamada. Miré a la marquesina y en lugar del anuncio del Corsa había un cartel de Compro Oro.
Sonó mi teléfono.
—Por esa cadena de oro puedo darte 1.000 euros.
Príncipe
Pasé por el Masymas a comprar harina para galletas. Los niños querían “Príncipe”, pero era fin de mes. La cajera miró con mala cara, casi estaban cerrando, así que me apresuré por aquel pasillo que parecía más largo de lo habitual. No encontraba las harinas por mucho que buscara, y al mirar atrás en lugar de la caja vi una estantería de frascos extraños. Me habría despistado. Deambulé un buen rato, pero no encontraba a quien preguntar, tan sólo más corredores, cada vez más profundos. Bajo aromas a gominola y bollería se adivinaba cierto tufo a fango. Aceleré el paso al ver a un reponedor a lo lejos… Desapareció al doblar la esquina. Una risa histérica resonó tras estantes repletos de bandejas de carne chorreando. Vagué durante horas. Todo estaba en silencio. Grité, y me derrumbé entre sollozos.
Han pasado varios días. Sigo aquí. Los niños están solos. Por favor.
Guateque (Parador de Alcañiz, abril de 2020)
Todos trajeron algo, excepto el tejón. Emboscado bajo una capucha benedictina, el armadillo había cumplido su parte y los baños acontecían montañas de nieve. El raposo, por su lado, había traído un inhibidor de frecuencia y se encargaba de que los móviles aguardasen fuera. Todos se divertían. El oso compadreaba con el castor, el ciervo bebía ensimismado un Macallan Decanter, la mofeta le hacía una generosa mamada —profunda, espumajosa, llena de arcadas— al búho. Bajo las máscaras habitaban jueces y jefes de policía, comisionistas y miembros de la nobleza, tronistas de Mediaset y ministros de Fomento. Era una fiesta de puta madre, sopesó el tejón con la chorra fuera, y se hizo un selfie para enviárselo a su homólogo inglés. Que aprendiese ese pelomocho indecente, se regaló otra loncha y ordenó que, ¡rápido!, alguien succionase su agujero del culo.
Fuera el mundo aguantaba la respiración. Eso hacía todo incluso mejor.
Mismo look
La llevaba siempre en la cabeza. Se la encasquetaron al llegar y no se desprendió de ella en ningún momento. Pasaban las modas, cambiaba de ropa continuamente, y ya podía ir en traje o en bañador, que él siempre iba con la boina.
Era su seña de identidad, mucha gente en la ciudad conocía la tienda donde estaba por él. Pero el paso del tiempo no perdona a nadie y ya no lucía como antes, su piel acusaba la edad. Le relegaron al almacén, pero él mantuvo su cabeza cubierta. Nadie se atrevió a quitársela.
Antes de que le despacharan definitivamente, encontró trabajo en una tienda local mucho más modesta que el centro comercial. Estaba de nuevo de cara al público, donde podía exponer esa media sonrisa que formaban sus labios, siempre con su boina. Su dueño decidió mantenerla, ocultando así el boquete que tenía el pobre maniquí.
Obscuridad
Nadie imaginaba que la maestra tuviera algún éxito. Perdí la visión y el oído con dos años. Era frustrante para mi familia intentar comunicarse conmigo. Vivía enfadada, rabiosa, aislada, en una cueva. Apareció ella.
Tocaba suave y cariñosamente mis manos. Marcaba infructuosamente surcos en una colocándome objetos en la otra. Hasta que derramó agua deletreándomela sobre la palma. Agua. Lo había llevado conmigo a la cueva, lo recordaba. Mi aprendizaje estalló. Bombardeo de palabras; agua, fluida, fría, suave… La luz inundaba mi cueva.
Descubrimos que poniendo mi mano en su cara, captaba las palabras. Pulgar sobre laringe, índice en los labios y corazón en la nariz. Era asombroso.
Ese día su mano tenía otro tacto, apoyó mi palma en un áspero rostro y, aterrorizada, quise defenderme. Subí el índice al ojo presionando con fuerza. Gelatinoso, tibio, denso. Papá gritó empujándome bruscamente, quería decirme que Anne estaba enferma y no vendría.
Venus de Milo
Era un acoso constante. Las mujeres me miraban con desprecio. Los niños bajaban la mirada y simulaban no verme cuando paseaban acompañados de sus padres, pero cuando correteaban solos junto a sus amigos me señalaban, se reían y me humillaban, señalándome los pechos desnudos. Los adolescentes y algunos jóvenes (y no tanto) de los que resulta evidente que no catan hembra ni pagando me lanzaban miradas cargadas de lujuria y, en ocasiones, en lo más oscuro de la noche, incluso llegaban a sobarme sin vergüenza alguna. Hubo uno que incluso intentó quitarme el velo que me cubre la cintura, el muy anormal. Todo pareció mejorar cuando me alojaron en el Louvre, pero al poco tiempo la cosa se jodió, y me temo que para siempre: ahora no me manosea nadie, pero miles de turistas me hacen fotos. Y seguro que luego en casa se tocan viéndolas.
El negro Tavera
Sé lo que quiere el negro Tavera. Lo conozco de hace mucho, cuando desvalijábamos farmacias y joyerías. No lo veía desde el gran golpe a la sucursal. Salimos de allí y cogí la bolsa con el botín.
—Repartiremos en el garaje de Luiso, negro, ahora separémonos.
Nos miramos eufóricos, y de repente me besó. Lo aparté, a mí no me iban esos rollos de sarasas, y me largué en la Vespa. Camino del garaje rememoraba esa sensación, el olor acre de su piel, áspera, los labios mullidos... Puto negro.
Ahora permanece en silencio frente a mí. Una albaceteña automática bailotea juguetona entre sus dedos. Sus ojos helados preguntan dónde está el dinero, y quizás también por qué nunca llegué al garaje. Demasiado tarde para respuestas. Forcejeo sin éxito intentando librar las muñecas atadas al respaldo mientras se acerca, y por un instante me sorprendo pensando que desearía volver a besarle.
Oficio
Dejó su trabajo de cajero en el súper para hacerse exorcista de cajas registradoras. Tras años de sufrir descuadres continuos, bloqueos en hora punta y sumas delirantes en determinadas cajas, llegó a la conclusión de que las máquinas tenían alma, y alguna estaba poseída por el maligno. En tres meses se graduó en teología y electrónica, los de CCC le regalaron un crucifijo y un voltímetro y pronto se hizo un experto en la expulsión y captura de espíritus demoníacos, que arrinconaba en la impresora y capturaba en tiques regalo que luego quemaba. Amplió su campo de actuación a tragaperras endemoniadamente tacañas, lavadoras devoradoras de calcetines, freidoras con malos humos… Todo un profesional de reconocido prestigio.
