Cuántas escuchas antes de valorar un disco?

Annie escribió:

David Z. escribió:In a ZzZzZzzzzZilent way...



Salud,
z

Buen ejemplo para mí de la validez de cualquier opinión o escucha. Ese fue el primer disco de eso llamado jazz que escuché en mi vida, y fue la primera vez que una música me desconcertaba. La razón principal fue que encajaba en todos los parámetros con los que yo definía la música pero no podía decir si me provocaba placer o disgusto, como todo lo anteriormente escuchado. Y eso era incómodo, y por supuesto atractivo, sobre todo para un adolescente quiere dominar su opinión. Así que lo pinchaba a menudo tratando de entender lo que sucedía. ¿Has intentado alguna vez reparar algo simplemente observándolo para tratar de distinguir la falla? Pues así eran mis escuchas. Y de repente un día algo hizo que lo entendiera. Pero ese entendimiento no trajo una explicación o una disección del problema, simplemente resolvió la avería y convirtió el disco en música. O sea, en lo mismo que me estaba fascinando en aquella época, Carcass o Pestilence.

Lo curioso, y aberrante para ti, está en qué disco sirvió de puente: "Amandla". Creo que he contado más veces la historia. Fue a través de un tipo que salió de un barrio obrero barcelonés para venirse a este medio rural, huyendo del alcoholismo. Menuda elección, una comarca en los últimos coletazos de la efervescencia minera. No tardó demasiado en darse cuenta que había salido de la morgue para acomodarse en el camposanto. En aquel momento me parecía un tipo mayor pero echando cuentas veo que tendría unos 25 años. Yo poco más de 18. 25 años y bebía cada día una caja de cerveza y un litro de orujo. Pero era culto, parecía inteligente y le encantaba James Brown. Rápidamente nos hicimos colegas e intercambiamos conversaciones musicales. Y fue en uno de sus viajes de Barcelona que se trajo el nuevo flamante disco de Miles Davis, "Amandla". Sonó vuelta y vuelta un millón de veces en mi bar, entre Fuzztones, JJ Cale y Tom Waits. Y a pesar de la reiteración lo que veía en el disco no era el placer que sí veía en la otra música que conocía sino la satisfacción del entendimiento final. Y tras "Amandla", y "Tutú", fue escuchar una sola vez "In a silent way" y entrar. Tras él vino una pequeña cantidad de discos de jazz que había acumulado por pura obsesión, de Jack Teagarden, Jimmy Rushing o Django Reinhardt, y que hasta ese instante eran sólo objetos llenos de ruidos musicados.

No conozco esos otros que dices, a Dios gracias. Por tanto, y sin prejuicios manchados por el fango de algún tipo de escucha o conocimiento, les doy un que puede subir a un , si algún día me da por escucharlos.

Me encanta todo tu mensaje pero mi frase favorita es "había salido de la morgue para acomodarse en el camposanto".
Qué fascinante esa historia de huir del alcoholismo al pueblo. Yo mi primera toña me la pillé, de sidra natural, precisamente en "el pueblo" (una ciudad pequeña en realidad). Veo que rápidamente se hizo colega del del bar : )

Pero lo que me mueve a responderte es también esto:
"Buen ejemplo para mí de la validez de cualquier opinión o escucha. "

Esto lo comprobé empíricamente hace unos meses. Buscaba unas reseñas creo recordar que del Orfeo ed Euridice (de ¡Gluck!) en la versión de Monteux creo que con Boston, no, igual en Italia, calla, en Roma. En fin, datos interesantísimos sin duda. Pues en la guía de la Penguin hablaban de una versión maravillosa, llena de tensión, delicadeza, firmeza, esas cosas que dicen los críticos de clásica, una visión personal y bien ejecutada, un dominio de las dinámicas, una emoción de los tuttis, tempos perfectamente elegidos y equilibrados, esas cosas, una recomendación ferviente. Y oye, en la guía de Third Ear en cambio la misma versión era un desastre, una sosez sin tensión ni dinámica con tempos imposibles, un muermo pero dicho en fino, un coñazo pero dicho en términos clásicos, una interpretación fallida, anodina, sin sustancia.

Lo chocante de esta divergencia es que estos tipos que critican la música clásica en estas guías no son, con perdón a los presentes, como los críticos de pop y rock, ¿eh? Igual que el músico de clásica no es como el músico de rock, quicir: no están hablando de gustos personales, no están basando su crítica en sus filias y fobias, sino en unos criterios claros y precisos, objetivos en tanto en cuanto a fidelidad a la partitura, que por supuesto conocerán, y se pueden apoyar en conceptos exactos: dinámicas, timbres, tempos, sonoridad, etc. Pues oye, al final son lo mismo que el del Mondosonoro y el del Ruta. Para uno es un espanto, para otro una delicia.

En realidad tampoco es chocante porque críticos feroces y víboras ha habido en la clásica desde que existe el género. De hecho es como un síntoma de independencia frente a la industria, el atreverse a criticar. Es cierto que raro es el disco de pop o rock que hoy día, por ejemplo, en un medio, fuera a recibir un 3, o un 2, o un 1 (por seguir con las dichosas notitas). Es una crítica más amable. En la clásica vuelan los puñales. Fíjate que el gran Slonimsky recopiló un divertidísimo y revelador Lexicon of Musical Invective (Repertorio de Vituperios Musicales en su traducción al español) con todas las críticas que se ciscaban en la madre del artista por proponer unos timbres o unos ritmos que el artista consideraba totalmente atonales, ofensivos, puro death y black metal, vaya... y lo mismo estaban hablando de Beethoven, Stravinsky o Debussy. O sea que lo que hoy vemos como lo más serio y más canónico, lo más inofensivo y 'cultureta', en su día fue considerado ofensivo, bárbaro, degenerado y salvaje.

En fin, no recuerdo bien dónde estábamos.

Salud,
z