Hasta que llegaron la domótica y el internet de las cosas, y empezaron a culpar de los fenómenos paranormales a virus, hackers, rusos y coreanos.
Ahora echa migas a las palomas en el parque, donde ya lo hicieron el afilador, el sereno y el limpiabotas.
No volveré a dormir
Ahora que ya nadie se acuerda de ellas, han vuelto. Eran exactamente iguales, como pueden serlo dos gemelas, siempre juntas. No tenían madre, había muerto al nacer ellas; su padre ya se había largado antes, según cacareaba incesantemente su tía. También contaba que se hacían pis en la cama, cuánto gastaban, cómo les adaptaba la ropa que recogía en la parroquia. Meonas, pordioseras, muertas de hambre, ¡asesinas! les gritábamos en las idas y venidas al colegio. Un día quemé aquellos mugrosos ositos de peluche que llevaban, la clase rió mientras chisporroteaban sobre el cemento del patio. Ellas no lloraron, nunca lloraban; solo clavaron sus ojos planos en mi, mucho rato. Aquel curso enfermaron y se mudaron. Las olvidamos. Pero anoche las vi. Venimos por los ositos, dijeron, estamos muertas, pero por fin te hemos encontrado, dijeron, acercándose despacio. Desperté saboreando un miedo oxidado. Sé que cuando vuelva a dormirme, estarán esperando.
Tristeza hirviente
Era un frío y luminoso día de diciembre, pero el mar aún recordaba la borrasca; arrojaba a la playa madera muerta, conchas vacías y cristales descoloridos y romos. Bajo el sol tímido, las olas se alzaban amenazantes, una en pos de otra, sin descanso. Exudaban un vapor frío de mar batida, una neblina sin nombre que humedecía la piel e impregnaba los pulmones de salitre. Pero me gustaba desafiarlas, alcanzar la línea de marea hundiéndome en la arena mojada; allí llegaban sólo siseando, sin fuerza, para retroceder sin tocarme, como si yo las doblegara. Y entonces lo vi. El llavero tenía escrita la dirección; un piso alto, frente a la playa. Nadie contestó. Abrí. Todo estaba ordenado, como para ir de viaje. Había una butaca frente al mirador. Desde allí no se notaba el frío. Las olas, poderosas, atrayentes, envueltas en vapor irisado, parecían susurrar sobre el fin del dolor.
Eventos desafortunados
Me he ahorrado mucho en psicólogos gracias a lamentables accidentes. Cuando estaba en la escuela, la maestra me dijo que no tenía empatía, que no controlaba mi frustración, y que iba a recomendar a mis padres que me llevaran al psicólogo infantil. Sin embargo, al día siguiente la maestra resbaló bajando las escaleras y se rompió el cuello. En la Universidad, una compañera de clase dijo que yo era una persona tóxica y que necesitaba ayuda profesional. La chica falleció de shock hepático al beber alcohol adulterado cuando hacíamos botellón. En mi trabajo, mi anterior jefe me comentó que era pasivo agresiva, que no sabía trabajar en equipo, y que iba a pedir a Recursos Humanos que me ayudaran. Esa misma tarde, mi exjefe murió estrangulado al engancharse su corbata en el triturador de papeles. Desafortunados accidentes que me han ayudado a superar mis problemas.
Tenedlo en cuenta a la hora de las votaciones.
Pesadillas cartesianas
Mi pesadilla es recurrente, transcurre en una plaza angosta, con edificios muy antiguos, vivos, sé que albergaron ominosas historias. Sueño en blanco y negro, las sombras evocan una película expresionista alemana. Hace frío y resuenan unas pisadas sobre los adoquines, un hombre alto con gabán toma deprisa una bocacalle. Nunca alcanzo a ver su cara pero noto cómo se le cae algo. Me apresuro a avisarle, sin embargo... ha desaparecido. El objeto es una vieja caja de música. Al abrirla, encuentro una miniatura mía girando dentro, al tiempo que levanto la vista y contemplo mi gigantesco rostro observándome desde el cielo abierto.
Interesante... aunque no debe preocuparse. No es más que una imaginativa manifestación onírica del conflicto entre ello, yo y superyo —me tranquilizó el doctor antes de finalizar la sesión.
Mientras nos despedíamos, mis enormes ojos nos escudriñaban por encima de la claraboya, pero callé. Me tomaría por loco.
Trenes
De niño todo iba más despacio. Una tarde soleada pillando tritones en charcas a la vuelta del cole podía ser eterna. Cazábamos un par, Ramón los juntaba por la panza y decía «¿Véis? Están follando, son hermafroditas». Claro que se lo inventaba. También poníamos pesetas en las vías para ver cómo quedaban chafadas al pasar el tren. Pero poco a poco las cosas se fueron acelerando. Aunque los males de amores y las borracheras aún duraban, la velocidad cada vez era mayor. Tras la carrera a medias, el taller, hipoteca, los críos, todo corría como el paisaje desde la ventanilla de aquellos trenes que aplastaban las monedas. Ahora miro atrás y apenas distingo los últimos años, parejos postes ferroviarios que pasan sin pena ni gloria. Y a veces, sólo a veces, cuando la artritis aprieta y el viejo mundo, mi mundo, decae, agradezco que todo vaya cada vez más rápido.
La hermana de Frankenstein
Se ocupa en un huerto pequeño en el traspatio de una institución enrejada y gris; una penitenciaría a los ojos de los extraños, tal vez un asilo, pero en ningún caso un lugar amable. El terrenito está cubierto de broza, excepto el islote bidón de plástico que le sirve de asiento. Allí la muchacha dispensa atenciones a la tomatera y a las malas hierbas; no hace distinciones, son todas verdes, todas felices; aunque llegado el momento, al mucho pensarlo, su cerebro robado se detiene y su pensamiento se ausenta. Al regreso, sobresaltada por sus amoratadas suturas, corre para lanzarse en brazos de su creador. ¿Soy un monstruo? Pregunta con ronquido gutural que aspira a convertirse en llanto. No, mi criatura; monstruos son los que observan desde ahí afuera. Por ellos las rejas. Por ellos la soledad y tu miedo.
Uroboros
Seré un cobarde, supongo, pero todos somos víctimas de nuestros miedos. Preferí no contarle a Paula aquel sueño. Fue demasiado vívido. Despertarme entubado en el hospital, sin recordar nada. Y lo peor, escuchar que ella había muerto en el accidente contra el árbol. No podría cargar con ese peso y así lo decidí tras experimentarlo, debía evitarlo.
Lógicamente ella no entendió que repentinamente le prohibiera montarse al coche. Todos los días conducía al valle a buscarla y pasar allí el día. Pero comenzó a sospechar sobre mi comportamiento o si era porque me veía con otras.
Así que aquel domingo ejecutó su plan. No sé cómo se las ingenió.
Conduciendo solo de vuelta de noche, una sombra me sobresaltó desde el asiento de atrás.
—¿Ves como no pasa nada por montarme en tu coche?
El susto me provocó un volantazo y salir de la carretera. Un golpe seco y oscuridad.
El elixir del rey escorpión
Solo tenía cinco patas disponibles tras los intentos de los anteriores.
—¡Elige! —insistía el mercader en la trastienda.
El estruendo del zoco desaparecía mientras me concentraba en aquel gigantesco bicho inmóvil.
Arranqué la peluda extremidad elegida. Comenzó a manar un fluido negro denso. El árabe me la arrebató, vertiéndome el líquido por cabeza y cuerpo.
Atravesaba mis poros. Mi cuerpo lo absorbía, inundándome de bienestar. Mi piel se volvía tersa. Surcos y arrugas desaparecían. Palpé mi cara, sorprendentemente suave.
Era cierto. Rejuvenecía. Incluso sentí encoger ligeramente.
Súbitamente, un dolor punzante en mi brazo izquierdo mientras ennegrecía rápidamente. Brotaba pelo velozmente. Mi mano se soldó transformándose en pezuña afilada.
El mercader arrancó mi brazo de cuajo, cosiéndose mi herida de forma instantánea.
Lo introdujo en el hueco de aquella bestia, con el resto de garras.
Pero la felicidad me inundaba. Un precio razonable por la prórroga de vida que había recibido.
- Mejor nano:
En el salón de lotería
Era una fresca y radiante mañana de diciembre.
—Señora, ¿por qué ha venido con una barba de lapidar?
—Para la pedrea.
El calamar gigante que habita en la zona abisal es el ser vivo con los ojos más grandes del planeta.
Es ciego.
Ensayo general
Se habían acabado los caramelos pez y con apenas 5 años se le tiró encima la agonía existencial de no volver a comerlos nunca más. Durante una semana fue una sombra infantil sentada en su pupitre, un chavaluco sin brío y con la mirada acuosa. El martes siguiente fue el cumpleaños de Ramón, el de la mesa de al lado. Caramelos Draculín. Estaba salvado. Y así pasó el año nuestro Nico, entre días de colosal euforia y semanas yermas con sabor a pérdida. La vida misma.
Literatura y exilio
Cinco tipos entran en un bar
Los tres son los grandes poetas de Chile
Nicanor Parra y Roberto Bolaño.
Pelicula experimental de la Prefectura de Osaka, Japón.
Cinco tipos entran en un bar, cuatro cruzan la despensa, tres bajan al sótano, dos a la bodega y solo yo cruzo las zamburguesas.
Asterisco
Solo tenía cinco patas de gallo, todas en el mismo ojo.
- Mejor MetaRelato:
—¿Cómo verías un descanso en agosto en el concurso de microrrelatos? (Entrevista a Esmeralda en Superpop)
—Como una mañana de verano.
—Eso ya lo dijeron Mocedades. Esperaba más de la metaforera del año.
—Oye, ¿Por qué metes el "meta"?
—Meta es lo que te metes tú para escribir esos chistes.
—No, digo que soy forera del año, sin "meta".
—Creía que tu meta era quedar segunda, como la de todos.
—Bueno, pues como una ola...
—Eso ya lo dijo la más grande.
—La más grande soy yo, al menos este año. Pregunta en Valladolid.
—Mejor no. Aún hay gente en terapia.
—Pues como un susurro...
—Ramoncín.
—Entonces como el agua...
—Camarón.
—Como una oración...
—Ya, y como una virgen. Madonna.
—Pues como una piedra...
—¿Redondeada? Dylan.
—¿Cómo lo voy a ver? ¡Como Dios! ¿no ves que estoy sin ideas? Espera, como una lenguadina...
—Eso no lo cantó nadie. Desarrolla la metáfora.
—No, digo que como una lenguadina el martes y el miércoles me sale un calzador.
Identidad
—Usted no sabe con quién está hablando.
—Yo no, desde luego, ¿acaso lo sabe usted?
—¿Cómo?
—Si sabe usted mismo quién es.
—Por supuesto.
—No me refiero a su nombre, religión, estudios, tendencias políticas o características físicas.
—Podría decirle muchas otras particularidades identificativas mías.
—Todas inventadas, usted no es más que un ficticio personaje en un relato. Ni eso; una identidad simulada por cuatro frases que ni siquiera tiene nombre si no aparece escrito, como es el caso.
—Lo mismo que usted me temo, nadie existe entonces aquí.
—Falso, existe el que nos está leyendo.
—¿Y acaso sabe quién es? Porque si desconoce algo es como si no existiera para usted.
—No sé quién es, pero sé que tiene que existir para que existamos nosotros y que, a diferencia de nosotros, está vivo. Eso sí, más le vale aprovechar el tiempo porque, también a diferencia de nosotros, acabará su vida en algún momento, mientras nosotros seguiremos aquí.
Nadie
Me he ahorrado mucho en psicólogos gracias a tener un sitio en el que escribir mis miserias. Siempre manteniendo mi identidad en secreto, siempre evitando dejar cualquier pista que pueda señalarme. Nunca digo el nombre de nadie, real o ficticio, igual que nunca digo el nombre de ningún lugar, ni aún siquiera inventados: ni Macondos, ni Norteñas. Y si me desnudo de más, escribo en segunda persona y… Te sientes imbatible. Tan imbatible, que puedes volar e incluso olvidarte de quien eres.
La unión de las sagas
Era un frío y luminoso día de diciembre en Perth. La sobrecargo Grigorescu seguía haciendo trabajo de campo en la superficie para recopilar datos que sirviesen para conseguir descifrar el porqué del nuevo comportamiento climático. Los contadores que llevaba marcaban un elevado contenido de zelandeicea, el veneno que desarrollaron las orquídeas en sus últimos días en el país vecino.
En el suelo pudo ver un viejo periódico de la antigua época. En la portada se podía ver a un policía en una rueda de prensa con un titular donde rezaba que el "Asesino de las orquídeas" desempeñaba sus labores con un nuevo veneno. La sobrecargo Grigorescu lo atrapó con las pinzas y lo introdujo en una bolsa hermética.
Llegada a la base subterránea se dirigió al teniente local y se la entregó junto las mediciones y con una hipótesis:
-Teniente Slavetsky, parece el inicio de la tragedia, tendremos que emigrar.
Epanadiplosis
Aquel ciego caminaba con paso firme y una erección descomunal por la zona nudista de la playa. Ni el ramo de salchichas en su cabeza, colocado a modo de peluca, ni los aros brillantes de sus pezones conseguían desviar la mirada de cuantas lo detectaban. Cientos de arpistas melífluas, vestidas con túnicas de gasas blancas suspiraban desde la zona textil y reclamaban su turno gimiendo. Se decía que una se había arrancado los dientes para ser insuperable en la felación. (Yo como autor creo que es mentira, pero bueno).
¿Qué helado prefieres, mamá? Preguntó Marta. Y la mujer -orquiectomizada, no hay por qué ocultároslo- contestó con un gesto obsceno y rápido, para dotar de alguna coherencia a este relato: "Aquel".
- Relato cómico:
Medusita
Como una mañana de verano cualquiera la señora Medusa se acercó a la orilla para mezclarse con los bañistas que poblaban la playa. Llevaba consigo a Medusita, a la que ya consideraba lo suficientemente mayor como para aprender a quién debía picar y a quién no.
—Tienes que escuchar atentamente las conversaciones de los humanos —dijo la madre con tono firme.
—¿Y a quién puedo picar? —preguntó Medusita.
—A los racistas, a los homófobos, a los clasistas, a los machistas… y no bajes la guardia con las mujeres, que las hay mucho más machistas que algunos hombres.
—Ya me contaste eso. Qué triste, ¿no?
—Sí, pero así tenemos más gente a quien picar.
—Y dime, mami, ¿si escucho que votan a VOX puedo picar dos veces?
—No, no te preocupes, que esos piensan que se tienen que mear encima cuando los picamos.
—¡Mira! ¡Un bañador con la bandera española!
—¡Vamos!
Dios discute si uno no quiere
—Y te llamaré pinsapo.
—Vaya por Dios. ¿No había otra cosa?
—No tomes mi nombre en vano.
—Al menos tu nombre mola. ¿Quién quiere llamarse pinsapo? Es ridículo.
—Baobab no se ha quejado.
—Dónde va a parar. Baobab tiene punch. Hasta aparecerá en libros, verás.
—No lo creo, pero vale. ¿Qué tal secoya?
—No, que tiene rima fácil.
—Pues anda que pinsapo…
—Razón de más. Quiero otro nombre.
—¿Pino?
—Aburrido.
—¿Madroño?
—No, no… mucho corrupto.
—Pero si no he creado todavía el PP.
—Lo veo venir.
—Eres un pinsapo listo.
—Que no quiero ser un pinsapo.
—Encina.
—Debajo.
—O te lo tomas en serio o te quedas con pinsapo.
—Alcornoque.
—No me insultes.
—Esto pasa de castaño oscuro.
—Tampoco.
—¿Zarza?
—Eso va a ser un arbusto pero… ¿eres friolero?
—No. ¿Por?
—Nada, nada…
—Sauce.
—¿Salsa?
—Pero si no has creado el inglés.
—Ni el baile.
—Déjalo, me quedo con pinsapo.
Vestimenta
-¿Dónde vas con eso? Se te notan los pezones.
-Ya tengo una edad prudente para elegir mi vestimenta.
-Me parece bien que con veintiún años quieras vestirte a tu manera, pero no entiendo porqué has de ir así.
-Porque no me siento bien, mamá, tengo siempre la sensación de que no atraigo a nadie.
-Bueno, pues haz lo que quieras, pero al menos ponte una falda más larga que con esa se te ven los cojones al andar, José Miguel.
Deseas Masymas, sí, movimiento sensual
Llevo toda una vida trabajando aquí, imagínese, desde que se llamaba Supermercado Rodríguez. En los ochenta, Don Luis se obsesionó con aquella dichosa canción y cambió el nombre, pero siguió siendo una tranquila empresa familiar. Y así seguiría si no nos hubiesen comido el terreno los valencianos, preocupando muchísimo a la dirección. Decidieron mandar al maula de Luisito a hacer unos cursos a América —como Martita, la hija de Amancio, decían—. Afortunadamente ha vuelto lleno de buenas ideas. Esta semana, con el kilo de carne de guiso damos un paquete de azúcar y un paraguas, con dos latas de fabada, una olla express y comprando un jamón de Teruel, regalamos un aumento de pechos. Ha funcionado, tenemos esto de bote en bote, hasta cola hay para entrar. «¿Veis? ¡Nos follamos a Mercadona, con el pito nos los follamos!» —se ufana Luisito a diario—. Por eso es tan importante tener estudios.
iMan
Tenemos que hablar, Rosa. Lo que empezó siendo una bonita afición se ha convertido en un infierno. Que al principio esos imanes en la nevera tenían gracia, no digo que no. «Souvenir from Greece», «PortAventura World», un mosaico de La Olmeda. Mientras las piezas magnéticas se limitaron al frigorífico no hubo problema. La cosa es cuando incrementaste la colección y comenzaste a colocar imanes por toda la casa: en el pasillo, en el salón, adheridos a las lámparas de araña. No debí permitirte cubrir también las paredes con esa horrible pintura metalizada, pronto comenzaron los fenómenos inexplicables: el dormitorio del niño desarrolló atmósfera propia, extraños flujos magnéticos me hacían flotar ingrávido mientras defecaba, bajo el rodapié apareció un puente de Einstein-Rosen. Es insostenible, Rosa, nuestro hogar asemeja el CERN. Y lo peor son las paradojas espaciotemporales, amor; y verte colocar de nuevo, inocente y cándida, aquel primer imán de Totoro.
Asamblea
Al morir dejó un tractor, diez mil euros y una escopeta de caza, y al no tener parentela, se planteó que el pueblo dispusiera de la herencia. El alcalde, que se sabía más necesario que contingente, organizó una asamblea en la casa de la cultura, la taberna del Venancio.
Surgieron las primeras diferencias con el tractor: unos querían que fuese comunal, los otros lo querían comunitario. Acordaron consultarlo con Pérez Reverte.
Para invertir los diez mil euros surgieron varias propuestas. Finalmente, se decidió envolver con papel de seda todas las mandarinas del pueblo, no sólo algunas, y hacerlo ya en el árbol para facilitar la recolección.
Con la escopeta hubo unanimidad: Sería para la Jacinta, para que mantuviera su hacienda libre de cigüeñas hasta que volviera su Paco de Argentina, porque desde que se había ido hacía cuatro años ya le habían traído un Curro, un Francisco y un Quico.
Multiversos de sensaciones
En Nueva York, visitando a mi joyero, éste me entregó un anillo. Aquella pieza plateada coronada por una esmeralda era justo lo que buscaba. La piedra parecía suelta, pero se podía enroscar, así que la giré un poquito...
FUS. Noté una sacudida, todo estaba del revés. La joyería estaba en el ático, y así pude ver cómo la Estatua de la Libertad se sujetaba sobre la antorcha. Aturdida, miré mi dedo. La esmeralda seguía suelta, otro giro…
FUS. Todo volvió a su sitio, pero ahora color sepia. Alucinada, seguí girando…
FUS. La gente no tenía boca. Podría vivir así, pero…
FUS. Todo olía a cloaca. Solía ser lo normal, pero…
FUS. Sonaba un hilo musical horrendo…
FUS.
En la oscuridad de la noche, detrás de la joyería del barrio, me levanté, y me bajé la manga de la sudadera en señal de vergüenza. Recogí también la jeringuilla.
Escritores
Nadie esperaba que una cacatúa pudiera escribir así de bien. Sus insufribles cacofonías no la permitían expresar adecuadamente lo que quería, causándonos gran pena y aflicción. Visitamos logopedas, sin resultados satisfactorios; también recurrimos a todo tipo de pruebas médicas, que descartaron problemas somáticos. Su área de Broca era un primor, nos aseguraron profesionales bien cualificados. Pero sin diagnóstico ni tratamiento a la vista, mi cacatúa estaba cada vez más deprimida.
Desesperado, se me ocurrió insertar un lapicero en una de sus garras y poner a su disposición unas hojas en blanco. ¡Ay, amigos! Cacatú comenzó a rellenar folios y folios sin solución de continuidad. Dextroverso primero, sinistroverso después, sin olvidar su favorito: el bustrófedon. Sintaxis, gramática, ortografía... todo perfecto. ¡Y qué caligrafía! ¡No podía estar más contento! Al menos, hasta que me di cuenta de que por mucho y bien que escribiera, la pobre no tenía nada interesante que decir.
Pares y juego
La sota de bastos arremetió contra el caballero que leía el periódico en la barra. Escabulléndose entre mis dedos, saltó sobre él y sonrió aviesa antes de volver a refugiarse en los preciosos duples rey-sota de mi mano. El tipo algo debió notar porque empezó a palparse compulsivamente la americana. «Cagondiós... ¡Me han afanado la cartera!» —aullaba—. Un tanto nervioso, volví a mis cartas. La sota seguía sosteniendo la cachiporra, pero su mano izquierda colgandera prendía un rectángulo marrón. Su compañera de oros se llevó el dedo a los labios y, cómplice, me guiñó un ojo... a fe que esas golfillas eran atractivas. Los reyes permanecían ajenos al tejemaneje, despistados como jubilados con tres chatos de más; el de espadas se acomodó la huevada mientras el de copas soltaba un regüeldo. La voz de mi compañero me sacó del marasmo: «¡Que si tienes pares!». —Sí, perdona. Y muy buenos, además.
Soporte
—Informática. ¿Ha probado a apagar y encender?
—Luis, no te has enterado. Soy yo, perdona que te llame al trabajo, pero no aguanto más. Te decía que lo nuestro no funciona.
—Correcto. Si no funciona, lo primero que deberíamos probar es a apagar y encender.
—Apagado está hace tiempo, lo que no hay es quien lo encienda. Ya no te soporto.
—Si no me soportas será una cuestión de compatibilidad. Actualizaré mi versión.
—¿No ves que demasiado tarde para eso? ¿Me estás haciendo caso?
—Sí, el caso está abierto y estoy tratando de solucionarlo en el plazo más breve posible.
—Es increíble... no sé cómo decírtelo. Se acabó, c'est fini, vete a la mierda… ¡Hemos terminado! ¿Queda claro?
—Oh, Dios, entendido. Me rompes el corazón, Mayte... ¿Puedo pedirte un último favor?
—Dime.
—¿Podrías contestar una breve encuesta de satisfacción al finalizar la llamada? Tu opinión es importante para mí.
Futuro presente
Se oía una respiración entrecortada al otro lado del aparato.
—Hola, ¿me escuchas? Soy tu yo del futuro.
—Oh, dios mío, ¿en serio?
—Sí, escucha atentamente.
—¿Cómo me ha ido? ¿Vivo en una casa grande? ¿Me casé con una tía buena? ¿Tengo dinero?
—No me interrumpas, que voy justo de saldo. Llamo para…
—¿No tienes minutos y datos ilimitados? No sé si voy a poder vivir así…
—Por favor, escúchame. Llamo para advertirte de…
—Oh, no, ¿otra pandemia? ¿Pero voy a poder salir pronto a tomar cervezas con los amigos?
—¿Quieres hacer el favor de callarte? Llamo para…
—No habré perdido mi suscripción a Spotify y Netflix, ¿verdad? Dime que no…
—Cielo santo, eres peor de lo que recordaba.
—¿Quitaron TikTok? ¿Pude recuperar todos mis vídeos?
—Sí, hijo mío, sí…
—No me tranquilizas mucho pero cuéntame, ¿de qué me querías advertir?
—Nada, nada, de que eres un gilipollas integral.
—Pero tengo llamadas ilimitadas y 5G.
- Relato incomprendido:
—¿Cómo verías un descanso en agosto en el concurso de microrrelatos? (Entrevista a Esmeralda en Superpop)
—Como una mañana de verano.
—Eso ya lo dijeron Mocedades. Esperaba más de la metaforera del año.
—Oye, ¿Por qué metes el "meta"?
—Meta es lo que te metes tú para escribir esos chistes.
—No, digo que soy forera del año, sin "meta".
—Creía que tu meta era quedar segunda, como la de todos.
—Bueno, pues como una ola...
—Eso ya lo dijo la más grande.
—La más grande soy yo, al menos este año. Pregunta en Valladolid.
—Mejor no. Aún hay gente en terapia.
—Pues como un susurro...
—Ramoncín.
—Entonces como el agua...
—Camarón.
—Como una oración...
—Ya, y como una virgen. Madonna.
—Pues como una piedra...
—¿Redondeada? Dylan.
—¿Cómo lo voy a ver? ¡Como Dios! ¿no ves que estoy sin ideas? Espera, como una lenguadina...
—Eso no lo cantó nadie. Desarrolla la metáfora.
—No, digo que como una lenguadina el martes y el miércoles me sale un calzador.
Floresta
Cuando el árbitro recuperó el sentido se vio rodeado de jugadores. Se había desvanecido mientras perseguía un contraataque y no recordaba nada más. Ahora le dolía la cabeza y se sentía desorientado, pero ¿por qué todos le miraban horrorizados? Con gran esfuerzo intentó alzarse, pero no pudo. Como raíz aérea, su cadera se extendía a modo de hiedra por el campo. Probó entonces a apoyar una mano en el suelo y esta se convirtió en un artesonado de tallos, las uñas como resina pegajosa, los dedos cual frágil ramaje de secuoyas. El árbitro, enloquecido, trató de gritar, pero de su boca sólo salieron piñas que cayeron mansamente sobre el césped. Ante la atónita mirada general, el colegiado desapareció sepultado bajo sombra y musgo leñoso. Ajenos a lo acontecido, los aspersores del estadio se pusieron en marcha. «Mira, mamá», señaló un niño, «aprovechan para regar el árbol en medio del campo».
Ícaro
Sólo tenía cinco patas, por eso era marginado. ¡Tullido, inválido, cojimanco!, le insultaban los demás ácaros. Dentro del tejido de algodón no había piedad para un menor número de extremidades. Al pequeño ácaro, impedido y soñador, le gustaba ver flotar las motas de polvo, livianas como lejanos islotes de pelusa, brillantes como amianto. Allí las imparidades daban igual, fantaseaba; allí ningún ser vivo era juzgado por la asimetría de sus miembros. Sin embargo, su jersey acontecía un sitio cruel donde todos se burlaban de manera despiadada. Como si desdeñar al prójimo fuese una opción moral. Señalándole a diario su minusvalía.
«Viene el huésped», sonaron las alarmas, y nuestro ácaro se impulsó con sus cinco patas para impactar contra las fosas nasales del niño alérgico. Un gran estornudo restalló en la habitación y por un momento —breve, muy breve— el pequeño kamikaze recibió la admiración de todos. Luego continuaron comiendo borra.
GOD
El sudor recorría mi canalillo. Bueno, no, porque soy hombre y los hombres no tienen canalillo. ¿O sí? ¡Qué más da! La cuestión es que hacía calor. Hacía más calor del que pudiera recordar en años. Mi camisa estaba empapada. Hasta mis calzoncillos. Los pantalones, adheridos a mis muslos, aprisionaban mi miembro y otras partes de mi cuerpo. ¡Qué calor! Hacía tanto calor que los viandantes caminaban desnudos por la calle. Era bonito verles sin ropa, mostrándose de manera natural. Evidentemente, me fijaba mucho más en ellas. Aunque la visión se esfumaba a los pocos segundos, ya que todos acaban derretidos sobre el asfalto, que succionaba lo poco que quedaba de sus cuerpos. Era grotesco. Incluso absurdo. Yo seguí con la ropa puesta. No quería morir. Y pensé en la idea de ser el único poblador del mundo. El único poblador vestido. Abrí la nevera y cogí una cerveza.
Stoneleigh 1882
La luz del atardecer impregna el cuerpo mutilado y la hace levitar sobre el manto rojo que de sus entrañas mana. El susurro del agua que fluye río abajo es lo único que escucha. El sauce y los juncos callan, ni el canto de un herrerillo asoma. Impasible, contempla orgulloso su ópera prima. En su cabeza, se repiten como una letanía los gritos de súplica y terror. Tiene quince años, su mano izquierda exprime con fuerza un riñón que aún rezuma sangre.
Anochece y su madre le espera, está famélico. Antes de partir, vuelve a mirar el cadáver e inmortaliza su sufrimiento. Aquel tramo del río Hogsmill solo lo frecuentan cazadores, tardarán unos días en encontrarla. Ya en el camino de vuelta, Jack, contempla con voraz avidez la luz que Londres irradia y, contento, tararea una vieja canción popular.
Rip van Winkle
Nadie imaginaba que el maestro sacara de la gaveta de su mesa una cajita de forma cuadrangular con tres botones luminosos rotulados “Silencio”, “Quieto” y “Power off”. Ante el asombro de los presentes, el maestro dirigió el artilugio hacia dos alumnos que no paraban de hablar; zasss… al presionar el botón correspondiente quedaron ambos completamente mudos. Después, apuntó el dispositivo hacia un revoltoso grupo de estudiantes. Zassss… ni un solo movimiento más. Gritaron, asustados. Zasss… Silencio. Transcurrieron los días y los meses y el maestro, ufano, constató que el artefacto había sido un éxito rotundo; apenas había de utilizarlo ya.
Era su último año de docencia y los alumnos sacaron muy buena nota al finalizar el curso. El profesor se despidió de todos. Llegó a su casa y se tumbó en la cama. Sacó del maletín su invento, le dio la vuelta y pulsó gustosamente el botón de “Power off”.
Hhh
«Tenemos que hablar con calma«, «Nunca me cuentas nada«...
Había aprendido a esquivar todos los cepos que le ponían sus padres, profesores, y
compañeros.
Cuando era pequeño le decían que, si pasaba tanto tiempo en su cuarto, se convertiría en
ratón. Sin embargo, no era la soledad lo que le hacía sentir pequeño e insignificante, sino las
personas. Sabía lo que querían: que hablara para luego decirle que se callara. Así que, como las
palabras no servían de nada, acabó inventando un lenguaje nuevo: el de las desapariciones, el
de las cicatrices en las muñecas, el de los gatos que comen ratones. El único que entendían.
Con los años, hablar se había convertido en un automatismo vacío de contenido. Cada día, al
pasar por delante de la cizalla mecánica en la planta de producción donde trabajaba, pensaba
en sacar la lengua y quitarse un peso de encima.
Luto
Sé lo que quiere el negro, sé que pretende dominar mi alma, someter mi espíritu, hundirme en sus tinieblas. Sé que no debo permitírselo, que no puedo dejar que penetre, que tengo que mantenerlo fuera, en los ropajes oscuros, en mi semblante sombrío, en mi mirada apagada, en mi imagen triste. Sé que es lo que procede, que debería resignarme a la oscuridad.
Pero yo por dentro siempre he sido de colores, con muchas más luces que sombras, salpicado con fulgentes destellos de felicidad, con múltiples gamas de alegre colorido; y ahora el negro amenaza con teñirlo todo, con anochecer mis días, con volverme gris. Y no voy a permitírselo. Usaré sus armas, atacaré desde fuera, le recuperaré terreno poco a poco, con firmeza. Empezaré desde abajo. Hoy saldré a la calle pisando fuerte con mis zapatos negros, sí, pero con un calcetín rojo pasión y el otro verde esperanza.
- Relato innovador:
El sol era más brillante
De niña siempre era la más pequeña.
Me gustaba ir descalza, los cuentos,
Saltar en la cama con mis primas,
Jugar a peluquera de mi hermano,
Y las nubes de azúcar.
Crecí.
Me enseñaron a atarme los cordones de los zapatos.
Descubrí los problemas de matemáticas.
Aprendí que las acelgas parecen malas, pero son buenas.
Que hay que madrugar, ir al colegio.
Que no se puede jugar siempre.
El sol era más brillante
antes.
EXT. OCÉANO PACÍFICO – BARCO – DÍACAPITÁN ACABSe habían acabado los caramelos, pez, cuando...MOBY DICK(interrumpiendo al capitán)No soy un pez. Soy un mamífero, Acab.CAPITÁN ACABMimimi. Si nos ponemos así, me llamo Ahab. O Achab.MOBY DICKEntonces dirás que se habían ahabado los caramelos. O ac-habado.CAPITÁN ACABNo se puede tener una conversación seria contigo.MOBY DICKHas empezado tú.CAPITÁN ACAB(señala con el dedo detrás de Moby Dick, agarrando disimuladamente un arpón con la otra mano)¡Mira! ¡Flipper dando por culo a Nemo!
Aparece Ishmael.ISHMAELQué pasa, chicos. ¿Interrumpo? ¿Cómo va todo? Ya sabéis que podéis llamarme...
Acab alza el arpón y se lo clava a Ishmael en el cuello. Ishmael agoniza en cubierta.MOBY DICK¡Bien hecho! Qué pesado era el tío, siempre con la misma tontería.CAPITÁN ACABBueno, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, te estaba contando que se habían acabado los caramelos y...
Cvonfedsión.
Acabvvo de msstar a mi marrrido, su snangre fresca tiñwwe mivcueertpo. Mis dedssdos yyerran lads teclas, imprecisos, viscoosos. Skilencio...ssspólo el batzir de mis mzanmdíbulas mierrntras matstiico syus vbbísceras. Dcios mío qu´é he hehcho. No espero que nadie lo entienda. Pero ttennnía que conmer...¡Ddfe vewras lo necesitaba11!
Una sewmana buscandppo como una deseeeñperada, recorrié´bndome la ciudad y alrrrrededdores todos los masymas. ¿Y para qué? Para nada...hjjoder. ¿Y en la tienmda online?'' Tres cuartros de lo mnnismoo, niuna mísera bandeja de chuletas sajonas El chico.
Tendría que habersospechado, no era npormsal ese ansía. Un mes comiendo chgguletas... Al principio conmimarido, hasta que al cuaerto día seguido sde quejó,el pobre... En es emommento debí parar, peron no pyyude. Copmmía a escondidas. Las cajkeras empezaron a sospechar, me mniraban mal.
Última edición por Toro el Vie Ago 05 2022, 14:13, editado 19 veces
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Ronda 0. O sea que hay descanso hasta que empiece la 1. ¿O qué?
mugu- Mensajes : 26585
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
mugu escribió:Ronda 0. O sea que hay descanso hasta que empiece la 1. ¿O qué?
Hay algo mejor…
Hay premios
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Toro escribió:mugu escribió:Ronda 0. O sea que hay descanso hasta que empiece la 1. ¿O qué?
Hay algo mejor…
Hay premios
Yuju. El mío que sea de chocolate
mugu- Mensajes : 26585
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Vinny Vedecci escribió:
Rentrée triunfal
Dama de Shalott- Mensajes : 1033
Fecha de inscripción : 02/04/2022
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Ronda 0... Venga, hombre.
Nomeko7- Mensajes : 38240
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
El año cero no existe, ¿cómo podría existir una ronda cero?
¿Me lo explicas, Billy Berrinchi?
¿Me lo explicas, Billy Berrinchi?
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Estaría bien una ronda 0 para probar cosas. Bajar número de palabras, por ejemplo. 150 es mucho. No es micro.
Nomeko7- Mensajes : 38240
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
La ronda de Schrodinger.
Stoneheart- Mensajes : 46149
Fecha de inscripción : 10/10/2011
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Ronda 0 es porque es el colofon de la edicion VII, supongo que cuando haya frase o demas cosas de inicio de concurso sera ronda 1
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
salakov escribió:El año cero no existe, ¿cómo podría existir una ronda cero?
¿Me lo explicas, Billy Berrinchi?
Y si el año 0 no existe, entonces, ¿esos berrinches que pilla usted con el final de las décadas cómo se pueden explicar, maese?
mugu- Mensajes : 26585
Fecha de inscripción : 25/03/2008
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Procedo a leerme todos los relatos de la edición para proponer candidatos.
Eso o tomarme una cerveza. Se va a decantar la cosa por pequeños detalles. ¡Camarero!
Eso o tomarme una cerveza. Se va a decantar la cosa por pequeños detalles. ¡Camarero!
Zzzz- Mensajes : 15119
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
El caso es que sigue mudo, hacedle cosquillas o algo.
Zzzz- Mensajes : 15119
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Yo ya dije lo de "Venga, hombre..."
Nomeko7- Mensajes : 38240
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Zzzz escribió:El caso es que sigue mudo, hacedle cosquillas o algo.
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Una cosa os digo, el concepto es un punto.
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
salakov escribió:El año cero no existe, ¿cómo podría existir una ronda cero?
¿Me lo explicas, Billy Berrinchi?
Esto es como la fila cero de los conciertos.
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Sugar Bug escribió:salakov escribió:El año cero no existe, ¿cómo podría existir una ronda cero?
¿Me lo explicas, Billy Berrinchi?
Esto es como la fila cero de los conciertos.
Más bien como el Año Cero de Iker Jiménez.
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
UP!!!
Las categorias que no tengan relatos propuestos las dejaremos como desiertas….
Y el plazo para proponer debe incluir algun dia laborable
Asi que las votaciones de premios empezaran el miercoles
Las categorias que no tengan relatos propuestos las dejaremos como desiertas….
Y el plazo para proponer debe incluir algun dia laborable
Asi que las votaciones de premios empezaran el miercoles
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
¡Quiero escribir!
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
salakov escribió:¡Quiero escribir!
https://www.foroazkenarock.com/t61105-te-gusta-escribir-certamenes-literarios-chulos?highlight=Certamenes
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Se me está haciendo bola todo esto, Toro, lo menos necesito hasta navidades para votar.
Autista- Mensajes : 15023
Fecha de inscripción : 28/11/2018
Autista- Mensajes : 15023
Fecha de inscripción : 28/11/2018
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Nada como esa canción para limahl asperezas.
Vinny Vedecci- Mensajes : 7642
Fecha de inscripción : 19/09/2012
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Toro escribió:salakov escribió:¡Quiero escribir!
https://www.foroazkenarock.com/t61105-te-gusta-escribir-certamenes-literarios-chulos?highlight=Certamenes
¡He escrito un soneto! ¡Un puto soneto!
¿Cuánto más?
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Autista escribió:Se me está haciendo bola todo esto, Toro, lo menos necesito hasta navidades para votar.
Si fuera solo a ti….
Fijate que yo tenia idea de hacer un show extenso de cada relato seleccionado por cualquiera y… show? Habeis visto algun show por ahi?? Pues eso…
De todas formas confio en que el martes es laborable, pero no descarto que quede todo desierto visto lo visto…
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Aunque la idea es muy loable, yo no voy a presentar ningún relato mío a concurso. Tendría que andar buscando algún relato de otro que me gustó especialmente y recuerdo. Pero no lo recuerdo tanto para localizarlo rápido, hay que hacer una labor a lo Lobatón bastante ardua.
Zzzz- Mensajes : 15119
Fecha de inscripción : 22/09/2020
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Zzzz escribió:Aunque la idea es muy loable, yo no voy a presentar ningún relato mío a concurso. Tendría que andar buscando algún relato de otro que me gustó especialmente y recuerdo. Pero no lo recuerdo tanto para localizarlo rápido, hay que hacer una labor a lo Lobatón bastante ardua.
Pues imaginad para mí. Es una labor ingente. Tardo menos en leerme El Quijote
Dama de Shalott- Mensajes : 1033
Fecha de inscripción : 02/04/2022
Nomeko7- Mensajes : 38240
Fecha de inscripción : 03/11/2011
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
No he entendido nada pero participaré en todo
Troy Mc Clure- Mensajes : 8195
Fecha de inscripción : 13/04/2016
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Bueno, esto es muy sencillo… la idea original de hecho era dar premios a microrrelatistas y no a relatos, pero por alguna sugerencia lo amplie a relatos…
Si no hay candidatos siquiera a relatos, no pasa nada de nada, se reparten los premios a los microrrelatistas y listo.
No os preocupeis, que si algo no es esto, es ni preocupacion ni molestia ni obligacion de nada, lo que salga saldra con microrrelatos, y luego si hay que votar al microrrelatista mas erotico o mas incomprendido, se podra votar a cualquier autor, sin necesidad de hacer ningun repaso a la ronda o lo que sea, simplemente con la impresion subjetiva que haya dejado en vuestro recuerdo…
Si no hay candidatos siquiera a relatos, no pasa nada de nada, se reparten los premios a los microrrelatistas y listo.
No os preocupeis, que si algo no es esto, es ni preocupacion ni molestia ni obligacion de nada, lo que salga saldra con microrrelatos, y luego si hay que votar al microrrelatista mas erotico o mas incomprendido, se podra votar a cualquier autor, sin necesidad de hacer ningun repaso a la ronda o lo que sea, simplemente con la impresion subjetiva que haya dejado en vuestro recuerdo…
Toro- Mensajes : 28505
Fecha de inscripción : 14/05/2010
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
En relatistas:
Relatista cómico
No sé cómo funciona mucho el tema.....pero voy a proponer unos cuantos con los que me he reído aunque ahora no recuerdo el relato
Coch
Sugar
Crimi
Regsound
Eduardo
Y por supuesto mugu....que puso un relato hace poco divertido con un nombre de risa....pero recuerdo no haberlo leído hasta la gala....con bronca
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Habrá más.....pero sin la.Sra....y sin releer no me acuerdo.
m
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Ah....Stoneheart tiene algún micro que se saca la sonrisa....creo.
m
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Todo el año poniendo juegos de palabras para al final no estar nominado a microrrelatense cómico.
Verás el Berrinchi.
Verás el Berrinchi.
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Relatista mimimi.....propongo
Pues.salakov por su premio
Y Stoneheart por
m
Pues.salakov por su premio
Y Stoneheart por
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
salakov escribió:Todo el año poniendo juegos de palabras para al final no estar nominado a microrrelatense cómico.
Verás el Berrinchi.
Hostia vini....si sabía yo que se me.olvidaba alguno.....
Pongan....pongan
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Relatista.erótico:
Eduardo, Hank y la Sra.....aunque no se si la.señora tiene algunon erótico esta ronda....que ha escrito poco.
También hay algún relato exótico esta ronda que no he sabido quién lo ha escrito porque me he perdido varias galas y hay galas sin relatos.
Pongan.
m
Eduardo, Hank y la Sra.....aunque no se si la.señora tiene algunon erótico esta ronda....que ha escrito poco.
También hay algún relato exótico esta ronda que no he sabido quién lo ha escrito porque me he perdido varias galas y hay galas sin relatos.
Pongan.
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Relatistas incomprendidos:
Eduardo por el relato de esta ronda con solo 5 puntos.
Y mi compadre de underground regsound.
m
Eduardo por el relato de esta ronda con solo 5 puntos.
Y mi compadre de underground regsound.
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
m señor escribió:Relatista mimimi.....propongo
Pues.salakov por su premio
Y Stoneheart por
m
salakov- Mensajes : 52353
Fecha de inscripción : 04/08/2015
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
m señor escribió:
En relatistas:
Relatista cómico
No sé cómo funciona mucho el tema.....pero voy a proponer unos cuantos con los que me he reído aunque ahora no recuerdo el relato
Coch
Sugar
Crimi
Regsound
Eduardo
Vini
Esmeralda
Y por supuesto mugu....que puso un relato hace poco divertido con un nombre de risa....pero recuerdo no haberlo leído hasta la gala....con bronca
Esmeralda y el olvidado vini a la lista.
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
Mejor doble nick.
Para no dejarme a nadie.....
Zzzz
Vinny Vedecci
Troy Mc Clure
Monkey D.
Pili N'Dongo
Quakto
Statler
eloyso
Nomeko7
Nuxe
Olyka
poshol na
Sonny Jim
Dama de Shalott
McFly
Lonnie
Fritz
Blattodea
Fantasma de cuervo
Hank
Van
David Z
DON
Canborni
Tacitus
MOON
Janey-E Jones
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MOON
Janey-E Jones
Apocalypse Dude
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Douglas Jones
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
Re: RONDA 0 DE LA OCTAVA EDICIÓN DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS. EL MEGASHOW DE TORO.
salakov escribió:m señor escribió:Relatista mimimi.....propongo
Pues.salakov por su premio
Y Stoneheart por
m
Me gusta que empieces la.campaña....eso es que te apetece el premio....
m
m señor- Mensajes : 46861
Fecha de inscripción : 27/02/2013
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